Capítulo 2
El Forks Academy estaba
localizada en Ares, la cuarta luna de Zeus, el cual era el sexto planeta en
nuestro sistema solar. Cuando los humanos dejaron la antigua Tierra porque el
sol se estaba muriendo, buscaron largo y duro antes de encontrar otro sistema
que soportara la vida. Dos de los seis planetas estaban en la zona habitable
alrededor de la estrella amarilla de tamaño medio llamada Prometeo. Uno estaba
cubierto de líquido metano y el otro era un enorme gas con anillos, más como el
planeta Saturno de nuestra primera casa solar. Afortunadamente, ambos tenían
muchas lunas habitables.
En estas era donde la
humanidad se había asentado después de su largo viaje, enlazada a lo largo de
las lunas como perlas en una cadena.
Mi casa y la de Jasper
estaban en Vulturi, la tercera luna de Hera, el planeta de metano. El viaje en
el trasbordador del intersistema ocupaba casi toda la mañana pero no me
importaba. Observé con interés cómo el piloto embarcaba en el trasbordador y
entraba en su compartimiento asegurado. No podía comprender la aburrida mirada
en su rostro. Volar desde una luna a otra era excitante—Jasper y yo sólo
habíamos estado en otra luna una vez, cuando nuestro padre nos llevó a un
espectáculo en Gaia por nuestro duodécimo cumpleaños. Esto es lo que quiero,
pensé, mirando a través de la ventana limpia de plástico y cristal, que
mostraba el vasto lado de Zeus anillado acercándose.
Para volar, para
explorar, para ser libre. Y si esta es la única manera para hacerlo, haré mis
elecciones.
Miré mi reflejo en la
ventana y moví mis dedos a través de mi melena recientemente cortada. Jasper
había derramado unas cuantas lágrimas cuando lo cortó—adoraba mi pelo y
lamentaba ver cómo se iba. Mucho más preocupado que yo. Después, él dobló los
pesados, largos, negros y azulados mechones cuidadosamente y los almacenó en
una pequeña caja debajo de su cama.
—¿Por qué estás
guardando eso? —le pregunté, frunciendo el ceño. Parecía un gesto inútil.
Jasper se encogió de
hombros, sus mejillas encendidas en rosa por la vergüenza.
—Huelen a ti, tú
siempre hueles a flores. A flores, manzanas y a la luz del sol.
—¿Flores, manzanas y la
luz del sol? —Yo había estallado en risas—. ¿De verdad?
Jasper asintió.
—Echaré de menos ese
olor. Y tu risa. Y la manera en la que siempre puedes quitarme el mal humor.
Oh, Isabella, te echaré de menos.
—Yo también te echaré
de menos. —Mi voz había temblado cuando me di cuenta que nos estábamos diciendo
adiós. Íbamos a estar separados por primera vez en nuestras vidas. Y no durante
una hora o un día, sino durante meses y meses. ¿Cómo podría soportar estar
separada de mi hermano y mi mejor amigo tanto tiempo?
La escena había conseguido
entristecer a ambos lados en ese punto. Alejándome de la ventana, decidí que
era mejor no recordarlo. Aun así, cuando parpadeé, gotitas de humedad colgaron
de mis párpados. Furiosamente, presioné mi manga —la manga de una de las
chaquetas de Jasper— en mis ojos. No haría esto para comenzar mi nueva vida.
Tenía que ser fuerte, masculina.
Aunque no había estado
rodeada de muchos hombres en mi vida, conocía lo suficiente para saber que me
tomarían por una débil chica si lloraba. Y eso podía ser mi perdición.
No llores, me dije a mí misma
severamente cuando el trasbordador atracó y los pasajeros a mí alrededor se
levantaron y reunieron sus pertenencias. No llores y no vuelvas. Esto
es así.
Tomando una profunda
respiración, me levanté y agarré mi sencilla mochila de lona. No había traído
mucho—unos pocos conjuntos de la vieja ropa de Jasper y algunos recuerdos de
casa. Metidos en la punta de una de mis zapatillas había suministros para un
año de flujo de puntos diminutos, pero poderosos artículos higiénicos que
podrían ser insertados para absorber un completo ciclo femenino mensual y luego
dispuestos discretamente. En la punta de la otra zapatilla llevaba algunas
vendas extra para vendar mis pequeños pechos. Estaba lista para cualquier
cosa—o eso me dije a mí misma.
Como era habitual, una
vez que llegara a la Academia, yo sería abastecida con varios uniformes azul
marino del Forks Academy, además de un par de botas. Solo esperaba que tuvieran
mi talla, bastante diminuta, en el almacén.
Tomé un taxi aéreo, el
cual me dejó en las puertas delanteras de la Academia. Los enormes paneles de
hierro se alzaban sobre mi pequeño cuerpo como si intentaran intimidarme.
Estaban cubiertos en ornamentales pergaminos con las palabras: Honor, Integridad,
Valor, engalanadas y entrecruzadas en el frente en una escritura rojo
titanio.
Bien, pensé caminando hacia
la caseta del guardia y golpeé en la diminuta ventana. Supongo que uno de
tres no está mal. Podía no ser muy honesto u honrado por mi parte venir
aquí fingiendo ser mi hermano, pero ciertamente tomaba valor. Si el guardia
miraba demasiado cerca de la foto holográfica que mi padre había enviado de Jasper
y que decidió que no era lo bastante buena, mi tiempo en el Forks Academy se
habría acabado antes de comenzar.
Pero las mariposas en
mi estómago se habían revuelto para nada. El guardia apenas levantó la mirada
de su tableta de vídeo antes de dejarme pasar. Las sólidas puertas crujieron y
bostezaron ampliamente y avancé unos funestos pasos, que serían el comienzo de
mi nueva vida.
Era sorprendentemente
duro pasar las puertas y entrar en el campus que sería mi casa una vez que
empezara. Resultó que era capaz de seguir. Olvidando algo de mi agitación, miré
alrededor con interés.
No fue difícil
encontrar el edificio de Administración—era la primera gran estructura a la
derecha de la carretera gris marmóreo cuando entré en el complejo de la
Academia. A la izquierda había una serie de edificios de ladrillo rojo
cubiertos por una hiedra negra señorial nativa de esta luna. Las hojas negras
eran brillantes, reflejando la luz del sol. Periódicamente, a los largos de las
espesas vides, florecían grandes flores de cera blanca con centros rojo sangre—sabía
por lo que había leído que eran Flores de Sangre y Honor, el símbolo de la
Academia.
El césped que cubría el
suelo a cada lado de la carretera era de un profundo índigo, y cortado con una
precisión militar. El cielo de arriba era de un pálido azul dorado y Zeus se
alzaba grande en el horizonte, sus muchos anillos mostraban perfección. El sol,
Prometeo, era el punto más pequeño y brillante en lo alto. A pesar de su
presencia en el cielo, había un débil frío en el aire, que me hizo temblar
dentro de mi chaqueta prestada. O quizás estaba temblando por la decepción de
lo que yo iba a intentar.
Bueno, no lo pospondría
más.
Tomando una profunda respiración, mantuve mi cabeza en alto y caminé
rápidamente por la carretera, intentando asegurarme de que mi paso fuera largo
y mis brazos colgaran libres. Tenía que moverme como un hombre, hablar como un
hombre, comer, dormir y pensar como un hombre, me recordé. Intenté
recordar cómo caminaba mi padre y copié sus movimientos decididos y masculinos,
pero me sentía torpe después de años estando escolarizada en la elegancia
femenina por niñeras bien intencionadas e institutrices. Era afortunada de que
mi voz fuera baja para una chica—un alto natural. Sólo tenía que concentrarme
un poco en profundizarla para hacer una imitación pasable de un tono masculino.
En cuanto a mis gestos, aún eran demasiado delicados, pero mi pelo corto creaba
la ilusión de que era un hombre—esperaba de algún modo.
Cuando subí los
escalones del edificio de Administración, vi a un grupo de cadetes de pie a un
lado, a la mitad del camino arriba. Todos llevaban los uniformes azul marino
con las Flores Sangre y Honor engalanadas sobre el corazón. Los uniformes
estaban arrugados y sus corbatas torcidas, pero la trenza dorada en sus hombros
me dejó saber que eran hombres de clase superior —estudiantes de cuarto— y las
amenazantes miradas en sus caras me dijeron que debería mantener mi distancia.
—¿Así que qué va a
ocurrir? —preguntó uno de ellos, succionando con fuerza el esbelto palo azul de
nicotina que sujetaba. La nube de humo colgaba sobre su cabeza oliendo como a
calcetines sucios.
—Ni idea. Nada más.
Chauser sabe que mi padre le tendrá corriendo en un latido si él me agarra más
fuerte —respondió el estudiante más alto—. Aquí, dame algo. —Él tomó el palo de
nicotina y dio una calada, soplando el nauseabundo humo. Intenté no sentir náuseas
y seguí avanzando.
Sus acentos sonaban
extraños para mí, casi como una jerga. Me pregunté si esa era la manera en que
la gente hablaba en Ares, o si era sólo común en la Academia. Jasper y yo
habíamos crecido hablando mucho más formalmente, pero entonces habíamos sido
entrenados tradicionalmente en varias lenguas diferentes por muchos de sus
tutores.
—Eh, mira a ese… carne
fresca —dijo uno de ellos cuando pasé al grupo—. ¿Qué estás mirando, freshie?
Me di cuenta de que les
había estado observando y miré rápidamente a mis zapatos.
—Nada—murmuré,
esperando que mi voz fuera lo bastante baja para evitar sospecha.
—Sí, mejor sigues
caminando —gruñó el estudiante más alto—. Y mantén tus ojos en el suelo. Sería
una pena que tropezaras, ¿no?
Una bota demasiado
grande fue, de repente, deslizada en mi camino. Tropecé, y casi caí, sólo me
las arreglé para salvarme en el último minuto con un rápido salto al siguiente
escalón.
—¡Eh! —No pude evitar
el enfado en mi voz cuando levanté la mirada a la cara del abusón. Él era
grande, más gigantesco dentro del uniforme azul marino, y su recio pelo marrón
estaba cortado muy corto, mostrando un cuero cabelludo rosado debajo. Los
pequeños y glotones ojos que miraron de vuelta a los míos eran de color del
barro.
—¡Eh! —me imitó,
haciendo su voz alta y burlona—. Suenas justo como una chica, freshie. ¿Cuál es
la cuestión, tus pelotas nunca cayeron?
Su comentario me dejó
temblorosa, incluso más que su intento de hacerme tropezar.
—Déjame en paz —murmuré
y le empujé para pasar, entrando en el edificio de Administración rápidamente.
Estaba medio asustada de que él me siguiera, pero una vez la puerta se cerró en
silencio detrás de mí, me encontré sola en una oficina desierta.
—¿Hola? —Caminé hacia
la encimera delantera, la cual bifurcaba la sala, inspeccionando los
escritorios vacíos al otro lado—. ¿Hay alguien ahí? — llamé—. Soy un nuevo
estudiante, estoy aquí para registrarme.
—¡Voy! —trinó una voz
alta—. ¡Sólo un momento! —Un hombre joven que parecía ser unos pocos años mayor
que yo andaba ajetreado dentro, sus brazos llenos con placas de información—.
Termino de tratar con esto —dijo él cuando los puso con estrépito en uno de los
escritorios vacíos—. Ensayos de novatos, siempre son una molestia. Pero
cualquier cosa para ayudar a los profesores, digo siempre. A veces. —Limpió las
grandes y delgadas manos juntas y caminó hacia delante para mirarme—. ¿Cuál es
tu nombre?
—Isabe… Quiero decir, Jasper.
Jasper Swan. —Intenté hacer mi voz más varonil y profunda para cubrir mi
resbalón—. Mi padre, el Almirante Swan, me dijo que informaría aquí hoy.
—Ah, sí, el hijo del
Almirante. Bueno, estamos encantados de tenerte. Sólo encantados. —Sonrió y
asintió hacia mí—. Soy Riley Biers, asistente administrativo del director James.
Déjame decirle que estás aquí, le gusta decir unas palabras a todos los nuevos
estudiantes cuando llegan.
Él anduvo con prisas
otra vez y reapareció un momento después. —Te verá —dijo, asintiendo a un largo
pasillo a la derecha de la encimera—. La última puerta a la derecha es su
oficina. Podrías tener que esperar un minuto mientras trata con algo más, pero
estará contigo pronto. Oh, y conseguiré tu programa de clases y tus uniformes
mientras tanto. Veamos... —Él me frunció el ceño—. Creo que serás uno súper
pequeño. ¿Qué tamaño de botas llevas?
Se lo dije y asintió
brevemente.
—Bien, creo que tengo
algo en el almacén. Vamos, entonces. Sólo hay un asiento, ponte cómodo en la
oficina del director.
Sintiéndome torpe, hice
lo que dijo. Esperaba no tener que esperar mucho tiempo—quería pasar esta
entrevista de prueba tan pronto como fuera posible y salir del edifico de
Administración. Con algo de suerte, saldría sin correr hacia la manada de chicos
de último año y su líder abusón con sus ojos color barro, otra vez.
La oficina estaba
bordeada con viejas estanterías pasadas de moda y dominada por un enorme
escritorio hecho de oscura madera marrón pulida. Tomé un asiento en la silla de
madera con respaldo duro sentada y miré alrededor. Las fotos holográficas de un
hombre con un espeso bigote morsa y fino pelo marrón estaban expuestas en todas
partes—el director James, asumí. En cada foto él estaba sacudiendo las manos
con dignatarios visitantes o celebridades. Reconocí a algunos, otros no me eran
familiares, después de todo—¿Quizás autoridades locales de Ares? Quería
levantarme y echar una mirada más cerca, pero tenía miedo de meterme en
problemas si el Director venía y me veía examinando sus cosas.
Esperé durante un largo
tiempo, la silla de madera era más y más dura bajo mi trasero. ¿Cuándo iba a
venir? Había estado sentada toda la mañana en el trasbordador y quería estirar
mis piernas. De alguna manera, estaba a punto de levantarme y empezar a leer
los lomos de los libros pasados de moda, encuadernados en cuero, que él
mantenía en las estanterías cuando una voz y unos pasos llegaron a mis oídos.
—Aquí dentro —dijo alguien,
y oí una puerta abrirse y cerrarse en la habitación de al lado—. Ahora, Demitri,
¿qué tienes que decir?
—Nada, señor. —La
enfadada voz e insolente sonaba familiar. Sin saber lo que estaba haciendo, me
arrastré por la silla para pararme en la puerta que conectaba con la siguiente
habitación.
—He oído esas
alegaciones antes y estoy inclinado a creerlas —continuó la primera voz—.
Espero que sepas que no me tomo esto a la ligera.
—No tiene nada sobre
mí —saltó la otra voz—. Sólo me está atormentando porque no le gusto.
Había una pequeña
ventana de cristal en la puerta contigua. Cuidadosamente, me arrastré más cerca
y miré dentro para ver lo que estaba pasando. Un hombre con fino pelo marrón
estaba sentado con su espalda hacia la puerta— obviamente el director. El
abusón que había intentado hacerme tropezar en los escalones estaba sentado
enfrente de él, con una expresión taciturna en sus espesos gestos.
—Tienes razón, no me
gusta ningún embustero. Y tengo algo sobre ti, el Sr. Nolen te vio claramente
copiando tu tarea asignada de otro estudiante. —La voz del director era seria—.
¿Así que cuál será, Demitri, el bastón o el remo?
—¡No puede! —Una fina
película de sudor rompió en la cara sonrojada del abusón—. Mi padre es el
cabeza del Embarque de Administración. ¡No se atreva a ponerme un dedo encima!
—Oh, sí lo hago. —El
director se puso de pie y se quitó su chaqueta—. No me importa si tu padre es
el presidente del sistema solar, nosotros no permitimos hacer trampas en
el Forks Academy. —Él comenzó a enroscar sus mangas—. Ahora ¿tomarás tu castigo
como un hombre o haré llamar a Biers aquí dentro para ayudarme a sujetarte?
—Como si Kinky Biers
pudiera sujetar algo más grande que un conejo —se burló Demitri—. Pero quizás
ustedes practican por la noche cuando la oficina está cerrada. ¿Verdad, director?
¿Dejas que Biers te sujete?
El director se había
girado y el lado de su cara que podía ver estaba rojo como un ladrillo.
—Estás a esta distancia
de ser expulsado con una mancha negra permanente en tu expediente, Demitri. —Él
sonaba como si estuviera hablando a través de los dientes apretados—. Así que
te lo preguntaré otra vez, ¿prefieres el bastón o el remo?
—No puedo creerle. No
llegará lejos con esto. —Demitri se puso de pie, sus brazos cruzados sobre su
pecho.
—¿Bastón o remo?
—rechinó el Director James—. ¿O quizá prefieras un billete del trasbordador
directo de vuelta a Midas, donde podrás explicarle a tu padre por qué has sido
expulsado?
Se miraron mutuamente
sin respirar durante un largo momento, los ojos llameantes, los pechos
agitados. Durante un momento pensé que Demitri iba a apoyarse a través del
escritorio y atacar al director. Pero al final, comenzó a desabrochar los
pantalones de su uniforme con movimientos rígidos y erráticos.
—El remo —dijo él, su
voz espesa con furia. Bajando sus pantalones, reveló un gran y fofo trasero que
era blanco como el vientre de un pez y cubierto por denso vello marrón, casi
como pelaje.
—Asume la posición
—ordenó el director. Demitri situó sus manos en los lados del escritorio y se
inclinó.
Puse una mano sobre mi
boca para contener una risa temblorosa por la visión. Jasper estaría
extremadamente molesto, ya que yo nunca había visto a un hombre desnudo. El
físico peludo de Demitri parecía tan extraño... tan raro. Me preguntaba
si el resto de él estaba cubierto por pelo también, pero estaba agradecida por
no poder ver nada más que su trasero. Esa extensión de pelo blanco era lo
suficiente para dejarme saber que no quería ver más.
—Siete lengüetadas por
hacer trampas y tres más por insolencia. —El director produjo un largo y plano
remo rectangular con agujeros a través de él. Me preguntaba para qué eran hasta
que encajó el primer golpe con un chasquido sibilante, obviamente los agujeros
cortaban la resistencia del aire y le permitían golpear más fuerte—. Uno —dijo
cuando Demitri soltó un amortiguado gemido. El remo llegó otra vez—. Dos.
Quería dejar de mirar
después del tercer golpe, pero de algún modo no pude. Estaba fascinada por la
vista del remo negro conectando con las enrojecidas posaderas del abusón. Demitri
hizo una mueca de dolor con cada golpe, pequeños gemidos y quejas de dolor
escapaban de sus labios carnosos. Me preguntaba si todo ese pelo amortiguaba
los golpes de alguna manera. Por el modo en la que él gemía y lloraba, no debía
ser de mucha ayuda.
Estaba tan absorta en
el espectáculo que no puse atención a lo que estaba haciendo. Mis pies se
deslizaron y caí contra la puerta contigua, sacudiéndola en su marco. De pie a
un lado como estaba, me encontraba fuera de la línea de visión del director.
Desafortunadamente, Demitri podía verme perfectamente.
Su cabeza se levantó
bruscamente y nos miramos en los ojos del otro a través de la ventana.
Sorpresa,
reconocimiento, y furia avergonzada pasaron sobre sus gestos torpes, y los ojos
del color del barro se estrecharon cuando miraron a los míos. Jadeé por la
mirada de pura malevolencia que me dirigió —había leído frases como “si las
miradas pudieran matar” bastante a menudo en los libros, pero nunca realmente
la había registrado conmigo hasta ahora. Durante un largo momento no pude
apartar la mirada, entonces el casi palpable odio que manaba de él terminó con
mi extraña parálisis. Rápidamente me aparté de la ventana y corrí a sentarme en
la dura silla de madera a través del escritorio.
Demitri sólo me había
visto un momento, pero tuve el infeliz sentimiento de que el daño ya estaba
hecho. Nunca me perdonaría por verle en semejante posición de última
humillación. Ahora tendría que vigilarle y estar doblemente en guardia—primero
para asegurarme que nadie averiguaba mi verdadera identidad y segundo para
evitar ser machacada hasta hacerme papilla.
Los sonidos del remo en
la puerta contigua terminaron abruptamente y oí al director decirle a Demitri
que tendría más de lo mismo si era atrapado otra vez. El abusón murmuró una
ágil respuesta y el roce de la ropa me dejó saber que se estaba poniendo los
pantalones. Entonces, la puerta contigua se abrió y el director salió,
ajustando su chaqueta y enderezando su corbata.
—Ahora, entonces, Sr. Swan.
—Me sonrió delicadamente y levantó una mano—. He oído hablar mucho de usted de
su padre, el Almirante Swan. Estoy muy gratificado de conocerle finalmente.
—Encantado de conocerle
también, señor. —Tomé su mano en lo que esperaba fuera un firme agarre,
bombeándola exactamente dos veces y solté. Mejor no pasarse.
—Excelente, excelente.
—Se sentó en la silla de cuero afelpada detrás del vasto escritorio y me miró
con un fruncimiento—. Seré honesto, Swan. Es un poco, ah, más bajito de lo que
había anticipado, no más grande que un chico de primero. Pero su padre insiste
en ponerle en clases de tercero. Dice que ha sido bien enseñado en nuestro
material del temario.
—Sí, señor. —Intenté
mantener mi voz profunda y mis ojos directos—. Yo, eh, conseguí mi talla de mi
madre. Era muy bajita. Pero le aseguro que académicamente puedo mantenerme.
Él frunció el ceño otra
vez.
—Espero que pueda.
Considerando que su padre ha pagado dos años completos de clases, estoy de
acuerdo en acceder a sus deseos en esta cuestión, a pesar del hecho que no
tiene educación formal de la que hablar. Usted, Swan, tendrá la carga de probar
que su fe en usted está justificada.
—Sí, señor. Lo haré lo
mejor que pueda, señor. —Cambié inquietamente en mi silla. Padre realmente
debía haber estado desesperado por llevar a Jasper a la Academia si había
pagado semejante gran suma de dinero. Esperaba estar más que adelantada
académicamente como los tutores de Jasper parecían pensar.
—Muy bien, entonces,
puede irse. —Asintió hacia la puerta de la oficina—. Recoja su programa y los
uniformes de Biers de camino a la salida. Y luego envíele aquí dentro, tengo
una tarea para él.
—Sí, señor. —Asentí y
me levanté rápidamente. Dejando la oficina, cerré la puerta tranquilamente
detrás de mí. Estaba aliviada de conseguir salir con mi decepción tan
fácilmente, aparentemente el Director James pensaba que era pequeña para mi
edad. Pero el castigo que había visto me molestó. Estaba segura que conseguiría
una sentencia más rígida que diez lengüetazos con el remo si mi secreto era
descubierto. Bueno, sólo tendría que asegurarme que no fuera así. Levantando mi
barbilla, volví por el pasillo en busca del asistente del director.
—Aquí estás otra vez. —Biers
me sonrió y me entregó una pila de tela azul marino, un par de brillantes botas
negras y una placa desechable—. Tu uniforme, botas, y programa de clase para
este semestre —explicó él, asintiendo hacia la placa—. También tu habitación
asignada aquí. —Levantó una pequeña almohadilla negra—. Presiona tu pulgar en
esto. —Hice como me pidió y la almohadilla hizo un bip una vez—. Excelente
—asintió—. Ahora la cerradura está codificada con tu huella.
—¿Debería cambiarme e
informar a la clase que acaba ahora? —pregunté, mirando a la placa con mis
clases asignadas con incertidumbre.
Biers sacudió su
cabeza.
—No hace falta, casi
han acabado por hoy. No te preocupes por estar atrasado, las clases sólo han
estado en marcha durante una semana, deberías ser capaz de ponerte al día.
—Gracias. —Asentí y
comencé a irme pero él me detuvo con una larga y delgada mano en mi hombro.
—Pruébatelo.
—¿Qué? —Le fruncí el
ceño, mi corazón latiendo.
—Tu uniforme, necesito
asegurarme que te queda bien. —Él asintió hacia una puerta abierta a un lado de
la oficina—. Vamos, puedes desnudarte allí dentro. No seas tímido, lo he visto
todo. —La mirada depredadora en sus ojos me pusieron de repente nerviosa. Y si
me veía desnudarme, mi secreto sería descubierto.
—Yo... uh... — Comencé
a alejarme de él pero justo entonces la voz del director se hizo eco por el
pasillo.
—Biers, ¿el cadete Swan no te
dijo que te necesito? Ven aquí de una vez.
—Oh, bueno. —Biers me
dio un fruncimiento enfadado y suspiró—. Pruébatelos en tu dormitorio y tráelos
de vuelta si no te valen. —Con una última mirada persistente hacia mí, sobre su
hombro, se apresuró por el pasillo hacia la oficina del director.
Respirando un
tembloroso suspiro de alivio, agarré mi uniforme y las botas y corrí hacia la
entrada del edificio de Administración. Ésta había sido cerrada. Pero
¿por qué quería verme sin mi ropa? ¿Sospechaba de mí por algo? ¿Había visto a
través de mi disgusto o esto era algo que él hacía con todos los nuevos estudiantes?
Cuando inicié una veloz retirada, me pregunté si Biers había decidido que sería
cosecha fácil porque era pequeña y de apariencia débil.
Eso era un problema. Al
crecer como una chica, siempre había estado protegida y manejada con cuidado
por mi estatura diminuta. Las pocas veces que Jasper y yo salíamos a la
sociedad, los chicos habían sido caballerosos y cuidadosos por mi frágil
anatomía femenina. Yo había tomado semejante trato diferente por asumido—era
simple la manera en la que las cosas eran hechas en Push, mi provincia. Ahora
lo que sucedía era que podría ocurrir lo opuesto en mi nueva vida. Mi ligera y
débil apariencia podría hacer que esos que me habían tratado tan gentilmente
como una fémina, decidieran enfocarme y maltratarme como un hombre. Por primera
vez en mi vida, mi delgado cuerpo y mi bajita estatura iban a ser una
discapacidad, no una ventaja.
Empujé la preocupante
idea lejos, y pasé a través de la puerta delantera cuidadosamente. Miré
alrededor del edificio de Administración, más que medio asustada de ver a un
enfadado Demitri, esperando con su banda de cadetes, fumando y encadenados para
golpearme hasta hacerme papilla. Para mi alivio, el área entera alrededor del
edifico parecía desierta.
Bien. Miré mi placa,
buscando mi dormitorio asignado. Estaba en el Edificio Goddard, cuarto piso,
habitación cuatro-ocho. Cuadré mis hombros e intenté mirar a todas partes una
vez, saliendo a través del campus. Era la hora de ver dónde iba a pasar los
siguientes dos años de mi vida.
*************************************
Hola a todas las lectoras como vamos les esta interesando esta adaptacion comenten que les esta pareciendo se que muchas no pueden poner sus nombre pero no importa si son anonimos simplemnte me encata saber sus opiniones sobre esta adaptacion bueno nos vemos el lunes con un capitulo nuevo.
4 comentarios:
me encanto espero pronto saber mas de tu historia...
Gracias por el capítulo
Me ha gustado, gracias por el capitulo.
Wow si que se metio en problemas muy pronto bella ... ya quiero ver que piensa cuando conozca a edward jajaja y ese biers es de cuidado ��
Publicar un comentario