Capitulo 9
Isabella
Esme
trata de mandarme temprano a casa en mi turno doble, pero después del episodio
con Edward, el último lugar en el que puedo estar ahora mismo es en su casa. No
tengo ningún otro sitio a donde ir, por no mencionar que necesito el dinero.
¿Cómo
pudo hacer eso esta mañana? ¿Interrumpir en mi trabajo como si supiera algo? No
le pertenezco.
Y
si está preocupado, ¿por qué no puede decirlo amablemente? No todas las
mentiras son para hacer daño a alguien. Estaba cubriendo el trasero de Jacob.
Sí,
entiendo las sospechas. Lo entiendo. Él no me conoce lo suficiente, y está
preocupado por su hijo, ¿pero cómo pueden ambos hombres Masen apestar tanto en
una conversación adulta y madura?
Me
froto los ojos, mi mente volviendo al momento en que dijo que no apoyaría a
alguien así y que me fuera de su maldita casa. En ese momento me sentí
indeseada. De nuevo. Indeseada en otro sitio. Por otra persona. Me sentí como
una carga. Como en casa de mis padres, e incluso a veces con Jacob y Tanya.
¿Por
qué siempre me permito sentir como si no mereciera algo mejor? Pensé que él era
agradable. Pensé que éramos amigos y comencé a relajarme.
Gimo,
intentando mantener las lágrimas bajo control. Odio haber llorado frente a él.
Trabajo
hasta que el turno de la noche llega a las seis y me quedo lo suficiente como
para comerme la otra mitad de mi sándwich como cena, guardo mis propinas y
cierro la caja antes de ponerme la sudadera y tomar mi bolso. No me he duchado
en veinticuatro horas y un dolor de cabeza pulsa entre mis ojos por la falta de
sueño. Solo quiero sentarme bajo una ducha caliente y ahogar todo lo demás.
Me
da un vuelco el estómago, recordando que no tengo ningún sitio al que ir para
tomar esa ducha. No voy a volver a aceptar una maldita cosa de Edward Masen
nunca más. Por no mencionar que todavía estoy molesta con Jacob. Me envió un
mensaje para asegurarse que estuviera bien y para disculparse de nuevo, pero no
le respondí.
Me
despido de Esme y las otras chicas y salgo del bar, entrando en el agradecido
aire de la noche. El sol se ha puesto, pero todavía hay algo de luz mientras me
coloco el bolso y me dirijo a la izquierda por la calle.
Necesito
mi propio lugar. Mío y de nadie más. Necesito mi propia casa, que sea toda mía
y donde pueda sentirme como yo y nunca sea echada, arrinconada o indeseada.
Donde me sienta segura.
Y
eso significa que necesito dinero.
Sin
pensar, mis piernas me llevan por la Calle Cornell y hacia Lambert, el cielo
está oscureciendo más y las luciérnagas brillan sobre los árboles. El tráfico
ha disminuido, pero se intensifica en la siguiente hora mientras me acerco más
y más a las afueras de la ciudad. Las casas llenan las calles, al igual que
unas cuantas tiendas y gasolineras del barrio, pero hay menos luz aquí, así que
me pego a un lado de la acera y agradezco las luces de los porches a la
izquierda y la derecha.
Después
de menos de una hora, veo las luces de The Hook al frente y el
estacionamiento, cada vez más grande, lleno de autos. He estado aquí antes,
pero odio entrar en un lugar muy concurrido con la ropa del día anterior y el
cabello oliendo a cigarros.
Busco
en el estacionamiento y veo el Mustang de mi hermana a un lado del edificio.
Cada noche, uno de los porteros acompaña a las chicas a sus autos, solo en caso
que un fan loco decida agarrar a una de ellas cuando esté sola.
Entrando
en el club, de repente soy rodeada por la oscuridad, y el fuerte ruido de la
música hace vibrar el suelo bajo mis pies. Hace calor y huele a neblina y
perfume. A diferencia de Grounders, aquí no está permitido fumar, y en
lugar de un viejo suelo de madera, con suciedad alojada en todas las grietas,
un brillante suelo negro cruje bajo mis zapatillas deportivas.
—¡Hola,
Melocotón! —dice una mujer—. ¿Qué estás haciendo?
Me
giro y veo a Malena a través de la ventana de la pequeña taquilla. Nunca me
cobra, por supuesto. No vengo aquí por eso.
—¿Tanya
está aquí? —pregunto.
—Acaba
de terminar en el escenario —contesta—. Probablemente ahora está en alguna
parte. Entra.
—Gracias.
—Le doy una sonrisa y entro al club, el pequeño nudo en mi estómago se tensa
aún más. Nunca he molestado a Cam aquí, a menos que tuviese que hacerlo.
Algunas de las hermanas de las chicas o amigas se sentarán en la parte de atrás
con otras bailarinas para quedar y socializar, pero es difícil para mí. Puedo
soportar ver a mi hermana desnuda, pero tengo un problema viendo a otros viéndola
desnuda. Padres de amigos de la escuela, un antiguo novio… incluso mujeres de
la ciudad que vienen en grupo para una noche de chicas “para hacer algo
diferente”, pero sé que se irán y solo hablarán mierda sobre las bailarinas al
día siguiente con cualquiera que las escuche. Mirar desde detrás del telón y
ver al conductor del autobús de mi escuela infantil o algo así me
desconcertaría. No sé cómo lo hace.
La
habitación está llena de luces estroboscópicas, rotando de arriba hacia abajo y
alrededor, hay bombillas alineadas en los bordes del escenario que sobresale
entre la multitud y está rodeado por mesas a ambos lados. No es un lugar
grande, pero hay dos pedestales independientes con barras y sus propias luces,
donde las bailarinas pueden seguir más entre la audiencia, lejos del acto
principal.
Deteniéndome
en la barra justo en la entrada, busco el cabello castaño de Tanya,
probablemente peinado lo suficientemente alto para que cualquier mujer de Texas
sienta celos. Esta noche hay un buen número de clientes. Algunas personas
solas, unas cuantas parejas, las cabinas llenas de hombres, con apariencia de
recién salidos de la oficina, devorando filetes y hamburguesas, y una gran
fiesta de chicos jóvenes que no reconozco.
Gwen,
una de las amigas de Tanya, pone sus manos en los brazos de una silla y baja
hacia el asiento.
Y
sobre el regazo de un hombre ya sentado ahí.
Apoyándose
en sus brazos, se mueve y se frota, balanceando las caderas y echando la cabeza
hacia atrás sobre el hombro de él. Mi piel se calienta y mi respiración se
acelera. Ya la he visto, a ella o a cualquiera de las otras chicas, hacer esto
una docena de veces. Sin embargo, es él quien me tiene cautivada.
Su
cliente parece de veintitantos, un hombre joven vestido de jeans y una
camiseta, pero es guapo y en forma. Tiene la mirada hacia abajo, mirando sobre
el hombro de ella y descendiendo sobre el frente de su cuerpo mientras se mueve
sobre él. Sus manos, incapaces de tocarla, están aferradas a los brazos de la
silla, y alzo la mirada, viéndolo apretar la mandíbula.
Burlándose,
provocando, cautivando su atención y poniendo algo que desea justo frente a él
y después alejándolo, porque no puede tenerlo…
En
este breve momento, me pregunto si sería tan buena.
—Ya
veo algunos ojos sobre ti.
Giro
la cabeza, viendo a Aro Vulturi, el propietario de The Hook, de pie en
la otra esquina de la barra. Aro es de mediana edad, un ex luchador de lucha
libre quien se casó con una stripper y decidió que quería pasar el resto de su
vida en un bar, así que él y su esposa abrieron este lugar y vivieron felices
desde entonces.
Me
sonríe, su camiseta negra está tensada sobre su pecho aún musculoso.
—El
dinero que podríamos hacer juntos —menciona, guiñándome un ojo.
Regreso
mi mirada a la habitación, conteniendo la risa. El tipo realmente debería poner
un puesto en la feria de empleo de la secundaria, así puede tomar a las mujeres
en cuanto lleguen a la edad legal de dieciocho años, en lugar de seguir
acosándome.
—Tu
hermana dice que no tienes la cabeza para esto, y se supone que te deje en paz,
pero Isabella…
—No
vine aquí para eso —interrumpo—. Vine a hablar con ella.
Terminé
analizando la habitación y estoy a punto de irme a la parte trasera, pero de
repente se mueve hacia mí, con tono calmado pero severo.
—También
ves a estos clientes en Grounders, ¿cierto? —Mira la multitud y luego
hacia mí—. Son los mismos tipos a los que sirves allí, ¿no es así?
Vuelvo
a poner la mirada en las mesas y las cabinas, reconociendo a algunos. Es una
ciudad pequeña. ¿Y qué?
—¿Por
qué crees que van ahí? —cuestiona, estrechando su mirada en mí—. Aquí tengo un
chef y un menú mucho mejor. Camareros entrenados. Baños limpios. ¿Por qué no
pasar todo su tiempo en los bares aquí?
—Porque
Grounders es más barato.
—Porque
Grounders también vende sexo —contesta—. Estos chicos van a Grounders
para verte a ti, a Esme, Ashley, Ellie… No por la cerveza barata y las
cáscaras de cacahuete en el suelo. Después de todo, ¿por qué crees que allí no
hay hombres trabajando? Esme te contrató por tu apariencia.
No
digo nada, sino que vuelvo a centrarme en el escenario donde veo a mi hermana
salir detrás del telón. Aro me observa, y casi puedo sentir su aliento en mi
nuca, aunque está a dos metros.
—No
te engañes —me dice—. Todavía te están mirando como un trozo de carne, incluso
con toda la ropa puesta. —Y luego levanta la mirada hacia el escenario, hacia
mi hermana girando en la barra—. Ella simplemente gana mucho más dinero.
*******
Al
día siguiente mi hermana no me pregunta por qué dormí en su sofá. Nos lleva a
su hijo y a mí a desayunar, y luego vamos a Farmer’s Market por algún producto.
Hablamos sobre la feria del condado que se aproxima, qué hay de nuevo en los
cines y qué tipo de fiesta quiere tener Killian para su cumpleaños en
septiembre.
A
mi hermana le gusta hacerme pasar un mal rato, pero también es buena al ver
cuando estoy herida. Sabe cuándo retroceder.
Después
de su baile de anoche, la seguí a la parte trasera del club y conseguí sus
llaves, así pude usar su auto e ir a su casa. No sabía qué decirle sobre por
qué necesité quedarme a dormir con ella, así que no expliqué nada. ¿Por dónde
debería empezar? ¿Jacob dejándome plantada al no recogerme la noche anterior?
¿Yo sola con Sam en su auto, en una calle desierta a mitad de la noche por
primera vez en dos años? ¿Yo pasando la noche en una mesa de billar? ¿Edward
acusándome de jugar con su hijo y tomar ventaja de su generosidad?
¿Su
jefe presionándome de nuevo para trabajar con él?
¿Jacob
apenas actuando como si yo existiera?
Siento
un sollozo tensar mi garganta. No puedo regresar ahí. Preferiría dormir en mi
auto. La chica de tres años en mí, con el orgullo del tamaño del Pacífico, se
lo enseñará ¿no es así? Viviré en mi auto destartalado sin aire acondicionado y
las manillas de la puerta rotas, porque no necesito a nadie, ¿cierto?
A
través de mis ojos llenos de lágrimas, sonrío un poco mientras conduzco el auto
de mi hermana. En realidad no es tan malo como eso. Tengo la casa de mi padre.
Puede que mi madrastra no me quiera ahí, pero no me rechazarán.
No
siempre será así.
Giro
en el vecindario de Edward, frenando el Mustang de mi hermana y acercándome a
su casa.
Mi
hermana no tiene que trabajar hoy, así que me dejó usar su auto para sacar mis
cosas de casa de Edward.
Cuando
su casa aparece a la vista, veo su camioneta en el camino de entrada y me da un
vuelco el estómago.
No
quiero verlo ahora mismo.
Debería
volver más tarde.
Pero
no, necesito mi ropa y mis libros para la universidad. Puedo conseguir el resto
en otro momento, pero ahora mismo necesito algunas cosas.
Estaciono
y salgo del auto, tomando la pequeña maleta que tomé prestada de mi hermana y
atravieso el césped hacia las escaleras. Sacando mi llave, voy a desbloquear la
puerta pero veo que ya está abierta. Doy un cuidadoso paso dentro.
La
sala de estar está vacía y me dirijo a la cocina, viendo que ahí tampoco hay
nadie. Relajo los hombros ligeramente. Dirigiéndome a las escaleras me sujeto a
la barandilla.
—Isabella.
Me
congelo, la conciencia y los nervios hacen que se me erice el vello de la nuca.
Mierda.
Girándome,
endurezco mi expresión y alzo la barbilla cuando enfrento a Edward. Está de pie
entre la cocina y la sala de estar, limpiándose las manos con una toalla sucia,
sus brazos y dedos están cubiertos de tierra. Está mojado, el sudor empapa
partes de su camiseta gris y su rostro está más moreno que la última vez que lo
vi. Como si hubiese estado fuera las últimas veinticuatro horas.
—Solo
necesito recoger mis cosas —le indico y giro de regreso a las escaleras.
Pero
me detiene de nuevo.
—Isabella.
—Mira,
lo que sea, ¿está bien? —Lo detengo, girando de nuevo hacia él —. De todos modos
no debería estar aquí, y tampoco es como si Jacob estuviera aquí la mitad del
tiempo, así que permíteme que corte por lo sano y recoja mis cosas.
Da
un paso adelante.
—¿A
dónde irás?
Casi
quiero llorar.
—A
casa de mi padre. En Meadow Lake —respondo—. No soy tu problema, ¿está bien?
Ahí.
Está hecho. No necesito fingir que no tengo otras opciones. Me marcho. Odio la
idea de volver a ese parque de casas rodantes de mierda, pero no será para
siempre. Sobreviviré.
Me
muevo de nuevo hacia las escaleras, pero él habla, casi apresurado.
—Por
favor —dice rápidamente, deteniéndome—. Ven aquí un minuto. Tengo algo que
quiero mostrarte.
Debe
ver la sospecha en mis ojos, porque lo pide de nuevo, esta vez más firme y con
más resolución.
—Por
favor —dice—. Solo un minuto.
Se
gira, dirigiéndose a la cocina, y por un momento dudo antes de seguirlo. No
quiero ser curiosa, pero lo soy.
Entro
en la cocina y lo veo atravesar el cuarto de lavado adjunto y hacia la puerta
trasera. ¿Qué hay en el patio trasero que quiere que vea?
La
puerta mosquitera se cierra, respiro profundamente y me enderezo mientras lo
sigo.
Permanece
junto a una parcela rectangular de tierra, que hace veinticuatro horas
simplemente era parte del patio. Ahora, el césped ha desaparecido. Hay un borde
delimitando el perímetro, y tierra rica y negra apareció en el recuadro. Hay
una manguera enganchada a algún tubo de PVC, que está incrustado en la tierra
con surtidores de aspersión a diferentes intervalos.
Mira
en mi dirección, casi como si estuviera nervioso por mi reacción.
—¿Qué
es esto? —pregunto.
Mira
detrás de él y luego de nuevo hacia mí.
—Es
un jardín —responde—. Estaba esperando que quisieras ayudarme con él.
Estoy
sin palabras. El corazón me está latiendo con tanta fuerza, y el sol se siente
tan caliente. ¿Cómo…? Pero luego recuerdo. Sabe que me encanta el paisajismo.
Sabe que leí todas esas revistas. Sabe lo que me gusta.
Un
dolor alcanza mi corazón. ¿Hizo todo esto en un día?
Pero
no me voy a enternecer por él. Endurezco mi voz:
—¿Desde
cuándo querías un jardín?
Se
acerca a mí, y cruzo los brazos sobre mi pecho, preparando mi armadura.
—Isabella,
fui un imbécil —asegura—. Salté a una conclusión, porque lo pasé mal y soy
viejo y amargado. Espero un mísero comportamiento de todo el mundo. —Se detiene
y frunce el ceño—. Pero fui yo quien tuvo un comportamiento horrible. Eres
diferente y realmente lo arruiné. No sucederá de nuevo. No puedo creer que haya
dicho esas cosas.
Se
está volviendo borroso y no puedo evitar que se me llenen los ojos de lágrimas,
a pesar que estoy apretando los dientes.
—Quiero
que te quedes —continúa—. Me gusta tenerte aquí. Es agradable volver a casa y
tener vida en ella. Tener gente con quien hablar. Es agradable tener ayuda, y…
—Aprieta la mandíbula, pareciendo enfadado—. Y no deberías haber tenido que
dormir sobre una maldita mesa de billar. Te quedarás aquí mientras lo
necesites, ¿entiendes? No quiero que te vayas.
Me
tiembla la barbilla. Y no puedo evitarlo, las lágrimas se derraman, agacho la
cabeza para ocultarlo.
—Por
favor, no llores de nuevo —suplica—, o tendré que quitar la piscina y
construirte un gazebo o alguna mierda así.
Estallo
en carcajadas, sorbiendo por la nariz y secándome los ojos.
—No,
no quites la piscina. Me gusta la piscina.
Acercándome
al nuevo jardín, admiro lo grande que es y cuánto trabajo debió tomar. Esto no
hace correcto su comportamiento, pero ayuda saber que se esforzó en algo que
pensó que me haría feliz. Nadie ha hecho algo así por mí.
Quiero
decir, mi hermana me ha comprado ropa y me ha llevado a comer, pero Edward ha
hecho algo que sabía que yo amaría. Algo que es mucho para mí.
—Esto
es increíble —aseguro, diciéndolo en serio—. Pero realmente creo que es mejor
si simplemente me voy.
—Esta
es tu casa —me dice—. Quédate mientras quieras. Tú y Jacob pueden invitar a sus
amigos, poner tu música, encender tus velas…
—¿Cobertores
de retretes? —bromeo.
—Maldición,
no.
Intercambiamos
una risa y vuelvo a mirar la tierra. Podemos cultivar muchos vegetales aquí.
—Compré
un montón de semillas —indica, tomando una bolsa, y removiéndola a puñados—.
Pero no estoy seguro de cómo se planta todo, o cómo se reparte el espacio para
cada vegetal, así que pensé ¿que tal vez quieras plantarlo?
Me
encuentro con su mirada y ambos nos observamos por un momento. Creo que tal vez
me quiere cerca más de lo que deja saber. Tal vez como si fuera una
intermediaria entre él y Cole, y como dijo, está disfrutando el tener gente en
casa.
Pone
la bolsa de semillas en mi mano y lentamente me quita la maleta de la mano.
—Pondré
esto en el garaje —dice—. Voy a tomar una ducha. ¿Tal vez podamos comenzar a
plantar por la mañana?
Su
mirada parece buscar la mía, y me quedo sin respiración por un momento ante su
mirada.
Finalmente
asiento, dándome la vuelta.
Camina
de nuevo hacia la casa y luego escucho su voz detrás de mí.
—Y
si necesitamos más suministros, solo avísame. De todos modos mañana tengo que
ir a Home Depot.
—Está
bien —susurro.
Y
luego lo miro sobre el hombro.
—Y
no eres viejo, ¿sabes? —grito.
Me
mira, con diversión en su mirada.
—Lo
suficientemente viejo como para tener mi propia opinión. Y eso estuvo mal de mi
parte.
—Gracias.
Los
músculos en su brazo se flexionan mientras sujeta mi maleta, y no puedo evitar
deslizar la mirada por los tatuajes a lo largo de ellos. Se ven ligeramente
descoloridos, como si se los hubiera hecho cuando era un adolescente.
¿Cómo
era a la edad de Jacob? Es difícil imaginárselo como… bueno, un chico, supongo.
Es muy serio. Casi en exceso.
Pero
es sincero.
—La
próxima vez que necesites un aventón… o cualquier cosa —dice—, ¿prometes que me
llamarás?
Asiento
de nuevo y me giro de vuelta hacia las semillas, emocionada por el verano que
se acerca.
*********************************
Hola a todos una disculpa por el capitulo ya que el martes envie por error el adelanto del capitulo 10 ese capitulo el viernes lo subire gracias por sus comentarios
13 comentarios:
ahh quiero accion ,que pase algo entre edeward y bella ,soy mala jejeje
Pobrecita bella,esta muy solita! Lo bueno es que ya hicieron las paces y se haran compañia ;) gracias por el cap.
Por un momento pense que si se iba a que bueno que se quedó
muchas gracias por el capítulo, estaba confundida con el adelanto, la verdad, con ganas de leer el siguiente. Jacob se enteró de algo?? Gracias
Igual no lo quiero ahora que se esfuerce un poco más ajajaja
Por un momento pensé que Bella iba a ceder a trabajar con Tania, ojala y hubiera hecho sufrir más a Edward
Muy buen capitulo. La verdad que pense que iba a pasar algo entre ellos cuando estaban en la casa pero bueno van muyyy lento jaja. Te juro que crei que bela iba a trabajar en el bar de tanya. Menos mal que me equivoque xq no es un sitio para bela,no soportaria los comentarios del pueblo.
Estoy ansiosa por el proximo capitulo
Demasiado genial espero pronto el proximo.capitulo jacob puto borracho conosco a varios asi 😔
Muchas Gracias ❤😘💕
No entiendo por qué todos los capítulos en la parte superior e inferior dice el número del capítulo pero en este último en la parte superior decía 10 y en la parte inferior decía 9?...
Ya quiero leer de que ellos tienen algo más que suegro y nuera. Me llamo Adriana.
Me encanto el capitulo, pero ya estoy muriendo por que pasen cosas entre edward y bella... Están sólitos y Jacob es un estúpido.
Ya no actualizaras?? Esta muy buena la historia
Comencé a leer y me gusto mucho, me encanta este Edward, es educado y lastima que su hijo sea un abusador aprovechado.
Publicar un comentario