***Esta
adaptación contiene escenas de sexo explicito y lenguaje explicito***
para +18
Capitulo 2
He hecho
cosas como estas, siendo atrapada, desde el momento en que me mude en mi
cumpleaños número dieciocho. Seis meses he caminado por la casa principal en
prácticamente nada, yaciendo por la piscina en incluso menos. A veces incluso
con las tetas al aire, excusando mi desnudez diciendo que no quería líneas de
bronceado en mis tetas. No puedo tener líneas de bronceado.
—Solo yo,
Bella.
Mis
pezones se ponen duros, mi coño cremando, poniéndose más húmedo con la mera
idea de que él está cediendo. Incluso un poco. Hasta que tenga su polla en mí,
no estoy asumiendo nada.
Abro mi
boca, susurrando, no deseando romper el hechizo. —Solo tú.
Él da un
paso hacia adelante, esa normal entrada pedante, atrayéndome como polilla a la
fama. Bajo la manta, exponiendo mi cuerpo a su mirada. Debería ser familiar
para él ahora, pero sus ojos se abren, su lengua se desliza para humedecer sus
labios. Edward luce hambriento, necesitado. Su palma no se ha alejado de su
erección, su mano deslizándose arriba y abajo, ropa separando piel de piel.
—De
cualquier forma que desee.
Asiento. —De
cualquier forma. —Él no puede hacerme nada que no haya hecho ya con chicos que
levante de bares.
—Lo que
sea que quiera.
—Sí. —Dos
pies nos separan, mi mirada clavada en la de él.
No me
muevo. No puedo. Estoy asustada de moverme. No quiero asustarlo, saltar sobre
él y follarme a mí misma con su polla.
—Estoy
limpio. Nunca he follado sin un condón, pero voy a correrme en ti, Bella. Eres
mía.
Me vengo.
Allí mismo. Mi coño solo explotando jodidamente en placer y no puedo detener
los escalofríos, los temblores y la maldita alegría que se vierte a través de
mí. Gimo y dejo caer mi culo en mis tobillos, monto el aire por un momento,
pinchando mi pezón para prolongar el placer un poco.
—Tuya.
—Levanto mis caderas, dolorida. —Soy solo tuya. Nada entre nosotros. Nada.
No puedo
evitar mi reacción. Soy un animal sexual. Palabras, miradas, cuerpos… todo me
excita. Con los ojos cerrados, no veo la palmada venir, no podía imaginar que
Papi reaccionaría de esa forma. Él golpea mi coño, su palma conectando con mis
labios inferiores, su palma chocando con mí sensible piel.
Abro mis
ojos y grito. — ¡Joder!
Él aleja
el dolor con caricias y continúo balanceando mis caderas, robando un poco más
de placer de su toque, jadeando mientras mi excitación se levanta más alto.
—Si…
—Trato de apretarme en su mano, moler contra él, pero él solo golpea mi coño
otra vez, una rápida, palmada aguda seguida por toques tiernos.
—No. Es
mío. Tu cuerpo es mío. Toma lo que te doy. Eres mi traviesa niñita, ¿no es así?
Lloriqueo.
Él es tan fuerte y dominante. Él es de esa forma en la vida diaria, pero él
también es bastante estirado. Había asumido que sería de esa forma en la
habitación también. Estoy más que gratamente sorprendida por esto.
—Sí,
Papi. —Él empuja mis muslos más abiertos, mis labios inferiores separándose con
el movimiento y soy premiada con una palmada incluso más fuerte que antes, su
palma chocando con mi necesitado clítoris. — ¡Papi! —No puedo evitar el
chillido, el grito mientras mi cuerpo responde. — ¿Por favor?
— ¿Puedes
correrte de esta forma? ¿Soltar tu crema por toda mi mano?
Lamo mis
labios. Quiero decir sí, pero… —No lo sé. ¿Por favor?
Edward
acaricia mi coño suavemente, toques como de pluma. —
¿Nadie ha
azotado este bonito coño? Prácticamente estas gritando por un azote, ¿no es
así?.
No puedo
oír nada excepto el golpeteo en mis oídos ahora, sensaciones abrumándome,
dominando y chocado alrededor de mí.
Él
alterna entre toques tiernos y agudas palmadas, sucias, sucias palabras lavando
a través de mí. Volviéndose más obscenas con cada momento que pasa.
El sonido
de piel contra piel prácticamente hace eco en las paredes. No los sonidos
apresurados de una húmeda follada. No, son tirantes, agudos y confiados golpes
contra mi coño. Luego esta esa abrumadora presión allí, la parte plana de sus
dedos estrujando mi clítoris, presionando fuerte y temblando de ida y vuelta.
Más rápido que las
alas de un colibrí lo frota, rasgando mi orgasmo de mí, arrojándome de excitada
a estallando en menos de dos latidos.
—Córrete en mi mano,
niña. Ahora. —Su boca está al lado de mi oído, cálido aliento abanicando sobre
mi piel, y no puedo dejar de escuchar, romper contra su mano y llorar su
nombre.
— ¡Edward!
Estoy esperando a que
fuera más despacio, que el placer menguara un poco como la mayoría de los
hombres con los que he estado. Me dejaron que baje antes de empezar de nuevo.
No Edward. Aun
cabalgando la ola, golpea mi coño.
—Una vez más.
¡Paf!
—Córrete puta sucia.
Toma mi pelo, tirando
mi cabeza hacia atrás y se frota la cara contra mi cuello, una barba ligera
rascando mi piel. Una última bofetada y me vengo otra vez, chorreando sobre las
sábanas, mi coño sufriendo espasmos, y estoy más allá de las palabras, sólo
gritos y sollozos, y no sé qué camino es hacia arriba. Yo simplemente sé blanco
caliente, puro placer y la forma en que me abruma, se apodera de mi cuerpo.
Entonces me estoy
inclinando hacia atrás, tiernas manos me acarician, me calman, me abrazan cerca
y me ponen en la cama, dulces palabras llenado mis oídos y trayéndome de vuelta
al presente.
—Tan hermosa, mi Bella.
Angelito de papá.
El cambio de sucio
éxtasis a toques tiernos me deja tambaleándome, incapaz de encontrar el suelo
bajo mis pies.
—Como una buena
chica.
— ¿Edward?
Estoy mirando a sus
ojos, con su mano ahuecando mi mejilla, una pequeña sonrisa jugando con los
bordes de sus labios. —Te gustó eso, ¿verdad?
Se desliza una
réplica sísmica a través de mí, con los ojos medio cerrados a la deriva. —No
tienes ni idea.
Roza sus labios con
los míos, el más mínimo asomo de conexión y la primera que hemos compartido.
Una vez más, me acaricia, su boca cerca de mi oído. —Esto es como va a ser en
ocasiones, Bella. Puedo ser dulce y puedo ser duro. Tienes que decidir ahora si
puedes manejar eso.
Gimo, sus manos
dibujando círculos alrededor de mi pezón. —Sí.
Oh, mierda, sí.
Edward da suaves
besos en mi cuello, acariciándome con su mano, viajando a lo largo de mi
cuerpo, explorando como si fuera una nueva tierra. Suave y sensual, inspecciona
cada centímetro de mi cuerpo desde la clavícula hasta las caderas. Es entonces
cuando me quedo sin aliento, su aliento húmedo abanica sobre la carne caliente de
mis desnudos labios inferiores.
Él empuja mis
piernas, insinuando colocarse entre mis muslos, sus rodillas separándolas aún
más. Miro, traspasada, como él deshace el botón de sus pantalones vaqueros,
baja la cremallera muy lentamente, exponiendo más y más piel a mi mirada. El
pelo negro que va desde el ombligo, el rastro del tesoro, se extiende en las profundidades
debajo de sus pantalones. Quiero trazar esa línea con mi lengua. Mojo mi labio
inferior y observa el movimiento.
—Muy pronto, nena.
Simplemente todavía no.
Gimo, queriendo sólo
una pequeña probada.
La polla de Edward se
levanta entre las solapas con cremallera abierta de sus vaqueros, me tienta,
una pequeña gota de líquido pre-seminal se pega a la punta. Él se acerca y
libera su polla y bolas, poniéndolas al aire y permitiéndome conseguir la
primera buena mirada de su pene.
Joder, pero es largo,
gordo y grueso, caliente y duro para mí.
Como si se supiera
que está a punto de ser recibido en el paraíso. Mi coño está listo para él,
húmedo y con ganas. Quiero ser estirada y llenada por él, follada largo y duro.
Él acaricia su pene
desde la raíz hasta la punta. Miro, bebiendo cada movimiento que hace,
aprendiendo cómo le gusta que lo toquen. Su agarre es seguro y fuerte, subiendo
y bajando a lo largo de su longitud, con las gotas de líquido pre-seminal como
lubricante.
Quiero probar lo
tanto que se me hace agua la boca.
— ¿Lo quieres?
Asiento con la
cabeza, desesperada.
—Suplica.
Una palabra. Toma una
palabra y me desmorono. —Por favor, papi. Follame. Seré una niña buena. Tan
buena. —Abro mis piernas más ampliamente, mis rodillas caen abiertas y exponen
todos mis secretos para él. —Me duele mucho. Haz que se sienta mejor. ¿Por favor?
—Oscilo mis caderas, hacia arriba y abajo, fingiendo que lo estoy cogiendo con
las manos en mis pechos, los dedos pellizcando y tirando de mis pezones. —Lo
necesito tanto.
Edward se inclina
sobre mí, la longitud de su polla se frota contra mi coño expuesto,
deslizándose sobre mis labios desnudos, la delicada fricción enviando
fragmentos de placer a través de mí. Él pone sus manos a ambos lados de mi
cabeza, su mirada aburrida en los míos mientras flexiona las caderas, desliza
su polla resbaladiza a lo largo de mi raja dolorosamente lento. Una pulgada
arriba, una pulgada hacia abajo, moviéndose y deslizándose. La cabeza de su
polla captura en mi hinchado clítoris, más sensibilizado. La presión en la frontera
en el dolor, pero es un dolor que anhelo.
—Folla a tu pequeña
puta, papi.
Él sonríe, con pasión
creciente. Levanto mis piernas para poder encajar los talones en el culo
revestido de jean. —Eres una zorra, ¿no es así?
—Tu puta, Edward.
Sólo tuya.
El empuje es tan
repentino, tan inesperado, grito cuando me llena, arqueo la espalda y agarro
sus hombros. No puedo averiguar si lo quiero más cerca o alejarme a rastras. Se
estira y me llena, dolor cortando mi coño, la quemadura casi insoportable. Una
mano agarra la coyuntura del hombro y el cuello, sosteniéndome cautiva, no me
deja mover de su agarre.
—Mía. Tómalo. —Empuja
hacia adelante aún más y no puedo creer todo lo de él que todavía no está en
mí. —Toma. —Golpe. — Tómalo.
No puedo respirar. Es
demasiado y no lo suficiente. —Más.
—Eso es todo. —Agarra
mi hombro y me da el resto, su pubis contra mis labios, sus bolas en mi culo.
Ya lo tengo.
—Joder, papi. —Lo
jalo hacia abajo, capturando sus labios con los míos, vertiendo toda mi pasión
en el beso. Lamo, saboreo y lo muerdo, gimiendo en nuestra conexión. Él saca su
polla un poco y la empuja de nuevo a casa, el calor remitiendo y rápidamente convirtiéndose
en placer puro y sin adulterar. Abro la boca, la lengua quieta, sólo
compartiendo mi aliento con él, jadeando.
—Más. —Susurro contra
sus labios, respirando en él.
Edward me libera y se
sienta sobre sus talones, me tira hacia arriba hasta que mi culo se sienta en
la parte superior de sus muslos, su polla todavía en mi coño. Manos fuertes
agarran mis piernas y me tiran más arriba, pinchándome con su polla gorda.
Él retrocede y golpea
fuerte de regreso, haciendo que todo mi cuerpo tiemble, mis tetas rebotando. —
¿Así, mi niñita?
—Más duro, papi. Más.
Folla mi coño.
Sus manos se tensan y
luego me folla en serio. Pistoneando su polla dentro y fuera de mi coño como un
martillo automático, toda la cama está temblando, mis pechos balanceándose con
cada golpe. Es una follada dura y sucia, mi coño apretando y cremado en todo su
pene, sus bolas golpeando contra mi culo.
Edward cambia su
agarre, una parte va a la cadera, los dedos clavándose en mi carne. —Estoy
follando. —Bombeo. —Mi jodido. — Golpe. —Coño. —Empuje.
Llego entre mis
piernas, mis dedos encontrando mi clítoris con facilidad, pero aleja mi mano,
su pulgar de tomando mi lugar, empujando y presionando con fuerza.
Me agarro a las sábanas,
espalda encorvada, tomando lo que él me da. Echo la cabeza hacia atrás, mi
cuerpo tenso como un arco, incapaz de pensar más allá del placer que corre por
mis venas, tomando cada centímetro de mí.
Su pulgar rodea mi
clítoris, más rápido y más rápido con cada bombeo, presionando y acariciando mi
manojo de nervios, tocándome como un instrumento.
Nunca me han follado
de esta manera. Nunca. Los chicos de secundaria tienen la energía para jugar al
fútbol durante horas, pero nunca follan pasado unos minutos. Los chicos mayores
piensan que saben qué demonios están haciendo, pero es sólo el hecho de que la
resistencia de viejos los ha puesto al día con las actuaciones de dormitorio.
No. Edward me folla
como un animal y sabe qué coño está haciendo. —Eres mi puta, ¿no es así? De
nadie más sino mía. Dilo.
¿Hablar? No puedo
respirar. —Tuya. Tu puta, tu perra. Toda tuya, papi.
Él aprieta mi
clítoris y me voy, todos los músculos apretando hasta que me siento como si me
romperé a la mitad. No puedo averiguar si se trata de placer o dolor, o una
mezcla de ambos, pero no puedo mantener mi boca cerrada, no puede detener el
grito construyéndose en mi pecho o el sollozo que se desliza por mi garganta.
Los temblores no se detienen, no decaen. Sólo siguen fluyendo a través de mí
como la lava, caliente y espesa.
Edward se suelta de
mi coño y lloriqueo, pero dentro de un momento, me voltea a mis manos y
rodillas, moviéndome como un muñeco de trapo, y se sumerge de nuevo en mi coño,
el ritmo rápido retornando.
Una de sus manos
agarra mi hombro, la otra se enreda en mi pelo, tirando de mi cabeza hacia
atrás. Su agarre le permite tirar de mí en cada una de sus embestidas y me
siento como si estuviera tratando de meterse en mí.
Nos movemos juntos,
los cuerpos conectados, ambos alcanzando y subiendo hacia la terminación. No me
llevará mucho más tiempo, sus embestidas feroces y la mordedura del dolor en mi
cuero cabelludo se mezclan para convertirse en una ola bruta de felicidad,
rompiendo y golpeando contra mi piel.
—Tu maldito coño es
mío, Bella. —Sus caderas están golpeando contra mi culo, golpeándome. —Mío.
Su aliento está
viniendo en jadeos cortos, aumentando el ritmo, se mueve más rápido y más
rápido. Estoy llena y fijada, no puedo hacer otra cosa que tomar lo que me da,
disfrutar al estar repleta de esta gruesa polla.
Joder, me encanta.
—Córrete en mi coño.
Por favor, Edward. Córrete por mí.
Se estrella contra mí
una y otra vez, cortos, empujes superficiales y se siente como si se hincha
dentro de mi coño, un toque de estiramiento antes de que finalmente ruja,
juntas sus caderas a las mías, nuestros cuerpos se mueven como uno solo. Él no se
desliza libre de mi calor, meciéndose conmigo, exhalando en ráfagas rápidas
mientras ralentiza nuestro movimiento.
Edward desliza su
mano libre de mi cabello y libera mi hombro, con las palmas rozando mi espalda
mientras se mueve para inclinarse sobre mí. Él acaricia mis caderas, ambos
meciéndonos hacia adelante y hacia atrás, recuperando el aliento, bajando de nuestra
altura.
Su semen se desliza
en un camino mojado por mis muslos, recordándome el hecho de que no hay nada
entre nosotros. Esta es la primera vez que lo hago sin condón. Nunca.
Y lo quiero de nuevo.
Cada día. Dos veces al día.
Se está ablandando en
mi coño, relajándose después de nuestra furiosa follada. No quiero ponerlo en
libertad, quiero que se quede conectado a mí. Pero sale fácilmente de mí y cae
en la cama. Su brazo se desliza alrededor de mi cintura y me tira cerca, metiendo
mi cabeza en su hombro, tirando de mi pierna sobre su cadera y acariciando mi
cara externa del muslo. Me acurruco, frotando mi coño lo largo de su pierna
todavía vestida de jean. Dios, ni siquiera se desnudó.
Besa mi sien, labios
persistentes. —Vamos a ir lento próxima vez.
Lindo y dulce.
Yo tarareo contra su
pecho, cepillando mi mejilla a lo largo del cabello grueso salpicando sus
pectorales. No creo que pueda hablar por el momento.
Su toque vaga hasta
mi trasero, apretando el globo, amasando la carne. —Tú eres mi angelito
travieso, ¿no es así?
Asiento con la cabeza
y sacudo mis caderas contra su muslo, disfrutando el bruto rasguño de los
pantalones vaqueros contra mi coño. Ya estoy lista para ir otra vez, lista para
lo que él quiera tirar en mí camino.
Edward aprieta su
puño, extiende mis mejillas y la punta de sus dedos rozan mi agujero posterior.
—Por lo menos, hasta que pueda conseguir que tu tío Emmet se nos una.
—Oh, papi... por
favor. —Porque, sí, yo no soy Bella... Yo soy su angelito travieso.
Hola a
todas que les pareció muy ardiente nos vemos el sábado con el siguiente
capitulo muy hot.
7 comentarios:
💥💥💥💥💥💥💥💥🌋🎆🎇😜😛😋Gracias
Este par mas emmet 😲😲
OMG 😍😍😍
Wow un capituló como no había leído desde hace tiempo muy 🔥🔥 gracias sube pronto el sig ...
Dios...
Tremendo capítulo...
Gracias por actualizar.
Suerte.
O sii!!! Más lolita que nunca 7u7
Ay pero espero que su tío sea Emmet y en primo noc si Carlisle o Jasper es que
Como que a Jasper casi no me lo imagino en modo dirty 7u7
Ya quiero que sea SÁBADO!!! \^w^/
Ok más Hot que esto, ya quiero leerlo!!!
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