Capitulo 4
Isabella
—¿Me
das un Fuzzy Navel?
Echo
un vistazo y veo a April Lester de pie en la barra, entre Grady Jones y Rich
Hensburg, mirándome expectante. Asiento y termino de apilar los vasos que
acababa de lavar, luego extiendo la mano y tomo la botella de Schnapps.
—Así
que, ¿vienes a casa conmigo? —le pregunta Rich a April, mirándola con
escepticismo.
Grady
se ríe suavemente, mientras sonrío para mis adentros. April se da vuelta,
luciendo molesta.
Todas
estas personas son clientes habituales. April por lo general no va a casa sola,
y todos lo saben. Sin embargo, Rich solo hace una media broma para evitar la
humillación cuando lo rechaza constantemente. Hombre, al parecer, es su único
límite. Cualquier otra persona es juego limpio. No duele que siga intentándolo,
supongo. Podría tener suerte una de estas noches.
No
es que me moleste ella. ¿Qué sé yo? Es una buena clienta, y da buenas propinas,
después de todo. Simplemente no puedo evitar vigilarla cuando Jacob está cerca.
La he visto perseguir a hombres casados, por lo que el novio de alguien
ciertamente no la desalentará.
Termino
de verter el jugo de naranja y coloco una servilleta antes de poner la bebida
encima. Toma una pajita y toma su vaso.
—Gracias
—canturrea y de inmediato se da vuelta, tomando un sorbo mientras camina de
regreso a su mesa.
La
veo irse y deslizarse con otros dos hombres que he visto antes.
A
veces me hace pensar en mi madre. No estoy segura de por qué, no se parecen en
nada. Mi madre era rubia, es rubia y April es morena. El cabello es tan
oscuro que casi parece negro.
Pero tendrían más o menos la
misma edad. April tiene que estar llegando a los cuarenta y se viste como
recuerdo que se viste mi madre. Faldas cortas, onduladas, camisetas sin mangas
de seda, joyas y tacones de diez centímetros.
Como
Tanya. Mi hermana heredó el estilo sexy de mi madre.
Me
pregunto si mi madre se ha establecido con alguien o si todavía necesita esa
libertad que anhelaba tanto cuando yo tenía siete años. No la extraño. Apenas
la recuerdo. Pero todavía me pregunto sobre ella.
Me
estiro detrás de mí, agrego a la cuenta de April su bebida y tomo una toalla
para terminar de secar los vasos.
Pero
luego la puerta de entrada se abre y una voz retumba.
—Mierda,
esto está muerto.
Alzo
la mirada y el vello en mis brazos se eriza al instante. Mi novio entra con
algunos de sus amigos, pero es la voz familiar que lidera el grupo la que hace
que se erice mi piel.
Sam
McCabe, mi exnovio, entra lentamente y se toma su tiempo, entrando a la
habitación como el mariscal de campo estrella que era en la escuela secundaria
y todavía esperando un maldito aplauso. Es gracioso cómo se volvió menos guapo
cuanto más lo conocía. Enderezo la espalda como una barra de acero, y la
conciencia hace que el calor se extienda por mi cuello.
Jacob
entra detrás con un par de chicos, y Emily Barros los sigue, y veo su ceja
arqueada y la leve mueca en su rostro mientras mira a Sam y luego a mí.
No
se llevan bien, pero a veces se encuentran en las mismas fiestas. Supongo que Sam
se dirigió aquí con su grupo y Jacob lo siguió para asegurarse que estoy bien.
Sam
escanea la habitación y luego sus ojos se posan sobre mí, una pequeña sonrisa
curva las esquinas de su boca. Inmediatamente aparto mi mirada, se me revuelve
el estómago.
Trato
de fingir que ya no tiene importancia, pero creo que sabe que ganó. Debería estar
en la maldita cárcel después de lo que me hizo, y no lo está, porque hace dos
años, estaba asustada y era patética.
Ojalá
alguien lo lastimara.
Y
aún mejor si ese alguien resultara ser yo.
Jacob
se acerca mientras sus amigos caminan alrededor, conversando con personas que
conocen. Sube la partición y viene detrás de la barra, con una mirada de
disculpa en su rostro mientras se acerca por detrás, rodeándome la cintura con
sus brazos.
—¿Qué
estás haciendo? —pregunto, mientras limpio el interior de un vaso con una
toalla.
Lo siento encogerse de
hombros.
—No
te he visto. Solo te extrañé.
Suelto
una carcajada, tratando de relajar mi cuerpo rígido.
—Estoy
bien. No tienes que preocuparte por mí en el trabajo.
Acaricia
mi cuello, y ambos sabemos que solo está preocupado porque Sam está aquí.
Pongo
mi mano sobre la suya, sintiendo la pequeña cicatriz en su pulgar, e inhalo su
aroma limpio. Se ve fresco y guapo, mucho mejor que esta mañana. Nadie puede
librarse de una resaca como él.
—Sabes,
es malo para los negocios si el novio anda por ahí —advierte Esme, acercándose
al frente de la barra y dejando una bandeja con vasos.
Esme
se imagina a sí misma como la dueña del bar en la película Coyote Ugly.
“Debes parecer disponible, pero nunca estar disponible” o algo así. El problema
es que este es un pequeño bar en un pueblo pequeño, por lo que, de cualquier
forma, las propinas no establecerán ningún récord. Ya sea que mi novio esté
aquí o no.
Jacob
acaricia mi cuello, y sonrío, sintiéndome segura contra la pared de su cuerpo.
Las voces de sus amigos llegan a medida que el nivel de ruido aumenta en la
sala, y miro el reloj, viendo que es casi medianoche.
Y
es miércoles. Jacob tiene trabajo por la mañana.
Tomo
aliento, girando la cabeza para mirarlo.
—Sabes,
realmente no podemos permitirnos perder esas horas hoy —le digo.
Y
si sale esta noche, es probable que no vaya mañana y pierda más dinero.
Aún
tenemos facturas del antiguo departamento que deben pagarse, y haré mi parte
justa, pero más le vale que ayude. Si falta otro día, me pondré furiosa.
Pero
solo me mira pensativo.
—No
soy estúpido, cariño —me asegura—. Ya sé todo lo que quieres decirme, ¿de
acuerdo?
—Y
sabes que tienes mucha suerte de tener tu licencia, ¿verdad? —Lo molesto más.
Lo último que necesitamos es un accidente estando ebrio en su historial, y
tienta al destino constantemente.
Especialmente
después de todo lo que sucedió. ¿Cómo puede ser tan descuidado?
Bajo
la mirada a nuestras cicatrices de nuevo, recordando.
—¿Qué haría sin ti? —dice,
su aliento me hace cosquillas en la oreja.
Me
alejo.
—Probablemente
lavarías tu propia ropa.
Pero
solo se ríe, apretando su agarre en mí.
—Lo
siento, soy un perdedor.
—No
siempre lo has sido.
Arquea
una ceja ante mis palabras y me acorrala contra la barra, con una sonrisa en
sus labios.
—Soy
bueno en algunas cosas, ¿no?
Inclina
mi barbilla hacia atrás y se sumerge en mi cuello, su boca caliente besa y
muerde.
Escalofríos
se extienden por mis brazos, y jadeo.
—Jacob…
Bien,
sí. No eres completamente terrible en todo.
Siempre
ha sido capaz de hacerme sonreír, y es bueno besando. Solo desearía que lo
hiciera más en casa. No me ha estado tocando mucho últimamente.
Y
ahora saldrá de nuevo esta noche.
Giro
la cabeza, lo beso y tengo hambre de la conexión, pero luego me aparto
rápidamente, empujándolo con una sonrisa.
—No
aquí —lo regaño.
Me
giro y quito un par de botellas de cerveza de la barra, tirándolas.
—Lo
siento mucho, ¿sabes? —me dice a la oreja—. No quise que nos echaran de allí y
nos pusieran en esta situación con mi padre.
Asiento,
bastante segura que lo dice en serio. Es buena persona, y lo he visto en su
mejor momento. En este momento, está en una mala racha, pero estuvo a mi lado
cuando nadie más lo estuvo, así que quiero creer que se enderezará.
Miro
a Sam, recordando cómo Jacob fue mi único amigo después de romper con ese
imbécil. Todos los demás se pusieron de parte de Sam.
—Entonces,
¿mi padre es amable contigo? —pregunta, alejándose y soltándome.
—Por
supuesto. ¿Por qué no lo sería?
Se encoge de hombros.
—Solo
estoy asegurándome. Antes solía ser un imbécil. Engañaba mucho a mi madre, y
por eso no nos llevamos bien. —Hace una pausa y luego agrega—: Solo para
explicar la tensión que probablemente sientas entre nosotros.
¿Engañar?
¿Por qué no me dijo esto antes? Jesús.
Sin
embargo, Edward no parece ser de esa forma. No me parece tan superficial.
Pero
las personas crecen y cambian. Quizás fue un hombre diferente hace veinte años.
Pero
espera…
—Pensé
que dijiste que tus padres se separaron cuando tenías dos —le pregunto.
Si
era tan joven, ¿cómo lo recordaría?
—Sí.
—Empieza a caminar hacia el final de la barra—. Solo sé lo que me dijo ella. Al
parecer no era bonito, así que no le creas ninguna mierda. Le gusta presionar a
las mujeres, lo que probablemente sea la razón por la que todavía está soltero.
Bueno,
su padre sí parecía confundido hoy cuando trató de decirme que me quedara en
casa, y me planté en mi sitio. Creo que está acostumbrado a que la gente siga
sus órdenes. La última declaración de Jacob suena como verdadera.
—Vamos
a ir al Cue —me dice Jacob, abriendo la partición y caminando hacia el otro
lado de la barra—. Te veré en casa.
—No
llegues tarde —murmuro.
Su
turno no comienza hasta las diez de la mañana, pero quiero verlo cuando llegue
a casa. No hemos tenido mucho tiempo juntos hoy.
Él
y sus amigos se escurren por la puerta principal, se dirigen a The Cue para
jugar al billar, pero Sam echa una mirada en mi dirección mientras se dirige a
la puerta, pasando su brazo alrededor de Shawna Abbot. Sus ojos se posan en mi
pecho y luego vuelven a subir, mirándome con una parte de deseo y tres partes
de amenaza.
Y
durante dos años ha sido solo eso. Recibir las miradas asquerosas que me lanza
por miedo de reaccionar otra vez. Sin embargo, me ha dejado en paz, así que
simplemente lo evito y finjo que no está allí.
Ambos grupos se van,
decidiendo encontrar su diversión en otro lugar, pero antes que la puerta de
entrada tenga la oportunidad de cerrarse, mi hermana la atraviesa, y un par de
compañeras de trabajo la siguen. Todos los ojos en la habitación se vuelven
hacia ellas, mirando a las mujeres sexys en sus diminutas blusas y tacones
altos.
The
Girl Gets Around, de
Sammy Hagar, suena en la máquina de discos, y Tanya se dirige a la barra,
sosteniéndose en el borde y haciendo un pequeño baile mientras canta en
play-back para mí.
Es
todo un personaje.
—¿Ya
terminaste? —pregunto por sobre la música, mirando el reloj en la pared—. No me
iré por al menos otra hora.
—Está
bien. —Tanya le resta importancia con un gesto mientras se estira y saca el ron y
los vasos limpios frente a mí—. Necesitamos relajarnos antes de ir a casa a
dormir de todos modos.
Sirve
un solo trago, vuelve a colocar la botella y toma la pistola de soda, llenando
su vaso con Coca-Cola Light.
Saco
la pala del recipiente de hielo y agrego unos cubos a su vaso antes de bajar
por la barra, revisando a los clientes.
Sustituyo
las cervezas de Grady y Rich, vuelvo a servirle al marido de Esme jugando al
video póker, y mezclo tres Cosmos para unas pocas damas que dejaron sus
ediciones de The Gift de Deepak Chopra en su mesa, las que traen todas
las semanas para que sus maridos piensen que, de hecho, están en una reunión
del club literario.
—¿Quieres
saltar aquí atrás? —grita Esme a Tanya—. Necesito reponer cerveza.
Lanza
una mirada a Esme, pero se levanta y va detrás de la barra. Esme va por el
pasillo donde se guarda el refrigerador y la cerveza.
—Saca
todas las propinas y comienza a llenar el jarro otra vez —digo a mi hermana
desde el otro extremo—. No tendrás una parte de las mías.
Se
ríe, mirándome con aire de suficiencia mientras se lleva las manos a las
caderas. Me vuelvo para mezclar un Screwdriver para otro cliente, y lo
siguiente que sé es que hay un rollo de dinero en mi rostro.
—Como
si necesitara tus diez centavos y cinco monedas, nena —responde con aire de
suficiencia.
Abro
los ojos de par en par, mientras miro boquiabierta.
—¿Qué
demonios? —Lo tomo de su mano y abanico los billetes, viendo muchos de uno,
pero una impresionante cantidad de decenas y veinte también.
—Ese es el aspecto que tiene
hacer tu alquiler en una noche, cariño. —Me lo quita de la mano—. Tuvimos una
despedida de soltero.
Muchos
tipos borrachos tirando dinero. La veo volver a deslizar el dinero dentro de su
bolsillo trasero y frunzo el ceño ante el brillo de sus ojos. Tiene sentido que
haga muchísimo más que yo. Yo trabajo en un bar. Ella trabaja en un club. Ella
entretiene. Yo sirvo bebidas.
Sin
embargo, debe ser agradable irse a casa esta noche, sabiendo que puedes pagar
tus cuentas mañana. Que puedes ir a la tienda de comestibles y poner lo que
quieras en tu carrito.
Alzo
la vista a sus ojos, y puedo decir que está pensando exactamente lo mismo.
También podría ser más fácil para mí si acepto la oferta de trabajo de su jefe.
No
haré tanto como mi hermana siendo camarera allí, pero ganaría más que aquí.
Pero,
aunque The Hook puede ofrecer dinero rápido, nada sobre ese lugar es fácil. Los
hombres miran a Tanya como una comida gratis, y soporta mucha mierda.
Aun
así, sin embargo… estoy cansada de preocuparme por el dinero cada maldito día.
Vuelvo
a trabajar, pero puedo sentir sus ojos en mí. Piensa que soy un hámster en una
rueda.
—Cállate
—murmuro.
Resopla.
—No
dije nada. Ni una sola cosa.
—Gracias
—digo, saliendo del Mustang de Tanya poco más de una hora después. Doblo el
asiento delantero y agarro mi bolso de la parte de atrás, miro rápidamente por
encima del hombro para ver si el auto de Jacob está en el camino de entrada.
No
está. Solo la camioneta de Edward.
Sacudo
la cabeza.
—No
trabajas mañana, ¿verdad? —pregunta Tanya.
Me
vuelvo.
—No, pero lo hago el sábado
a la noche. Te enviaré un mensaje de texto con mi agenda más tarde.
—Bueno.
Cierro
la puerta y busco la llave de la casa en mi bolsillo.
—Te
amo. Adiós —grito.
—¡Oh,
compré algo para ti, por cierto! —chilla Tanya a través de la ventana abierta
del lado del pasajero—. Mira en tu mochila cuando entres en tu habitación.
Pruébalo. Mira cómo se siente.
Me
detengo, doy media vuelta y clavo los ojos en ella.
—No
otro vibrador… —gimoteo.
Echa
la cabeza hacia atrás y se ríe del presente que me regaló por mi cumpleaños
número dieciocho el año pasado. No habría sido tan malo si no me hubiera dejado
abrirlo en una fiesta llena de gente.
—No
eso —asegura—. Pero definitivamente es algo que tú y Jacob pueden disfrutar
juntos. —Y luego mueve su barbilla hacia la oscura casa detrás de mí—. O, mmm…
tal vez al hombre de la casa también le guste. Me refiero al otro hombre
de la casa.
Menea
sus cejas y le lanzo una mirada sucia.
—Ni
siquiera quiero abrir el paquete ahora.
—¡Buenas
noches! —se burla y se aleja de la acera.
Imbécil. Amo a mi hermana, pero sabe cómo
avergonzarme.
Después
de abrir la puerta de entrada, entro, la cierro, bloqueo la cerradura y miro
alrededor de la sala oscura. Está ordenado, y paso frente a la entrada de la
cocina, mirando la pequeña luz de la cocina dejada de forma que pueda ver. El
fregadero está vacío de platos por lo que puedo ver, y exhalo, amando la
sensación de volver a una casa limpia.
Subo
las escaleras, la casa emite un silencio espeluznante a mi alrededor. Caminando
por el pasillo oscuro, levanto la cabeza y veo la puerta del dormitorio de Edward
justo delante de mí. Está cerrado y no brilla luz debajo de la puerta.
Abro
la primera puerta a la izquierda y enciendo el interruptor, descubriendo lo que
ya sospechaba. La cama está vacía, Jacob todavía está afuera.
Dejo
caer mi bolso, cierro la puerta silenciosamente y saco mi teléfono del bolsillo
trasero.
Estoy en casa. ¿Dónde estás?, escribo y espero a que aparezcan los
tres pequeños puntos, mostrándome que está respondiendo.
Pero después de unos
minutos, no pasa nada, y arrojo mi teléfono a la cama.
Tiene
que estar trabajando en ocho horas, y será mejor que vaya. De lo contrario, no
vendrá conmigo cuando ahorre lo suficiente como para salir de aquí.
Me
quito los zapatos y me dirijo hacia la cama, lista para desplomarme y descansar
mis pies cansados, pero me detengo, recordando el “algo” que mi hermana dijo
que puso en mi bolso. Dando la vuelta, recojo mi bolso y lo abro, poniéndolo en
la cama. Y allí, justo en la parte superior, hay una bolsa de compras con rayas
rosas que no puse ahí. Es de Victoria's Secret.
Al
desenrollar el paquete, alcanzo el interior y al instante lleno mi mano con
tela. Reprimo un gemido, y mis ilusiones mueren. Saco las bragas de encaje de
color crema y la camisola a juego que no se ve lo suficientemente grande como
para cubrir mucho. El escote es bajo, y no es lo suficientemente larga como
para cubrir mi estómago.
Definitivamente
es bonito. Y sexy. Pero es increíblemente pequeño. Jacob tendría un día de
campo, viniendo a la cama para encontrarme en esto.
Sin
juegos preliminares. Estaría encima de mí en un segundo.
Pero
¿por qué me compró esto? No es que no use ropa interior sexy. No necesito
lecciones sobre cómo mantener a un chico interesado, gracias.
Pero
luego veo un pedazo de papel sobre la cama que debe haber estado con la ropa.
Recojo la media hoja y leo el volante.
Noche
de aficionados
¡Mójate! (Tu camiseta, como sea)
27 de mayo a las 9 p.m.
The Hook en Jamison Lane
¡¡Gran Premio $300!!
—Genial.
—Me río entre dientes y dejo caer el volante y la ropa, sacudiendo la cabeza.
Mi propia hermana está tratando de cambiarme de trabajo. ¿Qué demonios le pasa?
No le mostraré mis tetas a
todos los viejos de la ciudad para tener la oportunidad de ganar trescientos
dólares. Puedo trabajar en Grounders, porque disfruto de algunas personas,
escucho música y tengo un trabajo en el que gano propinas, así que tengo un
poco de dinero en efectivo después de cada turno, pero no hay nada sobre un
concurso de camisetas mojadas que disfrutaría, a menos que estuviera borracha.
Tal vez.
Me
aseguro que las persianas estén cerradas, me quito la camiseta y desabrocho el
jean corto. Dejo que todo caiga al suelo, estiro la mano y desabrocho el
sujetador, y luego busco una camiseta del buró.
Sin
embargo, me detengo y observo la nueva lencería que yace en la cama. Jacob
podría lamentarse por quedarse afuera cuando llegue a casa para ver lo que se
perdió.
Quitándome
las bragas, alargo la mano y tomo la ropa interior nueva y suavemente me pongo
todo. Mi taza de café con bolígrafos y lápices descansa sobre la cómoda, estiro
la mano y saco las tijeras, cortando las etiquetas de todo.
De
pie frente al espejo, me revuelvo el cabello y paso mis manos a través de este,
ajustando la tela en mis caderas y mis senos en las copas sin alambres. Me doy
vuelta, mirándome en el espejo por encima del hombro.
No
puedo evitar la sonrisa que se asoma. Tanya no es estúpida, ¿verdad? Es el
color perfecto en mí, mi bronceado ya está en pleno apogeo. Las bragas se
asientan perfectamente en mis caderas e incluso sin mucho apoyo en la parte
superior, mis senos permanecen erguidos y favorecedores. Paso la mano por mi
estómago liso y plano y por las curvas de mi cintura, deseando que alguien
estuviera aquí para apreciar la vista y hacerme sonreír.
Un
charco de calidez se asienta entre mis muslos, y no puedo evitar pensar cómo
una simple muda de ropa puede hacerte sentir un mundo de diferencia. Me quito
una de las tiras de mi hombro, amando lo sexy que me siento. El pulso en mi
clítoris comienza a latir, y definitivamente estoy de humor ahora.
Subiendo
la tira en mi hombro, agarro mi teléfono y le envío otro mensaje a Jacob,
notando que todavía no me ha enviado un mensaje de texto.
Te necesito en este momento, cariño. *guiño guiño*
Espero,
pero los tres puntos aún no aparecen. Inicio la aplicación Spotify en mi
teléfono, reproduzco Run to You, teniendo cuidado de mantener el volumen
bajo cuando me dejo caer sobre la cama.
Estoy
completamente despierta ahora.
Y
excitada.
Cerrando los ojos, dejo que
la música corra bajo mi piel y lentamente deslizo la punta de mis dedos por mis
muslos, y subo por el interior de mi pierna, haciéndole cosquillas a la carne
hasta que se me eriza la piel. Suavemente acuno entre mis piernas, muevo mis
caderas y froto, mi sangre comienza a calentarse y mi corazón late más rápido
mientras mi clítoris hormiguea.
Gimo,
sintiendo mis endurecidos pezones frotándose contra el encaje. Con la otra mano
tomo un seno y lo aprieto mientras giro la cabeza hacia un lado, mi cabello cae
en mi rostro.
A
veces me pregunto si alguna vez podría hacer lo que hace mi hermana. Cuando veo
todo el dinero que trae a casa, y estoy cansada de la preocupación y el estrés,
¿podría hacerlo?
Me
doy la vuelta y me pongo de rodillas mientras me inclino con las manos sobre la
cama entre mis muslos. Presiono mis brazos contra mis pechos, forzándolos a
juntarse, llenos y a punto de salir de la parte superior. Girando la cabeza, mi
cabello acaricia mi espalda mientras mantengo los ojos cerrados y empiezo a
moverme con la música.
No,
no puedo hacer lo que ella hace. No quiero que muchos hombres me miren.
¿Pero
un hombre? ¿Como un novio? Un hombre que me anhele y que me mire con ojos
posesivos mientras bailo para él…
Él
me está mirando. Estoy en una habitación oscura, un escenario brillante y
blanco debajo de mí, y una suave luz púrpura por encima. Avanzo a cuatro patas,
gateando y mordiéndome el labio inferior, inclinándome hacia adelante,
extendiendo mis muslos y mis rodillas presionando el suelo mientras llego al
escenario.
Está
atrás, lejos, pero está allí. Es el único allí. Estoy solo para él. Se esconde
en las sombras y apoya su hombro en la pared mientras me mira. Muevo mis
caderas lentamente, tentándolo y provocándolo, y luego me pongo de rodillas,
agarrando la cabecera para sostenerme mientras bailo y me muevo.
La
tira del sujetador cae por mi brazo, y tomo mi pecho desnudo, mirándolo por
encima del hombro. El cigarrillo o puro en su mano cuelga a su lado, quemando
una corriente de humo en el aire. Pero parece haberse olvidado de eso mientras
me mira.
Se
me ocurre que Jacob no fuma, pero la idea se va tan rápido como se presenta.
Quiero
que me vea. Quiero que me desee. Siento que me desea y me gusta. Dios, me
gusta. Sigue mirándome. Me pregunto cómo sabe su boca. ¿Cómo se sienten
sus dientes? Mis pezones se tensan y se endurecen, anhelando su boca.
Haré
que te corras. Sigue
mirándome. Sigue mirándome.
Me
apoyo en mis manos, moviendo mis caderas más rápido y más fuerte, y puedo
sentir mi piel humedecerse de sudor mientras froto mi coño y muevo mi trasero
por él.
Solo él.
—Oh,
Dios —gimo, sintiendo mi orgasmo—. Ya voy, ya voy…
Pero
luego un fuerte portazo hace eco en toda la casa, levanto la cabeza y abro los
ojos. ¡Mierda!
Me
congelo, escuchando. Las tablas del suelo en el pasillo crujen, y alguien se
mueve por el pasillo y luego baja las escaleras. Salto de la cama con prisa, en
caso que sea Jacob.
No
desperté a su padre, ¿verdad? ¡Eso fue tan estúpido! ¿Qué pasa si la cama
estaba crujiendo?
La
vergüenza arde como fuego en mi rostro, y avanzo hacia la puerta de la
habitación, abriéndola para echar un vistazo. El pasillo todavía está oscuro,
pero puedo oír voces y luego una puerta se cierra de golpe.
Frunzo
el ceño. Al cruzar el pasillo, me escondo rápidamente en el baño y cierro la
puerta. Manteniendo la luz apagada, me acerco a la ventana y abro una de las
persianas.
—Sí,
no te preocupes por eso. No me importa que me despierten por esto. —Escucho
decir a Edward, y me asomo para verlo de pie al lado de la piscina, hablando
por su teléfono—. Los bebés son impredecibles. Toma el tiempo que necesites.
Estaremos bien en los próximos días.
Está
vestido con un pantalón gris, pero sin camisa, y lo veo frotarse el cuero
cabelludo mientras bosteza. Mis hombros se relajan un poco. La llamada
probablemente lo despertó.
Asiente
a quien sea que esté hablando por teléfono.
—Envíanos
un mensaje de texto cuando nazca el niño. Felicidades, hombre.
Luego
se ríe, y mis músculos se relajan, muy agradecidos. Eso hubiera sido embarazoso
si me hubiera escuchado.
Me
muevo para cerrar la ventana otra vez, pero veo que toma algo de un plato en la
mesa del jardín y se lo pone en la boca mientras sigue escuchando a quien esté
hablando por teléfono.
Me
detengo, mis ojos se agrandan cuando lo veo encender una colilla de cigarro. El
vello en mi cuello se eriza y mi pulso se acelera. Cierro la persiana de golpe,
sin importarme si me escucha.
¿Qué
demonios? No lo he visto fumar. ¿Por qué habría aparecido eso en mi…?
Vuelvo a mi habitación,
cierro la puerta y me quito la ropa interior. Poniéndome una camiseta y
pantalones cortos de hombre, apago la música, la luz y me subo a la cama.
Tanya
y sus estúpidos y malditos mensajes subliminales y mierdas. Muchas gracias.
—Oye,
Sue. ¿Está mi padre en casa? —pregunto por teléfono.
Escucho
a mi madrastra moverse en el otro extremo. Una puerta de malla cruje.
—¡Charlie!
—grita, su voz ronca por años de fumar—. ¡Es Isabella!
La
puerta se cierra de nuevo, y creo que escucho la freidora en la cocina. Casi
puedo sentir el linóleo granuloso bajo mis pies desde aquí. Estoy tan contenta
de estar fuera de ese remolque, incluso si eso significa molestar al padre de Jacob.
—¿Necesitas
dinero? —dice mientras espero que mi padre se ponga al teléfono—. Porque no
tenemos nada. Tu padre se lastimó la espalda y perdió algo de trabajo hace un
par de semanas, así que las cosas están apretadas en este momento.
Parpadeo.
—No,
yo… —tartamudeo, agravada por su pregunta—. No necesito dinero.
Y
si así fuera, serían las últimas personas a las que les pediría. Mi padre nunca
tiene efectivo por más de un día antes de quemarle un agujero en el bolsillo.
Una de las muchas razones por las que mi madre se fue.
Pero
al menos mi padre se quedó.
—¡¿Charlie?!
—lo llama otra vez, pero luego gruñe a los perros—. Salgan del camino, ustedes
dos.
Sacudo
la cabeza, la sospecha previa de que un mensaje de texto hubiera sido mejor
ahora se solidifica. Si mi papá logra llegar al teléfono, simplemente colgaré
sintiéndome enojada porque sea tan cálido como esta mujer. Gracias a Dios que
no fue mi madrastra por mucho tiempo bajo ese techo. Me fui tan pronto como
pude.
—Solo
quería que supieran que me mudé —explico—. En caso de que necesiten mi nueva
dirección.
—Ah,
sí, claro. —La escucho inhalar y sé que está fumando—. Te mudaste con Jacob a
la casa de su padre. Sí, lo hemos oído.
—Sí,
yo…
—¡Charlie! —grita de nuevo,
interrumpiéndome.
Me
cubro los ojos, exasperada.
—Está
bien —le digo—. Eso es todo para lo que llamé, así que no molestes a papá si ya
lo sabe. Los llamaré… más tarde.
—Está
bien. —Sopla humo—. Bueno, cuídate y llamaré dentro de una semana más o menos.
Te invito a cenar o algo así.
Mi
cuerpo tiembla con una risa amarga que contengo. No es gracioso. Es triste,
realmente. Pero cuelga sin esperar a que le diga “adiós”, y dejo escapar un
suspiro, lanzando mi teléfono sobre la cama.
Ni
mi padre ni mi madrastra son malas personas, aunque tampoco ninguno me llamó el
día de mi cumpleaños.
Nunca
fui golpeada, matada de hambre o abusada verbalmente. Solo un poco olvidada,
supongo. Lucharon por algo bueno en la vida, por lo que era demasiado pedir que
dejaran que la responsabilidad o la preocupación por sus hijos interfirieran
con el pequeño placer que lograban reunir con sus noches de cerveza y bingo.
Después
que Tanya se fue y consiguió su propio lugar, no tuve a nadie con quien hablar.
No era nadie en ese remolque, y nunca más quería volver a sentirme sola.
Recojo
mi libreta de la cama y reanudo la tarea de mi clase de verano ese día. Mi
libro de texto se abre frente a mí y pulso mi lápiz mecánico para obtener más
ventaja.
Suena
un golpe en la puerta de la habitación, y levanto la cabeza, tensándome.
—¿Entre?
—digo, pero parece una pregunta. Jacob no llamaría. Debe ser su padre. ¿Dejé la
ropa en la secadora? ¿La estufa encendida? Repaso mi lista mental de
verificación.
La
puerta se abre, y Edward se queda allí, sosteniendo la perilla, pero se
mantiene plantado en el pasillo.
—Voy
a pedir pizza para la cena —me dice—. ¿Jacob estará en casa pronto?
Jugueteo
con el lápiz en mis manos.
—Uno
de sus amigos fue promovido en la compañía de cable —le explico—, así que van a
tener una fiesta en la granja de su padre. Estoy segura que llegará bastante
tarde.
Se
queda allí un momento, su gran cuerpo llena toda la puerta. Mis ojos siguen
moviéndose hacia los tatuajes en sus brazos, así que simplemente miro hacia
abajo, pretendiendo estar absorta en mi trabajo.
—¿No vas a ir? —presiona.
Extiendo
las manos, haciendo un gesto hacia la tarea frente a mí.
Asiente,
comprendiendo.
—Bueno…
—me mira por un momento, parece inseguro y luego continúa—, tienes que comer
también, ¿no? ¿Qué tipo de pizza te gusta?
—No,
está bien —le digo, negando—. Ya comí.
Sus
ojos se posan en el plato con el sándwich de mantequilla de maní a medio comer
en la cama, y sé lo que está pensando.
—Bueno.
Se
mueve para cerrar la puerta, pero luego se detiene.
—Sabes
que no necesitas esconderte aquí, ¿verdad?
Miro
hacia arriba, enderezando mi columna vertebral.
—No
me estoy escondiendo. —Me río un poco para disimular, pero creo que me ha
atrapado.
—Estás
haciendo los quehaceres —afirma—. Estás pagando por tu derecho a estar en la
casa. Entonces, si quieres usar la piscina o traer un amigo o te gusta… salir
de la habitación, está bien.
Me
lamo los labios secos.
—Sí,
lo sé.
—Está
bien —dice finalmente—. Supongo que comeré la pizza solo entonces. Tendré
sobras durante días, como de costumbre. —Suspira, sonando más patético.
—Entonces
no pidas una grande —balbuceo, mirando mi libreta de nuevo.
Pero
su risa silenciosa antes de cerrar la puerta me dice que escuchó mi comentario
sabihondo.
Estoy
segura que ha pedido muchas pizzas en todos los años que ha vivido aquí solo.
Solo está tratando de ser amable y hacerme sentir bienvenida. Lo cual es genial
por su parte, y lo aprecio, pero aun así no me hace sentir como menos que una
vividora. No puedo dejar que me compre pizza también.
Y
pienso en lo sola que me sentí al crecer en el remolque de mi padre e incluso
lo sola que me he sentido con Jacob a veces. Tal vez Edward Masen está cansado
de estar solo, de comer solo y de ver televisión solo, soy una invitada en su
casa y tal vez le gustaría conocer a las personas que viven bajo su techo,
¿verdad? Es solo razonable.
Y tal vez estoy cansada de
estar sola mucho, también, y tal vez todavía tengo hambre y la pizza suena
bastante bien, en realidad.
Suelto
un suspiro y aparto la libreta de mi regazo antes de ponerme de pie. Corriendo
hacia la puerta del dormitorio, la abro y miro afuera.
—¿Pizza
de Joe’s? —pregunto, viéndolo justo antes que bajara las escaleras.
Se
detiene y gira la cabeza para mirarme.
—Por
supuesto.
Es
la mejor pizza del pueblo, así que es obvio. Salgo del dormitorio y cierro la
puerta.
—¿Pedimos por mitades?
************************
Hola a todas que le parece el capitulo de hoy nos vemos el viernes con un nuevo capitulo gracias a todas por leer
5 comentarios:
Jacob es un idiota , Bella es muy confiada y paciente y creo que en algún momento se cansara del idiota que tiene por novio, gracias 😘
Por Dios!!! Espero que si la haya visto. Una imagen bastante sugerente
Un guapo terrible, que vividor, ella trabajando y él se va de joda.
No sé que es lo que los mantiene juntos todavía no entendí bien pero es un imbécil total.
Podés ser joven pero conozco chicos que son responsables.
Madre mía, estos dos... Gracias por el capítulo
Hola hola nena Bella es muy ingenua al pensar que Jacob va a cambiar creo que solo esta con él en agradecimiento por apoyarla cuando terminó con Sam.
Ahora cuanto tiempo soportará la tensión que se está formando entre ella y Edward
Gracias por el capítulo nena voy por el siguiente
Saludos y besos
Publicar un comentario