sábado, 30 de junio de 2018

Un Alma Compartida Capitulo 18

Isabella

Tengo que tomarme la semana libre en el trabajo obligatoriamente (órdenes del doctor) pero paso cada momento despierta con Esme y Vanessa, aprendiendo tanto como puedo acerca de los gustos y disgustos de la pequeña niña.

Resulta que Vanessa ama sólo a una de sus muñecas. Estaba extremadamente apegada a una Cabbage Patch Kid llamada Ivy Gail.

No tenía ni idea. Pensaba que le gustaban todas las Cabbage Patch Kid de cualquier forma, figura, o manera. Así que durante la semana, cuando Alice y yo fuimos a la plaza, le compré a Vanessa una Cabbage Patch Kid llamada Annabel Cherish, con algo del dinero de mis propinas. Elegí esta porque lucía un poco como un querubín gordito. También compré un pequeño carrito de muñeca para que Nessa pudiera pasear con su nueva amiga.

Cuando la llevamos a casa, se la mostré a Esme quien, haciendo una mueca, me dijo que aunque era muy dulce de mi parte, Vanessa muy probablemente no la querría y que ella era muy especial.

Estaba ligeramente devastada. Y me deprimí.

¿Por qué no le gustaba mi muñeca? La compré sólo para ella. ¡Le gustaría mi maldita muñeca! Me gaste 600 dólares en esta muñeca anormal y su maldito carro.

Cuando Vanessa despertó de su siesta, le di la muñeca, y me escabullí escaleras arriba sin querer ver su reacción negativa. Me escondí debajo de las mantas y fui rudamente interrumpida de mi berrinche cuando Esme me llamó.

Bajando las cobijas de mi cara, grité:

—¿Sí?

Podía escucharla sonriendo.

—Vanessa está preguntando por ti.

Mis pies se arrastraron hasta abajo, pero cuando entré a la sala, mi actitud cambió.

Vanessa estaba sentada en medio del suelo con Annabel Cherish, abrazándola a su lado y murmurando:

—Bella, juga. Mia. —entonces me vio y sonrió—. Bella. Mira.

Se levantó y se apresuró hacia mí en sus pequeñas piernas, mostrándome su nueva muñeca. Sonrío de oreja a oreja.

—¿Te gusta? —Alza la muñeca hacia mí y le doy un pequeño apretón—. Su nombre es Annabel Cherish.

Vanessa toma la muñeca, abrazándola por el cuello.

—Bella.

Niego con la cabeza.

—No angelito —la corrijo—, Annabel.

—Bella —murmura ella mientras gira a la muñeca para que conozca a su pariente, Ivy Gail.

Esma suelta una risita.

—No puedo creerlo. Ha tenido otras Cabbage Patch, pero nunca las toma. Solo a Ivy.

Le sonreí a la mujer.

—Ahora tiene a Annabel.

Mírela negó con la cabeza ligeramente.

—No —observa—. Ahora tiene a Isabella.

Y así es como llegó a ser la pequeña Bella.

Edward bajaba ocasionalmente y desconsideradamente interrumpía mi tiempo con su hija, frecuentemente colándose en el almuerzo o comiendo con nosotras.

Un hombre agradable con cicatrices de viruela en la cara a quien los chicos llamaban Laurent vino cada día de esa semana a revisarme. Cuando le pregunté si era doctor, todos parecieron evitar la pregunta.

Él me dijo que no parecía que hubiera ninguna secuela como resultado de la droga. Estaba feliz de escuchar eso, no es que estuviera preocupada. Tomé a Edward de la mano lastimada y lo senté, obligando a Laurent a revisar su dedo. Edward trato de discutir, pero no estaba escuchándolo.

Todos parecieron aturdidos de que Edward permitiera que el hombre lo revisara, incluyendo Emmett. Pero se sentó en silencio con mi mano en su hombro y dejó al doctor limpiar y poner cinta en sus dedos, dejándome satisfecha.

Pedí un momento en privado con el doctor y, reticentemente, Edward me vio acompañarlo a su coche. Tan pronto como estuvimos lejos de oído, me aclaré la garganta.

—Quiero agradecerle por revisarme esa noche.

Él sonrió ligeramente.

—No fue nada. Pero tengo la sensación de que no me trajiste aquí afuera para agradecérmelo.

—No. —Me reí nerviosamente—. Supongo que no.

Notó mi incomodidad y trató de suavizarla.

—Isabella, lo que sea que me digas será confidencial. Edward podría golpear la mierda fuera de mí y no se lo diría.

Me reí en serio entonces.

—Suena como algo que él haría.

Su sonrisa cayó.

—Isabella, cuando Mike… —se detuvo y habló en voz baja—. ¿Te lastimó?

—¡No! —Di un grito apagado, poniendo una mano en mi pecho—. No de esa forma, no. Pero esto es acerca de eso, de hecho. —Me rasqué el brazo, avergonzada—. No he tenido mi periodo desde hace meses.

Él se apoyó contra su coche.

—¿Hay alguna posibilidad de que pudieras estar embarazada?

—No —murmuré—. ¿Pero y si Mike me lastimó? ¿Pude haber quedado embarazada?
Laurent hizo un sonido de hmm.

—Bueno, estoy suponiendo que dejaste de menstruar porque estuviste un poco desnutrida por un tiempo. Pero algunas veces, en raras ocasiones, las mujeres no se dan cuenta y pueden quedarse embarazadas, así que a pesar de que no me inclino a dar un sí definitivo, tampoco te diría que no.

Eso golpeaba demasiado cerca de casa.

—No estoy tomando ningún anticonceptivo.

—Ah. —Sonrió—. Así que de eso se trata. —Se enderezó—. Hay un puñado de opciones. Como sea, si estás un poco abrumada o trabajas por la noche en un club para caballeros y es posible que olvides tomar la píldora —me guiño—, te recomendaría un implante. Hay uno, una pequeña barra, que es injertada en el brazo después de insensibilizarlo, y dura casi tres años. Es extremadamente popular en mujeres jóvenes.

Ante mi esperanzada mirada, negó con la cabeza.

—No te recomiendo ponértelo hasta que tengas la oportunidad de ganar algo más de peso.

Inmediatamente discutí.

—¡Ya he ganado cinco kilos!

Bueno, casi. Cuatro con ochocientos, para ser precisos.

Él sonrió amablemente.

—Me gustaría verte agregarle otros cinco —ante mi mirada, se inclinó—. Tres más, por lo menos.

Me dio su tarjeta y me dijo que lo llamara cuando estuviera lista. Agarré la tarjeta ansiosamente, escondiéndola en mi sostén.

Más tarde esa semana, me estaba desvistiendo para ducharme cuando Edward entró. Por la mirada de sorpresa en su rostro, dudaba que hubiera sido deliberado. No lo juzgaba. También estaba sorprendida. Ser atrapada en nada más que en tus bragas blancas te hacía eso.

Abrí la boca para gritar “¡Sal de aquí!” pero sólo salió un chillido. Cuando sus fríos ojos cafés escanearon mi cuerpo, levanté los brazos para cubrir mis pechos desnudos, habiéndome olvidado momentáneamente de los moretones rojos esparcidos por ellos.

Estaba avergonzada. Mis mejillas ardían. Mis pechos eran pequeños. Parecía un niño pequeño más que una joven mujer.

Yo nunca, jamás, sería una de esas mujeres que estaban cómodas con su cuerpo. Siempre tuve problemas de confianza. No han mejorado con la edad.

Entonces él habló y estaba mortalmente quieto.

—Él te hizo daño. —Sonaba como una acusación. Dirigida a mí.

Alcanzando la toalla, me cubrí con ella.

—No es nada. —No sonaba convincente.

Levantó ambas manos, cerró los ojos y las paso por encima de su rostro, deslizándolas hacia atrás para masajear sus sienes.

Parecía listo para explotar.

—Voy a matarlo —murmuró.

Entonces dejo caer las manos, golpeó la puerta con su mano buena y gruñó:

—¡Voy a matarlo, joder!

—Edward —susurré asustada.

Cuando salió como una tormenta del baño, lo perseguí sosteniendo la toalla.

—¡Edward! —Mis piernas temblaron ante el miedo, pero logré bajar las escaleras hasta el pasillo para alcanzarlo. Me crucé en su camino—. ¡Edward detente!

Él trato de moverse a mi alrededor, pero levanté la mano que no sostenía la toalla.

—Por favor, detente.

Gruñó con fuerza y retrocedí. Mi voz baja temblaba tanto como mi mano.

—Edward, me estás asustando.

Eso pareció golpearlo. Sus ojos recuperaron su enfoque y, jadeando, miró a mis ojos como platos y a mi cuerpo tembloroso. Sus puños se aflojaron y en su cara apareció una mirada de dolor.

—Lo siento.

Estaba de regreso.

Mi Edward estaba de regreso.

Mi corazón se aceleró y me lancé hacia él, envolviendo mis brazos en su cintura, poniendo mi cabeza contra su enorme pecho. Apreté mis ojos cerrados y lo abracé fuerte.

—No necesito que golpees a cada persona que me hace algo malo, Edward. —Mi mano, en su espalda, sujetó su camisa acercándolo más—. Sólo necesito que seas Edward, ¿está bien?

Hablé contra su pecho.

—Cuando las personas me hagan cosas de mierda, eso es lo que me ayuda. —Levanté la mirada hacia él, mis ojos brillando—. Tú ayudas. Solo tú.

Bajó la mirada hacia mí, con la confusión llenando su hermosa cara.

—No dejaré que nadie te haga ninguna mierda, Isabella.

—No. —Sacudí la cabeza—. No puedes detener a las personas de hacer lo que van a hacer, dulzura. —Tragué duro—. Pero después, si pudieras sostener mi mano, eso sería lindo.

Él no se apartó.

Quitó mi brazo de su alrededor, me llevó de regreso a la habitación, se acostó en la cama, enfrentándome, y sostuvo mi mano durante casi una hora.

Y algo me decía que Edward lo necesitaba más que yo.

***

Me estaba aburriendo. Habían pasado cinco días desde que había estado en el club, y después de horas de incesantes ruegos, Edward me concedió una alegría, dejándome ir a trabajar con la condición de que me sentara con él toda la noche.

Era mejor que nada. Ni siquiera tuve que pensarlo. Brinqué ante la oportunidad de dejar la casa. Me estaba volviendo loca.

Usando pantalones negros y una camiseta blanca con un elefante dorado impreso al frente, me puse en mis sandalias planas de tiras, tomé mi abrigo y me reuní con él en la cocina.

Rosalie y Jaz ya estaba ahí esperando a Edward. Jasper se acercó y me dio un abrazo de oso, su enorme figura comiéndome entera. Por su apariencia, nunca supondrías que Jasper era el necesitado del grupo, con todos sus tatuajes. Su cuerpo era su propio lienzo para decorar.

Rosalie, como sea, me miro como si estuviera lista para romperme en cualquier momento.

—¿Vas a trabajar esta noche? —preguntó ansiosamente. Luego agregó en un tono cauteloso pero condescendiente—. ¿Estás segura de que estás lista?

Quería abofetear a la perra.

En su lugar, sonreí.

—No, no voy a trabajar hoy. Sólo estoy volviéndome loca por estar encerrada en esta casa. Así que estaré observando esta noche. —Para beneficio de Rosalie, agregué—: No te preocupes. Edward va a cuidarme.

Jasper sonrió.

—Yo te cuidaré Isabella. —Me guiñó—. Sostendré tu mano y todo.

Incliné mi cabeza hacia un lado, haciendo un puchero, acuné su cara y canturreé.

—Aww Jas. Ahora, ¿por qué querría que hicieras eso? —Guiñé—. ¿Quién sabe dónde habrá estado esa mano?

Alice entró por la puerta trasera en ese momento. Y por alguna razón, sentí como si me hubieran atrapado haciendo algo. Como una niña traviesa haciendo algo que no se supone que esté haciendo. Especialmente cuando sus ojos se fijaron en mi mano sobre la cara de Jasper.

Ella lo cubrió rápidamente, burlándose de Jasper como lo hace normalmente.

—Ewww. No toques eso Isabella. No sabes dónde ha estado.

Pero Jasper claramente no estaba de humor para Alice. Supe esto, porque me tomo por la cintura, llevándome hacia él, y montando todo un espectáculo poniendo su mano en la parte baja de mi cadera. Me miró directamente, bajó su cabeza a mi oído y entonces fingió susurrar:

—No la escuches. Nos escaparemos juntos, follaremos en cada playa del país, y tendremos hermosos hijos juntos.

Rosalie casi se ahoga del disgusto:

—Jesucristo, Jasper. Cuida la mierda que estás hablando. Mi boca estaba abierta y todo.

Alice, parecía herida. No entiendo el porqué. Ella tenía que estar acostumbrada a su forma de hablar.

Pero Alice era mi amiga, y eso significa ponerme de su lado, incluso si estaba equivocada. Podría hablarle claro en privado, pero con público, cubro su espalda.

Golpeando mi trasero contra sus muslos, bufé.

—He estado en la basura Jasper. No soy quisquillosa cuando hablas de comida. —Me volví hacia él y agregué—: Y aun así no quiero comer tu polla.

Escuché a Rosalie romper a reír mientras Alice bufó ante eso, y Jasper sonrió orgullosamente hacia mí.

—Eso es lo que llamamos una quemadura.

Desafortunadamente cuando Jasper se agachó para besar mi frente, Edward entró. Hubo un momento de tensión construyéndose en la habitación mientras los ojos de Edward se fijaban en las manos de Jasper en mí. Tenía esa mirada en sus ojos, la que había conocido hacía unos días, y sabía que tenía que intervenir. De otro modo, Edward golpearía a su amigo de la infancia. Era protector conmigo. Lo tengo. Lo entiendo. Es lo que hacen los amigos.

Tomándome un segundo para controlarme, me alejé de Jasper y lentamente caminé hacia Edward, levantando la mano con palma hacia afuera, comunicándome con él en silencio.

Miró hacia abajo a mi mano y después a mis ojos. Los ásperos bordes de su rostro se suavizaron y tomó mi mano sin una palabra, apretándola. El gesto dijo mucho más de lo que las palabras podrían. Yo sería su roca cuando su razón se alejara. Y él sería la persona que necesitaba para recordarme que ya no estaba sola en el mundo. Una amistad perfectamente imperfecta que de algún modo se había formado. Perder a Edward no era una opción.

Él me encontró, y ya sea que lo supiera o no, era suya, de cualquier manera.

Sabes lo que dicen.

Quien lo encuentra se lo queda.

***

El club no estaba muy lleno para una noche de viernes.

Era inusual dado que otros viernes habían sido noches de hacer el máximo dinero, de acuerdo a Edward. Los hombres que habían terminado con la semana de trabajo venían a Bleeding Hearts para distraerse, beber en buena compañía, y complacerse con un baile privado, o cuatro.

Edward y yo nos sentamos en la esquina más alejada de lado izquierdo del escenario. Era el lugar perfecto para ver la habitación. Se veía todo y todos.

Miré con curiosidad mientras Edward sacaba algo de su bolsillo y me mostraba un audífono antes de ponérselo. Habló en él.

—¿Estás listo Cam?

Desde el lado derecho del escenario, un hombre joven con traje levantó la mano para indicarle a Edward que podía escucharlo.

Edward volvió a sentarse, se giró hacia mí y dijo:

—Esta será una buena noche.

¿Estaba tratando de tranquilizarme? Estaba convencida de que el asiento más seguro del lugar era sentada junto al chico sexy del traje, dando órdenes a través de su auricular. No necesitaba que me tranquilizaran.

Las chicas ocuparon el escenario. Primero Lana, haciendo una rutina en el tubo, entonces ChaCha con su lento striptease, entonces Zafrina vino con un vaso de soda y un abrazo para mí, diciéndome que había estado muy preocupada.

Una sensación de calidez floreció en mi interior. Sí, estaba sentada en un club para caballeros, viendo a mujeres quitarse la ropa por dinero, sabiendo que el hombre a mi lado lastimaría a cualquiera que me mirara divertido, pero nunca me había sentido más en casa, además de en la casa de mi familia, cuando vivía con mi madre.

Edward divisó a un hombre sentado solo, pareciendo desolado. Habló en su audífono.

—Cam, mesa doce. Envíale un whisky cortesía de la casa.

Mi frente se arrugó.

—Parece muy deprimido. ¿Estás seguro de que quieres avivarlo con más licor?

Edward mantuvo su ojo en el bar, pero inclinó su cabeza hacia mí.

—Las cosas gratis hacen felices a las personas. Observa.

Seguramente. El hombre miró mientras Rosalie le sonrió seductoramente, poniendo la bebida en su mesa e inclinándose para susurrar algo en su oído. El solitario hombre sonrió inmediatamente.

Impresionada, pregunté.

—¿Qué le está diciendo?

—Que aprecia su lealtad a nuestro negocio.

Asentí.

—Bien. Correcto. Claramente sabes hacer tu trabajo. Me inclino ante ti, oh grandioso.

Sus ojos sonrieron de esa manera que tanto amo, y casi me caigo de mi silla, suspirando soñadoramente.

Le pregunté a Edward si quería que rellenara su bebida. Dijo que no. No creo que se diera cuenta de que quería ir a visitar a Alice detrás de la barra. Seguí dándole pistas, diciéndole lo sedienta que estaba. Siguió frunciendo el ceño, diciéndome que le hiciera señas a Rosalie.

No hay manera de ser discreta con Edward. Es todo o nada. Finalmente escupí:

—En verdad quiero hablar con Alice.

Su frente se arrugó:

—¿Porque no lo dijiste simplemente?

—Porque estoy cansada —murmuré y me desplomé en mi silla.

Él resopló, y, me gustaría creer que hizo lo que era la versión de Edward de una risa. Asintió hacia el bar.

—Puedo verte desde aquí. Quédate a la vista.

Me enderecé, inclinándome por encima de mi silla y mostrando mi entusiasmo.

—¿En serio? ¿Prometido? ¿No bromeas?

—Ve —murmuró de un modo aburrido, pero sus ojos dejaban ver que se está riendo.

—¡Yupi! —animé mientras me apresuraba hacia el bar. Quiero joder a Alice, lo he estado planeando durante días. El episodio de esta noche con Jasper encaja perfectamente con mi malévolo plan.

Acercándome al bar, me senté en una esquina oculta y esperé. Cuando se acercó, farfulló:

—Que mierda de noche. Ni siquiera merece tener al equipo completo para esta pobre multitud.

—Sí, lo sé. —Fui directa a ello—. Así que, ¿qué puedes decirme de Jasper?

Ella se dio la vuelta hacia mí, estrechando sus ojos.

—¿Por qué quieres saber acerca de Jasper?

—No lo sé. —Actué despistada—. Es sexy, sin duda

Entonces planté la bomba.

—Y ahí está esa cosa de hoy. No lo sé, pero creo que tenemos algo de química. —Me incliné hacia adelante y sonreí—. Creo que le gusto.

Quiero romper a reír por la manera en que la cara de Alice se volvió roja brillante. Apretó sus dientes y habló a través de ellos.

—Él no es todo lo que aparenta ser Isabella.

Me encogí de hombros.

—¿Quién soy yo para juzgar? —Me apunté a mí misma—. Chica sin hogar… ¡hola! Sus fosas nasales flamearon.

—Él no es tu tipo.

—¿Quién puede decir cuál es mi tipo? Además, no necesitamos ser el tipo del otro para rascar una picazón. —Usé mi codo para empujarla y le di con un guiño falso—. ¿Sabes lo que quiero decir?

Esa fue la gota que colmó el vaso.

Alice plantó las manos en la barra, se inclinó hacia mí y espetó:

—¡Mantente alejada de Jasper!

Misión completada, rápidamente me salí del personaje, incliné la cabeza hacia atrás y comencé a reír.

Alice me miró, confundida por un segundo antes de captarlo.

Pareciendo un poco molesta con ella misma, negó con la cabeza lentamente.

—¿Quién te lo dijo?

Sonreí victoriosamente.

—No importa quién me dijo. La pregunta es, ¿por qué no me lo dijiste?

Su cara cayó. Parecía triste.

—Es complicado Isabella.

—¿Complicado de un modo el hombre que amo duerme con otra mujer? ¿O el hombre que amo tiene problemas con el compromiso?

—Ninguno de los dos —me calló, sus ojos brillando—. Son del modo el hombre que amo no me ama.

Mi sonrisa cayó. Eso apestaba.

—Eso apesta —le dije, mi corazón se rompió.

Ella sonrió tristemente.

—Así es la vida, querida.

La mañana del sábado nos trae una sorpresa a todos.

Irina, la madre de Vanessa, la reclamó para que volviera con ella. Lo que fue sorprendente acerca de esto fue que Edward la dejó ir.

Yo no quería que se fuera. La idea de ella quedándose con una horrible mujer que ni siquiera la quería me volvía loca. Rápidamente me golpeó que si esta era la manera en que yo, una extraña, me sentía, Edward ya debería haber cruzado el borde de locuralandia. Escondía su tristeza muy bien, pero no me perdí la manera en que le habló a Emmett cuando su hermano sugirió hacer que Irina se mudara más cerca para que así Vanessa, al menos, viviera en el mismo estado que nosotros.

La horrible mujer ya había reservado los vuelos para Esme y Vanessa, y salían justo después del mediodía, y su advertencia había sido que si las dos no llegaban a la hora designada, tomaría el siguiente vuelo y levantaría el infierno en el club.

Francamente, creía que la mujer estaba llena de mierda, y lo dije. Alice me dio una mirada advirtiéndome de que su amenaza muy probablemente se cumpliría. Estaba asombrada. ¿Quién era esta mujer que tenía a la familia Cullen mirando sobre sus hombros?

Mientras me siento con las piernas cruzadas en el suelo de la sala, Vanessa se acomodó en mi regazo, jugando con la pequeña Bella, sin ser consciente de que estaba a punto de ser alejada de nosotros del modo más grosero. El brazo con el que la sostengo se aprieta. Me encuentro sintiéndome protectora con este pequeño cacahuate.

Miro en silencio que la cara de Esme cae un grado. Ella lo cubre rápidamente, levantándose y dirigiéndose al cuarto de Vanessa a empacar sus cosas.

—No —murmuré enojada. Me di la vuelta hacia Edward, abrazando a Vanessa con todo lo que tenía—. ¿Simplemente vas a sentarte ahí y dejar a esa perra alejarla de nosotros?

Parecía que hubiera envejecido diez años en diez minutos. Se veía desgastado y demacrado. Habló con calma.

—¿Qué quieres que haga Isabella?

Parpadeé hacia él. Esa actitud no iba a llevarnos a ningún lado.

—Lucha por ella, Edward. Dile a Irina que no puede tenerla. Déjala venir aquí. ¿Qué va a hacer? ¿Mostrarles a todos lo jodida que esta de la cabeza?

—Voy a perder la custodia parcial y seré acusado de secuestrar a mi propia hija. —Me miró, sujetándome con una mirada—. ¿Suena como un buen plan para ti?

Bueno, no. no lo hacía. Pero tenía que haber algo que pudiéramos hacer.

Mi corazón comenzó a correr mientras me di cuenta de que nadie pelearía contra esto.

—Alice —llamé.

Ella se veía miserable.

—Escoge tus batallas, pequeña. No vas a ganar esta.

Mi última opción.

—Emmett —susurré, muy cerca de las lágrimas—. Haz algo.

Él ya estaba sacudiendo la cabeza, se levantó repentinamente, frunciéndome el ceño.

—La vida no es justa, niña. —Me miró—. Tú de todas las personas deberías entenderlo.

Me había quedado sin opciones, sola.

—Edward —imploré—. Por favor. No la dejes ganar. Ella es sólo una mujer ¿Cuánto poder puede tener?

No estaba preparada para lo que sucedió después.

Edward se levantó. Entonces me gritó.

A mí.

—¿Qué diablos quieres que diga Isabella? ¿Qué caiga de rodillas por complacer a la madre de mi hija? —Jadeó—. ¡Sí! Lo hago —Se alejó—. Tengo mis razones, y no le debo explicaciones a nadie, ciertamente no a ti.

Él dijo “a ti” como si fuera asqueroso. Como una molestia. Como si no fuera digna de una explicación que incluso yo sabía que no merecía escuchar.

Eso me trajo de vuelta a la realidad.

Yo no era nada para Edward Cullen.

Y aun así, él era mi todo.

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Hola a todas que les parecio el capitulo de hoy nos vemos el lunes con el siguiente capitulo.
Hola pero por no subir capitulo el viernes le la verdad se me olvidó ya lo tenia listo solo era publicarlo pero se me olvidó y cuando me di cuenta ya era tarde mil disculpas.

10 comentarios:

TataXOXO dijo...

Ahh me duele mucho que Edward la trate de esa forma... es verdad que no es nada de Nessa, pero la quiere, y si él no le explica por qué la deja ir, Bella no lo entenderá...
Besos gigantes!!!!
XOXO

Anónimo dijo...

Espero ansiosa el proximo capitulo

Adriu dijo...

Ohh tan bien que iban las cosas entre ellos y pum viene y la hace sentir menos que nada...
Gracias por el capítulo

Kar dijo...

Hola hola Annel la realidad golpeo a Bella en la cara, se sentía segura en ese lugar, parte de algo y en casa y de repente todo se salió de control, que triste es cuando te das cuenta de eso, espero que sus inseguridades no la hagan retroceder todo ese camino que ha recorrido 😢😢
Gracias por el capitulo nena, espero ansiosa el siguiente
Saludos y besos 😘😘😘😘

saraipineda dijo...

Miércoles huy que hididos paso ahiiiiii ansiosa x el siguiente cap graciassssssssssss

Karina dijo...

Ooooooooo

Unknown dijo...

Oh my dios!!!!!
Que hiciste Eddie

beata dijo...

Situaciòn difìcil, pobre nessa.

Gracias por el cpìtulo

Unknown dijo...

OMG!!!
O sea estoy en shock, literal el capi fue una montaña rusa.
Primero Bells acepta que le pertenece a edward ahí es un rotundo: YEIII!!!
Luego Bella y edward son sus rocas ahí es otro: Siiiii!!!! Obviamente!!!
Posteriormente edward con su pequeño mini arranque de celos ahí estaba literal bailando sobre mi capa
Pero.. todo empezó a ir en picada cuando Alice le confiesa a Bella que Jasper no la ama, eso es tan jodido y ahora la loca de Irina les va a quitar a cacahuate :’( :’(
Eso no es justo y aún y cuando la vida no es justa noc son Los Cullen deberían meter un chingo de abogados o ya pues matarla, total ya somos muchos en el mundo qué pasa con uno menos, nada.
xD un poco sadica pero es que cacahuatito no deben de llevársela, hacen una hermosa familia :D
Gracias y aaa!!! Ya ansío el próximo cap!!! \^w^/

Kari Salinas dijo...

Necesito el próximo capítulo ese final fue triste 😭

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina