domingo, 21 de enero de 2018

Dulce Arrogante Capitulo 30

Capitulo 30
Isabella

Un mal sueño me había provocado despertar en sudor. Aunque no podía recordar claramente, implicaba a Edward y a Tanya desnudos. Fue tan molesto que no pude volver a dormirme.

Los ocasionales vehículos pasando proporcionaban pequeños vislumbres de luz mientras estaba sentada en mi oscuro dormitorio con esa misma terrible sensación de duda que me había mantenido despierta casi todas las noches desde el fiasco con Edward y Marco.

¿Había hecho lo correcto?

¿Qué si no terminaba con Tanya?

¿Qué si todo fuera para nada?


Esos tipos de pensamientos pasaban por mi mente. También me preguntaba constantemente dónde estaba y qué estaba haciendo, especialmente si se lo estaba haciendo a ella. Se había alejado de mi tan herido que no me habría sorprendido ni un poco si Tanya aprovechara la situación en cuanto se enterara.

Sus últimas palabras siguieron atormentándome.

Mírame.

Mi pecho se sentía oprimido. Era la mujer más desinteresada de la tierra o la más estúpida. A pesar de todo, el dolor de perder a Edward simplemente no se estaba desvaneciendo. Dudaba que alguna vez dejara de anhelarlo, pero ¿se podría poner siquiera un poco más fácil? Hasta el momento, el paso del tiempo no había ayudado.

Si él estaba ahogando sus penas en otra persona o no, sabía que
Edward estaba en algún lugar devastado. Realmente me había amado. De alguna manera, estaba segura de que todavía lo hacía, aunque estuvo decepcionado. Un amor construido para durar simplemente no se deshace tan rápido. Realmente sentí que lo nuestro habría resistido la prueba del tiempo si yo no hubiera terminado las cosas.

Cuando el primer rayo de sol apareció en mi ventana, agarre mi teléfono. Rosalie siempre estaba despierta hasta la madrugada.
Constantemente necesitaba asegurarme de que había tomado la decisión correcta, la llamé en la primera oportunidad que tuve.

Contestó.

—¿Otra vez sin dormir?

—Lo sé. Algo tiene que cambiar. Soy un desastre. Ni siquiera he tenido la energía para teñir mis puntas rojas.

—Ahora, así es como que estás en problemas.

—En serio, ¿verdad? Todavía estoy usando el azul como si mi mundo entero no se hubiera dado la vuelta.

—Escucha, Rainbow Brite, anoche hablé con Emmet y está de acuerdo en que necesitamos escapar.

—¿Tú y Emmet? —Entré en pánico—. ¡No puedes dejarme sola ahora!

—No… tú y yo. Como un viaje de chicas. Necesitas salir de la ciudad.

Todo aquí es un recordatorio de Edward.

—¿Dónde exactamente iríamos?

—Bueno, viendo como que ya no tienes un novio millonario, obviamente tenemos que pensar en los costes, pero, de todos modos, creo que tengo la solución perfecta para eso.

—Está bien…

—¿Te dije que mi hermano Jasper trabaja en animación japonesa? En realidad, está en Japón ahora.

Atontada caminando hacia la cocina para hacer un poco de café, bostecé.

—¿Quieres ir a Japón?

—¡No! Jasper posee un condominio cerca del océano en California. Playa Hermosa. En este momento está vacío. Nos podría alojar allí gratis. Miré los billetes anoche y son razonables, sobre trescientos dólares. ¿Qué dices?

Cualquier cosa sería mejor que estar aquí en esta depresión. No podía recordar la última vez que tuve cualquier tipo de vacaciones.

La decisión fue una fácil.

—¿Sabes qué? Sí. Vamos a hacerlo. Vamos a California.

***

Creciendo en Brooklyn, siempre había soñado con ver California, un escenario glorificado en muchos de los programas de televisión que había crecido viendo. A pesar de que yo era probablemente el opuesto del estereotipo de una chica de California, había anhelado ver el Océano Pacifico y la experiencia de la vida sin preocupaciones que había asociado con la Costa Este. Siempre parecía el polo opuesto de Brooklyn.

La casa del hermano de Rosalie, Jasper, estaba justo al lado del agua.
Mientras me sentaba en la arena, escuchando el sonido de las olas, los pensamientos en Edward nunca quedaron atrás. Rosalie estaba en el condominio durmiendo, y yo estaba aprovechando el tiempo sola para disfrutar de la tranquila playa antes de que se llenase de gente.

Mi atención se desplazó diagonalmente a través de la arena a las únicas otras personas en la playa. Una mujer y una niña sentadas una al lado de la otra con las piernas cruzadas en la postura del niño, una posición que reconocí de la clase de yoga que una vez tomé.

Sus ojos estaban cerrados mientras respiraban dentro y fuera, absorbiendo los sonidos del océano. Desesperada por calmar mi mente, hice algo que normalmente nunca haría. Al acercarme a ellas, les pregunte:

—¿Les importa si me uno a ustedes?

—No, para nada —dijo la mujer—. Casi hemos terminado con nuestra meditación de calentamiento, sin embargo. Siéntate en la arena y haz lo que estamos haciendo.

Cerré los ojos, traté de alejar los pensamientos ansiosos de Edward y Tanya y simplemente concentrarme en mi respiración y los sonidos ami alrededor. Durante la siguiente media hora, seguí adelante mientras esta madre e hija se movían con una sincronizada precisión, enseñándome varias posiciones, como la del perro en descenso. Trate de no pensar en el hecho de que me recordaban un poco a Tanya y a Chloe. Esta chica era solo un poco mayor que la hija de Edward.

Definitivamente me sentí más tranquila para el momento en que terminamos.

La mujer me entrego un pote con agua de su bolso.

—¿Eres de por aquí?

—No, en realidad. Estoy aquí por esta semana, visitando desde Nueva
York.

—¡Siempre he querido ir a Nueva York! —dijo la niña, volviéndose hacia su madre.

—Tal vez tu padre y yo podamos llevarte el próximo año.

La emoción lleno los ojos de la niña.

—¿De verdad?

—¿Hacen muchos viajes familiares? —pregunté.

—En su mayoría los cortos de fin de semana, sí. Mi esposo y yo compartimos la custodia de Chloe con su madre.

Casi me ahogo con mi agua.

—¿Dijiste Chloe? —Me volví hacia la niña—. ¿Tu nombre es Chloe?

—Eh… sí. —Sonrió.

—Es un hermoso nombre.

—Gracias.

Volviéndome a la mujer, le pregunte.

—Entonces… ¿eres su madrastra?

—Sí.

—Vaya. Yo solo asumí…

—¿Qué es mi hija? ¿Porque estamos juntas?

—Sí.

—Bueno, tienes razón. Es mi hija. No la considero menos que una hija de verdad solo porque no está relacionada por sangre conmigo.

—Soy afortunada de tener dos madres —dijo Chloe.

Asentí en silencio.

—Sí, lo eres.

—Bueno, tenemos que irnos. Chloe tiene práctica de ballet. —Me tendió la mano—. Soy Natasha, por cierto.

La tomé.

—Isabella.

—Fue maravilloso conocerte, Isabella. Espero disfrutes de tu estadía en Playa Hermosa.

—¡Tal vez te veremos en Nueva York el próximo año! —dijo Chloe, saltando arriba y abajo.

Sonreí.

—Tal vez. Gracias de nuevo por la clase de yoga.

Sola de nuevo en la arena, contemplé lo que significaba ese encuentro.
En los días previos a romper con Edward, había estado buscando señales para justificar que dejarlo era lo correcto. Sin embargo, no estaba buscando ninguna señal en absoluto hoy, además de una que me golpeó en el rostro como una tonelada de ladrillos.

Chloe.

Eso no era una coincidencia.

Nunca había considerado que un niño podría ver tener una madrastra como ganar un padre, en lugar de perder a una persona. Mis propias experiencias personales habían estado guiando mis decisiones. Sue ni siquiera intentó llegar a conocerme, y mucho menos actuó como una segunda madre. Nunca hizo un esfuerzo para incluirme en cualquier cosa que mi padre y sus hijas hicieran juntos. No hubiera sido así con Chloe y conmigo. ¿Por qué nunca lo había pensado de esta manera? El miedo, estrés y la culpa me habían cegado, y ahora veía las cosas desde una perspectiva totalmente diferente por primera vez… ahora que era demasiado tarde.

***
Unas horas después, Rosalie y yo nos relajábamos en el salón con aire acondicionado tras una tarde en la playa.

Había agarrado impulsivamente mi teléfono y abierto los mensajes de texto entre Edward y yo, mirando a través de todos los antiguos textos desde el principio de nuestra relación El último mensaje que me envió fue la mañana antes de atraparme con Marco. Simplemente decía: Te amo.

Rosalie no sabía qué había estado haciendo durante los últimos minutos.
Probablemente pensó que estaba navegando por internet. Cuando notó las lágrimas que comenzaban a caer de mis ojos, se acercó y me arrebató el teléfono de las manos repentinamente.

—¿Mirando los viejos mensajes de Edward? ¡Se acabó! Estoy requisándote esto y apagándolo. No te traje a California para esta mierda.

—¡No puedes quitarme el teléfono!

—Mírame —dijo, manteniendo presionado el botón de encendido—. Lo tendrás de vuelta en Nueva York.




3 comentarios:

cari dijo...

GRACIAS 😘❤

Anónimo dijo...

Por fin Bella se dio cuenta de su error, solo falta que Edward descubra la verdad

Laura Natalia dijo...

Q lastima q se dio cuenta d su error demasiado tarde.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina