miércoles, 12 de diciembre de 2018

La forma que estaba destinada hacer capitulo 15



Capitulo 15

Los días más duros sin Edward fueron aquellos que llevaban a las vacaciones. Estas iban a ser las primeras Navidades de Bea y las pasaríamos sin él.

La gira de Edward se había dirigido al oeste. Iba a actuar dos shows en Los Ángeles, uno en la víspera de Navidad y otro el día de Navidad, así que no había manera de que pudiera escabullirse en cualquier momento para venir a casa. Después de esas actuaciones, la banda sólo permanecería en Estados Unidos por otra semana antes de volar a Europa en una gira que continuaría hasta que ellos regresaran a América en la primavera. Me cansaba sólo pensar sobre todo el viaje que estaba haciendo.


Tenía que darle crédito a Edward, sin embargo. Mantuvo su palabra sobre hablar por Skype cada día con nosotras. Tanto como ansiaba esas charlas, se estaba volviendo más y más difícil estar lejos de él. Mientras los días pasaban, también tenía el recuerdo fresco de nuestro tiempo juntos en Massachusetts. La reconfirmación que esa noche me había dado, estaba siendo reemplazada lentamente por miedo e inseguridad otra vez con cada día que pasaba. Mientras que confiaba en él más después de que hicimos el amor, todavía no me había dicho que me amaba. En mi mente, eso significaba que nada estaba fijado en piedra. Añádele el hecho de que estaría lejos por más o menos una docena más de semanas y que me estaba conduciendo a ser una novia paranoica.

Era dos días antes de Navidad. Bea y yo estábamos invitadas a una fea fiesta del suéter en casa de Emmett y Rosalie. Edward había llamado antes para decir que acababan de llegar a California. Estaba agradecida por la distracción que la fiesta traería. Al menos, por un par de horas, me evitaría enfurruñarme en frente del árbol de Navidad en la casa de la playa.

Había ido a una tienda de gangas local y había comprado un horroroso suéter rojo con pequeñas bombillas de Navidad cosidas en el frente. Incluso me las había arreglado para encontrar un feo suéter tonto de Navidad en línea para Bea. Entonces, estuvimos preparadas para las festividades.

La temperatura era helada mientras abrigaba a Bea y corría a la casa de los vecinos, la cual estaba iluminada con luces multicolores. Un hombre de nieve inflable se movía con el viento fuera en el frente. Vivir cerca del agua en mitad del invierno era menos que ideal.

Llevando algunas galletas de azúcar recién horneadas, toqué a la puerta con mi pie, ya que no tenía manos extra.
Emmett abrió la puerta. —¡Isabella, lo hiciste! Rosalie no estaba segura si vendrías.

—No me lo perdería —dije, entregándole el plato de galletas—. ¿Está Rosalie en la cocina?

—Así es. Eres la primera en llegar.

—Imagínate. —Sonreí—. Tengo el viaje más corto.

Justo cuando estaba a punto de ir a ver a Rosalie, la voz de Emmett me detuvo. —Oye, ¿Isabella?

—¿Sí?

—Desde que Rosalie ha vuelto, realmente no hemos tenido oportunidad de hablar. Siempre me he sentido un poco extraño sobre no contarte yo mismo sobre nosotros volviendo juntos.

—No me debías una explicación. Ya le expliqué a ella que nada sucedió entre tú y yo.

—Sé que lo hiciste. Estoy realmente feliz de que ustedes dos se hayan convertido en amigas. Y quiero que sepas que estaba verdaderamente agradecido por tu amistad, también, en un momento cuando realmente lo necesitaba.

—Estoy realmente feliz por ustedes, chicos.

—Gracias. —Hizo una pausa—. ¿Qué hay de ti?

—¿Qué pasa conmigo?

Emmett inclinó su cabeza. —¿Eres feliz?

—Lo soy. Sólo me siento un poco sola con Edward lejos.

—Ya sabes, solías decirme que no había nada entre ustedes dos…

—En ese momento, no había nada. Sin embargo, siempre había tenido sentimientos por él.

—Él va a volver, ¿cierto? ¿Después de la gira?

—Sí.

—¿Es eso lo que quiere hacer con su vida? ¿Ser un músico de gira? ¿Vivir en la carretera?

—No estoy segura de si eso es como siempre va a ser. Trabaja en ventas de software, pero ese no es su sueño. La música es su sueño. Esto fue una oportunidad de una vez en la vida, así que tenía que tomarla.

—¿Con quién está de gira de nuevo?

—Calvin Sprockett.

—Increíble. Sí. Esa es una gran cosa.

—Lo es.

Después de un poco de incómodo silencio, Emmett preguntó—: ¿Está alguno de esos chicos todavía casado?

—¿Te refieres a Calvin y su banda?

—Sí…

Tuve que pensarlo. —Ahora que lo mencionas… no creo que lo estén.
Emmett colgó mi abrigo mientras decía: —Supongo que el matrimonio realmente no encaja con el sexo, las drogas y el rock „n roll. Por no mencionar estar constantemente viajando. Ya sabes, las cosas nunca fueron más duras para mí que cuando estuve lejos físicamente de Rosalie y Alyssa. No sé demasiado sobre Edward pero parece como que es muy cariñoso con Bea. Si quiere ser un padre para ella, el absentismo realmente no funciona. Averigüé eso de la manera difícil, y eso fue sin la complicación adicional de la fama.

—No creo que haya descubierto si quiere niños.

—Bueno, ¿no crees que es el momento de que lo haga, si quiere estar contigo? —Emmett debió sentir que me estaba estresando—. Lo siento, Isabella. Sólo me preocupo por ti.

—Lo aprecio. Pero sólo busco ponche de huevo esta noche, nada más complicado que eso, ¿está bien?

Cerrando sus ojos brevemente con comprensión, se rió y dijo—: Lo tienes. Déjame agarrar un poco para ti.

A través de la risa amortiguada de sus invitados, quienes estaban vestidos en un arcoíris de horribles suéteres, mis pensamientos me mantuvieron distraída. Aunque mi conversación con Emmett había terminado hacía tiempo, había pasado el resto de la noche ponderando todo lo que él había dicho. No había nada de lo que me preocupara realmente ya, pero oír la preocupación venir de alguien más —alguien que entendía las responsabilidades de la paternidad de larga duración—, me abrió los ojos.

***

De vuelta a casa más tarde esa noche, balanceé a Bea para dormirla frente al árbol con el sonido de un coro de niños de un CD de villancicos navideños. Antes esa semana, había envuelto algunos regalos y los coloqué bajo el árbol. Eran todos para Bea e incluí una pequeña caja que Edward había enviado para ella para ser abierta la mañana de Navidad.

No necesitaba nada este año; Bea era mi regalo de Navidad. Era el más grande regalo de Dios y me había enseñado más sobre el amor incondicional que nadie o nada más había hecho. Me había dado un propósito. Besé su cabeza suavemente, prometiendo siempre estar ahí para ella sin importar qué sucediera con Edward. Prometí ser el tipo de madre que nunca tuve.

Todavía en mi suéter de Navidad, coloqué a una dormida Bea en su cuna tomándome un momento para mirar alrededor y admirar la obra de Edward en el cuarto de los niños.

De vuelta en mi habitación, no podía dormir. Acababa de dar una cabezada cuando mi móvil sonó, despertándome.

¿Estás dormida?

Isabella: Despierta ahora.

Edward: ¿Me llamas? No sé si Bea está cerca de ti y no quiero despertarla.

Respondió al primer tono después de que le llamara.

—Hola, hermosa.

—Hola.

Su voz sonó soñolienta. —Te desperté, ¿cierto?

—Sí, pero está bien. Preferiría hablar contigo que dormir. ¿Dónde estás?

—Estoy en el hotel en Los Ángeles. Estamos libres de los autobuses hasta la noche de Navidad.

—Eso debe ser un cambio agradable, conseguir dormir en una cama de verdad.

—Sólo me recuerda que tú no estás aquí conmigo.

—Ojalá estuviera.

—Me está molestando realmente que no pueda estar con ustedes en Navidad.

—No entiendo por qué no te dieron libre la Navidad.

—Calvin siempre ha hecho shows en Navidad. Es como una tradición. Apesta. Pensarías que nadie de esta gente tiene familia. Me siento mal por los miembros del equipo con niños.

—Realmente nunca termina, ¿no es así?

Edward sonó confuso por un momento. —¿Qué en particular?

—Quiero decir, esta gira terminará. Pero la vida de un músico nunca realmente lo hace.

—No es como que no tendré una opción en el asunto. No tengo que ir a ninguna parte o hacer nada que no quiera.

—Sí, pero después de esta gira, mucha más gente sabrá quién eres. Las oportunidades empezarán a llegar y la fama será adictiva. Ese fue el punto de todo esto, ¿verdad? ¿Desarrollar tu carrera de músico? ¿Realmente vas a volver a tu trabajo de software, como si nada de esto jamás hubiera sucedido? ¿Qué exactamente es lo que va a pasar?

—No lo sé. No he pensado tanto. Sólo quiero volver a casa contigo primero. Eso es todo lo que quiero. No estaré alejándome de nuevo en ningún momento pronto después de eso.

—Pero podrías estar lejos de nuevo en algún punto. Esta no es una cosa de una sola vez, ¿verdad? Nunca realmente acaba.

—¿Por qué toda la preocupación de repente, Isabella?

—No sé. Supongo que tengo demasiado tiempo a solas para pensar.

—Lo siento. Pero la verdad es, sólo no tengo todas las respuestas esta noche. Sólo puedo decirte qué estoy sintiendo ahora, y eso es que no quiero estar aquí y daría cualquier cosa por estar en casa para Navidad contigo y Bea.

Frotando mis cansados ojos, dije—: Está bien. Lo siento. Es tarde y debes estar cansado.

—Jamás lo sientas por hablarme de cómo te sientes. Recuerda, prometiste ser honesta conmigo si algo te estaba molestando.

—Lo sé.

Justo cuando mis nervios habían empezado a calmarse, sonó como que hubo un golpe en su puerta.

—Espera —dijo él.

Mi latido empezó a acelerarse cuando escuché la voz de una mujer de fondo.
No podía entender lo que ella estaba diciendo, pero podía oír a Edward decir—: No, gracias. Lo aprecio, pero no. —Hizo una pausa—. Está bien. Buenas noches. —Puede escuchar el clic de la puerta al cerrarse.

Él regresó al teléfono. —Lo siento.

—¿Quién era?

—Alguien que quería saber si estaba interesado en un masaje.

—¿Masaje?

—Sí. Calvin a veces contrata gente para dar masajes. Él debe haber enviado a alguien aquí para preguntar si quería uno.

El ponche de huevo de antes estaba empezando a subir. —Entonces, ¿fue sólo una chica al azar yendo a tu habitación para darte un masaje?

—Isabella… no lo pedí, o quería uno. La despedí. No puedo evitar si alguien llama a mi puerta.

—¿Alguna vez has tenido uno?

Su tono era enojado. —¡No!

—No puedo manejar esto.

—Entiendo por qué una mujer extraña viniendo a mi habitación de hotel te molesta, ¿está bien? Pero tú o confías en mí, o no lo haces. La confianza es un asunto de blanco o negro. No hay tal cosa como confiar en alguien un poco. O está ahí o no está. Joder. Pensaba que confiabas en mí.

—¡Lo hago! Nunca dije que no confiara en ti. Es sólo… ese estilo de vida me pone incómoda. Y estoy sola. No sé si este es el tipo de vida que quiero.

—¿Qué exactamente estás diciendo?

—No lo sé —dije, mi voz apenas audible.

Hubo un largo momento de silencio mientras escuchaba su respiración. Entonces, finalmente habló—: No puedo siquiera ver las caras de la gente en el público. Cuando estoy cantando, estoy cantando para ti, contando los días hasta volver a casa. No sería tan jodidamente importante si no quedara nada en casa a lo que volver.

¿Por qué no me has dicho que me amas?

Realmente lo había enojado. Necesitaba terminar la llamada antes de decir algo más que lamentaría.

—Tienes dos grandes shows cerca. No puedes permitirte estresarte. Lo lamento por causar una pelea.

—También lo siento.

—Voy a intentar dormir un poco.

—Está bien —dijo.

—Buenas noches.

—Buenas noches.

Después de colgar, tuve un tiempo duro para volver a quedarme dormida. Terminar la llamada en malos términos me hizo sentir como mierda. Pensaba que no podría sentirme peor.

Los sucesos de la mañana siguiente harían a la pelea de la noche anterior parecer enormemente insignificante.

***

Llámalo intuición de madre.

Algo me despertó, aunque estaba silencioso. El reloj mostraba casi las cuatro de la mañana.

Mientras intentaba volver a dormirme unos pocos minutos después, lo que sonaba como un ligero silbido vino a través del monitor del bebé; apenas podías oírlo.

En pánico, salté de la cama tan rápido que me mareé. Corriendo por el pasillo hacia la habitación de Bea, se sintió como si mi corazón estuviera en mi boca mientras prácticamente tropezaba con mis propios pies.

Todo pareció suceder muy rápido, sin embargo, al mismo tiempo, fueron los más largos y aterradores momentos de mi vida. Bea estaba luchando por respirar, sus pequeños ojos mirándome con impotencia. Se estaba ahogando, pero incapaz de toser. Mi mente se aceleró mientras luchaba por recordar los pasos de la clase de RCP infantil que había tomado en Providence.

Volviendo su cara sobre mi antebrazo, sostuve su mandíbula con una mano para sostener su cabeza. Golpeé su espalda cinco veces entre sus omóplatos. Ella todavía no podía respirar, y nada salió.

Volviendo su cara arriba, coloqué dos dedos en medio de su pecho y presioné abajo en rápidos empujes. El objeto todavía no se movió. Corrí con ella hacia mi habitación y agarré mi teléfono y marqué el 911. Ni siquiera podía recordar lo que le había dicho al operador porque cuando Bea se quedó inconsciente, perdí mi propia capacidad de respirar.

Alterné entre soplos de aire y compresiones de pecho mientras el remitente me guiaba. El objeto finalmente salió volando de su boca, y me di cuenta de que era una de las pequeñas bombillas de su suéter. Debió haberse caído en su cuna.
Aunque la bombilla había salido, Bea estaba inconsciente.

La siguiente cosa que supe era que las sirenas estaban resonando. Corrí abajo con ella para dejarles entrar. Los hombres se apresuraron en la habitación. Ellos empezaron a hacerle RCP a mi bebé.

Toda mi vida colgaba de una balanza mientras miraba con impotencia, paralizada por el miedo. No era diferente a estar inconsciente yo misma.

Cuando uno de los técnicos de emergencias indicó que ella estaba respirando de nuevo, fue como si yo hubiese vuelto de la muerte. Las lágrimas cayeron por mis mejillas cegándome de conseguir una vista clara cuando ellos la pusieron en una camilla y me dirigían para entrar en la ambulancia. Porque ella había estado inconsciente por tanto tiempo, necesitaba ser llevada al hospital por tratamiento y para asegurarse de que no hubiera ningún daño cerebral o heridas internas.

Todavía en mis pantalones de dormir sin abrigo, me senté en la ambulancia a su lado mientras uno de los hombres sostenía una máscara de oxígeno sobre su cara.

Demasiado conmocionada para hablar, tecleé una serie de agitados mensajes para Edward.

Bea está viva.

Se ahogó con un pequeño adorno.

Salió.

Los técnicos de emergencias el hicieron RCP.

En la ambulancia de camino al hospital.

Estoy asustada.

En cuestión de segundos, mi teléfono sonó. Tenía que ser la una y media de la madrugada en Los Ángeles.

La voz de Edward fue temblorosa. —¿Isabella? Recibí tu mensaje. Oh, dios mío. ¿Está bien?

—No sé. Está inconsciente y respirando. Sólo no sé si hay cualquier otro daño.

—¿Puedes verla? ¿Está contigo?

—Sí. Tiene una máscara de oxígeno sobre su cara, pero sus ojos están abiertos. Creo que está asustada.

Escuché un crujido, entonces dijo—: Voy a tomar el próximo avión hacia allá.
Todavía en shock, me quedé en silencio.

Su voz parecía estar desvaneciéndose en la distancia. —¿Isabella? ¿Estás ahí? Aguanta ahí, nena. Va a estar bien. Lo estará.

—Está bien —susurré a través de mis lágrimas.

—¿Dónde la están llevando?

—Al hospital Hasbro Children‟s en Providence.

—Llámame tan pronto como sepas algo.

—Está bien.

—Sé fuerte, Isabella. Por favor.

2 comentarios:

Ana dijo...

Madre mía qué miedo!! Gracias por la historia

Kar dijo...

Hola hola Annel Edward realmente está preocupado Bea, así como Bella es una prioridad para él, gracias por el capítulo nena voy por el siguiente
Saludos y besos

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina