jueves, 1 de febrero de 2018

Enredos de amor Capitulo 3

Capitulo 3
Ciencia vs. Arte
Isabella
Bang.

―¡Oh Dios!

Bang.

―¡Sí! Más fuerte.

Bang.

―¡Tan bueno!

Me senté en mi cama, mirando fijamente a la pared temblando con una mezcla de horror y asombro. Habían pasado cuatro días desde que me mudé, y había sido así cada maldita noche. Al principio, había pensado que él grababa porno.

―Edward… ¡Sí!


La mujer gritó en lo que podría suponer era completo éxtasis. Ella tenía vocabulario más amplio que la otra mujer que había traído antes; ella sólo seguía gritando: “Joder”.

¡Bang!

Salté una vez más, cuando mi pared se sacudió.

¡Esto es ridículo! ¡Son las dos de la mañana! Me giré, golpeando la pared con mi mano antes de saltar de mi cama y dirigirme a la puerta. Abriéndola de golpe, pisé fuerte hasta su puerta y levanté mi puño, lista para golpearla…

―¡Qué! ―gritó él, casi sacando la puerta de las bisagras. Se quedó allí en nada más que su pijama colgando de sus caderas, su desnudo pecho expuesto.

―Hola, ¿te importa follar a una hora más razonable? No puedo dormir escuchando tu audiencia gemir detrás de mí ―espeté.

―Soy doctor, esta es una hora razonable para mí ―replicó, tratando de cerrar la puerta.

Estiré mi mano para detenerlo.

―Quizá para ti, pero para la gente normal, no tanto

Se encogió de hombros.

―¿Y por qué debería importarme?

―Vaya, ¿de verdad eres tan idiota?

―Bebé, ¿todo está bien? ―Una mujer con el cabello rojo de la botella número nueve dio un paso adelante en lo que parecía ser solo su camisa. Ella envolvió su brazo alrededor de su pecho, mirándome airadamente.

―Al parecer, fuiste muy ruidosa. Mi vecina no puede dormir.

Su mirada me enfocó, y me miró de arriba abajo.

―Lo siento.

―¿Suficiente, artista estafadora?

No esperó por mi respuesta antes de cerrar la puerta en mi rostro. Una vez más, golpeé.

―¡Qué!

Miré de él hacia la mujer y sonreí.

―Él tiene clamidia.

―¿Qué?

Él me miró fijamente, asombrado con la boca abierta, pero la chica pareció no tener idea. Me reí a carcajadas cuando me dirigí de nuevo a mi apartamento. Sí, fue infantil, pero simplemente había algo en él que se metía bajo mi maldita piel. Quiero golpearlo en la cara. Al menos se han detenido, pensé, recostándome en mi cama. Estuve allí por solo un momento antes de escuchar alguien llamar.

Por favor, que no seas tú, recé, pero no salió bien. Abrí la puerta un poco y el idiota entró, ahora vestido en jeans y una camisa gris. Miró alrededor de mi apartamento, que estaba en su mayoría vacío ya que no tenía muebles.

―¡Disculpa! No recuerdo haberte invitado.

―¿Clamidia? ¿En serio? ¿Qué estás, en secundaria? ―habló finalmente, apoyándose en el mostrador de mi cocina.

―Viniste aquí por una dis…

―Sí, así es. Mi amiga me dejó, y yo debería demandarte por difamación.

―¿Difamación? ¿De verdad? Por favor, adelante. Siempre y cuando pueda dormir, no me importa.

―Pintas cuadros para ganarte la vida. Duerme en el día.

Quería golpearlo.

―Mira, lo que sea. Lo siento por lo que dije, fue grosero. Por favor, por el bien de mi salud, por favor… no lo sé… al menos no te apoyes contra la pared del dormitorio. Si eres civilizado, yo también, Edward. ―Le extendí mi mano.

―Bien, Isabella. ―Sacudió mi mano y frunció el ceño.

―Por favor no me llames así, sólo Bella…

Sonrió.

―Está bien, artista estafadora, seamos civilizados. ―Soltando mi mano, se fue.
Sentí el impulso de golpearlo. No había un hueso civilizado en su cuerpo.

Edward

Arreglando mi corbata y agarrando mi teléfono, traté de ignorar el dolor en mi cabeza. Tenía la peor resaca. No había planificado emborracharme tanto anoche, pero como no había estado de turno, me encontré yendo al bar cruzando la calle del hospital. Una vez allí, conocí una pelirroja llamada… Suzanna… Joanna… no podía recordar. Anna estaba allí en algún lugar. Estábamos bien hasta que aquella mujer vino martilleando mi puerta en medio de la noche.

―Buenos días ―dijo ella alegremente, saliendo de su apartamento al mismo tiempo que yo, vestida en una chaqueta blanca de gran tamaño con pintura salpicada, una apretada camisa, pantalón corto, y botas militares negras. Agarró las barras de su brillante bicicleta amarilla―. ¿Estás bien? No te ves muy bien…

―¿A qué viene este numerito? ―Caminé hacia el elevador.

―Ningún numerito ―dijo ella, cambiando su casco bajo su brazo―. Simplemente no voy a caer a tu nivel. De ahora en adelante, corresponderé tu grosería con amabilidad.

―Fuiste acosada en el instituto, ¿verdad? ―pregunté mientras las puertas del elevador se cerraban.

Abrió la boca para hablar, pero sólo masculló algo y metió un mechón de cabello detrás de su oreja.

―¿Qué fue eso?
Me enfrentó y negó, saliendo al vestíbulo.

―Nada. Que tengas un buen día, doctor Id… doctor Cullen.

Mi auto ya me esperaba.

Ella me hizo un gesto mientras se alejaba.

―¿Una amiga, señor? ―preguntó el chofer.

―Ni en lo más mínimo ―dije, entrando al auto.

―Qué extraño, juro haberla visto antes.

No dije nada, concentrándome en mis apuntes para el discurso de NYU. De todos los doctores del hospital que podrían haber elegido para dar el discurso a los estudiantes, ¿por qué demonios tuve que ser yo? No podría importarme menos lo que estos niños decidieron hacer con sus vidas.

―Mi hija me dice que este acontecimiento ha sido vendido durante semanas. Ella lo difunde en la radio del campus. ―Me miró por el retrovisor.

―No sé por qué. ―Me recosté en el asiento, viendo a la gente pasar. Odiaba el tráfico y de hecho nos movíamos a paso de caracol. En esta ciudad, cada uno tenía algún lugar a donde ir, y rápido.

―La graduación es en dos días. Creo que muchos esperan que el discurso les diga qué hacer con sus vidas. ―Se rió mientras empezábamos a movernos otra vez.

―¿No era ese el punto de la universidad? Tenían cuatro años para descubrirlo.

―Conoce a los niños, siempre dudando. Estoy seguro que tenía momentos donde dudó hacia dónde lo llevaría su carrera.

―Nunca. ―Negué―. Siempre supe lo que iba a hacer con mi vida. Esto nunca fue una pregunta de si, o cómo. Creo que cada uno sabe lo que quiere hacer, pero simplemente están demasiado asustados para hacerlo.

―Creo haberlo escuchado también ―dijo el chofer, dirigiéndose a la Universidad de Nueva York.

Vino hasta mi puerta mientras yo arreglaba mi chaqueta, asintiéndole antes de dar unos pasos. Él tenía razón; el lugar estaba repleto de veinteañeros esperanzados, todos alrededor del gran teatro.

―Doctor Cullen. ―La directora del evento, la profesora Mills, saludó mientras trató de acercarse a través de la multitud. Era una mujer baja y pálida, con grandes gafas que casi cubrían todo su rostro. En sus manos había toda clase de archivos, que cambió de lado para estrechar mi mano―. Bienvenido, disculpe el caos. Después que anunciamos a nuestro último invitado, conseguimos una  afluencia de estudiantes. ―Sonrió, mostrando su ortodoncia mientras más estudiantes nos pasaban.

―Estaba a punto de decirlo, no creo que tantos estudiantes se preocupen demasiado por la ciencia. ―Por qué no lo entendía―. ¿Quién es el siguiente invitado, un músico o algo?

―No… espere, ella estaba justo detrás de mí. ―Se volteó, levantándose en la punta de sus pies, tratando de mirar en la muchedumbre―. Oh, ahí está.

Seguí la línea de su mirada.

―Debe estar bromeando. ―Allí, tomándose una selfie con dos estudiantes, uno con rastas que casi tocaban el piso y el otro con una cresta fucsia, estaba la artista estafadora.

―¡Señorita Swan! ―la llamó la directora mientras la policía del campus ayudó a cada uno a entrar en orden por el pasillo.

Al fin sin distracciones, se dio cuenta de nosotros, sus negros ojos abriéndose en sorpresa cuando me vio.

―¿Qué estás haciendo aquí? ―preguntó cuando nos alcanzó.

¿Por qué, Dios? ¿Por qué?

―Debería preguntarte eso.

―¿Se conocen? ―La directora aplaudió con alegría―. Esto es genial. No puedo esperar a que el debate comience.

―¿Debate? ―dije al mismo tiempo que la artista estafadora.

―Pensaba que era preguntas y respuestas con los estudiantes ―declaré.

―Yo también ―dijo ella.

―¿De verdad? Les avisamos a sus agentes, doctor Cullen y señorita Swan. La razón es que la ciencia y el arte ahora han estado básicamente teniendo esta batalla durante días. Esperan que ambos den sus puntos de vistas. Ya que son amigos, estoy segura que será una sana discusión. Síganme ―proclamó la directora básicamente en un aliento.

Ningunos de nosotros entendió lo que ella quiso decir hasta que la seguimos por una puerta que conducía al escenario con tres sillas rojas esperándonos. La multitud que había estado afuera ahora estaba dividida entre los artistas y los profesionales. La diferencia era tan clara. Incluso la artista estafadora y yo. Estábamos sin comprenderlo, representando nuestros equipos por nuestros conjuntos. Estaba vestido en un traje, mientras ella había sido libre en su opción.
―Damas y caballeros. Es un gran honor presentar nuestro primer debate para el día ―dijo la directora Mills, ya sentándose en su silla en el escenario mientras esperábamos.

―Esta es una mala idea ―susurró detrás de mí.

―Nuestro primer invitado es actualmente el neurocirujano más joven en Nueva York del hospital Presbiteriano. Se graduó de nuestra propia universidad de Nueva York llegando a ser el primero de su clase en Yale Medical. Damas y caballeros, por favor reciban al doctor Cullen.

El lado izquierdo del lugar me aclamó, levantándose.

―Buena suerte ―le dije antes de caminar hacia el escenario. Saludando a la audiencia, estreché la mano de la directora Mills una vez más antes de tomar asiento.

―Nuestro segundo invitado es también graduado en la Universidad de Nueva York. Fue en nuestro evento de arte que debutó con su primer gran trabajo, Gritando en la Ciudad. Desde entonces, su arte y fotografía han agraciado cada esquina del mundo. Time Magazine la llamó Anselm Kiefer de esta generación. Damas y caballeros, por favor reciban a la señorita Isabella Swan.

Había pensado que los aplausos que me dieron eran impactantes, pero todos los estudiantes de arte fueron completamente salvajes. Levantados y aplaudiendo, aclamaron como si ella hubiera acabado con el hambre mundial o curado el cáncer.

Salió, con la sonrisa más grande en su rostro mientras saludó con ambas manos. Incluso hizo una reverencia.

Puse mis ojos en blanco.

―Buena suerte ―se burló cuando finalmente terminó de elogiarse, sentándose en su silla.

Quería borrar esa expresión de su rostro.

―Gracias por haber venido ―nos dijo la directora cuando nos daban los micrófonos.

―Sin problema ―contestó con regocijo.

―No diría “sin” problema. Yo podría salvar la vida de alguien ahora mismo, pero…

Un montón de “oh” y risa vinieron de mi sección.

Me fulminó con la mirada, asintiendo como si aceptara algo.

Que comience el juego.

Isabella
¿Así es como quiere jugar? Acabo de hacer un pacto en no permitirle arrastrarme a su nivel, y allí estaba yo con esta… esta cosa… otra vez. Había vivido en la ciudad por años, y Nueva York nunca se había sentido tan pequeño en las pasadas semanas. Simplemente no podía alejarme de él.

―¿Empezamos? ―nos preguntó la directora.

Ambos asentimos, volteándonos hacia los estudiantes.

―Ahora, por favor recuerden mantener todas las preguntas respetuosas. Hablaremos a fondo a partir de la pregunta, profesional.

Eso consiguió algunos abucheos de lo que supuse serían llamados los “creativos”.

Una estudiante, en una apretada cola de caballo, vestida en pantalón negro y blusa de botón, se levantó.

―Mi pregunta es para el doctor Cullen. ―Me miró fijamente―. ¿No cree que, debido a los medios de comunicación, sobre todo esta generación sea engañada por la vida del artista?

Hubo gruñidos y murmullos a su pregunta, pero todos aguardaron que él hablara. Lo vi relajarse en su silla con una pequeña sonrisa en sus labios.

―Por supuesto ―dijo él.

Estuve tentada a tapar mis oídos a la ronda de basura que probablemente diría después.

―Quiero decir, ¿es realmente posible para cada uno de ustedes ser el próximo Anselm Kiefer o Lady Gaga? No. La cosa acerca de cualquier tipo de arte es: no tienes el control. Sin importar qué, tu sustento depende en si eres o no, uno; notado, y dos: popular. Estoy seguro que hay muchos artistas tan buenos como la señora Swan, sino mejor, pero ninguno que fuera notado. A diferencia del mundo profesional, donde si eres el mejor en tu campo, conseguirás el reconocimiento que mereces.

Cómo esa estúpida respuesta consiguió aplausos me preocupó por el futuro de nuestro país.

―¿Se me permite responder esto? ―le pregunté a la directora en el micrófono.

―Por favor.

Suspiré, arremangando mis mangas.

―Me dije que trataría de contenerme porque a menudo cuando digo la verdad, la gente sufre. ―Sonreí a la risa llenando la habitación.

―En cualquier momento, señora Swan ―dijo a mi lado, tomando un sorbo de su agua.

―Bien, doctor Cullen, su declaración destaca la diferencia fundamental entre nosotros. Usted busca el reconocimiento en su trabajo. Y no me malinterprete, estoy segura que ama lo que hace, pero también estoy segura que no entra en el trabajo cada día esperando salvar tantas vidas como sea posible. Es acerca de hacer un nombre por ti mismo. Para la gente como yo, me importaría una mierda si alguien conoce mis logros. Mi arte no es para nadie sino para mí. Cuando pinto, o tomo una foto, estoy expresando los detalles más profundos de mí. Es toda la satisfacción que necesito. Puede parecer asustadizo para todo aquel que necesite un camino para andar, y los diez pasos para independizarse, pero para nosotros, los artistas, hacemos nuestro propio camino, y nos ponemos nuestros propios objetivos y límites. Vivimos una vida a color, mi amigo.

―¡Boom! ―gritó alguien desde mi lado del teatro, y guiñé en esa dirección.

―Próxima pregunta. ―La directora señaló a alguien del lado creativo.

Él se levantó.

―Mi pregunta es para la señora Swan ―dijo cuándo le dieron un micrófono.

Recordé tomarme una foto con él, su cresta rosa era difícil de olvidar. Asentí, sentándome.

―¿Cómo se siente con el sistema de educación enfocándose en la ciencia y cortando el presupuesto de arte una vez más?

―Me avergüenzo. Vivo en una cultura que me ha desilusionado al creer que las artes ya no son necesarias. Un artista diseño esa camisa de NYU que estás usando, y un artista pasó tiempo creando la disposición de este teatro. El arte está en todo, y sin comprender esto, el sistema educativo está desechando lo importante de esto.

―Estoy de acuerdo, hasta cierto punto. ―Edward miró al estudiante―. Sin embargo, un enfoque en las ciencias es de hecho más importante, no solo para nuestra economía, sino también para nuestro estado como una sociedad. América está clasificada en el treinta y uno en matemáticas y veintitrés en las ciencias. ¿Cómo no centrarse en esto? Si quieres ser un artista, bien, pero ¿por qué se traduce a no entender química? Muchos estudiantes se dan por vencidos y dice: “soy más artístico, no necesito aprender esto”.

―Dicho eso, ¿cuándo fue la última vez que pintó algo o fue creativo, doctor Cullen? ―lo interrumpí, forzándome a verlo―. Dice que los artistas deben tener  talento y estar preparados, y no lo contradigo, pero ¿qué tal los profesionales? ¿Cuántos estudiantes toman la clase de arte por una A fácil y ni siquiera aprenden a dibujar? ¿Cuándo fue la última vez que fue un artista, doctor Cullen?

Él asintió.

―Touché.

―Siguiente pregunta.

Otro chico se levantó, vestido en un traje con pajarita, y gafas.

―Mi pregunta es para el doctor Cullen. También quiero ser doctor, aunque no estoy seguro en qué especializarme. Sé que los próximos cuatro años de mi vida serán en la facultad de medicina, y después de eso, como interno y así sucesivamente. Entonces me preguntaba, ¿cómo encuentra el tiempo para tener citas? ¿O aún no es una posibilidad incluso después de graduarse?

Al momento en que preguntó, mi atención se disparó hacia Edward. Aunque él se riera junto a otros estudiantes, podía decir cuán incómodo estaba.

―Lo siento, pregunta tonta…

―No, está bien. Es sólo… ―Edward hizo una pausa, succionado en su propio mundo.

―Salir es posible ―dije por él, mirando a los estudiantes―. Después de todo, todavía me mantiene a su lado.

Los jadeos, silbido, y la risa que llenó la habitación fueron ensordecedores.

Los ojos de Edward me miraron detenidamente como si yo hubiera perdido mi mente.

―¿Están saliendo? ―La directora se inclinó hacia delante como si le fuera a decir un gran secreto. Miré airadamente a Edward, esperando que entendiera lo que trataba de decir con mi mirada.

―Sí, ni siquiera sé cómo pasó. Un momento éramos sólo vecinos, y al siguiente, estábamos en una relación. ―Él se rió, pero en el interior, podría decir que estaba gritando. El sarcasmo en su voz fue claro solo para mí.

―Ahí lo tienes, el cerebro izquierdo y derecho salen juntos ―declaró la directora Mills.

―¡Beso! ¡Beso! ―comenzaron a corear, para mi horror. El problema en que nos metimos se hacía más y más grande.

Cuando me volteé hacia Edward, él, en un suave movimiento, me besó delicadamente en los labios antes de apartarse y aceptando el aplauso.
¿Cómo demonios pasó esto?





Edward
―¿Qué diablos fue eso? ―le grité cuando terminamos, marchándonos de detrás de bastidores cuando los estudiantes lo despejaron.

―¡No lo sé! No respondías, y me sentí mal…

―¿Quién te pidió que te sintieras mal por mí? ¿Me veo lamentable para ti?

―¿Estás diciendo que salir conmigo es lamentable? ―le grité de vuelta.

―¡Sí! ¡Especialmente comparado con quien salía, en realidad! No solo era hermosa y con clase, sino que es extremadamente inteligente. ¿Cómo puedes compararte a eso? ―Las palabras salieron de mi boca antes de poder detenerme.
Apartó la mirada de mí, manteniendo su boca cerrada durante un momento antes de levantar su cabeza y mirarme.

―Lo entiendo. No significo nada, pero ¿qué hay de ti? Al parecer tampoco merecías su amor. Tuvo que haber sido esa gran inteligencia lo que hizo que se alejara tan rápido sin mirar hacia atrás una vez ―susurró, pasando por delante de mí hacia la salida.

Soy un idiota. Había dado un golpe bajo, y ella había contraatacado.


4 comentarios:

cari dijo...

Artista estafadora uno Edward doctor idiota cero, q hdp es Edward sacándola pero igual lo q BELLA le respondió es la verdad, fue muy inteligente y con clase su ex q x eso lo dejo sin mirar atrás bien Bella tu Edward muy mal 😠😖 Gracias 😘❤

saraipineda dijo...

Jajajajaajaj o XD mori estos se odian asta la punta del cabello jajajaj pero se amarán sin retorno jajajaja graciasssss princesa me facina la historia súper emocionada X leer el siguiente cap gracias gracias gracias gracias

saraipineda dijo...

La adoreeeeeee se odian asta por los pelos jajajaja se están enamorando y vasta bloque huesos y no se dan cuenta pero el encuentro con la mami de Edward marcará una diferencia jajajaj ansiosaaaaaaaa y emosionada X leer pronto un nuevo cap graciasssss gracias gracias gracias gracias gracias gracias gracias gracias

Laura Natalia dijo...

Justo cuando Edward no podia ser mas idiota llega con la idea d q estan juntos y criticando a Bella.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina