Capitulo 6
Edward
Estuve de un humor
pésimo toda la mañana. Pensándolo bien, mi ira empezó a surgir en algún momento
la noche anterior. Justo en el momento en que la mujer con cuerpo de diablo y
rostro de ángel, me dijo que preferiría estar en una cita con algún imbécil que
la llevara a un funeral, a que yo la invitara a salir.
Si no tuviera una
reunión temprana esta mañana, me habría metido en ese tren y le diría
exactamente quién era yo. Mirando la imagen de sus deliciosas tetas en mi
teléfono de nuevo, me di cuenta de exactamente quién era yo...
más o menos un acosador, últimamente. Y eso me molestaba aún más. A la
mierda ella y su cita.
—¡Rebecca! —Presioné
el intercomunicador y esperé que mi secretaria respondiera.
Nada.
—¡Rebecca! —La
segunda vez, gruñí tan fuerte, que el intercomunicador no era necesario. Toda
la maldita oficina tenía que haberme escuchado.
Aún nada.
Lanzando una carpeta
en mi escritorio, caminé hacia mi secretaria.
Una pelirroja estaba
sentada en su escritorio.
—¿Quién eres tú?
—Soy Lynn. Su
secretaria por los últimos dos días. —Frunció el ceño como si yo supiera de qué
diablos estaba hablando.
—¿Qué le pasó a
Rebecca?
—No lo sé, señor Cullen.
¿Quiere que lo averigüe?
—No. Me gustaría que
me trajeras un almuerzo. Pavo en trigo integral ligeramente tostado con una
rebanada de Alpine Lace Swiss. No dos. Una. Café. Negro.
—Bueno.
—La recepcionista
controla el dinero para gastos menores. Habla con ella.
Me sonrió, pero no se
movió.
—Bueno, ¿qué estás
esperando? Ve.
—Oh. ¿Quiere que vaya
ahora?
Me quejé y regresé a
mi oficina.
Era temprano por la
tarde cuando mi teléfono vibró y destelló una nueva imagen de las piernas de Isabella.
Nunca antes había iniciado nuestras conversaciones.
Jódeme.
Esta mujer iba a ser
mi muerte. Necesitaba que estuviera de acuerdo en verme.
Edward: Muéstrame
más.
Isabella: Eso es todo
lo que vas a recibir.
Edward: Eres tan
provocadora. Ábrelas para mí.
Isabella: De ninguna
manera.
Edward: ¿De repente
tienes moral?
Isabella: Tengo mis
límites, y mostrarte entre mis piernas es definitivamente un límite duro.
Edward: Y
definitivamente no hay límite en cuán DURO me pondría. De hecho, solo
imaginarlo me está poniendo como una roca en este momento.
Isabella: Pervertido.
¿No estás en el trabajo?
Edward: Sabes que
estoy en el trabajo. ¿Por qué me enviaste una foto de tus piernas entonces?
Estás tratando de irritarme.
Isabella: No se
necesita mucho.
Edward: No me
mostrarás tu coño. Al menos déjame oír tu voz.
Isabella: Ya has
escuchado mi voz.
Edward: Sí, pero
estabas molesta. Quiero oír cómo suenas cuando estás mojada y caliente.
Isabella: ¿Y cómo
sabes que estoy mojada y caliente?
Edward: Puedo
sentirlo.
Isabella: De
verdad...
Edward: Sí.
Mi teléfono empezó a
vibrar. Isabella.
Mi voz fue
intencionalmente baja y seductora.
—Hola, nena.
—No me digas nena.
Solo el sonido de su
voz hizo que mi cuerpo vibrara de excitación.
Mi voz sonaba tensa.
—Quiero verte.
Necesito saber cómo eres.
Dios, necesito tocarte.
—No creo que sea
buena idea.
—¿Por qué no?
—No creo que seamos
indicados el uno para el otro. No soy tu tipo.
Levantando una ceja,
le pregunté:
—¿Y cuál es exactamente
mi tipo?
—No lo sé... ¿una
perra pretenciosa y rica? Alguien que elogie a un arrogante trajeado como tú.
Una profunda risa me
invadió.
—Un arrogante
trajeado, ¿eh?
—Sí. Eres pomposo, y
crees que puedes andar sobre toda la gente.
—Bueno, solo hay una
persona sobre la que quiero estar ahora, Isabella.
Completamente.
Encima. De. Ti.
—¿Cómo llegaste a ser
tan Imbécil de todos modos?
—¿Por qué todo el
mundo es cómo es? No hemos nacido de esa manera.
Se aprende.
—Entonces, ¿ser un
Imbécil es un arte que has dominado?
—Soy un Imbécil
porque... —titubeé—. Porque no quiero lidiar con la mierda que inevitablemente
viene cuando dejo bajar mi guardia.
—¿Qué pasó para
hacerte querer tener la guardia alta?
—¿Qué sucede con las
preguntas profundas, Isabella? No me abro a las mujeres que ni siquiera he
follado.
—¿Si te dejo que me
folles, me contarás todos tus secretos?
Mi polla se
estremeció pensando en estar con ella.
—Te diré lo que
jodidamente quieras saber si tener sexo contigo es una posibilidad ahora.
—Exactamente.
¡Exactamente ese es mi punto!
Aunque discutimos un
poco, pude sentir el humor en su tono. De alguna manera supe que estaba
sonriendo conmigo y disfrutando de nuestro pequeño intercambio.
Me aclaré la garganta
y le dije:
—Está bien... vamos a
cambiar las cosas. ¿Cómo te volviste una chica traviesa tan rara?
—Siempre he sido así.
Me reí entre dientes.
De alguna manera, creía eso. Parecía ser naturalmente valiente, no haciendo un
drama. Así era realmente.
—¿Qué haces para vivir, Isabella?
—¿Qué crees que hago?
Esa es una pregunta
difícil. —Me rasqué la barbilla y puse mis piernas sobre mi escritorio—.
Basándome en lo poco que sé sobre ti... un increíble par de tetas y piernas...
diría que tal vez eres una bailarina de striptease en algún club oscuro y lleno
de humo.
—Bueno, acertaste en
la parte oscura y llena de humo. Mi oficina es aburrida, y a mi jefe le gusta
esconder colillas.
—Será mejor que no se
esté escondiendo con tu trasero.
Jesús. Tranquilízate
antes que piense que eres un lunático celoso.
—Él es un ella... y
son colillas de cigarrillos las que esconde detrás de una puerta cerrada
en su oficina. Trabajo para una columna de consejos. Es un trabajo triste, solo
paga mis facturas.
—En realidad creo que
suena muy intrigante. ¿Qué columna es?
—No estoy segura que
deba decírtelo. Podrías intentar acecharme en el trabajo.
—¿No sería irónico?
¿No recuerdas cómo te presentaste?
—Es Pregunta a Alice.
—Siento que conozco
ese nombre.
—Ha estado alrededor
por años.
Está bien. Mamá solía
leerla.
—Mi madre solía leer
esa columna. ¿Qué haces ahí?
—Me encargo de
organizar papeles y respondo a algunas de las consultas que llegan a través del
sitio web, y asisto a Alice.
Me reí.
—¿Así que tú le das
consejos a la gente?
—¿Qué es tan difícil
de creer?
—Necesito un consejo.
—Bueno…
—¿Cómo puedo hacer
que aceptes verme?
—Créeme. A veces, es
mejor mantener las cosas en misterio. No puedo pensar que salga algo bueno de
encontrarnos.
—¿Por qué?
—Solo me estarías
usando por sexo.
Tuve que pensar si
tenía razón. La atracción sexual estaba fuera de cuestión. Pero en el fondo,
sabía que esta conexión con ella era mucho más profunda que eso. Simplemente no
podía averiguar de dónde venía o qué significaba. Isabella había encendido una
especie de fuego en mí que no podía extinguir. Tenerla desnuda debajo de mí era
definitivamente una meta, pero no era solo eso. Necesitaba entenderlo.
—No es por ser un
imbécil, pero puedo conseguir lo que quiera cuando quiera, de casi cualquier
persona. No se trata de eso.
—¿Entonces qué es?
—No lo sé exactamente
—dije, sinceramente—. Pero quiero averiguarlo.
Permaneció en
silencio durante unos segundos y luego pareció retirarse.
—Creo que debería
irme.
—¿Por algo que dije?
—Solo necesito irme.
—Bien entonces.
¿Cuándo volveremos a hablar?
—No lo sé.
Entonces, simplemente
colgó.
Isabella Swan
Venedetta jodidamente me cortó. Un deseo por perseguirla me alcanzó.
Calma tu polla, Edward.
Mi estómago gruñó,
recordándome que incompetente-Lynn nunca volvió con mi sándwich y café.
Al acercarme a la
recepción, pregunté:
—¿Dónde demonios está
mi secretaria? Se suponía que volvería con mi almuerzo.
—Me temo que ha
notificado a la agencia que no volverá.
Jodidamente genial.
Me dolía la cabeza
por la abstinencia de cafeína. Volví a mi oficina y agarré mi chaqueta antes de
dirigirme a la tienda de delicatessen en la calle.
***
Al abrir mi
computadora portátil en la mesa, se me ocurrió una idea brillante. Miré en la
parte superior del sitio web de Pregunta a Alice y decidí enviar una
pregunta con la esperanza de que llegara a Isabella. Empecé a escribir:
Querida
Alice,
Hay
una mujer que no puedo sacar de mi mente. Me envió fotos de sus tetas, piernas
y trasero, pero no me dejó verla en persona. La única razón que se me ocurre es
que es muy fea y tiene miedo de mostrarme su rostro. ¿Cómo puedo lograr que
acepte verme y entender que no todos los hombres son tan superficiales como
parece pensar?
—Arrogante
Trajeado, Manhattan
Riéndome sólo, cerré
el portátil y terminé mi Pastrami en pan de centeno. Esta mujer incluso me
hacía comer como la mierda. Hice un par de llamadas de negocios y revisé a Meme
en el hogar de ancianos antes de abrir de nuevo mi portátil. Una respuesta de Pregunta
a Alice estaba esperando en mi bandeja de entrada.
Querido
Arrogante Trajeado,
Es muy
posible que estés sacando la conclusión equivocada. No hay evidencia que
sugiera que esta mujer es fea. Tal vez, simplemente no le interesas. También
puede que quieras mirarte en el espejo y considerar el hecho de que una
personalidad fea, es mayor disuasión de lo que rostro feo alguna vez podría
ser.
Inclinando mi cabeza
hacia atrás por la risa, me maravillé con el ingenio de esta mujer. Esa boca…
no podía esperar a follarla. Además del hecho de que era graciosa, sincera,
hermosa, sexy, y a diferencia de cualquier persona con la que había estado
antes, había una parte de ella que parecía vulnerable y cautelosa. Quería saber
más de porqué tenía tanto miedo de mí. Esta clase de curiosidad no era
característica de mí en absoluto. Mientras que eso era perturbador, mi
necesidad de llegar a conocerla desbancó a todo lo demás.
***
Sentarme frente a
ella en el tren sin comerla descaradamente con los ojos era realmente una forma
de arte. Como un ventrílocuo que maneja un maniquí sin mover los labios, tuve
que mirarla de alguna manera sin que lo supiera.
Esta mañana en
particular, en verdad fue un reto mantenerlo sutil, no solo porque se veía
condenadamente sexy, sino porque no estaba sola. Un hombre fuertemente tatuado
que parecía mucho más su tipo que yo, estaba sentado junto a ella. Estaban
hablando y riendo, y básicamente quería golpear su cuello de lápiz.
Mi sangre empezó a
bombear cuando él se inclinó hacia ella y la besó. No podía decir si fue en la
cara o en los labios dado que solo fui capaz de esconderme. Entonces se levantó
y salió del tren, dejándola detrás.
Los celos, que antes
habían estado persistiendo bajo la superficie, ahora habían estallado. Era tan
cegador, de hecho, que ni siquiera estaba pensando cuando de repente escribí un
texto.
Edward: ¿Quién
demonios es él?
Pareció congelarse
antes de mirarme lentamente. Su piel, ya pálida, se volvió casi blanca. Su
cabeza se había levantado y se encontró con mi mirada al instante. Sabía que
era yo.
¿Siempre había sabido
que tomábamos el mismo tren?
Pensé sobre ello un poco
más. Sin ninguna duda, sus ojos habían aterrizado directamente en los míos como
si supiera exactamente dónde mirar.
Había estado
fingiendo no saber quién era todo este tiempo.
Debió buscar mi foto
en línea. No sabía de qué otra forma podía reconocerme, pero eso en verdad ya
no importaba. Todo lo que importaba era que ahora estaba cara a cara con la
mujer que se había infiltrado en mi mente, cuerpo, y alma desde el momento en
que abrió su gran boca en ese intercomunicador.
Mi parada era la
siguiente, pero no iba bajar. Bueno, sinceramente, iba a bajarme en otra cosa:
este altamente tenso concurso de miradas.
Comprendí que ella
también estaba absorbiendo ese hecho, que también yo conocía su identidad.
Se levantó de
repente. Su parada debía venir después. Hice lo mismo, caminando hacia la
salida y parándome justo detrás de ella. Estaba mirando mi reflejo en el vidrio
de las puertas. Mi boca se curvó en una sonrisa engreída. Era como el gato de
Cheshire que finalmente había atrapado a su pequeño ratón. Un toque de
diversión brilló a través de su expresión.
Cuando las puertas se
abrieron, la seguí, caminando tranquilamente a su lado. Los dos nos movíamos
muy lentamente, inseguros de dónde ir o qué hacer. Cuando el tránsito de
personas pareció desaparecer por la escalera mecánica del segundo nivel,
estábamos casi solos en la plataforma del metro. De repente la agarré de la
cintura, obligándola a girarse y mirarme.
Su pecho estaba
agitado, y pude sentir el temblor de su cuerpo. Mi propio corazón estaba corriendo.
Saber que estaba teniendo esa clase de efecto en ella era sorprendente,
excitante. Tan jodidamente excitante.
El olor de su piel
prácticamente me estaba drogando. Eso, en combinación con la calidez de su
cuerpo tan cerca del mío, me había dado una rabiosa erección. Era como un
adolescente a punto de correrme en mis pantalones de tres mil dólares.
Cuando me moví
lentamente hacia ella retrocedió hacia un gran pilar de concreto. La apoyé
contra la columna y acuné sus mejillas entre mis manos, plantando mis labios
sobre su boca. Se abrió para mí cuando mi lengua ansiosa fue en busca de la
suya. Toda la vida a mi alrededor desapareció. El sonido de rendición que hizo
en mi boca me incitó a besarla más profundo. Sus tetas cálidas y abundantes se
sentían como una manta eléctrica en mi pecho. El metal frío del anillo de su
lengua contra el calor de mi propia lengua envió lo que se sintió como espasmos
a través de mí. Si no estuviéramos en público, no podía imaginar ser capaz de
detenerme solo besándola. No quería nada más que tomarla aquí.
Me empujó y se aclaró
la garganta:
—¿Cómo supiste que
era yo?
Acaricié su labio
inferior con mi pulgar.
—No voy a responder a
eso hasta que me digas quién era ese chico que estaba besándote.
—Eso no fue un beso.
Fue un besito en la mejilla. Era mi amigo, Emmet. Se reunió conmigo para
desayunar temprano esta mañana.
—Amigo, ¿eh?
—Está muy casado. Su
esposa también es una buena amiga.
—Entonces, ¿no hay
nada ahí?
—No, pero si lo
hubiera, no te debo una explicación. —Se limpió la boca, que probablemente
todavía estaba adolorida por mi ataque—. Entonces, dime cómo sabías que era yo.
—La pluma en tu pie,
genio. Tus pies estaban en la fotografía de tus piernas. Utilicé ese tatuaje
para identificarte. He estado observándote durante días. Al parecer tú hiciste
lo mismo conmigo.
No negó que sabía
quién era yo todo el tiempo.
Moví mi boca más
cerca de la suya.
—¿Te gustó lo que
viste? ¿Es por eso que sigues enviándome mensajes de texto? Cuando me di cuenta
por primera vez que eras tú, no podía creer lo jodidamente hermosa que eras.
—Entonces, todo eso
de que pensabas que podría haber sido fea fue…
—Una vasija de
mierda. Estoy tan increíblemente atraído por ti, Isabella. Y tu cuerpo ahora
está diciéndome que te sientes de la misma manera.
—No importa lo guapo
que seas. Eres un ser humano peligroso.
—No tienes idea de lo
peligroso que soy cuando quiero algo. No me detendré ante nada para
conseguirlo. Y en este momento no hay nada que quiera más que tú. Pero si
puedes decirme honestamente que no tienes ningún interés, me alejaré, y nunca
volverás a escuchar de mí de nuevo. Y si el hecho de que estés temblando es
alguna indicación, te estás sintiendo exactamente como yo.
—Yo no quiero sentirme
de esta forma por un tipo como tú.
Escucharla decir eso
fue un verdadero balde de agua fría. ¿Por qué clase de jodido ser humano me
tomaba? Podría haber tratado a la gente como mierda de vez en cuando, pero no
era un jodido criminal, por el amor de Cristo.
—Déjame decirte algo,
Isabella. Puede que no sea el tipo más amable en el planeta o incluso el mejor
para ti. De hecho, sé que no lo soy. Pero no puedes negar lo que está pasando
entre nosotros. Solo hay un final para esto.
—¿Y cuál es?
—Yo enterrado
profundamente en tu interior.
—Eso no puede pasar.
—Cada maldita noche,
sueño con ese jodido anillo en tu lengua arremolinándose alrededor de mi polla.
Eres lo único en lo que puedo pensar. De hecho, eres lo único en lo que podía
pensar antes de siquiera ver tu maravilloso rostro. Pero después de todo lo que
pasó, fui hombre muerto. —Acaricié su mejilla de nuevo—. Solo pasa tiempo
conmigo.
—Si te dijera que no
quiero dormir contigo, ¿todavía querrías verme?
Cerrando los ojos
brevemente, los abrí y dije:
—Respetaría eso.
—He sido lastimada
demasiadas veces en mi vida. He jurado no entregarme a nadie de esa forma de
nuevo a menos que estuviera segura de sus intenciones. Así que, si quieres
estar conmigo, entonces no hay sexo. ¿Quieres hablar conmigo? Bien. ¿Quieres
llegar a conocerme? Bien. Pero se detiene allí. ¿Es eso lo que realmente
quieres?
—Lo quiero todo, pero
tomaré lo que pueda obtener… por ahora.
—Entonces, ¿cuándo va
a pasar esto?
—Esta noche. Te
recogeré, y te llevaré a una cita real que no involucre el cadáver en descomposición
de alguien en la otra habitación.
—Eres tan romántico.
—Iré con la cosa de
no sexo, pero apunta mis palabras. Cuando llegue el momento, no voy a ser el
que esté rogando por ello.
***
Por el resto de ese
día, la perspectiva de verla más tarde me consumió.
Para pasar esa espera
insoportable, decidí escribir a Pregunta a Alice.
Querida
Alice:
Estoy
viendo a una mujer que ha dejado claro que no quiere tener sexo conmigo. La
cosa es que, ella no sabe lo que se va a perder. Estoy pensando que, ¿debe haber
algo que pueda hacer para cambiar su opinión?
—Arrogante
Trajeado, Manhattan.
Alrededor de una hora
después, una respuesta apareció en mi bandeja de entrada.
Querido
Arrogante Trajeado:
Tengo
la sensación de que tal vez solo asumes que todas las mujeres deben querer
abrirte las piernas. Estoy suponiendo que hay un motivo por el que esta mujer
siente que tener sexo contigo sería perjudicial para su bienestar. Tal vez
trata de llegar a conocerla por un tiempo, de darle un motivo para confiar en
ti. Demuestra que estás involucrado. Mientras tanto, TÚ deberías invertir en
una buena ducha fría. Suena como que la vas a necesitar.
3 comentarios:
Aaa!!! /0\
Si!! Me encanta cuando se pone todo celoso cavernícola xD
Mmm... nada de sexo??? xD haber cuánto dura
Gracias ;D
Gracias 😘😜❤
Gracias por otro capitulo,primer beso sin conocerse.
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