miércoles, 1 de agosto de 2018

Un Alma compartida Capitulo 30

Isabella

El domingo de diversión había llegado al complejo de casas de los Cullen.

Esto significaba que no solo tenía la ocasión de usar mi nuevo traje de baño, sino que me daría la oportunidad de ver a Edward en uno.

Quiero decir, lo sé. ¿Cuál es el gran problema? Lo he visto desnudo. ¿Correcto?

¡Error!

Era horriblemente sexy ver a un hombre en ropa que le quedara perfecta, y con el cuerpo que Edward tenía, no estaba segura de como algo le podría quedar mal. Me estaba muriendo por verlo en traje de baño.

Cuando salí del baño después de vestirme con mi nuevo y súper sexy traje de baño de una pieza, mentalmente le agradecí a Tanya por su asistencia. Era hermoso, con pequeñas aberturas del material justo en los lugares correctos, a través de las costillas y en el centro de mis pechos. Era revelador sin parecer barato. Me encantaba.

Con la mano en el mango de la puerta, me detuve, parpadeando ante la vista del trasero desnudo de Edward mientras se subía su traje de baño. Ni siquiera podían llamarlo así.
Se giró y casi me trago la lengua.


Eran diferentes. No como simples pantaloncillos. No como los bóxers. Eran más apretados, como los calzoncillos.

Muy europeos.

Me gustaba.

Pero luego recordé que Rosalie estaría ahí.

—¿Vas a usar eso?

En algún punto a lo largo de esas líneas, me había convertido sin darme cuenta en un hombre alfa.

Edward frunció el ceño, mirando sus pantaloncillos cortos de color azul marino. Alzó su rostro, con las cejas levantadas.

—Yo… sí.

Crucé mis brazos sobre mi pecho, apretando mis labios.

—Son demasiado pequeños, Edward. Se puede ver todo.

Me incliné hacia su cintura y siseé susurrando:

—Y me refiero a todo.

—Son los únicos que tengo, Ratón. Tendrán que servir.

Mis labios hicieron un puchero cuando pestañeé hacia su impresionante polla. Murmuré:

—Oh, apuesto a que Rosalie amará eso.

Se puso de pie, con las piernas separadas, y sonrió maliciosamente.

—¿Es esto celos, mi Ratón?

—No —mentí rápidamente—. No lo son. —Fingí aburrimiento con un normal encogimiento de hombros—. Solo quería que supieras que todo el mundo va a ver a tu Frank y sus frijoles.

Luego pasó algo milagroso.

Lanzó su cabeza hacia atrás y rugió con risa. Y fue precioso.

Lo observé reír, y mi mente quedó frita por las ásperas cortezas de alegría provenientes de él. Sonaba liberador, y yo estaba abrumada. Estaba insegura de cómo reaccionar.

¿Era apropiado explotar en lágrimas de alegría cuando escuchabas a tu hombre llorar? Pensaba que no. Así que me quedé en silencio, mirándolo, perpetrando este momento al banco de mi memoria. Lo mantendría ahí para un día lluvioso, para cuando lo necesitara más.

—¿Frank y sus frijoles? —murmuró, muy divertido, limpiándose las lágrimas de felicidad. Luego se enderezó, extendiendo una de sus manos—. Isabella, ven aquí.

Hice pucheros todo el camino hacia él. Su mano envolvió las dos mías y se inclinó para mirar mi rostro mientras me sonreía suavemente.

—Estoy peligrosamente cerca de enamorarme de ti.

Echó la cabeza hacia un lado, pensando, antes de agregar:

—Si es que no lo estoy ya.

Oh, mi Dios.

¿Acaba de decir eso? ¿En serio acaba de decir eso?

Oh, Dios.

Levantó una mano y pasó su pulgar a través de mi mejilla.

—¿Crees que me importa lo que piense Rosalie? —Descansó sus manos sobre mis hombros y me atrajo hacia él, besando mis impactados labios con un muack—. Ella no eres tú. —Besó mis labios una vez más—. Ella nunca serás tú.

Mi corazón latía rápido y fuerte, golpeando en mi pecho.

Alcé mis brazos para pasarlos alrededor de su cuello. Sus brazos me envolvieron y se enderezó, levantándome del suelo. Me sostuvo como si no pesara nada.

—¿Quién duerme en mi cama por las noches, Ratón?

Enterré mi nariz en su cuello y balbuceé:

—Yo.

—Tú —confirmó—. ¿Y quién me hace reír?

Sonreí contra la barba de su garganta.

—Yo.

—Exactamente. —Volvió su rostro para besar mi mejilla—. Nadie más. Eres tú, Isabella. Siempre has sido tú —habló con suavidad—. Solo me hacía falta encontrarte. Y ahora que lo he hecho, no dejaré que te vayas. ¿Está bien?

—Está bien —susurré, sintiendo huir mis celos.

Me depositó en el suelo, se puso la bata, y se calzó las sandalias de cuero antes de deslizar sus gafas de sol sobre sus ojos. Rápidamente me coloqué un vestido blanco antes de calzarme unas sandalias baratas en color rosa pálido. Luego caminamos hacia la casa de Sasha.

Para el momento en que rodeamos la vivienda hacia la piscina cercada con vidrio, los otros ya estaban ahí en sus trajes de baño, hablando, comiendo, y bebiendo cockteles. Me detuve justo en la puerta, mis amplios ojos mirándolo todo, admirando la espectacularidad.

Esta casa de piscina era increíble.

Estaba construida alrededor de la gigantesca y circular piscina. Con pedruscos asentados alrededor del exterior de la piscina y plantas selváticas colocadas estratégicamente en el contorno del perímetro. Parecía como si estuviéramos al aire libre. Mi corazón casi explotó de emoción cuando vi el tobogán. Necesitabas subir un tramo de escaleras para llegar ahí, pero necesitaba subirme en esa cosa. Me sentí como una niña de cinco años en el parque acuático.

Una mirada a la izquierda me mostró un severo hombre vestido con una camisa negra, de pie detrás del bar, mezclando bebidas.

De acuerdo, tal vez no es un lugar ideal para una niña de cinco años, pero estaba igual de impresionada.

Esta casa de piscina era más bien una mansión de piscina, con sofás, una zona con una mesa elegante para comer, y la televisión más grande que he visto en mi vida ubicada en la pared, un baño completo y funcional, y una ducha al aire libre. Viviría felizmente en este lugar para siempre.

—Whoa —dije sin aliento.

Alice ya estaba dentro de la piscina, usando un bikini negro. Rosalie yacía reclinada en una silla larga vistiendo un bikini de estampado de leopardo con estilo de los 1950 con la parte inferior de talle alto, sus ojos cerrados, relajada. Emmett y Jasper estaban de pie cerca del bar, esperando a que el bartender terminara de mezclar sus bebidas. Ambos llevaban pantalones cortos negros que les llegaban por encima de las rodillas.

Apodaré a esta casa de piscina La Casa de los Sexy.

Alice nos vio primero, sonriendo.

—Perversa. Lo lograste. Pensé que nunca abandonarías tu cama.

Me ahogué diciendo:

—Buenísimo, Alice. Realmente buenísimo.

Fingió completa inocencia cuando escuché un ligero “Hola”, de Rosalie.

Me volví para sonreírle, pero perdí mi sonrisa falsa cuando sus ojos cayeron en Edward justo cuando él se quitaba su bata. Quise parecer discreta, así que antes de su gran revelación del Señor Frank y de los Frijoles Gemelos, me puse delante de él, obstaculizando su vista. Después subí mi cabeza y sonreí.

—Hola, Rosalie. ¿Cómo estás?

Observó a Edward de cerca mientras respondía:

—Estoy bien, gracias.

—Ven dentro —llamó Alice—. Te juro que el agua está exquisita. Como un baño caliente.

Quería guardar las partes más sensibles de mi hombre, pero no podía resistir el llamado de la piscina. Con una sonrisa, me quité el vestido por encima de mi cabeza, corrí lo más rápido que pude, y luego salté, cayendo en la cálida agua con un sonoro chapuzón. Una vez que resurgí, nadé ligeramente cerca de Alice.

—Oh, Dios, esto es maravilloso.

Edward tomó la silla larga próxima a Rosalie, se quitó las gafas de sol y se recostó. Ella lo miraba con un ojo agudo, inclinándose de medio lado para enfrentarlo. Sonrió y habló tranquilamente. Él no se volvió hacia ella cuando le respondía, colocando sus manos detrás de su cabeza y cerrando sus ojos. Ella habló un poco más, y no pude evitar percibir como se aguantaba. De medio lado como estaba, su seno estaba peligrosamente cerca a salirse de su bikini.

Estaba a punto de abrir mi boca, cuando escuché a Emmett decir:

—Rose. Tus tetas están a punto de saludarme.

Me giré para mirarlo. Con ojos feroces, le entregó un cocktel y dijo:

—¿Necesitas algo con lo que cubrirte?

Ella parpadeó, pareciendo confundida.

—No. Estoy bien. Gracias.

Tuve que volverme para sonreírle a Alice. Y ella me sonrió de regreso, poniendo los ojos en blanco. Parecía que yo no era la única captando el flirteo de Rosalie.

Hubiera odiado el hacer una escena hoy, pero lo haría totalmente si lo necesitaba. Ella tenía que estarse tranquila a mi alrededor. Puede que sea pequeña, pero podía volverme temeraria cuando me molestaban.

Jasper estaba sentado al borde de la piscina, entregándonos a Alice y a mí un cocktel de frutas a cada una. Sonreí en agradecimiento cuando levantó su cerveza hacia nosotras. Levantamos nuestras bebidas en salud y bebimos en el relajante lugar.

Estaba comenzando a pensar que era una gigante estúpida por no querer venir aquí hoy. Emmett incluso se comportó normal. Y yo estaba feliz de estar aquí.

Alice se volvió hacia mí.

—Así que —comenzó—, ¿hablaste con James?

Sonreí con alegría.

—Sí. Me envió mensajes ayer para que tuviese su número, y hemos estado escribiéndonos desde entonces. —Mi sonrisa se suavizó—. En realidad no es un mal hombre.

Emmett resopló mientras se deslizaba dentro de la piscina.

—Sí, claro, nunca lo has visto atacar tu garganta con una maldita navaja del tamaño de la polla de King Kong.

Me giré para fruncirle el ceño.

—Te follaste a su esposa.

Emmety bebió de su cerveza y se encogió de hombros.

—Debió mantenerla más cerca de sí.

Gruñí.

—Dios, eres un cerdo.

Sonrió en esa manera babosa que odiaba.

—Eso ya lo sabes, Isabella.

—Realmente siento lástima por la chica que termine contigo —murmuré mientras negaba con la cabeza en simpatía con la pobre chica desconocida que se casaría con Emmett.

Su rostro cayó, pero tanteó.

—Entonces, Caracortada Dywer es tu hermano. Está gritando esa mierda desde los tejados. —Me observó—. ¿Cómo conseguiste que te aceptara? Dijo que no quería a ninguna hermana, ahora sí. Tengo curiosidad. ¿Qué tuviste que hacer?

Él quería que cayera en su trampa. Quería una pelea.

No conseguiría una.

Bebí de mi cocktel y me encogí de hombros.

—Lamentó tratarme de la manera en que lo hizo. Se disculpó y yo lo superé. No voy a discutir asuntos privados contigo, Emmett. Todo lo que necesitas saber es que mi hermano y yo estamos trabajando en reparar nuestra relación.

Inclinó su cabeza ligeramente.

—¿Le dijiste alguna mierda sobre el club?

Mi rostro se sonrojó. Le he dicho algo, pero nada importante.

—No realmente. Me preguntó por qué estábamos cerrando. Le dije que se está preparando algo grande. —Sonreí—. Pude haberle dicho que esperasen a que su competencia volviera con un golpe.

Los ojos de Emmett me inspeccionaron.

—¿Ah, sí? ¿Qué dijo sobre eso?

Lo aplasté con una mirada.

—Nos deseó buena suerte. Y lo dijo en serio.

Alice intervino.

—Eso es algo agradable de su parte —dijo sinceramente—. Eso es genial, Isabella.

Sonreí. Mi hermano era, de hecho, un hombre decente. Hizo que mi corazón se calentara.

Jasper habló con un tono indiscutible.

—Sí, pero no es como si todavía no quisiera cortar a Emmett en pedacitos.

Estuve totalmente de acuerdo.

—No lo hemos hablado mucho, pero estoy segura que sí. —Miré a Emmett antes de alejar mi mirada, queriendo hacer mi punto en perfecta calma—. Lo que Emmett le hizo a su rostro lo cambió. Él es la coraza de la persona que solía ser. —Me encogí de hombros—. Realmente no lo culpo por querer venganza, si les soy honesta. —Un escalofrío me recorrió―. ¿Pueden imaginarse como debió sentirse? ¿Que tu esposa te sea infiel no solo con otro hombre, sino con un rival y luego tener que llevar esas cicatrices para siempre, recordándote diariamente algo que preferirías no recordar?

Silencio se deslizó a través del grupo.

—Él no puede olvidarlo, no importa cuánto lo intente —hablé tranquilamente—. Lo que Emmett le hizo no lo deja.

El silencio abarcó al grupo por un corto momento mientras bebíamos nuestras bebidas en quietud. Pero al cabo de un rato, Jasper nos tenía riendo acerca de algo estúpido, y cuando Edward se me unió en la piscina, llevándome sobre su espalda, recordé rápidamente que este inverosímil grupo de personas significaban algo para mí. Puede que no tenga una familia completa, pero era una Dywer de sangre y una Cullen de corazón.

Me sentí segura con el conocimiento de que tenía más familia ahora que con la que comencé.

Y Edward era mucho más que eso.

Él era mi hogar.

Emmett

Estaba de pie tras la barra con la cabeza hacia abajo, oculta a la vista. Su ondulado cabello castaño caía por su espalda en suaves ondas. Su alto cuerpo curvilíneo era una fantasía viva. Una que hacía que mi vida fuera un infierno.

Era hermosa. Exquisita. No como las otras chicas que había tenido en mi cama.

Rosalie Hale era elegante.

Rosalie Hale era impresionante.

Era exquisita.

Hice un trato con Jasper cuando éramos adolescentes... mi hermana por la suya. Él aún tenía que hacer su movimiento con Alice, pero yo estaba cansado de esperar a Rosalie.

Abriéndome paso hasta la barra, me acerqué a ella. Demasiado cerca. Su cuerpo desnudo, rozando mi parte delantera.

Y, sin embargo, me incliné más cerca, con ganas de sentir totalmente el calor de su espalda contra mi pecho.

Se dio la vuelta con los ojos muy abiertos, mirando hacia abajo a mi cuerpo.

—¿Qué estás haciendo, Emmett?

No pude evitarlo. Mis manos se acercaron y se posaron a ambos lados de su pequeña cintura.

—Puedo hacer que lo olvides —murmuré. Mi pulgar acarició la goma elástica de su bikini—. Puedo hacer que olvides que alguna vez existió, Rose.

Y lo decía en serio. Edward no la quería. Él tenía a Isabella. Su oportunidad para hacer un movimiento había pasado. Edward era ahora feliz. Ella perdió.

Me miró a través de sus pestañas. Con suave voz melódica, lanzó un pesaroso:

—Nunca fuiste competencia, Emmett. No a su lado.

Miró por encima de mi hombro, y por la forma en que sus ojos se suavizaron, jodidamente sabía que lo estaba mirando a él.

Los celos gritaron a través de mí. Odiaba que lo amara.

Miró de nuevo hacia mí, alzando la mano hasta apretar suavemente mi antebrazo mientras murmuró:

—Nunca estuviste siquiera cerca.

Cuando ella tomó su copa, volvió a la hamaca y se acostó en ella, miró discretamente a mi hermano.

Y allí estaba. La mujer que amaba tratando de cazar a mi hermano. Figúrate.

Pero no importaba. Usaría todas las armas en mi arsenal para tenerla. Rosalie sería mía.

Lo prometía, joder.

Isabella

Ir de compras con Zafrina a una tienda de disfraces había sido... bueno... interesante, por no decir menos. A mitad de nuestra expedición de compras, yo estaba con los ojos abiertos e impresionada de las cosas que uno podría encontrar si miraba lo suficiente.

¿Quién sabía que las pezoneras estaban disponibles en tiendas de lencería? ¿O que los diminutos trajes de marinero y medias de red eran tan fáciles de obtener?

Zafrina lo sabía.

Salimos del centro comercial con dos carritos de compra llenos de accesorios y Zafrina llamó a las chicas para que se reunieran con nosotras en el club después de que le pidiera a Emmett permiso para reunirnos allí. Edward estaba ocupado trabajando en los libros, pero me dijo que me encontraría allí más tarde.

Llegamos a Bleeding Hearts justo después de las 2 p.m. La mayoría de las bailarinas ya habían llegado, pero dos de ellas enviaron mensajes a través de las otras para decir que no podrían venir. Zafrina estaba algo enojada con eso. Me advirtió de que Jessica y Lauren eran un poco flojas. Advirtió a ambas chicas que si no podían realizar las nuevas rutinas, estarían probablemente despedidas. Las dos trataron la amenaza con una frialdad que me aturdió.

¿No se daban cuenta que estaban en riesgo de perder sus trabajos? Me chocó que no pareciera importarles. Emmett observaba desde una silla mientras abrimos la primera caja de accesorios. Salieron abanicos de plumas, abanicos de seda vintage, ligas, boas de plumas, sombreros de copa, máscaras de satén, una gran caja de pezoneras, guantes de satén, sombrillas retro de punto blanco, plumas de avestruz de todos los colores, látigos de cuero y bastones delgados. Las chicas se volvieron locas.

Una pequeña mujer llamada Angela se adelantó, tocando las plumas con una sonrisa en su rostro.

—Vaya. Son tan suaves.

Una chica de ojos verdes llamada Bree sonrió mientras tomaba una liga de encaje.

—Y tan femenino.

Una mujer alta afroamericana que conocía como Makenna envolvió una boa de plumas alrededor de su cuello.

—¿Has visto esto? Mmmm hmmm. Me están gustando.

El resto de las chicas vinieron para ver los artículos que habíamos sacado, y conté ocho mujeres. Suspiré mentalmente. Puede que fuera suficiente para la apertura, pero algunas de estas chicas trabajaban a tiempo parcial. Si Jessica y Lauren no se presentaban, íbamos a estar en problemas.
Zafrina llamó.

—Vengan por aquí, señoras. Tengo algunas cosas para ustedes que les va a encantar. Gracias por los mensajes de texto con sus medidas; ayudó mucho. —Abrió la segunda caja y corrí a ayudarla. Me sonrió y se volvió hacia las chicas—. ¿Quién quiere ver el genial vestuario que tenemos?

Una aclamación recorrió la sala y Angela chilló:

—¡Estoy tan emocionada!

Zafrina tomó cada traje de la caja uno por uno, entregándolos a las chicas correspondientes. Cada chica recibió un corsé de color diferente con cuerpo de una sola pieza con medias de red hasta el muslo, y un traje adicional. No eran todos iguales. Algunas chicas consiguieron un traje de marinero pequeñito, otras uno para ser conejitas y criadas francesas, mujeres policía, gatitas, e incluso una Caperucita Roja.

La manera en que las chicas charlaban animadamente, hizo que me mordiera el labio para aplastar mi sonrisa. Estaba feliz de que fueran felices.

Cuando Angela alzó una pezonera y preguntó:

—¿Cómo podemos ponernos estos?

Zafrina asistió, diciéndole a Angela que se quitara la camiseta y el sujetador. Angela sonrió mientras se desvestía, y las otras chicas observaban cuidadosamente mientras Zafrina les mostraba cómo aplicar las pezoneras utilizando el pegamento sobre los pechos desnudos de Angela.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo y sonreí a la pantalla.

—Oye, no he sabido nada de ti en unos días —contesté alegremente.

James sonaba un poco tímido.

—Sí, bueno, estoy tomando bastante de tu tiempo. No quiero fastidiarte.

Sonreí.

—¿A qué debo este placer?

Él hizo un ligero gruñido.

—No estoy seguro de si debería haber llamado o no, pero después de hablar con papá, él me dijo que debería hacerlo. —Estaba dudando.

Mi sonrisa desapareció.

—¿Qué es?

James suspiró.

—Es que tenía aquí a dos de tus chicas pidiendo trabajo.

Cerré los ojos.

—Déjame adivinar: Jessica y Lauren, ¿correcto?

—Sí —siguió—, les dijimos que no las necesitábamos.

Mi ceño se frunció.

—¿Por qué hiciste eso? Antes tenías personas por los alrededores del club para robarnos a nuestros trabajadores.

Él chasqueó la lengua con fastidio.

—Sí, bueno, la mierda ha cambiado. Ya no estamos haciéndolo —dijo él—. Dile a tus niñas que no son bienvenidas aquí, ¿de acuerdo?

Una pequeña sonrisa adornaba mi cara.

—¿Esta es su manera de decirme que no vas a joder mi trabajo?

Se quedó en silencio un momento antes de decir:

—Eso es exactamente lo que te estoy diciendo.

—Gracias, James —respondí en voz baja.

Su respuesta fue tan tranquila.

—De nada, Isabella.

De inmediato me dirigí a la barra y me acerqué a Emmett.

—Así que sólo tenía una llamada interesante de mi hermano.

Las cejas de Emmett subieron.

—¿Por qué coño me lo estás diciendo?

Fruncí mi nariz hacia él, y levantando mi mano, lo golpeé en el pecho.

—¿Sabes? podrías ser más amable conmigo. Tengo información importante que decirte.

Él suspiró.

—Lo que sea. Dispara.

—James me dijo que Jessica y Lauren estaban en El Beso de Afrodita justo ahora, solicitando trabajo.

La mandíbula de Emmett se marcó, pero como siempre, habló de manera uniforme.

—Perras de mierda. Están despedidas. Tan pronto como lleguen, diles que vengan a verme a mi oficina.

Asentí, perfectamente feliz con el despido de ambas chicas.

—Sabes que no podemos trabajar con tan sólo nueve chicas. Vamos a necesitar por lo menos tres más a tiempo completo.

Me fulminó con la mirada.

—¿Cómo diablos sabes eso?

Me mordí la lengua, pero realmente quería decirle que se comiera mil pollas.

—He hecho mi investigación. —Resoplé—. Escucha, probablemente no habría sido capaz de hacer nada de esto sin Zafrina. Creo que deberías ponerla a cargo de la contratación de las próximas chicas.

Por una vez, no estaba en desacuerdo, mirando hacia la mujer.

—Ella me sorprendió con toda esta mierda. No me di cuenta de que era material para la administración. Podría haberla usado hace unos meses. —Él asintió—. Voy a hablar con ella.

¡Gracias al Señor por las pequeñas victorias!

Mientras estaba en buena racha, decidí empujar mi suerte.

—No tendrías una cámara profesional por ahí, ¿verdad?

Su mirada monótona me dijo que no, que no la tenía. Sus cejas se fruncieron.

—¿Para qué necesitas una cámara?

—Siempre tuve una cosa por la fotografía y... —mi cara enrojeció—, y yo era buena en eso. Pensé que si tuvieras una cámara, podría tomar fotos de las chicas para los volantes. Tengo algo en mente, pero sólo necesito las herramientas para hacerlo. —Agité mis manos despidiendo la idea—. No importa. Lo haré sin ello.

Mientras me alejaba, me di la vuelta y empecé a caminar hacia atrás mientras le decía a Emmett genuinamente:

—Oye, gracias.

Él frunció el ceño.

—¿Por qué?

Me encogí de hombros.

—Por darle a mí idea una oportunidad. Significa mucho. Así que gracias.

Volví con las niñas y escuché mientras proyectan sus ideas para las rutinas de baile y actuaciones en solitario. Trabajamos para que cada acto sea de entre tres y cinco minutos cada una, con dos intervalos durante la noche. Me quedé impresionada con estas mujeres. Ellas se lo estaban tomando todo con calma y contribuyendo. Estaba muy orgullosa de ellas.

Una hora más tarde, llegó una entrega al club y era dirigida a mí. Firmé con la confusión escrita por toda mi cara. Cuando abrí el paquete, di un grito ahogado.

Dentro había una nueva cámara digital profesional Pentax. Mis labios comenzaron a temblar. Sabía quién había hecho esto.

Desde detrás de mí llegó un severo:

—Si lo rompes, lo pagas.

Puse con cuidado la caja en la barra antes de girarme y preguntarle:

—¿Por qué? ¿Por qué me has dado esto?

Emmett miró al suelo, claramente incómodo. Su respuesta fue cortante.

—No lo compré para ti. —Su voz se suavizó—. Lo hice por el club. Lo compré para el club.

Una pequeña sonrisa tiró de mis labios, y pronto estaba radiante.

—Voy a tomar las mejores fotos que hayas visto nunca.

Sus cejas se elevaron por la convicción en mi tono.

—¿Las mejores fotos que haya visto nunca?

Sonreí.

—Las mejores malditas fotos que hayas visto nunca.

Él sonrió entonces, pero fue un poco. Suspiró para sí mismo.

—Por tu bien, espero que tengas razón.

Emmett Cullen no sabía con quién estaba trabajando.

No sabía quién era Isabella Swan en realidad. Necesitaba que se lo mostrara, y tenía toda la intención de hacer precisamente eso.

Lo conquistaría.

Lo haría.

Edward llamó justo cinco minutos antes del cierre para decirme que no iba a venir al club como estaba previsto. Se quedó atrapado en esos números suyos y perdió totalmente la noción del tiempo. Por suerte para él, había tenido un buen día; de lo contrario, no lo habría aceptado simplemente.

Después de ver algunas de las fotos que intentaba poner en los volantes, Emmett estaba impresionado. No lo demostraba, pero sabía que lo estaba. ¿Por qué si no se iba a ofrecer a llevarme de vuelta a casa?

Emmett y yo éramos ahora como normales mejores amigos. Bueno, en realidad no. Pero él sucumbiría a mi encanto.

Eventualmente. Estaba segura de ello.

Emmett condujo hasta el camino de Edward el tiempo suficiente para murmurar:

—Joder.

Levanté la cabeza para ver lo que le había sacado una maldición y encontré el coche de mi hermano en el camino.

Y estaba sentado dentro.

—Gracias por el viaje. Nos vemos más tarde —murmuré distraídamente antes de salir, caminando hacia el coche de James y golpeando ligeramente la ventana.

Él estaba frunciendo el ceño hacia abajo a un pedazo de papel en su regazo, pero tan pronto como levantó la cabeza para mirarme, su rostro se suavizó. Abrí la puerta del pasajero y me senté adentro, sonriente, inclinándome sobre el asiento para darle un ligero abrazo.

—Oye. No te esperaba. ¿Qué estás haciendo aquí? Y, ¿qué haces fuera?

Su brazo llegó a mí alrededor para abrazarme de vuelta, y pronunció:

—Tengo que hablar contigo. A solas.

Mierda.

Me aparté.

—Eso suena serio.

Sacudió la cabeza.

—No lo sé. Puede que no sea nada, pero… —me pasó el trozo de papel—, toma, míralo por ti misma.

Mis dedos trabajaron rápidamente para desplegar el papel. Cuando leí lo que había en él, mi pecho se apretó.

—Los encontraste —susurré—. Encontraste a los Black. ¿Ya? —Sonreí y reí—. Trabajas rápido.

—Isabella, esta es la cosa —comenzó con cautela—. ¿Hace cuánto tiempo le pediste a Edward que los encontrara?

¿Cuánto tiempo? Recordé.

—Hace unas seis semanas. ¿Por qué?

Maldijo, pasándose una mano por la cara.

—No quiero causar ningún problema, pero creo que necesitas saber que alguien contactó a los Black hace unas semanas, haciendo todo tipo de preguntas sobre ti.

Fruncí el ceño. Eso no podría ser cierto. Añadió en voz baja:

—Y creo que fue Edward.

—¿Qué? —Me reí sin humor—. No, eso no puede ser cierto.

James levantó las manos en un gesto de impotencia.

—No lo sé a ciencia cierta. No lo sé. Tal vez deberías hablar con él sobre ello. Si no fue él, no sé quién podría haber estado preguntando por ti. Es una coincidencia espeluznante. —Continuó—: Y no creo en las coincidencias.

Mi corazón se retorció.

Edward no me haría eso.

Él no lo haría.

Aparté mis pensamientos y seguí adelante.

—¿Hablaste con ellos entonces? ¿Con los Black? —Él asintió. De repente me sentí nerviosa—. ¿Qué dijeron?

James habló con calma.

—Hablé con Sue. Le dije que era tu hermano. Que no sabíamos el uno del otro hasta hace poco y que estabas buscándolos.

Mi garganta se apretó. Le pregunté un quedo:

—¿Qué te dijo?

Sus ojos se abrieron cómicamente.

—Bueno, primero jodidamente lloró como un bebé.

Mi mano se acercó para cubrir mi boca mientras mi rostro se arrugaba. James puso una mano en mi rodilla, acariciando, y continuó:

—Entonces quería saber cómo estabas y dónde te estabas quedando. Me preguntó si podía verte. No le dije donde estaba quedándote, pero le dije que te lo diría y que si querías reunirte con ella, me llamarías.

Mi voz tembló.

—¿Cómo están? ¿Cómo está Jacob?

James sonrió.

—Ellos están bien. Viven muy cerca de donde solían vivir. No sé sobre Jacob. Ella no lo menciono.

—Vaya —murmuré, mirando hacia abajo al papel en mi regazo. Tragué saliva y luego dejé escapar un largo suspiro—. Gracias. —Me volví hacia él—. Muchas gracias.

Luego dijo algo maravilloso.

Se encogió de hombros.

—Eres mi hermana. Te ayudaré en lo que pueda.

Antes de que estallara en lágrimas, me arrojé sobre el asiento, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y tirando de él más cerca.

—Lo mismo va para ti... hermano —le solté, sonriendo—. Mejor me voy.

Miró su reloj y asintió.

—Sí yo también. Tengo que estar listo para el trabajo —Su rostro cambió entonces y chasqueó sus dedos—. Espera, antes de que me olvide. —Metió la mano en su bolsillo y sacó una fotografía antigua y luego me la pasó—. Conoce a Phil Dywer.

El rostro que me miraba era guapo. Muy atractivo. Con altos pómulos, nariz afilada y cejas bajas, parecía peligroso. Él no sonreía en la foto, mientras sus ojos casi negros me miraban. Un escalofrío me recorrió.

—Era muy guapo.

James se burló.

—Era un cruel bastardo.

Si las cosas que James había mencionado eran ciertas, estaba de acuerdo de todo corazón.

Así que tomé la fotografía, la agarré con fuerza entre mis dedos, la rasgué por la mitad y murmuré:

—Ya lo he visto. Mi curiosidad está saciada. Y espero que él esté ardiendo en el infierno por lo que te hizo. —Rompí la foto en trozos, sosteniéndolos apretados en mi mano para poder tirarlos todo a la basura.

Inclinándome para besar la mejilla de mi hermano, me despedí.

—Ven esta semana. Almorzaremos.

No dudó en responder rápidamente.

—Sí, está bien. Llamaré.

—Gracias de nuevo. —Sonreí.

Guiñó un ojo.

—En cualquier momento.

El momento en que caminé dentro de la casa, supe que algo andaba mal. Encontré a Edward sentado en la parte baja de las escaleras, con la cabeza entre sus manos.

Dejé todo y corrí hacia él, envolviéndolo en mis brazos.

—¿Edward? ¿Cariño, qué pasó? —pregunté en pánico.

Levantó su cabeza para mirarme a los ojos.

—Irina está muerta.

De todas las cosas que esperaba oír, esta no era una de ellas.

Mi corazón latía con fuerza.

—Oh Dios mío.

Se pasó una mano por su cara y habló en aflicción.

—¿Por qué no podía simplemente rendirse? ¿Por qué tenía que jodidamente presionar de la forma en que lo hizo? —Me miró con angustia—. Yo sólo quería a mi hija.

La confusión me superaba.

—¿De qué estás hablando, Edward?

—Es mi culpa que esté muerta —hablaba entrecortadamente.

Suspiré. Por supuesto que él sentiría que era culpa suya. Quería a su hija tanto que probablemente pensaba que era su culpa.

—No, cariño. —Sostuve sus manos y hablé en voz baja—. Esto no es tu culpa.

Él asintió con firmeza.

—Sí, lo fue.

Hablé con severidad:

—No, no lo fue.

—Lo fue. —Su rostro se volvió doloroso—. Hice que Esme metiera cocaína en su casa. —Cerró sus ojos, angustiado—. Murió de una sobredosis.

Oh, mierda.

Estábamos en un gran problema.

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Hola a todos por aquí que les pareció ya les debía un capitulo largo perdón por no estar actualizando los días correspondientes pero como les había comentado estoy en cursos y pues las actividades me llevan mucho y como tengo fecha limite para entregar ando apurada pero muchas gracias a ustedes por estar pendiente terminare las adaptación y seguiré subiendo mas bueno nos vemos el viernes.

12 comentarios:

Unknown dijo...

Dios mío!!! Sabía que Edward iba a tomar el toro por las astas pero no pensé que iba a llegar a esto.
Me gusta que Emmeett este detrás de Rose, así se olvida de Ed.

Kar dijo...

Hola hola Annel interesante capítulo me encanta la nevera en que Bella se esfuerza para renovar el negocio y Emmet en cierto modo está confiando en ella para este proyecto, no se que pensar de la relación con su hermano ahora que salió con que alguien ya había preguntado por ella espero que no pretenda meterle el pie con Edward, ahora esto de Irina se le fue de las manos y me preocupa que su culpa afecte sus relación
Gracias por el capítulo nena y espero el siguiente
Saludos y besos 😘😘😘

MELANY dijo...

Ya decía yo k em no era tan malote solo le falta amor 😄😄
K pasará ahora con Vannesa y Esme 😲

saraipineda dijo...

O joderrrrr primero Emmet es un cabrón jajajajaj los celos de Isabella a Edward son los mismos o mas fuertes que los de Edward Jajajajajajajajajajaja James asta el momento es un buen hermano y ahora estoooooo quien pregunta x Isabella y ahora lo de orina joder que lioooooossss jajajajaj Graciassssssssssss Graciassssssssssss

cari dijo...

GRACIAS 😘💕❤

Karina dijo...

Ooooo a todo está oooooo

vani dijo...

Hola realmente espero q sea otra persona y no Edward la q estuvo averiguando de Bella sino se va a armar una.
En cuanto a lo de Irina, el seguro quería hacer q pierda la custodia, no q se droguerías hasta morir.
Saludos.
Suerte

Anónimo dijo...

demoniooooooooooooos
pasaron tantas cosas
emmett siendo un idiota no hay novedad en eso
emmett confiando un poco en bella gran novedad
asi que el osito si que amaba a rose
y entonces por que el odio hacia bella
al contrario deberia estar feliz de que llego una distraccion para ed
asi el tenia el camino libre
asi que dos traidoras iban a irse del club
que bueno que james se esta comportando como un buen hermano
por que ed supo de los black y no le dijo nada a bella???
o habra sido otra persona mmmmmm
y lo de irina bueno sabia que esme haria algo contra ella
pero no pense que seeria con droga si no mas bien un raro accidente
o sea la pequeña princesita volvera a casa <3
me encantaaaa
gracias por el cap <3

Unknown dijo...

Ohhh mi dios emmet ya va entendiendo
Hahahahahahahahaha me alegro
Y q mal lo.de Irina pero en fin

Adriu dijo...

Oh oh
Y ahora qye pasará con la familia de Irina...saben ue Edward tuvo algo que ver?? Y pues las decisiones de Irina ka mataron. Eso es todo
Y si fue Edward el que ta encontró a los Black pero no quería perder a Isabela
Y quien diría que James esté siendo amable...mmmm no confío totalmente
Gracias por el capítulo
Y la historia
Saludos
Adriu

TataXOXO dijo...

Ohh si.... parece que Edward de verdad ama a Bella... Y Emmett parece estar queriendo un poquito a Bella también....
Es lindo ver que James también se preocupa por ella. Parece también que las cosas no son tan buenas, porque ahora Irina está muerta...
Besos gigantes!!!
XOXO

Unknown dijo...

OMG!!! No puedo creer que Emmet esté enamorado de Rosalie!!! /0\
En vdd espero que Rosalie le haga caso y que Emmet le pida ayuda a bella para conquistarla xD
Y muy bien lo que hizo James, tsk... como puedes ir a pedir trabajo a la competencia y más cuando ya se está apostando por algo nuevo
Pero edward todavía tiene que explicarle a bella como es que no le dijo nada de su familia
Será que ya sabe lo qué pasó con Jacob y por eso teme que lo vuelva a ver, o qué una vez que sepa donde esté su familia lo deje???
Algo bueno de la muerte de Irina espero que ya le regresen a la baby sin embargo si se enteran que él sembró la droga :/
Otro problema muy grande!!!
Aaaa!!!! Ya quiero más capítulos!!!
Aún que se entiende que estés muy ocupada, tú ntp éxito en tus pendiente que yo seguiré la historia hasta el final!!! :D

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina