Capitulo 21
La inquisición de Edward Cullen
Edward
Era lindo lo
preocupada y nerviosa que estaba por mí, pero no había nada que ella pudiera
hacer o decirle a su padre que lo aliviara, ni quería que lo hiciera. Lo que su
padre quería era que le probara que era digno de su hija. En la mayoría de los
casos, para los padres, eso es imposible. Nunca sería digno, sólo sería
tolerable. Eso estaba bien; tolerable era bueno. Era sólo que no tenía mapa de
camino para llegar allí, y lo que empeoró fue que la última persona que lo
había intentado era un completo bufón absoluto. Charlie Swan tenía ahora tanta
fe en mí como creer que un muñeco de nieve duraría en el desierto.
―Hice todos tus
favoritos, Bella. ―Su madre la condujo hasta la mesa donde había colocado
diversos platos, desde pollo al horno y salmón hasta salsa, pan, arroz y
pasteles.
Isabella miró a lo
largo de la mesa de madera y luego volvió a su padre.
―Gracias, pero por
favor, dime que no has estado comiendo así. Papá, tuviste un infarto. ¿No
deberías comer frutas, verduras y frutos secos?
Tenía razón.
―¿Te parezco un
ciervo?
Ella frunció el ceño.
Él negó.
―Tu madre me ha
estado preparando comida saludable, ¿de acuerdo, cariño? Esto es sólo para
darte una bienvenida a casa. Quizás si recordabas lo bien que son las comidas
caseras, volverías a casa más a menudo.
―Edward es un gran
cocinero ―dijo con orgullo, tomando su asiento.
Me di cuenta que los chicos se sentaron rápidamente alrededor
de ella, obligándome a sentarse frente a ella y justo al lado de su padre en la
cabecera de la mesa. Su madre estaba sentada en el otro extremo.
―¿Cocinas? ―me preguntó su madre, colocando los platos
alrededor.
―Señora, mi madre no me permitió no hacerlo.
Asintió con orgullo.
―Ahora, si alguien escuchara a su madre.
―¿Quién dará las gracias? ―Isabella cambió de tema,
levantando rápidamente las manos.
La miré y ella asintió.
―¿No das las gracias? ―preguntó Jacob.
―Claro. ―Que no.
―Entonces lo diré yo. ―Isabella juntó las manos―. Bendice
esta comida, y la gente que la preparó. Muchas gracias por la comida y la
compañía, que llene nuestros estómagos y electrifique nuestras almas.
―Nada mal. ―Jacob asintió hacia ella―. Me gusta la parte de
“electrifique nuestras almas".
―Tramposo de ciudad, ¿qué hace tu madre? ―preguntó Sam,
tomando un pedazo de pollo.
―Ella es la presidenta en funciones del hospital para el que
trabajo.
―Entonces, ¿ambos son doctores? ¿De qué tipo? Te ves como un
dentista ―preguntó Embry a continuación.
Negué en dirección a Isabella, diciéndole que no
interrumpiera. Podía ver lo que estaban haciendo: hacer todas las preguntas de Charlie
para que no tuviera que hacerlo.
―Los dentistas son importantes para la salud de una persona.
Yo, sin embargo, soy un neurocirujano, mientras que la especialidad de mi madre
era cirugía pediátrica. ―Tomé un bocado del salmón―. Esto está increíble,
señora.
Isabella sonrió.
―¿Qué dije? Hogar del…
―¡Del mejor
salmón salvaje en el país! ―le contesté, negando mientras luchaba con el
impulso de sonreír.
―Y pensabas que estaba bromeando. ―Asintió con orgullo
mientras llenaba su boca y no pude evitar reírme en voz alta; era linda. Me
miró y seguí mirándola fijamente.
Estaba a punto de decir algo cuando su padre tosió a mi lado,
recordándonos que no estábamos solos.
―Gracias, Edward. Me alegra que lo disfrutes ―dijo su madre.
Los ojos de Sam se estrecharon hacia mí mientras comía.
―Neurocirujano, ¿huh? Elegante, ¿pero cuenta si tu mamá
maneja el hospital?
―Me gradué como mejor de mi clase en Yale Medical. Me
ofrecieron la opción de quedarme allí, pero quería estar más cerca de mi
familia. Así que, por supuesto, fui a trabajar al hospital de mi madre.
Sabía que estaba llegando. Lo sentí.
No preguntes. No lo hagas.
―¿Y tu padre? ―preguntó Jacob.
Ahí está.
Isabella bajó el tenedor.
―Chicos, acabamos de llegar. ¿Puedes guardar las preguntas
para otro momento…?
―Está bien. Mi padre también era neurocirujano. Murió de un
ataque al corazón cuando yo tenía once años. Estaba allí con mi madre y mi
hermano menor cuando sucedió. ―Miré a su padre, que aún no había dicho nada, pero
a quien podía sentirme observándome―. Entonces, señor, espero que esté
cuidándose mucho mejor. Lo último que quiero es que Isabella sienta que no pudo
pasar mucho tiempo con su padre.
Tal como sabía que sucedería, la mesa quedó en silencio; era
por eso que no quería que preguntaran: sabía que sólo les haría sentirse
incómodos.
―Está bien. ―Sam inclinó el cuello de lado a lado―. Ronda
rápida. ¿Estás listo?
―¿Tengo elección?
―¿Qué edad tienes? ―preguntó Embry sin responderme.
―Treinta y uno.
―¿Cuándo naciste?
―Veintitrés de junio.
―¿Dónde vives?
―Justo al lado de Isabella.
Todos miraron a Charlie, luego a Isabella, y de vuelta a mí.
―Él vivía allí primero, y me mudé a la puerta de al lado
―respondió Isabella―. No, no lo sabía.
Jacob siguió las preguntas.
―¿Dónde creciste?
―Townhouse al este de la calle 63ª, en Nueva York.
―¿Esta es tu primera vez en salir de la ciudad?
―No. He viajado, pero sobre todo a otras ciudades.
―¿Tienes hijos?
―No.
―¿Quieres niños?
―Con el tiempo.
Esta vez, miraron a Isabella, quien silenciosamente terminó
con su salmón. Finalmente, se dio por vencida y los miró antes de volverse
hacia mí.
―No soy una persona de niños ―respondió ella.
Me parecía difícil de creer.
―Te encantan los niños. Pasaste la mayor parte del tiempo
visitándolos en el hospital.
―Oh, los amo, pero en dosis limitadas y con preparación.
Además, siempre puedo devolverlos a sus padres ―respondió.
―Ella quiere que su madre muera de un corazón roto si lo dice
en serio ―respondió su madre frunciendo el ceño.
Isabella suspiró.
―Si te hace sentir mejor, he pasado de un absolutamente no a
un tal vez.
Los muchachos me miraron.
―¿Están sin preguntas? ―pregunté.
―¿Cuál es tu película favorita? ―preguntó Embry tan seriamente
como pudo.
―¿En serio? ―Isabella frunció el ceño.
―Tengo que estar de acuerdo, esa fue un poco débil. ―Su madre
se rió.
―Ocean’s Eleven.
―La mía también. ―Isabella sonrió.
―¡Espera! ―Jacob levantó la mano―. ¿Qué versión, 1960 o 2001?
―2001. ―Ni siquiera sabía que había una anterior.
Todos ellos, incluyendo Isabella, gruñeron.
Su mamá negó.
―No puede ser perfecto. ―Isabella trató de defenderme, pero
terminó frunciendo el ceño―. ¿De verdad? ¿Clooney sobre Sinatra?
―Realmente no sabía que había una anterior ―dije, causando
algunos suspiros.
Embry sonrió.
―Nadie piensa que es una pregunta débil ahora, ¿huh?
―¿Sabías que Edward posee un Black 1965 Aston Martin DB5
Vantage convertible? ―preguntó Isabella tratando de salvarme.
Todos los chicos la miraron.
―De ninguna manera.
―Tomé una foto ―cantó alegremente y trató de tomar su
celular.
―Nada de teléfonos en la mesa ―dijo su madre.
―Es un Aston Martin 1965 ―le dijo Embry a la mujer mayor.
―Sra. Swan, es el auto de James Bond ―agregó Sam.
―Nada de teléfonos en mi mesa ―repitió severamente.
―Sí, señora ―dijeron los dos.
Reí.
En su mayor parte, Isabella los mantuvo entretenidos con sus
historias de la ciudad, desde bailar aleatoriamente en plataformas de metro
hasta músicos locales, el mural que había pintado e incluso su fallido intento
de correr. Noté que hablaba con las manos cuando le contaba sus historias, como
si estuviera tratando de pintar una foto en el aire. De vez en cuando, cambiaba
de lado su cabello, me daba una pequeña sonrisa, y luego se concentraba de
nuevo en los hombres que la rodeaban. Cuando se levantó para limpiar los platos
con su madre, yo también, tomándolos de ella.
―Está bien, yo lo hago. Termina tu historia ―dije, siguiendo
a su madre.
―Lo admito, Tramposo de ciudad es bastante blando. ―Embry
silbó.
―Sigue hablando, Embry.
Me vengaré, te lo prometo ―amenazó Isabella.
―Ahora soy un oficial de la ley, Bella. No tengo miedo de ti…
―¿Llenar tu camioneta de arañas es contra la ley?
Eché un vistazo hacia atrás cuando puse los platos en el
fregadero; ella y el resto sólo rieron de su horrorizada expresión.
―¿No somos un poco maduros para bromas como esas?
―Dijo el hombre que "no tiene miedo" ―murmuró Jacob,
bebiendo su agua.
―Como niños gigantes, ¿no? ―susurró su madre, negando.
―¿No volvemos todos a ser como niños gigantes cuando estamos
cerca de nuestros hermanos? Tan maduro como espero ser, todavía disfruto jugar
y bromear con mi hermano pequeño ―dije mientras lavaba los platos.
―¿Así que no te ponen nervioso? ―Levantó una ceja.
―En absoluto. Al menos estaban hablando. ―Mis ojos fueron
hacia su padre sentado en la cabecera de la mesa, escuchando a su hija.
―Lo haré yo, gracias, Edward. Puedes volver a la mesa.
―¿Está segura?
―Sí. Además, una vez que te sientes, Isabella vendrá y los
chicos irán a respirar aire fresco en el lago. Buena suerte. ―Me guiñó un ojo.
Quería saber si ella estaba de mi lado o no, pero pensé que
tendría que esperar y ver. Cuando regresé, Isabella se levantó para ayudar a su
madre.
―Está demasiado caluroso aquí ―dijo Sam, justo a tiempo.
―¿Deberíamos salir a tomar un poco de aire fresco? ―le
pregunté.
Los tres me miraron de arriba abajo antes de mirar a Charlie,
que se puso de pie, volteándose hacia su esposa.
―Cariño, nos vamos.
―¿De verdad? Muy bien, nos reuniremos con todos ustedes
pronto ―dijo como si estuviera sorprendida.
Sí, con la que en verdad tengo que tener cuidado es con su
madre.
―Voy a estar bien, señora.
Isabella me miró.
Hice todo lo posible
para hacerle saber silenciosamente que no debía preocuparse. Agarrando mi
abrigo, los seguí.
Isabella
―Mamá ―dije en voz
alta mientras secaba los platos. La conocía; tenía algo que decir―. Sólo
dímelo.
―Primero, quiero
saber: ¿es una aventura, o significa más para ti?
―¿Llevas a casa
aventuras para que conozcan a tus padres? ―pregunté suavemente, poniendo el
plato en el armario.
―Si él fuera una
aventura, diría que se divierten. Deja que…
―Mamá, si dices diosa
interior…
Ella sonrió.
―Cariño, nadie tiene
una diosa interior, no estamos filmando un comercial de Pantene. Todos tenemos
versiones más sexys de nosotros mismos. Además, la vida es demasiado corta para
no divertirse, Isabella.
No vamos a hablar de
esto.
―¿Y si no es una
aventura?
―Y si no es una
aventura, no tengo nada que decirte, porque harás lo que quieras. Así eres.
Todavía no sé nada de él. Sólo sé que cuando se trata de hombres, tu historial
no es muy bueno.
―Sólo he salido con Peter…
―¿Y cuántas veces has
querido hombres que no podías tener? Solías estar enamorada de Sam, ¿no? Pero
sólo tenía ojos para Vicky. Así que te quedaste allí esperando, y nunca te vio
de esa manera.
―Eso era diferente,
era sólo un pequeño enamoramiento de secundaria. ―Honestamente no significaba
nada; ni siquiera le dije nada a nadie.
―¿No se suponía que
Edward se casaría con otra persona? No está contigo simplemente para superarla,
¿verdad?
Fruncí el ceño,
limpiando una taza.
―Haces que parezca
como si yo no hubiese estado también en una relación.
―Es cierto. ―Asintió,
sacudiendo sus manos.
Le pasé la toalla.
―Pero cuando terminó
tu relación, ¿cómo te sentiste?
―Estaba triste, por
supuesto, y enojada y avergonzada.
―Y te sentiste libre
―terminó.
Me detuve, porque me había sentido así. Durante el breve
segundo después de que sucedió, sentí que podía respirar.
―Cuando verdaderamente amas a alguien, cuando has encontrado
a tu pareja y lo alejan de ti, o estás obligada a alejarte de él, la libertad
no está en ninguna parte de la lista de cosas que sientes, porque ese
sentimiento viene de estar con ellos, Isabella.
―Entonces estás diciendo que no amaba a Peter, bien…
―Estoy diciendo si lo sabes o no, te estás enamorando de ese
hombre. Pero, ¿es capaz de enamorarse de ti ahora, o eres sólo una aventura
para él?
Cuando lo dijo, odié que la primera cosa en la que pensé fue
todas las veces que me había dicho que no le gustaba tener que pensar en nada a
mi alrededor, cómo le gustaba perder la noción del tiempo conmigo. Sentí que
alguien estaba sentado en mi pecho.
―¿Cuál es ese proverbio que siempre dices?
―Le ntombazane izinkanyezi emehlweni akhe bayokhanya
njengokukhanya ebusuku ―respondió en Zulu.
Asentí.
―La chica con estrellas en sus ojos brillará como la luz de
la luna… Déjame brillar, mamá.
Suspiró, pero asintió.
―Sé que no quieres oírlo, pero recuerda proteger tu corazón, Isabella,
o realmente se romperá esta vez.
Edward
Taigi ladró, saltando alrededor de la pierna de Charlie.
Incluso aulló al cielo nocturno.
En realidad, no podía culparlo. Nunca había visto tantas
estrellas en un lugar en toda mi vida. Era como si alguien hubiera derramado un
millón de diminutos diamantes sobre una sábana oscura. Una fina luna creciente
se hallaba a la izquierda de todo.
―Así que, Tramposo de
ciudad. ―Embry se acercó, colocando su brazo alrededor de mi cuello―. ¿Cypress
hasta ahora?
―Es tan hermoso como lo describió Isabella ―le respondí
mientras nos deteníamos en el lago, el cielo reflejado en él.
Taigi corrió hacia mí con un palo entre sus dientes. Me
recordaba a los que a menudo agarraba cuando salíamos a correr, y lo arrojé
para él. Lo recogió y lo dejó a mis pies.
Arrodillándome junto a él, le rasqué el cuello.
―Entonces, ¿seguiremos corriendo mañana?
―¡Oye, Taigi! Estás en el lado equivocado. ―Sam aplaudió para
que se acercara a él.
Pero Taigi se acostó, rodando para que le rascase el
estómago.
―Ha estado en la ciudad por demasiado tiempo, está
corrompiendo su cabeza ―respondió Charlie. Con un silbido, Taigi se puso de pie
de nuevo y corrió a su lado―. Los veré más tarde. Dejaré que Bella sepa que se
fueron.
―Nos vemos luego, Charlie. ―Caminaron por su cuenta y
asintieron hacia mí con sonrisas en sus rostros.
Jacob negó y agregó:
―Buena suerte.
El silencio era potente cuando desaparecieron, dejándonos a
ambos en el borde del agua.
―¿Cuánto tiempo has estado viendo a mi hija? ―preguntó,
agachándose, lanzando una roca al agua. Sus ojos estaban tan claros que el agua
parecía reflejarse en ellos, y a su vez, el cielo también.
―No mucho. Antes éramos una especie de amigos.
―Una especie de amigos. ¿Y eso qué significa?
―Peleábamos y bromeábamos constantemente, aunque creo que lo
inicié llamándola artista estafadora.
Se levantó.
―¿Has llamado a mi hija artista estafadora?
―Sí, lo hice, justo después de averiguar cuánto pagó mi madre
por su cuadro. Creo que ella me llamó Dr. Idiota a cambio. A veces, juro que
todavía lo piensa en su mente. ―Sonreí.
―¿No se supone que
debes hacer que me agrades con tu rutina de caballero o lo que sea?
―Oh, lo estoy haciendo, sólo discretamente. Además, es sólo
el primer día, todavía tiene que hacer algunas rondas, señor. Entonces, y sólo
entonces, cuando esté listo y piense que le agrado, lo haré. ―Puse mis manos en
mis bolsillos, mirando hacia arriba de nuevo. Sentí que podía mirar las
estrellas por una eternidad.
―Esa historia de tu padre, ¿era real?
Eso fue lo único que me enojó, y me volteé hacia él con
seriedad.
―Si recuerda algo de mí, señor, por favor recuerde esto:
nunca jamás mentiré en nombre de mi padre, ni usaré a mi familia para mi propia
ventaja. Hay algunas líneas que simplemente no se cruzan. La familia es la mía.
―¿Está todo bien? ―Isabella salió llevando una bandeja de té
helado.
―Todo está bien ―dijo Charlie.
Asentí, agradeciéndole el vaso.
―Bueno, papá, ha sido un día largo. Le mostraré a Edward su
habitación.
―La que está en el sótano. ―Sus ojos se estrecharon.
―Por supuesto ―contestó, casi tirando mi brazo cuando su
madre salió.
―Buenas noches ―le dije a su madre cuando Isabella me llevó
de regreso a la casa.
―Felicidades, pasaste la primera ronda.
Me condujo por el pasillo. Me di cuenta que los pisos
chirriaban ruidosamente cuando entramos.
―Así que, ¿es por eso que me quería en el sótano? ―Me
preguntaba si de alguna manera había hecho que las tablas del suelo crujieran
así por esa razón.
Encendió las luces, dejando al descubierto una pared cubierta
de libros adyacentes a un gigantesco espejo colgado encima de un tocador, sobre
un suelo alfombrado de color blanco. Mi bolso ya estaba al lado, al lado de la
puerta de lo que suponía que era el baño.
―¿Todos esos son tuyos…?
Ella me interrumpió, besándome. Sus manos serpenteaban
alrededor de mi cuello, y las mías detrás de ella. Mordí su labio inferior y
los abrió para mí, gimiendo contra mi boca acuné su culo. Me sentí duro cuando
sus pechos se presionaron contra mí.
―Lo siento ―susurró
cuando nos separamos―. He querido hacer eso por un tiempo ahora.
―No te disculpes nunca por besarme así ―respondí, con las
manos en sus bolsillos traseros. No dijimos nada, sólo nos miramos, sus dedos
jugando con el cuello de mi camisa.
―Debería irme antes de meterte en problemas ―dijo, aunque sus
ojos se deslizaron hacia mis labios.
―Deberías. ―Pero no quería que lo hiciera.
―Buenas noches, Edward.
―Buenas noches, Isabella.
Ninguno se movió.
―Tienes que dejarme ir, Edward.
Soltándola, pero sin moverme, esperé a que se marchara.
Aún no lo hizo.
―No estás moviéndote.
―Esperaba honestamente que te quedaras más tiempo. Buenas
noches ―dijo, pasando por delante de mí.
Tomé su brazo, atrayéndola de nuevo a mí, besándola duro. Con
las manos en la parte de atrás de sus muslos, la levanté y sus piernas se envolvieron
alrededor de mí, sus dedos agarrando mi cabello.
Dios, no tiene ni idea de lo bien que sabe.
―¿Bella? ―Su madre llamó desde lo alto de la escalera.
Suspirando, nos separamos y la dejé ir. Ella caminó hacia las
escaleras, tratando de arreglar su ropa.
―Te veré por la mañana.
―Estaré aquí ―contesté mientras subía, las escaleras
chirriaban a cada paso―. ¿Y, Isabella?
―¿Sí?
―La próxima vez no te dejaré ir ―dije.
―Bueno. Me gusta la forma en que me sostienes. ―Me guiñó.
Cuando se fue, me desnudé, dirigiéndome directamente a la
ducha.
Jesús, ella calienta
mi sangre.
3 comentarios:
Sobrevivió al interrogatorio Edward fue muy onesto y la familia d Bella muy chismosa 😂😂😂😂😂😂 Gracias 😘❤
Q bueno q Edward no empezo como el tipico hombre q siempre le quiere agradar a los padres d la novia desde el primer dia.😀
xD le calienta MÁS que solo la sangre 7u7
Aww!!! Pasó la prueba!! YEI!!! #manita arriba
Pero bueno haber qué tal los demás capls
Y espero que en vdd para la próxima no la deje 7u7 /w\
Gracias!!! :D
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