viernes, 2 de noviembre de 2018

La forma que estaba destinada hacer capitulo 5


Capitulo 5

El dolor en sus ojos fue palpable. Edward inclinó su cabeza hacia atrás contra el sofá mientras luchaba por encontrar las palabras. —Estuvo mal de mi parte descargar mi enojo contigo. Mi madre era básicamente una niña irresponsable, una persona egoísta. Ella tenía tantos novios diferentes, amoríos con hombres casados. Nunca me hubiera sorprendido que eso se detuviera a tal nivel con tu padre. En ese tiempo, pensé, solo me sentía traicionado por todos, incluyéndote. Pero estuvo mal castigarte de cualquier manera por las acciones de ellos.

Se frotó los ojos con recelo y se giró hacia mí. —¿Qué es lo que quieres saber, Isabella?

—¿Cómo comenzó?¿Qué tanto sabias acerca de ellos?


Giró su cuerpo para estar frente a mí y envolvió su brazo alrededor de la parte trasera del sofá. —Estoy seguro que fue mi padre quien la persiguió. Él siempre solía hacerme preguntas acerca de Renee antes de que estuvieran juntos.

—¿En serio?

—Lo que sé ahora que no sabía en ese entonces era que mis padres tenía un matrimonio abierto. Mi madre iba a demasiados viajes de negocios, si sabes a lo que me refiero. En ese momento, pensé, no lo sabía aún. Llegue temprano de la escuela inesperadamente un día y encontré a tu madre allí con él. Entre y los vi teniendo sexo.

Me estremecí. —Oh mi Dios.

Edward tomó su cerveza y dio un largo sorbo. —Mi padre me sentó más tarde por la noche y me explicó que creía que mi madre tenía una aventura también, y entonces él y Renee habían comenzado su romance. Tu madre me hizo jurarle nunca decirte. Dijo que no serías capaz de manejarlo, que tu relación con ella ya era demasiado manchada y que estabas bajo mucho estrés de lo cual yo no sabía. De alguna manera me convenció de que si te lo decía arruinaría tu vida. Me dijo que si realmente me preocupaba por ti, no te lo diría. Creí lo que me dijo.

—No hubo nada que me guardara de ti, Edward. No pasaba nada conmigo. Ella te manipuló para que mantuvieras las travesuras en secreto de mí.

—Quise decirte, pero mientras más tiempo pasaba, se volvió más difícil admitir que te había escondido algo por tanto tiempo. Así que, elegí no decir nada. Sólo trataba de protegerte.

—Edward, yo…

—Déjame terminar, —me interrumpió.

—Está bien.

—Ambos venimos de hogares rotos, pero desde el momento en que te conocí, mi mundo pareció un poco menos roto. Siempre sentí que mi trabajo era protegerte de alguna manera. Y guardarme lo que ellos habían estado haciendo de ti fue solo una extensión de eso. No significó que te estuviera engañando.

Lo entendía ahora.

Había tanto de lo que estaba avergonzada admitir en lo que respecta a mis sentimientos todos estos años, pero no podía cambiarlo. Él me había dado esta única oportunidad para explicarme. Tomando un gran sorbo de vino, me preparé para ponerlo todo en la mesa.

—Huí porque no podía manejar mis emociones. Era más que solo tú manteniendo un secreto. Fue lo que eso representaba para mí, que hubieran otras cosas en el futuro que pudieras esconderme, también. —Me detuve. Sólo dilo—. Estaba realmente desarrollando sentimientos por ti que iban más allá de la amistad, y me encontré a mí misma incapaz de manejarlo. No sabía cómo decírtelo. Tenía miedo de espantarte. Solo sentí que de alguna manera estaba destinada a salir herida, así que elegí irme antes de que eso sucediera. Fue mi propia manera de controlarlo. Fue impulsivo y tonto.

Esta era la primera vez que había admitido tener sentimientos más allá que amistad por él.
Sólo se quedó mirándome por un segundo antes de decir—: ¿Por qué no me dijiste cómo te sentías, incluso antes de que todo se fuera abajo con nuestros padres?

—No pensé que te sentías de la misma forma por mí, y no quería enloquecerte. No quería perderte.

—Así que, corriste y me perdiste de todas formas. ¿Cómo eso tiene sentido?

—De alguna manera se sentía como si yo me fuera antes de que lo peor ocurriera, no dolería tan mal. Al final de todo, sin embargo, es que era una tonta, hormonal, chica de quince años. Fue la decisión equivocada. Huir para vivir con mi padre fue una mala manera de lidiar con eso. Nunca me diste el tiempo para decirte cuando lo sentía una vez que regrese en mis sentidos luego de todos estos años. Así que, necesito decirlo ahora. Siento mucho si irme de esa manera te hirió de cualquier manera.

—¿Herirme? —Soltó una leve risa enojada entonces me sorprendió cuando dijo lo siguiente—: Eso me cambió. Te amaba, Isabella. Estaba enamorado de ti. —Edward recorrió sus dedos a través de su cabello en frustración—. ¿Cómo demonios no sabías eso?

Sus palabras se sintieron como si atravesaran mi corazón, dejándome incapaz de responder. Nunca ni en un millón de años esperé que dijera eso. Sabía que se preocupaba por mí, pero nunca supe que me amaba como yo a él.

¿Me había amado?

Él continuó—: Hubiera muerto por ti en ese entonces. Cuando te fuiste, se sintió como su mi mundo terminara. Además de tu abuela, eras con la única con la que contaba. Siempre estabas ahí… hasta que no lo estuviste más. Perderte me enseñó no contar con nadie más que conmigo mismo. Me moldeó a como soy ahora… y eso no es necesariamente una cosa buena.

Dolió tanto escucharlo decir eso. —Lo siento.

—No necesitas disculparte de nuevo; ya lo hiciste.

—Si tú no me perdonas, entonces necesito seguir repitiéndolo.

Dejó escapar una larga y profunda respiración. —Cómo te dije antes, lo he superado.

No quería que lo superara. Quería retroceder, regresar en el tiempo y abrazarlo. Nunca dejarlo ir.

Aun vacilando por su admisión, hundí mis uñas en el respaldo del sofá y dije—: No quiero que seamos extraños virtuales. Aun sigues significando mucho para mí. El hecho de que estés enojado conmigo no cambia eso.

—¿Qué es lo que quieres de mí?

—Quiero que intentemos ser amigos de nuevo. Quiero que seamos capaces de sentarnos en la misma habitación y hablar entre nosotros, tal vez tener algunas risas. Siempre vamos a tener esta casa juntos en todo caso. Algún día, traeremos niños aquí. Tenemos que lograrlo.

—No voy a tener niños —dijo apáticamente.

El hecho de que Tanya me confiara acerca de que Edward no quería tener hijos había saltado a mi mente.

—Tanya me lo dijo.

—¿Lo hizo, no? ¿De qué más hablaron? ¿El tamaño de mi polla? ¿Le dijiste que tuviste un buen vistazo de eso?

Decidí no seguir el chiste y quedarme con el tema en cuestión. —¿Por qué no quieres hijos, Edward?

—Tú de todas las personas debería entender que es estúpido traer niños a este mundo si no estás cien por ciento seguro de tus capacidades. Mis padres son un excelente ejemplo de personas que no debieron de procrear.

—Tú no eres tus padres.

—No, pero soy el jodido producto de sus errores, y no voy a repetir la historia.

Me hizo inmensamente triste que él pensara de esa manera. Recordando lo protector que siempre fue conmigo, sabía que Edward sería un increíble padre. Él simplemente no veía eso. Sabiendo que me había prometido no revolver el pasado más allá de ésta noche, una urgente necesidad de obtener más abrazó mi pecho.

—Me permito diferir. Creo que eres una persona mucho más fuerte como persona debido a que has tenido que crecer más rápido que niños quienes fueron acogidos y tuvieron todo de manera fácil. Les has dado a otros lo que tus padres se negaron a darte. Nunca olvidaré como siempre lograbas hacerme reír incluso cuando parecía imposible, como siempre sabías exactamente qué necesitaba, cómo siempre me protegías. Esas son las cualidades que hacer ser a alguien un buen padre. Y ya sea que tengas hijos o no, eres un increíble ser humano. No sólo eso, tu talento musical me fascina. Me hace sentir tan triste pensar de todo lo que me perdí por mi estupidez y miedo. Sé que hemos cambiado de alguna manera, pero aún veo todo lo bueno en ti incluso cuando tratas tan fuerte de esconderlo detrás de una máscara. —Mis ojos comenzaron a aguarse, y una lágrima se derramó—. Te extraño, Edward. —Se sentía como si todo lo que tenía simplemente saliera a flote antes de que pudiera pensar en las consecuencias de ser tan abierta acerca de mis sentimientos.

Me sorprendió cuando se acercó y limpió una lágrima de mi mejilla con su pulgar, haciéndome cerrar mis ojos. Su toque se sintió tan bien.

—Creo que hemos hablado suficiente por ésta noche —dijo.

Asintiendo, dije—: Está bien.

Se acomodó en el sofá y apagó la televisión. —Vamos. Tomemos algo de aire fresco.

Lo seguí hacia la puerta principal y hacia la playa. Caminamos en silencio por lo que pareció una eternidad. La noche aún permanecía excepto por el sonido de las olas rompiendo. La briza del océano fue tranquilizadora, y tan extraño como era, el silencio entre los dos parecía de algún modo un ejercicio terapéutico. Sin embargo, se sentía como un enorme peso levantado debido a que había dicho lo que quería. Incluso si no fuera una clara conclusión de nuestro conflicto, era más un cierre de lo que había tenido con él.

El sonido del teléfono de Edward interrumpió nuestra tranquila caminata.

Él contestó.

—Hola, bebé.

—Todo está bien.

—Eso es genial. Increíble. Realmente está sucediendo.

—Sólo tomando una caminata.

Encontré interesando que no hiciera mención de estar conmigo.

—Yo también… no puedo esperar.

—Está bien. Adiós.

Luego de colgar, lo miré. —¿Cómo está Tanya?

—Esta bien. Va a presentarse mañana por la noche, porque el abuelo de la principal murió.

—Guau. Eso es increíble. Bueno, no que el abuelo murió…

—Sí. Lo entendí.

Ni una palabra se dijo hasta que comenzamos a acercarnos a la casa. Edward señaló algo en la distancia. —¿Ves eso?

—¿Dónde?

La siguiente cosa que supe me sentí sin peso. Edward me había levantado de mis pies y estaba corriendo hacia la orilla. A juzgar por su risa, no había nada que señalar; sólo había estado tratando de distraerme el tiempo suficiente para levantarme.

Imbécil.

Dejó caer mi cuerpo con la ropa puesta en el océano. El agua salada corrió por mi garganta y en la nariz. Edward de inmediato corrió de nuevo a la arena, y me dejó que vadear a través del agua detrás de él. Se había plantado en la arena y seguía riendo. Se había quitado la camisa que se había mojado, y sus pantalones estaban empapados.

—¿Te sientes mejor ahora? —resoplé.

—Un poco. —Se rió—. En realidad… mucho.

—Muy… bien. Me alegro por ti —le dije, estrujando mi vestido.

Se levantó. —Déjame. —Edward me sorprendió cuando se paró detrás de mí y me torció mi cabello largo para ayudar a sacar el agua. Sus manos se detuvieron durante unos segundos, haciendo a mis pezones sentir un hormigueo. Me di vuelta para Brillaban con el reflejo de la luz que provenía de nuestra casa. Lucía desgarradoramente hermoso.

Balbuceando mis palabras un poco, dije—: Um… gracias. Bueno, supongo que no debería estar dándote las gracias, ya que lo causaste.

—Tardó mucho tiempo. Quería tirarte el agua desde el primer día que llegué aquí.

—Oh enserio…

—Sí. En serio. —Sonrió maliciosamente.

—Por cierto, ¿por qué sigues aquí?

Entrecerró los ojos. —¿Qué quieres decir?

—Podrías haber fácilmente vuelto a Nueva York con Tanya. Lo sabes.

—¿Estás implicando algo?

—No estoy implicando nada. Sólo sé que has estado utilizando la presentación en Sandy‟s como la razón, y me parece difícil de creer.

—¿Qué es lo que quiere oír, Isabella… que estoy aquí por ti?

—No… no lo sé. Yo…

—No sé por qué estoy aquí. ¿Bien? Esa es la verdad. Simplemente no se sintió como que era hora de irse.

—Lo suficientemente justo.

—Interrogándome ¿Has terminado por una noche… que molesto?

—Sí. —Sonreí. —“Srta. Molestia” es otro nombre por el que me llaman. Era un juego de mi apellido—Swan.(El apellido original el Payne)

—Bien.

—Para que conste, estoy muy contenta de que te hayas quedado.

Sacudió la cabeza y se frotó los ojos y luego dijo—: Tratar de odiarte es agotador.

—Por lo tanto, dejar de intentarlo.

Mis dientes comenzaron a castañear; estaba haciendo frío fuera.

—Será mejor que entremos —dijo.

Siguiéndole a la casa, no pude dejar de pensar que el aire frío del exterior no tenía nada con la sensación de calor dentro de mí de haber vuelto a conectar con él esta noche.

—¿Tienes hambre? —preguntó.

—Muero de hambre, en realidad.

—Ve cambiarte. Voy a hacer la cena.

—¿De verdad?

—Bueno, tenemos que comer, ¿verdad?

—Sí. Supongo que tenemos. Ya vuelvo. —Sonreí todo el camino a mi habitación, vertiginosa de la idea de él cocinando para mí.

Cuando volví con ropa seca, mi corazón se agitó a la vista de Edward en la estufa. Todavía estaba sin camisa y vestido con su gorrita gris, mientras freía algunas verduras en una sartén.

Me aclaré la garganta. —Huele bien. ¿Qué estás haciendo?

—Sólo un teriyaki salteado con arroz… viendo que tienes una gama limitada. ¿Cuándo demonios dejaste de comer carne roja de todos modos? Solías ser una carnívora.

Debió de recordar lo mucho que disfrutábamos Burger Barn juntos en los viejos tiempos.

—Un día, me desperté y pensé en lo extraño que era estar comiendo una vaca. No tenía ningún sentido. Y solo lo dejé de golpe.

—¿En serio? Eso es un poco ridículo.

—Sí.

—Siempre has sido un poco extraña, Isabella. No puedo decir que me sorprende.

Le guiñé un ojo. —Es por eso que me amas. —Lo quería decir en broma, pero me arrepentí inmediatamente al usar la palabra amor dado su admisión previa. Cuando no respondió, me entró el pánico y comencé una diatriba—. No quería decir que todavía me amas. Sólo bromeaba. Yo…

Alzó la mano. —Detente mientras puedas. Supe lo que quisiste decir.

Apreté los labios, tratando de pensar en un rápido cambio de tema.

—¿Cree que podrás volver a tocar en la noche de mañana en Sandy‟s?

—Probablemente.

—Bueno. Estoy realmente esperando escucharte presentar de nuevo.

Agarró dos platos y vació el contenido de la sartén en cada uno de ellos luego deslizó él mío a través del mostrador. —Aquí.

—Gracias. Esto huele delicioso.

El plato que había hecho en realidad era muy sabroso. Había añadido semillas de sésamo y castañas de agua. —¿Dónde aprendiste a cocinar así?

—Autoaprendizaje. He estado cocinando para mí durante años.

—¿Dónde están tus padres ahora?

—Pensé que habíamos terminado de hablar de estas cosas.

—Lo siento. Tienes razón.

A pesar de haberlo dicho, levantó la vista de su plato y respondió a mi pregunta de todos modos. —Mi madre se mudó de nuevo a Cincinnati cuando estaba en la universidad. Vendieron la casa. Mi padre vive en un apartamento en Providence ahora.

—¿Cuánto tiempo después de mi partida las cosas entre mi madre y él continuaron?

—Como un año. Mi madre se enteró de lo que estaban haciendo bajo nuestro techo y lo echó. Vivió con Renee por un tiempo antes de que las cosas se echaran a perder entre ellos.

—¿Él fue a vivir con ella?

—Sí.

No podía creerlo.

—Mi madre guardaba eso de mí entonces. Eso explica por qué Nana dejó de hablar con ella en esa época. Se sintía mortificada por sus acciones.

—Pasé mucho tiempo allí con tu abuela antes de que me fuera. Era la única persona que me mantuvo cuerdo.

—¿Alguna vez hablaste de mí con ella?

—Trató de hacerlo, pero yo no lo haría.

—¿Crees que nos dejó tanto esta casa porque sabía que nos obligaría a enfrentarnos entre sí?

—Sinceramente, no sé, Isabella.

—Creo que lo hizo.

—No tenía intención de venir aquí y tratar de hacer las paces contigo.

—No… ¿en serio? No caí en cuenta. —Cuando esbozó una ligera sonrisa, pregunté—: ¿Todavía sientes lo mismo?

—Las cosas no cambian durante la noche. Hablamos. Eso no va a borrar años de mierda que sucedieron. No vamos a ser sólo capaz de ser mágicamente mejores amigos de nuevo.

—No esperaba eso. —-Jugando con los restos de la comida, pensé mucho antes de volver a hablar—. Sólo voy a decir una última cosa. Y entonces te prometo que no voy a insistir en más.

—No voy a apostar por eso. —Cuando su boca se curvó en otra sonrisa, fue suficiente para darme la confianza de derramar mis tripas por última vez.

—Probablemente voy a pasar el resto de mi vida preguntándome qué habría ocurrido si no hubiera huido, si solo hubiera puesto mi miedo a un lado y dicho todo lo que sentía. Me dijiste esta noche que estabas enamorado de mí en aquel entonces. Realmente no sabía eso, Edward, pero me gustaría haberlo hecho. Realmente no tenía ni idea de que te sentías de esa manera. Necesito que sepas que te amaba, también. Solo tenía una forma de mierda de demostrarlo. Y pensar que pasaste todos estos años odiándome. Sólo quiero que seas feliz. Si estar mí alrededor te pone enojado o estresado, entonces no quiero forzar nada, y si ese es el caso, tal vez lo mejor es que mantengamos nuestra distancia. Pero si hay una posibilidad de que realmente podemos ser amigos de nuevo, me gustaría más que nada. Y no soy estúpida. Por supuesto, sé que no va a suceder durante la noche. Eso es. No voy a decir nada más acerca de ello. —Me levanté de la mesa y puse el plato en el lavavajillas—. Gracias por la cena y por hablar conmigo. Voy a acostarme temprano.

Justo cuando mi pie golpeó el primer escalón para subir las escaleras, su voz me detuvo. —Nunca te odié. No podría odiarte si lo intentara. Créeme, he intentado.

Dando la vuelta y sonriendo, dije—: Es bueno saberlo.

—Buenas noches, Srta. Molestia.

—Buenas noches, Edward.

2 comentarios:

Ana dijo...

Gracias por el capítulo

Kar dijo...

Hola hola Annel me gusto la plática abrieron su corazón y se sinceraron, veremos a donde lleva esto
Gracias por el capítulo
Saludos y besos

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina