sábado, 8 de diciembre de 2018

La forma que estaba destinada a se capitulo 13


Capitulo 13
Edward seguía durmiendo mientras hacía café en la cocina. Era una típica mañana de domingo lento hasta que un texto simple giró todo mi mundo al revés. Miré hacia el teléfono de Edward, que estaba cargándose en el mostrador.

Kate: Bien. Llámeme cuando decidas.

¿Kate?

Inmediatamente recordando que Kate era su ex novia, la única relación a largo plazo que había tenido, además de Tanya, mi corazón comenzó a palpitar.

¿Qué significaba eso? ¿Habían estado hablando?

Ni siquiera había pensado dos veces acerca de si el espionaje estaba bien o mal; Tenía que saber. Desplazándose hacia arriba, leí los otros dos mensajes por encima de este.

Kate: ¿Has pensado un poco más?

Edward: Sí. Necesito un poco más de tiempo.


Un sentimiento de temor se formó en lo profundo de mi estómago. La noche anterior había sido un punto de inflexión en nuestra relación, o eso pensé. Edward me había hecho sentir como que podía confiar en él implícitamente. Saber que había estado en comunicación con su ex —que había estado ocultando algo de mí—, se sentía como si alguien hubiera vertido un cubo de agua helada sobre mi cabeza, despertándome de una falsa ilusión.

Mirando fijamente fuera de la ventana grande de la cocina, me di cuenta de que estaba lloviznando afuera. Sería un día crudo y frío. Ni siquiera giré cuando vino abajo. El golpe de sus labios se podía escuchar mientras besaba Bea, que estaba jugando en el tapete cerca.

Mi cuerpo se tensó cuando él vino detrás de mí, presionando su erección mañanera en contra de mi culo mientras me besaba el cuello y dijo—: Buenos días.

Cuando volteé, se dio cuenta de inmediato que algo estaba mal por la expresión en mi cara.

Su expresión se apagó. —Isabella… habla conmigo.

En lugar de responderle, me acerqué al mostrador y le entregué su teléfono. —¿Para qué necesitas más tiempo?

Edward bajó la mirada hacia él y parpadeó un par de veces. —Iba a hablar contigo hoy acerca de algo. No quería quitarle el primer Halloween a Bea.

Se sentía como si las paredes se cerraban en mí. —Me siento tan estúpida por confiar en todo esto.

—Guau. ¡Espera! —Su cara comenzó a ponerse roja de ira—. ¿Exactamente a qué conclusión estás saltando en este momento?

—No hace falta ser un científico, Edward. Has estado enviando mensajes de texto de ida y vuelta con tu ex-novia. Tratando de decidir sobre algo.

—Está bien. Algo está pasando, pero no tiene nada que ver con ella. Hay una razón por la que es una ex. No tienes nada de qué preocuparte. ¿No viste lo que jodidamente me hiciste anoche?

—¿Por qué más estás conversando con ella?

Pasó los dedos por su cabello y tomó una respiración profunda para tranquilizarse. —Kate es la manager del tour para Calvin Sprockett.

—¿Calvin Sprockett, el cantante?

—Sí. —Se rió un poco ante mi reacción—. El legendario artista ganador del Grammy. Ese.

—Está bien… así que ¿qué está discutiendo contigo?

—Él estará de gira por América del Norte y Europa durante cinco meses. El artista que se suponía sería la apertura para él acaba inesperJacobente de entrar a rehabilitación. Kate está unida con mi agente, Steve Rollins. Se conocieron cuando estábamos saliendo. Kate era algo así como una manager para mí en aquel entonces, también. De todos modos, creo que Steve le dio uno de mis recientes demostraciones de la sesión de grabación de septiembre y ella la reprodujo para Calvin. Él le preguntó si me interesaba en ser el reemplazo de apertura en la gira.

—¿Me estás tomando el pelo? ¡Oh Dios mío. Edward… es un sueño!

Era extraño sentir felicidad por él y también como mi mundo se derrumbaba todo al mismo tiempo. Lo único que sabía con certeza era que no dejaría que mi miedo se interponga en el camino de soportar esta oportunidad de una vez en la vida.

—Lo siento por no habértelo mencionado todavía. Realmente sólo quería que ayer fuera perfecto. Juro por Dios que iba a decírtelo antes de que el fin de semana hubiera terminado.

Me devané mi cerebro para pensar en algo que decir que no mostraría mi aprensión. —¿Sabe que nunca has viajado antes?

Edward asintió. —Al principio, pensé que era extraño que iba a tomar una oportunidad en alguien como yo, pero parece que he aprendido que Cal es conocida por la introducción de la marca de nuevos talentos en sus giras. Así fue como David Aarons consiguió su comienzo.

—De Verdad. Guau… y él te eligió.

Sonrió vacilante. —Sí.

—Tú estilo totalmente va con él suyo, también.

—Lo sé. Es una buena opción.

Con el pánico a un lado, mi corazón también se llenó de orgullo. Lo alcancé para abrazarlo. —Santo cielo. Estoy muy orgullosa de ti —dije, a pesar de que se sentía como si mi mundo se caía a pedazos.

—No he aceptado todavía, Isabella.

Me aparté de repente a mirarlo a los ojos. —Lo harás, ¿verdad?

Frunció el ceño. —No lo sé.

—No puedes rechazarlo.

—Quería hablar contigo primero.

—¿Qué hay que discutir?

—Dejaría a ti y a Bea por cinco malditos meses.

—Nunca dijiste exactamente que tu estancia aquí fuera permanente en primer lugar. Técnicamente, has estado con lo días contados. Te das cuenta de eso, ¿verdad?

No dirigió mi pregunta cuando dijo—: Esto sería diferente que mi simple hecho de estar en Nueva York. No sería capaz de simplemente venir a la isla cuando quiera o cuando necesites algo. El tour es continuo. Se adhieren a un horario apretado. Le gusta hacer dos o tres espectáculos en cada ciudad.

—No tienes que preocuparte por mí. —Por mucho que no quería que se fuera, no había manera de que permitiría que dejara una oportunidad como esa por culpabilidad. Se resentiría conmigo y Bea. Esa era la última cosa que quería.

—¿No tengo que preocuparme acerca de ti? ¿Recuerdas en el estado en que te encontré?

—Mucho ha cambiado desde entonces. Bea ha crecido mucho. Ella es menos dependiente de mí y duerme mejor. No me utilices como excusa para no aprovechar esta oportunidad. Cinco meses volarán.

En realidad, parecía como una eternidad. Tanto podría ocurrir en cinco meses. De hecho, por lo mucho que había pasado entre nosotros en esa misma cantidad de tiempo. Crecimos hasta convertirnos en nuestra propia versión única de una familia en esa duración equivalente.

—Dices que lo llevarás por ahora, pero cuando no tengas a nadie alrededor para librarte cuando quieres salir de casa o ir de compras, podrás sentirlo. Cuando te sientas sola en la noche, sentirás eso… a menos que llames al imbécil de al lado. Estoy seguro de que Emmett sacará el máximo provecho de mi desaparición.

Parecía como si estuviera tratando de inventar cualquier excusa en el mundo de por qué ir era una mala idea.

—No quiero que te vayas, Edward. Me asusta muchísimo, pero sólo sé que te arrepentirás por el resto de su vida si no lo haces. Ni siquiera hay que tomar una decisión con una oferta como esta.

Bajó su mirada a sus zapatos y se quedó mirando el suelo durante más tiempo antes de que él admitiera. —Tienes razón. Siempre me preguntaré lo que podría haber sido si no lo hago. Y no creo que tendré otra oportunidad igual en mi vida.

Mi garganta se sentía como papel de lija cuando tragué. —Bueno, entonces tienes tu respuesta.

Edward miraba al vacío y dijo—: Mierda. Esto está sucediendo realmente. —Luego se volvió hacia mí con una expresión nerviosa como si quería que hiciera un último intento de hablar de ello.

—Bea y yo todavía estaremos aquí.

—Volveré alrededor de un mes después de su primer cumpleaños. —Miró a donde Bea estaba jugando—. Me lo perderé

Tratando de mantener la calma, le pregunté—: ¿Cuándo necesitas comunicarlo a Kate?

—A más tardar en el próximo par de días.

Dudé antes de preguntar—: ¿Estás seguro de que Tanya no estaba en lo correcto sobre ella?

—¿Qué quieres decir?

—¿Que está tratando de volver contigo? Parece un gran gesto por su parte, trabajar para conseguir que estés en esta gira.

—Siempre ha sido una gran defensora de mi música. No hay nada más que hacer allí, Isabella.

—¿Estará en la gira todo el tiempo?

—Sí. Ella la dirige.

—¿Sigue saliendo con alguien?

Contestó de mala gana. —No lo creo.

La adrenalina bombeada a través de mí mientras los celos se hicieron cargo. Mis mejillas se sentían calientes. —Ya veo.

—Te dije la historia de mi ruptura con Kate. Ella no era la elegida para mí. Se acabó. No importa que esté en la gira. Por favor, no te centres en eso. Es un desperdicio de energía.

—Bueno. Voy a tratar, pero sólo imagina cómo te sentirías si yo fuera en un recorrido en autobús con un ex durante cinco meses. Ni siquiera puedes tratar con Emmett al lado. Viviste con ella durante dos años. Seguramente puedes ver por qué me hace sentir incómoda.

—Por supuesto, lo entiendo, pero no puedo hacer suficiente hincapié en que Kate y yo hemos terminado. Sí, ella estará en esta gira, pero por favor, no te preocupes por eso.

—Bien. Lo intentaré.

Mi corazón se sentía como si pesaba mil libras. No podía dejarle ver que me encontraba devastada por su inminente partida. De repente dije—: Oye, ¿está bien si tomo un trote rápido en la playa? ¿Mantendrías un ojo en Bea?

—¿Desde cuándo tu trotas?

—Me gustaría empezar.

Se quedó mirándome con recelo. —Sí. Por supuesto que voy a verla.

Sin demora, corrí escaleras arriba y me puse mi ropa de ejercicio tan rápido como pude.

Una vez fuera, mis piernas estaban yendo más rápido que mi corazón podría hacerlo. No podía mantener el ritmo de mi propia voluntad de huir de la angustia de saber que el realmente se iría lejos. No fue su partida que estaba devastándome, sino más bien el temor de que él no querría volver a esta vida mundana en la isla. Él estaría experimentando algo completamente nuevo. Una gira musical estaría lleno de emoción y tentación. No hay limitaciones.

No podía dejarle ver lo aterrada que estaba; la única cosa peor que su partida sería si él decide no ir a causa de mis inseguridades. Si bien no podía detener su partida, la única cosa que conseguiría hacer era tratar de protegerme de la única manera que sabía. Para el resto de su tiempo en la isla, no podía permitirme estar más cerca de él física o emocionalmente. Si pudiéramos sobrevivir a su partida, entonces sabré que hablaba en serio sobre nosotras. Hasta entonces, era necesario vivir mi vida bajo el supuesto de que no se puede volver. Este tour sería la prueba definitiva.

El aire de la playa llenaba mi garganta mientras corría. Era mucho viento que volaba arena a mis ojos y boca mientras esquivaba las gaviotas.

Finalmente llegando de vuelta a casa, me detuve junto a la puerta antes de entrar. Edward tenía la radio encendida y estaba bailando alrededor de la cocina con Bea. Ella se reía cada vez que la giraba rápidamente. La música se desvaneció en el fondo, teniendo un asiento de segundo plano al fuerte ruido de los pensamientos ansiosos que pasaban por mi mente. Me di cuenta de que no sería la única devastada por su partida. Bea no tenía idea de que se habría ido en cuestión de días. Ni siquiera sería capaz de entender por qué se fue. Mi corazón estaba herido por ella, y él ni siquiera se había ido todavía.

***

Siempre cuando quieres que el tiempo se detenga vuela más rápido.
Después de que Edward aceptara el concierto de gira, descubrió que sólo tenía una semana y media antes de que se presentara en Minneapolis. Conduciría el Range Rover de regreso a Nueva York para luego tomar un vuelo con el que se encontraría con Calvin y el resto de la tripulación en Minnesota donde podrían dar inicio a la gira.
Debido a que el otro músico había abandonado tan repentinamente, no había mucho tiempo para prepararse. Edward tenía suerte porque cuando explicó la situación a los gerentes en su trabajo diario, acordaron concederle una licencia sin sueldo. El presidente de la compañía de software que Edward trabajaba era un gran fan de Calvin Sprockett, así que ayudó.

Mientras que en el exterior todo estaba cayendo en su lugar, en mi mente, todo se caía a pedazos. Me moría de ganas de estar simplemente emocionada por él, una parte de mí lo estaba. Simplemente no podía separar esa parte de mi propia tristeza y miedo.

Si bien habíamos utilizados esos días finales sabiamente, pasando el tiempo junto con Bea, las cosas eran muy tensa entre nosotros. Justo después de que había tomado la decisión de ir a la gira, le expliqué a Edward durante el café una mañana que no creía que fuera una buena idea que tomemos las cosas más allá de físicamente antes de irse. Le dije que sólo haría más difícil su partida para mí. Lo usé como una gran excusa. A pesar de que afirmó entender, en el fondo sabía que lo vio como lo que era: una falta de fe en su lealtad hacia mí. Me retiré a mi habitación cada noche, y él no trató de detenerme.

Dos días antes de su partida prevista, tuve que ir a Providence para agarrar mis cosas del taquillero. Ya no podía permitirme el lujo de mantenerlo allí, ya que no estaba trabajando. Había planeado donar gran parte de ella como podía y tener una venta de garaje en Newport para algunos de los artículos más pequeños. La mayor parte eran cosas que ya no necesitaba de todos modos. El esposo de mi amiga Tracy me encontró con su auto y me ayudó a cargar la mayoría de las pertenencias antes de que transportar la mayor parte a una tienda del Ejército de Salvación.

Edward se había quedado atrás en Newport con Bea, mientras que hacía el viaje a Providence.

El viaje entero de regreso a casa en la isla, se llenó de emoción sobre la inminente partida de Edward. Casi podía oír el tic-tac del reloj en mi cerebro. Los últimos meses jugaron en mi cabeza como una película que se acercaba a su fin. No había ninguna duda en mi mente que esta exposición daría a Edward una fama sin precedentes.
Él estaba a punto de ser devorado entero, y realmente no pensaba que sabía lo que venía. Habiendo sido testigo de primera mano en una escala más pequeña, sabía cómo las mujeres reaccionaban a él. Estaba a punto de ser multiplicado por mil. Su vida nunca volvería a ser la misma. Tampoco lo haría la mía.

Cuando regresé a casa de la playa, las cosas eran inusualmente tranquilas. Algo que olía a salsa de tomate era horneado en el horno. Con un clic de la luz del horno, pude ver que era lasaña.

—¿Hola? —grité.

—¡Estamos arriba! —Oí decir a Edward en voz alta.

Parecía que estaba lloviendo en el interior de la habitación de Edward. El sonido se mezcló con música tranquila. Al abrir la puerta, mi corazón casi se detuvo.
La cama de Edward se había ido. En su lugar estaba la cuna blanca de Bea. Una mullida alfombra amarillo mantequilla había sido colocado en el suelo, estrellas iluminadas eran proyectadas sobre el techo mientras se movían lentamente. Los sonidos de la naturaleza venían de una máquina en la cómoda. Un cuadro enmarcado de Anne Geddes se montó en la pared. Mostraba un bebé que dormía vestida como una abeja.

Cubrí mi boca. —Cómo… cuando hiciste…

Él sostenía a Bea. —Necesitaba su propia habitación. Bumblebee está creciendo, no puede dormir allí contigo para siempre. Es el momento. Tú dirigiéndote a Providence hoy era la oportunidad perfecta para sorprenderte antes de irme.

Los ojos de Bea estaban hipnotizada por las estrellas que flotaban en el techo mientras movía su pequeña cabeza, estirando el cuello para seguir su camino.
Sonreí. —¿Ella realmente lo ama, eh?

—Sabía que lo haría. A veces, cuando está despierta en la noche conmigo, la llevo a la terraza. Miramos a las estrellas juntos. Tal vez ella mirando estas pensará en mí mientras estoy fuera. —Sus palabras exprimió mi corazón.

—No sabía qué hacías eso con ella. —Caminé alrededor de la habitación, admirando la transformación—. ¿Dónde están todas tus cosas?

—Deshice mi cama, la tiré en la esquina de mi oficina por ahora.

Algo acerca de desocupar su habitación y dársela a Bea de repente parecía tan definitivo y no me cayó bien. Empecé a leer el significado y reaccioné exageradamente.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza en pánico. —No vas a volver. —No había querido decirlo en voz alta.

—¿Qué?

—Renunciaste a tu habitación porque sabes que no vas a volver aquí. Te irás lejos, te convertirás en una gran estrella. Nos visitarás, pero en el fondo, sabes que no vas a vivir aquí nunca más.

Era como si todas mis inseguridades repente tenían voz. Realmente no tenía intención de poner todo en la línea de esa manera. Simplemente salió después un largo y estresante día.

Edward se quedó sin habla al principio. Cuando por fin habló, su tono limito el enojo—: ¿Eso es lo que piensas?

—No lo sé. Supongo que sólo estoy pensando en voz alta.

—Hice este cuarto de bebé porque ella no debería estar durmiendo en tu jodida habitación. Ella se merece su propio espacio. Estaba planeando esto mucho antes de lo que supiera sobre la gira. Recolecté poco a poco estas cosas durante el mes pasado, oculté todo en mi armario. —Metió la mano en el cajón de la cómoda por un montón de recibos, los sacó y más o menos las arrojó en el aire. Las notas blancas cayeron al suelo—. Mira las fechas de éstos. Son de hace semanas.

Me sentí muy estúpida. —Lo siento. He estado estresada sobre tu partida. Estaba tratando de no demostrarlo, y supongo que finalmente se puso al día conmigo.

—¿Crees que estoy tratando de separarme de ti? Tú eres la que puso encima una pared gigantesca al segundo que te dije acerca de la gira. Si fuera por mí, no me gustaría nada más que jodidamente dormir en tu cama esta noche —dentro de ti—, porque me estoy yendo en menos de dos días. ¡Dos días, Isabella! En lugar de disfrutar el uno del otro, me has estado dejando fuera. Estoy respetando tus deseos y no empujaré nada porque sé que mi partida es bastante difícil para ti, ¡pero mierda!

Sintiendo vergüenza, dije—: Lo siento por exagerar. Hiciste esto algo más que una habitación de bebé. La habitación es preciosa. De verdad.

—Voy a ver la comida. —Edward colocó a Bea en su cuna y salió precipitadamente de la habitación, cerrando la puerta detrás de él. Miré las estrellas en el techo, lamentando profundamente la pérdida de mi compostura. El equipo de sonido había cambiado a una mezcla de truenos y relámpagos. Era una representación del estado de ánimo.

La cena fue tranquila esa noche.

Sin ninguna habitación permanente, Edward dormía en el sofá.

No pude dormir en absoluto.

***

Edward se habría ido mañana.

Necesitaba arreglar las cosas con el antes de irse, o lo lamentaría. Bea estaba durmiendo tranquilamente en su nueva habitación, así que pensé que me gustaría tener la oportunidad de hablar con él.

La montaña de equipaje negro de Edward estaban apilados juntos en la esquina de su oficina. La visión de eso sólo me dio ansiedad.

Mientras caminaba por el pasillo, el sonido de él golpeando el saco de boxeo podía escucharse desde la sala de ejercicios.

De pie en la puerta, vi cómo golpeaba la bolsa con más fuerza de la que alguna vez lo había visto hacerlo antes. Edward estaba completamente en la zona y, o bien no se había dado cuenta de que estaba ahí o pretendía que no lo había hecho.

—Edward.

No se detuvo. No estaba segura si podía oírme, ya que llevaba auriculares. Podía escuchar la música a todo volumen a través de ellos.

—Edward —repetí más fuerte.

Él continuó ignorándome mientras golpeaba aún más fuerte la bolsa.

—Edward —grité.

Esta vez me miró brevemente, pero no dejó de golpear la bolsa. Eso confirmó que estaba definitivamente ignorándome.

Decidida a no huir de esta situación, no importa lo dolorosa que fuera, me quedé en la puerta mirándolo durante varios minutos hasta que finalmente se detuvo. Apoyado en el saco de boxeo y luego agarrándolo, bajó la mirada hacia el suelo, mientras le faltaba el aire, pero no dijo nada. Después de un largo momento de silencio, por fin habló.

—Te estoy perdiendo y ni siquiera me he ido todavía. —Se giró hacia mí—. Esta gira no vale la pena.

—Tienes que ir. No estás perdiéndome. Simplemente no sé cómo manejarlo.

Un chorro de sudor corría por la longitud de su reluciente pecho mientras caminaba hacia mí, pero no llegó a tocarme. El olor de su piel mezclado con colonia me sirvió como un recordatorio de lo mucho que estaba engañándome a mí misma cuando se trataba de mi capacidad para mantenerme sexualmente lejos de él.

—Es entendible. Totalmente comprensible —dijo.

—¿Qué lo es?

—Todas tus preocupaciones… Me sentiría igual si fueras tú la que se va de gira. Esa escena no es una broma. Entiendo por qué tienes miedo.

No me consoló exactamente el hecho de que él sintiera que mis preocupaciones tenían fundamento.

Él continuó—: No es que no confíes en mí ahora, pero crees que ese ambiente podría llegar a cambiarme de alguna manera, hacerme querer cosas diferentes a las que quiero ahora.

—Sí. Eso es exactamente correcto. Si entiendes mi miedo ¿Por qué te enojas conmigo por eso?

—Es más como que estoy… frustrado. Todo está pasando muy rápido y se me está acabando el tiempo para arreglar esto antes de irme. Tenemos que confiar que en lo que hemos estado trabajando vale más la pena que todas las mierdas locas que la vida pueda lanzarnos en los próximos cinco meses. También estoy asustado porque no quiero volver a decepcionarlas a Bea y a ti. —La mirada de miedo en sus ojos no tenía precedentes, y la incertidumbre en ellos me hizo sentir incómoda.

—¿Decepcionarme?

—Sí. Bea se está atando a mí. Mientras ella no recordará estos meses, está creciendo y va a empezar a entender más a medida que el tiempo pase. Esto no es un juego. Yo sé eso. Preferiría morir antes que hacerle daño.

A pesar de que no estaba diciéndolo en tantas palabras, tomé su declaración en el sentido de que él todavía no estaba seguro de si quería un niño, que a su vez significaba que podría haber estado inseguro acerca de nosotros. Me dolía saber que aún tenía dudas, a pesar de lo fenomenal que era con Bea.

Y conmigo.

Esta gira estaba obligando a Edward a hacer algo que nunca habría hecho de otra manera; lo obligaba a dejarnos, dar un paso atrás y reflexionar sobre la responsabilidad en la que, sin saberlo, entró el día en que decidió venir a Newport un mes antes el verano pasado, esperando una casa vacía. Desde luego, tiene mucho más de lo que jamás hubiera esperado para ese día. Había sido nuestra roca desde entonces. A pesar de que no quiero perderlo, él necesitaba esta separación para averiguar lo que realmente quería.

Sabía que realmente lo deseaba. También sabía que lo amaba lo suficiente como para dejarlo ir. Juré que no empujaría la culpa por más tiempo.

Esta gira fue algo como una bendición disfrazada, porque le daría el espacio para decidir lo que realmente estaba destinado a ser. Desde luego, no quería que Bea estuviera más unida a él si nosotras no seríamos lo suficientemente fuertes para sobrevivir a esto. Ahora era más importante proteger su corazón que el mío.

Le admití de mala gana mi realización. —Quizás este tiempo fuera es necesario. Esto te ayudará a darte cuenta de lo que realmente quieres en la vida.

Me sorprendió cuando admitió. —Creo que tienes razón.

Su acuerdo conmigo hizo que mi estómago bajara un poco. Al mismo tiempo, juré ser fuerte, para dejar que el destino siguiera su curso. No actuaría estúpidamente y sabotear cualquier cosa de una manera u otra, porque lo amaba. Mucho. Quería lo mejor para él, quería que fuera feliz, incluso si eso no nos incluía a Bea y a mí.

El universo ya había demostrado que tenía planes para mí, los que estaban más allá de mi control. Bea era una prueba de ello. Tenía que confiar en que algo más grande que nosotros estaba en el timón y que este último desafío tenía un propósito. Lo único de lo que estaba segura era de que, o bien esto podría separarnos o hacernos más fuertes que nunca.

En cinco meses tendría mi respuesta.

***

Llovió todo el día.

Como si Bea pudiera sentir que algo estaba mal, ella se negó a dormir en su cuna nueva esa noche. Me hizo pensar que era muy posible que los bebés tuvieran un sexto sentido. Desde que Edward había remodelado su cuarto, le gustaba dormir allí y mirar las estrellas. Pero esta noche —la última noche de Edward—, Bea solo se calmó en la seguridad de mis brazos. Intuición, tal vez. Por lo tanto, la dejé dormir a lado en la cama, aunque, igual que no podía conciliar el sueño.

Mientras más se acercaba la media noche, me volvía más melancólica y el insomnio seguía ganando.

Edward tocó la puerta suavemente. —Isabella ¿Estás despierta?

—Sí, pasa.

Entró y se tumbó en la cama al lado de nosotras, reposicionando las sábanas. —No puedo dormir.

—¿Estás nervioso? —le pregunté.

—Más bien muerto de miedo.

—¿Sobre qué en particular?

Dejó escapar una risa sarcástica. —De todo. Tengo miedo de dejarte, miedo de que ella no me recuerde… miedo de que ella me recuerde —que recuerde que me fui. Estoy asustado por tener que actuar frente a miles de personas, asustado de arruinarlo. Tú menciónalo. Estoy asustado de eso.

—No tienes por qué tener miedo de actuar. Vas a noquearlos.

Haciendo caso omiso de mis palabras, tomó Bea de mi lado y la colocó sobre su pecho. Su respiración comenzó a igualarse.

Me rompió el corazón cuando él suavemente la besó en la cabeza y le dijo al oído—: Lo siento, Bumblebee.

Mi estado de ánimo había estado por todo lugar durante el día, alternando entre sentir lástima por mí misma y por Bea, a sentirme orgullosa y emocionada por él. En este momento íntimo particular, me sentí obligada no como su amante, sino como su amiga de ayudarle a entender que merecía esta oportunidad que por la que había trabajado toda su vida. No tenía nada que lamentar. Así fue como supe que realmente lo quería, porque en el último momento, todo lo que quería era quitarle su culpabilidad y hacer que se sienta bien, independientemente de cuánto dolía su partida.

—Nana estaría muy orgullosa de ti, Edward. Siempre me decía que creía que estabas destinado a la grandeza. Cuando salgas ahí, ni siquiera pienses en que tantas personas están viendo, sólo canta para ella, cántale a Nana… haz esto por ella.

—Ella estaría también orgullosa con la forma en que resultaste, Patch… todo lo que has hecho. La madre que te has convertido a pesar de lo mala que fue tu propia madre. Nana estaría muy orgullosa. Yo estoy tan malditamente orgulloso.

Con Bea ahora dormida en su pecho, Edward se inclinó para besarme. Él comenzó a devorar mi boca, firme pero con ternura. Nos besamos durante varios minutos, con cuidado de no despertar a Bea.

Habló contra mi boca—: Quiero tanto hacerte el amor en este momento. Pero, al mismo tiempo, lo entiendo por qué piensas que haría mañana aún más difícil. No sé si alguna vez podría salir de aquí después de eso.

—No creo que Bea lo permitiría en este momento de todos modos. Se ve muy cómoda.

Él la miró y sonrió. —Probablemente tienes razón. —Se volvió hacia mí, con sus ojos azules brillando en la oscuridad—. Prométeme algunas cosas.
—Está bien.

—Prométeme que vamos a realizar video llamadas al menos cada dos días.

—Claro. Eso será fácil.

—Prométeme que si te sientes sola, vas a llamarme en cualquier momento… de día o de noche.

—Lo haré ¿Qué más?

—Prométeme que no vamos a ocultar nada importante el uno del otro y que siempre seremos honestos entre nosotros.

Eso me hizo sentir un poco mareada cuando empecé a reflexionar sobre qué cosas anticipó tendría que ser honesto conmigo.

—Está bien. Lo prometo. —Tragué—. ¿Algo más?

—No. Sólo quiero dormir junto a Bea y a ti esta noche. ¿Eso está bien contigo?

—Por supuesto. —Tomé su mano—. Todo va a estar bien, Edward. Nosotras vamos a estar bien.

Me sonrió y susurró—: Sip.

Edward colocó a Bea entre nosotros dos. Mientras yacía en el medio, Edward y yo nos miramos a los ojos del otro hasta que el sueño finalmente nos reclamó.

***

Cuando me desperté a la mañana siguiente, el pánico se apoderó de mí por un breve momento, porque Edward se había ido de la cama. Mirando el reloj, me calmé, dándome cuenta de que eran sólo las nueve de la mañana. Él no tenía programado salir hasta alrededor del mediodía.

El olor de la preparación de su distintivo café se colaba por la escalera e inmediatamente me entristeció. Sería la última vez que olería su fusión de café por un largo tiempo.

Sintiendo mis ojos ponerse llorosos, tomé mi dulce tiempo antes de bajar, esperando recobrar la compostura para entonces. Hice algunas cosas mecánicas: limpiar el dormitorio, lancé una carga de ropa, cualquier cosa antes que tenerlo verme quebrarme. Bea me observaba desde su silla saltarina mientras corría alrededor de mi habitación como una maníaca.

Edward entró mientras aspiraba mi alfombra. No alzaría la vista hacia él mientras movía la aspiradora de ida y vuelta.

—Isabella.

Empujé a lo largo de la alfombra más rápido.

—¡Isabella! —gritó.

Finalmente lo miré. Debe haber visto la tristeza en mis ojos porque su expresión se oscureció lentamente. Me quedé mirándolo mientras la aspiradora continuó funcionando, a pesar de que había dejado de moverlo. Una lágrima cayó por mi mejilla, y supe que había perdido oficialmente mi capacidad de ocultar mis sentimientos.

Lentamente se acercó y apagó la aspiradora, su mano persistente sobre la mía que todavía agarraba el mango.

—He estado esperando para tomar un café contigo —dijo—. Necesito desayunar contigo y Bea una última vez antes de irme. Es mi cosa favorita en el mundo.

Limpié mis ojos. —Está bien.

—Está jodidamente bien estar triste. Deja de tratar de ocultarlo de mí. No lo esconderé, tampoco. —Su voz se quebró un poco—. Estoy tan jodidamente triste en este momento, Isabella. La última cosa que quiero hacer ahora es dejarlas a ustedes chicas. Pero el tiempo se está acabando. No lo desperdicies escondiéndote de mí.

Tenía razón.

Esnifando, asentí—: Vamos a tomar el café.

Edward levantó a Bea en sus brazos mientras cerró sus ojos fuertemente y aspiraba su aroma, como si quisiera grabarlo en su memoria. Cuando se retiró, la levantó en el aire mientras ella miró hacia abajo a él. —¿Eres mi Bumblebee?

Le sonrió, y si eso no se sentía como un cuchillo en el corazón, no sabía lo que hacía. Mis emociones estaban por todo el lugar de nuevo. Una parte de mí todavía estaba egoístamente enojada con él.

¿Cómo podías dejarnos?

¿Por qué no me has dicho que me amas?

¿Por qué no le has dicho a Bea que la amas?

No nos amas.

Una parte más grande estaba enfadada conmigo misma por siquiera tener ese tipo de pensamientos otra vez. Me daba cuenta de que no era tanto el hecho de que se iba lo que me molestaba, como era el  hecho de que me estaba dejando tan insegura sobre en donde las cosas realmente quedaban con nosotros.

Me trataba como si me amaba, pero incluso cuando actuábamos como una familia, nunca había definido nuestra relación, ni siquiera me etiquetó como su novia.

Mientras Edward preparaba las tazas de café como siempre hacía, seguí cada movimiento que hizo y no pude dejar de preguntarme cuando sería la próxima vez que lo observaría hacer café.

Cuando me entregó mi taza, puse la mejor sonrisa que pude. No quería que se fuera pensando en mi cara triste. Del mismo modo que yo me encontraba tratando como el infierno para poner una fachada feliz, su expresión se volvió hosca.

—¿Qué pasa, Edward?

—Me siento impotente. Si necesitas algo, le dije a Tom que podrías llamarlo de vez en cuando. Dejé su número en la nevera. Dijo que en cualquier hora del día o de la noche, no dudes. Llámalo en lugar de ese idiota de al lado, por favor. También instalé un nuevo sistema de alarma. —Agitó una mano, llevándome a la puerta—. Vamos, te mostraré cómo usarlo.

Todo lo que decía fue amortiguado cuando mis ojos siguieron sus dedos, manos y labios mientras explicaba cómo maniobrar el panel de control de la alarma. Su voz fue desvaneciéndose en el fondo, perdiendo la batalla con mi acumulado pánico.

Edward se dio cuenta y dejó de hablar. —¿Sabes qué? Te enviaré por correo las instrucciones. —Me miró fijamente por un momento antes de tirar de mí en un abrazo. Me sostuvo por lo que parecieron varios minutos, frotando lentamente mi espalda. No había nada que pudiéramos hacer para ralentizar el tiempo.

Observé desde la ventana como Edward cargó su equipaje en la parte trasera del Range Rover.

Cuando regresó dentro, tomamos un paseo rápido pero tranquilo en la playa con Bea. En un momento dado, me quedé atrás mientras Edward llevó a Bea más cerca de la orilla. Susurró algo en su oído. Eso me puso curiosa, pero nunca le pregunté qué le había dicho a ella.

Una vez que regresamos a la casa, ya era la hora de partir de Edward. La mañana había pasado volando demasiado rápido; casi parecía injusto.

Tratando de reprimir mis lágrimas, le dije—: No puedo creer que este momento finalmente llegó.

Milagrosamente, fui capaz de mantener a raya el llanto porque, en su mayoría, estaba en shock. Lo mejor que podía hacer por él ahora mismo era asegurarle que lo apoyaría mientras experimentaba este nuevo capítulo, dejarle saber que estaría allí para él de la misma forma que empezamos —como una amiga.
Devolví sus propios sentimientos de antes. —Lo mismo va para ti, Edward. Si me necesitas, o si te sientes solo, o tal vez te sientes dudoso, llámame de día o de noche. Estaré aquí.

Edward todavía sostenía a Bea cuando colocó su frente en la mía y simplemente dijo—: Gracias. —Nos quedamos así por un tiempo con Bea intercalada en medio de nosotros.

Aun queriendo evitar romper en lágrimas, me obligué a alejarme. —Será mejor que te vayas. Perderás tu vuelo.

Besó suavemente la cabeza de Bea y luego dijo—: Te llamaré cuando aterrice en Minneapolis.

Bea y yo permanecimos de pie en la entrada, mirando mientras se alejaba. Entró en el auto y lo encendió pero no se movió. Miró hacia nosotras mientras continuábamos esperando. Bea estaba extendiendo su mano hacia él y balbuceando; era evidente que no tenía idea de lo que estaba pasando.

¿Por qué no se mueve?

De pronto se bajó del auto, dando un portazo. Mi ritmo cardíaco se aceleró con cada paso que tomó hacia mí. Antes de que pudiera preguntar si había olvidado algo, su mano se envolvió alrededor de la parte posterior de mi cabeza, tirando de mí hacia él. Abrió su boca ampliamente sobre la mía, hundiendo su lengua dentro y haciéndola girar en torno a un ritmo casi desesperado mientras gemía en mi boca. Él sabía cómo café y un sabor todo suyo. Este no era el momento para excitarse, pero no podía evitar la reacción de mi cuerpo.

Cuando se hizo retroceder, sus ojos eran vidriosos, llenos de tanta confusión como pasión. Otra vez tuve que recordarme el viejo dicho de dejar a alguien libre, que si vuelven son tuyos; si no lo hacen, nunca lo fueron.

Por favor vuelve a mí.

No dijo nada más mientras caminaba de vuelta al auto, lo arrancó y esta vez… se fue.


3 comentarios:

Ana dijo...

Muchas gracias por el capítulo

Kar dijo...

Hola hola Annel estoy llorando está separación creeme me esta afectando siento el miedo que tiene Bella de dejarlo ir pero hay promesas y peticiones silenciosas que se hicieron, el tiempo, solo el tiempo les dará la razón y tienen que pasar esta separación para saber que quieren estar juntos
Gracias por el capítulo y te leo en el siguiente
Saludos y besos

vani dijo...

Hola, gracias por actualizar.
SE FUE!!!!
Tenía la esperanza de las lleve con él.
Pero es verdad que este tiempo fuera les va a servir para aclarar sus sentimientos, ver los que realmente quieren.

Cuando ví que actualizas te doble en fanfiction, me dije puede ser que aquí también.
Muchas gracias!!!

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina