miércoles, 20 de febrero de 2019

No puedo amarte capitulo 9


Capitulo 9

Isabella

Esme trata de mandarme temprano a casa en mi turno doble, pero después del episodio con Edward, el último lugar en el que puedo estar ahora mismo es en su casa. No tengo ningún otro sitio a donde ir, por no mencionar que necesito el dinero.

¿Cómo pudo hacer eso esta mañana? ¿Interrumpir en mi trabajo como si supiera algo? No le pertenezco.

Y si está preocupado, ¿por qué no puede decirlo amablemente? No todas las mentiras son para hacer daño a alguien. Estaba cubriendo el trasero de Jacob.


Sí, entiendo las sospechas. Lo entiendo. Él no me conoce lo suficiente, y está preocupado por su hijo, ¿pero cómo pueden ambos hombres Masen apestar tanto en una conversación adulta y madura?

Me froto los ojos, mi mente volviendo al momento en que dijo que no apoyaría a alguien así y que me fuera de su maldita casa. En ese momento me sentí indeseada. De nuevo. Indeseada en otro sitio. Por otra persona. Me sentí como una carga. Como en casa de mis padres, e incluso a veces con Jacob y Tanya.

¿Por qué siempre me permito sentir como si no mereciera algo mejor? Pensé que él era agradable. Pensé que éramos amigos y comencé a relajarme.

Gimo, intentando mantener las lágrimas bajo control. Odio haber llorado frente a él.

Trabajo hasta que el turno de la noche llega a las seis y me quedo lo suficiente como para comerme la otra mitad de mi sándwich como cena, guardo mis propinas y cierro la caja antes de ponerme la sudadera y tomar mi bolso. No me he duchado en veinticuatro horas y un dolor de cabeza pulsa entre mis ojos por la falta de sueño. Solo quiero sentarme bajo una ducha caliente y ahogar todo lo demás.

Me da un vuelco el estómago, recordando que no tengo ningún sitio al que ir para tomar esa ducha. No voy a volver a aceptar una maldita cosa de Edward Masen nunca más. Por no mencionar que todavía estoy molesta con Jacob. Me envió un mensaje para asegurarse que estuviera bien y para disculparse de nuevo, pero no le respondí.
Me despido de Esme y las otras chicas y salgo del bar, entrando en el agradecido aire de la noche. El sol se ha puesto, pero todavía hay algo de luz mientras me coloco el bolso y me dirijo a la izquierda por la calle.

Necesito mi propio lugar. Mío y de nadie más. Necesito mi propia casa, que sea toda mía y donde pueda sentirme como yo y nunca sea echada, arrinconada o indeseada. Donde me sienta segura.

Y eso significa que necesito dinero.

Sin pensar, mis piernas me llevan por la Calle Cornell y hacia Lambert, el cielo está oscureciendo más y las luciérnagas brillan sobre los árboles. El tráfico ha disminuido, pero se intensifica en la siguiente hora mientras me acerco más y más a las afueras de la ciudad. Las casas llenan las calles, al igual que unas cuantas tiendas y gasolineras del barrio, pero hay menos luz aquí, así que me pego a un lado de la acera y agradezco las luces de los porches a la izquierda y la derecha.

Después de menos de una hora, veo las luces de The Hook al frente y el estacionamiento, cada vez más grande, lleno de autos. He estado aquí antes, pero odio entrar en un lugar muy concurrido con la ropa del día anterior y el cabello oliendo a cigarros.

Busco en el estacionamiento y veo el Mustang de mi hermana a un lado del edificio. Cada noche, uno de los porteros acompaña a las chicas a sus autos, solo en caso que un fan loco decida agarrar a una de ellas cuando esté sola.

Entrando en el club, de repente soy rodeada por la oscuridad, y el fuerte ruido de la música hace vibrar el suelo bajo mis pies. Hace calor y huele a neblina y perfume. A diferencia de Grounders, aquí no está permitido fumar, y en lugar de un viejo suelo de madera, con suciedad alojada en todas las grietas, un brillante suelo negro cruje bajo mis zapatillas deportivas.

—¡Hola, Melocotón! —dice una mujer—. ¿Qué estás haciendo?

Me giro y veo a Malena a través de la ventana de la pequeña taquilla. Nunca me cobra, por supuesto. No vengo aquí por eso.

—¿Tanya está aquí? —pregunto.

—Acaba de terminar en el escenario —contesta—. Probablemente ahora está en alguna parte. Entra.

—Gracias. —Le doy una sonrisa y entro al club, el pequeño nudo en mi estómago se tensa aún más. Nunca he molestado a Cam aquí, a menos que tuviese que hacerlo. Algunas de las hermanas de las chicas o amigas se sentarán en la parte de atrás con otras bailarinas para quedar y socializar, pero es difícil para mí. Puedo soportar ver a mi hermana desnuda, pero tengo un problema viendo a otros viéndola desnuda. Padres de amigos de la escuela, un antiguo novio… incluso mujeres de la ciudad que vienen en grupo para una noche de chicas “para hacer algo diferente”, pero sé que se irán y solo hablarán mierda sobre las bailarinas al día siguiente con cualquiera que las escuche. Mirar desde detrás del telón y ver al conductor del autobús de mi escuela infantil o algo así me desconcertaría. No sé cómo lo hace.

La habitación está llena de luces estroboscópicas, rotando de arriba hacia abajo y alrededor, hay bombillas alineadas en los bordes del escenario que sobresale entre la multitud y está rodeado por mesas a ambos lados. No es un lugar grande, pero hay dos pedestales independientes con barras y sus propias luces, donde las bailarinas pueden seguir más entre la audiencia, lejos del acto principal.

Deteniéndome en la barra justo en la entrada, busco el cabello castaño de Tanya, probablemente peinado lo suficientemente alto para que cualquier mujer de Texas sienta celos. Esta noche hay un buen número de clientes. Algunas personas solas, unas cuantas parejas, las cabinas llenas de hombres, con apariencia de recién salidos de la oficina, devorando filetes y hamburguesas, y una gran fiesta de chicos jóvenes que no reconozco.

Gwen, una de las amigas de Tanya, pone sus manos en los brazos de una silla y baja hacia el asiento.

Y sobre el regazo de un hombre ya sentado ahí.

Apoyándose en sus brazos, se mueve y se frota, balanceando las caderas y echando la cabeza hacia atrás sobre el hombro de él. Mi piel se calienta y mi respiración se acelera. Ya la he visto, a ella o a cualquiera de las otras chicas, hacer esto una docena de veces. Sin embargo, es él quien me tiene cautivada.

Su cliente parece de veintitantos, un hombre joven vestido de jeans y una camiseta, pero es guapo y en forma. Tiene la mirada hacia abajo, mirando sobre el hombro de ella y descendiendo sobre el frente de su cuerpo mientras se mueve sobre él. Sus manos, incapaces de tocarla, están aferradas a los brazos de la silla, y alzo la mirada, viéndolo apretar la mandíbula.

Burlándose, provocando, cautivando su atención y poniendo algo que desea justo frente a él y después alejándolo, porque no puede tenerlo…

En este breve momento, me pregunto si sería tan buena.

—Ya veo algunos ojos sobre ti.
Giro la cabeza, viendo a Aro Vulturi, el propietario de The Hook, de pie en la otra esquina de la barra. Aro es de mediana edad, un ex luchador de lucha libre quien se casó con una stripper y decidió que quería pasar el resto de su vida en un bar, así que él y su esposa abrieron este lugar y vivieron felices desde entonces.

Me sonríe, su camiseta negra está tensada sobre su pecho aún musculoso.

—El dinero que podríamos hacer juntos —menciona, guiñándome un ojo.

Regreso mi mirada a la habitación, conteniendo la risa. El tipo realmente debería poner un puesto en la feria de empleo de la secundaria, así puede tomar a las mujeres en cuanto lleguen a la edad legal de dieciocho años, en lugar de seguir acosándome.

—Tu hermana dice que no tienes la cabeza para esto, y se supone que te deje en paz, pero Isabella…

—No vine aquí para eso —interrumpo—. Vine a hablar con ella.
Terminé analizando la habitación y estoy a punto de irme a la parte trasera, pero de repente se mueve hacia mí, con tono calmado pero severo.

—También ves a estos clientes en Grounders, ¿cierto? —Mira la multitud y luego hacia mí—. Son los mismos tipos a los que sirves allí, ¿no es así?

Vuelvo a poner la mirada en las mesas y las cabinas, reconociendo a algunos. Es una ciudad pequeña. ¿Y qué?

—¿Por qué crees que van ahí? —cuestiona, estrechando su mirada en mí—. Aquí tengo un chef y un menú mucho mejor. Camareros entrenados. Baños limpios. ¿Por qué no pasar todo su tiempo en los bares aquí?

—Porque Grounders es más barato.

—Porque Grounders también vende sexo —contesta—. Estos chicos van a Grounders para verte a ti, a Esme, Ashley, Ellie… No por la cerveza barata y las cáscaras de cacahuete en el suelo. Después de todo, ¿por qué crees que allí no hay hombres trabajando? Esme te contrató por tu apariencia.

No digo nada, sino que vuelvo a centrarme en el escenario donde veo a mi hermana salir detrás del telón. Aro me observa, y casi puedo sentir su aliento en mi nuca, aunque está a dos metros.

—No te engañes —me dice—. Todavía te están mirando como un trozo de carne, incluso con toda la ropa puesta. —Y luego levanta la mirada hacia el escenario, hacia mi hermana girando en la barra—. Ella simplemente gana mucho más dinero.
*******
Al día siguiente mi hermana no me pregunta por qué dormí en su sofá. Nos lleva a su hijo y a mí a desayunar, y luego vamos a Farmer’s Market por algún producto. Hablamos sobre la feria del condado que se aproxima, qué hay de nuevo en los cines y qué tipo de fiesta quiere tener Killian para su cumpleaños en septiembre.
A mi hermana le gusta hacerme pasar un mal rato, pero también es buena al ver cuando estoy herida. Sabe cuándo retroceder.

Después de su baile de anoche, la seguí a la parte trasera del club y conseguí sus llaves, así pude usar su auto e ir a su casa. No sabía qué decirle sobre por qué necesité quedarme a dormir con ella, así que no expliqué nada. ¿Por dónde debería empezar? ¿Jacob dejándome plantada al no recogerme la noche anterior? ¿Yo sola con Sam en su auto, en una calle desierta a mitad de la noche por primera vez en dos años? ¿Yo pasando la noche en una mesa de billar? ¿Edward acusándome de jugar con su hijo y tomar ventaja de su generosidad?
¿Su jefe presionándome de nuevo para trabajar con él?
¿Jacob apenas actuando como si yo existiera?

Siento un sollozo tensar mi garganta. No puedo regresar ahí. Preferiría dormir en mi auto. La chica de tres años en mí, con el orgullo del tamaño del Pacífico, se lo enseñará ¿no es así? Viviré en mi auto destartalado sin aire acondicionado y las manillas de la puerta rotas, porque no necesito a nadie, ¿cierto?

A través de mis ojos llenos de lágrimas, sonrío un poco mientras conduzco el auto de mi hermana. En realidad no es tan malo como eso. Tengo la casa de mi padre. Puede que mi madrastra no me quiera ahí, pero no me rechazarán.

No siempre será así.

Giro en el vecindario de Edward, frenando el Mustang de mi hermana y acercándome a su casa.

Mi hermana no tiene que trabajar hoy, así que me dejó usar su auto para sacar mis cosas de casa de Edward.

Cuando su casa aparece a la vista, veo su camioneta en el camino de entrada y me da un vuelco el estómago.

No quiero verlo ahora mismo.

Debería volver más tarde.
Pero no, necesito mi ropa y mis libros para la universidad. Puedo conseguir el resto en otro momento, pero ahora mismo necesito algunas cosas.

Estaciono y salgo del auto, tomando la pequeña maleta que tomé prestada de mi hermana y atravieso el césped hacia las escaleras. Sacando mi llave, voy a desbloquear la puerta pero veo que ya está abierta. Doy un cuidadoso paso dentro.

La sala de estar está vacía y me dirijo a la cocina, viendo que ahí tampoco hay nadie. Relajo los hombros ligeramente. Dirigiéndome a las escaleras me sujeto a la barandilla.

—Isabella.

Me congelo, la conciencia y los nervios hacen que se me erice el vello de la nuca.

Mierda.

Girándome, endurezco mi expresión y alzo la barbilla cuando enfrento a Edward. Está de pie entre la cocina y la sala de estar, limpiándose las manos con una toalla sucia, sus brazos y dedos están cubiertos de tierra. Está mojado, el sudor empapa partes de su camiseta gris y su rostro está más moreno que la última vez que lo vi. Como si hubiese estado fuera las últimas veinticuatro horas.

—Solo necesito recoger mis cosas —le indico y giro de regreso a las escaleras.

Pero me detiene de nuevo.

—Isabella.

—Mira, lo que sea, ¿está bien? —Lo detengo, girando de nuevo hacia él —. De todos modos no debería estar aquí, y tampoco es como si Jacob estuviera aquí la mitad del tiempo, así que permíteme que corte por lo sano y recoja mis cosas.

Da un paso adelante.

—¿A dónde irás?

Casi quiero llorar.

—A casa de mi padre. En Meadow Lake —respondo—. No soy tu problema, ¿está bien?

Ahí. Está hecho. No necesito fingir que no tengo otras opciones. Me marcho. Odio la idea de volver a ese parque de casas rodantes de mierda, pero no será para siempre. Sobreviviré.

Me muevo de nuevo hacia las escaleras, pero él habla, casi apresurado.

—Por favor —dice rápidamente, deteniéndome—. Ven aquí un minuto. Tengo algo que quiero mostrarte.
Debe ver la sospecha en mis ojos, porque lo pide de nuevo, esta vez más firme y con más resolución.

—Por favor —dice—. Solo un minuto.

Se gira, dirigiéndose a la cocina, y por un momento dudo antes de seguirlo. No quiero ser curiosa, pero lo soy.

Entro en la cocina y lo veo atravesar el cuarto de lavado adjunto y hacia la puerta trasera. ¿Qué hay en el patio trasero que quiere que vea?

La puerta mosquitera se cierra, respiro profundamente y me enderezo mientras lo sigo.

Permanece junto a una parcela rectangular de tierra, que hace veinticuatro horas simplemente era parte del patio. Ahora, el césped ha desaparecido. Hay un borde delimitando el perímetro, y tierra rica y negra apareció en el recuadro. Hay una manguera enganchada a algún tubo de PVC, que está incrustado en la tierra con surtidores de aspersión a diferentes intervalos.

Mira en mi dirección, casi como si estuviera nervioso por mi reacción.

—¿Qué es esto? —pregunto.

Mira detrás de él y luego de nuevo hacia mí.

—Es un jardín —responde—. Estaba esperando que quisieras ayudarme con él.
Estoy sin palabras. El corazón me está latiendo con tanta fuerza, y el sol se siente tan caliente. ¿Cómo…? Pero luego recuerdo. Sabe que me encanta el paisajismo. Sabe que leí todas esas revistas. Sabe lo que me gusta.

Un dolor alcanza mi corazón. ¿Hizo todo esto en un día?

Pero no me voy a enternecer por él. Endurezco mi voz:

—¿Desde cuándo querías un jardín?

Se acerca a mí, y cruzo los brazos sobre mi pecho, preparando mi armadura.

—Isabella, fui un imbécil —asegura—. Salté a una conclusión, porque lo pasé mal y soy viejo y amargado. Espero un mísero comportamiento de todo el mundo. —Se detiene y frunce el ceño—. Pero fui yo quien tuvo un comportamiento horrible. Eres diferente y realmente lo arruiné. No sucederá de nuevo. No puedo creer que haya dicho esas cosas.

Se está volviendo borroso y no puedo evitar que se me llenen los ojos de lágrimas, a pesar que estoy apretando los dientes.
—Quiero que te quedes —continúa—. Me gusta tenerte aquí. Es agradable volver a casa y tener vida en ella. Tener gente con quien hablar. Es agradable tener ayuda, y… —Aprieta la mandíbula, pareciendo enfadado—. Y no deberías haber tenido que dormir sobre una maldita mesa de billar. Te quedarás aquí mientras lo necesites, ¿entiendes? No quiero que te vayas.

Me tiembla la barbilla. Y no puedo evitarlo, las lágrimas se derraman, agacho la cabeza para ocultarlo.

—Por favor, no llores de nuevo —suplica—, o tendré que quitar la piscina y construirte un gazebo o alguna mierda así.

Estallo en carcajadas, sorbiendo por la nariz y secándome los ojos.

—No, no quites la piscina. Me gusta la piscina.

Acercándome al nuevo jardín, admiro lo grande que es y cuánto trabajo debió tomar. Esto no hace correcto su comportamiento, pero ayuda saber que se esforzó en algo que pensó que me haría feliz. Nadie ha hecho algo así por mí.

Quiero decir, mi hermana me ha comprado ropa y me ha llevado a comer, pero Edward ha hecho algo que sabía que yo amaría. Algo que es mucho para mí.

—Esto es increíble —aseguro, diciéndolo en serio—. Pero realmente creo que es mejor si simplemente me voy.

—Esta es tu casa —me dice—. Quédate mientras quieras. Tú y Jacob pueden invitar a sus amigos, poner tu música, encender tus velas…

—¿Cobertores de retretes? —bromeo.

—Maldición, no.

Intercambiamos una risa y vuelvo a mirar la tierra. Podemos cultivar muchos vegetales aquí.

—Compré un montón de semillas —indica, tomando una bolsa, y removiéndola a puñados—. Pero no estoy seguro de cómo se planta todo, o cómo se reparte el espacio para cada vegetal, así que pensé ¿que tal vez quieras plantarlo?

Me encuentro con su mirada y ambos nos observamos por un momento. Creo que tal vez me quiere cerca más de lo que deja saber. Tal vez como si fuera una intermediaria entre él y Cole, y como dijo, está disfrutando el tener gente en casa.

Pone la bolsa de semillas en mi mano y lentamente me quita la maleta de la mano.
—Pondré esto en el garaje —dice—. Voy a tomar una ducha. ¿Tal vez podamos comenzar a plantar por la mañana?

Su mirada parece buscar la mía, y me quedo sin respiración por un momento ante su mirada.

Finalmente asiento, dándome la vuelta.

Camina de nuevo hacia la casa y luego escucho su voz detrás de mí.

—Y si necesitamos más suministros, solo avísame. De todos modos mañana tengo que ir a Home Depot.

—Está bien —susurro.

Y luego lo miro sobre el hombro.

—Y no eres viejo, ¿sabes? —grito.

Me mira, con diversión en su mirada.

—Lo suficientemente viejo como para tener mi propia opinión. Y eso estuvo mal de mi parte.

—Gracias.

Los músculos en su brazo se flexionan mientras sujeta mi maleta, y no puedo evitar deslizar la mirada por los tatuajes a lo largo de ellos. Se ven ligeramente descoloridos, como si se los hubiera hecho cuando era un adolescente.

¿Cómo era a la edad de Jacob? Es difícil imaginárselo como… bueno, un chico, supongo. Es muy serio. Casi en exceso.

Pero es sincero.

—La próxima vez que necesites un aventón… o cualquier cosa —dice—, ¿prometes que me llamarás?

Asiento de nuevo y me giro de vuelta hacia las semillas, emocionada por el verano que se acerca.
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Hola a todos una disculpa por el capitulo ya que el martes envie por error el adelanto del capitulo 10 ese capitulo el viernes lo subire gracias por sus comentarios

13 comentarios:

brigitteluna dijo...

ahh quiero accion ,que pase algo entre edeward y bella ,soy mala jejeje

carola dijo...

Pobrecita bella,esta muy solita! Lo bueno es que ya hicieron las paces y se haran compañia ;) gracias por el cap.

martha dijo...

Por un momento pense que si se iba a que bueno que se quedó

Ana dijo...

muchas gracias por el capítulo, estaba confundida con el adelanto, la verdad, con ganas de leer el siguiente. Jacob se enteró de algo?? Gracias

Anónimo dijo...

Igual no lo quiero ahora que se esfuerce un poco más ajajaja

Anónimo dijo...

Por un momento pensé que Bella iba a ceder a trabajar con Tania, ojala y hubiera hecho sufrir más a Edward

Marina dijo...

Muy buen capitulo. La verdad que pense que iba a pasar algo entre ellos cuando estaban en la casa pero bueno van muyyy lento jaja. Te juro que crei que bela iba a trabajar en el bar de tanya. Menos mal que me equivoque xq no es un sitio para bela,no soportaria los comentarios del pueblo.
Estoy ansiosa por el proximo capitulo

Unknown dijo...

Demasiado genial espero pronto el proximo.capitulo jacob puto borracho conosco a varios asi 😔

cari dijo...

Muchas Gracias ❤😘💕

Anónimo dijo...

No entiendo por qué todos los capítulos en la parte superior e inferior dice el número del capítulo pero en este último en la parte superior decía 10 y en la parte inferior decía 9?...
Ya quiero leer de que ellos tienen algo más que suegro y nuera. Me llamo Adriana.

Celina Cullen dijo...

Me encanto el capitulo, pero ya estoy muriendo por que pasen cosas entre edward y bella... Están sólitos y Jacob es un estúpido.

martha dijo...

Ya no actualizaras?? Esta muy buena la historia

Anónimo dijo...

Comencé a leer y me gusto mucho, me encanta este Edward, es educado y lastima que su hijo sea un abusador aprovechado.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina