lunes, 22 de abril de 2019

No puedo amarte capitulo 18


Capitulo 18

Edward
Maldita sea ella.

Maldita sea. No me voy a detener. A la mierda. No puedo.

Siguió presionando y presionando, presionando todos mis botones, todo lo que sabía me traería a esto, y yo quería que lo hiciera. En el fondo de mi mente, siempre supe que no podría no tenerla.

Agarro su trasero y caemos en su cama. Abre sus piernas y se sienta a horcajadas sobre mí, nuestros labios nunca rompen el contacto. Amo su boca. Caliente y dulce, y se burla de mí con esa lengua, meneando y deslizándose de maneras que me vuelven loco.

—Odiaba sentirme así. —Jadea.

—¿Así cómo? —Deslizo mis manos sobre ella, agarrando y apretando mientras respira por mi boca y me aprieta, poniéndome dolorosamente duro.

—Celosa —dice.


Me toma un momento recordar que estábamos peleando porque Jessica estuviera aquí. Deslizando mi mano por su camisa, tomo su pecho en mi palma, y deja escapar un pequeño grito ahogado. Gemí finalmente por tenerla en mi mano.

—Lo sé —digo—. Cuando saliste de la fiesta con esa mierda esa noche, estaba tan enojado. —Muerdo su labio inferior entre besos—. Como si tuviera diecisiete años otra vez y alguien más tomara lo que era mío.

Mi polla se hincha, y Dios, no puedo dejar de tocarla. Es tan malditamente hermosa. Su piel suave y cabello revuelto. El pequeño triángulo de tela roja entre sus piernas donde ya puedo ver que no mentía sobre estar excitada. Está mojada, y estoy hambriento por probarla.

Otro hombre para hacer mejor mi trabajo… Patrañas.

Aparto el cabello de su rostro mientras se presiona sobre mí y nos miramos a los ojos. Dice todo lo que siento y ambos estamos cayendo.

Maldición.
—¿Qué ves en mí, pequeña? —pregunto, sacudiendo la cabeza. No pude mantener feliz a una mujer de diecinueve años cuando yo tenía diecinueve. ¿Cree que puedo hacerlo ahora?

—No tienes ni idea, ¿cierto? —Toma mi rostro, besándome—. Cuando nos conocimos y vimos esa película juntos en el teatro, me sentí tan culpable. —Me besa de nuevo—. Porque cuando mencionaste que pasarían Poltergeist, yo... me sentí tentada, porque quería verte de nuevo —confiesa—. Había algo allí incluso entonces.

Me hundo en su boca, besándola larga y profundamente, mientras paso un brazo alrededor de su cuerpo y la presiono contra mí. Curvando mis dedos alrededor de la seda en su cadera, siento la necesidad de enterrarme dentro de ella en este momento.

Pero no. Para ella terminaré siendo una aventura, pero me aseguraré de que sea la mejor que haya tenido.

Le beso el cuello, chupando y mordisqueando todo el camino hasta su barbilla y deslizando mis pulgares sobre sus pequeños y duros pezones.

—Edward —suplica—. Por favor dime que tienes condones.

Asiento, volviendo a su boca.

—En mi cuarto.

—Más de uno, ¿verdad?

Sonrío.

—Sí.

—Ve a buscarlos.

La rodeo con mis brazos y me levanto, llevándola conmigo.

—Tengo una mejor idea.

Une sus tobillos detrás de mi espalda, y la llevo fuera de su habitación y por el pasillo hacia la mía. Necesitamos una cama más grande.

No deja de besarme todo el tiempo, y casi cierro los ojos de placer, porque no creo que alguna vez me haya sentido tan bien. Me va a arruinar tanto que nadie más lo hará nunca más.

Entramos a mi habitación, pateo la puerta detrás de nosotros, y la dejo en la cama. Pero cuando me alejo de ella y me levanto, protesta.

—No…

Retrocedo hacia la puerta, mirándola —finalmente teniéndola en mi cama— y siento que acabo de ganar la puta lotería.

Alcanzando detrás de mí, cierro la puerta con llave y la miro fijamente, mientras la luz de la luna entrando por la ventana a ilumina. Está sentada con las rodillas dobladas y las manos colocadas tras de sí, apoyándose en sí misma. Sus labios están hinchados por los besos, y ya la estoy imaginando desnuda entre mis sábanas.

—Dios, eres tan tierna —digo en voz baja.

Una sonrisa tímida juega en sus labios.

—En realidad no.

Arqueo una ceja ante su desafío.

—Entonces, ¿qué te gusta?

—¿Qué haces?

Una pequeña mierda.

Regresando hacia la cama, me inclino sobre ella y me empuño sus bragas.

—Dijiste que querías que comiera algo —le recuerdo—. ¿Dónde quieres mi boca?
Baja su mirada a mis labios.

—Sí… —Traga y acaricia su muslo interno, moviendo su mano hacia su entrepierna—. Aquí abajo.

—¿Y qué hay ahí abajo? —Juego con ella, manteniéndome fuera de su alcance cada vez que se acerca a besarme—. Usa tus palabras para adultos, Bella. ¿Qué quieres que bese?

—Um… —balbucea, excitándose y muriéndose por ello—. Um, mi...

¿Mi…?

Busca mi boca otra vez, pero me alejo, haciéndola descubrir sus dientes con un pequeño gruñido.

—Mi…

—¿Sí?

—Mi, um... mi coño —susurra.

Mis cejas se disparan, sorprendido. No esperaba esa palabra, en realidad, pero está bien.
—Quiero que me beses y me chupes —susurra, suplicando—. ¿Haz que me corra?

Y cierro mis ojos con fuerza por un momento, mi polla luchando contra mis jeans por espacio.

Mierda.

Todo lo que quieras.

Apretando mi mano alrededor de sus bragas, les doy un tirón y las rompo. La tela se desgarra y la arrojo al otro lado de la habitación mientras toma aliento.

Luego me quito mi propia camiseta y me sumerjo, llevando su lindo coño a mi boca.

—Edward. —Gime, agarrando mi cabeza contra su cuerpo y cayendo sobre la cama.

Jesús, estoy jodidamente drogado. He deseado esto por tanto tiempo, y finalmente la tengo, con las piernas extendidas sobre mi cama, su cuerpo rogándome.

Primero chupo su clítoris, estirándolo en mi boca y volviendo una y otra vez, haciéndola retorcerse y desesperarse por correrse. Lamo de arriba hacia abajo, girando mi lengua alrededor de su protuberancia y emborrachándome con su aroma y sabor. Sin embargo, después de un minuto pierdo el control, y la estoy besando y mordisqueando en todas partes. Curvo mi brazo debajo de su muslo y lo agarro por apoyo mientras me alimento de ella, haciéndolo tanto para mí como para ella. Su espalda se arquea cuando la golpeo con la lengua y gime.

Sigo haciendo eso hasta que jadea tan rápido que sé que está lista para desmoronarse. Palmeando uno de sus pechos, mantengo mi cabeza enterrada entre sus piernas hasta que siento que su estómago comienza a temblar y luego toma una respiración profunda y se congela cuando el orgasmo se afianza.

Grita, dejándolo ir, y continúo lamiendo sin parar hasta que comienza a calmarse.

—Bella —susurro contra su piel. No sé por qué digo su nombre, pero creo que tengo miedo de que no esté realmente aquí y todo esto sea un sueño.

Sus dedos se enredan en mi cabello, y me deslizo sobre ella. Alejando el sudor de su frente, la miro fijamente, observando sus mejillas sonrojadas y sus ojos brillantes, su pequeña camisa se ha levantado, exponiendo sus hermosos pechos y pezones.

Bajo, tomando uno en mi boca, chupando y arrastrándolo como a su clítoris. Gime y sus manos regresan para envolverse alrededor de mi nuca. Cambio al otro, arrastrando una mano por su cuerpo e intentando asimilarla tanto como pueda.

Sé que todo lo que hacemos está mal, y no sé cómo voy a explicar esto a alguien, pero aquí mismo —en este momento— no quiero estar en ningún otro lado. Ojalá pudiera morir tan feliz como lo estoy ahora. Aquí, en la oscuridad de la noche, en esta habitación oscura, detrás de una puerta cerrada, no necesitamos explicarle nada a nadie.

Porque solo este momento, es nuestro.

Me levanto de la cama y me pongo de pie, desabrochando mi cinturón y abriendo mis jeans. Busco en la mesita de noche y saco un condón de la caja, volviendo a levantarme y mirándola. Tiene las piernas cerradas, una rodilla ligeramente arqueada y las manos a los costados, frotando el edredón mientras me mira.

—¿Estás segura de esto? —le pregunto.

Asiente.

Me quito las botas y el resto de la ropa, poniéndome de pie otra vez. Al abrir el paquete, la miro, pero sus ojos se han reducido a otra cosa, su respiración se hace cada vez más superficial. Siento una sonrisa curvar las comisuras de mis labios, preguntándome cuántas otras palabras adultas sabe.

Pero no tengo la oportunidad de preguntar. Se sienta, balanceando sus piernas sobre el borde de la cama, y va por mi polla, llevándosela a la boca.
Gimo y jadeo al mismo tiempo, su lengua está húmeda y caliente cuando se retira y chupa la punta.

—Bella, por favor. —Agarro la parte posterior de su cabello, tratando de alejarla suavemente—. Eso me pondrá al borde, y quiero que te corras de nuevo.

Empujándola hacia atrás en la cama, me poso sobre ella, derritiéndome en su boca y besándola profundamente. Me acurruco entre sus piernas, y dobla sus rodillas mientras desliza sus uñas por mi espalda.

Deslizando mi mano debajo de su cuerpo, agarro su culo y presiono nuestros cuerpos, el mundo gira detrás de mis ojos cerrados. Tenerla debajo de mí, piel sobre piel... mi polla está tan dura que no puedo soportarlo.

Esto es mío.

Recostándome sobre mis talones, me coloco el condón, sin apartar la vista de ella.

—Estoy un poco asustada —dice, la preocupación arrugando su frente.

Me detengo, tratando de no apretar el puño alrededor de mi polla con demasiada fuerza.

¿Asustada?

—¿Qué pasa si hago demasiado ruido? —susurra.

Y exhalo, aliviado de que no esté teniendo dudas. Acaricio mi polla y vuelvo sobre ella de nuevo.

—Levanta tu camiseta, Bella —le susurro—. Quiero ver tus tetas cuando te folle.

Su aliento tiembla y una sonrisa emocionada juega en sus labios, pero levanta su camiseta para mí, y me zambullo rápidamente y agarro un pezón entre mis dientes otra vez.

Jadea y abre sus piernas, y la punta de mi polla encuentra el calor húmedo de su coño apretado como un jodido imán.

Subo, apoyándome en un brazo, e inclinándome, mordisqueando sus labios.

—Trata de no hacer mucho ruido, ¿de acuerdo? —susurro, burlándome de ella—. ¿No podemos dejar que Cramer descubra lo que le estoy haciendo a su niñera?

Se ríe y me devuelve el beso.

—Sí, señor Masen.

Estirando la mano, sostengo su mirada mientras coloco mi punta en su entrada, y luego la agarro de la cadera y me empujo dentro de ella, abrumado inmediatamente por la sensación de nuestros cuerpos temblando.

Arquea el cuello hacia atrás y cierra los ojos, gimiendo, y sus pechos rebotan con el movimiento.

—Oh, mierda, mierda... —lloriquea—. Edward…

—Lo sé, cariño. —Te sientes tan bien.

Empujo de nuevo y agarra mi cintura para aferrarse mientras lentamente tomo el ritmo, hundiéndome más profundo en su interior e hipnotizado por su cuerpo debajo de mí. Bajo, chupando su pecho mientras gime y gime.

Subiendo otra vez, beso su boca y hace esa cosa donde lame mi lengua, y estoy en espiral.

—Bella, maldición. —Exhalo, empujando más rápido y más fuerte hasta que lo único que escucho es nuestros cuerpos uniéndose.

Sus gemidos llenan la habitación, cada vez más fuerte y la beso, amortiguando el ruido mientras se corre de nuevo, apretándose alrededor de mi polla mientras alcanza el orgasmo.

Miro hacia arriba y nos veo en el espejo del tocador, excitado al ver sus piernas a mi alrededor. Ella sigue mi mirada, travesura parpadeando en sus ojos.

Se inclina y me susurra al oído:

—Quiero ver.

Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y nos giro, así que está arriba. Su camiseta vuelve a caer sobre sus pechos, y su cabello cae a su alrededor en hermoso desorden. Agarro sus caderas solo para poder sentir su cuerpo moverse mientras ella me lleva. Me mira a los ojos, girando sus caderas, su estómago ondeando, y su culo sobresaliendo y entrando mientras me monta.

Luego mira hacia arriba, una curva instantánea en sus labios, diciéndome que le gusta lo que ve en el espejo.

—Estás tan apretada —gimo.

Pone sus manos sobre mi pecho y aprieta, mostrando sus dientes y respirando con dificultad mientras me folla más rápido.

—Sí —dice, cerrando sus ojos—. Sí, Dios, por favor...

Agarro su culo y me arqueo, tomando un pezón en mi boca otra vez, chupo y tiro y luego me muevo al siguiente en un frenesí. Se inclina hacia mí, sin desacelerar el paso, y puedo sentir el sudor deslizándose por su espalda.

Respiro profundamente, mis músculos se tensan, y estoy cerca. Le doy la vuelta, hambriento de tener el control otra vez, y su cabeza cae a un lado de la cama, demasiado cerca de la mesita de noche. Agarro el borde y lo giro, haciéndola caer, la lámpara y todo estrellándose contra el suelo.

Gime y me besa, atrapada en la locura del momento, también.

—No pares. —Jadea—. No te detengas. Voy a correrme otra vez.

Presiono mi frente contra la suya, ambos malditamente cerca de hiperventilar mientras empujo una y otra vez, tratando de pensar en cualquier cosa que no me hiciera correrme, pero se siente demasiado bien, y estoy demasiado perdido.

—Oh, Edward —lloriquea—. Justo ahí. Sí…

Mis músculos están ardiendo, mi cabeza está girando, pero no rompo el ritmo, porque si muero ahora mismo, así es como quiero morir.

—Ah —gime, su cuerpo se tensa y su respiración tiembla.

Se queda en silencio y luego... echa la cabeza hacia atrás y grita.

—¡Oh, Dios!

La beso con fuerza, verla correrse otra vez es suficiente para empujarme por el borde. Empujo con fuerza, cerrando los ojos y derramándome, zambulléndome dentro de ella una y otra vez mientras el orgasmo se apodera de mi cuerpo y el agotamiento y la euforia se activan al mismo tiempo.

El caliente flujo blanco se desliza por mis muslos, y mi polla se mueve, y todo sobre ella es el cielo. Todo parece ser la primera vez.

Desciendo, descansando mis codos a cada lado de su cabeza y alejando el cabello de su rostro.

Me mira, su rostro enrojecido y brillante con una ligera capa de sudor.

—No la besaste, ¿verdad? —pregunta en voz baja.

Me río.

—¿Y eso es lo que estás pensando en este momento?

Tuerce los labios avergonzada, pero presiona de todos modos.

—No lo hiciste, ¿verdad?

—No —le digo—. Y no hubiera pasado la noche aquí. Estaba tratando de olvidarme de ti y de lo mucho que quería esto, pero no habría sucedido. Tenías razón. Te deseaba a ti.

La beso, sorprendido de que, aunque me he corrido, no he terminado con ella. Podría quedarme aquí toda la noche.

—¿Y esa pequeña mierda de la fiesta? —cuestiono—. No pasó nada, ¿verdad?
Sus débiles hoyuelos se hacen más profundos.

—Bella —advierto, frunciendo el ceño.

Se ríe.

—No —responde finalmente—. Él no tiene tu cuerpo —me da un beso en la mejilla—, o tus tatuajes —me besa la mandíbula—, o tu boca —besa mis labios—, y cada palabra que sale de ahí se desliza bajo mi piel y me vuelve loca de todas las mejores maneras.

Me hundo en ella, besándola larga y duramente. El jodido daño ya está hecho. Me sentiré culpable mañana.

—Una cosa, sin embargo —dice, apartando su boca de la mía dejando un rastro de besos en mi mejilla—. Sé que tienes trabajo mañana, y probablemente quieras dormir, pero tengo hambre. ¿Podemos bajar a tomar un helado y luego hacerlo de nuevo antes de acostarnos?

Dejo caer mi cabeza en su hombro, temblando de risa.

Cualquier cosa que quieras, nena.

Muevo mi cuello bajo el agua caliente, cada músculo de mi cuerpo está tenso y adolorido. Realmente no hago ejercicio, pero casi nunca me siento cansado, así que pensé que estaba en buena forma. Sin embargo, ella lanzó esa idea de mierda anoche. No puedo dejar de disfrutar de la fantasía de tenerla aquí todos los días, tantas veces al día como quiera, solo por el bien de mi salud muscular, por supuesto.

Pero sé que no puedo. Lo hicimos nuevamente anoche y luego se estrelló, y por mucho que la desee aún más esta mañana, ahora que sé lo que me he perdido, no podemos permitir que esto se vuelva normal. Ya será bastante doloroso cuando termine.

Cierro el agua y salgo de la ducha, sacando la toalla del gancho y secándome el cabello. El baño está oscuro, porque quería engañarme a mí mismo de que la noche aún no había terminado, pero son solo las cinco de la mañana y tengo que estar en el trabajo en una hora. Cuando la vuelva a ver, estará a la luz del día, y tendré que enfrentar que hice algo tan jodidamente horrible anoche.

Termino de secarme y envuelvo la toalla alrededor de mi cintura antes de caminar hacia el lavamanos y cepillarme los dientes. Y tratando de no pensar en la mujer sexy y joven que aún está dormida en mi cama en la otra habitación.

Quiero decir, ¿qué tan mal está lo que estamos haciendo? Ella es soltera, estoy soltero. Ambos somos adultos. Sí, está la diferencia de edad, pero no es algo inaudito.

Y ella me gustaba mucho antes de saber quién era. Nadie más fue un factor en eso. No estamos tratando de lastimar a nadie.

Caminando hacia el dormitorio, la miro en la cama. Dormida sobre su estómago, abrazando una de mis almohadas bajo su cabeza, y su cabello extendido detrás de ella. Está usando una de mis camisetas, y aunque me encanta desnuda, no me puedo quejar. Me encanta en mi ropa, también.

Caminando hacia su lado de la cama, tomo mi reloj de la mesita de noche —el que no se cayó al otro lado— y lo deslizo en mi muñeca mientras la miro fijamente Nos conocemos hace menos de un mes, pero siento que siempre ha estado allí. Como hubiera estado guardando ese lado de la cama solo para ella.

No sé si la amo, pero nunca he deseado tanto a nada ni a nadie.

Su pie se asoma desde la sábana, y sonrío ante sus dedos con color rosado. Tan Bella.

Gime y gira la cabeza, levanto mis ojos, viéndola voltearse mientras duerme, apoyando la mano en la almohada junto a su rostro.

La sábana está abajo de su cintura, y la camisa se ha subido, mostrando una parte de su estómago, y dejo que el instinto tome el control. Todavía está oscuro afuera.

La noche no tiene que terminar aún.

Moviendo la sábana, veo sus bragas rosadas y no me importa que no duerma desnuda. Significa que puedo desnudarla.

Bajando su ropa interior suavemente, subo sobre ella, pongo una rodilla entre sus piernas y deslizo su camisa con una de mis manos.
La toco y la beso suavemente, pasando por su mejilla a su oreja y de regreso a su boca.

—Buenos días —susurro, mordiéndola.

Vuelve a gemir, arqueándose para encontrarse con mis labios que se arrastran por su cuerpo, saboreando su estómago, sus caderas, y de regreso a sus pechos.

—¿De verdad? —dice, bromeando.

Me río.

Alcanzando mi mesita de noche, saco otro condón y me arranco la toalla.

—Solo un rapidito, ¿de acuerdo? —bromeo—. Para ayudarme a pasar el día.

Gime de nuevo, estirando los brazos por encima de su cabeza.

—Está bien.

Y me sumerjo en ella.

Varios minutos después, ambos estamos jadeando y sudados otra vez, y necesito otra ducha, pero no tengo tiempo.

Maldición, eso estuvo bien. ¿Soy yo o se siente mejor por la mañana?

Miro el reloj.

—Me tengo que ir.

No obstante, no quiero irme. ¿Qué tan horrible sería si el jefe llama por estar enfermo, para poder quedarse en casa y follar con su pequeña y caliente chica todo el día?

Me levanto a regañadientes y camino hacia mi tocador, sacando unos jeans y una camiseta.

—¿Tienes que trabajar esta noche? —pregunto.

Se cubre con la sábana y me mira soñolienta.

—Tal vez.

Sacudo la cabeza. Siempre jugando juegos.

—Tal vez estaré en casa —explica—. O tal vez tendrás que encontrarme.

Cierro el cajón del tocador y abro otro, agarrando calcetines.

Me vuelvo hacia ella, fijando una mirada severa en mi rostro.

—Estaré en casa a las cinco. Quédate aquí —le ordeno. Y luego empiezo a caminar hacia la puerta pero giro y suavizo mi voz, agregando—: ¿Por favor?

Sonríe y se da vuelta, abrazando mi almohada debajo de ella y mirándome con los ojos más dulces.

—Extráñame.

Ya lo hago.

Me voy, cerrando la puerta tras de mí y cerrando también la puerta de su dormitorio. En caso que Jacob llegue a casa, vea su cama vacía y empiece a preguntarse dónde está.

Bajando por las escaleras, siento el impulso de sonreír, incluso cuando la culpa se desliza por mi estómago. Casi me siento normal. Pero más afortunado que cualquier chico que conozca. La chica de mis sueños está ahora en mi cama, y puedo llegar a casa por ella. Ella tenía razón. Tengo todo lo que necesito bajo este techo.

Excepto mi hijo. Este es su hogar y no está aquí, y Bella hace que me olvide de él.
Durante diecinueve años, siempre fue él. Sacrificándome para construir mi negocio para poder darle un buen hogar y educación, y tener miedo de las relaciones después de lo que pasé con Lindsay o perder las relaciones, porque otras mujeres no querían tener que lidiar con la madre de mi niño por el resto de nuestras vidas. Mi vida giraba en torno a él, pero sin importar lo que hiciera todo se fue a la mierda. Ella lo retorció y lo usó en mi contra, y él no sabe en quién confiar.
Ser feliz con una mujer no está mal, pero que esa mujer sea Bella es lo que podría romper la fe que le queda en sus padres. ¿Por qué no puedo detenerme? ¿Por qué me duele tanto el corazón cada vez que sonríe? ¿O se muerde la uña del pulgar o se pone de puntillas para alcanzar algo en la cocina o parpadear, por el amor de Dios?

Entro en la cocina y sirvo café en mi taza de viaje. Aprieto la tapa y saco mi almuerzo del refrigerador, arrojando algunas papas extra, ya que no tengo tiempo para el desayuno.

De repente suena el timbre, y me vuelvo, frunciendo el ceño. ¿Quién aparece a esta hora de la mañana?

Dejando todo en el mostrador, camino hacia la puerta principal y me inclino, mirando por la ventana delantera.

Y hablando del diablo...

Mi ex está parada en pantalones de nylon y una camiseta sin mangas a juego. Su cabello está recogido en un moño marrón desordenado, pero tiene el rostro lleno de maquillaje. Es la única persona que conozco que se maquilla para ir al gimnasio.

Por supuesto, probablemente solo va a conocer chicos.

Abro la puerta, tratando de estar en silencio, para que Bella no se despierte.

—¿Qué es lo que quieres? —le digo, abriendo la puerta.

—Bueno, qué amable —se burla, manteniendo los brazos cruzados sobre su pecho—. Siempre eres tan imbécil, ¿eh?

Y sin esperar una invitación, entra, empujando más allá de mi brazo.

—Si te presentas en mi puerta a las cinco de la mañana, no puede ser amable —le digo, cerrando la puerta—. ¿Estás borracha?

Entra a la cocina, arrojando sus llaves en mi mostrador y da media vuelta, mirándome.

—¿Por qué mi hijo está viviendo en la casa de alguna chica y no contigo?

Lucho contra el impulso de poner los ojos en blanco ante su falsa preocupación, que es solo una excusa para ser invasiva.

—Es bienvenido a volver a casa en cualquier momento —le explico, dirigiéndome al taburete y agarrando mi camiseta—. Él es quien se fue.

—Porque estás permitiendo que Bella se quede. ¿Por qué?

Me paso la prenda por la cabeza.
—Si quieres saber qué está pasando con Jacob, pregúntale a él. En cuanto a quién le alquilo una habitación, no es asunto tuyo.
Deslizo mis dedos por mi cabello, olvidándome de darle un estilo. Se queda en silencio por un momento, y no la miro mientras saco mi teléfono del cargador y lo guardo en el bolsillo.

Se para a mi lado y toma mi barbilla, forzándome a enfrentarla.

Me alejo.

—¿Qué?

—Estás sonrojado.

—Hace calor —le respondo.

Pero debajo de mi piel, mi sangre se calienta y mi corazón late con más fuerza. Recojo mi café, tomando un sorbo para ocultar mi nerviosismo. La mujer es un tiburón. Puede oler sangre a través de un océano.

—Sé cómo luces después de correrte —acusa—. Entonces, la pregunta es... ¿es ese dulce pedazo de culo adolescente que está arriba o alguien nuevo?

Bajo mi taza de golpe, mirándola.

—Suficiente.

Maldita sea. Olvidé lo inteligente que es. Ni siquiera he salido de la casa, y ni siquiera puedo entender lo que siento por la única persona con la que me he encontrado. Increíble.

Dirigiéndome a la mesa, me siento, me pongo los calcetines y las botas y recojo todo lo que necesito para el día.

—Jacob renunció a su trabajo en la planta —dice finalmente—. Hace tres días.
Miro hacia arriba, deteniendo lo que estoy haciendo. ¿Tres días?

—Déjame darte un consejo. —Se vuelve condesciende—. La crianza de los hijos no se detiene cuando cumplen los dieciocho años y cuando ya no tienes que pagar manutención. Él todavía te necesita.

—Perdóname si no tomo lecciones de crianza de una mujer que se embarazó para tener un boleto de comida por el resto de su vida. —Me vuelvo hacia ella, inmovilizándola con mi mirada—. Tal vez renunció para no tener que trabajar por nada ya que lo haces sentir culpable para que te dé la mitad de sus cheques de pago.

Me da una bofetada, y mi cabeza se mueve a un lado.

Pero solo me río.
Por supuesto que estoy preocupado. Él ha estado sin trabajo y no ha estado en casa, pero no voy a soportar una conferencia de ella. Lo usó, y he tenido suficiente de su mierda.

—Esa es la razón por la que no dejas que trabaje para mí, ¿no es así? —pregunto, sin dar marcha atrás—. Porque a cambio, iba a pagar sus cuentas y darle un estipendio para asegurarme que no pondrías tus manos en todo su maldito salario. Sólo te preocupas por él cuando viene con dinero en efectivo. —Recojo mi mierda y camino hacia la puerta, abriéndola—. ¿Sabes de quién estoy realmente celoso? De todos los hombres que se escaparon antes que los atraparas con un niño. No lamento tener a Jacob, sino que haya sido contigo. Vete.

Estoy orgulloso de haber mantenido mi voz baja y haber podido controlarme un poco, pero estoy furioso por dentro. Ella entra a mi casa, acusándome de ser un mal padre y luego me golpea. No es mi esposa y nunca lo ha sido. Tengo que aguantarla, pero no del todo.

Se queda allí, pareciendo casi divertida, y finalmente camina hacia mí.

—Sí —dice, a punto de irse, pero se da vuelta y se burla de mí por encima de su hombro—. Porque tu casa es la única parte de tu vida de la que puedes sacarme.
Y luego sus ojos se deslizan por las escaleras y vuelven a mí, una sonrisa enfermiza se curva en sus labios.

Se va, y me quedo quieto, mientras todo lo que sentí en mi habitación hace unos minutos desaparece por completo. Jacob está en una espiral y ahora me necesita más que nunca.

Y Heidi sabe sobre Bella. Puede que no sepa nada con certeza, pero sus sospechas serán suficientes.

Destrozará a Bella. No hay forma de que la haga pasar eso.

Solo desearía haberla tenido por más de siete horas.

5 comentarios:

Ana dijo...

Que asco de tía, gracias por el capítulo

vani dijo...

Hola.... ya me parecia que tenia que aparecer alguien para arruinarlo todo.... otra vez empezamos con el remordimiento
Por parte de edward es peor porque es el padre del ex de bella, debe de sentirse devastado; encima al principio del capitulo el piensa que bella no lo toma en serio. Entonces siendo asi va a priorizar su relacion con jacobo..

vani dijo...

GRACIAAAAAAAASSSSSSSSSSSSS................

marina dijo...

odio a heidi,es una completa perra!!seguro no se va a quedar tranquila hasta decirle a jake que bela esta con edward.
siempre tiene que haber alguien que lo arruine todo. ahora esta jacob que ya se que es el hijo de edward pero ya es grande que se arregle solo y encima trata como mierda a edward pero para pedirle plata ahi si es su padre.
bueno espero ansiosa por saber que pasa.
saludos

cari dijo...

Malvada víbora , están basura esa tipa, 😠 gracias

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina