lunes, 5 de marzo de 2018

enredos de Amor Capitulo26


Capitulo 26

El héroe y la heroína
Isabella
Me sentía enferma. Con cada paso que daba a través del aeropuerto, me dolía el corazón, pero seguí caminando, arrastrando la maleta detrás de mí mientras me iba.

Esto era lo correcto.

Esto sería genial para mi carrera.

Es lo que siempre quise.

¿Por qué siento que estoy tratando de convencerme? ¡Es la verdad! Me encanta lo que hago y ahora tengo la oportunidad de tomar fotos en todo el mundo. Los lugares que siempre he soñado estaban a solo un trayecto en un avión y sin embargo yo quería…

―¿Bella?

Girándome, Peter sonrió, con un billete de avión en la mano, la chaqueta puesta casualmente sobre su brazo. No podía hacer esto.

―Peter…


―Lo sé. Ahora me odias, y deberías, pero nos enamoramos debido a tu arte una vez, y no voy a negar que espero que vuelva a suceder porque eres el…

―Peter. Te perdono. ―Sonreí, mirándolo―. Y no te odio. Odiarte me cansa. Pero necesitas entender que no siento lo mismo. No hay arte en el mundo que pueda cambiar eso. No voy a reconstruir lo nuestro, así que, por favor, déjame ir.

Antes que pudiera responder, sentí un escalofrío subir por la columna detrás de mí.

―Isabella.

No me volteé, agarrando con fuerza al asa de mi maleta.

―Isabella ―dijo de nuevo, su voz más cerca.

Miré a Peter, y la expresión de su rostro me hizo reír, pero por alguna estúpida razón, mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas.

―¿Cómo has llegado hasta aquí? ―preguntó Peter.

Edward simplemente lo ignoró.

―Isabella… voy a esperar ―dijo calmadamente.

Tomando una respiración profunda, me giré parcialmente hacia él. Se quedó allí con su uniforme azul, su cabello negro un desastre, sus ojos sólo en mí. Cuando lo enfrenté completamente, las comisuras de su boca se levantaron lentamente hasta que tenía una sonrisa completa en su rostro y su sonrisa me hizo sonreír, no pude evitarlo.

―No me mires así. ―Me hacía sentir mejor y me hería, todo al mismo tiempo.

―Lo siento, no puedo evitarlo ―respondió, dando un paso más cerca de mí―. Ayer me pediste que te amara lo suficiente como para dejarte ir, y lo hice, porque nunca quiero impedir que hagas lo que quieres. Pensé que podría soportarlo. En realidad, estoy un poco avergonzado porque te di ese estúpido discurso sobre ser feliz, pero soy mucho más egoísta de lo que pensaba. Cuando me desperté esta mañana me di cuenta que no quería que fueses feliz sin mí, porque no estoy feliz sin ti. Entiendo por qué tienes miedo, pero confía en el hecho de que te amo de maneras que ni siquiera puedo describir, aunque quisiera poder, porque entonces sabrías la razón por la que no puedo pensar bien cuando estamos en la misma habitación. No huyas de mí, Isabella. Ámame lo suficiente para quedarte.

No sólo me quitaba el aliento, él era el aire en mis pulmones y no tenía palabras, sólo lágrimas. Acunando mi cara, las apartó con una sonrisa. Cuanto más lo miraba, más lo amaba. Como una película, todo, todo el dolor por el que habíamos pasado sólo para llegar a este momento se reprodujo en mi mente, y me di cuenta que tal vez no había sólo el amor entre nosotros, sino el destino.

―De acuerdo ―finalmente logré decir, soltando mi maleta.

―Gracias ―susurró sobre mis labios, y supe en el momento en que sus labios estaban sobre los míos… que tenía que ser el destino.

Tenía que ser él.


Edward

Ninguno de nosotros había dicho una palabra desde que salió del aeropuerto, y no fue tan fácil como tomar su mano y huir. Tenía que recoger a Taigi y posponer,  no cancelar, su viaje. Prometió llamar a Peter por la mañana y, habría estado mintiendo si hubiera dicho que estaba bien. Parte de mí sentía que sólo estaba retrasando lo inevitable.

―Voy a buscar un poco de vino ―le dije cuando entramos en mi apartamento. Ella no respondió, sólo se sentó en el sofá mientras Taigi se hacía una bola a un lado. Inclinándose, lo acarició suavemente. Agarrando dos copas y dos botellas, volví a sentarme a su lado.

―¿Estás tratando de emborracharme? ―dijo suavemente, con la esquina de sus labios levantándose.

―Sí ―admití, y finalmente me miró. La mirada en sus ojos marrones era diferente de lo que había sido en el aeropuerto, demostrando que tal vez había dicho que sí porque estaba atrapada en el momento―. Tenemos nuestras mejores conversaciones cuando estamos en el proceso de emborracharnos.

Abriendo una de las botellas, llené su vaso y luego el mío antes de inclinarme hacia atrás de nuevo en el sofá.

Una vez más, el silencio.

Me estaba matando. No era del tipo silencioso; era habladora y me gustaba eso de ella, así que supuse que era cosa mía.

―¿De qué tienes miedo? ―pregunté mientras bebía.

―No puedes estar hablando en serio ―respondió, aún sin beber, sólo mirando el vaso.

―Pero lo digo en serio. Quiero escucharlo. Todo lo que está pasando por tu mente. Incluso las cosas que piensas que te juzgaré por pensar. Lo único que me encanta de nosotros, Isabella, es que hablamos, nos reímos, nos burlamos entre nosotros, nos reímos aún más y bebemos. Antes de ser mi novia, eras mi amiga; amo eso.

Ella bebió, no un poco, sino toda su maldita copa, el vino incluso deslizándose por la comisura de su boca. Cuando terminó, inhaló profundamente y se limpió la boca.

―Nos vamos a odiar ―confesó cuando volví a llenar su vaso―. No al principio. Intentaremos ser comprensivos, pero eventualmente, voy a estar celosa. Te voy a ver a ti y a tu hija, y me sentiré extraña. Lo cual es horrible, Edward. Es tu hija. Lo sabré, pero seguiré herida. Te sentirás culpable y luego molesto porque no voy a ser feliz o empezaré a evitarte debido a eso. Poco a poco nos desgastaremos hasta… hasta que peleemos todo el tiempo, luchando porque nos amamos y no queremos dejarlo ir, pero de manera realista, sabemos que deberíamos. Puedo verlo tan claramente, no te veo por trabajo y luego cuando puedo verte, tienes que estar con tu hija. Además, todavía tengo cosas que quiero hacer con mi carrera… Soy egoísta, Edward. No me gusta ser así, pero no quiero compartirte con Charlotte, ni con tu hija ni con nadie. Siento como si estuvieran entre nosotros, como si fuera esa cosa entre nosotros… Quiero pasar algún tiempo para conocerte y estar contigo. Esas son las cosas en las que estoy pensando.

Terminé mi primera copa y comencé a llenarla, mi mente corriendo hasta el punto que estaba empezando a tener dolor de cabeza.

―En tus libros, ¿cómo podría el héroe y la heroína resolver esto? ―pregunté.

Su humor se iluminó e incluso se rió.

―La heroína habría entrado en el avión y tendríamos que esperar el segundo libro para verlos luchar para arreglarlo todo más tarde.

Había echado de menos ese sonido alegre.

―¿Quién crees que me interpretaría si hubiese una versión cinematográfica de nuestro libro si hubiese uno?

―Tom Hiddleston ―dijo sin siquiera dudarlo.

―No tenemos nada parecido, Isabella.

―¡Lo sé! ―Sonrió, tomando la botella―. Pero es sexy y me encantaría interpretarme a mí misma, muchas gracias.

Puse los ojos en blanco.

―Sí, buena suerte con eso.

―Una chica puede soñar.

―Si vas a soñar con un hombre que te folla en la ducha y en la cama, en el sótano de tus padres, debo ser yo.

Su ceja se levantó y parecía lista para desafiarme.

―¿Y si no?

―En el momento en que te sientas caliente y húmeda a mi lado, te recordaré alegremente un empuje a la vez.

Sus ojos brillaron y tragó lentamente antes de apartar la mirada.

Sonriendo a mí mismo, pateé su pie sobre la mesa de café.

―No somos una película, ni una de tus románticas parejas de libros. Somos personas reales que tienen que lidiar con mierda real día tras día. El hecho que encuentres el amor de tu vida no significa que no aparezca otra cosa. Mi hija, Sophia, es importante para mí, y ni siquiera puedo explicarlo, pero estoy feliz que esté viva, no importa quién sea su madre. La amo… pero también te amo y no quiero elegir. Soy egoísta. Las quiero a las dos.

―Edward…

Moviéndome hacia ella, tomé su copa y la puse en la mesa de café junto a la mía. Abriendo mis brazos, me abrazó, enterrando su rostro en mi cuello.

―Más tarde deberías volver a reservar tu vuelo a India. No quiero retenerte tampoco. Pero cuando vayas, recuerda que tienes un novio esperando en casa. Nos enviaremos correos electrónicos; ¿quién sabe? Incluso podría tener tiempo suficiente para visitarte, cuando Charlotte esté con Sophia. Vamos a compartir la custodia, y Charlotte sabe el límite de nuestra relación. Vamos a trabajar, Isabella, y no nos vamos a odiar; nos vamos a echar de menos hasta el punto que nada más importa.

―Edward ―susurró, sentándose entre mis muslos, sus ojos buscando los míos mientras pasé un pulgar sobre sus labios.

―Le dije a tu padre que dentro de diez años estaría contigo. Lo dije en serio.

Cuando sus labios estaban en los míos, sentí que finalmente mi cuerpo se relajaba. No estábamos huyendo el uno del otro, sino hacia el otro. Sí, ha habido y habría golpes en el camino, sí, nos pelearíamos, y sí, estaba seguro que comenzar una relación a larga distancia no iba a ser tan romántico o satisfactorio como esperaba, pero era algo… algo que cerraba el espacio entre nosotros.

―Ahh… ―gimió en mi boca cuando una de mis manos ahuecó su pecho y su culo, agradecido que había estado usando falda ese día.

No terminábamos… acabábamos de empezar.





3 comentarios:

cari dijo...

Hablando y dejando ñas cosas muy claras, el mejor paso q dan la confianza y hablar d todo es lo mejor en una relación dejar todo claro lo q cada uno quiere y lo q no legista mis niños muy bien . 😘😉❤ gracias

Laura Natalia dijo...

Ahh q bueno q lucho por el amor d Bella y fue por ella al aeropuerto para tratar d arreglar las cosas.😀😊😙😘

Anónimo dijo...

Awww!!! Siii!!! Pff... aún que fue edward quien tuvo que dar el paso pero bueno el orden del factor no altera el producto
Y como ‘dulce arrogante’ bella creía que lo bueno sería alejarse de mi edward. Por cierto también AME ESA ADAPTACIÓN
GRACIAS ya quiero leer el epílogo *w*

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina