Capitulo
9
Un grito
de ayuda
Edward
Buscando mi teléfono, miré fijamente
hacia el fondo, su pintura de un pequeño niño simplemente parado en la lluvia,
un paraguas roto a sus pies.
¿Qué está haciendo
ahora?
Después de un segundo pensando, le
mandé un texto.
Artista estafadora.
¡Pensé que estábamos
siendo civilizados!
Sonreí.
Lo siento, es la
costumbre.
Sí, seguro, doctor
Idiota… “Lo siento, es la costumbre”.
¿Estás aquí? No pude verla esta
mañana.
Esperando
provisiones. No estaré ahí hasta más tarde. ¿Todavía en el hospital?
Saliendo ahora.
¿Bebidas esta noche?
Si tú invitas.
Tacaña.
Piensa en ello como
un elogio que confío en tus opciones alcohólicas.
―Disculpa ―dijo una enfermera cuando
chocó contra mí, los informes en sus manos cayendo al suelo.
―No te preocupes. No estaba prestando
atención ―contesté, recogiéndolos cuando vi el informe de Molly.
―Perdió mucho cabello esta
mañana ―dijo la enfermera mientras leía―. Ha sido un día duro.
―La comprobaré antes de irme. Gracias. ―Comencé a caminar
hacia el pasillo.
Sin embargo, cuando llegué su habitación, un par de
enfermeras e internos persistían alrededor del doctor Seo, quien se apoyó
contra el escritorio de las enfermeras, mirando su reloj unas cuantas veces
antes de mirar hacia la habitación. Comprobé para asegurarme que Molly estaba
bien y bastante segura desde la ventana, su cabeza cubierta con una brillante
bufanda azul. Se veía pálida, pero aparte de eso estaba bien.
―¿Qué está pasando? ―Me acerqué a Ian.
―EMM está teniendo una enorme reunión con la junta directiva
hoy a las dos ―contestó como si yo debería saber de lo que estaba hablando.
―¿EMM? ¿El software y empresa robótica? ¿Y su reunión con la
junta directiva qué tiene que ver contigo? ―O alguien más en realidad.
Me miró como si fuera un idiota.
―¿EMM, de otra manera conocido como Emmet McCarty Mechanics,
o la compañía del padre de tu paciente es el fundador y presidente? Es un golpe
de estado, Edward. Ha estado en todos los periódicos. Van a sacarlo de la
empresa que él comenzó en la sala de su hermano mientras su hija lucha contra
el cáncer. Es la cosa más jodida que he escuchado en un tiempo. Todo el mundo
está esperando para ver si él se va a ir.
Bajando rápidamente la vista a mi reloj, vi que era la 1:23
p.m.; miré a cada uno cómo se cernían sobre ellos como si fuera alguna clase de
zoo.
―Juro que si ninguno está en sus estaciones al momento en que
pase por esa puerta haré de mi misión que sean despedidos de este hospital
―declaré, dirigiéndome ya a la puerta.
Oí su dispersión y cuando giré, Ian era el único que todavía
estaba allí.
―Ian…
―Lo siento, me distraje. Tu corazón está creciendo tres veces
de su tamaño.
―¡Ve!
Su teléfono sonó y, sin contestarlo, bailó directo por
delante de mí cantando fuertemente “Feels Good” por su banda favorita
South Korean Super Junior… el hecho que lo sabía me molestó más de lo que podía
explicar.
He pasado demasiado tiempo alrededor de él.
Concentrado en la tarea,
entré a la habitación para encontrar a Emmet sentado al lado de Molly mirando
la fiesta del vecindario en la televisión.
―Hola, doctor Edward ―saludó Molly y su padre se levantó
rápidamente, acercándose.
―Hola, Molly, ¿cómo te sientes?
―No enferma ―susurró, abrazando su oso contra su pecho.
―Eso está bien. Voy a hablar con tu padre por un segundo, ¿de
acuerdo? ―Asintió, simplemente viendo la televisión en silencio.
Él me siguió afuera, y tan pronto como cerré la puerta me
empezó a preguntar.
―¿Ha disminuido el tumor? ¿Puedes operarlo? Hoy se siente
realmente bien entonces yo…
―Emmet ―lo detuve―. No tengo ninguna noticia sobre la
condición de Molly y siento si te di el mensaje incorrecto por venir. Vine
porque estoy preocupado por ti ahora mismo.
―¿Yo? Estoy bien. Si no tienes noticias entonces…
―Me enteré de la reunión de hoy ―dije cuando alcanzó la
puerta.
Su agarre se tensó.
―No es de tu incumbencia.
―Sí, lo sé. Me estoy sobrepasando ahora mismo, pero quería
saber si de verdad vas a entregar tu empresa a unos hijos de puta que no pueden
permitirte el tiempo con tu hija. No sé mucho sobre EMM, pero recuerdo que su
lema era acerca de hacer la vida mejor para otros.
―La innovación hoy en día para un cliente es un mejor mañana
―dijo, dejando la puerta y agarrando su rubia cabeza. Se quedó ahí por un
momento y finalmente se volteó―. Dejé la universidad, viviendo de cereal y
fideos construyendo EMM. Todavía recuerdo cuando compré mi primera oficina en
la cima del restaurante chino. Sólo era yo, mi novia, y mi hermano. Pensé que
realmente lo había hecho… ahora tengo más de cien mil empleados por todo el
país; créelo o no, conozco el nombre de todos.
―Te creo; y porque te creo no quiero que te rindas y les
entregues a los buitres que te rodean ahora mismo.
Negó.
―Edward, no me importa. Si me quieren quitar EMM, que lo
hagan. No quiero dejar a mi hija sola, mucho menos hoy. No el día en que perdí
a mi esposa y ella perdió su madre. Mi hija ni siquiera va a la fiesta del
vecindario. No me sentaré en una sala de audiencia para escuchar sus
estupideces…
―La cuidaré. ―¿Por qué
voy tan lejos? ¡Qué demonios está mal conmigo!
―¿Qué? ―Frunció el ceño.
―La audiencia tomará qué, ¿una hora? ¿Dos? Molly no puede
estar sin supervisión, mientras tú vas y sacas la mierda de los ejecutivos, iré
con ella a la fiesta. Me aseguraré que pase un buen tiempo, y entonces puedes
encontrarte con nosotros.
―Edward…
―Es la 1:31. Aún puedes hacerlo. Tengo tu información, y mi
chofer nos recogerá a Molly y a mí…
―¿Por qué? ―Me cortó―. ¿Por qué harás esto? Vivimos en el
mismo edificio, pero no somos amigos. Ni siquiera me conocías cuando vine aquí.
Así que ¿por qué?
Lo pensé por un momento, y en todo lo que podía pensar era en
los que me había dicho Isabella una vez.
―¿Sabes cuánta gente mala encontramos en esta ciudad en un
día? No quiero ser uno de ellos. A veces simplemente necesitamos la ayuda y es
duro pedirla, así que me ofrezco. Acéptalo, Emmet. No te rindas todavía, ¿qué
clase de ejemplo es ese para Molly? En vez de rendirte cuando el mundo golpea
tu culo, a veces está bien pedir ayuda ―contesté, estirando mi mano hacia él.
Bajó la mirada y tragó duro.
―Por favor ayúdame, Edward.
―Por supuesto.
Tan feliz como estaba de ayudarlo, por alguna razón quise
llamar a Isabella y contarle que no tan patético como ella pensaba.
―Molly, irás a la fiesta con el doctor Edward ―dijo cuando
abrió la puerta.
Isabella
―¿Vicky? ―dije cuando abrí mi puerta.
―Hola ―contestó. Estaba allí de pie en jeans y camiseta, su
rojo cabello en una cola y sus ojos rojos e hinchados.
No estaba segura qué estaba mal con ella, pero salí y la
abracé fuertemente. Lloró en mi hombro. Había alrededor de mil cosas pasando
por mi cabeza y en todo lo que podía pensar era que debía conseguir calmarla.
―Tengo vino y chocolate, que
preferiría no comer sola. ―Tomé su mano, metiéndola en mi apartamento. Taigi
vino a ella cuando fui por las copas.
―Hola, chico, ¿cómo estás? ―Se sorbió los mocos y rió,
frotando sus manos por su piel. Él ladró en su rostro y se paró en sus patas
traseras, mientras ella tomaba su pata como si estuviese bailando con él.
Después de servir una copa para cada una, le tendí una.
―Tienes que probar esto, el-padre-de-mi-no-codiciado-vecino
hizo esto y está para morirse…
Hice una pausa, sosteniendo mi copa cuando ella se bebió toda
la cosa sin detenerse por aire, como una mujer muriendo por sed. Usando su
mano, limpió su boca y la sostuvo por más.
―Está realmente bueno. ―Sonrió.
―¿Incluso lo probaste? ―pregunté, dándole mi copa.
No bebió, simplemente miró fijamente.
―Me equivoqué, ¿verdad, Bella? Casarme con James… me
equivoqué.
―Vicky, ¿qué pasó? ―pregunté en vez de contestar, porque no
sabía cómo responder eso.
―Peleamos ―susurró, sosteniendo la copa en sus labios―. Más
como que sus padres y yo peleamos y él sólo se quedó allí mientras ellos
continuaron sobre cómo esperaban que se casara con alguien mejor. Me pregunté,
¿así va a ser toda mi vida? ¿Voy a tener que quedarme de pie allí y tomar su
mierda porque mi papá es sólo un electricista y mi madre una panadera?
―¿Sólo un electricista? ―Quise que replanteara esa
declaración―. ¿Recuerdas cuando teníamos trece y yo me quedaba en tu casa
cuando la tormenta de invierno Michael llegó? Dos metros y medio de nieve y
hielo, sin electricidad, y estaba tan frío que compartimos tres mantas. Tu
madre nos dejó comer todos los pastelitos y galletas que había horneado para la
escuela al día siguiente mientras tu padre se puso sus botas, al menos tres
bufandas, dos sombreros, y una máscara de esquí.
Cubrió su boca y rió.
―Se veía como un gigante malvavisco.
―Sí, y nos dijo que le diéramos un abrazo antes de salir y
trabajar durante horas en la nieve para recuperar la electricidad antes que la
noche llegara porque estaba preocupado que la gente se congelara desde que no
hubo tiempo para prepararse. Cuando volvió, pudimos quitarle el hielo de sus
cejas. Tu papá no es un simple electricista, Vicky. Es el hombre que mantiene
el fuego sin importar qué.
Dejó caer su cabeza,
poniendo la copa en la mesa.
―Lo sé. Lo sé. Es sólo que me hacen sentir que no soy lo
suficiente buena todo el tiempo.
―Entonces pruébales que se equivocan. Sabes lo que mi papá
dice. Barbilla en alto…
―¡Cabeza en alto! ―dijo con fuerza, desinflando su pecho
antes que estalláramos en un ataque de risa―. Nuestros padres son algo más,
¿no?
―Sí, lo son, y no aprobarían que nos quedáramos aquí bebiendo
por hombres, ¡que es por eso que saldremos! ―dije, yendo a mi sala para agarrar
mi bolso y cámara.
―¿Salir a dónde?
―Hay una fiesta del vecindario en el centro. Iba a ir más
tarde a ver los fuegos artificiales pero tú y yo podríamos conseguir algo de
algodón de azúcar y risas. ―Pasé mi brazo alrededor de ella, agarré la correa
de Taigi, sacándonos de mi apartamento.
Me sostuve fuertemente, y cuando subimos al elevador ella
puso su cabeza en mi hombro.
―Gracias ―dijo suavemente.
―¿Por qué? Aún no hago nada.
―Por no decirme que lo deje. Sé que no te gusta James, así
que gracias por no usar esto como una oportunidad para decirlo ―refunfuñó
suavemente, mirando la disminución de números mientras bajábamos.
No estaba segura si me gustaba su agradecimiento por esto.
Quise decirle lo mismo que le dije cuando lo conocí: James es un niño malcriado
de mamá. Él debería haberla defendido y a su familia. El hecho que no lo
hubiera hecho me molestó. Nuestras familias eran una de las cosas que nos
definieron. Pero si le decía todo eso, podría ver nuestro pasado llegar a su
fin otra vez y terminar en caminos separados. Ella estaba casada con él.
Ella había tomado esa decisión, y sabía que preferiría estar
a su lado cuando me necesitaba que no hablar con ella.
A veces la mejor cosa que podrías hacer por una persona es
simplemente estar allí, sin importar las circunstancias.
Como Edward era.
Edward
Sabía tanto como una
hormiga sobre las niñas. La fiesta del vecindario estaba llena de niños y sus
padres, globos y payasos. Cuando me ofrecí a traerla, no sabía realmente qué
esperar, pero ella estando en silencio, sentada en su silla de ruedas,
sosteniendo su oso no era definitivamente esto.
―¿Molly? ¿Estás bien?
―pregunté, arrodillándome delante de ella. Puso su barbilla en la cima de la
cabeza del osito―. ¿Quieres volver al hospital?
―¡No! ―Pareció que
estaba a punto de llorar, lo que causó que algunos padres voltearan a mirarnos.
―Bien, no tenemos que
volver. Solamente preguntaba porque no pareces divertirte.
―Me estoy divirtiendo
―mintió.
Esta fue la peor idea.
―¿Edward?
Volteando me encontré
cara a cara con Isabella, usando shorts de jeans y una camiseta roja y un
cárdigan, su cámara alrededor de su cuello y algodón de azúcar fresco en la
otra.
―¿Hola? ―Isabella le
sonrió.
―Isabella, esta es
Molly, mi paciente. La traje aquí un rato mientras su padre fue a trabajar. ―No
sé por qué sentía la necesidad de explicarle eso.
Me ignoró de todos
modos, mirando a Molly y agachándose.
―¿Nos hemos visto
antes, señorita Molly?
Molly apretó su oso y
Isabella tomó sus dedos y sonrió.
―Ahora te recuerdo.
Fuiste la chica que casi me atropelló cuando me mudé al edificio. El nombre de
tu papá es E…
―Emmet ―respondí por
ella.
―Correcto, Emmet McCarty.
Es un placer conocerte, señorita Molly. Huiste tan rápido esa vez que no tuve
la oportunidad de decir hola. Me puedes llamar Bella. Mi nombre es Isabella,
pero mis amigos me llaman Bella. ―Le sostuvo la mano y Molly la miró por un
largo tiempo antes de sacudirla―. ¿Quieres un poco de algodón de azúcar? ―le
preguntó a ella.
―No ―dije rápidamente y Bella
alzó la mirada hacia mí―. Demasiada azúcar para ella ahora mismo no es bueno.
―Oh, bueno, demasiado azúcar para mí tampoco es bueno
―contestó, caminando hacia la basura y botarlo antes de volver hacia Molly.
Los ojos de Molly miraron fijamente por todo su rostro, y por
una fracción de segundo pareció que estaba tratando de decirle algo en secreto
de chicas más allá de mi conocimiento.
―Molly, chicos, esperen un segundo aquí. Regresaré en seguida,
¿bien? Sin escaparse. ―Levantó sus manos como si sostuviera un lugar―. Si
Edward trata de huir, lo pateas.
Molly rió y asintió.
―¡No enseñes violencia! ―grité después de ella mientras
corrió a lo que sea que iba a hacer.
Sacó la lengua como una niña, casi tropezando con un
cochecito, para consternación de la niñera. Molly se rió cuando la vieja mujer
le mostró el dedo medio y Isabella pidió disculpas, huyendo.
―Molly, cuando crezcas, intenta ser sólo más agraciada que Isabella,
¿está bien?
Levantó la mirada hacia mí, inclinando su cabeza.
―¿No es tu amiga?
―¿Eh?
―Dijo que sus amigos la llaman Bella. No la llamaste Bella.
Qué pequeña inteligente… y la manera en que me miró esperando
por una explicación, supe que no podría mentirle.
―Somos amigos, pero me gusta llamarla más Isabella que Bella
―contesté.
―¿Por qué?
Molly, no lo sé.
―Porque Isabella es un nombre lindo.
―¡También me gusta! La llamaré Isa-be-lla. ―Luchó con ello
durante un minuto.
―Isabella ―lo dije lentamente después de ella.
―Isabe-lla ―repitió, y asintió.
―Regresé ―gritó Bella,
corriendo hacia nosotros con toda su fuerza.
Cuando llegó casi salta sobre mí, colocándome un sombrero en
mi cabeza. Sorprendido por cuán cerca estaba, me congelé mientras ella se concentró
en meter todo mi cabello ahí. Fue solo cuando se apartó que fui capaz de pensar
otra vez.
―Te ves bien ―dijo ella cuando echó su cabeza hacia abajo,
hacia un desordenado moño. Tomó una bufanda de seda y se la enrolló alrededor
de su cabeza―. ¿Mejor? ―le preguntó a Molly, y por primera vez me di cuenta que
ella debió haberse sentido mal en una silla de rueda con una bufanda en su
cabeza.
Molly asintió, pero no dijo nada.
―Señorita Molly, ¿te tomarías una foto conmigo? ―le preguntó,
sacando su cámara de su cuello.
―Sí. Doctor Edward, vamos. ―Molly sonrió.
―Sí, doctor Edward. ―Isabella me llevó alrededor de la silla
con ella.
―Yo la tomo, mi brazo es largo. ―Agarré la cámara de su mano
y nuestras manos duraron demasiado tiempo juntas.
No podía menos que mirarla fijamente, y sin pensarlo retiré
un mechón de su cabello que se había escapado de la bufada.
―Gracias ―susurró, alejando la mirada y acariciando el mechón
para asegurarse que lo tenía.
―Está bien. ―Miré hacia la cámara, mi rostro al lado del de
Molly―. Uno. Dos. Tres.
―Polvillo de hada ―dijo Isabella en el clic.
―¿Polvillo de hada? ―Molly se volteó hacia ella.
―Sí. Está hecho de pensamientos felices y pueden hacerte
volar. ―Fingió echar brillos por su rostro antes de fusilarme con la mirada.
¡Levántala!, me articuló.
Siguiendo sus órdenes, lo hice.
―¡Jaja! ―Molly rió, agarrándose de mí.
Gracias a Dios finalmente comenzaba a divertirse.
Y todo gracias a Isabella.
―¿Bella?
―¡Vicky, volviste! ¿Qué te
tomó tanto tiempo? ―dijo, caminando hacia una mujer con cabello rojo y ojos
verdes, Taigi a sus pies―. Me gustaría presentarte a mis amigos el doctor
Edward y la señorita Molly. Vas a necesitas una bufanda si quieres estar con
nosotros. ¿Verdad, señorita Molly? ―dijo Isabella animándola.
Molly asintió felizmente en mis brazos.
―¡Sí!
―Me voy por diez minutos y tú encuentras amigos bastantes
atractivos todos para ti. ―Vicky puso sus manos sobre sus caderas.
―¿Qué puedo decir? Soy simplemente genial así ―dijo, apoyando
su mano en mi hombro. Pareció que quemaba un agujero en mi camisa, su cuerpo
estaba tan caliente. Permanecí consciente de manera extraña allí y me perdí por
lo que sea que se reían―. ¿Eso está bien, doctor? ―me preguntó Isabella, de pie
sola.
―¿Eh?
―El tren ―contestó Molly, señalando―. Puedo montar el tren,
¿verdad?
―Por supuesto.
―Vayamos antes que el niño con la camiseta de Batman robe la
delantera. ―Isabella la levantó fácilmente de mis manos.
Me quedé allí sin habla, viéndolas, mi mente todavía tambaleándose.
¿De dónde había venido ella? ¿Cómo había llegado allí? Y más importante, ¿cómo
tenía la habilidad de cambiar la atmosfera completamente así?
―¿Todo bien? ―Su amiga Vicky estaba de pie a mi lado,
envolviendo su cabeza con una bufanda verde que debió haber comprado. Taigi
todavía sentado en el suelo.
―Parecen cercanas. ¿Ella siempre ha sido así? ―pregunté
mientras caminábamos al tren rojo, amarillo, y negro que apenas podrían entrar
más de dos personas en cada uno.
―Sí. Esa es Bella ―dijo como si supiera exactamente qué
estaba diciendo―. La he conocido toda mi vida y no puedo explicarlo. Ella es
como…
―Perfectamente imperfecta, y mientras más la miras más
confuso se hace pero ni siquiera puedes apartar la mirada.
―Vaya ―contestó.
―¿Qué?
―Nada, tomaré el próximo tren con ella ―dijo, alejándose. Se
detuvo, mirándome otra vez, y negó antes de unirse a ellas.
―¿Qué dije?
Taigi ladró como si
conociera la respuesta.
4 comentarios:
muchas gracias por escribir esta historia me encanta
Aaa!!! \^w^/
Perfectamente imperfecta!!! LO AMOOO!!! *w*
Siii!!! O siiii!!! Edward ya está cayendo y de picada :D
Muchas muchas gracias!!!
GRACIAS 😘❤
Ayy q bonito gesto el de Edward al llevar a Molly a esa fiesta y el d Bella a comprar esa bufanda para q Molly no se sintiera mal
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