miércoles, 27 de junio de 2018

Un Alma Compartida Capitulo 17

Edward

Conduje a casa sin sentir mis manos. El agotamiento hacía eso algunas veces. Estaba adormecido y mientras me dirigía a mi casa, miré por la ventana de mi coche, inseguro de si quería o no entrar a mi propia casa.

Estaba ansioso. No me gustaba eso.


Lamiendo mis labios secos, salí del coche y caminé hacia la puerta del frente. La abrí, escuchado por algunas señas de vida.

No escuché nada.

Mi corazón se saltó un latido.

Las luces estaban apagadas. La única habitación que tenía iluminación era la cocina. Me dirigí directo ahí, y encontré a Alice sentada a la mesa de la cocina, con una taza de café en sus manos. Estaba ahí sentada, con los ojos cerrados y un fruncimiento cruzando su bonito rostro. Obviamente no me había escuchado entrar. 

Me aclaré la garganta.

Sus ojos se abrieron rápidamente y se giró.

Sonrió tristemente.

—¿Cómo fue? ¿Todavía está vivo?

Suspiré, flexionando mis dedos doloridos.

—Lo suficientemente vivo para sentir mis manos en él durante mucho tiempo.

Sus cejas se elevaron.

—¿Te detuviste? —Dejó salir una respiración—. No pensé que fueras capaz de hacerlo.

—Casi no lo hago —confesé tranquilamente.

Su ceño se frunció.

—¿Por qué lo hiciste?

—Isabella.

El ceño de mi hermana se suavizó y una mirada cálida ocupó su lugar.

—Ella es algo, ¿eh?

—Es un desastre —le dije—. Los problemas la siguen por todos lados. Me arrincona cuando no quiero hablar. Me sonríe y se ríe ante cosas que no son graciosas. Me roba comida justo de la mano. —Sacudí mi cabeza—. Y todo eso la hace perfecta. 

Alice me miró como si quisiera llorar. Aclaro mi garganta y pregunto:

—¿Todavía está Laurent aquí?

Ella parpadeó rápidamente, tragando fuerte.

—Eh, no. Dice que parece que Mike no usó mucho de lo que sea que le diera. Probablemente porque estaba muy borracha. Dijo que estaría dormida toda la noche y que tal vez buena parte de la mañana. Tienes que despertarla cada hora y revisarla. —Bajó sus ojos—. Para asegurarte de que esté respirando.

—¿Qué? —No pensé que fuera tan serio

Alice se encogió de hombros y aclaró su garganta, su voz rompiéndose.

—Laurent no estaba segura de si Mike realmente le dio lo que dijo que le dio. Sin saber exactamente qué es, resulta difícil saber los efectos secundarios que podría tener. Porque es tan pequeña, ¿sabes? Somos afortunados que todo lo que tenga sean chupetones. —Su rostro se desmoronó y bajó su mentón para esconder sus lágrimas—. Es mi culpa —susurró y sus hombros se sacudieron—. Debí de haber mantenido un ojo en ella.

Han pasado años desde que vi a mi hermana llorar y dolió observarlo hoy tanto como lo hizo en ese entonces.

Caminé hacia ella, la agarré por el antebrazo y la levanté de su silla. No necesitó más persuasión. Cayó contra mí, empujando su cabeza en mi pecho y sollozando silenciosamente. Envolví un brazo alrededor de sus hombros y usé el otro para acariciar su cabello.

—Está bien.

Ella sacudió su cabeza.

Besé su cabello.

—Estará bien. Ha sobrevivido durante mucho tiempo sin nosotros. Isabella es fuerte.

Alice asintió en acuerdo, luego levantó su rostro lleno de lágrimas y murmuró:

—Sólo es que me siento responsable.

—No —dije y la apreté para reiterar mi punto—. Tú no hiciste esto. No fue tu culpa.

Ella rodó los ojos pero sonrió.

—No me mientas, Edward.

—Yo no miento —juré.

Asintió y respondió tranquilamente.

—Lo sé. —Nos separamos y levantó su bolso—. Está durmiendo en el sofá de la sala de estar.

Cuando levanté una ceja, me dio una mirada de descaro.

—Oye, soy fuerte y todo, pero no lo suficientemente fuerte como para llevarla escaleras arriba sin romper nuestros cuellos.

Levanté mis manos y le di una mirada que decía que no diría una palabra.

La acompañé afuera, la abracé una vez más y cerré la puerta detrás de ella. 

Caminé hacia la sala de estar, deteniéndome para encender la luz del salón y así poder ver lo que estaba haciendo. Me paré frente al sofá, bajando la mirada hacia la pequeña mujer.

Incluso en su estado inconsciente, era hermosa.

Inclinándome, la levanté sin esfuerzo y nos llevé a ambos escaleras arriba, por el pasillo hasta mi habitación. Encendí la luz y me quedé quieto.

Rosalie estaba sentada en el borde de mi cama, esperándome.

Levantó la mirada y luego miró hacia Isabella. Su ceño se frunció en confusión. 

Miró alrededor de la habitación, parpadeando y empezó a notar las cosas de Isabell alrededor del lugar. Se puso de pie.

—No lo entiendo —empezó.

—¿Qué no entiendes, Rose?

—¿Ella puede quedarse en tu habitación, una persona que has conocido por un segundo, y yo, una persona que has conocido toda tu vida la envías a dormir a la habitación de huéspedes? —Sonaba herida.

Moví a Isabella en mis brazos, luego caminé alrededor de Rosalie para apartar las mantas en el otro lado de la cama y bajarla gentilmente.

—Necesito mantener un ojo en ella. —Es todo lo que dije.

No escuché a Rosalie irse. Estaba ocupado con Isabella, quitando su ropa, dejándola en su top y ropa interior. Jalé las mantas hasta su barbilla. Su frente estaba caliente al tacto pero estaba temblando.

Caminando hacia la puerta, la cerré desde adentro, moviendo la manija para asegurarme que nadie pudiera entrar y luego apagué la luz. Cuando estuve satisfecho, me quite mi ropa, saqué el sofá y me acosté. Una sábana cubriéndome.

En la oscuridad, escuchaba sus dientes castañear.

Mi mandíbula se tensó.

No era buena idea. No debería haberlo hecho. Pero lo hice.

Apartando la sábana, caminé hacia la cama, retiré las mantas y me acosté, acercando a Isabella. Una vez que su pequeño cuerpo estuvo en mis brazos, la arrimé más, sosteniéndola fuerte. Tal vez demasiado fuerte. Pero pronto, sus dientes dejaron de castañar y se acomodó contra mí, enterrando su nariz en el hueco entre mi cuello y hombro.

Durmió en esa posición toda la noche.

Yo también dormí. Mejor de lo que lo había hecho en años.

**Isabella**

Oh, Dios.

Mi cabeza latía jodidamente.

El infierno en una canasta.

Cada vez que me movía para levantarla de la almohada, maldiciones salían de mi boca.

Nunca más. Nunca más.

Pero luego la almohada se movió y se flexionó justo debajo de mi cabeza. 

Obligando a mis ojos a abrirse, eché un vistazo, parpadeando para alejar el sueño y me encontré con unos cálidos ojos color whisky.

Traté de hablar, pero todo lo que salió fue un largo gruñido.

Sus brazos se apretaron a mi alrededor y me tiraron más cerca. Fui voluntariamente. Mi cuerpo estaba todo adolorido y de repente tuve mi propia bolsa de agua caliente en forma de Edward.

¿Quién era yo para quejarme.

—¿Cómo te sientes? —gruñó adormecido.

Mi nariz estaba en su garganta, murmuré.

—Nunca voy a beber de nuevo. Tengo resaca.

—Probablemente lo hagas, pero fue más que eso, Isabella —explicó gentilmente—. Necesitamos hablar sobre lo que sucedió anoche.

Apreté mi nariz más contra él.

—¿Eso explicará por qué estamos juntos en la cama?

Asentí lentamente.

—Está bien. Habla. Pero hazlo suavemente.

Su fuerte brazo me rodeó, sosteniéndome con fuerza y no quería pensar en cuán agradable se sentía eso. 

Debería haber estado demasiado distraída por mi dolor de cabeza para notarlo. El otro brazo se deslizó por mi cintura, pasando lentamente por mi espalda, hasta la base de mi cuello, donde me acunó.

—El club estaba lleno. Quité mis ojos de ti por un momento y entonces noté que no te había visto en un largo rato. Fui a la barra, donde Alice me dijo que habías estado bebiendo y que te dormiste. —La mano en mi cuello me sujetó ligeramente, como si estuviera preocupado por mi reacción, preocupado porque huyera—. Ahí fue cuando también me di cuenta que no había visto a Mike en un buen rato.

Parpadeé.

¿Mike? ¿Por qué esto tiene que ver con él?

Giró su rostro y sus labios fueron a mi sien.

—Te drogó, Isabelma —añadió—. Lo siento. Debí haber estado vigilándote.

Me alejé para mirarlo y susurré.

—¿Qué hizo?

Edward me miró intensamente.

—Nada, creo. Alice notó un chupetón en tu cuello de inmediato, pero estoy seguro que lo interrumpimos antes que pudiera hacer algún daño real. Ahora que estás despierta, tal vez puedas decirme si estás dolorida.

—Estoy dolorida por todos lados. Me duele todo el cuerpo.

Sacudió su cabeza.

—No, Isabella. ¿Puedes decirme si estás dolorida en cualquier lugar que no deberías? —Me dio una mirada incisiva—. Áreas íntimas.

Estaba demasiado sorprendida para sonrojarme. Todavía estaba atascada en que Mike había intentado usarme como muñeca sexual real.

Enfocándome en el área que había mencionado, sacudí mi cabeza.

—No, no lo creo. —Luego me enojé—. ¿Dónde está el idiota? ¿Dónde está Mike?

Levantó su mano y apartó el cabello que había caído sobre mi frente.

—Ya no va a lastimarte más. Confía en mí.

Confiaba en él. Confiaba en él con cada pieza de mi alma rota.

Si había alguien que me cuidaría, quería que fuera Edward. Confiaba en él para protegerme, mantenerme a salvo y para ser honesto conmigo.

Entonces bajé la mirada entre nosotros y mis cejas se levantaron.

—¿Quién me desvistió?

No hubo vacilación.

—Yo.

—Ya veo.

Murmuré y rápidamente me di cuenta que quizás había estado pasando demasiado tiempo con Edward cuando daba respuestas como esa. Mis ojos pasaron sobre su bóxer abultado y mis cejas se levantaron aún más.

—¿Quieres explicar eso?

Frunció el ceño y se retorció.

—Creí que se explicaba por sí mismo. —Entonces me sonrojé—. Estuviste presionada contra mí toda la noche. Me dijeron que te revisara cada hora y lo hice. 

Solo hice lo que ordenaron los doctores.
Mi ego se redujo diez veces.

—Entonces sólo estabas cumpliendo tus obligaciones.

Su ceño se frunció y me dio un brusco asentimiento. Y el recordatorio de mi ego explotó como un globo y fue silbando a través del aire antes de salir volando por la ventana.

Luego suspiró como si necesitara sacar algo de su pecho.

—Es difícil sostener a una hermosa mujer toda la noche y no sentirme afectado. Lo siento si eso te ofende, pero no siempre tengo control de mi cuerpo y sus reacciones.

Mi ego voló de vuelta a través de la ventana y silbó alrededor del aire antes de regresar a mí, inflándose seis veces más grande.

Era momento de decir algo, de preferencia algo ingenioso.

—Necesito ir al baño.

Edward lució frustrado.

—Isabella, acabo de decirte que fuiste atacada por un hombre que probablemente te habría violado y tú todavía no has reaccionado.

Miré a Edward directamente a los ojos y le dije honestamente:

—No sería la primera vez.

No me esperé para ver su reacción. Me deslicé fuera de la cama, sostuve mi punzante cabeza y me arrastré hacia el baño, cerrando la puerta detrás de mí, haciendo un esfuerzo por cerrarla lo menos ruidosamente posible. 

Las lágrimas me llegaron en la ducha. Parecía un lugar apropiado para dejarlas caer.

Sé que actué como si no me molestara, pero cuando me desvestí y vi los chupetones cubriendo mis pechos, mi orgullo cayó rápidamente y me golpeó cuán sería había sido la situación.

Levanté mis manos para correrlas a través de las profundas marcas rojas y sisé cuando mis dedos rozaron mis tiernos pezones. Su boca había estado ahí y había sido ruda. No me gustaba eso. Y lo que era peor era que no pudiera recordar algo de ello.

No era un borrón. No era una memoria difusa. Solo no estaba ahí. Y eso no se sentía bien. Era confuso y terrible, y me hacía sentir sucia, independientemente de si fui o no un participante por propia voluntad.

Me duché en silencio y razoné conmigo misma. Nadie vería los otros chupetones. 


Pediría ayuda a Alice para que me ayudara a cubrir el de mi cuello lo mejor que pudiéramos. Todo sería olvidado rápidamente, un incidente que empujaría a un lado y dejaría en el pasado. Justo como lo hice con las otras cosas malas en mi vida.

Cuando terminé, me puse mi pijama amarillo para regresar a la cama, y entré de nuevo en el dormitorio. Las cortinas habían sido abiertas, dejando a la luz solar fluirdentro. Mis ojos quemaban, pero estaba demasiado ocupada enfocándome en el furioso hombre, paseándose frente a la cama.

Di un paso más cerca.

—¿Edward?

Continuó paseándose.

Otro paso más cerca.

—¿Edward? ¿Qué está mal?

Él se giró para enfrentarme, sus ojos centellantes.

—¿Quién te lastimó?

Mi ceño se frunció y me encogí ligeramente, indicando que no sabía sobre qué estaba hablando.

Parafraseó:

—No sería la primera vez —Su estómago desnudo se tensó mientras apretaba sus dientes y gruñía—. ¿Quién te lastimo? Dímelo. Dímelo y los mataré.

¿Estaba mal estar excitada por esta escena?

Algo me dijo que era altamente inapropiado. De alguna manera, eso no detuvo el flujo de calor pasando a través de mí o el sentimiento similar al de haber ganado algo grande, como la lotería.

Y Edward era una fina lotería para ganar.

Pero entonces miré más de cerca y ese sentimiento retrocedió. Estaba angustiado. También lucía como si no supiera cómo lidiar con eso. Podía sentir el enojo y la frustración saliendo de él.

Sabiendo que ese enojo no estaba dirigido hacia mí estuve a su lado en un segundo. Tomé su mano y lo llevé hacia el sofá, sentándome y tirando de él para sentarlo junto a mí. Coloqué su mano en mi regazo y la cubrí con la mía.

—Estuve en la calle por mucho tiempo, Edward. —Incliné mi cabeza y le di una arrepentida mirada—. Así es la vida.

—No —dijo, sacudiendo su cabeza—. No lo es. La gente es la que hace esas cosas y necesitan ser castigados.  Necesitan sufrir las consecuencias —declaró—. Siempre hay un precio que pagar.

—¿Quieres buscar por las calles hasta encontrar al grupo de jóvenes rufianes que trataron de obligarme a tener sexo hace años? ¿Eso te suena como algo normal que hacer?

Edward bajó su cabeza y reveló.

—No soy normal.

No iba a mentirle.

—No, no lo eres. —Luego admití tranquilamente—. Pero algunas veces creo que eres mejor que la gente normal. Extraordinario. Único. Insuperable. Galante. —No levantó la mirada hacia mí. No me gustaba cuando trataba de ocultarse de mí. Apreté su mano—. Oye. No tuvieron éxito, sabes. Ese cuchillo que me quitaste la primera vez que vine aquí… hizo su trabajo.

Cuando corrí mi pulgar sobre sus dedos, hizo un gesto de dolor. Mi ceño se tensó mientras levantaba mi mano para examinar la suya.

Mi corazón se detuvo.

El dedo medio en su mano izquierda estaba hinchando, morado y muy obviamente inclinado en una dirección que no debería haber estado.

—Edward, cariño —dije calmadamente—. Creo que tu dedo está roto.

Asintió como si eso no fuera algo nuevo para él.

—Estará bien.

—¿Mike? —pregunté.

Gruñó afirmativamente.

Suspiré.

—Supongo que vas a decirme que no te duele.

—No. —Sacudió su cabeza ligeramente—. Duele bastante. —Se giró hacia mí, mirándome a los ojos—. Pero la razón detrás de ello vale cada dolor.

Me estoy enamorando de ti, Edward Cullen.

Esta vez, el repentino pensamiento no me sorprendió.
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Hola a todas que les pareció el capitulo de hoy se que es cortito pero no puedo agregarle más esta vez rompería la armonía del siguiente capítulo.
Otra cosa chicas como siempre les digo esta es una adaptación de un libro la historia no es mía yo simplemente adapto la historia con los personajes de twilight también no puedo darles el título del libro y el nombre de la autor (a) eso al final de la adaptacion ya que no tendría chiste decirles si no van a leer la adaptación y como siempre les digo que si saben de que libro se trata no lo digan .
Muchas a gracias por sus comentarios siempre los leo y me encanta ver que la adaptación les gusta aun nos falta para llegar al final de esta adaptación para la próxima Adaptación va ser una que estuvo  aquí en el blog y no la pude terminar era una histórica así que la volveré  a subir al terminar esta adaptación. 

Así que muchas gracias a todas por leer y estar pendiente de las actualizaciones.

12 comentarios:

beata dijo...

Gracias por el capìtulo. M gusta mucho la historia y los personajes.

carola dijo...

No se si estoy mal o no, pero que alguien te cuide de esa manera es muy romantico. Suertuda bella!

TataXOXO dijo...

Gracias por esta adap.... me encanta que Edward, a pesar de ser muy literal, de verdad quiere a Isabella.... y espero que Rosalie se de cuenta que no va a poder con ella!!!!
Besos gigantes!!!!
XOXO

Unknown dijo...

Aaa!!! Siii!!! Bella obviamente que te estás enamorando de Edward pero es que como no hacerlo si es tan tierno!! A su manera claro pero aaa!!!
Y ya empiezan a dormir en la misma cama 7u7
Ya quiero que se declaren en verdad ansío cómo va a hacer su relación.
MUCHAS MUCHAS GRACIAS!!! En vdd que me está encantando esta adaptación!! *w*

Adriu dijo...

Ohh Edward...nos estamos enamorando mucho mucho
Jaja bella y su ego....pues siempre el saberse deseada ayuda al ego
Gracias por la historia
Saludos de mí lindo Ecuador
Adriu

Unknown dijo...

Muchas gracias Annel por el.capitulo nos vemos el viernes :-)

MELANY dijo...

Está surgiendo el amor pero no se animan a decirlo😍😍

Unknown dijo...

Me encanta como Edward se preocupa por Isabella! Realmente se siente angustiado por ella.
Me confunde Rosalie...

Kar dijo...

Hola hola Annel escuchó las campanas del amor, pero por ahora dudo que alguno de los dos se anime a decirlo ji ji
Gracias por el capítulo nena
Saludos y besos 😘😘😘😘😘

cari dijo...

GRACIAS Edward x romperle la cara a ese cerdo x cuidar de Bella x protegerla, la Rosé será q no entienda q Edward no quiere nada con ella , BELLA es imposible no enamorarse de Edward suertuda t cuido y durmió contigo 😉😜😍😘💕 Annel Gracias nos leemos

Fanny dijo...

No funciona el hipervínculo del capítulo 18

Kari Salinas dijo...

Lo acabo de leer muy bueno pobre Bella y Edward tan tierno a su modo

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina