miércoles, 15 de mayo de 2019

Capitulo 24 No puedo amarte


Capítulo 24

Isabella
—No te ves tan bien, dulzura.

Levanto la mirada del refrigerador donde estoy colocando las botellas de cerveza de una caja, y le doy a Grady una débil sonrisa.

—Nada que una caja de Thin Mints no pueda arreglar —le digo.

O un contenedor de helado Sherbert o Edward entrando aquí justo ahora, tomándome en sus brazos frente a todos y diciéndome que me ama.



Dios, estoy tan cansada. Y agotada. No pude soportar mirarlo anoche y no quería nada más que estar lejos de él y fuera de su vida.

Tomé mi VW recién reparado y me quedé en casa de mi hermana y luego vine a trabajar a las diez para alistarme para el turno del almuerzo y he estado aquí durante doce horas, quedándome mucho después de lo que el horario dictaba.

Mi ira y mi resolución siguen ahí, pero ahora también la tristeza. Lo extraño.

Pero me odio más.

Lo amo y lo deseo, pero...

No puedo estar cerca de él.

Me hace reír y cuando estoy con él, me siento como en casa. Como si fuera lo único en mi vida que entiendo.

Pero ya no me entiendo. Alguien tiene que pelear por mí, para variar.

No voy a volver.

—Te fuiste sin cerrar la cuenta antes de irte la última vez —dice Grady, sacando dinero de su billetera—. Aquí está tu propina.

Desliza un par de billetes de veinte por la barra, cierro el refrigerador y me río entre dientes, mis ojos se sienten pesados por el cansancio.

—Grady, ni siquiera se me ocurrió —le digo—. No te preocupes por cosas así. Estoy feliz de que estés aquí.

Lo cual es cierto, me evita tener que forzar conversación con alguien más mientras estoy trabajando. No coquetea, ni hace comentarios groseros y le gusta mi música en la rocola.
Dejo el dinero y recojo su botella vacía, destapando la parte superior de una nueva y poniéndola frente a él.

—Oye, ¿puedo tener dos Buds? —dice alguien, poniendo dinero en la barra.

Me dirijo hacia allá, escuchando sonar el teléfono y veo a Esme tomarlo.

Abriendo el refrigerador, saco las dos Buds.

—¿Isabella? —repite Esme en el teléfono.

Miro hacia ella, dejando las dos cervezas frente al tipo.

—¿Quién está llamando? —pregunta.

Mantengo mis ojos en ella, mi respiración se vuelve superficial mientras tomo el dinero del tipo y cobro sus bebidas.

—¿Edward? —dice.

Me dirige una mirada y sacudo mi cabeza. Es tarde, me fui desde la noche anterior y estoy realmente sorprendida de que no haya venido a buscarme, haciendo sus demandas insistentes como de costumbre.

—Sí, no está aquí —miente Esme—. Su turno terminó. Intenta con su teléfono celular.

Cuelga, probablemente sin esperar a que él diga nada más y definitivamente sin saber que Edward ya ha llamado a mi celular varias veces hoy. Sin embargo, no dejó mensajes y no envió mensajes de texto.

Se acerca a mí.

—¿Que está pasando?

—Nada.

Inclina su cabeza, sin creerme.

—Luces agotada. —Aparta mi cabello con gentileza colocándolo detrás de mi oreja mientras limpio la barra—. ¿Has comido algo hoy?

—Estoy bien —le digo—. Solo cansada.

—¿Jacob te está causando más problemas?

Suspiro, sintiendo que mi estómago se vuelve tembloroso. Quiero hablar con alguien, pero estoy harta de ser la chica con problemas de tipos. Estoy cansada de que Esme se preocupe por mí y no quiero que lo sepa. Ya piensa que Edward es un idiota y por alguna razón, odio eso. No quiero darle más municiones.

—¿Por qué te está llamando su padre? —me presiona.

Evito su mirada, dejo caer el trapo de cocina en el cubo de agua caliente y tomo uno nuevo, limpiando las mismas botellas de licor que ya limpié esta tarde.

Siento sus ojos en mí.

—Isabella, ¿en qué te has metido?

Mi barbilla tiembla y las lágrimas pican en la parte posterior de mis ojos.

—Nada —digo, todavía sin mirarla—. Estaré bien.

Un mesero sale de la cocina con comida y camino alrededor de uno de los otros meseros que regresa con una nueva botella de Captain del armario de licores. Pienso por un momento, intentando determinar qué puedo hacer después y finalmente me agacho para recuperar un paquete de servilletas de un gabinete. Abriéndolo, empiezo a rellenar uno de los contenedores en la barra.

—Vete a casa —dice Esme, poniendo su mano sobre el contenedor—. Duerme un poco.

—Estoy bien. Prefiero estar aquí.

—Si no vas a casa, entonces ve a casa de tu hermana —sugiere—. Solo, por favor, descansa un poco. Si trabajas más horas hoy, no podrás conducir a casa esta noche. Te veré mañana.

Abro mi boca para discutir, pero simplemente sacude su cabeza hacia mí, sabiendo lo que estoy a punto de decir.

—No soy tu mamá —señala—, pero soy tan buena como una. Necesitas dormir. Consigue algo de comida de la cocina y vete. Por favor.

****

Hago lo que dice Esme, me preparo un sándwich que no tengo ganas de comerme y subo a mi auto, encendiendo el motor. Una canción de Alice Cooper está sonando en la estación de los 80’s que tengo sintonizada, pero la apago, no estoy de humor para el escape que generalmente anhelo.

Casa. Me toma unos buenos veinte minutos conducir sin rumbo por la ciudad, perdida en mi cabeza, antes de decidir a qué casa es a la que voy. Necesito ropa y mis libros escolares y aunque no quiero ver a Edward, ni a Cole, ni a su madre, no puedo utilizar el maquillaje de mi hermana por otro día. Todo tiene brillos en él.

Al llegar a Windy Park Place, observo el flujo de autos y camionetas que bordean ambos lados de la calle, así como todo el camino de la entrada de Edward. Algunos vehículos los reconozco, otros no, pero me meto en un espacio entre dos autos frente a la casa de Cramer y veo las luces que salen por encima de la cerca de Edward en su patio trasero.
Jacob debe estar teniendo una fiesta. Súper.

Dejo mi bolso en el auto, tomo mis llaves, lo cierro con llave, y camino hacia la casa, queriendo estar en cualquier lugar menos aquí, pero sabiendo que tengo que hacer esto. Mi piel zumba con conciencia, y el vello en mis brazos se eriza cuando la música me inunda los oídos. Pero cargo los escalones del porche, todavía vestida con mi blusa sin espalda del trabajo. Me aprieto la coleta y espero que con toda la gente de aquí, Edward y Cole no se den cuenta que vengo y me voy.

Entro a la casa y miro alrededor, viendo que la puerta trasera se cierra cuando alguien sale y luego escucho que la puerta del baño se cierra en el cuarto de lavado. La luz debajo de la puerta del sótano está encendida y la charla en el exterior es casi tan fuerte como la música. Al menos Cole mantiene a la gente fuera de la casa, en su mayoría. Es muy probable que Edward no esté durmiendo con esto.

Subiendo suavemente por las escaleras, camino silenciosamente por el pasillo, viendo la puerta del dormitorio de Edward cerrada y la luz del interior apagada. La puerta de Jacob también está cerrada y abro la mía, mirando dentro y viendo que está vacía. Mi cama está deshecha donde la madre de Jacob durmió anoche y miro alrededor, usando la luz que entra desde afuera para ver. Ninguna de las cosas de Heidi está aquí, así que tal vez su apartamento ya está listo. Dejando la luz apagada, tomo mi mochila de cuero y la lleno con libros y cuadernos de mi escritorio y comienzo a llenar una mochila de lona con ropa y cualquier cosa que necesitaré de inmediato.

—Pensé escuchar a alguien entrar —dice una voz detrás de mí.
Mi corazón se detiene y vacilo, reconociendo la voz al instante. Cierro mis ojos, deseando que se vaya.

Jacob no lo habría invitado. Debe haberse colado en la fiesta.

Las tijeras están sobre mi escritorio frente a mí y las miro, el instinto activándose.

—Jacob rompió con Leah —me dice Sam—. ¿Vas a regresar con él?

¿Rompió? ¿Realmente estaban juntos? Miro hacia mi pulgar, viendo la pequeña cicatriz en la oscuridad y apenas sintiendo algo más. Cómo siempre podía tirar de mi corazón, pero ahora, parece que fue hace mucho tiempo que Jacob se preocupaba por mí. Ni siquiera puedo reunir un gramo de nostalgia esta noche por la conexión que alguna vez tuvimos.

El modo de supervivencia ha comenzado. Mi cerebro ahora tiene el control y no me dará las llaves de mi corazón hasta que esté seguro que puede soportarlo.

—¿Quieres una pequeña venganza primero? —se burla Sam y puedo escuchar su voz acercándose—. Vamos, Isabella. Te daré una buena follada ahora y aquí mismo.

—¿A diferencia de lo terrible que siempre era follar contigo? —replico.

No dice nada, pero simplemente puedo imaginar el pequeño gruñido que se dibuja en sus labios y el cosquilleo que siente en sus manos, que le suplica que me haga pagar por esa observación.

Tomando las tijeras en mi mano, me giro y las giro en mis dedos, jugando con ellas mientras lo miro.

Está parado justo pasando mi puerta, vestido con sus jeans y camiseta, con sus ojos fríos fulminándome con la mirada desde debajo de sus cejas oscuras.

—Lo que debes haberte dicho para convencer a ese cerebro de guisante dentro de tu cabeza de que me hiciste correr tan bien —digo fríamente—. Las tres veces que lo hicimos fueron tan malas, me quedaba allí confundida y luego me divertía, hasta que finalmente rompía en llanto porque no había nada en ti que no fuera absolutamente patético.

Su labio superior se frunce y justo ahora, está calculando qué tan probable es que pueda salirse con la suya respecto a lo que quiere hacerme con un patio trasero lleno de testigos justo afuera de mi ventana.

—Ahora simplemente temo por todas las mujeres con quienes te veo —continúo—, pero secretamente también sonrío, porque sé que después de fingir lo mucho que aman tu polla en la cama, están en el baño, masturbándose con la imagen mental de cualquier tipo en la ciudad que no seas tú.

Rápidamente da un paso hacia adelante y me enderezo, dejando caer mis manos y apretando mi puño alrededor de las tijeras. Sus ojos se mueven hacia la herramienta y se detiene.

—Sal de mi habitación —le digo, mi tono tranquilo y uniforme—, y no vuelvas a hablarme nunca más.

Vacila por un momento.

—Ahora —recalco.

Su pecho se hunde con respiraciones pesadas y puedo escuchar la furia hirviendo dentro de él.

Quiere embestir contra mí con tantas ganas.

Pero ni siquiera estoy asustada. No siento nada.

Le toma un momento a su orgullo darse cuenta que no llegará muy lejos si decido gritar, pero después de un momento, retrocede y finalmente se da vuelta, desapareciendo por el pasillo. Sus pisadas golpean las escaleras y espero escuchar el golpe seco de la puerta trasera al cerrarse antes de arriesgarme a moverme de nuevo.

Puede que no permanezca fuera de mi camino para siempre, pero tiene un historial de decidir que valgo el esfuerzo mínimo antes de pasar a otra persona. Esperemos que siga haciendo eso.

Termino de empacar mi ropa y entro al cuarto de baño, recogiendo mi cepillo de dientes, mi afeitadora y mi champú, metiendo todo en mi mochila y cerrándola. Balanceando ambas mochilas en mi hombro, salgo de la habitación, resistiendo el impulso de mirar hacia atrás y bajo las escaleras hacia la sala de estar.

Sin embargo, Edward está parado justo antes de atravesar la puerta principal y me detengo, nuestras miradas se encuentran.

Mierda. Casi había salido de aquí.

—Estaba fuera buscándote —dice—. Solo quería asegurarme que estuvieras bien.
Su mirada se dirige a mis bolsas y su puño se cierra alrededor de sus llaves. Su voz se convierte en un susurro.

—No lo hagas. Por favor.

—¿No haga qué? —Doy un paso hacia adelante—. ¿No me voy o no le digo a Jacob?

La fiesta ruge afuera y estamos parados en la habitación a oscuras, encerrados en una batalla sin ganador. Es solo una cuestión de quién resulta lastimado y es una decisión que todavía cree que puede no tomarla.

Me quiere, pero es un cobarde.

—Esto tenía que terminar, ¿cierto? —dice ahogadamente, hablando lo suficientemente alto para que lo escuche—. En diez años, estaré cerca de los jodidos cincuenta. No voy a cargarte con eso. Esto iba a terminar. Sabes que siempre fue así.

Ahora lo hago. Mis ojos arden, las lágrimas se acumulan, pero es extraño. No estoy segura de estar triste. Lo que dice es casi un consuelo, porque conozco esta historia. Estoy acostumbrada a ella.

Camino hacia la puerta.

—No estoy listo para dejarte ir —me dice, parándose frente a mí—. Simplemente no todavía. No he terminado... —busca las palabras—, de hablar contigo y... de amarte. —Me toma de los hombros, moviéndonos detrás de la puerta de entrada, mi espalda contra el armario—. Vayamos a algún sitio, solo nosotros. Hoy hay un espectáculo de medianoche. Vamos. Salgamos de aquí y alejémonos por un par de horas y hablaremos.

Lo miro fijamente.

—En algún lugar oscuro, ¿cierto?

¿En un teatro donde no seremos vistos?

Me mira como si eso fuera exactamente lo que estaba pensando y lo lamenta, pero así son las cosas.

—Lo solucionaremos. —Planta sus manos a ambos lados de mi cabeza en la puerta detrás de mí y se inclina—. Simplemente todavía no. No te vayas todavía.

El entumecimiento que he sentido desde anoche flaquea y lo escucho en mi cabeza. No voy a ninguna parte. No voy a ninguna parte...

No tengo dudas de que eso sea verdad. Y siempre será verdad, Edward no se aleja de sus responsabilidades. Siempre cuidará de mí.

Y no puedo pensar en nada más que preferiría ser para él más que una obligación. No puedo ser como Cole o su trabajo, su casa o sus facturas. No soy una obligación.

Soy cualquier otra cosa.

—¿Me amas? —pregunto—. ¿Estás enamorado de mí?

Sostiene mis ojos e incluso en la oscuridad, puedo ver que sus ojos están rojos, cansados y dolidos. Pero cuando abre la boca, no salen las palabras.

Sacudo mi cabeza.

—No importa, supongo. —Me rindo—. No tienes el valor, así que no serás para siempre. —Me enderezo, apretando mi mano alrededor de las correas de mis bolsas—. Y al final, acabarás siendo nada más que una pérdida de mi tiempo.

Su rostro cae y se ve tan completamente derrotado. No tiene la convicción de hacer nada. Todo lo que sabe es que no quiere que me vaya.

—Oh, esto es demasiado bueno —dice alguien—. Así que ese es tu perversión, ¿eh, Isabella?

Edward y yo giramos nuestras cabezas rápidamente para ver que Sam acaba de salir de la cocina y entrar en la sala de estar. Edward deja caer sus manos y se endereza, fijando a Sam con una mirada dura.

—Vamos, nena —se burla Sam de mí y puedo oler la cerveza en su aliento desde aquí—. Seré tu papá y podrás abrir tus piernas para mí también por un poco de dinero de alquiler.

Edward se lanza hacia él y jadeo. Toma a Sam por el cuello y lo lanza, enviándolo volando para atravesar la contrapuerta. Sam apenas se estremece, probablemente porque sabía lo que estaba haciendo.

Mi corazón se detiene, viéndolo tambalearse hacia el porche y a Edward correr detrás de él.

Ambos caen por las escaleras, algunas personas se dispersan por el césped cuando salen de la fiesta desde la puerta de atrás o salen de sus autos.

Sam empuja a Edward, pero Edward toma su brazo, lanza su puño hacia atrás y lo deja caer como un martillo, golpeando a Sam en el rostro y enviándolo a colapsar hasta el suelo. Camino hacia el porche, viendo a los transeúntes detenerse y observar, mientras otros gritan.

—¿Qué diablos está pasando? —escucho la voz de Jacob.

Echando un vistazo, lo veo salir desde el costado de la casa. Me acerco al barandal y observo a Edward, levantando a Sam del suelo y lanzándola hacia un auto.

—¡Papá! —grita Jacob, apresurándose.

Pero nadie más parece notarlo.

—No te preocupes. —Se ríe Sam de Edward, sangre goteando de su labio—. Podemos compartir a la pequeña perra.

Jacob se vuelve hacia mí.

—¿Sam te lastimó?

Supongo que no fue difícil para él descubrir a qué “perra” se estaba refiriendo. No digo nada.

Sam mueve su mirada hacia mí, gritando:

—¿Por qué no le dices a Jacob lo amigables que tú y su papá han sido aquí sin él?

—¿Qué? —Jacob mira entre nosotros, la confusión grabada en su rostro.

—¡Te veré de nuevo, Isabella! —grita Sam, apartando la mano de Edward y sacando las llaves de su auto—. Trabajarás en The Hook justo como tu hermana, iré y compraré tu trasero. Es una prom...

Otro puño aterriza en su rostro, pero esta vez no es Edward. Jacob corrió hacia él y lo envió tambaleándose hacia atrás por la acera.

Sam gruñe, escupiendo en el suelo y llevando su mano hacia sus labios y apartándola, inspeccionándola.

—¡Tiraste uno de mis dientes! —espeta.

—¡Sal de aquí! —grita Jacob, extendiendo sus brazos—. ¡Vete!

El sudor brilla en la frente de Edward y me mira con los mismos ojos que tenía la noche en que dormimos juntos por primera vez. Cuando me senté a horcajadas sobre él en mi cama, y me contempló, cediendo y dándome todo lo que tenía.

Todo lo demás a nuestro alrededor desaparece. Aprieta sus puños a sus costados y su cuerpo está rígido, como si estuviera a punto de lanzarse contra mí, tomarme en sus brazos y llevarme lejos.

—¿Ustedes dos? —Escucho decir a Jacob.

Parpadeo, Edward baja su mirada y el hechizo se rompe. Jacob se interpone entre nosotros, mirando del uno al otro mientras la gente se dispersa lentamente y lo veo que comienza a conectar los puntos por la forma en que justo nos estábamos mirando el uno al otro.

—¿Isabella? —Jacob me presiona para que diga algo, pero solo bajo mi mirada, incapaz de mirarlo.

Edward traga, respirando superficialmente.

—Jacob...

—Oh, vete a la mierda —le dice Jacob, interrumpiéndolo y retrocediendo.

Edward da un paso, pero Jacob gira y sale corriendo, fuera del patio y por la calle.

Edward no lo sigue. Conoce a su hijo al menos tan bien como yo y Jacob no escuchará nada esta noche. ¿Y qué diría Edward para mejorarlo de todos modos? El daño está hecho.

Edward se queda allí, mirando a Jacob y luciendo como si la vida le hubiera sido succionada. ¿Qué tiene ahora?

Sacando mis llaves, bajo por la escalera del porche y camino hacia mi auto, sin detenerme, ni titubear cuando paso junto a Edward Masen.

Y tampoco me sigue.

Ahora sé que dijo en serio lo que dio a entender anoche. No valgo la pena.

****
Sé que todo es un desastre, escribo en mi teléfono.

Por favor, debes saber que no se trató de venganza. Simplemente sucedió y lo siento.

He estado contemplando mi teléfono durante veinte minutos, tratando de averiguar qué decirle a Jacob. Estoy desconectada de las redes sociales y solo hablo con mi hermana y algunas otras personas seleccionadas durante un tiempo. Necesito espacio y silencio. Simplemente no quería quedarme en silencio sin decir algo primero.

No lamento que sucediera, pero lamento si eso lo lastimó. Razoné conmigo que me engañó y no le debo nada.

Pero no quiero que termine así. Estoy bien con irme. Estoy bien con no verlo en este momento.

Solo necesitaba que supiera... que no se trató de él.

¿Lo amas?, aparece su respuesta.

Agujas punzan el fondo de mi garganta y presiono el botón de Encendido en el costado de mi teléfono, apagándolo.

Obligo a bajar al bulto en mi garganta y meto el teléfono en el bolsillo lateral de mi bolso y lo abrocho, cerrando mis ojos para hacer retroceder las lágrimas.

Esme entra en el cuarto de licores, donde estoy parada frente a una pila de cajas de cerveza y en lugar de entregarme mi cheque de pago que fue a buscar, toma un fajo de billetes y lo mete en mi bolsa sin dejar que lo vea.

Después que pasé la noche con mi hermana nuevamente, vine aquí hoy para recoger mi pago antes de irme. Pero a juzgar por la pila de billetes que acaba de esconder en mi bolso, sin duda me entregó mucho más de lo que había ganado.

Si peleo contra ella, solo sería un desperdicio de energía. Hago una nota mental para trabajar horas extras cuando regrese. Cuando sea que eso pase.

—¿Qué vas a hacer? —pregunta, apoyando su mano en su cadera y mirándome.

—No lo sé.

—¿A dónde irás?

—No lo sé.

Suspira y tiro mi bolsa hacia arriba, colgándola sobre mi hombro.

—Normalmente eso me asustaría, pero... —Me detengo, pensando—. No quiero seguir haciendo nada de lo que he estado haciendo. Solo quiero despertar mañana y no reconocer nada sobre mi vida. —Levanto mis ojos, mirándola—. Y por favor no me des un sermón sobre cómo estoy escapando, tambaleándome, dejando que otros controlen lo que siento...

Toma mis hombros, hablando firmemente.

—Corre —me dice rotundamente—. Corre lejos. Solo vete, llama si necesitas algo, ¿está bien?

Asiento, agradecida de que entienda.

—¿Puedes decirle a Tanya que no se preocupe? Estoy bien y la llamaré.

—¿No vas a ir a verla?

Las lágrimas amenazan y rodeo a Esme y me muevo fuera de su alcance, saliendo del cuarto de licores.

—No puedo.

Si pienso demasiado o miro su rostro, me acobardaré. Edward me dijo una vez que “empezara algo con energía y éxito”. Estoy segura que no se refería a esto, pero así lo haré.

Isabella Swan no deja su trabajo. No entra en un auto destartalado y poco fiable y sale a la carretera sin ningún lugar adonde ir. Y, ciertamente, está demasiado asustada para alguna vez estar sola.

Si pienso, no lo haré. Me iré. No hay vuelta atrás. Tal vez regrese mañana, al día siguiente o la semana próxima, pero mientras más tiempo mantenga mi pie en el acelerador, más lejos estaré de quién era.

Me detengo en el bar y recojo mi suéter que había puesto en un taburete.

—Sé que duele —dice Esme, viniendo detrás de mí—. Eras feliz.

—Estaré bien. —Engancho el suéter por encima de mi bolso, evitando sus ojos—. No fue mi primero.

—Sí, lo fue.

Me detengo y la miro, los nudos en mi estómago se tensan.

—No tienes que decir nada, pero lo sabes... —continúa—, no sentiste esto con Jacob, ni con Sam, ni con nadie más.

Miro hacia otro lado de nuevo, mordiendo la comisura de mi boca para mantener mis sentimientos bajo control.

Lo superaré. Y muy pronto, cada recuerdo se desvanecerá, todas sus palabras y cómo se sintió cada toque. Todo se desvanecerá.

—Pero déjame decirte algo, chica —continúa, hablando en voz baja y discreta por los pocos clientes del lugar—. Lo que sientes por él o por cualquier otra persona no es lo que necesitas. Esto... —toca mi pecho sobre mi corazón—, lo que estás sintiendo ahora mismo, es lo mejor que te puede suceder. Porque cuando todos los pedazos de tu corazón comiencen a volver a estar juntos y lo harán, serán más fuertes. Y es mucho más difícil para que alguien los despedace. —Aparta mi cabello detrás de mi oreja de la manera en que siempre lo hace—. Así que puedes estar segura que cuando alguien finalmente lo haga, habrá trabajado por ello. No necesitamos comida para sobrevivir en esta vida tanto como necesitamos que nuestros corazones se rompan al menos una vez. Pero la mejor parte es que la primera ruptura siempre es la peor. Nunca más se sentirá así de mal de nuevo.

Y por eso, estoy contenta.

Pero también me hace preguntarme... si mi corazón nunca volverá a romperse tanto, entonces ¿amaré a alguien como amaba a Edward Masen?

****************************************************
Hola a todas que les parecio el capitulo de hoy comenten, ya estamos por terminar esta adaptacion despues de esta solo me dedicare aterminar la de fan fiction y tomare un pequeño descanso para poder selecionar la siguiente adaptacion para el blog, bueno nos vemos el viernes con capitulo nuevo.

11 comentarios:

brigitteluna dijo...

que duro, espero con ansias el proximo capitulo

carola dijo...

Es un capitulo muy triste. Pobrecita bella. Bella es muy valiente al querer irse y empezar otra vez. Y edward me tiene totalmente decepcionada :(
Me gusta mucho esta historia, no quiero q termine! Jajaj
Gracias por el tiempo que te das para escribir estas adaptaciones. Cariños

cari dijo...

😭😭😭😭 gracias

Alina dijo...

Edward es un idiota pero me alegro mucho por la decisión de Bella,tuvo que elegir algo muy difícil

marina dijo...

pobre bela. aunque ahora me siento mal por ella, hizo bien en irse de ahí y comenzar de nuevo en otro lugar.
esperemos que ahora que jake sabe la verdad ,razone y le diga a edward que puede estar con bela. pero creo que estoy pidiendo demasiado ,jake es muy inmaduro.
y edward si no lucha por bela no la merece.
y sam ese tipo merece terminar en la cárcel es un psicópata!!!!!
espero ansiosa el próximo capitulo.
estoy triste de que termine.

Anónimo dijo...

Se supone q edward es un adulto y jacob no puede juzgar ... pobre bella
nesesita pensar y eso es lejos de todos..

Ana dijo...

Muchas gracias por el capítulo, actualiza pronto

k_roline82 dijo...

Muchas gracias por el capituló. Esperando con ansias la próxima actualización. Saludos y bendiciones

Nicole dijo...

Me gusta que Bella se empoderara así misma y no se dejara tratar mal ni utilizar por nadie más. Espero el otro capítulo.

shaki dijo...

Pobre isabella ,espero que todos e solucione

vani dijo...

Me siento ofuscada en estos momentos y por lo tanto muy enojada con Edward
Jacobo se portó muy mal con ella y ahora viene hacerse el ofendido sí está bien es su padre y se acostó con su ex novia pero cuando bella lo conoció a Edward no sabía que era el padre de Jacobo y ella ya se sentían atraídos.

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina