viernes, 13 de julio de 2018

Un Alma Compartida Capitulo 24

Isabella

 —Un hermano, Edward —susurré mientras me quitaba mi vestido—. Un hermano —De pie en medio de nuestra habitación, usando bragas y un sujetador sin tirantes, no podía ocultar mi alegría—. Tengo un hermano.

Edward salió del armario, usando nada más que sus calzoncillos grises oscuro.

—Hermanos no son siempre buena cosa.

Solté un bufido, a sabiendas que estaba hablando de la experiencia con su propio hermano.

Se detuvo, mirando descaradamente a mi cuerpo casi desnudo. Estaba demasiado contenta sobre el descubrimiento de mi hermano perdido para notarlo.

—Hace una hora, estaba sola en el mundo.

—Me tenías hace una hora —cortó Edward, sonando un tanto contrariado.


Dios, era dulce. Me estaba matando con la dulzura.

No podía negarlo, aunque quisiera. Estaba tan enamorada de Edward Cullen.

Caminé hacia él y agarré sus manos.

—Lo sé, cariño. Y me encanta eso. Pero… —Me encogí de hombros—. Esta es familia. Tengo familia.

Me di cuenta que no estaba seguro de cómo reaccionar con esta noticia. Le dije:

—Estoy emocionada. ¿Podemos ir y ver a Charlie juntos, por favor? —Necesitaba que Edward supiera que mis planes lo incluían—. No iré si no vienes conmigo. —Apreté su mano—. Eres importante para mí, Edward. Quiero compartir esto contigo. Solo Exhaló a través de su nariz.

—Por supuesto que iré contigo. —Llevó mi mano hasta su boca y presionó un suave beso susurrado en mis nudillos.

Sonreí.

—Así que, estamos saliendo, ¿verdad?

Asintió.

—Sí, creo que sí.

—¿Y puedo decir que eres mi novio? —Una sonrisa tonta se extendió a través de mi rostro.

Su ceja se levantó, pero sus ojos sonrieron.

—Difícilmente soy un niño.

Oh, cariño, si lo sabré yo.

—¿Y ya no tengo que llevar mi pijama a la cama? —pregunté inocentemente.

Se quedó inmóvil, fingiendo desinterés.

—No, si no quieres.

Suspiré con alivio.

—Gracias a Dios.

Me acerqué a la cómoda, saqué una camiseta blanca, la deslicé por mi cabeza, y me quité el sujetador, tirando de él a través de la manga. ¿Lo bien que se siente quitarse el sujetador?

—Ugh. Libertad.

Edward cerró con llave la puerta de la habitación y nos metimos en la cama, dejando la lámpara de mi lado de la cama encendida. Me giré hacia él, apoyando la cabeza en mi mano.

—¿Cómo está tu cabeza?

Se sentó en la cama, su ancha espalda contra la cabecera.

—Mejor. El masaje lo alivió un poco. Gracias.

—Mi madre solía hacerme eso cada vez que tenía dolor de cabeza. Siempre funcionó.

Sonreí, moviéndome para arrodillarme en la cama, acomodándome cerca de él.

—Y ahora que estás mejor… —Levanté la pierna y maniobrando, me senté a horcajadas sobre sus muslos. Sus manos agarraron mis caderas con fuerza—. Me gustaría otra dosis de ese primer beso, si quieres —solicité, mis manos descansando sobre sus anchos hombros mientras bajé mi rostro hacia el suyo.

Besó mi sonrisa hasta que me desvanecí y todo lo que quedó era hambre cruda. Gemí bajo en mi garganta cuando sus manos en mis caderas me convencieron para que me sentara sobre su gruesa erección. Su rastrojo raspó ligeramente mientras sus labios carnosos calmaban la quemadura con besos que sacudieron los cimientos de mi mundo.

Inconscientemente, mis caderas comenzaron una danza por su cuenta, moliendo mi sexo cubierto por las bragas sobre su rígida longitud. Gimió en mi boca, y jadeé en la suya. No pasó mucho tiempo antes de que usara sus manos para guiarme en un ritmo lento que tenía hechas a mis bragas un nudo.

Quería jugar.

Susurré en su boca.

—Quítate los calzoncillos.

Las manos en mis caderas se detuvieron y se apartó para mirarme.

—Espera.

—¡No!

Estaba sexualmente frustrada. ¡Necesitaba su polla dentro de mí, ahora!

—No, estoy cansada de esperar. He querido esto por semanas. —Lo besé, empujando mi pecho en el suyo—. No voy a esperar más, Edward. Ahora.

Me devolvió el beso con todo lo que tenía, entonces beso ligeramente mis labios.

—Lamento poner un obstáculo en tus planes, pero… —Su ceja se levantó—. ¿No tienes la regla?

—Oh. —Bueno eso malditamente apesta. Enterré mi rostro en el espacio en donde se reúne el hombro con el cuello y fingí un sollozo—. No.

Pasó las manos por mi espalda con ternura.

—Podemos esperar.

Levanté mi rostro y le lancé una mirada de incredulidad.

—¿Por una semana? ¿Toda una semana?

Me besó en la nariz.

—Esperaría diez años si me lo pidieras, Isabella. —Sus ojos se suavizaron—. Siento como que te he estado esperado toda mi vida. Una semana no es nada en comparación.

Mierda.

Iba a llorar. En serio.

Mi garganta se espeso, susurré:

—Mierda.

Su expresión se tornó en pánico al ver mis pestañas húmedas.

—Lo siento. Te dije que no soy bueno con las palabras.

Envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, presioné mis labios en los suyos.

—Eres perfecto, Edward. Tus palabras son honestas y hermosas. Me haces sentir cosas que pensé que estaban perdidas para mí. Corro el riesgo de perder mi corazón por ti.

No añadí “y eso me asusta hasta la muerte”.

Apretó mis caderas con sus grandes manos.

—Poco a poco.

Asentí. Tenía razón. Poco a poco.

Llegando al otro lado de la cama, apagué la luz y me acosté en el centro de la cama, esperando a que Edward tomara su lugar detrás de mí. Ajustó su cuerpo con el mío, haciéndome la cucharita dulcemente, pero la erección en el centro de mi espalda estaba caliente y molesta. Podía sentir su enfado.

En la oscuridad, susurré:

—¿Quieres que me encargue de ese chico malo por ti?

El brazo que tenía a mi alrededor se apretó y repitió sus palabras anteriores.

—Una semana, Isabella.

Ciertamente, una semana. Una semana de infierno.

—Está bien —hablé en voz baja—. Buenas noches, Edward.

Movió mi cabello y besó la base de mi cuello.

—Buenas noches, Ratón.

***

Necesitaba un vaso de agua. Mi boca estaba más seca que el Sahara.

En las noches como esta, podía caminar hasta la cocina en el medio de la noche, o podía ir al baño, abrir el grifo, y pegar mi boca debajo de este.

Elegí la opción fácil, obviamente.

Arrojando las mantas, me deslicé fuera de la cama, arrastrando los pies hasta el baño, y me di cuenta un poco tarde que la luz interior estaba encendida.

Abrí la puerta descuidadamente, sin darme que estaba a punto de entrar en algo privado. Muy privado.

Mis ojos soñolientos se abrieron y mis labios se separaron cuando atrapé a Edward, apoyado contra el tocador, sin calzoncillos, con la cabeza echada hacia atrás en éxtasis mientras tiraba de su gruesa polla con mano firme.

Y que polla era.

Un pequeño chillido se me escapó.

Los ojos de Edward se abrieron de golpe, pero no pude apartar los ojos de su furiosa erección. Era larga y gruesa, y parecía como si Edward se hubiera depilado. Yo era pequeña. Me quede ahí un momento preguntándome cómo en la tierra iba a caber dentro de mí. Claramente, tendríamos que tomar las cosas lentamente.

—Eso parece doloroso —murmuré adormilada, mi mano todavía en el picaporte.

Tardé un momento darme cuenta de que no era un sueño, sin tomar en cuenta lo ardiente que era. Di un grito ahogado, cubriendo mi rostro con una mano.

—¡Diablos, los siento! No sabía que alguien estaba aquí. Yo… —Me di la vuelta y cerré la puerta detrás de mí—. Te dejaré con lo tuyo.

Me apresuré hacia la cama, pero mi cuerpo estaba caliente y molesto. Cinco minutos o más pasaron, y finalmente, Edward salió del baño. Se deslizó en la cama y yacimos en un largo silencio.

Mis mejillas ardían. No lo podía evitar. Teníamos que hablar sobre eso o se convertiría en “ese incidente torpe que no puede ser nombrado”.

—Lo siento.

Se estiró y tomo mi mano en la suya.

—Está bien.

—¿Te… —no preguntes. No preguntes. ¡No preguntes!—… terminaste?

Pasó el pulgar sobre mi palma, clara vacilación.

—Uh, no.

Mi estómago se enrolló en angustia.

No terminó, y era mi culpa. Le di pánico escénico. Fue la razón por la cual no puedo encargarse de su negocio.

Gruñó.

—Isabella, eso no está ayudando realmente, bebé.

Bebé.

Bebé.

Mi corazón suspiró soñadoramente.

Me llamó bebé.

Lo hice callar y lo besé profundamente.

—Déjame ayudarte. —Sin esperar su opinión sobre el asunto, me di la vuelta y me senté a horcajadas mirando hacia sus pies, sentada sobre su estómago, mis piernas abiertas y a cada lado de las suyas.

Su voz ronca, graznó:

—No necesitas hacerlo. Está bien.

Dios, lo quería tanto. Lo podía oír en su tono. Solo está actuando calmado. Entendí la necesidad. 

Hablé con voz ronca.

—Me he estado muriendo por tocarte, Edward, y ahora que lo he visto, no creo que pueda mantener mis manos alejadas de ti.

Esa era la verdad.

Pasando mis manos por sus muslos, las lleve hacia adelante en un ligero masaje. Hice esto una y otra vez hasta que oí a Edward suspirar de placer. Deslicé mis manos a cada lado de su longitud y las mantuve ahí. Con un delicado cuidado, mis dedos rozaron el elástico de sus calzoncillos antes de deslizarse completamente dentro. En el momento en que entré en contacto con su herramienta caliente y dura, Edward dejó escapar un largo gemido, y envolví los dedos de ambas manos a su alrededor. No me sorprendió que los dedos de ambas manos no fueran posibles de juntarse. Mis manos eran pequeñas, y él era grande.

Lo solté por un segundo para deslizar mis pulgares bajo la cintura de sus calzoncillos y, afortunadamente, tomó la indirecta, levantando sus caderas, lo que me permitió empujarlos hacia sus rodillas. Rápidamente lo tomé en mis manos una vez más, trabajándolo lentamente en un movimiento de arriba abajo y pregunté:

—¿Loción?

—No tengo ninguna —dijo con voz áspera.

Me deslicé hacia atrás así que mi trasero estaba en el centro de su pecho y me incliné por la cintura, acariciándolo todo el camino. Quería poner mi boca en él. Probé las aguas al lamer suavemente alrededor de la cabeza de su eje y fui recompensada con Edward convulsionando de una manera que casi me quitó de encima.

Jadeante, agarró mis caderas y empujó.

—Sí, bebé. Es tan bueno. Tan bueno.

Tuve que estar de acuerdo. Tenía un sabor a limpio con un deje de sabor salado, y cada vez que mi lengua pasaba sobre su hendidura, tuve la delicia de escuchar los sonidos de su placer.

Abriendo mi boca, lo sostuve recto y gradualmente metí la cabeza en mi boca, chupando ligeramente, sintiéndome más audaz y valiente cada segundo.

Bajando, me las arreglé para tomar la mitad de su longitud en mi boca antes de considerar un riesgo de nauseas. Con mis labios a su alrededor, empecé un movimiento de arriba hacia debajo de nuevo y chupándolo tan profundo como pude. Sus bajos gemidos y jadeos me impulsaban.

Sabía tan bien que gemía con él. Quería decir que estaba disfrutando esto tanto como él lo estaba.

—Tu sabor es tan bueno, bebé.

Eso pareció llevarlo al límite. Sus caderas comenzaron a empujar gradualmente, llevándolo más lejos en mi boca. Un gruñido escapó de su garganta y alejó mi boca de él. Sabía que estaba a punto de venirse.

Mis manos lo trabajaron en movimientos largos y duros hasta que finalmente, su estómago se apretó, su cuerpo se puso rígido debajo de mí, y gritó su liberación. Lo sentí todo. Su polla palpitaba furiosamente, enviando chorros calientes de semen hacia mis manos.

Me aferré a su polla ablandada, esperando a que su cuerpo se pusiera al día con el éxtasis que su mente estaba experimentando. Estaba caliente como el infierno, y aunque podía frotarme muy bien en un éxtasis idéntico al suyo, elegí no hacerlo. Me sentí poderosa por lo que acaba de hacer. Estaba en lo alto de la sensación. Eso era suficiente para mí.

En el momento en que sentí el cuerpo de Edward fundirse en la cama, me alejé de él y me dirigí al baño para lavar mis manos y mi rostro. Antes de lavarlo, examiné el pegote blanco en mis manos. Lo toqué con un dedo y lo froté entre el pulgar y el dedo. Entonces, cuando Edward entró al baño, desnudo, toqué ese dedo con mi lengua, encontrando su mirada en el espejo.

No sabía mal. Era diferente. Un poco amargo y salado, pero no era algo que odiara tener en mi boca.

Me miró con atención, y eso forzó una sonrisa en mí mientras me lavaba las manos y la boca.

—Sabes, no tiene mal sabor —le dije—. Tal vez la próxima vez no tendrás que sacarlo.

Aún, me miraba, su polla suave más grande que cualquiera que jamás hubiera visto. Di un paso hacia él, y ahuequé sus mejillas.

—¿Mejor?

Parpadeó adormilado.

—Mucho. Gracias.

Era tan educado, incluso en situaciones que no requieren eso. Era tan tonto. Me hizo sonreír. Tiré de su rostro hacia el mío para que pudiera besar sus labios.

—De nada, cariño. El placer fue todo mío. —Su ceja se levantó. Puse los ojos en blanco—. Está bien, tal vez no todo mío, pero seguro que fue divertido.

Después de que Edward se lavó, se metió en la cama desnudo como el día que nació y me jaló a su costado, suspirando satisfecho.

Una cita a cenar, y tantas cosas habían cambiado. Debería de haber estado asustada, pero no lo estaba. 

Se sentía como progresión natural. Podría haberlo parecido, pero no se sentía apresurado. Se sentía esperado.

Me quedé dormida diciéndome que las cosas solo mejorarían desde aquí.

Oh, cuán equivocada estaba.

Era obvio para cualquier persona con ojos y cerebro que Edward y yo estábamos oficialmente juntos. Si las muestras de afecto no eran suficientes, la forma en la que Edward gruñía a cualquier hombre que me tocara, lo hacía.

Era agradable ser querida y ser objeto del afecto de un hombre. Por supuesto, era diferente con Edward. Cuando daba su atención, la daba totalmente. Cuando te escuchaba hablar, escuchaba con atención, sin importar lo mundano que lo rodeara. Cuando hablaba, pensaba cuidadosamente lo que debía decir, como si sus palabras fueran un don precioso que sólo diera a algunos. Y yo era una de los afortunados.

Cuando me abrazaba, sentía como si el mundo flotara, dejándonos encerrados en nuestro abrazo y alejándonos de todo.

Lo amaba más de lo que creía posible.

Y así, pasaron cinco días con bastante facilidad. Edward y yo fuimos al banco para abrir una cuenta de ahorro para mí. Le pedí que dejara de pagarme en efectivo, y Edward convino en que era importante que tuviera una cuenta donde ingresar mis ahorros.

Cinco noches de trabajo terminaron en cinco noches de apasionadas sesiones de caricias antes de irnos a dormir, y sólo una de esas noches, Edward consiguió un final feliz. Durante el transcurso de esas sesiones, descubrí lo erótico que era desnudarse ante un hombre, lo mucho que me encantaba pasar mis manos sobre el cuerpo desnudo de Edward, y cuán serio era esta cosa entre nosotros. Esto no era pasión de una sola noche. Esto era más, mucho más.

Nunca antes me había quitado la ropa delante de nadie, no completamente de todos modos, hasta anoche. Mi camiseta fue arrancada sobre mi cabeza en un frenesí de lujuria. Mis pequeños pechos, apretados por grandes manos. Mis pezones rozados entre dedos hábiles. Y cuando su cálida boca se cerró sobre un pico rígido y chupó, mi espalda se inclinó de tal manera que parecía que estaba siendo electrocutada, y se sentía así, en cierto modo.

Edward siempre detenía la diversión, sabiendo que yo era demasiado irresponsable para confiarme esa tarea.

El sexo nunca se había sentido así cuando era adolescente. Era torpe, incómodo y poco elegante. Incluso sin tener sexo con Edward las cosas eran fluidas, fáciles y elegantes. Si así era como me sentía con caricias leves, casi no podía esperar para el evento principal.

Las cosas no podían haber ido mejor... hasta esa noche.

La gente del club no había conseguido que las cosas mejoraran mucho, pero algunos de nuestros fieles clientes regresaron después de haber tenido su ración del Beso de Afrodita. Estábamos agradecidos. ¿Cómo no estarlo? Tratamos a los clientes como si fueran reyes, lanzándoles sonrisas, colmándolos de atención, y coqueteando a una distancia segura.

No estoy segura de qué hora era cuando Rosalie vino detrás de mí, se inclinó hacia adelante y me habló al oído, pero la noche estaba llegando a su fin.

—Emmett te quiere en su oficina. Yo te cubro.

Desde que Edward y yo habíamos dado a conocer que éramos una pareja, Rosalie había sido sorprendentemente agradable. Así que le di las gracias y me fui por el pasillo hasta la oficina. Puse mi mano en el picaporte, giré, y entré.

—¿Quería verm…?

Mis palabras fueron interrumpidas cuando vi la escena ante mis ojos.

Emmett estaba sentado detrás de su escritorio, pareciendo más enojado que un toro en celo sin vacas a la vista. Jasper estaba junto a la estantería de antigüedades, apoyando su cadera contra ella y mirando hacia abajo, a la silla de invitados. El hombre sentado allí estaba gimiendo, bordeando la inconsciencia, la cara ensangrentada e hinchada, con las manos atadas a la espalda, mientras que Edward...

Tenía el puño alzado, una manopla de latón colocada en sus dedos, su rostro retorcido y el pecho agitado. Di un grito ahogado, mi mano voló a mi boca. Fue entonces cuando me vio.

La sangre abandonó mi cara, y me dejó una sensación de frío y confusión. Mis labios se abrieron por la sorpresa, y mi corazón empezó a correr.

Las calles no fueron amables conmigo. Había visto cosas que harían que una persona normal perdiera su almuerzo y esto era nada comparado con eso. Lo que más me impactó fue que se trataba de Edward.

El seguro, protector y no mataría a una mosca Edward.

Entonces los tres hombres me miraron.

La frente de Edward se frunció y, bajando su puño hecho una bola, dio un paso hacia mí.

—Isabella…

No podía mirarlo. Bajando la mirada al suelo, dije:

—Lo siento.

Y me fui, cerrando la puerta con un golpe. Me di la vuelta para alejarme, pero salté cuando vi a Rosalie allí de pie, con su rostro impasible. Lamí mis labios secos.

—Emmett no quería verme, ¿verdad?

Ella levantó la nariz en desafío y cruzó sus brazos sobre el pecho. Mi mente era un desastre caótico de perplejidad.

—¿Por qué? ¿Por qué hiciste eso?

—¿Quieres una vida con Edward? Esta es la vida con Edward. —Se veía satisfecha y la odiaba en ese momento—. Quieres. Necesita saber.

Su alta figura se enderezó sobre mí y habló, juzgándome por juzgarlos.

—Esta vida no es tan bonita ahora, ¿verdad, Isabella?

Mi corazón se apretó.

—¿Por qué me odias?

Su rostro se suavizó entonces, pero sólo mínimamente.

—No te odio. Es sólo que no creo que puedas estar allí para Edward de la forma en la que yo puedo. —Levantando la mano, señaló la puerta de la oficina de Emmett—. ¿Puedes manejar eso?

Sinceramente, no sé si puedo.

Ella declaró con confianza:

—Porque puedo. Y eso no cambia lo que siento por él.

Corrí junto a ella, golpeando mi hombro contra su brazo, y mientras lo hacía, gritó:

—¡Vas a darme las gracias por este día!

No. No, no lo haría.

**************************************************************
Hola a todas que creen les tengo noticias ya pude abrir una cuenta en fanfiction asi que la nueva adaptacion la de desenmascarado la subire por ahi pero no abandonare el blog seguire subiendo adaptacions aun tengo pendiente la ue quedo en segundo lugar en las votacion y tambien la de tercer lugar esas las subire por aqui asi que chicas porfa sigamos activas en el blog aqui inicie antes de subir adaptaciones en fanfiction.
bueno nos vemos el lunes con un nuevo capitulo.

12 comentarios:

saraipineda dijo...

Demonios quiero darle su merecido a Rosali perra

Unknown dijo...

Me encanta Bella y Edward, pero Rosalie se está ganando varios enemigos.

Kari Salinas dijo...

Rosalie es mala y me sigue dando la impresión de que Emmett solo utiliza a Edward

Melina dijo...

Es tonta de rosali perderá a Ed por estúpida maldita vieja. Aún que es verdad bella debe aceptar todo lo que venga con Ed.

TataXOXO dijo...

Nooooo que tristeza... es demasiado malo que Rosalie haga eso, y creo que podía estar haciendo estos planes con Emmett.... Sólo espero que Edward pueda convencerla que es bueno....
Besos gigantes!!!
XOXO

Unknown dijo...

Si bella ama a Edward entenderá por q hace las cosas y hablarán antes de q otra cosa pase.
Y Rosalie es un perra maldita pero en a algo tiene razón ella conoce un poco más a Edward.
Espero q se arreglen y puedan hablar.por q si no bella se irá con charlie y entonces si todo se irá al garete.
XOXO Annel hasta la.próxima

Anónimo dijo...

haber el capitulo super hiper mega hot
me encantooooo
pero rosalie es una zorra en serio
que pretendia aun no entiendo en este fic rose y emm entonces no son nada?
una lastima que bella haya visto el otro lado de ed
pero si se esta enamorando creo que debia conocer ese lado de el
quizas no de esa manera y con esas intenciones
espero realmente que tanto emm como rose la paguen un dia
al ser tan malas personas
ellos sabiendo como ha sufrido ed
deberian alegrarse porque alguien lo esta haciendo feliz
y no ser unos malditos envidiosos
gracias por el cap

Kar dijo...

Hola hola Annel fue un capítulo como montaña rusa con una gran subida que al final cayó en picada con el descubrimiento de él lado oscuro de Edward, coincido con una de las chicas en que Emmet planeo esto junto con Rosalie para desencantado a Bella pero espero que puedan hablar y que Bella no se rinda tan fácil con él
Gracias por el capítulo nena
Saludos y besos 😘😘😘

cari dijo...

Maldita bruja Bella puede con eso y mas y tu con toda tu maldad no ganaras nada veremos q haces cuando Edward se entere q fuiste tu quien engaño a Bella te crees muy lista mas eres muy tonta rubia descerebrada, Gracias Annel 😘💕

MELANY dijo...

Pobre bells se kedo con las ganas y el susto k se llevó
Esa Rose es una perra
Todo por celos

Unknown dijo...

OMG!!! Mega hot el capi pero sobre todo bella buena gente ayudándole a edward con su problema 7u7
xD sigo insistiendo yo hubiera violado a edward desde antes pero sí que están muy bien con los juegos preliminares 7u7 /u\
Pero luego... maldita perra de Rosalie, ya que se de por vencida aún que como dijo bella debe de conocer las dos facetas de edward y se que bella no lo va a dejar, o sea no podía ser tan perfecto :/
Y una duda, tú cuenta de Fanfiction nos dirás cuál es o la subirás al grupo de face??!
Por qué si quiero leer la nueva adaptación :D

Esmeralda ch. dijo...

Odio a Rosalie que bruja pero no la culpo por kerer estar con edward quien no?

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina