viernes, 17 de mayo de 2019

Capitulo 25 No puedo amarte



Capítulo 25

Edward
Me detengo frente a Heidi, escaneo el estacionamiento a mi alrededor por el Challenger de Jacob. No lo veo, pero apenas puedo ver nada bajo la lluvia en este momento. Lo llamé y a Isabella sin parar durante las últimas veinticuatro horas, pero no puedo soportarlo más. Si él quiere tiempo, puedo hacer eso. Si necesita espacio, se lo daré.

Pero necesito disculparme cara a cara. Necesito que sepa que lo amo, y no quise que esto sucediera.


No es que él me escuche o probablemente incluso me escuche a través de su ira, pero no puedo sentarme sin hacer nada.

Salgo de mi camioneta, corro hacia la puerta de Heidi, bajo el porche cubierto, y golpeo con mi puño. Ha estado lloviendo todo el día y, aunque dejé que los chicos tuvieran el día libre, todavía fui al sitio y me encargué del negocio solo para matar el tiempo hasta que Jacob saliera del trabajo hoy. Si es que ya comenzó su nuevo trabajo, claro.

Heidi abre la puerta, todavía con su falda recta de oficina, pero descalza y con la camisa por fuera. Me ve y cruza sus brazos sobre su pecho, inmovilizándome con una mirada presumida.

—Quiero hablar con él —le digo.

—Has hecho suficiente —se burla, sacando su cola de caballo apretada—. Jesús, pensé que yo era una mala madre. ¿Qué estabas pensando? ¿Tomando sus sobras como si no hubiera otra mujer en esta ciudad que pudieras follar?

—No fue así.

—Ahórrame los detalles. —Se acerca a una mesa cercana y toma un vaso que lo más probable es que sea vodka y jugo de naranja—. Ella no es diferente de lo que pensabas que era yo. Ella te usó, Edward. Te utilizó por un lugar para vivir y conveniencia, y oh, ¿qué más hiciste? ¿Arreglar su auto también? —Sacude la cabeza, sonriendo amargamente—. Ella tuvo suerte contigo, y todo lo que tuvo que hacer fue abrir sus piernas. Cristo, ustedes los hombres son realmente densos cuando se trata de una cara bonita.

Mi mandíbula se tensa. Isabella no es así. Ella no se parece en nada a ti.

No estoy aquí para hablar de ella de todos modos.

—Tú no sabes nada —digo.

—Aw, ¿están enamorados?

Mi corazón late dos veces más fuerte, y mi rostro cae, una imagen parpadea en mi mente de ella de pie junto a la piscina hace tres noches, pidiéndome que le contara a Jacob y luego que la llevara a la cama, a nuestra cama.

Mi estómago se hunde. La extraño tanto.

—Oh, Dios mío, la amas —dice Heidi, mirándome a la cara y luciendo como si estuviera a punto de reír.

Pero antes que pueda decirme algo más, me enderezo.

—¿Dónde está?

—Se fue —dice, apoyándose en la puerta y tomando un sorbo de su bebida—. Por las próximas ocho semanas.

—¿Qué?

—Bueno, tal vez si estuvieras prestando más atención a tu hijo que a su pedazo de basura desechada, sabrías que fue a MEPS (Military Entrance Processing Station: es donde llegan las solicitudes para el servicio militar y completar el proceso de enlistamiento.) hace más de una semana para sus exámenes físicos y otras pruebas —me dice, muy complacida de restregarme en la cara todo lo que no sé—. Se alistó en la Marina, Edward. Parece que estaba desesperado por la orientación que claramente no consigue de ti. Se embarcó esta mañana.

Mis cejas caen en picada.

—¿Qué? —grito esta vez.

¿La Marina? No solo te unes a la Marina. Lleva meses enlistarse. Yo debería saberlo. Casi lo hice cuando tenía su edad.

Como si sintiera mis preguntas, continúa.

—Lo ha estado planeando por un tiempo. Está perdido, quiere una dirección —dice como si recitara su lista de compras—. Tenía miedo de contarle a alguien, porque tiene la costumbre de no seguir con las cosas. Quería sorprendernos cuando estuviera seguro. Después que fue a MEPS, hizo su prueba, obtuvo su examen físico y estaba comprometido. Sin embargo, iba a decírtelo, pero supongo que nunca tuvo la oportunidad.

Mis pulmones están vacíos, y agacho la cabeza.

Agujas me apuñalan la garganta y me escuecen los ojos. Esto no es correcto. Él no habría hecho algo así. Jacob no es... disciplinado. ¿Se sometería voluntariamente a eso? ¿Qué estaba pensando?

—Está en la Estación Naval de Great Lakes —dice—. Regresará en un par de meses. Comprueba su Instagram si no me crees. Hizo un último comentario esta mañana.

¿Instagram? Yo no…

Jesucristo.

Ella cierra la puerta, e inmediatamente escucho que la cerradura gira.

Me quedo allí, afuera de su puerta, la lluvia que me rodea con los últimos días corre por mi cabeza mientras intento conectar cualquier pista que Jacob haya dejado sobre sus planes. Renunció a su trabajo, diciéndome todos los beneficios de su nuevo... él quería un tatuaje.

Este nuevo trabajo secreto era una gran cosa.

¿Realmente se unió al ejército?

Dirigiéndome a mi camioneta, subo y cierro de golpe la puerta contra el aguacero y reviso mi teléfono en busca de mensajes o textos nuevamente.

Pero aún nada. Nada de Jacob o Isabella.

¿Sabía ella sobre esto?

No, ella me lo habría dicho.

Recordando lo que dijo Heidi, escribo Jacob Masen Instagram en la barra de búsqueda e inmediatamente veo aparecer algunas cuentas diferentes. Al hacer clic en ellas, encuentro una con su foto y veo que la primera publicación es la más reciente. Es solo una imagen de las puertas abiertas de un autobús que parece que está a punto de abordar con una leyenda que dice: Debí haber tomado la píldora azul.

¿Qué significa eso? Entonces recuerdo The Matrix. Una de sus películas favoritas cuando era pequeño.

Paso mi mano a través de mi cabello, listo para salir de mi maldita piel. ¿Cómo no pudo al menos enviar un mensaje de texto? Entiendo si él no me habla, pero tiene que saber que estaría preocupado. Por dejarme durante meses con todas estas preguntas…

Me siento en la camioneta, pasando la siguiente media hora buscando sitios web y blogs de padres, tratando de descubrir cómo puedo hablar con él. No se le permite un teléfono celular durante el entrenamiento, y no puedo llamarlo a menos que haya una emergencia, e incluso entonces tengo que pasar por la Cruz Roja para localizarlo.

Mierda. Siento que estoy en Twilight Zone en este momento. Él se fue. Sin forma de contactarlo inmediatamente durante ocho semanas.

No hemos pasado mucho tiempo juntos los últimos años, pero todavía estaba a solo una llamada de distancia. No puedo dejar que las cosas se queden así durante dos meses.

Busco la estación local de reclutamiento en el área y llamo a la oficina. Podría conseguir su dirección una vez que reciba su asignación.

No hay respuesta, así que lo rastrearé mañana y descubriré cómo encontrarlo.

Maldita sea.

—¡Mierda!

Me siento tan impotente.

Sabiendo que su teléfono celular probablemente ha sido confiscado por ahora, lo llamo de todos modos y sostengo el teléfono en mi oreja. Va inmediatamente al correo de voz.

—Jacob —digo, tragando algunas veces para mojarme la garganta—. Yo... yo...
Sacudo mi cabeza, cerrando los ojos.

—Te amo —le digo—, y siempre estaré aquí para ti. Sé que... sé que no tengo excusa. Yo solo… —Lágrimas brotan de mis ojos y no sé qué más decir, excepto la verdad—. Traté de no enamorarme de ella. Lo intenté. Lo siento.

Cuelgo y tiro el teléfono, sintiéndome vacío.

No quiero a ninguno de los dos fuera sin que sepan que los amo.

Estoy solo otra vez, y solo los quiero de vuelta. Ellos son todo.

Isabella tenía razón. Debí habérselo contado, acabar con ello y procurar que lo aceptara. Yo nunca iba a dejarla de buen grado. ¿Cuánto tiempo pensaba mentirle? Incluso si ella y yo no terminamos las cosas, habría tenido que decírselo en algún momento.

Enciendo el motor y cambio a reversa, retrocediendo fuera del estacionamiento y saliendo a toda velocidad. Volviendo a la carretera, me dirijo a la ciudad, revisando periódicamente mi teléfono en busca de mensajes.

Isabella dejó casi todo en mi casa. Tomó algunas ropas, sus libros y algunas cosas personales, pero sus modelos, su cama, muebles y la pintura todavía están allí.

Volverá por esas cosas, ¿verdad? No toda la esperanza está perdida todavía. La veré de nuevo.

Pero no la he visto en ninguna parte de la ciudad, no ha estado en el trabajo, y no he visto su auto. ¿Dónde está?

Estaba tan tranquila la otra noche. Misteriosamente calmada, en realidad. Como si ya no le importara.

Me odiaré para siempre si la arruiné. Mi hermosa, feliz y sexy chica que me mata con sus sonrisas y bromas.

Entrando en el estacionamiento de The Hook, salgo de la camioneta y camino bajo la lluvia hacia el club.

No hay nadie en la puerta, protegiéndola, pero dudo que me detuviera de todos modos. Entro y me detengo, déjà vù inundándome. La misma canción del pequeño baile del FaceTime de Isabella suena mientras dos mujeres dan vueltas alrededor de los tubos en el escenario. La imagen de su hermoso cuerpo actuando solo para mí me golpea, y estoy casi enfermo con lo jodidamente estúpido que soy y por lo que perdí.

Al ver a Tanya a la izquierda, me acerco, sin importarme que esté encima de un tipo en este momento. Está sentada a horcajadas sobre él, con los brazos apoyados sobre sus hombros.

—¿Dónde está? —exijo.

Tanya me dispara una mirada, arqueando una ceja mientras aprieta al tipo, sin perder el ritmo.

—Mira, solo quiero hablar con ella, ¿de acuerdo?

Tanya termina con el tipo, susurrando algo en su oreja, y se levanta de la silla, pasando a mi lado.

La sigo.

—¿Al menos puedo saber si está bien? —pregunto en tono firme—. Han pasado días. ¿Se está quedando en un lugar seguro? Dejó casi todo atrás, así que sé que no tiene su propio lugar.

Tanya sigue caminando, y estoy un poco incómodo con la media de red que tiene alrededor de su tanga, pero sigo persiguiéndola. Hace un gesto al camarero quien busca en una nevera portátil y saca una botella de agua para ella, deslizándola por la barra.

Pero en lugar de detenerse, toma el agua, se da vuelta y sigue alejándose de mí.

—¡Jesús, Tanya! —Dejo escapar, busco mi billetera y saco dinero—. ¡Aquí hay cien dólares por cinco minutos de tu tiempo! —Lo coloco con fuerza sobre la barra—. No quiero un baile, lo único que quiero…

Ella gira, y no tengo tiempo para reaccionar antes que su rodilla conecte entre mis piernas, haciéndome caer hacia adelante.

Gruño, jadeando cuando un dolor incandescente arde como balas en mi ingle, muslos y estómago. Cierro los ojos con fuerza, cayendo sobre una rodilla y un sudor frío me recorre todo el cuerpo.

Escucho débilmente su voz en mi oreja.

—No bailaría para ti ni aunque valieras mil millones de dólares y tu polla tuviera el sabor de un Tootsie Pop de cereza —dice con rabia—. Aléjate de mí y de mi hermana. Olvida que existió.

Un malestar se enrolla a través de mí, y me toma un tiempo antes de poder respirar regularmente de nuevo. Para cuando soy capaz de levantarme, mis piernas están temblorosas y Tanya se ha ido.

Y también mis cien dólares.

—No la amas, ¿verdad? —pregunta Emmett.

Termino de apilar las cajas en el garaje, mi cuarto proyecto en la última semana para mantenerme ocupado cuando no estoy en el trabajo.

Emmett está afuera, sentado en una silla de jardín, inclinado hacia delante, sus codos sobre sus rodillas y mirándome como si fuera un toro en una tienda de China, a punto de romper una mierda en cualquier momento.

Han pasado nueve días desde que vi a mi hijo o a Isabella, y cada día que pasa siento que se están alejando cada vez más de mí. Como si hubiera seguido adelante y como si nunca hubiera existido para ella.

Cualquier esperanza que tenía se está agotando rápidamente.

He llamado, enviado mensajes de texto y dejado mensajes para ambos, y la única ventaja que tengo es una dirección para escribirle a Jacob. Tuve que acosar a su reclutador para que me la consiguiera. Envié mi primera carta ayer.

En cuanto a Isabella, la única certeza que he podido obtener de que está bien es de Emmett, que tuvo noticias de su esposa, quien supo por Esme que Isabella está fuera de la ciudad visitando amigos y está bien.

¿Regresará?

Dejé de llamar después de unos días, porque claramente no quiere hablar y estoy intentando respetar sus deseos, pero... si llamara ahora mismo, iría a buscarla desde cualquier lugar y le daría todo lo que quisiera. Por el resto de mi vida ella puede tener todo lo que quiera.

—Edward, no puedes casarte con ella —declara Emmett como si supiera dónde está mi cabeza—. Lo sabes, ¿verdad?

Le doy la espalda, volviendo a colocar las herramientas desechadas en el banco de trabajo y despejando lentamente la mesa.

Hace nueve días hubiera estado de acuerdo con él. Hubiera dicho que tenía razón.

La gente hablará. Probablemente ya estén hablando. Lo harán sucio e incorrecto y sus amigas de la escuela secundaria bromearán sobre ella, y nadie nos tomaría en serio. Todo lo que verían es su edad y cómo cambió del hijo a su padre, y sería la comidilla de la ciudad.

Pero ahora no estoy tan seguro. ¿A quién le importa lo que piensen? Lo superaríamos, y el círculo de amigos de Isabella es tan pequeño como el mío. A ella no le importará lo que los extraños tengan que decir al respecto.

Seríamos jodidamente felices, y finalmente la gente seguiría adelante.

Ella me quería. Quería amarme.

Estaba lista para nosotros.

Sacudo la cabeza, argumentando:

—Ella es diferente.

—No, no lo es —responde Emmett—. Es joven y llena de esperanza. Como solíamos ser.

Me giro lentamente y lo miro. No es como que él se oponga a mí.

Pero lo escucho mientras continúa.

—Todo es nuevo y fresco para ella —dice—. Está entusiasmada con la vida y te hace recordar cómo se sentía. Antes que creciéramos y nos diéramos cuenta que no íbamos a ser pilotos de caza salvando el mundo o reyes de Wall Street montados en alargadas limusinas. —Se ríe en voz baja, recostándose en la silla—. Antes que hubiera facturas que pagar y responsabilidades que aumentaban a medida que pasaban los años.

Su mirada cae, y puedo ver todo lo que siento en su rostro. Él no odia su vida, adora a su esposa e hijos, pero si pudiéramos regresar y hacer al menos una cosa diferente, sé que ambos lo haríamos.

Aquí estamos, sentados, y no estamos seguros de qué más tenemos que esperar.

—Mira, hombre. —Levanta sus ojos hacia mí—. Te divertiste con ella. No digo que hayas hecho nada malo. Si el sexo es bueno, entonces disfrutan el uno del otro. Pero debes pensar en el futuro y sabes que no siempre se sentirá así. —Hace una pausa, frunciendo el ceño—. Se despertará en diez años y verá en línea una foto de un amigo de la escuela que está recorriendo Nepal o alguna mierda y mirará su propia vida y pensará en cómo se enganchó con dos niños en esta pequeña ciudad y se casó con un hombre de casi cincuenta años cuya vida está a más de la mitad de camino.

Permanezco en silencio, y el peso de sus palabras en mis entrañas es como ladrillos.

—¿Crees que no se arrepentirá de elegirte, sabiendo que sus mejores años casi se han ido? —pregunta.

Pero no tengo que responder. Él sabe que tiene razón.

En diez años, aún será joven y hermosa, y voy a merecerla incluso menos que ahora. No puedo darle todo lo que ella quiere sin importar lo mucho que mi ego piense lo contrario.

Nació para grandes cosas. Es inteligente, fuerte y se merece el mundo. Merece una vida que me pasó hace mucho tiempo.

Otro hombre será para ella todo lo que no soy y nunca seré, y aunque esa idea es como ácido en mi boca, estará más feliz por ello. Y sobre todo lo demás, eso es lo que quiero. Ella se hará mayor con otra persona, y esa es la vida que merece.

Emmett se va, y cierro el garaje, me dirijo a la casa e inmediatamente subo las escaleras. Me detengo en el dormitorio de Isabella, la puerta se abre y la ligera brisa que sopla fuera de su ventana sopla las hojas del árbol en el patio trasero.

Su leve aroma permanece, y la marca que su cuerpo hizo todavía está grabada en la almohada apoyada en su silla.

Sin embargo, no entro. No es mi habitación, ya no es mi chica y está por ahí en algún lado, siguiendo con su vida, y necesito hacer lo mismo.

Suficiente. Haz lo correcto.

Alcanzando la perilla, inhalo su perfume por última vez.

Y cierro la puerta.
**Dos meses después**

Enrollando la delgada cuerda blanca alrededor de la rueda, tiro de ella viendo como se mueve hacia mí sobre la polea. Me muevo al otro poste de madera que coloqué en el jardín y tiro de esa cuerda, probándola.

No tengo idea de por qué estoy poniendo un tendedero.

Lo único que sé, es que me estoy quedando sin ideas. Ya construí una mesa de picnic con hielera integrada en la mitad, la pinté y agregué las bancas. También había puesto un pozo para fogatas, un camino de piedra que llevaba de la puerta trasera al portón de atrás, una cama de flores, antorchas alrededor de la alberca, una pérgola, una hamaca, un pequeño estanque con un jardín de piedras. Seguía moviéndome de un proyecto al otro, para no tener tiempo de pensar, no voy a hacerlo. Supongo que lo disfrutaré cuando termine.

—Se ve diferente aquí atrás —dice alguien.

Miró hacia arriba, viendo a James Cramer de pie en el balcón de su habitación y mirando hacia mi patio.
¿Este tipo tiene obsesión conmigo o qué? ¿Por qué siempre está intentando hablarme?

—¿Tienes tiempo libre, huh? —pregunta—. Noté que ha estado más tranquilo en las últimas semanas.

Le dirijo otra mirada, dándole una sonrisa de cortesía. Quizás si le respondo, me dejará en paz.

Y sí, ha estado más tranquilo. Hasta ahora.

—Entonces, um —comienza, y gruño entre dientes—. Te vi a ti y a Isabella una noche.

Me detengo y vuelvo a levantar los ojos, mirándolo. Calor sube por mi cuello al escuchar su nombre. No he hablado sobre ella con nadie en meses.

—Mi cocina está frente a la tuya —explica—, era tarde, y ustedes estaban en el lavaplatos.
Mi cuerpo se calienta, recordando eso. La vista de ella caminando desnuda a la cocina una noche, y como no la dejé tomar un bocadillo de media noche hasta que yo tuviera el mío. Estaba tan hermosa.

Me enderezo, apretando los dientes.

—¿Observaste?

—No. —Suelta como si nunca se atreviera. Y luego se encoje de hombros—. Quiero decir, lo hubiera hecho si no hubieran terminado en el suelo eventualmente y fuera de mi línea de visión.

Continua con una risa, y si pudiera volar, estaría sobre su cerca en este momento, estrangulándolo.

Parece notar mi ira e intenta calmarme.

—Escucha, no pretendía ver nada, ¿está bien? Sabes, podrías intentar permanecer alejado de las ventanas. —Mueve la cabeza—. Solo digo que creo que es la primera vez que te vi sonreír. Ciertamente parece que te hizo feliz. En realidad no podría creer que ella no fuera capaz de hacer feliz a cualquier otro hombre.

—Cállate de una jodida vez —murmuro, inclinándome y recogiendo las herramientas, tirándolas en la pequeña caja.

¿De verdad? ¿Cómo pudimos ser tan descuidados? Él es la última persona cuyos ojos quiero sobre ella.

—Entonces, ¿a dónde fue? —pregunta—. ¿No funcionó para ustedes?

Lo ignoro, reuniendo mi mierda, para poder escapar adentro.

—¿Cómo lo echaste a perder, hombre? —Se ríe, tomando un sorbo de su cerveza—. Si encuentras a una mujer así, joven y ardiente con un cuerpo en buena forma, no la pierdes.

Lanzo la llave al suelo, moviéndome hacia adelante sin tener a dónde ir.

—Voy a patear tu trasero. Cierra la maldita boca.

—Entonces, está disponible ahora, ¿verdad?

—Hijo de perra —gruño.

Se ríe entre dientes. Debe ser tan divertido.

—Definitivamente eres triste —dice—. Las mujeres no son tan difíciles de hacer feliz si te interesa un poco.

—No soy incapaz —espeto—. Pero ese no es el punto. Las chicas adolescentes deben estar con chicos adolescentes, y no lo olvides de una jodida vez la próxima vez que te cruces con una. Ella merece a alguien de su propia edad.

Él asiente, pensando. Y luego me lanza una mirada.

—Entonces, tu hijo es de su edad, ¿verdad? ¿La trató mejor que tú?

Respiro pesadamente, pero permanezco en silencio. Me da una sonrisa medio complacida y se aparta, regresando a su casa.

Eso no es el punto, imbécil.

Sí, puedo decir con seguridad que sus relaciones con chicos de su misma edad tampoco son ganadoras, pero…

¿Pero qué? ¿No voy a ser capaz de darle todo lo que quiere? ¿No voy a crecer con ella? ¿No voy a comenzar de nuevo, y construir una familia a mi edad?

Dos meses atrás, todos esos parecían argumentos válidos, pero con el tiempo se sintieron menos convincentes. Como que quizás, quién soy y dónde estoy en mi vida, no está grabado en piedra. Todavía puede cambiar.

Sacudo la cabeza. No lo sé.

No, hice lo correcto. Han pasado meses, y no he sabido de ella. Claramente siguió adelante.

Pero Dios, la extraño. Es como si estuviera constantemente enfermo de hambre, pero la comida no me satisfará. Existe un vacío en mi interior que no puedo llenar por mi cuenta.

Levanto la caja de herramientas y giró hacia la casa, pero cuando miro hacia arriba, veo a Jacob de pie en la puerta trasera de la casa.

Me detengo. Jesús. ¿Desde hace cuánto tiempo ha estado parado ahí?

La caja cuelga de mis dedos mientras nos miramos, y estoy completamente sorprendido de verlo ahí.

—Te vi en la graduación —dice, una mano en su bolsillo.

Su graduación del campo de entrenamiento fue ayer, y había estado escribiéndole y acosando a su reclutador todo el verano para poder contactarlo. Aunque tenía que verlo. No podía perdérmelo. Es un logro impresionante.

Lentamente, camino hacia él, incapaz de apartar la mirada. Se ve increíble. Más alto y grande, un largo verano en el campo de entrenamiento había bronceado su piel y aclarado su ahora cabello corto. Está usando su uniforme verde de camuflaje con su gorra en una mano mientras se recarga en el marco.

—Solo quería verte —le digo—. No estaba seguro si me habías puesto en la lista o tu reclutador, pero no respondiste ninguna de mis cartas, así que no estaba seguro si me querías ahí.

Después que la ceremonia terminó quise hablar con él, pero su mamá estaba ahí con su último novio, y con él estaban unos amigos que habían conducido para verlo. No quería arruinarlo, así que me fui. Él tendría de regreso su teléfono, así que podría ver las llamadas, mensajes, y correos de voz. Me haría saber cuando estuviera listo.

Agacha la cabeza, escaneando el suelo frente a él.

—Recibí todas tus cartas. Gracias por las tarjetas telefónicas.

¿Quieres decir las que no usaste para llamarme? Sonrío, sin culparlo. Era una pequeña posibilidad, pero me alegra que recibiera todo. Siempre y cuando supiera que estaba pensando en él…

—¿Cómo estás? —Doy un paso al frente y bajo la caja de herramientas, sacando un trapo de mi bolsillo trasero para limpiarme las manos.

No habla y respira profundamente. Finalmente, levanta sus ojos azules.

—¿Tienes cerveza?

Asiento suavemente y lo llevo a la cocina. El aire acondicionado me golpea, enfriando el sudor en mi espalda, y mis nervios hacen que sea difícil respirar, peor en este momento no estoy tan nervioso como pensé que estaría. No está gritando todavía, así que es una buena señal.

Abro dos botellas de Corona. La luz del sol de la tarde se desvanece de la mesa de la cocina mientras se oculta detrás de unas nubes.

Toma asiento, y hago lo mismo. Cuando permanece en silencio, me doy cuenta que la pelota está en mi cancha.

—Entonces, ¿eres feliz? —le pregunto—. ¿En la fuerza militar?

Tuve tiempo para acostumbrarme a la idea, especialmente después que su reclutador me lo asegurara, pero necesitaba escucharlo de él.

—Sí. —Baja su cerveza a la mesa, manteniendo su puño alrededor de ésta—. No lo sé, supongo que es lo que necesitaba. Ser desgarrado para que me reconstruyeran mejor.

Espero para que continúe.

—No puedo dormir hasta tarde —dice—. No puedo llegar ebrio. No puedo decir que estoy enfermo si me siento flojo ese día… apesta, pero tengo un trabajo y dinero en la cuenta. Una carrera. Eso se siente muy bien. —Finalmente levanta la mirada—. Tengo un futuro, y para alguien que nunca supo dónde demonios estaba su lugar en el mundo, es algo bueno que los militares decidieran por ti y te dieran dirección.

—¿Estás seguro? —Levanto la botella, dándole un trago.

Me encanta que esté haciendo algo con su vida, pero también quiero asegurarme que esté haciendo su propio camino.

Continúa.

—Ahí es donde Isabella y yo nunca tuvimos sentido. Ella sabía lo que estaba en su mente, y lo resentía cuando estaba con ella, porque yo nunca lo supe. —Deja escapar un suspiro—. Yo no era su igual, nunca lo suficientemente bueno para ella. Nunca sería lo suficientemente fuerte mentalmente. Algunos de nosotros simplemente no lo somos.

Mi corazón se detiene ante sonido de su nombre, pero lo ignoro. No estoy seguro de que unirse a los militares fuera algo que realmente quisiera hacer con su vida, pero estoy seguro que no estaba encontrando respuestas en este pueblo. Al menos lo sabía.

Fue lo suficientemente fuerte para dar ese salto.

—Tú hiciste eso, ¿no es así? —pregunto—. Lograste pasar el entrenamiento. Estoy orgulloso de ti.

Veo su manzana de Adán subir y bajar, y los músculos de su mandíbula moverse. Toma otro sorbo, todavía sin mirarme.

—Entonces, ¿dónde está? —pregunta, echando un vistazo a la sala como si todavía estuviera en la casa.

—No lo sé. —Muevo la cabeza—. Se fue después de ti. No la he visto en dos meses.

Su mirada brinca a la mía, su ceño fruncido en preocupación.

—He hablado con su hermana —lo tranquilizo—. Ella está bien. Donde sea que se encuentre.

Parece aceptar la respuesta, porque toma otro trago. Pero ahora, me siento más desanimado. Está claro que tampoco ha mantenido contacto con Jacob. No es que pensara que seguían en contacto después de todo, pero eran amigos. Dependiente del otro en algún momento. Entre más lazos corte, menos razones tendrá para regresar.

—¿Estás viendo a alguien más? —pregunta.

—Nop, no en este momento. —Doy otro sorbo—. Solo concentrándome en la casa y los negocios.

—Sí, me encontré con Emmett de camino al pueblo, me dijo que están adelantados por dos años.

Me río.

—No es tanto…

Aunque, vamos jodidamente bien. Puedes terminar mucho trabajo cuando no te apresuras a llegar a casa con una mujer que enciende tu cuerpo.

—Entonces, ¿ella lo terminó o tú con ella? —pregunta, regresando a Isabella.

Lo miro. No quiero hablar de esto. Solo quiero que él esté bien. Quiero que hable de cualquier otra cosa menos yo.

Pero mayormente, es porque no estoy orgulloso de mi respuesta. Si Isabella no se hubiera ido, la hubiera mantenido por todo el tiempo que hubiera estado dispuesta. Debí renunciar a ella por él, y no lo hice. Y no estoy seguro si lo hubiera hecho si ella me hubiera dejado decidir.

—Lo lamento —digo en su lugar—. Nunca sabrás lo arrepentido que estoy.

Sus ojos se fijan en los míos, con una ola de emociones. No estoy seguro si quiero enfrentar su mirada. Dolor, decepción, confusión, soledad… Pero también: calma, resolución y aceptación.

—Cuando te vi en la graduación ayer, quería estar molesto contigo —dice—. Y estaba molesto porque no fuera así.

Baja la mirada, las ruedas girando en su cabeza.

—Supongo que hay algo que decir sobre el tiempo y la distancia. —Me da una sonrisa triste—. Te da mucha perspectiva. Mucho tiempo para pensar en ciertas cosas.

.

—Cuando tenía seis —continúa—, perdiste un contrato porque fuiste a un juego de las ligas menores. En mi cumpleaños diez, cambiaste mi fiesta y pagaste por todos para que fueran al lugar de go-carts, porque mamá y uno de sus novios comenzaron a pelear en casa y me avergonzaron frente a todos. Cuando me gradué de la secundaria, tomaste una segunda hipoteca para pagar por mi universidad, la cual tiré por el caño.

Mi garganta se hincha. ¿Recuerda todo eso?

—Hacer lo que pudieras para hacerme feliz, sin importar el sacrificio, nunca pareció una decisión difícil para ti. —Me mira, su voz gruesa con emoción—. Entonces, creo que hacer algo que sabías me lastimaría, definitivamente no fue una decisión fácil —dice—. Sé que me amas.

Aprieto los dientes para mantener mi respiración calmada, y el alivio se apodera de mí.

—No sé cuán de acuerdo estoy con todo esto, pero… —asiente—. Sé que me amas.

Estoy sin palabras. Es un poco desgarrador ver a tu hijo y preguntarte si tuviste algo que ver en lo bueno que resultó ser. No puedo creer que esté sentado justo aquí cuando no estaba seguro de sí volvería a verme.

—¿Todavía la amas? —pregunta.

Dudo por un momento, buscando las palabras. Sí, todavía la amo, pero…

—Ella está mejor sin mí —le digo.

Lo deja, sin presionar más.

—Tengo que regresar mañana en la noche. ¿Está bien si me quedo la noche?

—Por supuesto.

Se levanta, llevando su cerveza con él a la sala.

—Los Twins jugarán contra los Cubs esta noche —dice—. ¿Quieres verlo?

Inhalo profundamente y lo suelto, sintiendo cómo mi cuerpo se relaja por primera vez en meses.

—Suena bien. Ordenaré la pizza.

—Queso —especifica.

Me río.

—Sí, lo recuerdo.

Saco el teléfono de mi bolsillo y comienzo a marcar, pero luego escucho su voz.

—Y papá —dice.

Levanto la cabeza.

—Te amo —me dice—. Pero nadie está mejor sin ti.

****

Esa noche, despierto por un relámpago a la distancia. No abro los ojos, el peso de muchos largos días de trabajo pesan en mis párpados. Giro a mi costado, sabiendo que volveré a dormir si espero un minuto.

La parte interna de mi brazo derecho quema con el tatuaje que me hice más temprano esta noche. Jacob y yo decidimos ir al Rockford después de la pizza y hacernos esos tatuajes que había mencionado. Él eligió un ancla a la mitad de su espalda, acompañado por una brújula y un nudo de pescador con la frase “Forjado por el Mar” a su alrededor. Aunque todo solo tiene las líneas. Dice que le daría color después que se lo gane.

Supongo que significa después de sus primeros seis meses en el mar.

La vela grabada en mi piel se siente como si estuviera realmente encendida, el humo de la mecha sube por mi brazo hasta mi codo. Desde la primera vez que Jaocb mencionó los tatuajes hace dos meses, supe que algo que representara a Isabella sería la única cosa que querría en mí por el resto de mi vida. La cumpleañera y sus deseos. Siempre sería una parte de mí.

Inhalo profundamente, y a pesar que he lavado las sábanas muchas veces desde que se fue, todavía puedo sentir el aroma de su cabello en la almohada.

Y si me concentro lo suficiente y dejo mis ojos cerrados, ella está junto a mí.
Muevo un brazo alrededor de su cuerpo, y la atraigo hacia mí, clavando mi nariz en su frío cabello.

—¿Estaba roncando? —susurra.

Sonrió, tratando de no reír.

—No.

Se siente tan cohibida, y es adorable. La abrazo, sintiéndome tan lleno, porque todo lo que necesito es ella en mis brazos ahora. Sus curvas encajan perfectamente conmigo, y estoy lleno. Mi pecho se llena de algo que es prácticamente demasiado para poder contener.

Ella respira calmadamente, y deslizo mi mano sobre su estómago desnudo, mi cuerpo vuelve a la vida por ella. Tan fácilmente, como siempre lo hace.

De pronto, su pequeña voz interrumpe una vez más el silencioso cuarto.

—Me embarazaste —susurra.

No me muevo. ¿Qué dijo?

No, eso no puede ser verdad. Hemos tenido cuidado.

Cuando no digo nada, gira para mirarme.

—No tuve mi período la semana pasada —dice tímidamente—. Me hice unas pruebas en la mañana. Mi mejor suposición es que tengo un mes.

Cierro los ojos. Dios mío. ¿Un bebé?

Mi bebé.

—Espero que tenga mis ojos —dice.

Abro los míos.

—¿Tus ojos?

—Bueno, ella será una mezcla de ambos después de todo —explica—, y quiero que tenga tu sonrisa. Eso lo pone parejo, ¿verdad?

Toco su rostro.

—¿Estás segura? ¿Un bebé?

Asiente.

—Estoy segura. —Me mira con cautela y pregunta—. ¿Está bien?

Abro mi boca, pero ninguna palabra sale. ¿Un bebé? Me imagino despertando con un infante a mitad de la noche, asientos para auto, y caricaturas, y me siento abrumado, pero extrañamente, me siento… tan jodidamente enamorado de ella y de la idea de su cuerpo creciendo con mi niño.

Pero quería que tuviera opciones. ¿Realmente quiere esto?

Lo único que sé, es que la quiero a ella. Quiero todo con ella, y deseo, por su bien, que todavía no lo estuviera, pero lo querría eventualmente.

—Te amo —susurro—. Te amo tanto.

Exhala y sonríe como si hubiera estado conteniendo el aliento todo ese tiempo, y se coloca sobre mí, a horcajadas.

—Te amo, también. —Me besa, su cuerpo desnudo acoplándose al mío—. Estaba tan nerviosa. No estaba segura si querías más niños, o…

—Shh, nena —le digo, besándola y sosteniendo su rostro—. Te amo. Es solo… —me detengo y luego continúo, mirándola a los ojos—, estás atrapada conmigo, ¿no es así?

Me regala una pequeña sonrisa, y tomo su trasero en mis manos.
—He visto muchas veces el amor fracasado, Edward —dice—. Ambos lo hemos visto, ¿no es así? —Y luego se mueve contra mí, despertando mi cuerpo de inmediato—. Este es de la buena clase. Cuando lo encuentras, lo conservas. Nada es más importante.

Me pongo duro, mientras ella se mueve contra mí, y tomo su rostro, mirándola a los ojos.

—¿Me amas? —pregunta.

—Nunca dejaré de amarte.

Se agacha y me besa, cerniendo sus labios sobre los míos.

—Entonces, soy muy afortunada —susurra—. Somos tan afortunados.

Clavo mis manos en ella y la acerco, pero de pronto no hay nada aquí, y abro los ojos, viendo que mis brazos están vacíos. Era un sueño, y no puedo calmar mi respiración. Apartando las sabanas, me siento, columpiando mis piernas, y cubriéndome la cabeza con las manos.

—Mierda —digo ahogadamente. Mi frente está cubierta en sudor.

Todavía estoy duro, sangre pulsando atreves de mi polla, porque todavía puedo sentir lo que sentía hace dos meses. Daría lo que fuera por tenerla en mis brazos en este momento.

Levantándome, me pongo los jeans y salgo de la habitación. Paso la habitación de Jacob donde sigue dormido y silenciosamente abro la puerta de Isabella. Su habitación ha estado cerrada por ocho semanas, y me siento perdido en cuanto inhalo. Ella está en todas partes, cierro la puerta y enciendo la luz.

Sus revistas Home & Garden están debajo de su cama, y miro su escritorio, mis ojos moviéndose a la esquina y recordando lo hermosa que estaba esa noche. El sistema de sonido que Emmett le dio está encima, y camino hacia éste, bajando el volumen y presionando Play. Reconozco a Bruce Springsteen I’m On Fire saliendo de las bocinas, y vuelvo a ajustar el volumen, sin querer despertar a Jacob.

Camino a la cama, me siento y escucho la canción, mirando alrededor.

No puedo alejarme de ella, y nunca quiero hacerlo. En algún momento pensé que estaba enamorado de Lindsay, pero no era así. No era como esto.

Y ni siquiera se lo dije. Ella no sabe que la amo.

Nunca pensé que diría esto, pero Cramer tiene razón. La hubiera amado con todo lo que tenía. Era la indicada para mí. Hubiera llegado lejos para poder hacerla feliz por el resto de su vida.

Pero lo arruiné.

Mirando alrededor, noto un frasco en su mesa de noche, la etiqueta dice Sueños. Muevo la mano y lo tomo, estudiando unos pequeños rollos de papel, todos de diferentes colores y amarrados con hilo dorado dentro del frasco.

Mi corazón retumba en mis oídos, no quiero invadir su privacidad pero necesito saber, necesito saber que sus sueños no me incluyen o cosas que puedo darle. Su amor nubla su mente. Lo que escribió aquí, será la verdad.

Abriendo la tapa, dejo caer los rollos sobre la cama y tomo uno. Deslizando el hilo, mi estómago se retuerce por los nervios mientras desenrollo el primero.

Inventar mi propia tradición de Navidad.

Sonrío débilmente, algo como eso suena exactamente a ella. Es creativa, y hubiera amado ver con qué salía.

Dejándolo a un lado, tomo otro, lo abro y leo.

Conducir un convertible con la capota abajo en la lluvia.

Sí, puedo verla arrastrándome a hacer algo así, intentando hacer que me divierta.

Tomando otro rollo, mi sonrisa cae, y mi boca se seca, preparándome de nuevo para ver algo que quizás no me guste. El pulso de mi cuello se acelera mientras desenrollo.

Tener una biblioteca en mi casa algún día. Con estantes a la medida, hojas soplando afuera, y un sillón cómodo con frazadas calientes.

Muevo las cejas y suelto el papel, tomando otro rápidamente.

Me pregunto si puedo hacer que Edward se quede en cama todo el día, en un día de lluvia, para ver películas.

Te lo garantizo chica, ver películas no sería todo lo que haríamos si nos quedáramos en cama todo el día.

Desenrollo otro.

Subir a un globo aerostático.

Mi respiración se acelera mientras sigo abriendo papeles, uno detrás del otro.

Adoptar un perro.

¿Cómo haces tu propia cerveza? Me gustaría intentar eso.

Llevar a mis hijos a paseos al lago en los veranos.

Instalar un tendedero en el jardín de mi futura casa. ¡Ya nadie hace eso!

Parpadeo. Acabo de instalar un tendedor. Ella lo tiene ahora.

Continúo.

Correr un maratón.

Tener una cobija en la cajuela para picnics espontáneos.

Ver un desfile.

Aprender a hacer chili.

Ir en cuatro ruedas.

Nadar en el océano.

Llenar la camioneta de Edward con mantas y almohadas e ir a mirar las estrellas.

Sigo leyendo papel tras papel, finalmente sin ser capaz de leer más y alejándolos.

—Mierda. —Respiro, mis ojos ardiendo.

Puedo darle todo esto. Cada una de esas cosas, sus sueños, la vida que desea, puedo dárselo. Todo eso.

¿En qué pensaba? ¿Qué ella quería poder, dinero, y fama? ¿Qué dijo en una de sus primeras noches aquí?

No me importa la boda. Yo solo quiero la vida.

Ella quiere un hogar. Quiere que las personas se amen.

Quería que la quisiera. Es todo lo que quería.

Lágrimas que no dejaré caer brotan de mis ojos.

—¿Qué demonios hice?
***********************************
Holaa todas que les aprecio el capitulo de hoy bueno como ls habia comentado el lunes acaba esta adaptacion ya los ultimos 2 capitulos para acabar pero no se preocupen estare seleccionando la siguiente para el blog pero aun pueden leer la de fan fiction "Quiero estar contigo" bueno nos vemos al lunes

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya jacob por fin crecio y al menos edward se dio cuenta q si lo ama su hijo y q ya es hora de ir x bella

Ana dijo...

Me ha encantado este Capítulo, gracias, actualiza pronto

k_roline82 dijo...

Muchas gracias por actualizar, me encanto el capituló por lo menos Jaocb ya entro en razón y perdono a su padre y se dio cuenta que lo que hizo no fue para lastimarlo, y Edward por fin se dio cuenta que ama a Bella con todo su ser y que los sueños que tiene ella, el se los puede cumplir y ser feliz los dos como una verdadera familia llena de mucho amor. Esperando con ansias la próxima actualización.
Saludos y bendiciones

carola dijo...

Aaaww ha sido un capitulo con emociones diferentes. Creo que jacob maduro mucho. Por fin edward no se sentira culpable.
Pense que no duraria tanto tiempo lejos de bella. Es muy triste su situacion.
Gracias por el nuevo capitulo y nos leemos el lunes

marina dijo...

excelente capitulo,me gusto mucho.
la verdad que no puedo creer que al fin jake maduro y se dio cuenta que el padre siempre estuvo para el y nunca lo dejo de lado.
y edward, un poco tarde se dio cuenta que lo que queria bela es estabilidad,tener su casa,su familia. y ella veía todo ese futuro con edward. espero que ahora que edward tiene claro sus sentimientos busque a bela como sea y le pida perdón por tardar tanto tiempo.
espero ansiosa el próximo capitulo.
Estoy triste de que ya termine la adaptación

vani dijo...

Así que el vecino se hizo un festín con ello, hay que cerrar las ventanas!!!!
Que bueno lo de Jacobo..
Esperemos que ahora Edward se ponga a buscarla....
Gracias por la historia y por tu tiempo!!!



Vanina Iliana

cari dijo...

GRACIAS 😭😭❤

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina