sábado, 13 de octubre de 2012

APUA CAPITULO I



APUESTA POR UN AMOR



CAPITULO I
FORKS
Todos hablaban de ello, una nueva familia llegaba al pueblo, acababan de comprar la hacienda del señor Tanner, por lo cual debían ser muy ricos, nadie los ha visto, nadie sabe quiénes son, lo único que se sabe es que son muy ricos.
—No andes de chismosa Ángela— La reprendí.
Acababa de llegar del río, y seguía pensando del baño de ayer en la cascada, sentí como si alguien me observara pero no había nadie ahí. Pero no estaba loca, claramente sentí la mirada de alguien clavada en mi espalda.
—Hay Bella pero yo sólo repito lo que oí— me dijo con una risita, Ángela era un tanto… comunicativa.
— ¿De qué hablan? — dijo mi hermano entrando.

James seguramente venía de la cantina del pueblo, como siempre, no sé porque los hombres solucionaban todo bebiendo.

—De los recién llegados al pueblo— le contestó Ángela.
—Chismes de viejas—dijo él restándole importancia.
—Pues por lo menos no andamos gastando el poco dinero que no tenemos— le dije molesta. Había que pagar a los peones, comprar abono, comida, y él gastando lo poco que teníamos.
—Ya vas a empezar— dijo él.
—James por favor— le dije—. ¡No tenemos dinero, no gastes lo poco que hay!—dije acercándome a él.
— ¡No somos pobres, Bella!— dijo mirándome fijamente.
—Pero tampoco ricos—le dije—Papá está enfermo, y tenemos muchas deudas.
—Ya veré que hacer— dijo sirviéndose un vaso de whisky.
—Hermano por favor, no bebas más— le dije mientras tocaba su hombro.
— ¡Beber es lo único que me ayuda a olvidar que estamos sumidos en deudas!, ¡que estamos prácticamente en la ruina Bella!— dijo él estrellando el vaso contra el piso, Ángela profirió un grito asustada y yo me acerque a mi hermano.
—Nada se resolverá tomando, James.
— ¡Para ti es fácil!, ¡No haces nada más que lucir bonita!
—Eso no es verdad, trato de hacer lo que puedo por la casa—le respondí, Dios sabe que lo hacía, era la primera en levantarme y la ultima en dormir, todo los días recorría la hacienda ayudando en lo que podía.
—Tal vez deberíamos vender la hacienda, los Tanner lo hicieron— me dijo mirando por la ventana.
— ¡No! ¡No me importa lo que tengamos que hacer, pero no voy a perder el único recuerdo que nos queda de mamá! — le dije antes de salir corriendo, caminé por toda la casa hasta llegar a mi habitación a la cual entre después de dar un portazo, me tiré en la cama a llorar. Lloré por todo los males que nos embargaban, por no ser capaz de largarme y dejarlo todo. Estaba abrazada a mi almohada cuando escuche como tocaban la puerta.
—Adelante—susurré.
—Bella, te busca el joven Jacob— dijo Ángela tocando la puerta de mi habitación. Jacob pensé.
—Dile que ahora voy— le contesté.
—Claro Bella—me respondió Ángela del otro lado de la puerta.
Me levanté de la cama y me cepillé el cabello, mis ojos ya no lucían tan rojos como hace rato. Me vi una última vez en el espejo antes de salir de mi cuarto. Caminé por los pasillos de la gran casa hasta llegar a la sala, ahí estaba parado el hombre más lindo del mundo, Jacob, mi sol personal. El sonrió cuando me vio.
—Jacob— le dije corriendo abrazarlo, él me rodeó con sus brazos, yo hundí mi rostro en su pecho, sentí como acariciaba mis cabellos.
— ¿Qué pasa Bells? —Me preguntó.
—Te extrañe— le dije.
—Me encantaría creer que estas así por qué me extrañaste pero hay algo más ¿Verdad? — me conocía demasiado bien.
—Sí— le contesté.
— ¿Quieres contarme? —me dijo.
—No quiero agobiarte con mis problemas— le dije, tenía suficiente con los suyos.
—Tú nunca me agobias Bells, tus problemas son los míos— me dijo.
—Los acreedores dicen que sólo tenemos un mes para pagar el préstamo, sí no lo hacemos, se quedaran con las hectáreas cercanas al río— le dije.
— ¿Qué dice James?
— ¿James? —Bufé— James no dice nada, se la pasa en el bar del pueblo tomando y jugando cartas— le dije sentándome, él se sentó junto a mí.
—Lo siento—dijo consolándome y pasando un brazo por mis hombros para acercarme más a él.
— ¡No podemos perder estas tierras Jacob, no puedo, son lo único que queda de la historia de mi familia, mi madre adoraba este lugar!— dije mirando sus orbes negras, eran tan negras como la noche, pero tan cálidas como el sol, mi sol personal.
—Tranquila, algo podremos hacer— dijo acariciando suavemente mi mejilla.
—No hay nada que hacer Jacob, a menos que tengas medio millón— le dije tratando de bromear.
—Sabes que sí lo tuviera te lo daría— dijo serio.
—No tienes ni que decirlo, ya lo sé— le contesté besando su mejilla.
—Tengo algo para ti— me dijo tomando un paquete del sofá y tendiéndomelo.
—Gracias— le dije.
—Ábrelo espero que te guste, Rachel dijo que si te gustaría pero…
—Seguro que me gustará— lo interrumpí, rompí la envoltura que lo cubría y abrí la caja, dentro había un hermoso vestido con cuello en "V" de color azul, me llegaba hasta las rodillas.
—Es precioso— le dije.
—Qué bueno que sea de tu agrado— contestó con una sonrisa adornando su rostro, él era tan guapo, siempre había estado medio enamorada de Jacob Black.
—Pero no debiste gastar— le reproché.
—Ya deja eso, que ni fue tanto— me dijo riendo.
—Gracias Jacob, muchas gracias, lo usare en la feria del pueblo— le dije.
—Sí, ya me contó Rebecca que te comprometió en el puesto de los besos— dijo riendo.
—Ni lo menciones, no sé cómo acepte— le dije sonrojada. —No quiero besar a una fila de borrachos—me quejé
—Bueno, yo estaré en la fila esperando por mi beso— dijo viéndome con sus grandes orbes negras.
—Tonto— le respondí con una sonrisa en los labios.
—Tú sabes lo mucho que te quiero Bella, y nada me haría más feliz que aceptaras ser mi novia, sé que no tengo nada que ofrecerte salvo mi amor pero…
—Jake, tu sabes que yo también te quiero y mucho, y me gustas, pero ahora no estoy como para tener novio, tengo demasiadas cosas en la cabeza, y ya sabes que a mí no me importa el dinero, nunca me ha importado, pero ahora necesito concentrarme en esto, de eso depende el futuro de la hacienda y el de mi padre— le dije
—Te entiendo— me dijo. —Pero se esperar— añadió con una sonrisa la cual correspondí, nada me gustaría más que decirle si.
—Te quiero Jake— le dije abrazándole. El besó mi frente.
—Nos vemos por la tarde en la feria— me dijo antes de irse.
Lo vi salir por la puerta y me quede ahí parada en medio de la sala con el vestido entre las manos.
—Vaya, bonito vestido— dijo mi hermano haciendo acto de presencia.
—Gracias— le dije.
— ¿Así que no debemos de gastar lo poco que tenemos? ¡ehhh!— dijo riendo.
—Es un regalo, no gaste nada en el— le dije guardando el vestido en la caja y tomándola entre mis manos.
—Regalo ¿De quién? — preguntó sentándose en el sofá y subiendo los pies en la mesa.
—De Jacob, regresó hoy de la capital— le dije.
—Así que el peón te trajo un regalo.
— ¡No es un peón, es el capataz de la hacienda!—le dije molesta, no me gustaba que despreciara a la gente, me molestaba mucho, pero era algo que aprendió del tío Marcos.
—Como sea, no me gusta que te dé regalos— dijo
—Pues lastima— le dije caminando rumbo a la habitación pero me detuvo su voz.
— ¿Iras a la fiesta del pueblo? — me dijo.
—Sí, Rebecca me comprometió en un puesto— le dije mirándolo.
—Que bueno, llego un nuevo hacendado al pueblo, deberías conocerlo— me dijo.
— ¿Qué? — le pregunté.
—Lo que oíste, ya que no te gusta Mike Newton, pues debes conocer más gente para dejar de andar pensando en el peón— me dijo— Aparte saldaríamos muchas deudas.
— ¡No soy ganado para que me vendas!— le dije molesta girándome y caminado a mi habitación.
Me encerré dando un portazo. ¡Idiota! Pensé, ¿cómo me decía semejante cosa? ¿Venderme?, ¡jamás! eso lo hacían las putas, ¡y yo no lo soy! Traté de tranquilizarme, respira Bella, me dije, recuerda la única razón por la que sigues aquí, es tu padre, tu padre y Jacob.
—Jacob—susurré, me encantaría ser su novia, mirarlo todos los días como algo más que mi amigo, pero por el momento era imposible, la hacienda requería toda mi concentración. Así que tome un gran respiro, tenía que arreglarme para la fiesta del pueblo.

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EDWARD
—Señor, ¿Dónde quiere que dejemos esto? — me preguntó Demetri el capataz de la hacienda.
—En el estudio por favor—le dije
— ¡Hermanito, hermanito!— gritó Alice bajando las escaleras, para tener veintiuno años era muy infantil al igual que Emmett de veinticuatro, dos años menor que yo.-¡Edward!-grito al final, rode los ojos por su infanteleria.
— ¿Qué pasa Alice?
—Hay una fiesta en el pueblo, me lo dijo María la muchacha— dijo sonriente
—Sí es verdad, no lo recordaba— hace tantos años que me fui que no tendría por qué, pensé para mí.
—Iremos verdad, di que sí— me dijo haciendo su habitual pucherito.
—Claro Alice, claro que iremos— Subí a mi habitación a ducharme y no pude evitar recordar, mientras el agua descendía por mi cuerpo la tarde de ayer.
Hace apenas una semana que nos mudamos, así que me fui a recorrer los alrededores de la hacienda, estaba montando mi caballo favorito "Trueno", hacía mucho calor y decidí parar para darle de beber agua al caballo, sí mi memoria no fallaba tanto, cerca de donde estaba había una pequeña cascada, así que me bajé del caballo y caminé con él hasta la cascada y en efecto la encontré después de un rato, pero lo que no esperaba encontrar era a aquella chica, su cuerpo está sumergido por completo en el agua, sólo se podía observar su cabeza, estaba nadando, a un lado del pequeño lago que se forma al final de la cascada estaba una yegua blanca junto con sus ropas, pensé en irme pero ese pensamiento se evaporo cuando se paro debajo del chorro de agua y saco su cuerpo de esta, podía ver su perfecta espalda blanca, sus largas piernas, sus manos, sus pechos, ¡Dios! Sus pechos se veían demasiado apetecibles, redondos y firmes con dos piedrecillas adornando la punta de un color chocolate, me quedé cómo un imbécil ahí parado, viendo como tallaba su cuerpo, poniéndome duro con sólo verla, estuve tentado a meterme en el lago, pero no lo hice, no quería que me acusaran de violador. Así que la observe hasta que ella giro su vista, me había escondido entre los arbustos por lo cual era imposible que me viera, pero era como si ella estuviera buscando algo, su rostro era dulce, se veía muy joven, su tez blanca tanto como la mía, su cabello largo y café pegado a su cuerpo, sus ojos marrones. ¡Era hermosa! Y debía ser mía.
Recordando eso comencé a acariciar mi duro miembro, imaginé que era su mano la que lo hacía, era estúpido ni siquiera sabía su nombre, pero no podía dejar de pensar en ella, desde que la vi.
Me imaginé que eran sus labios carnosos los que estaban alrededor de mi miembro besándolo y chupándolo con ansias, moví mi mano más rápido, más rápido, hasta que sentí como mis músculos se contraían hasta que me liberé en un gran orgasmo. Cerré la ducha y envolví una toalla alrededor de mi cintura, al entrar a la habitación me encontré con Tanya, la prima del capataz, ella me dedicó una mirada lasciva, cargada de libido y lujuria, tenía que aceptar que no estaba nada mal, y ¿a quién le dan pan que llore?
— ¿Necesita algo señor? — dijo ella con un doble sentido que capte perfectamente.
—Sí, a decir verdad— le dije acercándome, ella toco mi pecho y descendió sus manos hasta topar con la toalla, la cual desanudó y me empujó a la cama, me senté mientras ella se ponía de rodillas para después meterse mi miembro en su boca, Tanya no era una muchachita nada inocente, era de las pocas del pueblo que ya habían tenido experiencias previas al matrimonio, una churnia como les llamaban, trabajó muy bien el movimiento de su lengua alrededor de mi miembro, era por así decirlo "talentosa". Cuando terminó la hice salir de la habitación dejándole claro que no pensara cosas que no eran, ella asintió y me sonrió.
—No se preocupe señor—había dicho—Eso sólo fue algo así cómo una bienvenida—sonrió y salió de mi cuarto cantoneando las caderas.
— ¡Edward!—dijo mi hermana tocando la puerta insistentemente—. ¡Date prisa, el auto ya estás listo vámonos!
Bufé, no había nadie más molesto que mi hermana.
—Ahora salgo Alice—le dije, termine de abotonar mi camisa y salí de la habitación, Alice estaba dando saltitos por la sala, Jasper sonreía y trataba de mantenerla quieta, una verdadera misión imposible.
—Anda Edward mueve tu trasero, la feria ya debió haber comenzado—rodé los ojos.
—Debí dejarte en la ciudad—le dije y ella me saco la lengua.
—Soy tu hermana favorita—me dijo.
—Sera por qué eres la única que tengo—completé y ella sonrió.
Nos tomo casi media hora llegar al pueblo, los caminos eran empedrados, pero me gustaba este lugar, el aire limpio sin rastro de contaminación, las callejuelas con personas caminando tranquilamente, los locales al aire libre, algunas carpas cubriendo el área de comida, caballos atados a los arboles, sí este era mi lugar.
La camioneta aparco cerca de la plaza principal, se apreciaba el bullicio, Alice bajo del auto de un brinco como si fuera una niña pequeña, rápidamente tomó a Jasper de la mano y lo arrastró hasta los puestos, le encargue la camioneta al chofer y fui tras de ellos, había diferentes puestos, los artesanales eran sin duda de los que más llamaba la atención, las hermosas cazuelas y vasijas hechas de barro, los cantaros para el agua, la gente caminaba de cada lado viendo los puestos, la carpa de la comida estaba llena, desprendía un olor delicioso, mejor que todos los restaurantes de la ciudad.
— ¡Edward cómprame un helado!—dijo Alice, mi pequeña hermana, asentí.
—Edward—dijo Emmett palmeando mi hombro
—Pensé que no llegabas—le respondí
—Claro que no—dijo él—sólo que Rose tardo casi un siglo en ponerse unas botas—rió y su novia le dio una mirada fulminante.
—Edward—replicó Alice
—Vamos por el helado—le dije—no sé para qué tienes novio sí todo lo tengo que pagar yo.
— ¡Oye!—se quejo Jasper — ¿No viste la cuenta de las compras que realizo antes de venir?—preguntó.
—Sigo aquí esperando mi helado—dijo Alice impaciente.
—Vamos enana—le dije y caminamos hacia el puesto de helados.
—Quiero una nieve de tequila—pidió Alice, de hecho todos pedimos una, sabía deliciosa, la crema mezclada con un ligero toque de tequila era una completa delicia, le extendí un billete al vendedor.
Cuando iba a dar el primer bocado al helado la vi, parecía un ángel, venia flanqueada por dos chicas, ella caminaba con tal gracias como si fuera una bailarina, sonreía y saludaba a todos, lucía hermosa en ese vestido azul, su reboso estaba enredado entre sus brazos, por una fracción de segundo me miro y sonrió, yo sonreí en respuesta.
—Edward—me llamo Alice.
— ¿Qué? —le dije.
—Tu helado esta en suelo—lo miré y así era, pero ¿A quién le importa? ella junto con las otras dos chicas pasaron a nuestro lado, ambas rieron y ella se sonrojó, me quede como estúpido mirándola, y cuando había avanzado lo suficiente se giró y me miró por sobre su hombro, sonrió y luego continuo su camino.
—Bonita en verdad—dijo alguien a mis espaldas.
— ¿Ah? —sé que soné como retrasado pero ¿Cada cuánto tienes la oportunidad de ver a un ángel?
—Isabella—dijo él—Isabella Swan, aunque prefiere que la llamen Bella— dijo Demetri mi capataz—Es la hija de Charlie Swan.
—Bella—repetí.
Ese nombre le iba a la perfección. Sonreí, el pueblo ahora me gustaba más que antes, tal vez era hora de sentar cabeza como decía la tía Esme. Sólo tal vez.




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ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina