lunes, 6 de mayo de 2019

CApitulo 22 no puedo amarte



Capítulo 22

Isabella
El jueves siguiente tengo mi clase de verano, y Edward me deja usar su camioneta. Ha estado viajando con Emmett hacia y desde el trabajo toda la semana, así que tengo un vehículo confiable para andar, e incluso mencionó comprar otro auto bajo el pretexto de que debería tener algo mejor para ”salir”, pero sé que es solo su excusa para conseguirme algo mejor que el VW.

Lo rechacé. Casi tiene mi auto en funcionamiento, así que me las arreglaré con él el tiempo que dure y cruzaré ese puente cuando tenga que hacerlo.

Me detengo junto a la acera y estaciono la camioneta fuera del camino, viendo a Emmett y Edward trabajando en mi auto, en el camino de entrada. En realidad, Edward está trabajando en él, y Emmett está acampado en una silla de jardín cercana con una cerveza en la mano.

Agarro mi mochila, camino por la calle y subo por nuestra entrada.

—Hola, chicos —canto—. ¿Cómo les va?


Edward me mira por encima del hombro, con los ojos recorriendo todo mi cuerpo. Reprimo mi sonrisa y él también lo hace, mientras rápidamente vuelve a trabajar bajo el capó.

Me desperté con su boca bajando por mi estómago a las dos de esta mañana, terminando entre mis piernas y quedándose allí hasta que me corrí, dos veces.

Y luego no volvimos a dormir hasta las cuatro. El hombre tiene más energía de la que puedo tomar, y hoy estoy tan cansada, pero de la mejor manera posible. Cada centímetro de mi cuerpo está siendo bien utilizado, y es difícil concentrarse en cualquier otra cosa excepto la necesidad de estar con él cuando no estoy a su lado. No quiero enamorarme de él.

Quiero decir, quiero, pero no hasta que sepa exactamente lo que está sucediendo aquí. Tanya podría tener razón y esto es solo una aventura.

—Estamos bien, cariño —responde Emmett, su lata de cerveza descansa sobre su rodilla—. Casi está listo para salir de aquí.

Paso por delante del auto y veo a Edward apretando o soltando algo con una llave inglesa.

—¿En serio? —Frunzo el ceño—. ¿Ya casi está listo?
—Pronto.

Bueno, sí. Sería bueno no tener que depender. Por un tiempo, al menos.

—Gracias —les digo y luego miro a Emmett—. ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Emparedado? ¿Cerveza? ¿Cuidado de niños gratis?

Él solo se ríe.

—Aw, está bien. Vi lo bonita que se ve la casa, así que Edward ya debe estar aprovechándose duro de ti.

—Oh, no tienes idea —bromeo—. Últimamente estoy sudando mucho más allá de mi hora de dormir.

La llave inglesa en la mano de Edward se tambalea, y pierde el control del cerrojo, mirándome.

Oculto mi sonrisa entre mis dientes y doy la vuelta, subiendo los escalones y desapareciendo dentro de la casa.

Llevo mi bolso a la cocina, lo coloco junto a mi modelo sobre la mesa, y luego saco una botella de agua del refrigerador y me dirijo al piso de arriba. Saco una toalla del armario del pasillo, camino por la habitación de Edward y me dirijo a su baño privado. El baño principal está terminado, pero aún no he sacado mis cosas, y no tengo planes de hacerlo.

Cerrando la puerta, me desvisto hasta quedar en sujetador y bragas, inicio la aplicación en mi teléfono, reproduciendo Hurts So Good, y mojo mi cepillo de dientes antes de ponerle un poco de pasta dental.

La puerta se abre, y me incorporo, momentáneamente sobresaltada hasta que veo que es Edward.

Cierra detrás de él.

—Eso no fue divertido —dice, mirándome severamente.

—No estaba tratando de hacerte reír —murmuro sobre el cepillo de dientes.

Sus labios se curvan con leve diversión mientras viene detrás de mí, dándome la vuelta y empujándome hacia el fregadero.

—¿Tratando de sacarme de mi zona de confort entonces?

Sonrío.

—Lo haces con mucha frecuencia —acusa, pero sé que no está enojado.
Me encojo de hombros y me doy vuelta, escupiendo la pasta de dientes y enjuagándome la boca.
—No puedo evitarlo —le digo, secándome la boca con la toalla en el fregadero y mirándolo a través del espejo—. No me gusta tu zona de confort. Está muy apretado allí para los dos.

Sus manos recorren mi estómago, y me abraza a su pecho desnudo mientras besa mi cuello.

—Pero me gustan los lugares apretados —susurra.

Me giro y sostengo su mirada mientras desabrocho su cinturón.

—Necesitas una ducha —le digo—. ¿Todavía está aquí?

Toma mis manos, deteniéndome.

—Sí, por desgracia...

Camino hacia la ducha, abro la puerta y enciendo el agua.

—Sabes —le digo—, si soy demasiados problemas, puedo salir de tu vista. April me llamó hoy. Me hizo una oferta.

Se da vuelta y cruza sus brazos sobre su pecho, recostándose en el fregadero.

—¿April? —repite—. ¿Cómo consiguió tu número? ¿Y qué tipo de oferta?

Desabrocho mi sujetador, dejándolo caer al suelo, y empujo mi ropa interior por mis piernas. Sus ojos se posan en mí, descansando en mis pechos, su parte favorita, y continúo.

—Su hermano es dueño de una casa y no ha tenido suerte alquilándola —le explico—. Pensó que sería genial para que me mudara. El alquiler es barato a cambio de limpiar el lugar. Toda una casa para mí sola.

Entro en la ducha, pero cuando trato de cerrar la puerta, Edward la mantiene abierta.

—Bueno, fue muy amable por su parte —dice, sin parecer nada feliz.

Luego comienza a desabotonar sus jeans, de repente decide unirse a mí, supongo.

Asiento inocentemente.

—Mmm-hmm —digo—. Ella es un ángel. Muy desinteresada.

—Correcto. —Frunce una ceja y entra, cerrando la puerta.
Los dos sabemos muy bien que arruiné su noche cuando estuvo aquí la última vez, por lo que puede estar "ayudando" todo lo que quiera, pero lo que realmente está haciendo es ayudarse a sí misma al sacarme de su camino.

—¿Y qué le dijiste? —pregunta, inclinando la cabeza hacia atrás bajo el rocío y humedeciéndose el cabello.

—Dije que lo pensaría.

—Pero puedes ahorrar más dinero quedándote aquí por un tiempo —señala—. Creo que es lo mejor. ¿No?

Me río, enjabonando mi esponja. Sus motivos tampoco son exactamente desinteresados.

—Le preocupaba que pudiera sentirme incómoda —le explico—. Nosotros aquí solos, juntos...

Me empuja contra la pared, y respiro hondo, dejando caer la esponja vegetal. Su mano se hunde entre mis piernas, y levanta mi rodilla, abriéndome para él. Suave y lentamente frota mi clítoris en círculos, haciéndome pulsar y debilitándome las rodillas.

—¿Estás incómoda? —pregunta, su voz baja y ronca.

—No. —Mi respiración tiembla—. ¿Pero tal vez echas de menos tener el lugar para ti? Tal vez pensó que estaba molestándote.

Sus ojos acalorados se clavan en los míos, y sacude la cabeza lentamente.

—Si te vas, no tendré todo lo que necesito en esta casa.

Aumenta su velocidad, pasando su boca sobre la mía, y luego desliza un dedo en mi interior.

Jadeo, cerrando mis ojos, y sus labios se hunden en los míos, besándome suave y lentamente mientras entra en mi cuerpo una y otra vez.

Su lengua muerde mi labio superior, y luego susurra:

—¿Cómo podría no querer volver a casa por esto todos los días? Tan jodidamente dulce.

Se aparta de mí y luego se desliza dentro, esta vez con dos dedos, lento y gentil, mientras me clava en la pared. Dejo caer mi cabeza hacia atrás, gimiendo mientras mira mi rostro.

Dios, es bueno. Me estiro entre nosotros y acaricio su polla.

—Tiene razón en cuidarte, Isabella —dice mordiéndome el labio inferior—. Eres demasiado joven para todas las malditas cosas que quiero hacerte.
—No soy tan joven —me burlo—. Tengo edad suficiente para muchas, de hecho.

—¿Sí? —gime, poniéndose más grande y duro en mí mano—. Aguanta, cariño.

Saca sus dedos, agarra la parte posterior de mis muslos, y me levanta, presionándome contra la pared. Su polla es larga, dura y lista, y lo siento provocando mi entrada.

Sí.

—¡Oye, Edward! —grita Emmett.

Los dos levantamos la cabeza, Edward me baja al suelo, y vuelve la cabeza, mirando por el cristal esmerilado.

—¡Estoy en la ducha! —gruñe, protegiendo mi cuerpo de la vista.

—Sí, duh —bromea su amigo—. Tu teléfono sonó un par de veces. Parece Heidi. Voy a ponerlo en el mostrador aquí.

Edward presiona su cuerpo sobre mí, por lo que Emmett solo vería un cuerpo aquí si mirara el cristal.

—Sí, gracias —dice secamente.

Me muerdo el labio inferior, sintiéndome traviesa. Me apoyo en él, besando su mandíbula y acariciándolo.

—Isabella... —gruñe entre dientes.

Me río en silencio.

—Shhh... —Escucho que me regaña.

—Voy a poner el juego —grita Emmett—. Te esperaré abajo.

—De acuerdo.

Hay una pausa y luego Emmett vuelve a hablar.

—Así que, ¿a dónde fue Isabella? No la vi allí abajo.

—¿Cómo se supone que voy a saberlo? —Lanza Edward de regreso, perdiendo la paciencia—. ¿Saldrías de aquí?

—Bien, bien —dice. Pero luego agrega—: Solo dile que no se olvide de recoger toda su ropa del suelo cuando salga de la ducha contigo, ¿de acuerdo?

Mis ojos se abren, mi boca cae y entierro mi rostro en el cuerpo de Edward justo a tiempo para ahogar mi risa. Oh, mierda.

La puerta del baño se cierra, la cabeza de Edward cae sobre mi hombro, y el calor del momento ha salido del edificio cuando la vergüenza calienta mis mejillas.
Gracias, Emmett.

Me levanto tarde, me sacan de mi sueño y siento que estoy a punto de caerme. Abro los ojos, viendo que estoy en los brazos de Edward. Me levanta, un brazo debajo de mi espalda y el otro debajo de mis rodillas.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto, cerrando mis ojos nuevamente y acurrucándome en él.

—¿Dormirás conmigo? —pregunta.

¿Dormir con él? ¿Siquiera necesita preguntar? Algunas noches me he quedado dormida con él, pero en general he intentado pasar las noches en mi propia cama en caso que Jacob llegue a casa y comience a buscarme. O peor, entre a la habitación de su padre y me encuentre allí. Quiero que Jacob lo sepa, no quiero ocultar esto a nadie, pero ambos acordamos que no necesita saberlo.
Me tiende en su cama, y tiro la sábana sobre mi ropa interior y camiseta sin mangas.

—¿Me quieres desnuda? —bromeo.

—No, por favor no lo hagas. —Cierra la puerta con llave y luego camina por el extremo de la cama y se sube al otro lado—. De hecho, necesito dormir un poco, y va a ser lo suficientemente difícil como para empeorarlo, justo ahora, contigo desnuda, también.

Levanta su brazo, indicándome que entre, y me acurruco junto a él, descansando mi cabeza en su hombro.

Una ola de paz se asienta sobre mí. Esto se siente tan bien.

Bajo los dedos por su pecho y estómago y luego lo rodeo con mi brazo, mirándolo en la oscuridad.

Él y yo estamos en dos lugares completamente diferentes en nuestras vidas. Me preguntó una vez qué es lo que veo en él. Podría preguntarle lo mismo.

—¿Qué estás mirando? —pregunta.

Inclino mi cabeza hacia abajo, frotando mis labios sobre su piel y pensando.

—Te envidio.

—¿Por qué?
Me encojo de hombros.

—Simplemente tienes todo resuelto y yo no —le digo—. Me preocupo por todo. ¿Superaré la escuela? ¿Seré quien quiero ser? ¿Tendré amigos y contribuiré con el mundo o simplemente terminaré haciendo un trabajo que odio como mi hermana, mi padre y todos los demás que conozco? —Lo miro de nuevo—. Todos menos tú, claro. Da la impresión que estás justo donde quieres estar contigo mismo, y no te arrepientes de nada. Me arrepiento de todo.

Suelto una pequeña risa.

—Bueno, no todo —me corrijo—. Sin embargo, me siento un poco estúpida. Acerca de las palabras que digo en cuanto salen de mi boca, cosas que hago, decisiones que tomo, siempre estoy dudando de mí. Como si tal vez fuera más feliz si me quedara en silencio y mantuviera mi maldita boca cerrada y mi cabeza baja.

Su brazo se aprieta a mí alrededor.

—¿Más feliz o más segura?

¿No son lo mismo?

Pero no, sé lo que está diciendo. Un barco en el puerto es seguro, pero eso no es para lo que son los barcos.

—Creo que tienes miedo, porque la gente ha trabajado duro para hacerte pensar que no mereces su atención, Isabella —dice—. Tus padres, ese ex tuyo de la escuela secundaria... incluso Jacob. Les diste a las personas una oportunidad, y abusaron de ella. Esa es su culpa, no la tuya. —Inclina mi barbilla hacia arriba para que mis ojos se encuentren con los suyos—. No pienses que tiene algo que ver con quién eres. Y no dejes que nadie te haga temerte. Eres increíble.

Mi sonrisa se asoma, y aunque pasan por mi cabeza mil dudas sobre a dónde nos dirigimos él y yo, estoy tomando una noche a la vez. Necesitaba escuchar eso. La única persona que me habla así es mi hermana.

Pero Edward es mejor, porque también puedo besarlo.

—Y me convertí en lo que soy, porque no tenía otra opción —señala—. Si las cosas hubieran sido diferentes, me hubiera gustado ir a la universidad. Viajar. Tal vez usar un traje para trabajar. —Su cuerpo se pone rígido—. Te envidio. Sigues creciendo, y aún puedes ser quién quieras. Tienes todas las opciones en el mundo delante de ti.

No había pensado en eso. Qué diferente sería su vida si Jacob nunca hubiera venido.
—Te recuerdo en ese traje —reflexiono—. Deberías llevarme a una cita. Nunca me has visto con un vestido.

Se queda en silencio, su pulgar frota arriba y abajo de mi brazo, y sé lo que no está diciendo. No puede llevarme a menos que vayamos a algún lugar fuera de la ciudad.

Respiro hondo, empujando la preocupación hacia el fondo de mi mente.

—Cuando te vi por primera vez, sentí que me habían golpeado —susurra—. Tienes un cuerpo que me hace sentir como si estuviera en una montaña rusa cuando lo toco.

Sonrío y me quito las bragas antes de balancear una pierna sobre él, quedando a horcajadas y sentándome.
Exhala, agarrando mis caderas.

—Pero en realidad, no fue hasta la acumulación de cada pequeña cosa que haces, llevarme el almuerzo, servirme mi propio trasero en esa sala de suministros en el bar, en ambas ocasiones, e incluso diciéndome que consiga ese salpicadero y haciéndome reír con tu insinuación de que soy como una cueva. —Se ríe—. Haces que mi corazón palpite tan fuerte que duele, Isabella. Tú, tu boca y quién eres, todo hace que quiera tocarte. Me hace no querer detener esto.

Se encuentra con mis ojos y me coloca el cabello detrás de la oreja izquierda.

—¿Te arrepientes de mí? —pregunta.

Sacudo la cabeza.

—Está bien —dice—. Puedes ser honesta, incluso si es solo una pequeña parte de ti. Entenderé.

Me inclino, plantando una mano al lado de su cabeza.

—Lamento la forma en que no pude dejar de mirarte el día que me mudé cuando llevabas algunas de mis cajas a la casa —le digo—. Cómo me gusta la forma en que no dices mucho y cómo te gusta ver películas conmigo. Lamento la forma en que se me revuelve el estómago cuando te escucho mover en tu habitación por la mañana, y sé que te veré pronto. —Paso mi mano por su pecho y cuello—. Y lamento buscarte cuando entro en una habitación y que, después que te vayas a trabajar a la mañana siguiente, tenga que bañarme otra vez, porque no puedo dejar de fantasear contigo y excitarme mientras espero que vengas a casa. —Sus abdominales se flexionan mientras se arquea un poco, presionando su polla contra mí—. Y lamento que no haría nada diferente —continúo—. No podría no sentir esto.
Balanceo mi pierna hacia atrás, me doy vuelta y me levanto sobre él otra vez, esta vez de vaquera inversa. Levanto mi camiseta por encima de mi cabeza, dejando que mi cabello caiga por mi espalda desnuda, y lanzo una mirada sobre mi hombro, coqueteando con él.

Su polla se hincha debajo de mí, y empiezo a rodar mis caderas, frotándome.

—Estás tratando de matarme —gime.

Paso mis dedos por mi cabello, sintiendo sus manos correr por todo mi cuerpo y llegar hasta ahuecar mis pechos.

—¿Con cuántas mujeres te acostaste? —le pregunto.

—¿Con cuántos hombres te has acostado? —replica—. No, no importa, no respondas eso.

Sonrío, respondiéndole de todos modos.

—¿Antes de ti? Dos.

—Más de dos —me da su respuesta.

—¿Hay algo que no esté haciendo que quieras hacer? —Continúo rodando sobre él, sus ojos congelados en mi culo mientras se mueve.

—¿Por qué preguntas eso?

—Simplemente me pregunto cómo estoy a la altura de un hombre con mucha más experiencia —le explico.

Encuentra mi mirada.

—Primero que nada, no es mucha más experiencia. Y, en segundo lugar, hay muchas cosas que aún no hemos hecho y que tengo la intención de hacer contigo una vez que podamos calmarnos y dejar de arrancarnos la ropa al segundo en que entro a la maldita casa después del trabajo todos los días —gruñe en broma.
Me recuesto sobre él, mi cabeza junto a la suya y una de sus manos se extiende entre mis muslos.

—Deja de sentirte tan bien, y me controlaré —le digo.

Me besa y luego sostiene mi mirada, algo serio en la suya.

—No pienses en las otras mujeres —me dice—. Yo no lo hago.

Mi pecho se hunde cuando lo miro fijamente, y estoy llena de cosas que no puedo decir. Yo…

Abro mi boca. Yo…
Lo beso, sintiendo la barba alrededor de su boca, su olor se siente como en casa. No puedo amarte, no te amo, ¿verdad? Es un impulso. Eso es lo que dirá. Dirá que soy una niña. Dirá que no es real.

Te amo.

—Isabella, Dios. —Jadea, besándome más profundo—. ¿Qué me estás haciendo?
Lo mismo que me estás haciendo a mí.

Su teléfono comienza a sonar, y tratamos de aferrarnos al beso e ignorarlo, pero a regañadientes, finalmente suspira y se aleja.

Levantando el teléfono, mira la pantalla.

—Mierda —sisea.

Lo beso en la mejilla y le mordisqueo la mandíbula.

—Bebé, solo un minuto. —Se sienta, y me deslizo, dejándolo atender la llamada.
Balancea sus piernas sobre el costado de la cama y responde el teléfono. Tiro la sábana, cubriéndome.

—Hola. —Lo escucho decir.

Oigo una fuerte voz masculina en el otro extremo, y creo que es Jacob.

—Sí —responde Edward, enderezando la espalda y pasándose la mano por el cabello—. Sí, lo siento, he estado muy ocupado, no me di cuenta que era urgente.

Jacob habla de nuevo, y no creo que Edward esté respirando.

—Jacob, yo…

Jacob lo interrumpe y Edward sigue quieto mientras escucha.

—No, no creo que eso sea bueno.

Es interrumpido de nuevo cuando Jacob habla.

Después de un momento, lo veo jadear y asentir.

—Sí —dice—. Está bien... sí. Bien. Te veo mañana.

Cuelga el teléfono y lo tira sobre la cama, cayendo de espaldas y frotándose el rostro.

—¿Qué pasa? —pregunto.

—¿Quieres decir algo más que hablar por teléfono con mi hijo mientras su ex novia está desnuda en la cama junto a mí?
Frunzo el ceño.

Inclina la cabeza hacia atrás y me mira.

—En realidad, tenemos un problema mayor que eso. Prepárate.
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Hola que les parecio el capitulo de hoy muchas gracias a todas por sus comentarios y estar pendiente de esta adaptacion no se olviden mañana martes habra adelanto de las dos adaptciones nos vemos el miercoles

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Por favor actualiza pronto y gracias por el capítulo

vani dijo...

Parece que no todo es color de rosas.....
Que intriga que le habra dicho jacobo!!!!!!!!!!!!


Gracias por actualizar..........

carola dijo...

Que mal!! Justo tenia que aparecer jacob y arruinar el momento!
Gracias por la actualizacion.

Anónimo dijo...

ainsssss capi nuevo porfaaaaaaaaaaaaaaaa

Anónimo dijo...

O no jacob va a ser papa ya deberian de contarle no es un niño... y cuanto antes mejor

Anónimo dijo...

Y ahora que pasará con Jacob... ese tipo sí que me choca.
Gracias por actualizar.
Soy Adriana.

Ana dijo...

Muchas gracias por el capítulo, no me salió haya esta tarde

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina