Capitulo 4
una
semana más tarde, y Edward se convirtió prácticamente en una estrella local en
Newport durante la noche. La multitud en Sandy‟s era casi el doble de lo que
había sido antes de que él se volviera en el entretenimiento nocturno. Por
supuesto, los clientes más nuevos eran principalmente mujeres jóvenes que
escucharon sobre el nuevo y caliente guitarrista principal.
Una
tarde, Tanya y yo estábamos dirigiéndonos a la puerta para trabajar cuando sonó
su teléfono celular. —Mierda. Espera. Es mi agente —dijo.
Esperé
en la puerta a que ella tomara la llamada.
Después
de unos segundos, sus manos empezaron a temblar. —Estás de broma. ¡Estás
bromeando! —Saltando arriba y abajo, se tapó la boca—. Oh Dios mío. ¡Oh Dios
mío! Sí, por supuesto, puedo. —Finalmente, solo dejó escapar un grito de
emoción—. Gracias, Andy. ¡Gracias por hacérmelo saber! Oh Dios mío. ¿Qué es lo
siguiente? Bueno. Bueno. Te llamaré esta noche —dijo antes de colgar.
—¿Que
está pasando?
Tanya
dejó escapar un grito de alegría y me dio un abrazo, su cuerpo huesudo presionando
contra mi pecho amplio.
—¡Conseguí
ser el reemplazo de un papel muy grande en The Phenomenals… en Broadway! Fue
una de las dos audiciones que tenía la semana pasada. Había pensado que era una
apuesta arriesgada. ¡Mi agente ni siquiera me iba a enviarme en un principio!
—Cuando soltó otro grito fuerte, Edward bajó las escaleras.
—¿Qué
demonios está pasando allí?
Ella
corrió hacia él y se lanzó a sus brazos. —¡Bebé! Tengo el papel suplente de
Veronica en The Phenomenals!
—¿Estás
bromeando? Mierda. ¡Eso es jodidamente increíble! —La levantó en el aire y le
dio la vuelta.
Sintiéndome
incómoda y como una tercera rueda, aclaré la garganta y dije—: Felicidades, Tanya.
¡Estoy tan feliz por ti!
Edward finalmente la dejó en
el suelo. —¿Cuándo hacen todo esto?
—Me
quieren en Nueva York en un par de días.
Parecía
hecho polvo. —Oh, mierda. Muy bien… um… desearía no haberme comprometido a esa
presentación en Sandy‟s. Me gustaría haber ido de vuelta contigo.
—Está
bien. Es sólo un par de semanas más que le prometiste, ¿verdad? Irá rápido.
—Sí.
Tanya
sonrió. —Se agradable con Isabella.
***
Desde
el momento en Tanya se fue, Edward hizo aún más de un esfuerzo permanecer en su
habitación durante el día y también me ignoró en el restaurante. Nunca tocó A
ella le gusta observar de nuevo.
Aparte
de mí uniéndome a él intencionalmente en la cocina cuando sabía que estaba
tomando su café, no había ninguna otra interacción. Parecía que la salida de Tanya
estaba causando aún más distancia entre nosotros. Continuó así durante unos
días hasta una tarde todo cambió.
Acababa
de llegar a casa después de un turno de tarde en Sandy‟s, cuando lo que parecía
un horrible sonido me llamó la atención. Sin pensarlo bien, corrí por las
escaleras para encontrar a Edward desplomado con la cara en el interior de la
taza del baño.
—Oh,
Dios mío, ¿estás vomitando?
—Nah.
Estoy dándole sexo oral al baño. ¿Qué coño te parece?
—¿Comiste
algo malo?
Él
negó con la cabeza antes de que otra erupción de vomito dentro de él. Mirando a
otro lado, cerré los ojos hasta que terminó.
—¿Puedo
conseguirte al…?
—Sólo
vete, Isabella. —Tiró de la cadena.
Había
algo acerca de una persona estando enferma e indefensa que te hacía ver al niño
en ellos. A pesar de Edward tratando de hacerse el duro, parecía prácticamente
indefenso en ese momento.
—¿Estás
seguro de que no puedo conseguirte…?
—¡Vete!
—Mi cuerpo se sacudió cuando gritó.
Como
otra ronda de vómitos comenzaba, de mala gana bajé las escaleras.
Después
de varios minutos, pude oírlo regresar a su dormitorio. Me quedé abajo durante
una hora aproximadamente. Las cosas eran inusualmente tranquilas. En un día
normal, estaría moviéndose alrededor en su habitación, así que sabía que no
estaba dormido o acostado. Siendo la persona paranoica de que yo era, empecé a
imaginar que tal vez se había desmayado por deshidratación. Él no había bajado
a tomar agua. Teniendo en cuenta todo lo que había vomitado, era peligroso.
Lo
afronté y marché por las escaleras. Ligeramente llamando a su puerta, no me
molesté en esperar a que respondiera antes de entrar. —¿Edward?
Estaba
tumbado sobre su costado, con la cabeza sobre la almohada, y sus ojos estaban
abiertos. Se me quedó mirando con la mirada vacía, pero sus ojos parecían
vidriosos.
—¿Estás
bien?
—No.
Sin
pedir permiso, me acerqué y puse mi mano en su frente. Se sentía caliente al
tacto. —Estás ardiendo. Tenemos que tomar tu temperatura.
Corrí
al baño y busqué en el botiquín por un termómetro antes de regresar a Edward.
—Pon
esto en tu boca
Él
se rió entre dientes. —Esa es normalmente mi línea.
Rodando
los ojos, exigí—: Solo hazlo. —Estaba un poco aliviada de que en realidad
bromeaba conmigo.
Sorprendentemente,
no luchó conmigo en lo de tomar su temperatura. El termómetro sonó, y se notaba
que tenía una fiebre elevada.
—Tienes
39°C. ¿Se suponía que debías tocar esta noche?
—Mmm
hmm —gimió.
—Voy
a llamar a Aro, diciéndole que no puedes hacerlo.
—No
lo hagas. Veré cómo me siento en una hora.
—No
hay manera de que vas a ser capaz de presentarte de esta manera.
—Lo
voy a llamar en una hora —insistió.
El
teléfono de Edward sonó, y él se inclinó para comprobarlo antes de colocarlo de
nuevo en la mesa de noche.
—¿Era
Tanya?
—Sí.
—¿Sabe
que estás enfermo?
—Sí.
—¿Tiene
ensayos esta noche?
—No.
—¿Viene
en camino?
—No.
¿Por qué vendría hasta aquí porque tengo fiebre?
No
tenía una respuesta. Sólo sabía que si mi novio estuviera así de enfermo,
estaría con él.
Tal vez él le restó importancia.
—¿Qué
puedo conseguirte?
—Nada.
Privacidad. Eso es lo que me puedes conseguir.
—Te estoy consiguiendo algo
de beber. No me importa lo que digas. Te deshidratarás.
—Que
sea un buen trago si vas a seguir jugando a la enfermera —gritó detrás de mí.
Fui
abajo y volví con una botella de agua y una toalla pequeña.
Entregándole
la botella y dos Tylenol, dije—: Aquí. Toma esto. —Edward se tragó las píldoras
y tomó un sorbo antes mirar el paño.
—¿Qué
demonios vas a hacer con eso?
—Es
un paño húmedo. —Lo coloqué en su frente—. Va a bajar la fiebre.
Quitó
mi mano de encima. —Puedo cuidar de mí mismo, Isabella.
Ignorando
su comentario, simplemente dije—: Voy a llamar a Aro. Duerme un poco.
Después
de otro ataque de vómitos, Edward volvió a pasar la noche. A pesar de que había
dejado algunas botellas de agua adicionales con él, me preocupaba que tal vez
no estaba bebiendo nada. Por lo tanto, decidí revisarlo una vez más antes de ir
a dormir.
Estaba
despierto y sentado en la cama y se veía muy pálido.
—¿Cómo
te sientes?
—Como
mierda.
—Deberíamos
tomarte la temperatura de nuevo.
Esta
vez cuando saqué el termómetro de su boca, mi corazón casi se detuvo. —Oh Dios
mío. Dice 40°C. Edward, eso es peligroso. Tenemos que llevarte a la sala de
emergencias.
—No
voy a ir al hospital.
—Esto
no es tema de debate.
Agarrando
mi teléfono, inmediatamente empecé a buscar en Internet para obtener
información sobre las fiebres en adultos. —Aquí dice que una fiebre de más de
40°C puede ser mortal. Podrías sufrir daño cerebral.
—Eso
es un poco extremo. ¿No te parece?
—No
me importa si es extremo. Tienes que ser visto.
—No
voy a ir.
—Entonces
me voy a quedar aquí toda la noche hasta que te comprometas a ir.
—Las
salas de emergencia me ponen los pelos de punta.
—¿Prefieres
estar muerto?
—Hmm.
Es cara o cruz entre eso y estar atrapado en esta habitación contigo gritando
en mi oído.
—Eso
es muy agradable.
—¿Por
qué te estas involucrando en esto, Isabella?
—No
me importa cómo te sientes por mí, ¿de acuerdo? Me preocupo por ti. Siempre lo
hago, y siempre lo haré, y no quiero que te pase nada.
Después de una larga pausa,
cerró los ojos y dejó escapar un profundo suspiro. —Bien. Voy a jodidamente ir.
—Gracias.
Edward
estaba temblando durante el paseo oscuro al Hospital Newport.
Antes
de salir de casa, envié un mensaje a Tanya y me comprometí a mantenerla
actualizada durante toda la noche.
Cuando
llegamos, tuvimos la suerte de que la sala de urgencias estaba bastante
tranquila. Se llevaron a Edward justo a una de las pequeñas áreas de
tratamiento con cortinas en la parte posterior. Nadie —incluyendo a Edward—,
protestó que yo estaba yendo allí con él.
Lo
engancharon a una vía intravenosa y le dieron Motrin. En el transcurso de una
hora, también le hicieron varias pruebas.
Un
nuevo médico que acababa de entrar en el turno entró en la habitación.
—¿Cómo
se siente señor Cullen?
—Como
basura. —Edward entrecerró los ojos para echar un vistazo más de cerca a su
identificación de médico—. ¿Es en serio su nombre Dr. Danger?
El
médico rodó los ojos. —De hecho, es pronunciado como hanger. Dan-ger3.
—¿Saben
lo que está pasando con él, Doc?
Tendió
su mano. —Llámame James. Por favor.
La
tomé. —Isabella…
Sonrió,
una que me dio una vibra coqueta. —Bueno, creemos que es una combinación de
cosas aquí. Una infección bacteriana no identificable causó una fiebre alta y
vómitos, además de la deshidratación. Hemos descartado problemas más graves.
—Miró a Edward—. Eres muy afortunado que tu novia te trajo. Fiebres de ese
nivel puede ser muy peligrosas en los adultos.
Edward
me miró brevemente antes de volverse hacia el Dr. Danger de nuevo. —¿Cuánto tiempo
voy a estar enfermo?
—Probablemente
va a durar unos pocos días, pero nos gustaría mantenerte la noche en
observación debido a la gravedad de tu fiebre y ponerte algunos más líquidos y
vitaminas.
—¿Tengo
que dormir aquí?
—Sí.
Te llevaremos a una habitación más cómoda.
Edward
frunció el ceño. —¿Puedo objetar?
—Me
temo que no. Estoy seguro de que tu novia te acompañará.
—Oh.
No soy su novia —corregí—. Su novia se encuentra en Nueva York.
—¿Hermana?
—No.
Sólo somos… —dudé. ¿Qué éramos?—. Fuimos amigos hace años. Ahora
vivimos juntos en una casa que ambos hemos heredado
El
Dr. Danger parecía totalmente confundido y luego preguntó—: ¿No están saliendo,
entonces?
—No.
—Edward fue rápido para responder.
—No
—repetí.
—¿Vives
en la localidad, Isabella?
—Sí.
Vivo a diez minutos de la carretera.
—De
hecho, me acabo de mudar aquí desde Pennsylvania. Tal vez, ¿desearías mostrarme
el alrededor de la isla en algún momento?
Realmente
me tomó por sorpresa. El Dr. Danger —James—, era sin duda atractivo de una manera
de bien parecer mayor. Con su cabello oscuro y grandes ojos castaños, era
bastante guapo. No podría decir que mi cuerpo tenía alguna reacción cercana a
él que lo hizo con Edward. Pero tal vez sería bueno aceptar su oferta.
—Por
supuesto. Eso estaría bien.
—Genial.
—Buscó en el bolsillo de la chaqueta blanco su teléfono—. ¿Dame tu número? Voy
a programarlo.
Edward
parecía molesto mientras recité mis dígitos.
—La
enfermera estará de vuelta para ver cómo esta pronto. Te llamaré. —Me guiñó un
ojo.
—Está
bien. —Sonreí, ofreciéndole un breve ademán con mi mano.
Después
que James salió de la habitación, Edward me miró desde la cama y resopló—: Que
jodido perdedor.
—¿Perdedor?
¿Por qué? ¿Porque sólo un perdedor estaría atraído por mí?
—¿Qué
clase de médico liga al amigo de un paciente de esa manera en el trabajo?
—Oh,
¿ahora somos amigos?
Haciendo
caso omiso de mi pregunta, dijo—: En serio, que lamentable. Es un ñoño.
—A
mí me gusta los ñoños, especialmente si vienen en la forma de los médicos de
buen aspecto. Ñoños son mejores que las personas francamente desagradables.
—Lo
que sea.
Una
enfermera entonces vino a decirnos que la otra habitación estaba lista. Ella
nos llevó a un ascensor a la segunda planta, donde Edward fue colocado en un
cuarto durante la noche. Todavía conectado a la IV, finalmente se quedó
dormido. Poco después, hice lo mismo, quedé muerta en la cama al lado de su
cama.
Alrededor de una hora más tarde,
fue en algún momento temprano en la mañana. Me desperté antes que él y me
maravillé de cómo a pesar de que estaba muy enfermo, todavía era guapo como
siempre, con el cabello enmarañado y especialmente con su descuidada barba.
Entonces,
inesperadamente Edward abrió los ojos. Cuando me vio acostada en la cama
improvisada junto a él, lució sorprendido.
—Pensé
que habrías ido a casa.
—No.
No podría irme.
—Realmente
no tienes que quedarte.
—Estuvo
bien. Hubiera estado preocupada.
No
respondió, pero la expresión de su rostro se suavizó.
La
enfermera entró y comprobó sus signos vitales y la temperatura. —La fiebre
todavía está alta… 39°C pero por lo menos está respondiendo al medicamento y
yendo en la dirección correcta. Voy a consultar con el médico en guardia acerca
de ser dado de alta.
—Gracias
a Dios —murmuró Edward.
***
Cuando
llegamos a la casa de la playa, Edward se instaló en su cama una vez más. Afortunadamente,
la parte vómitos de la enfermedad parecía haber pasado, a pesar de que la
fiebre no. Tanya envió un mensaje de vez en cuando, y yo seguiría dándole
actualizaciones.
La
enfermera había dicho que era importante para él comer algo y mantenerse
hidratado, así que herví un poco de caldo de pollo y se lo llevé arriba. Estaba
durmiendo, y no quería despertarlo, así que opté por bajar de nuevo las
escaleras hasta que despertara. Debe de haber escuchado la taza en movimiento
con el platillo porque cuando me dirigía hacia la puerta, su voz me detuvo.
—¿Qué
estás haciendo?
—Te
hice un poco de caldo. La enfermera dijo que necesitas comer.
Al
volver a su lado de la cama, se lo di mientras él se deslizó contra la cabecera
y comenzó a disfrutar de ello. Me di la vuelta para salir de la puerta de nuevo
cuando sentí su mano agarrar mi brazo.
—No
tienes que irte.
—Voy
a volver por la taza.
Mientras
me dirigía a la puerta, su voz me detuvo de nuevo. —Patch.
Mi
cuerpo se congeló. Él llamándome por el viejo apodo me había sorprendido por
completo. Nunca pensé que oiría de nuevo.
—Date
la vuelta —dijo.
Cuando
lo hice, su rostro reflejaba una sinceridad que no había visto en años.
Colocó
la taza y el plato en la mesa y dijo—: Gracias… por todo. Gracias por cuidarme.
Así tomada por sorpresa y
superada por la emoción, simplemente asentí y seguí, incapaz de dejar de pensar
en sus palabras por el resto de la noche.
***
Dos
días más tarde, la fiebre de Edward finalmente había terminado, pero aún no se
sentía bien para presentarse. Yo estaba viendo la televisión en la planta baja
cuando se sentó en el sofá junto a mí. Puso las piernas sobre la otomana y se
cruzó de brazos. Fue la primera vez que había elegido pasar el rato en la sala
de estar cuando yo estaba descansando.
Él
acababa de ducharse y olía a loción de afeitar. Mi cuerpo reaccionó
inmediatamente a la cercanía de sus piernas a las mías a pesar de que no nos
estábamos tocando.
Deseé
que fuera mío.
¿De
dónde vino ese pensamiento?
—¿Qué
es esta mierda que estás viendo?
—Algún
reality show. Puedo cambiarlo si quieres.
—No.
Invadí tu espacio.
—Estoy
contenta de que estés mejor.
—También
yo.
Lanzando
el control hacia él, dije—: En serio, toma el control.
Me
lo entregó de nuevo. —Nah. Te lo debo. Soportaste mi mierda cuando estuve
enfermo y quejumbroso. Lo menos que puedo hacer es sentarse y escuchar a estas
perras refunfuñar.
—Bueno,
si realmente quieres agradecerme por cuidarte, hay algo más que puedes hacer.
Levantó
su ceja con curiosidad. —Bien…
Dios,
me di cuenta cómo sonaba.
—Puedes
hablar conmigo.
—¿Hablar?
—Sí.
Dejó
escapar un profundo suspiro. —Realmente no quiero abrir la caja de pandora. Los
dos sabemos lo que pasó. No va a cambiar nada.
Más
allá de rogar, lo miré a los ojos. —¿Por favor?
De
repente se levantó.
—¿A
dónde vas?
—Necesito
una bebida para esto —dijo, caminando hacia la cocina.
—¿Me
puedes conseguir una, también? —grité detrás de él. Mis latidos de mi corazón
comenzó se aceleran en preparación. ¿Esto realmente estaba sucediendo? ¿Iba a
hablar de lo sucedido o simplemente escucharme divagar?
Volvió
con una botella de cerveza para él y un vaso de vino blanco para mí. Me
sorprendió que él conociera exactamente lo que quería, a pesar de que no había
especificado. Resultó que había estado atento incluso cuando pretendía
ignorarme.
Tomó
un largo trago y luego colocó su cerveza en la mesa de café.
—Tenemos que establecer
algunas reglas.
—Bien.
—Regla
número uno, si digo que hemos terminado de hablar, hemos terminado de hablar.
—Bien.
—Regla
número dos… después de esta noche, que no hablamos de mierda que ocurrió en el
pasado. Eso es todo. Sólo una noche.
—Bien.
Puedo manejar eso.
Agarrando
la botella de nuevo, se bebió la mitad de la cerveza antes de colocarla sobre
la mesa. —Bien. Empecemos.
¿Dónde
podría empezar?
Sólo
tenía que sacar todo.
—No hay excusa por irme de
la manera que lo hice. Yo era joven y estúpida y asustada. Mi mayor miedo había
sido que me hicieras daño, porque eras la única persona con la que podía
contar, además de Nana. Cuando descubrí que sabía lo que estaba pasando detrás
de mi espalda… Lo tomé como una traición. En ese momento, no me di cuenta de
que tratabas de protegerme.
Nueve años atrás
mi
madre se encontraba fuera como de costumbre, así que saldría a escondidas con Edward
para ir al teatro pequeño rojo. Esta semana, reproducían una película italiana
llamada Si Vive Una Volta Sola que había estado esperando para ver.
Como
siempre, Edward se encontró conmigo en la esquina.
—Será
mejor darse prisa —dijo—. No queremos perdernos el espectáculo de las nueve.
—Estamos
bien en el tiempo. Relájate.
Iniciamos
la caminata a la parada del autobús cuando me di cuenta que no tenía mi pase de
autobús. Estaba dentro de una sudadera con capucha que sabía que dejé en la
casa de Edward cuando hacíamos la tarea del otro día.
—Rayos.
Necesitamos entrar. Mi pase de bus está en el bolsillo de mi chaqueta que dejé
en tu comedor.
Sacudió
la mano restándole importancia. —Pagaré por ti.
—No,
Edward. Eso es estúpido. Todavía tenemos tiempo de sobra.
Empecé
a caminar hacia su casa.
Me
agarró del brazo. —Detente. Lo tengo cubierto.
—Voy
a entrar.
Un
inusual pánico cruzó su cara. —No puedes.
—¿Por
qué?
Como
era habitual cada dos semanas, su madre, Esme, se hallaba en un viaje de
negocios fuera de la ciudad. No podía entender por qué estaba tan insistente
que no fuéramos dentro de su casa.
Parecía
que luchaba para llegar a una excusa. Sus ojos se movían de lado a lado, y mi
instinto solo me decía que algo andaba mal.
—¿Qué
estás ocultándome?
—Nada. Simplemente no
podemos entrar ahí ahora.
—No
entiendo. El coche de tu padre está fuera. Está en casa. ¿Por qué no puedo simplemente correr y conseguir mi chaqueta?
—Mi
padre se enojaría si supiera que saldría contigo. Le dije que yo estaba
saliendo con Rob.
—No
creo eso. Tu padre sabe que pasamos el rato. Es bien con eso.
—No
por la noche.
—Estás
mintiendo.
—Patch,
¿solo confiarás en mí?
De
repente corrí hacia la puerta principal y golpeé frenéticamente. No hubo
respuesta durante casi un minuto antes de que Carslie Cullen finalmente abrió la
puerta.
—Hola.
Edward y yo nos dirigíamos al cine, pero necesito mi pase de autobús. Está en
mi chaqueta que dejé en su comedor. Sólo necesito entrar y conseguirlo.
El
padre de Edward lo miró con preocupación. Mientras tanto, la cara de Edward era
prácticamente blanca.
Cuando
el señor Cullen dudó en dejarme entrar, me abrí paso por delante de él. —Sólo
necesito mi chaqueta. —Después de entrar en el comedor, vi mi sudadera colgando
en la silla. Otra cosa que me llamó la atención: el abrigo de piel de imitación
de mi madre.
¿Qué
estaba ella haciendo aquí?
No
pasó mucho tiempo para averiguarlo. Subiendo rápidamente las escaleras, sabía
exactamente dónde iba a encontrarla. Irrumpí en la habitación de los padres de Edward
para encontrar a mi madre frenéticamente tratando de ponerse su ropa.
Tapándome
la boca con la mano, sacudí la cabeza con incredulidad antes de correr hacia
las escaleras y salir por la puerta principal.
Edward
corrió tras de mí. —Patch, espera. ¡Por favor!
Me
di vuelta y solté—: ¿Sabías de esto? ¿SABÍAS que mi madre se encontraba aquí tonteando
con tu padre? ¿Por cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?
—No
sabía cómo decírtelo.
—¡No
puedo creer esto!
—Lo siento, Patch. Lo siento
mucho.
Corrí de vuelta a mi casa y
cerré la puerta, sin saber qué dolía más: las acciones de mi madre o Edward
ocultando todo esto de mí.
3 comentarios:
Qué perra! No sé cómo los padres pueden hacer eso... Y más sabiendo que son amigos ... No me extraña que se largada... Gracias por el capítulo
Hola hola Annel ahora entiendo el porque lo abandonó así, pero muy tarde Bella comprendió los motivos que tuvo Edward para ocultarle lo que pasó
Gracias por el capítulo nena me gusta mucho la adaptación .espero ansiosa el siguiente capítulo
Saludos y besos
¡Wow! Ahora su partida tiene sentido. No puedo esperar para leer el resto de la conversación. ¡Gracias por el capítulo!
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