Enredos de Amor Capitulo 25

Capitulo 25

Ámame lo suficiente para…

Isabella

Más tarde no llegó por dos días. Cada vez que intentaba hablar sobre eso, mis ojos empezaban a arder y lloraba de nuevo. Vicky y yo nos sentamos en la playa, la cabeza de Taigi sobre mi regazo mientras el sol salía en el horizonte. Ella me dio una barra de chocolate, y partí un trozo.

―Él me llamó ―susurró―. Edward. Llamó anoche, queriendo saber si había hablado contigo. Sonaba como si estuviese…

―Por favor, no ―le supliqué, acariciando el pelaje de Taigi―. Cada vez que pienso en él, pienso en ella, embarazada. Si seguía en su vida, entonces hubiese estado celosa, y molesta, y… obligada a verla siempre y cuando él quisiera estar conmigo. Sólo me veo herida, e hiriéndolo a él a cambio.

Sobre todo, el hecho de que ni siquiera estaba segura si quería hijos, menos ser madrastra de nadie.

―¿Entonces nunca volverás a hablarlo? No es su culpa, Bella.

―Lo sé. Sé que no es su culpa. Todo esto fue antes de mí, pero no cambia el hecho que va a ser padre, o ya lo es. No veo espacio para mí. No hay espacio para mí en su vida. No es nuestra culpa, pero no puedo; no quiero pasar mi vida esperando a un lado, con la esperanza que algún día seamos sólo nosotros. ―Intenté reír, pero mi voz tembló―. ¿Recuerdas cuando dije que James no era el chico indicado para ti? Gracias por decirme que estaba equivocada, porque odiaría si hubiese estropeado tu vida tanto como la mía.

―No has estropeado tu vida. ―Tomó mi mano―. Las cosas simplemente suceden, y la vida es sólo la vida. Y tenías razón acerca de James en ese entonces, él era sólo una herramienta. Me engañó.

―No, no lo hizo. ―Si lo hubiese hecho, lo iba a matar.

Asintió, girando el anillo en su dedo.

―Fueron unas pocas semanas después que me fui. Conocí a la chica y le di un puñetazo en la cara, pero no pude enfrentarte. No me fui por causa de James, me fui porque no podía seguir adelante, y ahí estabas, sobresaliendo a la velocidad de la luz. Sentí que mi mundo se estaba desmoronando, y no podía enfrentarte a ti o a mis padres, así que rompí con James y trabajé en un bar ese año que no hablamos. Podría haberte llamado en cualquier momento, pero simplemente quería estar sola. James y yo acabábamos de regresar cuando volvimos a ser amigas. Nunca te lo dije porque me parecía tonto en retrospectiva, y sabía que te molestaría que no hubiera venido antes.

―Soy una muy mala amiga. Siento mucho no haber estado allí, Vicky, y aquí vengo a ti ahora, llorando en tu hombro.

Se encogió de hombros.

―Viniste porque confiaste en mí, y estoy feliz. Me siento mal por no haber confiado tanto en ti.

Le abracé, y ambas caímos sobre la arena, riendo.

―Prométeme sin importar qué, me dirás si algo sucede, ¿de acuerdo? Y si James alguna vez…

―Lo entiendo, lo entiendo. Ve, tienes que arreglar tu propia vida amorosa.

Ese era el problema. Tenía una vida, pero ya no tenía una vida amorosa.

Edward

Era padre.

El nombre de mi hija era Sophia May Cullen.

Pesó un kilo, cuatrocientos ochenta y un gramos.

Y era hermosa.

Incluso pudo respirar por su cuenta, pero no abandonaría la UCIN por un tiempo, y aún no podía salir de su incubadora. Sin embargo, seguía siendo hermosa. Había pasado las últimas cuarenta y ocho horas junto a ella. Necesitaría algunas pruebas más, pero mi madre creía que lo lograría. En ese momento, Charlotte estaba con ella, sentada en su silla de ruedas, mientras yo estaba afuera, firmando papeles.

Parecía que habían pasado un par de días.

Oír su voz me hizo congelar. Rápidamente rogué que cuando me diera la vuelta estaría allí, y agradecí a Dios que lo estuviera cuando lo hice.

Ella levantó una taza que olía a café para mí.

Ignorándolo, la empujé en mis brazos… sólo que ella no me abrazó de vuelta. Se quedó allí.

―Isabella ―dije, liberándola―. Sé que esto es confuso y un desastre, pero lo resolveré, te lo prometo…

―Edward, está bien ―susurró, colocando la taza en mi mano―. No te preocupes por mí, voy a estar bien. La única persona que debe estar en tu mente es tu hija. Felicitaciones. Realmente espero que esté mucho más fuerte.

Odiaba esto, cómo sonreía y era tan obviamente falsa, cómo se sentía como si me hubiese cerrado una puerta. Se había vuelto fría.

―Isabella, no lo hagas. ―Podía sentirlo venir―. Sé que puedo resolver esto. No me dejes fuera. Dame una oportunidad. Danos una oportunidad…

―Edward, sólo era una aventura.

Casi me apuñaló con sus palabras, sonriendo firmemente.

―Éramos dos personas solitarias que encontraron consuelo el uno del otro, y ahora es el momento de volver a la realidad. Has sido un gran amigo para mí…

―Detente. ―No podía escuchar más.

―Edward…

―Deja de decir mi nombre de esa manera, como si nunca te hubiese importado. Me estás mintiendo en la cara ahora mismo; es tan claro que me siento insultado que pienses que no me daría cuenta.

―National Geographic está iniciando una nueva revista llamada The Real. Voy a irme a India, y luego a Corea del Sur, y Rusia. Voy a tomar fotos en todo el mundo, Eli, y vas a ser un padre increíble.

―Estás huyendo. ―Estaba huyendo lo más lejos posible de mí, y dolía de formas que no podía comenzar a describir.

―Voy a ir para…

―Para tomar fotos, te escuché, pero no te vayas. Tú me amas, así que no te vayas, Isabella.

Por primera vez, la falsa máscara en la que se había escondido empezó a agrietarse, y ya no pudo forzar esa sonrisa.

―Nunca dije que te amaba, Eli. Así que hagamos esto…

―¿Simple? ¿Fácil? ¿Algo de esto parece simple o fácil? Isabella, me dijiste con tus manos, tus ojos, tu cuerpo, que estabas enamorada de mí, y ahora estás huyendo a India sin darme una oportunidad.

Negó, colocando un mechón detrás de su oreja.

―Fue sólo sexo, Edward…

―Tú lo dijiste. Lo dijiste, justo antes que te durmieras en mis brazos aquella noche. Debiste haber pensado que sólo soñabas, pero lo dijiste con tus labios, cinco palabras: Estoy enamorada de ti, Edward. Así que no me digas que fue sólo sexo. No sonrías y digas que fue una aventura. ―Tomé sus mejillas, obligándola a mirarme―. No lo fue, no lo fuimos. Con cada fibra de mi ser, sé que lo que está entre nosotros es más que eso, porque yo también estoy enamorado de ti, Isabella. Así que ámame lo suficiente como para decir las palabras. Por favor.

Cuando volvió a mirarme, sus ojos se llenaron de lágrimas que no dejó caer.

―Ámame lo suficiente como para dejarme ir, Edward.

Mi mano cayó de su cara y sentí que mis ojos ardían. No podía. No dejaría que termináramos así, y sin embargo, ella se iba a ir. No negó que me amara, e iba a irse de todos modos.

―Está bien ―susurré, y esperaba que le doliera escuchar tanto como me dolía decirlo.

Ella asintió, alejándose.

―Isabella ―le dije.

Se detuvo, pero no se volteó hacia mí.

―Come mucho en India, y ríe aún más en Corea del Sur, y recuerda mantenerte caliente en Rusia. Dondequiera que vayas después de eso, cuídate, mantente saludable, y cuando estés lista para volver a casa… regresa a mí. Voy a estar aquí. En un año, en cinco, diez, o veinte años, estaré aquí, esperando que vuelvas a mí.

Su cuerpo se giró parcialmente.

Y en parte tuve esperanzas.

Pero ella siguió caminando.

―¿Estás…?

―No ―le dije a Ian, entregándole la taza de café que me había regalado―. No estoy bien.

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Hola a todas que les pareció esa despedida chicas solo quedan dos capítulos por terminar la adaptación ya tengo seleccionada la siguiente el Lunes les subiré la sinopsis y el miércoles subiré el primer capítulo bueno nos vemos el lunes para el final de la adaptación muchas gracias a todas por leer y por sus comentarios.