Capitulo 30
Isabella
Un mal sueño me había
provocado despertar en sudor. Aunque no podía recordar claramente, implicaba a Edward
y a Tanya desnudos. Fue tan molesto que no pude volver a dormirme.
Los ocasionales
vehículos pasando proporcionaban pequeños vislumbres de luz mientras estaba
sentada en mi oscuro dormitorio con esa misma terrible sensación de duda que me
había mantenido despierta casi todas las noches desde el fiasco con Edward y
Marco.
¿Había hecho lo
correcto?
¿Qué si no terminaba
con Tanya?
¿Qué si todo fuera
para nada?
Esos tipos de
pensamientos pasaban por mi mente. También me preguntaba constantemente dónde
estaba y qué estaba haciendo, especialmente si se lo estaba haciendo a ella.
Se había alejado de mi tan herido que no me habría sorprendido ni un poco si Tanya
aprovechara la situación en cuanto se enterara.
Sus últimas palabras
siguieron atormentándome.
Mírame.
Mi pecho se sentía
oprimido. Era la mujer más desinteresada de la tierra o la más estúpida. A
pesar de todo, el dolor de perder a Edward simplemente no se estaba
desvaneciendo. Dudaba que alguna vez dejara de anhelarlo, pero ¿se podría poner
siquiera un poco más fácil? Hasta el momento, el paso del tiempo no había
ayudado.
Si él estaba ahogando
sus penas en otra persona o no, sabía que
Edward estaba en
algún lugar devastado. Realmente me había amado. De alguna manera, estaba
segura de que todavía lo hacía, aunque estuvo decepcionado. Un amor
construido para durar simplemente no se deshace tan rápido. Realmente sentí que
lo nuestro habría resistido la prueba del tiempo si yo no hubiera terminado las
cosas.
Cuando el primer rayo
de sol apareció en mi ventana, agarre mi teléfono. Rosalie siempre estaba
despierta hasta la madrugada.
Constantemente
necesitaba asegurarme de que había tomado la decisión correcta, la llamé en la
primera oportunidad que tuve.
Contestó.
—¿Otra vez sin
dormir?
—Lo sé. Algo tiene que
cambiar. Soy un desastre. Ni siquiera he tenido la energía para teñir mis
puntas rojas.
—Ahora, así es como sé
que estás en problemas.
—En serio, ¿verdad?
Todavía estoy usando el azul como si mi mundo entero no se hubiera dado la
vuelta.
—Escucha, Rainbow
Brite, anoche hablé con Emmet y está de acuerdo en que necesitamos escapar.
—¿Tú y Emmet? —Entré
en pánico—. ¡No puedes dejarme sola ahora!
—No… tú y yo. Como un
viaje de chicas. Necesitas salir de la ciudad.
Todo aquí es un
recordatorio de Edward.
—¿Dónde exactamente
iríamos?
—Bueno, viendo como
que ya no tienes un novio millonario, obviamente tenemos que pensar en los
costes, pero, de todos modos, creo que tengo la solución perfecta para eso.
—Está bien…
—¿Te dije que mi
hermano Jasper trabaja en animación japonesa? En realidad, está en Japón ahora.
Atontada caminando
hacia la cocina para hacer un poco de café, bostecé.
—¿Quieres ir a Japón?
—¡No! Jasper posee un
condominio cerca del océano en California. Playa Hermosa. En este momento está
vacío. Nos podría alojar allí gratis. Miré los billetes anoche y son
razonables, sobre trescientos dólares. ¿Qué dices?
Cualquier cosa sería
mejor que estar aquí en esta depresión. No podía recordar la última vez que
tuve cualquier tipo de vacaciones.
La decisión fue una
fácil.
—¿Sabes qué? Sí.
Vamos a hacerlo. Vamos a California.
***
Creciendo en
Brooklyn, siempre había soñado con ver California, un escenario glorificado en
muchos de los programas de televisión que había crecido viendo. A pesar de que
yo era probablemente el opuesto del estereotipo de una chica de California,
había anhelado ver el Océano Pacifico y la experiencia de la vida sin
preocupaciones que había asociado con la Costa Este. Siempre parecía el polo
opuesto de Brooklyn.
La casa del hermano de
Rosalie, Jasper, estaba justo al lado del agua.
Mientras me sentaba
en la arena, escuchando el sonido de las olas, los pensamientos en Edward nunca
quedaron atrás. Rosalie estaba en el condominio durmiendo, y yo estaba aprovechando
el tiempo sola para disfrutar de la tranquila playa antes de que se llenase de
gente.
Mi atención se
desplazó diagonalmente a través de la arena a las únicas otras personas en la
playa. Una mujer y una niña sentadas una al lado de la otra con las piernas
cruzadas en la postura del niño, una posición que reconocí de la clase de yoga
que una vez tomé.
Sus ojos estaban
cerrados mientras respiraban dentro y fuera, absorbiendo los sonidos del
océano. Desesperada por calmar mi mente, hice algo que normalmente nunca haría.
Al acercarme a ellas, les pregunte:
—¿Les importa si me
uno a ustedes?
—No, para nada —dijo
la mujer—. Casi hemos terminado con nuestra meditación de calentamiento, sin
embargo. Siéntate en la arena y haz lo que estamos haciendo.
Cerré los ojos, traté
de alejar los pensamientos ansiosos de Edward y Tanya y simplemente
concentrarme en mi respiración y los sonidos ami alrededor. Durante la
siguiente media hora, seguí adelante mientras esta madre e hija se movían con
una sincronizada precisión, enseñándome varias posiciones, como la del perro en
descenso. Trate de no pensar en el hecho de que me recordaban un poco a Tanya y
a Chloe. Esta chica era solo un poco mayor que la hija de Edward.
Definitivamente me
sentí más tranquila para el momento en que terminamos.
La mujer me entrego
un pote con agua de su bolso.
—¿Eres de por aquí?
—No, en realidad.
Estoy aquí por esta semana, visitando desde Nueva
York.
—¡Siempre he querido
ir a Nueva York! —dijo la niña, volviéndose hacia su madre.
—Tal vez tu padre y
yo podamos llevarte el próximo año.
La emoción lleno los
ojos de la niña.
—¿De verdad?
—¿Hacen muchos viajes
familiares? —pregunté.
—En su mayoría los
cortos de fin de semana, sí. Mi esposo y yo compartimos la custodia de Chloe
con su madre.
Casi me ahogo con mi
agua.
—¿Dijiste Chloe? —Me
volví hacia la niña—. ¿Tu nombre es Chloe?
—Eh… sí. —Sonrió.
—Es un hermoso
nombre.
—Gracias.
Volviéndome a la
mujer, le pregunte.
—Entonces… ¿eres su
madrastra?
—Sí.
—Vaya. Yo solo asumí…
—¿Qué es mi hija?
¿Porque estamos juntas?
—Sí.
—Bueno, tienes razón.
Es mi hija. No la considero menos que una hija de verdad solo porque no
está relacionada por sangre conmigo.
—Soy afortunada de
tener dos madres —dijo Chloe.
Asentí en silencio.
—Sí, lo eres.
—Bueno, tenemos que
irnos. Chloe tiene práctica de ballet. —Me tendió la mano—. Soy Natasha, por
cierto.
La tomé.
—Isabella.
—Fue maravilloso
conocerte, Isabella. Espero disfrutes de tu estadía en Playa Hermosa.
—¡Tal vez te veremos
en Nueva York el próximo año! —dijo Chloe, saltando arriba y abajo.
Sonreí.
—Tal vez. Gracias de
nuevo por la clase de yoga.
Sola de nuevo en la
arena, contemplé lo que significaba ese encuentro.
En los días previos a
romper con Edward, había estado buscando señales para justificar que dejarlo
era lo correcto. Sin embargo, no estaba buscando ninguna señal en absoluto hoy,
además de una que me golpeó en el rostro como una tonelada de ladrillos.
Chloe.
Eso no era una
coincidencia.
Nunca había
considerado que un niño podría ver tener una madrastra como ganar un padre, en
lugar de perder a una persona. Mis propias experiencias personales habían
estado guiando mis decisiones. Sue ni siquiera intentó llegar a conocerme, y
mucho menos actuó como una segunda madre. Nunca hizo un esfuerzo para incluirme
en cualquier cosa que mi padre y sus hijas hicieran juntos. No hubiera sido así
con Chloe y conmigo. ¿Por qué nunca lo había pensado de esta manera? El miedo,
estrés y la culpa me habían cegado, y ahora veía las cosas desde una
perspectiva totalmente diferente por primera vez… ahora que era demasiado tarde.
***
Unas horas después, Rosalie
y yo nos relajábamos en el salón con aire acondicionado tras una tarde en la
playa.
Había agarrado
impulsivamente mi teléfono y abierto los mensajes de texto entre Edward y yo,
mirando a través de todos los antiguos textos desde el principio de nuestra
relación El último mensaje que me envió fue la mañana antes de atraparme con
Marco. Simplemente decía: Te amo.
Rosalie no sabía qué
había estado haciendo durante los últimos minutos.
Probablemente pensó
que estaba navegando por internet. Cuando notó las lágrimas que comenzaban a
caer de mis ojos, se acercó y me arrebató el teléfono de las manos
repentinamente.
—¿Mirando los viejos
mensajes de Edward? ¡Se acabó! Estoy requisándote esto y apagándolo. No te
traje a California para esta mierda.
—¡No puedes quitarme
el teléfono!
—Mírame —dijo,
manteniendo presionado el botón de encendido—. Lo tendrás de vuelta en Nueva
York.
3 comentarios:
GRACIAS 😘❤
Por fin Bella se dio cuenta de su error, solo falta que Edward descubra la verdad
Q lastima q se dio cuenta d su error demasiado tarde.
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