Bella Swan nunca pensó que la idea de un hombre teniendo sexo con otro hombre sería tan interesante, pero cuando su caliente trozo de novio, policía de Memphis, admite que lo haría a un hombre, su mente y su cuerpo se sobresaturan de lujuria.
Cuando Edward Cullen revela su atracción por los hombres, su novia propone un trato. Ella va a ayudarle a hacer su fantasía realidad. Una noche con ella y su mejor amigo gay, Jake, suena como un pedazo de cielo.
Pero, ¿la infidelidad consentida llevará su romance a nuevas alturas o a terminar por completo?
CAPÍTULO 1
—Sí,
claro. Se lo haría a otro tipo en las circunstancias adecuadas.
¿Él realmente había dicho
eso?
El
aliento de Bella Swan quedó atrapado en
su pecho mientras su coño se apretaba. Su novio - un caliente pedazo de policía
con músculos y testosterona, acababa de
admitir que follaría a otro hombre.
Su
imaginación le dedicó una visión de él, la polla en la mano, empujando su
longitud en la boca de un hombre. Su vagina pulsó con una señal inequívoca de
excitación. Una mancha de humedad se filtró a través de sus pliegues a alta
velocidad. Su cuerpo se tambaleaba al borde del orgasmo.
Rápido.
Demasiado rápido. ¡Pero, maldita sea!
Sí, claro. Se lo haría
a otro tipo en las circunstancias adecuadas.
Mientras
luchaba para mantener su respiración constante, cerró sus ojos. Lo último que
quería era que Edward o su mejor amigo Jake notaran su repentino, ávido interés
en su hombre haciéndoselo a otro hombre.
¡Pero
joder!
Un
tipo chupando la polla de Edward, Edward follando el culo de algún tipo... la
larga lista de escenas y luego saltó a Edward en el extremo receptor. Maldita
sea... Si ella apretaba los muslos, empujaba contra el borde duro de la
banqueta justo…
—Bella.
La voz de Edward cortó a través de su bruma caliente. Sus párpados saltaron abiertos.
—¡Sí!— Con la boca seca, obligó a salir esa
única palabra.
—¿Te vas a dormir sobre nosotros?
La
mano de Edward cayó sobre la suya. Unas pocas líneas finas arrugaban su frente.
Había agarrado al borde de la mesa alta con tanta fuerza, que sus dedos estaban
entumecidos.
—No.
Estoy bien.— Muy bien. Cerca de hacer
un Harry Conoció a Sally en el bar,
salvo que ella no estaría fingiéndolo.
—
¿Estás bien?— Entornó los ojos y profundizó su ceño fruncido.
—Sí, estoy bien.— Sólo pensando en ti con una polla en el culo...
—Sí, estoy bien.— Sólo pensando en ti con una polla en el culo...
—Tal
vez deberíamos seguir adelante.—Sacó la billetera del bolsillo del pantalón y
luego arrojó un par de billetes sobre la mesa.
La
risa profunda de Jake atrajo la atención de Edward.
—Creo que está en estado de shock por tu
oferta de batear para el otro equipo.—Él esbozó una sonrisa rápida. Trabó su
mirada azul profundo con la suya. La había conocido desde la escuela secundaria
y después de casi veinte años, la podía leer como un libro abierto. Bella
arrastró su atención hacia Edward.
Su ceño de preocupación se profundizó incluso cuando se echó a reír, junto con Jake.
—No
muchos hombres rechazaría la oferta de un puerto cálido, si sabes lo que quiero
decir.
—No,
no. Todo está bien. Mi mente vagaba. Eso es todo. Cosas del trabajo.—Bella se
deslizó fuera de su taburete. —Pero probablemente deberíamos irnos. Tengo que
llegar a la oficina mañana por la mañana.
Jake colgó un brazo alrededor de su cuello, tirando de ella en un apretado abrazo. Le murmuró al oído.
—¿Un
poco perdida en una fantasía improvisada?
Ella
sacudió la cabeza. El calor de su rubor se extendió desde su pecho todo el
camino hasta las raíces de su cabello.
—No
sé de lo que estás hablando, —susurró. Maldita
sea. No podía ocultar nada de Jake.
—¿Enfadada?—El
tono de Jake era tan torcido como su ceja. Una sonrisa curvó la esquina de su
boca. Esa sonrisa de costado significaba que él ya sabía la respuesta.
Bella
se puso de puntillas para darle un rápido beso en la mejilla.
—Intrigada.
Una risa baja vibró a través de su cuerpo. Su boca presionando contra su oreja mientras murmuraba.
—Bueno,
si él decide tener una oportunidad, ya sabes dónde encontrar a un voluntario
dispuesto.
Sólo si puedo ver...
Saliendo del abrazo de Jake, Bella dio un paso atrás. Su cuerpo estaba a punto
de explotar. Su pequeña y sucia mente lo añadió a sus visiones de Edward.
El
rubor se difundió por el resto de su cuerpo, quemando su cara. ¿Habría dicho
eso en voz alta? Probablemente no. Jake no había reaccionado en absoluto. ¡Gracias a Dios! Buena cosa que la luz
del bar era tenue. Esperaba que Edward no se diera cuenta de su rubor.
Jake
tomó la mano de Edward, luego hicieron esa mitad-apretón de manos mitad-abrazo
que hacen los varones.
Su
mente hizo de ese abrazo algo más apretado, con los labios también apretados. Y
la lengua. Tenía que haber lengua. La
vergüenza de Bella se alivió pero su deseo floreció.
Mientras
los dos hombres se separaban, Jake tenía que decirlo.
—Hazme
saber si decides darte vuelta al lado oscuro. — Su risa sonó un poco histérica
y muy fuerte para sus propios oídos.
—Vamos.—
Jaló de la manga de Edward, tirando de él fuera de la barra. Si no salían de allí
pronto, no sería responsable de sus acciones. Bella tropezó con una silla
mientras pasaban a través de los grupos de mesas.
Afortunadamente,
los jueves eran lentos en el popular bar, por lo que no pisoteó a los clientes
mientras se precipitaba hacia la puerta.
—¡Nos
vemos luego, Jake!
Caminar
la media manzana hasta su apartamento fue pura agonía.
Su coño se apretó, en busca de algo sólido para aliviar su creciente tensión.
Su coño se apretó, en busca de algo sólido para aliviar su creciente tensión.
Apretar sus muslos no fue suficiente. Por no mencionar que el intento la hizo
tropezar. El fresco aire de primavera de Memphis ayudó a aliviar su
sobre-calentada cara, pero no hizo nada por el fuego abrasador en su núcleo. Al
llegar al antiguo edificio de apartamentos de ladrillo rojo, Edward se detuvo
delante de la puerta.
—¿Seguro
que estás bien? Quiero decir, sólo estábamos bromeando.
—Estoy
bien. ¿Vas a venir arriba?— Por favor, di
que sí. Por favor, di que sí.
Ella
necesitaba alivio. Pronto. O puede que lo atacara aquí delante del edificio.
—Pensé
que tenías que ir a trabajar temprano.
—Lo
hago, pero puedo perder un poco de tiempo. —Se apoyó contra él, presionando sus
senos contra su pecho. Con el contacto, los pezones explotaron en chispas de
excitación. Puso los brazos alrededor de su cintura, le acarició la espalda
baja con sus dedos, sumergiéndolos dentro de su cintura, burlándose de la piel
caliente por encima de la raja del culo.
El ceño fruncido
de Edward se transformó en una sonrisa.
—Claro.
Bella
se apartó para abrir la puerta. Empujó abriéndola, agarró el brazo de Edward y tiró
de él dentro del edificio.
—Impaciente,
¿eh?— Su risa llenó la pequeña zona frente al único ascensor.
—Un
poco.— Impaciente por verte chupar una
polla. Su cerebro evidentemente había desarrollado un caso de síndrome de
Tourette clasificado X.
Bella
no pudo evitarlo. Cuando la puerta del ascensor cerró detrás de ellos, se
abalanzó, golpeando a Edward contra la pared posterior del pequeño espacio.
Con
los brazos envueltos apretados alrededor del cuello de Edward, Bella le plantó
un fuerte beso en la boca. Ladeó la pierna alrededor de su muslo, para hacer
palanca. Presionando contra su pierna, se frotó contra su musculoso cuerpo,
buscando la presión necesaria para su sexo dolorido.
Me encantaría verlo
encorvado por un tío cachondo...
—¡Maldita
sea! — La exclamación de sorpresa de Edward no le impidió participar. Sus
brazos la llevaron más cerca. Sus caderas se sacudieron bombeando. La cresta de
su polla se frotaba contra su estómago.
Casi. Ahí. Solo…
Las
puertas del ascensor se abrieron demasiado pronto. ¡Maldición!
—¿Perdón?
— Una voz interrumpió sorprendida.
Bella
saltó lejos de Edward y se volvió. Su vecino, Stephen, sostenía abierta la
puerta del ascensor. Una amplia sonrisa dividía sus rasgos cincelados.
—Parece que Edward está haciendo algo bien.—
Él levantó una ceja. Su mirada pasó de largo a Bella y se centró en el bulto en
los pantalones de Edward.
—Lo
siento. — Bella agarró a Edward de la mano, tirando de él más allá del hombre
sonriente.
Stephen
entró en el ascensor y luego se inclinó en contra de la pared posterior.
—Chica
con suerte.— Su comentario se deslizó entre las puertas del ascensor que se
cerraban.
Oh, mierda.
Stephen era gay y ahí fue su mente sucia de nuevo. Imágenes de Stephen con Edward
se superpusieron a las que ya estaban llenando su cabeza de Jake y él.
Mientras
ponía torpemente las llaves en la puerta, sus manos temblaban.
—¿Qué pasa contigo?— Edward tomó las llaves y entraron al apartamento.
—Nada. Simplemente... — ¿Cómo podía explicar por qué estaba tan encendida? Tal vez invitarlo arriba había sido una mala idea. Era un tipo inteligente. Podría imaginarse por qué ella estaba tan tensa.
—¿Qué pasa contigo?— Edward tomó las llaves y entraron al apartamento.
—Nada. Simplemente... — ¿Cómo podía explicar por qué estaba tan encendida? Tal vez invitarlo arriba había sido una mala idea. Era un tipo inteligente. Podría imaginarse por qué ella estaba tan tensa.
Ya
había utilizado la excusa de que tenía que trabajar mañana. Debería haberlo
dejado volver a su casa mientras tuvo la oportunidad. Antes de que la puerta se
cerrara detrás de ellos por completo, Edward la empujó contra la pared.
—Te
ha excitado.
—¿Qué?
—Lo
que dije. Acerca de follar a un chico. — Edward inclinó la cabeza hasta que sus
labios casi se tocaban. Su aliento era caliente contra su boca. —Estás excitada
por la idea de mí con otro hombre.
—No
lo estoy—. Bella trató de hacer un movimiento rápido por debajo de su brazo,
pero él la agarró de la muñeca. Su corazón se aceleró. El calor se precipitó
desde su pecho hacia su cara. Su clítoris palpitaba con necesidad de atención.
Sujetándola a la pared, le dio un medio beso en sus labios.
—Apuesto a que tus bragas están empapadas con
tus jugos. — Sus fosas nasales se ampliaron mientras olía un par de veces.
—Casi puedo olerte.
Usando una mano para sostener las muñecas
sobre su cabeza, Edward metió la otra mano por sus pantalones vaqueros y en las
bragas.
—¡Agh!—
A medida que sus dedos rozaron su clítoris, el cuerpo de Bella fue a toda
marcha. No pudo evitarlo. Empujó en la dulce presión.
—¡Maldita
sea! Estás mojada—. Edward investigó más profundamente. Sus gruesos dedos se
deslizaron fácilmente a través de sus húmedos pliegues lisos, sumergiéndose en
su coño.
—Más—.
Ella liberó sus muñecas de su dominio y luego, agarró su cabeza. Atacando su
boca, sus palabras salieron amortiguadas.—Necesito... — Trató de subirse a su
mano, para empujar los dedos más profundo. Tenía que venirse. La agonía de la
frustración construida irradiando a través de su cuerpo. —Por favor...
Edward alejó su boca.
—¿Necesitas qué, nena?— Movió los dedos contra
las paredes de su coño.
¡No es suficiente!
Ella apretó la espalda contra la pared, apalancándose, empujando contra su
mano. Su palma continuó peinando su clítoris, pero tomó la distancia suficiente
para impedir la búsqueda de alivio. Un
poco más...
—¿Necesitas
verme follando algún tipo?— Dejó de alejar su mano. Su palma presionaba con
fuerza contra su carne.
—¡Oh,
maldita sea!— Bella cayó en una espiral fuera de control. El placer explotó de
su clítoris, irradiándose a través de su cuerpo. Su aliento se detuvo.
Infiernos, su corazón se detuvo, mientras el éxtasis la envolvía. Su boca se
cerró sobre la de ella. Caliente, húmeda y dura. Su lengua se abrió paso entre
sus jadeos por aire, burlándose de su lengua en un juego bruto.
Retorciéndose
y ondulando.
Sus
manos se crisparon en torno a su cuello, tirando de su rostro con más fuerza,
más cerca. Nunca había llegado tan duro, pero la liberación no fue suficiente.
El espectáculo porno de su mente la empujó más allá del deseo, hacia la
desesperación.
Edward
apartó la mano de su coño. Las lágrimas brotaron de sus ojos.
—No…—Sus
brazos se agarraron con fuerza alrededor de su cuello, negándose a renunciar a
este momento, pero necesitando mucho más.
Edward
envolvió los brazos alrededor de su cintura, tirando de ella apretada contra
él, elevando sus pies del suelo. Ella tomó su señal, deslizando sus piernas
alrededor de su cintura, presionando su coño dolorido contra la cresta de su
longitud. Su pie rozó la lámpara al final de la mesa, haciéndola mecer.
No
le importaba si se caía. Todo lo que podía pensar era en conseguir la polla
dura de Edward en su interior. En unos pocos pasos largos estuvieron en su
dormitorio. Gracias al cielo por los pequeños apartamentos.
Alejándola de su cuerpo, Edward la lanzó a la cama.
Antes de que pudiera reaccionar, se lanzó hacia el cajón de la mesilla donde
guardaba los condones.
—Desvístete.
Su
tono brusco fue casi suficiente para encenderla de nuevo.
Se colocó el paquete del condón entre los dientes, mientras que sus dedos arrancaban la bragueta. Una vez que la cremallera de los vaqueros se abrió y los empujó hacia abajo para liberar su pene, desgarró abriendo el paquete. Mientras rodaba el condón en su pene, le temblaban las manos.
Bella
consiguió llevar sus pantalones hasta los tobillos antes de darse cuenta de que
no se había quitado las botas. Una bota había cooperado con sus patadas
frenéticas. La otra no tanto. Demasiado
problema.
Camisa y
sujetador, intactos, y sus jeans colgando de una bota, se dio la vuelta en sus
manos y rodillas cerca del borde de la cama.
—Fóllame.
¡Ahora!
Un
gemido acompañado de duras manos ásperas agarrando sus caderas. Apenas sintió
la punta fría del condón contra el calor de su coño. Necesitaba más que una
gota de frío para apagar el fuego que Edward comenzó en el bar.
Él
no perdió el tiempo. Su pene se sumergió profundamente en su canal, fuerte y
rápido, facilitado por su crema abundante.
—¿Así
que te gusta la idea de un chico y yo? —Sus palabras avivaron sus fuegos a
volcánicos.—¿Qué harías tú? ¿Mirar?
—Oh,
Dios. — Su cuerpo se tensó contra la fuerza de sus estocadas. Sus dedos
torcidos en la colcha, ayudando a mantenerla en su lugar. Una explosión se
agolpó en su cuerpo mientras otro orgasmo florecía, extendiendo el fuego en su
piel. Las caderas de Edward se disparaban adelante y atrás, mientras se hundía
profundo en su interior, una y otra vez.
Dejó
caer la cabeza, mirando debajo de su cuerpo, de manera que pudo verlo
estrellarse contra ella. Sus bolas rebotaban contra su coño. Los vaqueros
estaban apretados alrededor de la mitad de sus muslos.
—Sí.
Sí—. Sus uñas se doblaban contra la presión a medida que apretaba su agarre.
—Fóllame. Más duro.
Edward
cumplía, su polla golpeaba duro y profundo. Seguro caminaría raro mañana, pero
maldita sea...
—¿Qué
... quieres ... ver?— Las voz de Edward fue dura, el aliento entrecortado.—¿A
mi dando?
—Oh,
mierda—. Los brazos de Bella colapsaron y ella se cubrió el rostro con la
colcha. El agarre de Edward en las caderas mantenía su culo en alto en el aire,
a la altura de la ingle.
—¿O
a mi recibiendo?
Eso
lo hizo. Antes de que el orgasmo anterior se desvaneciera totalmente, se vino
otra vez. Su cuerpo se tensó en un solo gran y prolongado espasmo muscular. Su
coño apretó alrededor de la polla gruesa de Edward. El éxtasis la envolvió.
—¡Maldición!—
Las estocadas de Edward perdieron energía y ritmo. Sus caderas se estrellaban
contra su culo y la agarraba con fuerza, bombeando dentro y fuera con golpes
cortos. Una larga serie de gemidos diezmaron cualquier palabra coherentes. Se
inclinó sobre su cuerpo, apoyando su cara contra la parte posterior de su
cuello.
—Así
que es a mi recibiendo, ¿eh?
Su
cerebro confuso con el placer hizo una toma doble y luchó para dar sentido a
sus palabras.
—¿Me
estás diciendo que...lo harías?
*****
Edward
salió del calor de Bella. Su corazón latía como si estuviera a punto de
explotar. El sudor corría por su cara. El sabor de la sal permanecía en sus
labios.
Bella
se deslizó hacia adelante hasta que se acostó sobre su estómago. Su cabeza
retorcida en lo que tenía que ser una posición incómoda. Lo miró con los ojos
vidriosos.
—¿Tomarías
a un hombre?
Atando
el condón, lo tiró a la basura antes de derrumbarse en la cama junto a ella,
mirando al techo. Sus pantalones vaqueros apretados en torno a sus rodillas,
pero no creía tener la fuerza para arráncalos el resto del camino.
Torpe... ¿Cómo le
explicas a la que podría ser el amor de tu vida que te gustaría ir en ambos
sentidos si tuvieras la oportunidad?
Rodando
sobre su lado, Bella apoyó la cabeza en una mano.
—¿Has
tenido relaciones sexuales con un chico?
—No.
Pero... — Edward volvió la cabeza para mirarla a los ojos y respiró hondo. Una
cerveza de más, una broma demasiado lejos, y el gato estaba fuera de la bolsa.
Él debería haber mantenido la boca cerrada, porque no empezaría a mentir ahora.
Pero la última vez que abrió su alma, se había quemado más allá del
reconocimiento. Un nudo en la garganta le hacia difícil tragar. —Siempre he
estado atraído por ambos. Las mujeres y los hombres. Durante toda mi vida, pero
nunca he tenido el coraje de hacer algo
respecto al impulso.
—¿Por
qué no?
—Bueno,
soy policía. Profesión de He-Man, recuerdas. No hay muchos policías gays, que
yo sepa.
—¿Nunca
pensaste en un bar gay o una conexión de Internet?
Respiraciones
cortas sacudían su cuerpo.
Sus
pupilas se dilataron, como si estuviera drogada. Edward sacudió la cabeza.
—Demasiado
cauteloso. Y he estado por lo general en una relación de algún tipo. Feliz en
una relación.— Él corrió con un dedo sus labios. —Como ahora.
Su lengua salió
para luego bromear con el dedo.
—¿Pero
lo harías? ¿Si tuvieras la oportunidad?
De
repente, deseó ser un lector de mentes. Ella no estaba con el ceño fruncido,
ningún signo externo de malestar o enojo. No como el asco y la repugnancia que
había visto la última vez que confesó su secreto. Por no hablar de que Bella se
había puesto realmente caliente con la idea. Muy caliente. Pero había una gran
diferencia entre la fantasía y la realidad.
Mientras
que él no estaba dispuesto a comprometerse con el matrimonio, estaba contento
con Bella. Era de trato fácil, segura de sí misma y le gustaban muchas de las
mismas cosas que a él. Por no hablar de que era hermosa y caliente para él en
la cama. Estaba casi seguro de estar enamorado, pero no había encontrado el
momento adecuado para decírselo. Él realmente podía joder una buena cosa con
demasiada información. O...—Sí. Lo haría. En las circunstancias adecuadas—. Él
rodó para imitar su pose. —Pero nunca te engañaría. De la forma en que yo lo
veo, si estás listo para engañar en una relación, puede ser mejor romper.
Su
mirada se estrechó y un ceño levemente fruncido empañó su frente. Un mechón de
largo pelo color marrón se deslizó por la mejilla. Él apartó el pelo hacia
atrás, metiéndolo detrás de la oreja.
—¿Qué
estás pensando?— Con suerte no se largará...
—¿Qué
pasa si yo, eh ... te diera permiso?— Un ligero rubor coloreó sus mejillas sonrosadas.
—¿Permiso
para engañar?
—Sí—.
Mordió su labio inferior con los dientes. —Llámalo... infidelidad consentida.
Mujer inteligente.
Se rió de la idea.
—¿Pero
con un chico y no otra mujer?
—Correcto.
Fue
el turno de Edward de fruncir el ceño.
—¿Estás
diciendo que quieres que tenga un romance con un hombre?
—Más
o menos, pero... — El rosa se profundizó, convirtiéndose en una brillante
sombra de color carmesí.
La
polla de Edward se agitó con renovado interés.
—¿Quieres
ver? — No pudo detener la progresiva sonrisa que apareció en su rostro. Sin
duda única en su especie.
El
pelo le caía sobre su cara mientras bajaba la cabeza hacia la cama, evitando su
mirada.
—Sí.
Estuvo
a punto de perderse el murmullo suave, pero su cuerpo se apretó con
anticipación.
—¿O
tal vez participar?
—Oh,
mierda—. Ella rodó y hundió la cara en la ropa de cama. Sus manos empuñaban la
colcha, tirando de la manta para ocultar sus mejillas. —Sí.
La
palabra ahogada hizo fluir una corriente de deseo. Su pene endureció con el
flujo de sangre ardiendo por sus venas. No se detuvo a pensar en su pronta recuperación.
Su
novia acertó a su más oscura fantasía, la satisfacción de ambos lados de sus
deseos sexuales al mismo tiempo. Ella en realidad no sólo parecía dispuesta a
hacer realidad su fantasía, sino también excitada con la idea.
Edward rodó más
cerca. Con un dedo, le separó el pelo y bromeó con la parte posterior de su
cuello.
—Sal
de tu escondite y enfrenta la música.
—No
puedo—. Sus palabras parecían teñidas de risa.
—Sí,
puedes hacerlo—. Besó su cuello. —Hay que tratar con las repercusiones de tus
ideas escandalosas—. Pronunció las últimas tres palabras con el acento del sur
de Rhett Butler.
Bella
mantuvo su rostro oculto, mientras se reía.
Corriéndose
rápidamente un poco más cerca, Edward golpeó su polla contra su cadera desnuda.
—Mira
lo que me haces. Tú y tus traviesos pensamientos...
Por
último, apareció su cabeza. Al bajar la mirada, sus ojos se ampliaron.
—¿Por
mí?— Riendo, se dio la vuelta. Su mano se deslizó entre ellos, empuñando su
longitud. —¡Aww, no deberías!
—Toda
tu culpa.— Ella y la visión de él con su polla enterrada en su novia caliente,
mientras que un chico le hacía el culo. —Pero es sólo una fantasía.
Gimiendo, él rodó sobre su espalda.
Bella
se puso de rodillas, pateando fuera su otra bota para entonces liberar el pie
todavía atrapado por sus pantalones vaqueros. Acortando rápidamente la
distancia entre ellos, ella puso las manos sobre el colchón a cada lado de su
cabeza.
—¿Y si yo pudiera hacerlo realidad?
—¿Cómo?— Una parte de él no podía
asimilar lo que estaba diciendo. Una parte específica entendía exactamente lo
que quería decir. Su recuperación milagrosa se puso más dura.
—Jake—. Ella rozó un beso en su
boca. —Él piensa que eres caliente. Y haría cualquier cosa por mí.
—¿En serio? — Edward evitó que su
aliento jadeara con la corriente de deseo. Sólo a duras penas.
Jake y Bella habían sido amigos
desde la secundaria. El tipo estaba construido... lo suficientemente caliente
como para alimentar un buen sueño húmedo o tres. Desde que Jake era propietario
del bar del barrio, Edward y Bella pasaban mucho tiempo con él. Edward había
sido siempre cuidadoso para evitar cualquier mirada persistente o pensamientos
sexuales en su compañía. Incluso cuando estaba solo. Utilizar al mejor amigo de
su novia -hombre o mujer- para alimentar sesiones de pajas no era una gran
idea. Él era bueno controlando sus deseos. Mucha práctica.
—Sí—. Bella se alejó. Sus dedos
trabajaron en los botones de la camisa de Edward. A medida que desabrochaba
cada botón, besaba un camino por el pecho. Edward quedó sin aliento cuando ella
pasó a ocuparse de su pezón derecho con los dientes. El placer y la necesidad
conectaban su pezón a su polla y ambos reaccionaron endureciéndose.
—Tenerte extendido como una mesa de
buffet. Nosotros dos probando y degustando.
—Mierda—. Los nudillos de Edward
estaban blancos en las sábanas. La idea de que estaría dispuesta a compartirlo fortaleció su convicción de que
ella podría ser es elusiva "única" mujer para él.
—¿Te gustaría eso ¿eh?— Suspirando,
ella se movió más bajo, besando su estómago. —Yo podría chupar tu polla.— Su lengua pasó sobre la punta. —Mientras tú
chupas la suya...
—¡Maldita sea!
Sus manos volaron a la cabeza.
Enhebrando sus dedos a través de su cabello, él empujó hacia su boca su
dolorosa erección.
Bajó sin luchar y sólo con una
risita leve. Sus labios hicieron
círculos en la corona, la lengua burlándose de la sensitiva ranura.
Su cuerpo luchó para reaccionar,
lanzarse en la humedad bromista pero aún obligó a sus caderas. Su imaginación
se burlaba de él con la imagen de una polla enorme colgando sobre sus labios,
moviéndose profundo mientras que Bella se tragaba su polla. El placer se
propagó a través de él, la necesidad tirando de su antes agotado pene. Lograr
que se levantara de nuevo era una cosa. Venirse otra vez tan pronto…
—¡Maldita sea!— Poderosa y casi
dolorosamente, su cuerpo se rindió con lo que le quedaba. Bella lo tomó todo.
Su entusiasta participación sólo hizo su placer más intenso. Con los ojos
cerrados, no podía moverse.
Bella besó su camino de regreso a sus
labios.
—Así que ¿debo hablar con Jake o
no?
Su corazón acelerado casi ahogó sus
palabras.
—Sí.
Tan pronto como la palabra salió de
su boca, puso en duda la sabiduría de su decisión. La pérdida de Bella no era
algo que quería tener en cuenta. Años de experiencia con los disturbios
domésticos le recordaron que muchas relaciones no resisten bien la competencia.
¿Podrían él y Bella realmente
sobrevivir invitando a un tercero al dormitorio? ¿Era la posibilidad de cumplir
una fantasía o la posibilidad de perderla?
5 comentarios:
Buen capítulo me gusta como pinta continúa 😉
Buena historia, me gusta veremos como continúa, espero el siguiente capitulo
Saludos y besos����
Wow este par d lokitos me encanta, gracias
Son muy candentes!!
Muy candente el capitulo m gusto
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