miércoles, 20 de marzo de 2019

No puedo amarte Capitulo 14


Capitulo 14

Edward
Meadow Lakes. Quiero reír. No hay praderas, ni lagos y ciertamente no hay un lago en una pradera. Es un estacionamiento de tráileres viejos de sesenta años de antigüedad, lleno de basureros apoyados en bloques de hormigón.

¿De verdad creció aquí?

Estoy empezando a pensar que Jacob no estaba tan mal, después de todo. Miro a mi alrededor, asimilando los viejos tráileres plateados Airstream mezclados con algunas casas rodantes de los años 80s, con persianas rotas apenas visibles detrás de ventanas sucias y fachadas verdes con moho carcomidas por las termitas y sus aislamientos térmicos expuestos. Todo este maldito lugar es un riesgo de incendio esperando a suceder. No la quiero aquí. No tiene que quedarse en mi casa, pero simplemente... no aquí.

Isabella está sentada en el asiento junto a mí, pasa lentamente sus manos una sobre la otra, mirando fijamente hacia abajo de forma inexpresiva, perdida en sus pensamientos. No puedo sacudirme la sensación de que está intentado postergar tener que mirar por la ventana tanto como sea posible.

Todavía no está oscuro, pero el sol se ha puesto y una par de niños salen corriendo de entre dos casas rodantes, persiguiendo un balón. Bajo la velocidad en caso que corran hacia la calle.

—Justo ahí —dice Isabella.


Echo un vistazo, viéndola señalar hacia mi izquierda y sigo su mirada hacia un tráiler con un revestimiento verde lima asqueroso y aprieto los dientes.

Una unidad de aire acondicionado sobresale por la ventana de enfrente, una cerca de madera desvencijada y vieja rodea la base, hay partes caídas y rotas sobre el césped o simplemente hay secciones faltantes y el porche está lleno de porquerías al azar, ropa y un par de bolsas llenas de basura. Tres jóvenes están de pie en el porche, fumando y hablando.

—¿Aquí? —Me volteo y le pregunto.

Pero solo se desabrocha el cinturón de seguridad, preparándose para bajarse.

—¿Quiénes son esos tipos? —digo.

Levanta la mirada solo por un momento antes de apartar sus ojos de nuevo, tomando su bolso.

—Probablemente sean mi hermanastro y un par de sus amigos.

Me detengo frente al tráiler, dado que la pequeña entrada para auto está ocupada y apago el motor.

—¿Tienes un hermanastro? —No lo ha mencionado.

Solo se encoge de hombros.

—En el sentido técnico —dice, esbozando una sonrisa—. No hablo mucho con él.

—Pero vive aquí —digo intentado conseguir algo de claridad.

Asiente y antes que pueda decir algo más, se baja de la camioneta, llevando su bolso con ella.

Bueno, ¿cuántas habitaciones puede tener este lugar, si hay otro chico viviendo aquí? ¿Siquiera tiene una cama?

Saca una maleta de la parte trasera, pasa su bolso por encima de su cabeza, y guía el camino. Tomo una caja y la sigo, apretando mis dientes para mantener mi jodida boca bajo control. No sé si estoy furioso o preocupado o qué, y no sé si tengo derecho de sentir esas cosas o si cualquier preocupación está justificada. Probablemente estará bien. Esta es su familia. Yo solo...

Siento como si fuera a explotar en cualquier segundo.

Subimos los pocos escalones hacia la puerta principal y Isabella apenas si mira a su hermanastro y sus amigos mientras abre la puerta.

—Riley, este es el papá de Jacob —murmura—. Edward, este es mi hermanastro, Riley.

Me giro hacia el chico y se endereza, tendiéndome su mano.

—Qué tal, hombre.

Muevo la caja en mis brazos y logro estrechar su mano.

—Hola.

Es bajo y fornido para ser un chico, de la estatura de Isabella, pero intenta compensarlo con un tatuaje en el cuello y una chaqueta de cuero negra.

En verano.

—Así qué, ¿ahora estás en casa? —le dice, tomando un trago de su cerveza.

—Sí.
Uno de los amigos de Riley le da un codazo.

—¿Ella es la que es desnudista?

Aprieto mis dedos alrededor de la caja.

Resopla, casi escupiendo su cerveza.

—No, hombre. Esa es la otra. —Pero entonces sus ojos van hacia Isabella, moviéndose de arriba abajo con una sonrisita—. Aunque, esta también puede bailar un poco.

Todos se ríen y siento un bulto subiendo por mi garganta como un gruñido. Tranquilizándome, me volteo y abro la puerta para Isabella, obligándola a entrar.

Debo ser más indulgente. No es como si yo no fuera el ocasional idiota de tiempo en tiempo mientras crecía.

¿Cómo demonios sabe cómo baila?

Me doy una sacudida mental y respiro profundamente. Deja su mierda y ve a casa. No es mi problema. Esta es su decisión. Y si yo fuera ella, habría hecho lo mismo.

Estoy realmente orgulloso de mí. No es ajena a mis exabruptos o mis demandas prepotentes y me estoy manteniendo asombrosamente callado, dado el hecho que odio este vecindario y toda esta situación está desgastando mis engranajes. Puedo aguantarlo durante cinco minutos más, ¿cierto?

Y si lo hago, quizás entonces me premiaré con Dairy Queen de camino casa por mantener mi boca cerrada por una vez.

Su padre, Charlie, está desmayado en un sillón reclinable a la izquierda, la televisión reproduciendo alguna serie en un volumen bajo, mientras un par de mujeres están sentadas en la mesa de la cocina a la derecha. Están fumando cigarrillos con latas de cerveza frente a ellas. El equipo de sonido de un auto resuena a la distancia y unos pocos petardos de pólvora explotan afuera a nuestro alrededor.

—¿Necesitan ayuda? —pregunta una señora de cabello oscuro desde la mesa. Levanta su cerveza, tomando un trago y dándome apenas algo de atención.

Isabella sacude su cabeza y se desvía hacia la cocina, alrededor de las señoras en la mesa. No nos presenta y ciertamente no me importa si esta señora no lo hace. Su hija o su hijastra, viene a casa con un hombre que nunca has visto ¿y eso no hace que le hagas al menos una pregunta?

Asumo que es su madrastra, de cualquier forma, ya que tiene los mismos ojos pequeños y cafés del chico de afuera.

Inhalo el olor a desinfectante mezclado con un toque de burritos y tierra húmeda, como si algo se hubiera mojado por la lluvia o estuviera pudriéndose en algún lugar. Avanzamos por el pasillo con nuestras pisadas creando un ruido sordo mientras entramos a la primera puerta de la izquierda.

—Puede haber algo de ropa sucia para lavar que arrojáramos allí—dice la mujer de la mesa—. Recógelo y llévalo a la lavadora, ¿quieres?

Tomo otra respiración profunda. Estará bien.

Abre la puerta de la habitación y miro el interior de su vieja habitación. Mi mandíbula se tensa.

—¿Dónde está mi cama? —grita Isabella, suspirando.

Pero nadie le responde.

La habitación está repleta de jodida basura. Tiene un tocador al que le faltan cajones, una toalla de playa colgando de su ventana y telarañas en la esquina del techo. Puedo oler la pila de ropa sucia que ahora habita su cuarto y entrecierro mis ojos hacia el agujero en la pared.

No.

Isabella baja su maleta y se voltea hacia mí, tomando la caja.

—No te preocupes —dice, sonriendo a la que sea la mirada que tengo en el rostro—. Estaré bien. Me conoces. Tendré este lugar como nuevo para mañana.

Pero no le daré la caja, manteniéndola segura en mis brazos.

Arranco mis ojos lejos de la trampa para ratones situada al lado del conducto de calefacción sin rejilla para mantener los roedores fuera y bajo mi mirada dura hacia ella.

—Demonios, no —gruño—. He terminado esta conversación. Nos vamos ahora.

Sosteniendo la caja en la curva de un brazo, me agacho y tomo su maleta con la otra mano e inmediatamente me volteo, saliendo rápidamente de la casa.

—¿Disculpa? —Sale apresurada detrás de mí, atónita.

Pero ya me estoy marchando. Ignoro a las mujeres en la cocina y ni siquiera volteo para ver si su padre se ha despertado antes de atravesar la puerta del frente y pasar junto a los chicos que siguen holgazaneando en el porche.

—¡Edward! —grita detrás de mí.

La ignoro. Sé que me seguirá. Tengo todas sus cosas.

Dejando la caja y la maleta en la parte trasera de la camioneta, saco mis llaves y subo al asiento del conductor. Camina alrededor de la parte frontal de la camioneta y abre la puerta del lado del pasajero.
Me fulmina con la mirada.

—¿Qué demonios estás haciendo?

—No te vas a quedar aquí. —Enciendo el motor.

—¿Cuál es tu maldito problema? —dice con fuerza.

Miro a través de mi ventana, viendo a los chicos en el porche mirándonos curiosos.

—¿Tu hermanastro ha intentado algo contigo? —le pregunto.

—Nada que no pueda manejar.

—¿Y sus amigos?

Toma una respiración y sé que intenta mantener la calma. Está impaciente por mis preocupaciones.

—Estaré bien —afirma—. No soy tu hija. Mi papá está aquí.

—Tu papá no es... —digo abruptamente, pero me detengo.

Insultarla no nos llevará a ningún lado.

Presiono mi espalda contra el asiento y golpeo mi puño contra el volante.

Su padre no es un hombre malo. Por lo que sé sobre él de todas formas. Incluso hemos hablado un par de veces en el pasado.

Pero es débil.

Es un borracho y un perdedor. Es el tipo de persona que hace lo mínimo en la vida y aporta migajas, porque es demasiado perezoso para luchar por algo mejor. No puede estar allí para ella.

—Esto es estúpido —digo—. No vas a cambiar un hogar perfectamente bueno, en un vecindario agradable y seguro, por esto. Trágate tu orgullo, Isabella.

—¡No pertenezco a tu casa! —Furia quema sus ojos—. Y esto es de donde vengo, gracias. Jacob va a regresar, eventualmente y es tu hijo. ¿Cómo crees que va a funcionar con los dos allí? No tengo derecho.

—Lidiaremos con eso.

—No —responde—. Este no es asunto tuyo. Esta es mi casa.

—¡Esta no es una casa! Tú no...

Abro mi boca para terminar, pero mi corazón está latiendo tan fuerte y estoy asustado por lo que iba a decir.

Mi respiración es superficial y rápida, dirijo mis ojos hacia adelante de nuevo y lejos de ella. Bajo mi voz.

—No tienes a nadie que se preocupe por ti en este agujero de mierda.

—¿Y lo tengo en tu casa?

Muevo mis ojos hacia ella, la respuesta a esa pregunta viene tan fácilmente y es tan pesada en la punta de mi lengua que quiero decirle.

Pero no lo hago.

Y se queda mirándome fijamente, mi respuesta no dicha colgando entre nosotros. Titubea, la comprensión suavizando sus ojos.

—Solo entra a la camioneta —le digo con los dientes apretados—, y vayamos a casa.

—Pero...

—¡Ahora, Isabella! —Golpeo el volante con la palma de mi mano.

Toma una respiración con sus ojos encendidos. No sé si la asusté o si está preocupada por hacer una escena, pero se sube rápidamente a la camioneta y cierra la puerta de golpe. Está tensa y enojada y probablemente piensa que lidiará conmigo más tarde, lejos de las miradas indiscretas de los demás, pero no me importa. Ya la tengo y vamos a salir de aquí.

Muevo la camioneta y me pongo en marcha, girando y luego retrocediendo para dar una vuelta en U. Finalmente de frente hacia el camino por donde llegamos, presiono el acelerador y nos saco de allí, conduciendo de regreso por el sendero y entrando a la calle que nos llevará de regreso al pueblo.

No tengo idea de lo que su hermanastro o hermanastra probablemente estaban pensando y realmente no me importa en absoluto. Que piensen lo que quieran durante los próximos cinco minutos, porque es exactamente ese tiempo lo que les tomará olvidar que existe de nuevo.

No hay duda de por qué se mudó de aquí en primer lugar. No creo que fuera abusada o cualquier otra cosa así, nunca escuché hablar alguna cosa así sobre su padre, pero definitivamente fue desatendida y descuidada. Se merece algo mejor.
Los árboles se ciernen a ambos lados de la oscura autopista y bajo mi ventana por algo del muy necesitado aire.

No dice nada, solo se queda ahí sentada, inmóvil y podría patearme, porque debí haber hablado con ella en la casa en lugar de pasar por todo esto. Sabía cómo iba a terminar esto. No había forma de que se quedara en Meadow Lakes. Realmente no la estaba ayudando a mudarse en serio esta noche. Estaba encontrando mi coraje.
Pero ¿y si quería mudarse con su hermana? ¿O quedarse con una amiga? Aun así habría peleado con ella. Sé que lo habría hecho.

No es que no pueda cuidar de sí misma. Sé muy bien que puede hacerlo.
Simplemente, no quiero que tenga que hacerlo. En algún momento del camino me comprometí a ello.

Nadie más en su vida puede darle lo que merece y hasta que pueda mantenerse por su cuenta, tomaré esa responsabilidad. A la mierda todo. Se merece lo mejor. Va a obtener lo mejor.

Miro fijamente hacia adelante y apoyo mi codo en la puerta, pasando mi mano por mi cabello. Aunque no es mi decisión. ¿Cierto? Presionarla no me hace mejor que nadie más en su vida.

Y no quiero ser otro más que la reprima. También terminará resintiéndose conmigo. Si hay una cosa que he aprendido sobre relaciones, cualquier tipo de relación, es que nadie debe llevar los pantalones. Hay que saber cuándo entrar con fuerza y cuándo retroceder. Ambas partes.

Dar y recibir. Compartir el poder.

Freno y me giro lentamente hacia el lado derecho del camino, deteniéndome cuando un auto pasa rápidamente junto a mí.

Sus ojos se mueven, pero todavía no me mira.

Dios, lo que debe estar pensando.

—Lo siento —digo, mi tono ahora es más tranquilo y más suave—. No era mi intención ordenarte de esa manera. —Dejo caer mis manos del volante e intento bajar el ritmo de mi corazón un poco—.Jacob se está quedando con… —mi voz se va apagando, sabiendo que sabe con quién se está quedando—. Por el momento —termino—. Tendrás espacio y puedes ocupar la otra habitación de invitados. Es tu propio espacio. Te gusta mi casa, ¿verdad?

Respira, buscando las palabras.

—Sí, pero...

—Me gusta tener ayuda en la casa —explico—. Y es bueno venir a casa y no tener que hacer la cena cada noche. Mantengamos el mismo acuerdo.

Hace una pausa y el miedo aumenta gradualmente. Tal vez la leí mal, después de todo. Tal vez solo está intentando buscar la manera de zafarse de mí. Tal vez realmente no quiere quedarse en mi casa.

—¿Estarás contenta? ¿En mi casa? ¿Honestamente? —pregunto—. ¿Más feliz que regresar allá?
El silencio se estrecha entre nosotros y estoy empezando a sentirme estúpido. Como si hubiera malinterpretado todo y no estaba poniéndose cómoda bajo mi techo.

Pero todas la veces que tuve vistazos de ella esta semana: encendiendo sus velas, trabajando en el jardín, nadando en la mañana o cocinando en la cocina y agitando su cabeza de arriba abajo por una de esas horrorosas bandas que escuchó esta semana, parecía como si estuviera en casa, ¿sabes? Estaba sonriendo mucho, nos pusimos lo suficientemente cómodos como para bromear e incluso se portó de forma traviesa conmigo, añadiendo esas estúpidas coles y aguacates al sándwich de pavo de mi almuerzo del otro día.

Sonrío un poco, pensando en eso.
No quiero que tenga algo peor porque piense que no la quiero en mi casa, o que se le está imponiendo algo. Quiero estar seguro que sabe que no tiene que irse.
Parpadeo largo y fuerte, agotado de repente. Y odio jodidamente la idea de que esté en ese agujero de mierda con nadie allí que vaya a apreciar las cosas que hace.

Dejo caer mis ojos y mi voz.

—Por favor no me hagas dejarte allí.

Veo su cabeza girar en mi dirección y sé cómo debo estar sonando.

—Por favor —susurro de nuevo.

Está viéndome fijamente, pero me reúso a mirarla, porque estoy asustado de que mis ojos digan algo más o revelarán algo que está balanceándose en el borde de mi cerebro y que todavía no quiero enfrentar.

Está feliz en mi casa, está segura allí, tiene una cama y no hay jodidos ratones. Es así de simple.

Sí. Así de simple.

Después de un momento, la escucho inhalar tranquilamente mientras se estira y toma su cinturón de seguridad, abrochándolo.

Trago.

—Están pasando Fright Night en Netflix —dice—. ¿Mitad de pepperoni y mitad de taco?

Sonrío. Girándome hacia ella, veo sus ojos azules mirándome con el mismo humor que tenía cuando estábamos cortando la sandía el otro día.

Vuelvo a poner el auto en marcha y asiento.

—Llama —le digo—. La recogeremos de camino a casa.
*********

Hola a todas que les parecio el capitulo de hoy . nos vemos el viernes con capitulo nuevo.

14 comentarios:

carola dijo...

Que basurero de casa y las personas ahi son iguales. Gracias a Dios que le hizo caso a edward y se volvio con el.
Me frustra un poco que no se digan lo que sienten.
Amo la historia. Estare pendiente por el capitulo del viernes! Saludos

brigitteluna dijo...

muy buen capitulo

beata dijo...

Uff!! que bueno que se regresan, el panorama de la casa de su padre me dio escalofríos...
racias por el capitulo, espero el proximo para el viernes...

Marina dijo...

No puedo creer que bela viviera en ese basurero toda la adolescencia. Pobre encima el padre es mejor perderlo que encontrarlo y su madrastra y hermanastro me cayeron re mal.
Menos mal que edward obligo a bela a irse a vivir con el. Espero que jacob nunca vuelva

Anónimo dijo...

madre mia esta de infarto. me encanto mil gracias

Anónimo dijo...

Me encanto y creo q las cosas van a ponerse interesantes para este par

vani dijo...

Ambos tienen carácter fuerte!!!
Gracias por actualizar...

Jde dijo...

Muchas gracias por el capítulo
Que bueno que bella decidió quedarse con Edward de aquí algo nacerá

Ana dijo...

Hola, no he podido leer el 12 y el 13 y estoy perdida con la historia puedes revisarlos? Gracias

Annel Martin UnADM dijo...

hola ana aqui te dejo el enlace donde estan todos los capitulos de la adpatcion https://twilightsecretlove.blogspot.com/p/adaptaciones-en.html

Selene dijo...

Me encanta ☺

cari dijo...

Edward gracias por no dejarla en ese nido de ratas, donde nadie se preocupa por ella y solo vive basura gracias por rescatarla y llevarla de nuevo a tu casa 😉😜😘💕❤ gracias ya quiero mas capítulos 😜😘💕

Ana dijo...

Hola, gracias He conseguido leerlos en la versión web.

Somas dijo...

Sabiamos que no la iba a dejar pero es tan bueno leerlo todo apasionado por no dejarla en ese basurero!!

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina