miércoles, 6 de febrero de 2019

No puedo amarte capitulo 4


Capitulo 4

Isabella
—¿Me das un Fuzzy Navel?

Echo un vistazo y veo a April Lester de pie en la barra, entre Grady Jones y Rich Hensburg, mirándome expectante. Asiento y termino de apilar los vasos que acababa de lavar, luego extiendo la mano y tomo la botella de Schnapps.

—Así que, ¿vienes a casa conmigo? —le pregunta Rich a April, mirándola con escepticismo.

Grady se ríe suavemente, mientras sonrío para mis adentros. April se da vuelta, luciendo molesta.


Todas estas personas son clientes habituales. April por lo general no va a casa sola, y todos lo saben. Sin embargo, Rich solo hace una media broma para evitar la humillación cuando lo rechaza constantemente. Hombre, al parecer, es su único límite. Cualquier otra persona es juego limpio. No duele que siga intentándolo, supongo. Podría tener suerte una de estas noches.

No es que me moleste ella. ¿Qué sé yo? Es una buena clienta, y da buenas propinas, después de todo. Simplemente no puedo evitar vigilarla cuando Jacob está cerca. La he visto perseguir a hombres casados, por lo que el novio de alguien ciertamente no la desalentará.

Termino de verter el jugo de naranja y coloco una servilleta antes de poner la bebida encima. Toma una pajita y toma su vaso.

—Gracias —canturrea y de inmediato se da vuelta, tomando un sorbo mientras camina de regreso a su mesa.

La veo irse y deslizarse con otros dos hombres que he visto antes.

A veces me hace pensar en mi madre. No estoy segura de por qué, no se parecen en nada. Mi madre era rubia, es rubia y April es morena. El cabello es tan oscuro que casi parece negro.

Pero tendrían más o menos la misma edad. April tiene que estar llegando a los cuarenta y se viste como recuerdo que se viste mi madre. Faldas cortas, onduladas, camisetas sin mangas de seda, joyas y tacones de diez centímetros.
Como Tanya. Mi hermana heredó el estilo sexy de mi madre.

Me pregunto si mi madre se ha establecido con alguien o si todavía necesita esa libertad que anhelaba tanto cuando yo tenía siete años. No la extraño. Apenas la recuerdo. Pero todavía me pregunto sobre ella.

Me estiro detrás de mí, agrego a la cuenta de April su bebida y tomo una toalla para terminar de secar los vasos.

Pero luego la puerta de entrada se abre y una voz retumba.

—Mierda, esto está muerto.

Alzo la mirada y el vello en mis brazos se eriza al instante. Mi novio entra con algunos de sus amigos, pero es la voz familiar que lidera el grupo la que hace que se erice mi piel.

Sam McCabe, mi exnovio, entra lentamente y se toma su tiempo, entrando a la habitación como el mariscal de campo estrella que era en la escuela secundaria y todavía esperando un maldito aplauso. Es gracioso cómo se volvió menos guapo cuanto más lo conocía. Enderezo la espalda como una barra de acero, y la conciencia hace que el calor se extienda por mi cuello.

Jacob entra detrás con un par de chicos, y Emily Barros los sigue, y veo su ceja arqueada y la leve mueca en su rostro mientras mira a Sam y luego a mí.

No se llevan bien, pero a veces se encuentran en las mismas fiestas. Supongo que Sam se dirigió aquí con su grupo y Jacob lo siguió para asegurarse que estoy bien.

Sam escanea la habitación y luego sus ojos se posan sobre mí, una pequeña sonrisa curva las esquinas de su boca. Inmediatamente aparto mi mirada, se me revuelve el estómago.

Trato de fingir que ya no tiene importancia, pero creo que sabe que ganó. Debería estar en la maldita cárcel después de lo que me hizo, y no lo está, porque hace dos años, estaba asustada y era patética.

Ojalá alguien lo lastimara.

Y aún mejor si ese alguien resultara ser yo.

Jacob se acerca mientras sus amigos caminan alrededor, conversando con personas que conocen. Sube la partición y viene detrás de la barra, con una mirada de disculpa en su rostro mientras se acerca por detrás, rodeándome la cintura con sus brazos.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, mientras limpio el interior de un vaso con una toalla.

Lo siento encogerse de hombros.
—No te he visto. Solo te extrañé.

Suelto una carcajada, tratando de relajar mi cuerpo rígido.

—Estoy bien. No tienes que preocuparte por mí en el trabajo.

Acaricia mi cuello, y ambos sabemos que solo está preocupado porque Sam está aquí.

Pongo mi mano sobre la suya, sintiendo la pequeña cicatriz en su pulgar, e inhalo su aroma limpio. Se ve fresco y guapo, mucho mejor que esta mañana. Nadie puede librarse de una resaca como él.

—Sabes, es malo para los negocios si el novio anda por ahí —advierte Esme, acercándose al frente de la barra y dejando una bandeja con vasos.

Esme se imagina a sí misma como la dueña del bar en la película Coyote Ugly. “Debes parecer disponible, pero nunca estar disponible” o algo así. El problema es que este es un pequeño bar en un pueblo pequeño, por lo que, de cualquier forma, las propinas no establecerán ningún récord. Ya sea que mi novio esté aquí o no.
Jacob acaricia mi cuello, y sonrío, sintiéndome segura contra la pared de su cuerpo. Las voces de sus amigos llegan a medida que el nivel de ruido aumenta en la sala, y miro el reloj, viendo que es casi medianoche.

Y es miércoles. Jacob tiene trabajo por la mañana.

Tomo aliento, girando la cabeza para mirarlo.

—Sabes, realmente no podemos permitirnos perder esas horas hoy —le digo.
Y si sale esta noche, es probable que no vaya mañana y pierda más dinero.

Aún tenemos facturas del antiguo departamento que deben pagarse, y haré mi parte justa, pero más le vale que ayude. Si falta otro día, me pondré furiosa.

Pero solo me mira pensativo.

—No soy estúpido, cariño —me asegura—. Ya sé todo lo que quieres decirme, ¿de acuerdo?

—Y sabes que tienes mucha suerte de tener tu licencia, ¿verdad? —Lo molesto más. Lo último que necesitamos es un accidente estando ebrio en su historial, y tienta al destino constantemente.

Especialmente después de todo lo que sucedió. ¿Cómo puede ser tan descuidado?

Bajo la mirada a nuestras cicatrices de nuevo, recordando.

—¿Qué haría sin ti? —dice, su aliento me hace cosquillas en la oreja.
Me alejo.

—Probablemente lavarías tu propia ropa.

Pero solo se ríe, apretando su agarre en mí.

—Lo siento, soy un perdedor.

—No siempre lo has sido.

Arquea una ceja ante mis palabras y me acorrala contra la barra, con una sonrisa en sus labios.

—Soy bueno en algunas cosas, ¿no?

Inclina mi barbilla hacia atrás y se sumerge en mi cuello, su boca caliente besa y muerde.

Escalofríos se extienden por mis brazos, y jadeo.

—Jacob…

Bien, sí. No eres completamente terrible en todo.

Siempre ha sido capaz de hacerme sonreír, y es bueno besando. Solo desearía que lo hiciera más en casa. No me ha estado tocando mucho últimamente.

Y ahora saldrá de nuevo esta noche.

Giro la cabeza, lo beso y tengo hambre de la conexión, pero luego me aparto rápidamente, empujándolo con una sonrisa.

—No aquí —lo regaño.

Me giro y quito un par de botellas de cerveza de la barra, tirándolas.

—Lo siento mucho, ¿sabes? —me dice a la oreja—. No quise que nos echaran de allí y nos pusieran en esta situación con mi padre.

Asiento, bastante segura que lo dice en serio. Es buena persona, y lo he visto en su mejor momento. En este momento, está en una mala racha, pero estuvo a mi lado cuando nadie más lo estuvo, así que quiero creer que se enderezará.

Miro a Sam, recordando cómo Jacob fue mi único amigo después de romper con ese imbécil. Todos los demás se pusieron de parte de Sam.

—Entonces, ¿mi padre es amable contigo? —pregunta, alejándose y soltándome.

—Por supuesto. ¿Por qué no lo sería?

Se encoge de hombros.
—Solo estoy asegurándome. Antes solía ser un imbécil. Engañaba mucho a mi madre, y por eso no nos llevamos bien. —Hace una pausa y luego agrega—: Solo para explicar la tensión que probablemente sientas entre nosotros.

¿Engañar? ¿Por qué no me dijo esto antes? Jesús.

Sin embargo, Edward no parece ser de esa forma. No me parece tan superficial.
Pero las personas crecen y cambian. Quizás fue un hombre diferente hace veinte años.

Pero espera…

—Pensé que dijiste que tus padres se separaron cuando tenías dos —le pregunto.
Si era tan joven, ¿cómo lo recordaría?

—Sí. —Empieza a caminar hacia el final de la barra—. Solo sé lo que me dijo ella. Al parecer no era bonito, así que no le creas ninguna mierda. Le gusta presionar a las mujeres, lo que probablemente sea la razón por la que todavía está soltero.

Bueno, su padre sí parecía confundido hoy cuando trató de decirme que me quedara en casa, y me planté en mi sitio. Creo que está acostumbrado a que la gente siga sus órdenes. La última declaración de Jacob suena como verdadera.

—Vamos a ir al Cue —me dice Jacob, abriendo la partición y caminando hacia el otro lado de la barra—. Te veré en casa.

—No llegues tarde —murmuro.

Su turno no comienza hasta las diez de la mañana, pero quiero verlo cuando llegue a casa. No hemos tenido mucho tiempo juntos hoy.

Él y sus amigos se escurren por la puerta principal, se dirigen a The Cue para jugar al billar, pero Sam echa una mirada en mi dirección mientras se dirige a la puerta, pasando su brazo alrededor de Shawna Abbot. Sus ojos se posan en mi pecho y luego vuelven a subir, mirándome con una parte de deseo y tres partes de amenaza.

Y durante dos años ha sido solo eso. Recibir las miradas asquerosas que me lanza por miedo de reaccionar otra vez. Sin embargo, me ha dejado en paz, así que simplemente lo evito y finjo que no está allí.

Ambos grupos se van, decidiendo encontrar su diversión en otro lugar, pero antes que la puerta de entrada tenga la oportunidad de cerrarse, mi hermana la atraviesa, y un par de compañeras de trabajo la siguen. Todos los ojos en la habitación se vuelven hacia ellas, mirando a las mujeres sexys en sus diminutas blusas y tacones altos.
The Girl Gets Around, de Sammy Hagar, suena en la máquina de discos, y Tanya se dirige a la barra, sosteniéndose en el borde y haciendo un pequeño baile mientras canta en play-back para mí.

Es todo un personaje.

—¿Ya terminaste? —pregunto por sobre la música, mirando el reloj en la pared—. No me iré por al menos otra hora.

—Está bien. —Tanya le resta importancia con un gesto mientras se estira y saca el ron y los vasos limpios frente a mí—. Necesitamos relajarnos antes de ir a casa a dormir de todos modos.

Sirve un solo trago, vuelve a colocar la botella y toma la pistola de soda, llenando su vaso con Coca-Cola Light.

Saco la pala del recipiente de hielo y agrego unos cubos a su vaso antes de bajar por la barra, revisando a los clientes.

Sustituyo las cervezas de Grady y Rich, vuelvo a servirle al marido de Esme jugando al video póker, y mezclo tres Cosmos para unas pocas damas que dejaron sus ediciones de The Gift de Deepak Chopra en su mesa, las que traen todas las semanas para que sus maridos piensen que, de hecho, están en una reunión del club literario.

—¿Quieres saltar aquí atrás? —grita Esme a Tanya—. Necesito reponer cerveza.
Lanza una mirada a Esme, pero se levanta y va detrás de la barra. Esme va por el pasillo donde se guarda el refrigerador y la cerveza.

—Saca todas las propinas y comienza a llenar el jarro otra vez —digo a mi hermana desde el otro extremo—. No tendrás una parte de las mías.

Se ríe, mirándome con aire de suficiencia mientras se lleva las manos a las caderas. Me vuelvo para mezclar un Screwdriver para otro cliente, y lo siguiente que sé es que hay un rollo de dinero en mi rostro.

—Como si necesitara tus diez centavos y cinco monedas, nena —responde con aire de suficiencia.

Abro los ojos de par en par, mientras miro boquiabierta.

—¿Qué demonios? —Lo tomo de su mano y abanico los billetes, viendo muchos de uno, pero una impresionante cantidad de decenas y veinte también.

—Ese es el aspecto que tiene hacer tu alquiler en una noche, cariño. —Me lo quita de la mano—. Tuvimos una despedida de soltero.
Muchos tipos borrachos tirando dinero. La veo volver a deslizar el dinero dentro de su bolsillo trasero y frunzo el ceño ante el brillo de sus ojos. Tiene sentido que haga muchísimo más que yo. Yo trabajo en un bar. Ella trabaja en un club. Ella entretiene. Yo sirvo bebidas.

Sin embargo, debe ser agradable irse a casa esta noche, sabiendo que puedes pagar tus cuentas mañana. Que puedes ir a la tienda de comestibles y poner lo que quieras en tu carrito.

Alzo la vista a sus ojos, y puedo decir que está pensando exactamente lo mismo. También podría ser más fácil para mí si acepto la oferta de trabajo de su jefe.

No haré tanto como mi hermana siendo camarera allí, pero ganaría más que aquí.
Pero, aunque The Hook puede ofrecer dinero rápido, nada sobre ese lugar es fácil. Los hombres miran a Tanya como una comida gratis, y soporta mucha mierda.

Aun así, sin embargo… estoy cansada de preocuparme por el dinero cada maldito día.

Vuelvo a trabajar, pero puedo sentir sus ojos en mí. Piensa que soy un hámster en una rueda.

—Cállate —murmuro.

Resopla.

—No dije nada. Ni una sola cosa.

—Gracias —digo, saliendo del Mustang de Tanya poco más de una hora después. Doblo el asiento delantero y agarro mi bolso de la parte de atrás, miro rápidamente por encima del hombro para ver si el auto de Jacob está en el camino de entrada.

No está. Solo la camioneta de Edward.

Sacudo la cabeza.

—No trabajas mañana, ¿verdad? —pregunta Tanya.

Me vuelvo.

—No, pero lo hago el sábado a la noche. Te enviaré un mensaje de texto con mi agenda más tarde.
—Bueno.

Cierro la puerta y busco la llave de la casa en mi bolsillo.

—Te amo. Adiós —grito.

—¡Oh, compré algo para ti, por cierto! —chilla Tanya a través de la ventana abierta del lado del pasajero—. Mira en tu mochila cuando entres en tu habitación. Pruébalo. Mira cómo se siente.

Me detengo, doy media vuelta y clavo los ojos en ella.

—No otro vibrador… —gimoteo.

Echa la cabeza hacia atrás y se ríe del presente que me regaló por mi cumpleaños número dieciocho el año pasado. No habría sido tan malo si no me hubiera dejado abrirlo en una fiesta llena de gente.

—No eso —asegura—. Pero definitivamente es algo que tú y Jacob pueden disfrutar juntos. —Y luego mueve su barbilla hacia la oscura casa detrás de mí—. O, mmm… tal vez al hombre de la casa también le guste. Me refiero al otro hombre de la casa.

Menea sus cejas y le lanzo una mirada sucia.

—Ni siquiera quiero abrir el paquete ahora.

—¡Buenas noches! —se burla y se aleja de la acera.

Imbécil. Amo a mi hermana, pero sabe cómo avergonzarme.

Después de abrir la puerta de entrada, entro, la cierro, bloqueo la cerradura y miro alrededor de la sala oscura. Está ordenado, y paso frente a la entrada de la cocina, mirando la pequeña luz de la cocina dejada de forma que pueda ver. El fregadero está vacío de platos por lo que puedo ver, y exhalo, amando la sensación de volver a una casa limpia.

Subo las escaleras, la casa emite un silencio espeluznante a mi alrededor. Caminando por el pasillo oscuro, levanto la cabeza y veo la puerta del dormitorio de Edward justo delante de mí. Está cerrado y no brilla luz debajo de la puerta.

Abro la primera puerta a la izquierda y enciendo el interruptor, descubriendo lo que ya sospechaba. La cama está vacía, Jacob todavía está afuera.

Dejo caer mi bolso, cierro la puerta silenciosamente y saco mi teléfono del bolsillo trasero.

Estoy en casa. ¿Dónde estás?, escribo y espero a que aparezcan los tres pequeños puntos, mostrándome que está respondiendo.

Pero después de unos minutos, no pasa nada, y arrojo mi teléfono a la cama.
Tiene que estar trabajando en ocho horas, y será mejor que vaya. De lo contrario, no vendrá conmigo cuando ahorre lo suficiente como para salir de aquí.

Me quito los zapatos y me dirijo hacia la cama, lista para desplomarme y descansar mis pies cansados, pero me detengo, recordando el “algo” que mi hermana dijo que puso en mi bolso. Dando la vuelta, recojo mi bolso y lo abro, poniéndolo en la cama. Y allí, justo en la parte superior, hay una bolsa de compras con rayas rosas que no puse ahí. Es de Victoria's Secret.

Al desenrollar el paquete, alcanzo el interior y al instante lleno mi mano con tela. Reprimo un gemido, y mis ilusiones mueren. Saco las bragas de encaje de color crema y la camisola a juego que no se ve lo suficientemente grande como para cubrir mucho. El escote es bajo, y no es lo suficientemente larga como para cubrir mi estómago.

Definitivamente es bonito. Y sexy. Pero es increíblemente pequeño. Jacob tendría un día de campo, viniendo a la cama para encontrarme en esto.

Sin juegos preliminares. Estaría encima de mí en un segundo.

Pero ¿por qué me compró esto? No es que no use ropa interior sexy. No necesito lecciones sobre cómo mantener a un chico interesado, gracias.

Pero luego veo un pedazo de papel sobre la cama que debe haber estado con la ropa. Recojo la media hoja y leo el volante.

Noche de aficionados

¡Mójate! (Tu camiseta, como sea)
27 de mayo a las 9 p.m.
The Hook en Jamison Lane
¡¡Gran Premio $300!!

—Genial. —Me río entre dientes y dejo caer el volante y la ropa, sacudiendo la cabeza. Mi propia hermana está tratando de cambiarme de trabajo. ¿Qué demonios le pasa?

No le mostraré mis tetas a todos los viejos de la ciudad para tener la oportunidad de ganar trescientos dólares. Puedo trabajar en Grounders, porque disfruto de algunas personas, escucho música y tengo un trabajo en el que gano propinas, así que tengo un poco de dinero en efectivo después de cada turno, pero no hay nada sobre un concurso de camisetas mojadas que disfrutaría, a menos que estuviera borracha. Tal vez.
Me aseguro que las persianas estén cerradas, me quito la camiseta y desabrocho el jean corto. Dejo que todo caiga al suelo, estiro la mano y desabrocho el sujetador, y luego busco una camiseta del buró.

Sin embargo, me detengo y observo la nueva lencería que yace en la cama. Jacob podría lamentarse por quedarse afuera cuando llegue a casa para ver lo que se perdió.

Quitándome las bragas, alargo la mano y tomo la ropa interior nueva y suavemente me pongo todo. Mi taza de café con bolígrafos y lápices descansa sobre la cómoda, estiro la mano y saco las tijeras, cortando las etiquetas de todo.
De pie frente al espejo, me revuelvo el cabello y paso mis manos a través de este, ajustando la tela en mis caderas y mis senos en las copas sin alambres. Me doy vuelta, mirándome en el espejo por encima del hombro.

No puedo evitar la sonrisa que se asoma. Tanya no es estúpida, ¿verdad? Es el color perfecto en mí, mi bronceado ya está en pleno apogeo. Las bragas se asientan perfectamente en mis caderas e incluso sin mucho apoyo en la parte superior, mis senos permanecen erguidos y favorecedores. Paso la mano por mi estómago liso y plano y por las curvas de mi cintura, deseando que alguien estuviera aquí para apreciar la vista y hacerme sonreír.

Un charco de calidez se asienta entre mis muslos, y no puedo evitar pensar cómo una simple muda de ropa puede hacerte sentir un mundo de diferencia. Me quito una de las tiras de mi hombro, amando lo sexy que me siento. El pulso en mi clítoris comienza a latir, y definitivamente estoy de humor ahora.

Subiendo la tira en mi hombro, agarro mi teléfono y le envío otro mensaje a Jacob, notando que todavía no me ha enviado un mensaje de texto.

Te necesito en este momento, cariño. *guiño guiño*

Espero, pero los tres puntos aún no aparecen. Inicio la aplicación Spotify en mi teléfono, reproduzco Run to You, teniendo cuidado de mantener el volumen bajo cuando me dejo caer sobre la cama.

Estoy completamente despierta ahora.

Y excitada.

Cerrando los ojos, dejo que la música corra bajo mi piel y lentamente deslizo la punta de mis dedos por mis muslos, y subo por el interior de mi pierna, haciéndole cosquillas a la carne hasta que se me eriza la piel. Suavemente acuno entre mis piernas, muevo mis caderas y froto, mi sangre comienza a calentarse y mi corazón late más rápido mientras mi clítoris hormiguea.
Gimo, sintiendo mis endurecidos pezones frotándose contra el encaje. Con la otra mano tomo un seno y lo aprieto mientras giro la cabeza hacia un lado, mi cabello cae en mi rostro.

A veces me pregunto si alguna vez podría hacer lo que hace mi hermana. Cuando veo todo el dinero que trae a casa, y estoy cansada de la preocupación y el estrés, ¿podría hacerlo?

Me doy la vuelta y me pongo de rodillas mientras me inclino con las manos sobre la cama entre mis muslos. Presiono mis brazos contra mis pechos, forzándolos a juntarse, llenos y a punto de salir de la parte superior. Girando la cabeza, mi cabello acaricia mi espalda mientras mantengo los ojos cerrados y empiezo a moverme con la música.

No, no puedo hacer lo que ella hace. No quiero que muchos hombres me miren.
¿Pero un hombre? ¿Como un novio? Un hombre que me anhele y que me mire con ojos posesivos mientras bailo para él…

Él me está mirando. Estoy en una habitación oscura, un escenario brillante y blanco debajo de mí, y una suave luz púrpura por encima. Avanzo a cuatro patas, gateando y mordiéndome el labio inferior, inclinándome hacia adelante, extendiendo mis muslos y mis rodillas presionando el suelo mientras llego al escenario.

Está atrás, lejos, pero está allí. Es el único allí. Estoy solo para él. Se esconde en las sombras y apoya su hombro en la pared mientras me mira. Muevo mis caderas lentamente, tentándolo y provocándolo, y luego me pongo de rodillas, agarrando la cabecera para sostenerme mientras bailo y me muevo.

La tira del sujetador cae por mi brazo, y tomo mi pecho desnudo, mirándolo por encima del hombro. El cigarrillo o puro en su mano cuelga a su lado, quemando una corriente de humo en el aire. Pero parece haberse olvidado de eso mientras me mira.

Se me ocurre que Jacob no fuma, pero la idea se va tan rápido como se presenta.
Quiero que me vea. Quiero que me desee. Siento que me desea y me gusta. Dios, me gusta. Sigue mirándome. Me pregunto cómo sabe su boca. ¿Cómo se sienten sus dientes? Mis pezones se tensan y se endurecen, anhelando su boca.

Haré que te corras. Sigue mirándome. Sigue mirándome.

Me apoyo en mis manos, moviendo mis caderas más rápido y más fuerte, y puedo sentir mi piel humedecerse de sudor mientras froto mi coño y muevo mi trasero por él.

Solo él.
—Oh, Dios —gimo, sintiendo mi orgasmo—. Ya voy, ya voy…

Pero luego un fuerte portazo hace eco en toda la casa, levanto la cabeza y abro los ojos. ¡Mierda!

Me congelo, escuchando. Las tablas del suelo en el pasillo crujen, y alguien se mueve por el pasillo y luego baja las escaleras. Salto de la cama con prisa, en caso que sea Jacob.

No desperté a su padre, ¿verdad? ¡Eso fue tan estúpido! ¿Qué pasa si la cama estaba crujiendo?

La vergüenza arde como fuego en mi rostro, y avanzo hacia la puerta de la habitación, abriéndola para echar un vistazo. El pasillo todavía está oscuro, pero puedo oír voces y luego una puerta se cierra de golpe.

Frunzo el ceño. Al cruzar el pasillo, me escondo rápidamente en el baño y cierro la puerta. Manteniendo la luz apagada, me acerco a la ventana y abro una de las persianas.

—Sí, no te preocupes por eso. No me importa que me despierten por esto. —Escucho decir a Edward, y me asomo para verlo de pie al lado de la piscina, hablando por su teléfono—. Los bebés son impredecibles. Toma el tiempo que necesites. Estaremos bien en los próximos días.

Está vestido con un pantalón gris, pero sin camisa, y lo veo frotarse el cuero cabelludo mientras bosteza. Mis hombros se relajan un poco. La llamada probablemente lo despertó.

Asiente a quien sea que esté hablando por teléfono.

—Envíanos un mensaje de texto cuando nazca el niño. Felicidades, hombre.

Luego se ríe, y mis músculos se relajan, muy agradecidos. Eso hubiera sido embarazoso si me hubiera escuchado.

Me muevo para cerrar la ventana otra vez, pero veo que toma algo de un plato en la mesa del jardín y se lo pone en la boca mientras sigue escuchando a quien esté hablando por teléfono.

Me detengo, mis ojos se agrandan cuando lo veo encender una colilla de cigarro. El vello en mi cuello se eriza y mi pulso se acelera. Cierro la persiana de golpe, sin importarme si me escucha.

¿Qué demonios? No lo he visto fumar. ¿Por qué habría aparecido eso en mi…?
Vuelvo a mi habitación, cierro la puerta y me quito la ropa interior. Poniéndome una camiseta y pantalones cortos de hombre, apago la música, la luz y me subo a la cama.
Tanya y sus estúpidos y malditos mensajes subliminales y mierdas. Muchas gracias.

—Oye, Sue. ¿Está mi padre en casa? —pregunto por teléfono.

Escucho a mi madrastra moverse en el otro extremo. Una puerta de malla cruje.

—¡Charlie! —grita, su voz ronca por años de fumar—. ¡Es Isabella!

La puerta se cierra de nuevo, y creo que escucho la freidora en la cocina. Casi puedo sentir el linóleo granuloso bajo mis pies desde aquí. Estoy tan contenta de estar fuera de ese remolque, incluso si eso significa molestar al padre de Jacob.
—¿Necesitas dinero? —dice mientras espero que mi padre se ponga al teléfono—. Porque no tenemos nada. Tu padre se lastimó la espalda y perdió algo de trabajo hace un par de semanas, así que las cosas están apretadas en este momento.
Parpadeo.

—No, yo… —tartamudeo, agravada por su pregunta—. No necesito dinero.

Y si así fuera, serían las últimas personas a las que les pediría. Mi padre nunca tiene efectivo por más de un día antes de quemarle un agujero en el bolsillo. Una de las muchas razones por las que mi madre se fue.
Pero al menos mi padre se quedó.

—¡¿Charlie?! —lo llama otra vez, pero luego gruñe a los perros—. Salgan del camino, ustedes dos.

Sacudo la cabeza, la sospecha previa de que un mensaje de texto hubiera sido mejor ahora se solidifica. Si mi papá logra llegar al teléfono, simplemente colgaré sintiéndome enojada porque sea tan cálido como esta mujer. Gracias a Dios que no fue mi madrastra por mucho tiempo bajo ese techo. Me fui tan pronto como pude.

—Solo quería que supieran que me mudé —explico—. En caso de que necesiten mi nueva dirección.

—Ah, sí, claro. —La escucho inhalar y sé que está fumando—. Te mudaste con Jacob a la casa de su padre. Sí, lo hemos oído.

—Sí, yo…

—¡Charlie! —grita de nuevo, interrumpiéndome.
Me cubro los ojos, exasperada.

—Está bien —le digo—. Eso es todo para lo que llamé, así que no molestes a papá si ya lo sabe. Los llamaré… más tarde.

—Está bien. —Sopla humo—. Bueno, cuídate y llamaré dentro de una semana más o menos. Te invito a cenar o algo así.

Mi cuerpo tiembla con una risa amarga que contengo. No es gracioso. Es triste, realmente. Pero cuelga sin esperar a que le diga “adiós”, y dejo escapar un suspiro, lanzando mi teléfono sobre la cama.

Ni mi padre ni mi madrastra son malas personas, aunque tampoco ninguno me llamó el día de mi cumpleaños.

Nunca fui golpeada, matada de hambre o abusada verbalmente. Solo un poco olvidada, supongo. Lucharon por algo bueno en la vida, por lo que era demasiado pedir que dejaran que la responsabilidad o la preocupación por sus hijos interfirieran con el pequeño placer que lograban reunir con sus noches de cerveza y bingo.

Después que Tanya se fue y consiguió su propio lugar, no tuve a nadie con quien hablar. No era nadie en ese remolque, y nunca más quería volver a sentirme sola.
Recojo mi libreta de la cama y reanudo la tarea de mi clase de verano ese día. Mi libro de texto se abre frente a mí y pulso mi lápiz mecánico para obtener más ventaja.

Suena un golpe en la puerta de la habitación, y levanto la cabeza, tensándome.

—¿Entre? —digo, pero parece una pregunta. Jacob no llamaría. Debe ser su padre. ¿Dejé la ropa en la secadora? ¿La estufa encendida? Repaso mi lista mental de verificación.

La puerta se abre, y Edward se queda allí, sosteniendo la perilla, pero se mantiene plantado en el pasillo.

—Voy a pedir pizza para la cena —me dice—. ¿Jacob estará en casa pronto?
Jugueteo con el lápiz en mis manos.

—Uno de sus amigos fue promovido en la compañía de cable —le explico—, así que van a tener una fiesta en la granja de su padre. Estoy segura que llegará bastante tarde.

Se queda allí un momento, su gran cuerpo llena toda la puerta. Mis ojos siguen moviéndose hacia los tatuajes en sus brazos, así que simplemente miro hacia abajo, pretendiendo estar absorta en mi trabajo.

—¿No vas a ir? —presiona.
Extiendo las manos, haciendo un gesto hacia la tarea frente a mí.

Asiente, comprendiendo.

—Bueno… —me mira por un momento, parece inseguro y luego continúa—, tienes que comer también, ¿no? ¿Qué tipo de pizza te gusta?

—No, está bien —le digo, negando—. Ya comí.

Sus ojos se posan en el plato con el sándwich de mantequilla de maní a medio comer en la cama, y sé lo que está pensando.

—Bueno.

Se mueve para cerrar la puerta, pero luego se detiene.
—Sabes que no necesitas esconderte aquí, ¿verdad?

Miro hacia arriba, enderezando mi columna vertebral.

—No me estoy escondiendo. —Me río un poco para disimular, pero creo que me ha atrapado.

—Estás haciendo los quehaceres —afirma—. Estás pagando por tu derecho a estar en la casa. Entonces, si quieres usar la piscina o traer un amigo o te gusta… salir de la habitación, está bien.

Me lamo los labios secos.

—Sí, lo sé.

—Está bien —dice finalmente—. Supongo que comeré la pizza solo entonces. Tendré sobras durante días, como de costumbre. —Suspira, sonando más patético.

—Entonces no pidas una grande —balbuceo, mirando mi libreta de nuevo.

Pero su risa silenciosa antes de cerrar la puerta me dice que escuchó mi comentario sabihondo.

Estoy segura que ha pedido muchas pizzas en todos los años que ha vivido aquí solo. Solo está tratando de ser amable y hacerme sentir bienvenida. Lo cual es genial por su parte, y lo aprecio, pero aun así no me hace sentir como menos que una vividora. No puedo dejar que me compre pizza también.

Y pienso en lo sola que me sentí al crecer en el remolque de mi padre e incluso lo sola que me he sentido con Jacob a veces. Tal vez Edward Masen está cansado de estar solo, de comer solo y de ver televisión solo, soy una invitada en su casa y tal vez le gustaría conocer a las personas que viven bajo su techo, ¿verdad? Es solo razonable.

Y tal vez estoy cansada de estar sola mucho, también, y tal vez todavía tengo hambre y la pizza suena bastante bien, en realidad.
Suelto un suspiro y aparto la libreta de mi regazo antes de ponerme de pie. Corriendo hacia la puerta del dormitorio, la abro y miro afuera.

—¿Pizza de Joe’s? —pregunto, viéndolo justo antes que bajara las escaleras.
Se detiene y gira la cabeza para mirarme.

—Por supuesto.
Es la mejor pizza del pueblo, así que es obvio. Salgo del dormitorio y cierro la puerta.

—¿Pedimos por mitades?
************************
Hola a todas que le parece el capitulo de hoy nos vemos el viernes con un nuevo capitulo gracias a todas por leer

5 comentarios:

cari dijo...

Jacob es un idiota , Bella es muy confiada y paciente y creo que en algún momento se cansara del idiota que tiene por novio, gracias 😘

Gaby Madriz dijo...

Por Dios!!! Espero que si la haya visto. Una imagen bastante sugerente

vani dijo...

Un guapo terrible, que vividor, ella trabajando y él se va de joda.
No sé que es lo que los mantiene juntos todavía no entendí bien pero es un imbécil total.
Podés ser joven pero conozco chicos que son responsables.

Ana dijo...

Madre mía, estos dos... Gracias por el capítulo

Kar dijo...

Hola hola nena Bella es muy ingenua al pensar que Jacob va a cambiar creo que solo esta con él en agradecimiento por apoyarla cuando terminó con Sam.
Ahora cuanto tiempo soportará la tensión que se está formando entre ella y Edward
Gracias por el capítulo nena voy por el siguiente
Saludos y besos

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
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De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina