Capitulo 5
El
dolor en sus ojos fue palpable. Edward inclinó su cabeza hacia atrás contra el
sofá mientras luchaba por encontrar las palabras. —Estuvo mal de mi parte
descargar mi enojo contigo. Mi madre era básicamente una niña irresponsable,
una persona egoísta. Ella tenía tantos novios diferentes, amoríos con hombres
casados. Nunca me hubiera sorprendido que eso se detuviera a tal nivel con tu
padre. En ese tiempo, pensé, solo me sentía traicionado por todos,
incluyéndote. Pero estuvo mal castigarte de cualquier manera por las acciones
de ellos.
Se
frotó los ojos con recelo y se giró hacia mí. —¿Qué es lo que quieres saber, Isabella?
—¿Cómo
comenzó?¿Qué tanto sabias acerca de ellos?
Giró
su cuerpo para estar frente a mí y envolvió su brazo alrededor de la parte
trasera del sofá. —Estoy seguro que fue mi padre quien la persiguió. Él siempre
solía hacerme preguntas acerca de Renee antes de que estuvieran juntos.
—¿En
serio?
—Lo
que sé ahora que no sabía en ese entonces era que mis padres tenía un
matrimonio abierto. Mi madre iba a demasiados viajes de negocios, si
sabes a lo que me refiero. En ese momento, pensé, no lo sabía aún. Llegue
temprano de la escuela inesperadamente un día y encontré a tu madre allí con
él. Entre y los vi teniendo sexo.
Me
estremecí. —Oh mi Dios.
Edward tomó su cerveza y dio
un largo sorbo. —Mi padre me sentó más tarde por la noche y me explicó que
creía que mi madre tenía una aventura también, y entonces él y Renee habían
comenzado su romance. Tu madre me hizo jurarle nunca decirte. Dijo que no
serías capaz de manejarlo, que tu relación con ella ya era demasiado manchada y
que estabas bajo mucho estrés de lo cual yo no sabía. De alguna manera me
convenció de que si te lo decía arruinaría tu vida. Me dijo que si realmente me
preocupaba por ti, no te lo diría. Creí lo que me dijo.
—No
hubo nada que me guardara de ti, Edward. No pasaba nada conmigo. Ella te
manipuló para que mantuvieras las travesuras en secreto de mí.
—Quise
decirte, pero mientras más tiempo pasaba, se volvió más difícil admitir que te
había escondido algo por tanto tiempo. Así que, elegí no decir nada. Sólo
trataba de protegerte.
—Edward,
yo…
—Déjame
terminar, —me interrumpió.
—Está
bien.
—Ambos
venimos de hogares rotos, pero desde el momento en que te conocí, mi mundo
pareció un poco menos roto. Siempre sentí que mi trabajo era protegerte de
alguna manera. Y guardarme lo que ellos habían estado haciendo de ti fue solo
una extensión de eso. No significó que te estuviera engañando.
Lo
entendía ahora.
Había
tanto de lo que estaba avergonzada admitir en lo que respecta a mis sentimientos
todos estos años, pero no podía cambiarlo. Él me había dado esta única
oportunidad para explicarme. Tomando un gran sorbo de vino, me preparé para
ponerlo todo en la mesa.
—Huí
porque no podía manejar mis emociones. Era más que solo tú manteniendo un
secreto. Fue lo que eso representaba para mí, que hubieran otras cosas en el
futuro que pudieras esconderme, también. —Me detuve. Sólo dilo—. Estaba
realmente desarrollando sentimientos por ti que iban más allá de la amistad, y
me encontré a mí misma incapaz de manejarlo. No sabía cómo decírtelo. Tenía
miedo de espantarte. Solo sentí que de alguna manera estaba destinada a salir
herida, así que elegí irme antes de que eso sucediera. Fue mi propia manera de
controlarlo. Fue impulsivo y tonto.
Esta
era la primera vez que había admitido tener sentimientos más allá que amistad
por él.
Sólo
se quedó mirándome por un segundo antes de decir—: ¿Por qué no me dijiste cómo
te sentías, incluso antes de que todo se fuera abajo con nuestros padres?
—No
pensé que te sentías de la misma forma por mí, y no quería enloquecerte. No
quería perderte.
—Así
que, corriste y me perdiste de todas formas. ¿Cómo eso tiene sentido?
—De alguna manera se sentía
como si yo me fuera antes de que lo peor ocurriera, no dolería tan mal. Al
final de todo, sin embargo, es que era una tonta, hormonal, chica de quince
años. Fue la decisión equivocada. Huir para vivir con mi padre fue una mala
manera de lidiar con eso. Nunca me diste el tiempo para decirte cuando lo
sentía una vez que regrese en mis sentidos luego de todos estos años. Así que,
necesito decirlo ahora. Siento mucho si irme de esa manera te hirió de
cualquier manera.
—¿Herirme?
—Soltó una leve risa enojada entonces me sorprendió cuando dijo lo siguiente—: Eso
me cambió. Te amaba, Isabella. Estaba enamorado de ti. —Edward
recorrió sus dedos a través de su cabello en frustración—. ¿Cómo demonios no
sabías eso?
Sus
palabras se sintieron como si atravesaran mi corazón, dejándome incapaz de
responder. Nunca ni en un millón de años esperé que dijera eso. Sabía que se
preocupaba por mí, pero nunca supe que me amaba como yo a él.
¿Me
había amado?
Él
continuó—: Hubiera muerto por ti en ese entonces. Cuando te fuiste, se sintió
como su mi mundo terminara. Además de tu abuela, eras con la única con la que
contaba. Siempre estabas ahí… hasta que no lo estuviste más. Perderte me enseñó
no contar con nadie más que conmigo mismo. Me moldeó a como soy ahora… y eso no
es necesariamente una cosa buena.
Dolió
tanto escucharlo decir eso. —Lo siento.
—No
necesitas disculparte de nuevo; ya lo hiciste.
—Si
tú no me perdonas, entonces necesito seguir repitiéndolo.
Dejó
escapar una larga y profunda respiración. —Cómo te dije antes, lo he superado.
No
quería que lo superara. Quería retroceder, regresar en el tiempo y abrazarlo.
Nunca dejarlo ir.
Aun
vacilando por su admisión, hundí mis uñas en el respaldo del sofá y dije—: No
quiero que seamos extraños virtuales. Aun sigues significando mucho para mí. El
hecho de que estés enojado conmigo no cambia eso.
—¿Qué
es lo que quieres de mí?
—Quiero
que intentemos ser amigos de nuevo. Quiero que seamos capaces de sentarnos en
la misma habitación y hablar entre nosotros, tal vez tener algunas risas.
Siempre vamos a tener esta casa juntos en todo caso. Algún día, traeremos niños
aquí. Tenemos que lograrlo.
—No
voy a tener niños —dijo apáticamente.
El
hecho de que Tanya me confiara acerca de que Edward no quería tener hijos había
saltado a mi mente.
—Tanya
me lo dijo.
—¿Lo
hizo, no? ¿De qué más hablaron? ¿El tamaño de mi polla? ¿Le dijiste que tuviste
un buen vistazo de eso?
Decidí
no seguir el chiste y quedarme con el tema en cuestión. —¿Por qué no quieres
hijos, Edward?
—Tú
de todas las personas debería entender que es estúpido traer niños a este mundo
si no estás cien por ciento seguro de tus capacidades. Mis padres son un
excelente ejemplo de personas que no debieron de procrear.
—Tú no eres tus padres.
—No,
pero soy el jodido producto de sus errores, y no voy a repetir la historia.
Me
hizo inmensamente triste que él pensara de esa manera. Recordando lo protector
que siempre fue conmigo, sabía que Edward sería un increíble padre. Él
simplemente no veía eso. Sabiendo que me había prometido no revolver el pasado
más allá de ésta noche, una urgente necesidad de obtener más abrazó mi pecho.
—Me
permito diferir. Creo que eres una persona mucho más fuerte como persona debido
a que has tenido que crecer más rápido que niños quienes fueron acogidos y
tuvieron todo de manera fácil. Les has dado a otros lo que tus padres se
negaron a darte. Nunca olvidaré como siempre lograbas hacerme reír incluso
cuando parecía imposible, como siempre sabías exactamente qué necesitaba, cómo
siempre me protegías. Esas son las cualidades que hacer ser a alguien un buen
padre. Y ya sea que tengas hijos o no, eres un increíble ser humano. No sólo
eso, tu talento musical me fascina. Me hace sentir tan triste pensar de todo lo
que me perdí por mi estupidez y miedo. Sé que hemos cambiado de alguna manera,
pero aún veo todo lo bueno en ti incluso cuando tratas tan fuerte de esconderlo
detrás de una máscara. —Mis ojos comenzaron a aguarse, y una lágrima se
derramó—. Te extraño, Edward. —Se sentía como si todo lo que tenía simplemente
saliera a flote antes de que pudiera pensar en las consecuencias de ser tan
abierta acerca de mis sentimientos.
Me
sorprendió cuando se acercó y limpió una lágrima de mi mejilla con su pulgar,
haciéndome cerrar mis ojos. Su toque se sintió tan bien.
—Creo
que hemos hablado suficiente por ésta noche —dijo.
Asintiendo,
dije—: Está bien.
Se
acomodó en el sofá y apagó la televisión. —Vamos. Tomemos algo de aire fresco.
Lo
seguí hacia la puerta principal y hacia la playa. Caminamos en silencio por lo
que pareció una eternidad. La noche aún permanecía excepto por el sonido de las
olas rompiendo. La briza del océano fue tranquilizadora, y tan extraño como
era, el silencio entre los dos parecía de algún modo un ejercicio terapéutico.
Sin embargo, se sentía como un enorme peso levantado debido a que había dicho lo
que quería. Incluso si no fuera una clara conclusión de nuestro conflicto, era
más un cierre de lo que había tenido con él.
El
sonido del teléfono de Edward interrumpió nuestra tranquila caminata.
Él
contestó.
—Hola,
bebé.
—Todo
está bien.
—Eso
es genial. Increíble. Realmente está sucediendo.
—Sólo
tomando una caminata.
Encontré interesando que no
hiciera mención de estar conmigo.
—Yo
también… no puedo esperar.
—Está
bien. Adiós.
Luego
de colgar, lo miré. —¿Cómo está Tanya?
—Esta
bien. Va a presentarse mañana por la noche, porque el abuelo de la principal
murió.
—Guau.
Eso es increíble. Bueno, no que el abuelo murió…
—Sí.
Lo entendí.
Ni
una palabra se dijo hasta que comenzamos a acercarnos a la casa. Edward señaló
algo en la distancia. —¿Ves eso?
—¿Dónde?
La
siguiente cosa que supe me sentí sin peso. Edward me había levantado de mis
pies y estaba corriendo hacia la orilla. A juzgar por su risa, no había nada
que señalar; sólo había estado tratando de distraerme el tiempo suficiente para
levantarme.
Imbécil.
Dejó
caer mi cuerpo con la ropa puesta en el océano. El agua salada corrió por mi
garganta y en la nariz. Edward de inmediato corrió de nuevo a la arena, y me
dejó que vadear a través del agua detrás de él. Se había plantado en la arena y
seguía riendo. Se había quitado la camisa que se había mojado, y sus pantalones
estaban empapados.
—¿Te
sientes mejor ahora? —resoplé.
—Un
poco. —Se rió—. En realidad… mucho.
—Muy…
bien. Me alegro por ti —le dije, estrujando mi vestido.
Se
levantó. —Déjame. —Edward me sorprendió cuando se paró detrás de mí y me torció
mi cabello largo para ayudar a sacar el agua. Sus manos se detuvieron durante
unos segundos, haciendo a mis pezones sentir un hormigueo. Me di vuelta para
Brillaban con el reflejo de la luz que provenía de nuestra casa. Lucía
desgarradoramente hermoso.
Balbuceando
mis palabras un poco, dije—: Um… gracias. Bueno, supongo que no debería estar
dándote las gracias, ya que lo causaste.
—Tardó
mucho tiempo. Quería tirarte el agua desde el primer día que llegué aquí.
—Oh
enserio…
—Sí.
En serio. —Sonrió maliciosamente.
—Por
cierto, ¿por qué sigues aquí?
Entrecerró
los ojos. —¿Qué quieres decir?
—Podrías
haber fácilmente vuelto a Nueva York con Tanya. Lo sabes.
—¿Estás
implicando algo?
—No
estoy implicando nada. Sólo sé que has estado utilizando la presentación en
Sandy‟s como la razón, y me parece difícil de creer.
—¿Qué
es lo que quiere oír, Isabella… que estoy aquí por ti?
—No… no lo sé. Yo…
—No
sé por qué estoy aquí. ¿Bien? Esa es la verdad. Simplemente no se sintió como
que era hora de irse.
—Lo
suficientemente justo.
—Interrogándome
¿Has terminado por una noche… que molesto?
—Sí.
—Sonreí. —“Srta. Molestia” es otro nombre por el que me llaman. Era un juego
de mi apellido—Swan.(El apellido original el Payne)
—Bien.
—Para
que conste, estoy muy contenta de que te hayas quedado.
Sacudió
la cabeza y se frotó los ojos y luego dijo—: Tratar de odiarte es agotador.
—Por
lo tanto, dejar de intentarlo.
Mis
dientes comenzaron a castañear; estaba haciendo frío fuera.
—Será
mejor que entremos —dijo.
Siguiéndole
a la casa, no pude dejar de pensar que el aire frío del exterior no tenía nada
con la sensación de calor dentro de mí de haber vuelto a conectar con él esta
noche.
—¿Tienes
hambre? —preguntó.
—Muero
de hambre, en realidad.
—Ve
cambiarte. Voy a hacer la cena.
—¿De
verdad?
—Bueno,
tenemos que comer, ¿verdad?
—Sí.
Supongo que tenemos. Ya vuelvo. —Sonreí todo el camino a mi habitación,
vertiginosa de la idea de él cocinando para mí.
Cuando
volví con ropa seca, mi corazón se agitó a la vista de Edward en la estufa.
Todavía estaba sin camisa y vestido con su gorrita gris, mientras freía algunas
verduras en una sartén.
Me
aclaré la garganta. —Huele bien. ¿Qué estás haciendo?
—Sólo
un teriyaki salteado con arroz… viendo que tienes una gama limitada. ¿Cuándo
demonios dejaste de comer carne roja de todos modos? Solías ser una carnívora.
Debió
de recordar lo mucho que disfrutábamos Burger Barn juntos en los viejos
tiempos.
—Un
día, me desperté y pensé en lo extraño que era estar comiendo una vaca. No
tenía ningún sentido. Y solo lo dejé de golpe.
—¿En
serio? Eso es un poco ridículo.
—Sí.
—Siempre
has sido un poco extraña, Isabella. No puedo decir que me sorprende.
Le
guiñé un ojo. —Es por eso que me amas. —Lo quería decir en broma, pero me
arrepentí inmediatamente al usar la palabra amor dado su admisión previa.
Cuando no respondió, me entró el pánico y comencé una diatriba—. No quería
decir que todavía me amas. Sólo bromeaba. Yo…
Alzó
la mano. —Detente mientras puedas. Supe lo que quisiste decir.
Apreté
los labios, tratando de pensar en un rápido cambio de tema.
—¿Cree
que podrás volver a tocar en la noche de mañana en Sandy‟s?
—Probablemente.
—Bueno.
Estoy realmente esperando escucharte presentar de nuevo.
Agarró
dos platos y vació el contenido de la sartén en cada uno de ellos luego deslizó
él mío a través del mostrador. —Aquí.
—Gracias.
Esto huele delicioso.
El
plato que había hecho en realidad era muy sabroso. Había añadido semillas de
sésamo y castañas de agua. —¿Dónde aprendiste a cocinar así?
—Autoaprendizaje.
He estado cocinando para mí durante años.
—¿Dónde
están tus padres ahora?
—Pensé
que habíamos terminado de hablar de estas cosas.
—Lo
siento. Tienes razón.
A
pesar de haberlo dicho, levantó la vista de su plato y respondió a mi pregunta
de todos modos. —Mi madre se mudó de nuevo a Cincinnati cuando estaba en la
universidad. Vendieron la casa. Mi padre vive en un apartamento en Providence
ahora.
—¿Cuánto
tiempo después de mi partida las cosas entre mi madre y él continuaron?
—Como
un año. Mi madre se enteró de lo que estaban haciendo bajo nuestro techo y lo
echó. Vivió con Renee por un tiempo antes de que las cosas se echaran a
perder entre ellos.
—¿Él
fue a vivir con ella?
—Sí.
No
podía creerlo.
—Mi
madre guardaba eso de mí entonces. Eso explica por qué Nana dejó de hablar con
ella en esa época. Se sintía mortificada por sus acciones.
—Pasé
mucho tiempo allí con tu abuela antes de que me fuera. Era la única persona que
me mantuvo cuerdo.
—¿Alguna
vez hablaste de mí con ella?
—Trató
de hacerlo, pero yo no lo haría.
—¿Crees
que nos dejó tanto esta casa porque sabía que nos obligaría a enfrentarnos
entre sí?
—Sinceramente,
no sé, Isabella.
—Creo
que lo hizo.
—No tenía intención de venir
aquí y tratar de hacer las paces contigo.
—No…
¿en serio? No caí en cuenta. —Cuando esbozó una ligera sonrisa, pregunté—:
¿Todavía sientes lo mismo?
—Las
cosas no cambian durante la noche. Hablamos. Eso no va a borrar años de mierda
que sucedieron. No vamos a ser sólo capaz de ser mágicamente mejores amigos de
nuevo.
—No
esperaba eso. —-Jugando con los restos de la comida, pensé mucho antes de
volver a hablar—. Sólo voy a decir una última cosa. Y entonces te prometo que
no voy a insistir en más.
—No
voy a apostar por eso. —Cuando su boca se curvó en otra sonrisa, fue suficiente
para darme la confianza de derramar mis tripas por última vez.
—Probablemente
voy a pasar el resto de mi vida preguntándome qué habría ocurrido si no hubiera
huido, si solo hubiera puesto mi miedo a un lado y dicho todo lo que sentía. Me
dijiste esta noche que estabas enamorado de mí en aquel entonces. Realmente no
sabía eso, Edward, pero me gustaría haberlo hecho. Realmente no tenía ni idea
de que te sentías de esa manera. Necesito que sepas que te amaba, también. Solo
tenía una forma de mierda de demostrarlo. Y pensar que pasaste todos estos años
odiándome. Sólo quiero que seas feliz. Si estar mí alrededor te pone enojado o
estresado, entonces no quiero forzar nada, y si ese es el caso, tal vez lo
mejor es que mantengamos nuestra distancia. Pero si hay una posibilidad de que
realmente podemos ser amigos de nuevo, me gustaría más que nada. Y no soy
estúpida. Por supuesto, sé que no va a suceder durante la noche. Eso es. No voy
a decir nada más acerca de ello. —Me levanté de la mesa y puse el plato en el lavavajillas—.
Gracias por la cena y por hablar conmigo. Voy a acostarme temprano.
Justo
cuando mi pie golpeó el primer escalón para subir las escaleras, su voz me
detuvo. —Nunca te odié. No podría odiarte si lo intentara. Créeme, he intentado.
Dando
la vuelta y sonriendo, dije—: Es bueno saberlo.
—Buenas
noches, Srta. Molestia.
—Buenas noches, Edward.
2 comentarios:
Gracias por el capítulo
Hola hola Annel me gusto la plática abrieron su corazón y se sinceraron, veremos a donde lleva esto
Gracias por el capítulo
Saludos y besos
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