viernes, 9 de noviembre de 2018

La forma que estaba destinada a ser capitulo 8



Capitulo 8
Dos días después, y seguía enferma. ¿Los dolores de cabeza duran tanto tiempo? Apenas había salido de mi habitación. Edward y Tanya se estaban preparando para dejar la casa de verano y dirigirse de regreso a la ciudad. Podía oírles empacar poco a poco sus cosas. Todavía no estaba exactamente claro cuando se marchaban. Seguía tan increíblemente enojada ante su sugerencia de que programáramos nuestras estancias en la casa el verano siguiente, que no tenía ganas de verlo o incluso despedirme.

Él tampoco se había molestado en venir y comprobarme. Cuando Tanya asomara la cabeza, le agradecía pero le decía que se quedara lejos de mí para que no consiguiera enfermar para su regreso a Broadway. Prefiero la idea de no tener que hablar con ellos en absoluto de nuevo antes que se fueran, sin embargo, comenzaba a darme cuenta que en realidad necesitaba dejar mi habitación lo suficiente para pagar una visita al doctor.

Hoy debe haber sido mi día de suerte porque ellos se habían ido juntos de la casa solo el tiempo suficiente para mí para bañarme y escaparme sin tener que enfrentarlos.

Cuando llegué a la clínica, me hicieron esperar cerca de media hora antes de ser atendida. No podía correr el riesgo de ir a la sala de emergencias del Hospital Newport porque lo último que necesitaba era ser atendida por James Danger. Así que, conduje fuera del camino para encontrar este pequeño centro.
Una enfermera me llama finalmente.

—¿Isabella?


La seguí por los pasillos serpenteantes dentro de un frío y pequeño consultorio, donde me había hecho esperar por otros veinte minutos. Cuando la doctora por fin apareció, le expliqué todos mis síntomas: nauseas, vomito, fatiga. Le dije que había estado con sensación de malestar todo el verano y admití beber mucho un par de días antes, pero descartaron intoxicación por alcohol. También mencioné la enfermedad de Edward en caso de que estuviera relacionado de alguna manera con eso.

Cuando admití no haber visto un doctor en casi dos años, ella insistió en realizar algunos exámenes para estar segura que todo estaba bien conmigo. Me envió abajo al laboratorio donde un flebotomista sacó sangre mi brazo. También hice pis en una taza. Esto estaba resultando ser demasiado complicado.

Los resultados del análisis de sangre estarían en un par de días. Estaba a punto de dejar la oficina cuando la doctora me sorprendió en el área de recepción.

—¿Señora Swan?

—¿Sí?

—¿Puede venir de regreso a mi oficina por un momento por favor?

Mi corazón se estaba acelerando. Algo no lucía bien a cerca de este escenario. Ellos dijeron que me llamarían. ¿Qué necesitaba que tiene que hablar conmigo tan de repente?

—Como sabes, el laboratorio de la planta baja tomó tu sangre, y esos resultados no estarán por un tiempo, pero el análisis de orina es un proceso mucho más rápido.
Habías indicado que no eres sexualmente activa, pero el resultado es que estás embarazada.

—Eso no es posible.

—Me temo que lo es.

—Incluso tuve mi periodo.

—Eso podría haber sido un goteo o sangrado intermitente que no era menstruación. Usted mencionó que había estado bebiendo mucho últimamente. ¿Es posible que tuviera relaciones sexuales de las que no sea consciente?

—Absolutamente no.

Devanándome el cerebro, pensé en la última vez que tuve sexo. Fue con Jacob hace un mes… la noche que terminamos. Nosotros siempre habíamos usado condón, por lo que parecía imposible.

—¿Está segura?

—Estos análisis son bastante precisos, sí.

—¿Puede hacerlos de nuevo?
—Le diré qué. Hay una consulta de obstetricia y ginecología en este edificio. Si ellos pueden acomodarte, veré si estarían dispuestos a hacer una ecografía rápida. ¿Por qué no espera en el área de recepción?

Parecía que me habían hecho esperar por siempre. Estaba segura que todo esto era un error y por lo tanto, una pérdida de tiempo.

La doctora asomó su cabeza en el área de espera.

—¿Srta. Swan? Buenas noticias. Te verán ahora mismo. Sólo tome el elevador hacia abajo al primer piso y busque Obstetricia Reid. Pregunte por Doris. Ella es la técnico de ultrasonidos. Nuestra oficina ya ha pasado toda su información de seguro.

—Gracias.
Cuando llegué al consultorio en la planta de abajo, una chica de mi edad, usando uniforme con cabezas de Mickey Mouse por toda su blusa estaba esperando por mi sonriendo.

—¿Isabella?

—¿Sí.

—Hola. Venga por aquí.

Doris me llevó a una habitación oscura. Era mucho más caliente que el frío consultorio del piso de arriba y había música suave sonando en la radio.

—Primero que nada, felicidades. —Tenía un ligero acento español.

—Oh, no estoy embarazada. Tengo un virus. Esto es solo para confirmar que ellos cometieron un error con el análisis de orina.

Parecía divertida.

—Esos análisis son muy precisos.

—Lo son por lo regular, pero no en este caso —dije, con total naturalidad.
Ignorando mi comentario, ella señaló hacia mi blusa.

—¿Puedes levantarte esto para mí? Solo voy a poner un poco de gel caliente en tu vientre. —El tubo hizo un raro sonido de salir a chorros cuando ella exprimió el claro gel sobre mi estómago. Tocó con el transductor mi abdomen y presionó hacia abajo un poco. Una borrosa imagen blanca apareció en la pantalla y en cuestión de segundos, lo vi. No solo una mancha, sino una gran cabeza y brazos. Se estaba moviendo y parecía enorme.
—Isabella, te presento a tu… tu virus. Cómo puedes ver, tiene un corazón latiendo justo ahí, y parece como que todas sus partes están donde deberían estar. Tú estás definitivamente esperando un bebé.

Sentí como que la habitación estaba dando vueltas.

—¿Cómo puede ser posible?

—Estoy segura que lo puedes averiguar si piensas lo suficiente. Pareces estar cerca de unas doce semanas, lo cual pondría tu fecha prevista en algún momento a finales de marzo.

Hace tres meses. Casi exactamente la última vez que estuve con Jacob. Jacob quien me engañó. Jacob quien estaba viviendo en Boston con Leah. Jacob a quien odiaba. Ese Jacob.

Estaba esperando un bebé de Jacob.

La técnica continuó—: Desafortunadamente, es un poco demasiado pronto para decir el sexo, pero podemos hacerte otra cita si quieres para tu visita de la semana dieciocho, y debemos ser capaces de determinar el sexo entonces. Verás a la doctora primero la próxima vez sin embargo.

—Probablemente verá una doctora en Providence donde vivo la mayor parte del año, pero gracias.

Aturdida y confundida, observé con incredulidad mientras imprimía tres fotos de mi bebé y me las entregaba. Me quedé mirando fijamente las imágenes de la criatura alienígena y luego abajo hacia mi estómago, el cual apenas lucía algo diferente para mí. Solo lo vi un poco hinchado y lo había atribuido al estrés y la bebida.

Oh mi Dios. ¡La bebida!

Había estado bebiendo alcohol y fusión de café. ¿Siquiera estaba bien el bebé?
Sintiéndome entumecida, salí del edificio médico y me senté en mi carro por varios minutos antes de evocar suficiente energía para manejar a casa. El exterior lucía diferente. Más gris. Más aterrador. El futuro lucía completamente incierto. Por primera vez en meses, algo más aparte de Edward estaba consumiendo mi mente.

***
De regreso a casa, Edward y Tanya estaba cocinando la cena en la cocina mientras yacía en mi cama agarrando mi estómago con incredulidad. Me las había arreglado para colarme de regreso en mi habitación antes que ellos volvieran a la casa con sus compras, por lo que todavía no había hecho contacto con ellos. El sonido de las risas de Tanya desde el piso de abajo estaba volviéndome loca dadas las circunstancias.
Todavía me encontraba en shock. Parecía como si yo estuviera en medio de un horrible sueño. Este embarazo se sentía imposible de creer.

¿Cómo iba yo posiblemente a criar un niño? Apenas podía cuidar de mí misma. Mi sueldo no era suficiente para cubrir el costo de la guardería. Había tantas cosas que estaban en el aire. El sonido de la puerta delantera cerrándose de golpe interrumpió mi frenético proceso de pensamiento. Antes que pudiera preguntarme si se habían ido, oí pasos que subían las escaleras y se acercaban a mi habitación.

Llamaron a la puerta.

—¿Quién es?

—Yo. —El inesperado sonido de su baja voz me hizo temblar.

—¿Qué necesitas?

—¿Puedo entrar?

Me levanté y abrí la puerta. —¿Qué?

Se veía cansado, como si hubiera estado muerto.

—Te ves agotado. ¿Demasiado sexo? —Me burlé.

Haciendo caso omiso de mi pregunta, dijo—: Tanya está haciendo guacamole. Nos quedamos sin limones, así que corrió de nuevo a la tienda. Es la primera oportunidad que he tenido para hablar contigo a solas. No tenemos mucho tiempo.

—¿Qué es lo que tienes que decir?

—¿Por qué no has salido de tu habitación?

—¿No es eso lo que querías… que desapareciera?

Viéndose lleno de arrepentimiento, Edward negó con la cabeza lentamente y susurró—: No.

—¿No?

—No. La idea de llevar un calendario fue estúpida. Lo siento, nunca debí decirlo.

—Bueno, ¿adivina qué?

—¿Qué?

—Ya no va a ser difícil para ti el resistirme. No habrá un dilema. Porque cuando te diga lo que descubrí hoy, nunca tendrás un solo pensamiento inapropiado sobre mí otra vez. No vas a querer nada conmigo. Tu peor pesadilla…sólo se convirtió en mi realidad, Edward.
Sus párpados revoloteaban en un intento de descifrar mis palabras. —¿De qué mierda estás hablando?

Rompiendo a llorar, me senté en mi cama y enterré mi cara entre mis manos. De repente fui muy consciente de mis hormonas del embarazo. Edward, quien nunca me había visto llorar así, se sentó junto a mí y me tomó en sus brazos. Eso solo hizo llorar más fuerte.

—Isabella… habla conmigo. Por favor.

—Fui a ver a un médico. Simplemente se supone que sería un chequeo de rutina. Había estado enferma… igual que tu…

—¿Alguien te hizo daño ahí?

Limpiándome la nariz con la manga, lloré. —No. No es nada de eso.

—¿Entonces qué?

—El doctor hizo algunas pruebas. Una de ellos fue una prueba de embarazo. —Avergonzada, me levanté para mirar su cara.

—¿Estás embarazada?

Mi voz era casi inaudible. —Sí.

—¿Cómo es posible?

—Tengo más de tres meses. Es de Jacob.

—¿Ese idiota no usó un condón contigo?

—Esa es la cosa. Sí lo hicimos. No sé cómo esto sucedió. Claramente, no son a prueba de todo.

—¿Es demasiado tarde para terminarlo?

—¿No me oíste decir que tengo más de tres meses de embarazo? ¡Sí, ya es demasiado tarde! Aun así, nunca podría realizarme un aborto.

Edward se levantó de la cama y comenzó a pasearse. —Está bien… bien, lo siento. Estaba pensando en voz alta, asegurándome de que conoces tus opciones.

—Estoy tan asustada.

La voz de Tanya llamó desde abajo. —¿Edward? ¡Volví!

Dejó de caminar. —Mierda.

—Por favor, no le digas a Tanya —rogué—. No quiero que nadie sepa todavía.

—Claro. Por supuesto.

—Será mejor que vayas.
Él no se movió de su lugar. —Isabella…

—¡Vete! Solo vete. No quiero que ella me vea llorando.

Todavía viéndose sorprendido y confundido, Edward salió silenciosamente de la habitación.
Pasé el resto de la noche navegando por Internet para obtener información sobre qué esperar en los próximos seis meses. Tenía que averiguar cómo iba a decirle a Jacob. Él podría no querer tener nada que ver, pero debía saberlo.

***
Edward y Tanya estaban guardando todo en el auto. Ya me había despedido de Tanya más temprano en el desayuno, pero no había tenido la oportunidad de hablar con Edward. Se estarían yendo de nuevo a la ciudad en cualquier momento. No podía creer que este día finalmente estaba aquí. Era tanto temido como un alivio a la vez. Verlo todos los días habría sido aún más difícil, sabiendo que, sin una sombra de duda, ya no había una sola posibilidad de un futuro para nosotros. Edward no quería tener hijos propios, mucho menos criar el de otra persona. Este embarazo fue el último clavo en el ataúd. Tal vez le haría caso en cuanto a lo del horario para el próximo verano. Mejor aún, tal vez tendría que venderle mi mitad de la casa. Por mucho que el pensamiento fuera desgarrador, no sabía en qué tipo de situación financiera estaría después de la llegada del bebé.

De pie en la ventana de mi habitación, bajé la mirada a medida que colocaban las maletas y cajas en la parte posterior del Range Rover. En un momento dado, Edward me miró de repente. Levantó su dedo índice como si fuera a decirme que esperara por algo. Poco después, me di cuenta que le susurró algo al oído a Tanya. Unos segundos más tarde, ella se fue en el auto.

Los sonidos de sus pasos poco después siguieron. Entonces, apareció en mi puerta.
Viéndose taciturno, dijo—: Hola.

—Hola.

—¿Cómo lo llevas?

—No muy bien.

—Le pedí a Tanya que fuera por gasolina así podía decirte adiós, averiguar si hay algo que necesites antes de que nos vayamos.
—No. Estoy bien. Necesitas volver a tu vida.

—Me siento mal dejándote así.

—Me iré a casa en un par de días de todos modos. Cuanto más pronto regrese a Providence y me prepare para esta nueva realidad, mejor estaré.

—Patch…

—No me llames así nunca más. —Lágrimas brotaron de mis ojos—. No porque esté enojada contigo… es sólo que me entristece. —Mis labios temblaban.
—Está bien —dijo en voz baja.

—¿Qué ibas a decir?

—Si necesitas algo… lo que sea… por favor llámeme. Prométeme que me mantendrás informado sobre lo que está pasando.

—Lo haré.

—Avísame cuando pueda contarle a Tanya.

—Está bien. No es como si pudiera ocultarlo mucho más tiempo.

Sus ojos se posaron en la cama. Antes, había estado mirando las instantáneas de la ecografía y las había dejado tiradas a la vista. Se acercó y las recogió. Se quedó mirando las imágenes y parecía hipnotizado. —¿Esa cosa está dentro de ti? Apenas se te nota.

—Lo sé.

Negó con la cabeza, mientras que examinaba las fotos. —Dios, esto es tan extraño. Creo que todavía estoy en estado de shock.

—No eres el único.

Colocó las imágenes de vuelta en la cama y estaba mirando al vacío, sumido en sus pensamientos. Metió su mano en su bolsillo y sacó la navaja roja. —Quiero que te la quedes. La necesitarás más que yo. Mantenla cerca de tu cama por la noche. Me hará sentir mejor porque me siento putamente impotente en este momento.
No discutiría con él. —Está bien.

Su mirada se dirigió a la ventana. Pudimos ver que Tanya estaba llegando.

Me sequé los ojos. —Será mejor que te vayas.

No se movió.

Nos miramos, largo y duro a los ojos del otro, hasta que oímos a Tanya entrar en la casa.
Entonces, él se fue.


4 comentarios:

Ana dijo...

Gracias por el capítulo

Anónimo dijo...

Otro otro qremos otro

Kar dijo...

Hola hola Annel me has dejado en Shock amar a un hombre y tener al hijo de otro que se burló de ti es difícil. Pero ella es fuertemente y se que saldrá pronto de eso
Gracias por el capítulo y voy con el siguiente
Saludos y besos

Dess Cullen dijo...

Embarazada??????
Dios!!!!!!
Menudo giro de los acontecimientos

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina