jueves, 21 de junio de 2018

Un Alma Compartida Capitulo 14

Isabella



A la mañana siguiente cuando Edward despertó, me encontré despertándome al mismo tiempo. Estaba harta de pasar mis días en la cama. Tenía que haber mejores cosas que hacer que dormir todo el día, de todo modos. Pero si lo había, todavía tenía que encontrar una actividad tan disfrutable que superara al sueño.


Con la puerta de la habitación abierta, asumí que Edward ya había salido del dormitorio. Bostecé, deslizándome fuera de la cama y caminando hacia el baño para lavar mi rostro y cepillar mis dientes. Justo mientras abría la puerta, la ducha estaba abierta y me puse rígida ante la vista de la espalda desnuda de Edward.

Su fuerte y musculosa espalda, y largas y gruesas piernas.

Oh, Jesús.

Mis pequeños pechos se apretaron y mi estómago se hundió con violencia. De repente, completamente despierta, me aferré a la manija de la puerta hasta que mis nudillos se pusieron blancos y parpadeé ante la visión celestial.

Debió haber sentido mis ojos en él, porque de espaldas a mí, giró la cabeza, atrapando mis ojos debajo de su cintura.

Mierda. Estaba atrapada, con los ojos tan abiertos como platos y la boca boquiabierta. Levanté mi rostro para mirar el suyo.

Me acordé de Jacob. Me recordé siendo íntima con Jacob. Podía describirte cada aspecto de su cuerpo con detalle. Pero la visión del cuerpo desnudo de Edward me tenía olvidando a cuál sea su nombre en un segundo plano.

Jacob era un chico.

Edward era todo un hombre.

Su amplia espalda su onduló, y quería frotar esos desnudos y voluminosos hombros. Quería pasar mis manos sobre todo él, tener el privilegio de tocar cualquier lugar que me dejaría.

El punto sensible entre mis piernas pulsó ligeramente.

Él me vio observándolo, y su ceja se elevó lentamente en pregunta.

Tragué saliva y mi lengua se sentía como si estuviera hecha de arena. Mi cuerpo estaba caliente por todas partes. Susurré:

—Sólo quería cepillarme los dientes.

Con sus ojos en mí, se quedó en silencio por un momento.

—Está bien. —Arrastró las palabras mientras se metía en la ducha, el vapor fluyendo alrededor de nosotros. El vidrio esmerilado rodeando la ducha no hizo nada para mantener mi imaginación controlada.

Edward era un borrón, pero en mi mente, podía ver cada borde fuerte y poderoso de su cuerpo como si el vidrio ni siquiera estuviera allí. Y qué visión era. Impresionante, fantasía como era.

Parte de mí quería abrir la puerta de la ducha y espiar dentro para mirar hasta saciarme.

Me pregunté qué reacción tendría Edward a eso. ¿Se ofendería o se sentiría halagado? ¿Su cuerpo respondería a las miradas descaradas de apreciación? 

Poniendo mi mano donde más lo necesitaba, apreté mis piernas juntas, desesperada por encontrar alivio de la pulsación sorda. Todo lo que realmente conseguí hacer fue endurecer mis pezones. Cerré los ojos, mordiéndome el interior del labio, saboreando la cálida corriente apoderándose de mi cuerpo. Tal vez me tiraría bajo el chorro, tomaría mi boca en un beso profundo y salvaje; y me tomaría contra la fría pared de la ducha.

Sí, claro.

Quité la mano de entre mis piernas, caminando hacia el espejo del baño. 

Rodando mis ojos ante el loco pensamiento, limpié el cristal opaco y miré fijamente mi reflejo sonrojado. Era obvio que nunca descubriría qué reacción habría tenido Edward. 

No era tan aventurera. Él probablemente me pediría que me marchara de esa manera cortés y aburrida que sólo Edward podía sacar, dejándome humillada.

Ya había tenido suficiente humillación para toda una vida. Este era mi momento de brillar, y si quería compañía masculina, tendría que buscarla en otra parte.

Mi corazón punzó dolorosamente. Se estaba volviendo cada vez más claro que sentía algo por Edward. Pasé los últimosdías tratando de negar ese hecho, pero ya no podía mentirme. ¿Por qué más los celos tendrían a mi vientre retorciéndose en nudos cuando Rosalie estaba alrededor, tocando a Edward y presionándose contra él?

Lo repasé en mi mente. Me dije que tal vez tenía un profundo respeto por Edward, porque él resultó ser la persona que me salvó. Tal vez si Emmett fuera la persona que me había ayudado, me sentiría de la misma manera hacia él como lo hago por Edward.

Mi nariz se frunció. Entendía que nuestras circunstancias estaban muy lejos de eso, pero de alguna manera, verdaderamente dudaba que alguna vez sintiera por Emmett lo mismo que sentía por Edward.

Era más que una alianza, no exactamente una amistad. Todavía no, de todos modos.

Después de hablar con Alice la semana anterior, rápidamente me di cuenta de que a menos que fuera yo quien hiciera el esfuerzo, Edward y yo permaneceríamos en esta relación casual. Y yo quería más que eso. Quería hablar con Edward sin sentirme como si estuviera molestando o entrometiéndome. Quería que Edward se sintiera cómodo conmigo. Quería una amistad.

Y más que nada, quería hacerlo sonreír. Actualmente, Vanessa era la única persona que podía forzar una respuesta feliz en él. Quería cambiar eso.

Maldita sea. Me estaba excediendo. Lo sabía. Pero ahora era mi misión. Daría cualquier cosa por escucharlo reír. Tenía la sensación de que sería revolucionario.

Con un suave suspiro, utilicé hilo dental, agarré mi cepillo de dientes, cepillé mis dientes, los enjuagué con enjuague bucal y después abandoné el baño para sentarme en la cama y esperar el regreso de Edward.

Tenía una propuesta para él.

Recostada en la cama, no tuve que esperar mucho tiempo para que la puerta se abriera y ver a Edward saliendo del baño, vestido con pantalones de chándal negros y una ajustada camiseta blanca. La condensación en su cuerpo hacía que la camiseta se pegara, y fácilmente podía distinguir sus planos y oscuros pezones a través de la fina tela.

—¿Ejercitándote? —casi jadeé mientras me movía para sentarme.

Él dejó escapar un gruñido afirmativo, sentándose en el borde del sofá para ponerse los calcetines y las zapatillas de deporte. Entonces levantó la mirada hacia mí, sus ojos color miel estrechándose en sospecha.

—Estás despierta temprano.

Mi labio se crispó.

—Lo dices como si tuviera un motivo. —Sonreí y pronuncié un divertido—: Está bien, bueno, algo así.

La declaración llamó su atención. Con sus codos sobre las rodillas, sus brazos colgando entre sus piernas abiertas, preguntó con cautela:

—¿Qué necesitas?

Necesitaba mucho más de lo que él tenía para ofrecer, preferiblemente esoslabios carnosos sobre los míos.

—Necesito —hice una pausa, perforando sus ojos con mi mirada—, tiempo para llegar a conocerte.

Confusión cruzó su rostro.

—No entiendo.

Eso, está llegando a entender, era una de sus frases favoritas. La otra es “ya veo”.

—He vivido aquí durante casi dos semanas. Hemos estado bajo las narices el uno del otro trabajando juntos, comiendo juntos, viviendo juntos, y aun así, no sé nada de ti, Edward. Y me gustaría hacerlo.

Sus cejas bajaron.

—Ya veo.

Y con eso, casi rompí en un ataque de risa. Pero en su lugar, extendí una sonrisa brillante.

—¿Almorzarás conmigo hoy? Vamos a hablar. Llegar a conocernos un poco mejor. Cavar más profundo.

Su rostro perdió toda expresión y, por alguna razón, la ansiedad irradió de él.

No pude soportarlo. Me dirigí hacia él, tomando su mano y sentándome a su lado. Hablé suavemente:

—¿Por qué te callas cuando te pregunto sobre ti mismo?

Su garganta trabajó, y su respuesta se quedará conmigo para siempre. Con su voz igualmente suave, murmuró:

—No sé cómo hablar con las personas, Isabell. —Apretó mi mano ligeramente—. Estoy preocupado por joderla, decepcionándote.

Mi respuesta fue tranquila pero feroz.

—Puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa. No creo que puedas decepcionarme, incluso si lo intentaras. Sólo quiero una conversación honesta.

Bajando la mirada hacia nuestras manos, pasó su pulgar sobre el mío, se enderezó y concedió:

—Está bien. Sí. —Hizo una pausa y luego añadió—: Me gustaría almorzar contigo, Isabella.

Mis hombros se encogieron un momento con mi nariz, levantando mis brazos en el aire, vitoreé:

—¡Yay!

Él me miró, y cuando me miró como si estuviera loca, incliné la cabeza hacia atrás y reí, simplemente feliz de estar compartiendo este momento con él. Me puse de pie, agarrando algo de ropa y caminando hacia el baño.

—¿A la una en punto?

Inclinó la cabeza.

—A la una en punto.

Sintiendo en partes iguales alivio y alegría, cerré la puerta detrás de mí y lavé mi larga noche.

***

La mañana se volvió eterna, principalmente porque Esme había llevado a Vanessa a un día de excursión y no conseguí ver al pequeño encanto antes de que saliéramos. Alice llegó alrededor de las once y, sin pronunciar una sola sílaba, se sentó en la mesa de la cocina de Edward, con sus monstruosas gafas cubriendo sus ojos, y lanzó una bolsa de papel sobre la mesa.

Resoplé una carcajada y le pregunté en un susurro:

—¿No dormiste bien?

Se quitó las gafas, haciendo una mueca cuando la luz tocó sus ojos rojos, pero sonrió astutamente:

—No dormí en absoluto.

Me tomó un segundo comprenderlo. Y cuando lo hice, me incliné sobre la mesa y la empujé.

—Pequeña sucia. ¿Era alguien que conozco?

Ella se encogió de hombros.

—Probablemente.

La miré fijamente.

—¿Y no vas a decírmelo? —Ella negó con la cabeza, una sonrisa de Mona Lisa apareciendo en sus labios—. Está bien —dije—. Por lo menos dime si él fue bueno.

—Mmmm —canturreó, cerrando los ojos lentamente—. Fue exactamente lo que necesitaba. Él fue increíble. Un dios.

Mis labios se fruncieron en un mohín.

—Quiero a alguien increíble. Quiero a un dios. —Parpadeé hacia ella—. ¿Qué está mal conmigo?

Alice se rió entre dientes.

—Por lo que parece, estás sedienta, muñeca.

—¿Eh?

—Necesitas un enorme vaso de agua.

Estaba empezando a tener un dolor de cabeza. Me froté las sienes.

—En inglés, Alice. Por favor.

Resopló un suspiro molesto y me lanzó la mirada de apestas.

—Estás cachonda.

—No, no lo estoy —objeté un poco demasiado rápido.

—Es totalmente natural querer la P, Isabella. Nada de qué avergonzarse. Ha pasado un largo tiempo. Acabas de recuperar tu vida —aseguró—. Tienes veinticuatro años. Está bien querer sexo.

Parpadeé hacia la mesa, pensando mucho.

—Sabes, probablemente tienes razón. Pero creo que eso no es lo que quiero en absoluto. Es sólo la idea de ello que es poderosamente atractiva. —Me reí—. Conociendo mi suerte, conectaría con el único chico que no sabe cómo tomar a una mujer. Entonces, por supuesto, fingiría para que él no se sintiera mal, y terminaría sintiéndome doblemente cachonda, yendo a casa y masturbándome. —Hice una mueca—. No es lo ideal.

Alice me miró boquiabierta, con los ojos entrecerrados y su labio curvado. 

Finalmente, teorizó:

—Estás malditamente loca.

—Lo sé. —Suspiré.

Abrí la bolsa sobre la mesa para encontrar que Carmen había hecho un lote de sus panquecitos de arándanos. A pesar de que quería conservarlos todos para mí misma, a regañadientes le ofrecí uno a Alice, quien se rió de mí obvia oferta forzada. Tomó uno de todos modos. Hablamos por más de una taza de café y me di cuenta de que el tiempo pasó volando hasta que la puerta trasera se abrió.

Tanto Alice como yo nos giramos para ver a Edward entrar. Él miró a su hermana y sus duros ojos se volvieron cálidos.

—Buenos días, Alice. ¿Te vas a unir a nosotros para el almuerzo?

—¿El almuerzo? —Se espabiló. Me di la vuelta y le fruncí el ceño. Sus cejas se levantaron en sorpresa—. Supongo que no.

—La próxima vez —murmuró él antes de volverse hacia mí—. Necesito una ducha. Nos iremos en diez minutos.

—Está bien —respiré, mirando directamente hacia su camiseta cubriendo su amplio pecho.


Cuando se marchó para subir las escaleras, Alice me pellizcó y susurró/siseó:

—¡Tienes una cosa por Edward!

—¡Ay, eso duele! —Aullé, frotando mi brazo—. Finalmente conseguí el coraje para pedirle que fuera a almorzar conmigo. Vamos a llegar a conocernos. —Juré—:No voy a dejar que él siga evitándome. Vamos a ser amigos.

Alice advirtió:

—Edward no hace amigos.

Miré hacia la puerta de la que salió. Declaré resueltamente:

—Bueno, pues voy a cambiar eso.

***

Alice se fue antes de que Edward terminara de ducharse, dándome un momento para aplicar un humectante con color, máscara de pestañas, y claro brillo labial. Cepillé mi cabello y lo dejé suelto. Ya no era recto, en su lugar caía por mi espalda en ondas sueltas.

Me puse el vestido veraniego color azul marino que había comprado dos días antes, después de hablar con Alice para que me llevara a otra tienda de segunda mano, poniéndome una chaqueta, estilo de los años ochenta encima y deslizándome en mis zapatos Mary Jane blancos y de tacón bajo. Alice actuó molesta porque la hice venir, pero se fue con un impresionante bolso Glomesh vintage de los años setenta.

Le sonreí. Ella escupió sensiblemente:

—Oye, ¡estos están nuevamente de moda!

Cuando nos íbamos, Esme se detuvo en el camino de la entrada. Bajó a Vanesa , y al momento en que ella vio a su papá, sus brazos se levantaron hacia él y empezó a balbucear:

—¡Otet! ¡Otet! ¡Otet!

Él me miró y luego la miró de nuevo a ella, y sabía que lo estaba perdiendo. No había competencia cuando se trataba de Vanessa. Entendía eso. Y para ser honesta, lo respetaba.

El lugar de perder mi cita para almorzar, coloqué mi mano en su brazo e insinué:

—Tal vez Esme podría tener una tarde libre. 

Ante su mirada confusa, sugerí:

—Vamos a llevar a Vanessa con nosotros. Llevaremos una manta de picnic, algunos de sus juguetes, conseguiremos algo para almorzar, y comeremos en el parque.

Él miró de mí hacia Vanessa y luego de nuevo a mí.

—¿Estás segura? Ella es demandante cuando se trata de mi atención.

No la culpaba. Él era bastante maravilloso. Sonriendo, le aseguré:

—Quiero que Vanessa venga. Me encanta.

—Está bien —dijo con un firme asentimiento. Y cuando se acercó a su hija, sonrió, tomando su regordete cuerpo en sus brazos, y supe que había hecho lo correcto.

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Hola a todas sólo por subi capítulo ya si ayer se me complicó  pero ya mañana viernes regresamos a la normalidad  así que muchas gracias gracias todas por sus comentarios.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Ojala Edward se pueda abrir con Bella, y ella esta totalmente loca por el jajaja!

Unknown dijo...

Aaaa!! Pff... yo ya hubiera ido por los huesitos de edward 7u7
xD pero espero que ya pronto pase algo!!! Aunq sea un besito!!!
Y haber qué tal les va con lo de ser “amigos” xD

carola dijo...

Dificilmente bella va q querer seguir siendo amiga de edward despues de haberlo visto desnudo en la ducha! Jajjaj. Que envidia!

saraipineda dijo...

OOOOOOOOO carambolas jodidos caracoles casi me da un ataque cuando invitó a Alice Jajajajajajajajajajaja lo bueno que Alice sabe cuando decir no jajajaja y ahora la hermosa vanessa se la un experiencia subreal que compartan ambos adire el cap nena Graciassssssssssss Graciassssssssssss

MELANY dijo...

Se animara Ed
Tal vez Vannesa ayude 😄

Unknown dijo...

Gracias por el capitulo hasta el viernes

TataXOXO dijo...

Ohhhh parece que por fin Bella vio lo que se estaba perdiendo, y quiere recuperar el tiempo perdido ;)
Es lindo ver que Vanessa es parte de esta pequeña cita!!! :D
Besos gigantes!!!!
XOXO

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina