Capitulo 6
El viaje en taxi con Edward y Victoria
aquella noche fue extremadamente incómodo. Mike se asustó y arrancó su coche
después de que se enteró que Edward era en realidad mi hermanastro. La causa de
lo que sucedió en esa cafetería seguía siendo un misterio para mí. Todo el
camino de vuelta Edward no nos dijo nada a ninguna de las dos. Se sentó en la
parte delantera, mientras nos sentamos en el asiento trasero.
Cuando llegamos a casa subió a su
habitación, cerró la puerta con tanta fuerza que me hizo saltar. Había pensado
en tratar de hablar con él, pero mis mejores instintos me dijeron que lo dejara
ser. Cuando me desperté la mañana del sábado, Edward ya se había ido a trabajar
por todo el día a la tienda de bicicletas.
Mi madre se hallaba sentada en la isla de
granito en la cocina en el taburete junto a mí.
—¿Quieres decirme lo que pasó anoche? Charlie
recibió una llamada de su amigo policía diciendo que Edward estuvo involucrado
en una pelea en el restaurante ¿y que estabas con él?
Dejé mi café y me froté las sienes.
—Estábamos cenando... Edward,
Victoria, yo y este chico, Mike, de la escuela. Edward y él se metieron en una
pelea. No sabemos lo que la empezó porque sucedió cuando Vic y yo fuimos al
baño. Así que, yo realmente no sé mucho más que tú.
—Bueno, tu padrastro está echando humo, y no
sé qué hacer al respecto.
—Tiene que dejarlo pasar. Los chicos
entran en peleas a veces, y puede no haber sido culpa de Edward. Es necesario
que lo explique.
—No hay ninguna conversación con Charlie
cuando se trata de Edward. Yo no lo entiendo.
—Yo tampoco.
****
Decidí
que hablaría con Edward esa noche y estuve esperando que volviera a casa todo
el día. La tienda de bicicletas cierra a las seis, así que le esperaba que
volviera a las siete, pero nunca llegó a casa. Incapaz de dormir, una sensación
de hundimiento se apoderó de mí. Finalmente, alrededor de la medianoche, oí
pasos y el pomo de la puerta de la habitación de Edward.
Al menos, ya estaba en casa.
Aproximadamente un minuto más tarde, llegó el
sonido de la puerta abierta de golpe.
—¿Qué carajo, Edward? Apestas a alcohol. —Oí
gritar a Charlie. Me levanté de un salto y puse mi oreja en la pared.
—Hola
pa-pá. —Edward parecía estar arrastrando las palabras.
—Muchacho, ¿qué acabas de hacer para hacerme
tan malditamente orgulloso, en primer lugar, inicias una pelea y me humillas
delante de toda esta comunidad y ahora, tienes el descaro de poner un pie en mi
casa esta noche borracho? Bueno, vas a desear no haber vuelto a casa.
—¿En serio? ¿Qué vas a hacer? ¿Pegarme? Eso es
lo único que no has hecho. Y estoy tan listo para ello.
—¿Te
gustaría eso, no? No, no te voy a golpear.
—Bien… No vas a pegarme. Solo me odiarás más…
Como siempre lo haces, a veces, me gustaría que me golpearas de una vez por
todas, entonces me dejarías en paz.
—Eres
un perdedor, Edward.
—Dime
algo que no hayas dicho antes.
—Está
bien, entonces, tengo noticias para ti. Yo no te voy a ayudar a pagar la
universidad después de todo. Estas por tu cuenta. He tomado la decisión esta
noche. Estoy tomando el dinero que te había asignado y dándoselo todo a Bella.
¿Qué? ¡No!
Charlie
continuó—: No voy a perder mi dinero duramente ganado en una cagada que quiere
ser un escritor. Si decides que quieres tener una verdadera carrera algún día,
vienes a hablar conmigo. Hasta entonces, no voy a gastar un centavo en ti.
—Nunca
planeaste pagar mi universidad de todos modos y los sabes.
—¿Por
qué iba a querer? Para alguien que no ha hecho otra cosa que decepcionarme
desde el día que nació.
—Ese
fue el comienzo ¿no? ¿El día en que nací? Yo fui una maldita casualidad, ¿no?
Debido a que mami nunca me abortó como se lo pediste.
—Eso
es una maldita mentira. ¿Te dijo eso?
—Incluso
si no me lo hubiera dicho, podría haberlo adivinado. ¿Es por eso por lo que me
has estado matando lentamente con tus palabras toda mi vida para compensarlo?
Mi corazón se rompía.
—¿Eh?
¿Entonces por qué todavía no estás muerto, Edward?
Di un grito ahogado de horror. No podía
soportar seguir escuchando esto. Corrí a la habitación de al lado y me
horrorice aún más al encontrar a Edward sentado en el borde de la cama con la
cabeza entre las manos. El olor a alcohol era fuerte. Su espalda estaba
subiendo y bajando con las pesadas respiraciones que se le escapaban.
—Charlie ¡para! ¡Por favor, detente!
—Mi padrastro se quedó allí con los brazos cruzados, mirándome fijamente. En
ese momento, el hombre de pie delante de mí, bien podría haber sido un completo
desconocido—. Es tu hijo. ¡Tu hijo! No me importa lo que crees que hizo
para merecerlo, no hay nada que pueda justificar que le hables a tu hijo
de esa manera.
—Bella,
no entiendes nuestra historia —dijo Charlie.
—No
necesito entender las palabras que salieron de tu boca esta noche, las que
cortaron más que cualquier arma jamás podría, y yo no voy a estar aquí y dejar
que abuses de él así.
Ninguno
de los dos dijo nada. La habitación estaba en silencio. La respiración de Edward
parecía haberse calmado y con eso, también lo hizo la mía. Me volví hacia Charlie.
—Tienes
que irte.
—Bella…
—¡Vete! —grité con la parte superior de mis
pulmones.
Charlie
negó con la cabeza y salió de la habitación, dejándome sola con Edward que
todavía se hallaba en la misma posición. Corrí a mi habitación y regresé con
una botella de agua, poniéndosela en la boca.
—Bebe
esto. —La bebió de un trago y luego aplastó el plástico y lo tiró. Me arrodillé
para quitarle los zapatos. Fue arrastrando las palabras y murmurando algo que
no pude entender. Me puse de pie y puse las mantas hacia abajo—. Acuéstate. —Se
quitó la chaqueta, arrojándola torpemente en el suelo y se arrastró hasta su
almohada. Se tumbó boca abajo y cerró los ojos.
Me senté en el borde de la cama y aún me encontraba
conmocionada. Me sentía tan mal por Edward y tan avergonzada de Charlie. Yo
sabía que tenía que hablar con mi madre mañana. ¿Cómo podía no haber escuchado
e intervenido esta noche?
La respiración de Edward
se igualó. Se quedó dormido. Pasé mi mano una vez a través de su sedoso cabello
negro, disfrutando de la posibilidad de tocarlo libremente sin que él lo
supiera.
Mi dedo índice rozó
ligeramente sobre el corte en el labio que sufrió por la pelea con Mike. Fui al
piercing en sus labios, y me estremecí cuando me di cuenta de que se le debe de
haber salido. La razón de su ira constante se me expuso ahora más clara que
nunca, sin embargo, todavía se sentía como que no sabía nada sobre la vida de Edward.
Se veía tan inocente
en su sueño. Sin su sonrisa torcida o el brillo de sus ojos, era más fácil de
ver más allá de su duro exterior con el fin de echar un vistazo a el niño
escondido debajo de el mismo chico, ahora me daba cuenta que fue dañado por el
hombre casado con mi madre. Una lágrima cayó por mi mejilla cuando ajustaba su
manta antes de salir de la habitación. De vuelta en mi propia cama, pensé en lo
irónico que era que este tipo que no había hecho más que tratar de ahuyentarme
e intimidarme era la única persona en el mundo que yo sentía que quería
proteger.
***
En el momento en que
me levanté a la mañana siguiente, Charlie y mi madre ya habían salido para un
viaje en coche a la parte occidental del estado. Mamá me dejó una nota en la
encimera de la cocina
Charlie me sorprendió
en las primeras horas de la mañana con un viaje de cumpleaños a principios de
los Berkshires. Ya había embalado el coche en el momento en que me desperté, no
quería despertarte. Solo será una noche. Estaremos de vuelta el lunes. Hay un
montón de sobras para ti y Edward en la nevera. Llámame a mi celular si
necesitas algo. Te quiero.
Qué conveniente. Yo estaba segura de que mi padrastro arregló
esto para evitar tener que lidiar con lo que pasó anoche. Inmediatamente agarré
mi teléfono y le envié un mensaje a mi madre:
Disfruta de tu viaje,
pero cuando vuelvas es necesario hablar de lo que está pasando con Charlie y Edward.
Edward no bajo hasta
las dos de la tarde. Se parecía a la muerte recalentada mientras arrastraba los
pies hacia la cafetera, pelo revuelto y sus ojos enrojecidos.
—Buenos días, sol —le
dije.
Su voz era aturdida mientras
susurraba:
—Hola. —Se sirvió un poco de café en
una taza y bombardeé hacia él.
—Así que, al parecer, nuestros padres
salieron en un viaje en coche. Volverán el lunes por la noche.
—Eso es muy malo —dijo.
—¿Qué se fueran?
Tomó un sorbo de café y dijo—: No, que
regresan.
—Lamento lo…
—No puedo hacer esto. —Cerró los ojos y
extendió la palma—. No puedo hablar contigo. Cada vez que hablas, suenas como
una moto sierra.
—Lo siento. Lo entiendo. Tienes
resaca.
—Bueno, eso, también. Puse los ojos, y
me guiñó un ojo, haciendo que mi corazón revoloteara. Me senté con las piernas
cruzadas en el sofá junto a la cocina.
—¿Cuáles son tus planes hoy?
—Bueno, primero tengo que encontrar mi
maldita cabeza.
Me reí.
—¿Y luego?
—No lo sé —dijo, encogiéndose de
hombros.
—¿Te gustaría conseguir un poco de comida para
llevar? —Le pregunté, tratando de parecer casual. Parecía preocupado y se frotó
la nuca en la barbilla.
—Um…
—¿Qué?
Miró el teléfono.
—No, en realidad, uf... Tengo una
cita.
—¿Con quién?
—Con, um...
—¿No lo sabes? —Me reí.
Se rascó la frente.
—Dame un minuto…
Negué con la cabeza.
—Eso es triste.
—¡Oh! Con Kylie... Sí... Kylie.
Sabía que Kylie era intercambiable por
lo cual me encontraba secretamente aliviada de que no dijera Victoria, porque
yo sabía que todavía lo tenía en su mente en a pesar de la escena que causó en
nuestra “cita doble”. Le envió un mensaje al menos una vez ayer, y su
desesperación realmente me molestó.
Temprano esa noche, me hice un ovillo
en el sofá con mi libro cuando Edward bajó las escaleras. Instintivamente me
senté y enderecé mi ropa. Su colonia flotando a través de la habitación era un
afrodisíaco antes de que me diera la vuelta para mirarlo. Vestía un pantalón
negro y una camisa marrón a la que le enrolló las mangas. Llevaba el pelo
estilo “lío controlado”, y aparte del corte que tenía en el labio inferior, se
veía mejor de lo que lo había visto nunca. En realidad, incluso el maldito
corte era sexy. La energía en la sala pareció cambiar en el mismo momento que
entró en ella. Todos mis sentidos estaban hiperactivos por él.
Recordé su texto de la otra noche: Tener
un poco de auto-respeto. Ugh. Me obligué a regresar a mi libro ya que al
parecer, yo no era capaz de ocultar mi atracción cada vez que lo miraba. Solo
de pensar en el texto de nuevo me puso de mal humor. Me olvidé de mi promesa de
nunca mirarlo de nuevo después de todo lo que pasó con Mike y Charlie.
Agarró sus llaves.
—Me voy.
—Está bien —le dije, asegurándose de mantener
los ojos fijos en el libro.
La puerta se cerró de golpe, y exhalé un
suspiro de alivio. Hacía mucho tiempo que no tenía la casa para mí y aunque el
lado patético de mí deseaba a Edward, había algo que decir acerca de la privacidad.
Yo acabé pidiendo algo para llevar, comida china. Poco después de que abrí la
caja de cartón del menú de camarón, la alerta de texto en mi teléfono sonó.
Edward: Tuve este recuerdo de
anoche.
Bella: ¿Ah?
Edward: Estuviste de rodillas a los
pies de mi cama. ¿Te aprovechaste de mí?
Bella: Será mejor que estés bromeando.
¡No! Te estaba quitando los zapatos, borracho.
Edward: Raro. ¿Un fetiche de pies?
Bella: No es en serio…
Edward: ;-)
Bella: ¿No se supone que deberías
estar en una cita?
Edward: Lo estoy.
Bella: Entonces, ¿por qué no le
prestas atención?
Edward: Porque prefiero molestarte.
Una
llamada telefónica interrumpió mis pensamientos antes de que pudiera responder
el texto. Era Mike. Mierda. No estaba seguro de si se debía responderla.
—¿Hola?
—Hola, Bella.
—Hola. ¿Qué pasa?
—Edward no está ahí, ¿verdad?
—No. ¿Por qué?
—Dejaste tu chaqueta en mi coche la
otra noche. ¿Puedo ir y dejártela?
—Um... seguro. Supongo que estaría
bien.
—Genial. Debería estar allí en unos
veinte minutos. —Colgué y me di cuenta de que Edward había enviado varios
textos más mientras que estaba al teléfono con Mike.
Edward: En realidad, mi cita es un
amigo.
Edward: ¡Un fiasco! Quise escribir
mi cita resultó ser un fiasco.
Edward: Me cago de risa.
Edward: #NoUnTipo #EdwardAmaElCoño
Edward: ¿Dónde coño estas?
Riéndome
histéricamente, escribí.
Bella: Lo siento, hablaba con Mike.
Llamó. Dejé mi chaqueta en su coche la otra noche y la está trayendo.
Un par de segundos después, mi
teléfono sonó.
—¡A la mierda! No dejes a ese chico
entrar a la casa.
—Solo dejará la chaqueta.
—Llámalo y dile que la deje en la
puerta.
—No voy a hacer eso, no tengo razón para
hacerlo, lo que sucedió fue entre ustedes.
La llamada se cortó. No, ¡colgó!
Estaba nerviosa tratando de decidir
qué hacer sin una buena explicación. Diez minutos más tarde, mis pies volaron
del sofá cuando la puerta principal se abrió.
Edward estaba sin aliento. —¿Apareció?
¿Qué diablos?
—Todavía no. ¿Por qué estás aquí?
—No sonabas como que me estuvieras
prestando atención, así que no tuve más remedio que volver a casa.
—Si no quieres explicarme por qué debo
quedarme lejos de Mike ¿Cómo esperes que te escuche? —Se pasó las manos por el
pelo en señal de frustración. El timbre sonó, y Edward abrió la puerta.
El rostro de Mike se volvió blanco.
—¿Qué estás haciendo en casa? Dijo que
no estabas aquí. —Edward robó mi chaqueta de las manos de Mike y le cerró la
puerta en las narices. Luego, cerró la puerta con llave.
—Voy tras él. ¡Fuera de mi camino! —le
dije. Se cruzó de brazos frente a la puerta.
—Vas a tener que conseguir pasarme, y
se puede escuchar su coche salir en este momento, Es un maldito marica. —Dejé
escapar un suspiro y me di por vencida. Realmente no quería ver a Mike pero me
molesto el comportamiento de Edward. No tiene derecho a interferir en mi vida
cuando él solo se encierra en sí mismo.
La tensión en el aire era espesa mientras
caminaba de vuelta a mi plato de comida en la mesa de café. No hablamos durante
varios minutos antes de que yo rompiera el hielo. —Hay un poco de comida china
en el mostrador si quieres. —Edward todavía se veía furioso y no respondió. Se
acercó al mostrador, agarró el recipiente y comenzó a comérselo.
—¿Hambriento? ¿No comiste en tu cita?
Sorbió un fideo en la boca. —No.
—¿Estabas tan molesto que básicamente
la abandonaste?
—No —dijo con la boca llena.
Inclinando mis codos sobre el
mostrador, le pregunté: —Si no comiste, ¿qué hiciste? ¿O es que realmente no quiero
saber?
—Um... Riley quería jugar a los bolos.
—Pensé que habías dicho que su nombre
era Kylie. —Sonrió con aire de culpabilidad mientras mordía en un rollo de
primavera.
—Ups.
Insegura de qué hacer con eso, rodé los ojos
hacia él y alcancé el último rollo primavera antes de que se comiera eso
también. Tomé un bocado. —Voy a poner una película en Netflix por si deseas
unirte. —Dejó de comer un momento y luego solo me miró.
—¿Qué carajo te pasa?
—¿Discúlpame?
—No importa como mierda te trato,
todavía intentas pasar el tiempo conmigo. —Se sentía como el vapor que está a
punto de estallar fuera de mis oídos.
—¡Nadie te pidió que vinieras a casa
esta noche! En realidad disfrutaba tener la casa para mí.
—¿En serio? ¿Ibas a meterte en el sofá con tu
vibrador o algo así?
Mi corazón se detuvo.
Mi vibrador.
¡Mierda!
Lo
había dejado en el cajón de mi ropa interior. Se me había olvidado que lo moví
allí después de que limpié mi mesita de noche. No lo había usado desde hace
tiempo y totalmente me olvidé de él.
¡También tomó eso!
Y continuó—: Mira tu cara. ¿No te
habías dado cuenta que te faltaba? ¿Cómo has estado llegando? ¿Te duelen tus
dedos? ¿O estás en grave necesidad de aliviar la tensión?
Mi cara se debe haber convertido un
centenar de tonos de rojo.
—Bastardo. —Mi ojo se crispó.
—Me estas guiñando el ojo otra vez. Lo
siento, no puedo ayudarte. Tal vez necesitas mirar... ¿Un tipo diferente de
película esta noche? Eso podría conseguir que llegaras. Tengo un poco por si
quieres pedir prestado una, ya sabes, para mojar tu silbato.
Sus palabras de la otra noche, una vez
más son reproducidas en mi cabeza.
Ten un poco de auto-respeto.
Decidí
que había terminado con él esta noche. Tomaría el camino y volvería a mi
habitación sin decir una palabra más, pero no antes de que agarrara el
contenedor de los fideos y se lo tirara todo sobre su regazo. —Moja eso,
imbécil. —Su risa ronca, entró en mí mientras caminaba por las escaleras.
Esa noche, yo todavía estaba echando
humo mientras me retorcía alrededor en mis sábanas. ¿Quién se creía con su
comportamiento agresivo pasivo? Intentó jugar como si fuera yo la que buscaba
su atención, cuando fue él quien me envió mensajes de texto durante su cita
antes de llegar a casa temprano para entrometerse en mi encuentro con Mike.
Mis pensamientos obsesivos continuaron hasta
las dos de la mañana cuando fui interrumpida por lo que sonaba como gritos
provenientes de la habitación de Edward.
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