Capitulo 21
Esto
apesta.
Comía
helado directamente desde la caja de cartón en frente de mi puerta el miércoles
en la mañana con Rosalie, en vez de jugar hockey en el parque como debería
estar haciendo. Este era el segundo juego que me perdía.
Incluso
desde que mi novio psicópata apuñaló a algún idiota que trató de tocarme, todos
los que conocía me han estado evitando como si fuera la peste. Ellos realmente
no se mostraban, pero estaba bastante segura que tenían miedo de venir a verme
por temor a que Edward fuera luego detrás de ellos.
Vi
a mi novio atacar viciosamente el saco de boxeo en su garaje.
—Mi
vida se ha acabado.
—Eso
es un poco dramático, ¿no crees? —preguntó Rosalie.
—Um,
no. Gracias a Edward, todos los que conozco están asustados de acercarse a mí.
Las únicas personas que siguen hablando conmigo, se relacionan conmigo o matan
gente los fines de semana por entretención.
—Mira
el lado bueno. Sólo tienes dos años más hasta que puedas encontrar una linda
universidad-fuera-del-estado donde nadie te conozca. Asumiendo que tu novio no
te mata primero.
—Muchas
gracias por eso, Rosalie.
Como si supiera que
hablaba de él, Edward miró en nuestra dirección y saludó con la mano
tentativamente a nosotras. Se tomó un minuto para tragar un poco de agua y
limpiarse el sudor de la parte superior de su cuello.
—Y
hablando de nuestro sexy serial —dijo Rosalie mientras ambas devolvíamos el
saludo con unas sonrisas falsas de nuestras caras—. ¿Está mal que siga sin
perderme sus entrenamientos por nada, incluso sabiendo de que utiliza sus
músculos para dominar niñas indefensas?
Tampoco
quería perdérmelos. Eso era parte de mi problema. Suspiré otra vez y Rosalie lo
hizo eco.
—¿Cómo
están las cosas en la tierra de la falsa relación? —preguntó a la devoción de
mi depresión.
—Horrible
—dije—, creo que fallé miserablemente como actriz. No puedo estar tranquila a
su alrededor. No he dejado que me bese desde que hablamos con el Detective Vulturi.
Sabe que estoy asustada de él. Sabe que estoy alterada. No creo que pueda
mantenerme feliz con él del todo.
—¿Pero
crees que sabe que estamos hablando con la policía?
Negué
con la cabeza.
—Piensa
que estoy asustada de él por Garret. Sigue diciendo que no atacó a Garret.
Piensa que no le creo.
—No
lo haces —señaló Rosalie.
—Lo
sé. Pero se supone que él no sabe eso. También sabe que estoy enojada por mis
amigos y piensa que lo culpo por no estar disponible para jugar hockey.
—Lo
haces.
—Lo
sé. La peor parte es, que él ha sido extra dulce tratando de poner todo bien de
nuevo. Si no fuera un asesino en serie, sería el novio perfecto.
Parecía
que no podía hacer otra cosa que seguir suspirando. Y poner helado en mi
garganta.
—No
sé cuando tiempo podré hacer esto, Rosalie.
—Bueno,
espero que no sea mucho tiempo. Quiero decir, es una buena probabilidad que él
trate de matar a alguien este sábado, ¿cierto? Luego el detective Vulturi lo
atrapará y todo volverá a la normalidad.
Mi
estómago se revolvió cuando Rosalie dijo la palabra “normal”. Deslicé el helado
lejos de mí.
—¿Normal?
—me burlé—. Nada en mi vida es normal nunca más. No lo ha sido todo el verano.
—¡Santa camisa rosa
de Batman! —Una voz gritó desde la acera en frente de mi casa.
Cuando
miré y vi a los J caminando por mi jardín delantero. Dejé escapar un grito y
salté para quedar de pie. Jacob pasó a ser el más cercano, así que lo ataqué a
él. Me sentía tan aliviada de verlos—y tan desesperada porque algo en mi vida
tuviera sentido nuevamente— que no me importaba cuán femenina era.
Corrí
con toda mi fuerza y literalmente salté en Jacob, envolviéndolo en el abrazo
más apretado que logré. Jacob estaba forzado a atraparme, pero intentó
mantenerse en pie, mi ataque había llegado como una sorpresa que nos cayó
encima.
—¿Qué
demonios, Swan? —gritó cuando nos detuvimos en la hierba, me encontraba encima
de él—. ¡Suéltame, psicópata!
Me
alejé de él y James me ayudó a pararme. Todavía me sentía tan dichosamente
feliz de verlos que en el momento que estuve en equilibro, envolví mis brazos
alrededor de un James desprevenido y lo apreté como si nunca lo fuera a dejar
ir.
—Um,
¿Swan? —preguntó James como si yo hubiera perdido completamente mis canicas.
—Lo
siento. Sólo estoy tan contenta de que estén de vuelta —dije, pero no podía
moverme.
—Jesús,
Swan —murmuró Jacob detrás de mí—. Decían que te volviste loca, pero…
Fue
entonces cuando James empezó a sentir inquietud debajo de mi brazo.
—¿Chicos?
—chilló—. ¿Un poco de ayuda?
Finalmente
me retiré. Cuando me encontré con los ojos de James, su cara se puso toda rosa,
lo que luego hizo que mi cara se pusiera rosa y rápidamente miré hacia otro
lado. Pero mirando a otro lado no ayudó, porque me encontré mirando a Jasper.
Me miró por un segundo, pero luego rompió en una sonrisa y sostuvo abierto sus
brazos.
—Bueno,
ven entonces. No tengo miedo de ti.
No
se por qué, pero su aceptación de la nueva yo hizo que me perdiera por
completo. Me dejé caer en sus brazos y actualmente tenía mis ojos nublados.
—Gracias, Jasper
—susurré, rezando para que ninguno escuchara la emoción en mi voz.
Jasper
me apretó tan fuerte que empecé a creer que mi vida tal vez no llegaría a su
fin. Quizás podría seguir siendo la nueva Bella y eso estaría bien.
Por
supuesto, Jasper tenía que arruinar el momento diciendo—: Amiga, en realidad si
tienes una bonita delantera. ¡Eso es loco! Todo este tiempo nunca lo supe.
Finalmente
me di cuenta por qué me abrazaba tan fuerte. Alejé mi pecho de él y le di un
puñetazo fuerte en el estómago.
—¡Te
pones pervertido de nuevo y me aseguraré que nunca tengas hijos!
Tan
pronto como Jasper pudo respirar nuevamente, comenzó a reír.
—Buenas
noticias, chicos. Podrá estar sexy ahora, pero sigue siendo la misma vieja Swan.
—Cállate,
imbécil.
Jacob
echó el brazo encima de mi hombro y dijo—: Si esto ayuda, yo todavía no creo
que seas sexy.
Cuando
todos nosotros finalmente reímos y casi al momento en que alguien tiró de mi
cola de caballo, una puerta se cerró de golpe al cruzar la calle, lo que me
trajo de vuelta a la realidad. Todos los chicos cuestionaron mi suspiro, pero
sólo murmuré—: Estaré de vuelta. —Y me dirigí al otro lado de la calle sin más
explicación.
Golpeé
la puerta y cuando no respondió, grité—: ¡Son mis mejores amigos! Los he
conocido toda mi vida. ¿Qué es lo que quieres de mí?
La
puerta se abrió entre nosotros y Edward me miró, demasiado furioso para hablar.
Cuando abrí mi boca para comenzar a gritar, me tiró contra él y aplastó sus
labios con los míos. Al principio su beso sabía a ira, pero rápidamente se
fundió en algo tan sincero que mis músculos se relajaron.
Sus
manos rodearon mi cintura, sosteniéndome cuando amenacé con colapsarme. Su
respiración era entrecortada y sus ojos ardían salvajemente mientras miraba mi
cara de la manera más feroz que jamás había visto de él.
—Sé
que las cosas no están bien entre nosotros, pero no puedo perderte, Bella
—dijo—. No puedo.
Lanzó una mirada
preocupada sobre mi hombro y recordé a los J. Me di la vuelta, mi cara
ardiendo, y por supuesto, se encontraban allí de pie boquiabiertos. Jasper
lucía sorprendido, Jacob se veía ligeramente disgustado, y el pobre James se
veía realmente confundido.
Arrastré
a Edward hasta los J y me encogí de hombros torpemente.
—Edward,
estos son los J. ¿Chicos? Edward. Mi, um, mi…
—Novio
—gruñó Edward, molesto cuando no dije la palabra.
—Nos
dimos cuenta —dijo Jasper.
—No
van a comenzar a hacer eso en frente de nosotros todo el tiempo, ¿no? —preguntó
James.
Jacob
asintió vigorosamente y añadió—: Vomité en mi boca un poco.
—Sí
—intervino Jasper—. Nunca me has visto meter mi lengua en la boca de alguien.
Me
estremecí. Eso era algo que esperaba nunca ver.
—Eso
es porque ninguna chica te dejaría, Jasper —dijo James.
Jasper
sonrió.
—Tu
madre no tiene problema cuando lo hago con ella.
Jasper
recibió otro puñetazo y cuando él y James cayeron al suelo en un combate de
lucha libre, le di a Edward una mirada seca.
—¿Ves
ahora que los J no son un problema?
—Entonces,
¿cuál es el problema? —preguntó Edward.
—No
hay problema —dije rápidamente—. Todo está bien.
Jacob,
quién trataba de dar con Rosalie, le dijo a Edward—: No dejes que ella te
hunda, amigo. Swan es una grande, gorda mentirosa.
—¿Te
importa? —espeté.
Jacob
me dio una gran sonrisa.
—No
en absoluto. En realidad, esta cosa de Swan-tiene-un-novio tiene potencial.
Estaba
a punto de darle a Jacob el dedo, pero Edward agarró mi mano.
—¿Podemos
hablar?
—Estamos
hablando.
La
cara de Edward se puso roja con ira.
—¿Solos?
—Um.
—Bella, ¡no puedes
seguir evitándome!
Edward
apuñalando a Garret, de lo contrario podrían haber pensado dos veces antes de
empezar la mierda.
—Ooh,
¡discusión de amantes!
—¿Ya
hay problemas en el paraíso, Swan?
—Es
mejor verlo, amigo. Swan no es tan buena manteniendo una conversación sin
golpear a la gente.
—Esto
va a ser bueno. Diez dólares a que Swan lo bota en menos de dos minutos.
Podía
ver el temperamento de Edward llegar a su punto de ebullición.
—¿Por
favor? ¿Antes de que mate a uno, o posiblemente todos, tus mejores amigos?
—preguntó, tratando de no gruñir.
Miré
nerviosamente a Rosalie y articuló con la boca—: Mantenlo feliz.
Bajé
la vista a los nudillos de Edward y prácticamente corrí dentro de su casa.
—¡Mejor
que sea uno rápido, Swan! —gritó Jacob lo suficientemente fuerte para que todo
el barrio lo escuchara—. Todavía tengo que mostrarte todas nuestras nuevas
habilidades enfermas.
—¡Mira
hacia delante! ¡Será mucho más patético ahora cuando te haga crema! —grité y
cerré la puerta de Edward. Me apoyé en ella y dejé escapar un suspiro—.
Idiotas. ¿Por qué quería con tantas ganas que volvieran a casa?
—Esto
se va a volver viejo muy rápido —dijo Edward, mirando a la puerta.
El
odio que Edward mostraba a mis mejores amigos era abrumador. Supongo que es una
buena cosa que él no iba a pasar mucho más tiempo con ellos. Me compadecí por
su compañero de celda.
—No
lo dices en serio —le dije—. Si nos están molestando, eso es una buena cosa. No
están completamente asustados. Y en este momento son los únicos que siguen
hablándome, por lo que deberías ser lindo.
La
cara de Edward se derrumbó cuando me miro.
—Bella,
no toqué a Garret. Sé como luce, pero tienes que creerme.
—Te
creo.
—¡No,
no lo haces! Tienes miedo de mí. Has estado en el borde conmigo durante varios
días, y no lo entiendo porque cuando llegué a casa desde la estación de
policía, me dijiste que no te importaba. Esperaste toda la noche a que volviera
y parecías feliz de verme. Todo fue genial, y más tarde ese día algo sucedió.
¿Qué es lo que no estas diciéndome? —La mirada de Edward me acusaba y eso hizo
que mi estómago se retorciera. Era consiente de mucho más de lo que yo pensaba.
—¿Qué
quieres decir? —pregunté suavemente, tratando de calmarlo.
Edward
no estaba en calma.
—¡Yo
fui al centro comercial el domingo! —gritó agarrando mechones de su cabello y
tirando de ellos con frustración—. ¡Les vi a ti y a Rosalie hablando con un
oficial de policía!
Palidecí,
y luego me aleje de él, golpeando mi espalda contra la puerta principal, Edward
rápidamente reinó en su temperamento.
—¿Quién
era? ¿Que te dijo para que me tuvieras miedo?
Me
asusté. ¿Qué iba a hacer? Tenía que pensar en algo y rápido, pero me sentía
demasiado asustada para salir con una mentira decente. Si no podía arreglar
esto ahora mismo, Edward sabría, que sabíamos sobre él, y Rosalie y yo, ambas
estaríamos muertas.
—¿Nos
seguiste? —exigí, tratando de ganar.
Edward
soltó un suspiro de frustración y se dirigió escaleras arriba. Pensé en salir
pero mi curiosidad pudo más que yo, así que lo seguí.
—¿Qué
estás haciendo? —le pregunté cuando sacó la caja de herramientas debajo de su
cama.
No
me respondió. Dejó la caja en su armario, sacó la tapa con el cuchillo y sacó
una pequeña caja que no había estado ahí cuando Rosalie y yo lo esculcamos. —No
las espiaba —gruñó, empujando la caja en mis manos—. Fui a comprar esto.
—Tenia
miedo de mirar, pero estaba demasiado curiosa para no hacerlo. Mi mandíbula
cayó al suelo cuando abrí la caja y encontré un collar en su interior. Un
collar con un maldito diamante colgando de él.
—Santa
mierda, ¿es de verdad?
—Bella,
la otra noche fue una mala noche. Cuando llegué a casa y te encontré
esperándome… —La voz de Edward se nubló de repente por la emoción—. Nadie había
estado ahí para mí de esa manera. Nunca. Yo quería algo especial, para que
supieras lo mucho que significas para mí. Algo que sólo da un novio.
Apesto. Tuve que tragar de nuevo la bilis.
Oh, el sentimiento de culpa. ¡Soy una idiota! ¡Soy escoria! Aquí se
piensa que yo estaba siendo una novia súper ejemplar, cuando en realidad
buscaba pruebas para obtener que lo metieran en la cárcel por el rato de su
vida. Pero está asesinando gente, Bella.
—Te
vi a ti y a tu hermana hablando con ese policía y pensé que no era buena idea
interrumpirlos.
Supuse
que te preguntó acerca de Garret. Pero también pensé que cuando llegaras a casa
me dirías algo al respecto. Sólo que no lo hiciste, llegaste a casa actuando
como cuando pensabas que había matado a alguien.
Él
lo sabe. ¡Oh mierda, oh mierda, oh mierda! Empecé a buscar una vía de escape. Edward me agarró por
los hombros y dijo—: ¿Qué te dijo?
—¡Nada!
—Di un grito ahogado—. E-e-el… —Entré en pánico y le espeté—: No se trataba de Garret,
se trataba del Acuchillador de los Sábados por la Noche. —Edward se congeló y
me di cuenta de mi error. Si Edward no sabia que estábamos sobre él antes,
seguro que lo hacía ahora. Busqué desesperadamente una mentira—. Este tipo es
un detective en el caso del Acuchillador. Sólo quería hablar conmigo porque
encajo con el perfil. Dijo que había estado visitando a todas las chicas que
podrían estar en riesgo y decirnos como mantenernos a salvo. —Pensé que mi
historia parecía bastante razonable, pero no creo que Edward lo creyera, porque
se enojó.
Espantosamente
enojado. Era el tipo de enfoque misterioso que sólo podía imaginar, del tipo
que tenía cuando apuñalaba a chicas gritando.
—¿Cómo
lo encontraste? —Me preguntó, su voz sonaba como el acero—. Los policías no
sólo tienen una base de datos de todas las pelirrojas adolescentes en el mundo.
Oh,
no, no sólo sabía que
los policías estaban sobre de él. Sabía que lo habíamos convertido.
—Um…
—Odiaba lo mucho que mi voz temblaba. No me gustaba que él supiera que me
sentía asustada—. No lo dijo. Pero hizo que fuera a la gran casa el fin de
semana pasado. Ellos no tomaron mis huellas digitales ni nada de lo que te
hicieron, pero estoy segura de que hay un reporte por ahí con mi nombre en él.
Había varios policías ahí ese día y mencioné que era carnada de un asesino
serial. Cualquiera de ellos podría haber dicho algo.
Parecía que se lo
había creído. Edward se quedó ahí, perdido en sus pensamientos por un momento,
pero finalmente salió de ellos y se conectó de nuevo al calmado, amoroso novio.
Me atrajo hacia él y murmuró en mi pelo con una voz sedosa.
—¿Eso
es lo que te ha tenido tan alterada esta semana? ¿Por qué no me lo dijiste?
—No
lo sé. Supongo que me avergoncé. Me siento como un caso de paranoia mental. —Edward
me besó en la cabeza y me frotó la espalda, tratando de mandar lejos mis
nervios mientras me abrazaba. Su toque era tan tierno y su sonrisa tan sincera.
¿Y la manera en la que se perdió en mis ojos? Fue demasiado para resistir.
Cuando me dijo que no me preocupara y me prometió que estaría a salvo, era
difícil no creerle.
Sintió
el momento en que me relaje. Me miró con sus grandes ojos esperanzados y
preguntó—: ¿Así que no era sólo miedo de mí? ¿De verdad me crees acerca de Garret?
No
podía mentirle. No podía estar allí y ver ese rostro que quería que yo tuviera
fe en él tan malditamente mal, y decir una mentira.
—Es
el Acuchillador, Edward, hablar con ese policía lo hizo real. Quiero decir, si
ese detective me pudo encontrar, entonces el Acuchillador también puede
hacerlo. Lo siento, he sido un poco loca. —Edward me abrazó, en un abrazo que
hubiera podido crear la paz mundial. Mi corazón se partió en dos. ¿Cómo podía
ser este chico el Acuchillador de los Sábados por la Noche? Yo deseaba una
manera de separarlos y sólo quedarme con este Edward.
Odiaba
la forma en que me dieron ganas de confiar en él. Odiaba la forma en que me
hizo sentir.
Me
hubiera gustado poder odiar todo de él de la manera que necesitaba, pero no
podía. Sobre todo cuando rompió el sensible silencio susurrando—: Creo que mi
tía tenía razón, Bella. Creo que estoy enamorado de ti.
Su
declaración fue tan pura como terrible, y sin embargo la forma en que mi
corazón reaccionó ante su confesión fue aún más aterradora.
—Edward
—suspiré—. Yo-yo no sé que decir.
Edward
sacudió la cabeza.
—No
tienes que decir nada. Sólo necesitaba que lo supieras. —Mientras me encontraba
allí luchando contra los sentimientos que no podía reconocer y las emociones
que no sabía que era capaz, Edward abrochó el collar alrededor de mi cuello.
Después de asegurase de que estuviera recto, consideró mi expresión abrumada y
tímidamente, acercó sus labios a los míos, y me dio tiempo de protestar si lo
necesitaba.
No protesté.
Mientras
me daba el más amoroso, tierno y perfecto beso en el mundo, me di cuenta de que
mi corazón siempre le pertenecería a él, y nada en mi vida me ha causado más
dolor. Me zafé de su agarre y me tambaleé hacia atrás tratando de recuperar el
aliento.
—Lo
siento Edward —dije jadeando. Me quité el collar y lo dejé sobre la mesita de
noche y me volví fuera de su habitación—. Yo-yo me tengo que ir.
Corrí
escaleras abajo y al otro lado de la calle, apartando el sonido de la voz de
Edward
llamándome, y haciendo caso omiso de las estúpidas bromas de los J. Sólo había
una persona en el mundo a la cual yo quería en este momento y esa era Rosalie.
En el momento en el que llegué donde ella seguía esperándome ansiosa justo
enfrente de nuestro porche y me lancé en sus brazos, ya me hallaba repleta en
llanto. No, no llanto. Yo estaba llorando.
En
algún lugar, una nueva grieta se había abierto en el tiempo-espacio continuo.
—¿Bella?
—preguntó Rosalie.
Podía
sentir a los J detrás de mí y no podía siquiera imaginar su sorpresa.
—¿Qué
paso? —preguntó James, a la vez que Jacob—. ¿Te duele?
—¡Lo
vamos a matar! —dijo Jasper y no dudé que le daría su mejor tiro. Iban a
obtener la paliza de su vida.
—No
—le dije rápidamente—. No me hizo daño. No me ha hecho nada malo. —Una nueva
oleada de lágrimas me golpeó—. Él lo hizo todo bien.
Detrás
de mí, oí murmurar a alguien.
—Chicas.
—Vayan a casa,
idiotas —gritó Rosalie por encima de mi hombro—. Los llamará más tarde.
*******************
1 comentario:
Edward es tan lindo novio le demuestra q la quiere la cuida y es muy celoso y le confiesa q esta enamorado y BELLA se siente culpable x mentirle y la rosé. OMG esa chica me molesta y la duda d quien es el asesino? Gracias
Publicar un comentario