viernes, 5 de julio de 2019

Pacto de hermanos capitulo 2


Capítulo 2

El Forks Academy estaba localizada en Ares, la cuarta luna de Zeus, el cual era el sexto planeta en nuestro sistema solar. Cuando los humanos dejaron la antigua Tierra porque el sol se estaba muriendo, buscaron largo y duro antes de encontrar otro sistema que soportara la vida. Dos de los seis planetas estaban en la zona habitable alrededor de la estrella amarilla de tamaño medio llamada Prometeo. Uno estaba cubierto de líquido metano y el otro era un enorme gas con anillos, más como el planeta Saturno de nuestra primera casa solar. Afortunadamente, ambos tenían muchas lunas habitables.

En estas era donde la humanidad se había asentado después de su largo viaje, enlazada a lo largo de las lunas como perlas en una cadena.


Mi casa y la de Jasper estaban en Vulturi, la tercera luna de Hera, el planeta de metano. El viaje en el trasbordador del intersistema ocupaba casi toda la mañana pero no me importaba. Observé con interés cómo el piloto embarcaba en el trasbordador y entraba en su compartimiento asegurado. No podía comprender la aburrida mirada en su rostro. Volar desde una luna a otra era excitante—Jasper y yo sólo habíamos estado en otra luna una vez, cuando nuestro padre nos llevó a un espectáculo en Gaia por nuestro duodécimo cumpleaños. Esto es lo que quiero, pensé, mirando a través de la ventana limpia de plástico y cristal, que mostraba el vasto lado de Zeus anillado acercándose.

Para volar, para explorar, para ser libre. Y si esta es la única manera para hacerlo, haré mis elecciones.

Miré mi reflejo en la ventana y moví mis dedos a través de mi melena recientemente cortada. Jasper había derramado unas cuantas lágrimas cuando lo cortó—adoraba mi pelo y lamentaba ver cómo se iba. Mucho más preocupado que yo. Después, él dobló los pesados, largos, negros y azulados mechones cuidadosamente y los almacenó en una pequeña caja debajo de su cama.

—¿Por qué estás guardando eso? —le pregunté, frunciendo el ceño. Parecía un gesto inútil.

Jasper se encogió de hombros, sus mejillas encendidas en rosa por la vergüenza.

—Huelen a ti, tú siempre hueles a flores. A flores, manzanas y a la luz del sol.

—¿Flores, manzanas y la luz del sol? —Yo había estallado en risas—. ¿De verdad?

Jasper asintió.

—Echaré de menos ese olor. Y tu risa. Y la manera en la que siempre puedes quitarme el mal humor. Oh, Isabella, te echaré de menos.

—Yo también te echaré de menos. —Mi voz había temblado cuando me di cuenta que nos estábamos diciendo adiós. Íbamos a estar separados por primera vez en nuestras vidas. Y no durante una hora o un día, sino durante meses y meses. ¿Cómo podría soportar estar separada de mi hermano y mi mejor amigo tanto tiempo?

La escena había conseguido entristecer a ambos lados en ese punto. Alejándome de la ventana, decidí que era mejor no recordarlo. Aun así, cuando parpadeé, gotitas de humedad colgaron de mis párpados. Furiosamente, presioné mi manga —la manga de una de las chaquetas de Jasper— en mis ojos. No haría esto para comenzar mi nueva vida. Tenía que ser fuerte, masculina.

Aunque no había estado rodeada de muchos hombres en mi vida, conocía lo suficiente para saber que me tomarían por una débil chica si lloraba. Y eso podía ser mi perdición.

No llores, me dije a mí misma severamente cuando el trasbordador atracó y los pasajeros a mí alrededor se levantaron y reunieron sus pertenencias. No llores y no vuelvas. Esto es así.

Tomando una profunda respiración, me levanté y agarré mi sencilla mochila de lona. No había traído mucho—unos pocos conjuntos de la vieja ropa de Jasper y algunos recuerdos de casa. Metidos en la punta de una de mis zapatillas había suministros para un año de flujo de puntos diminutos, pero poderosos artículos higiénicos que podrían ser insertados para absorber un completo ciclo femenino mensual y luego dispuestos discretamente. En la punta de la otra zapatilla llevaba algunas vendas extra para vendar mis pequeños pechos. Estaba lista para cualquier cosa—o eso me dije a mí misma.

Como era habitual, una vez que llegara a la Academia, yo sería abastecida con varios uniformes azul marino del Forks Academy, además de un par de botas. Solo esperaba que tuvieran mi talla, bastante diminuta, en el almacén.

Tomé un taxi aéreo, el cual me dejó en las puertas delanteras de la Academia. Los enormes paneles de hierro se alzaban sobre mi pequeño cuerpo como si intentaran intimidarme. Estaban cubiertos en ornamentales pergaminos con las palabras: Honor, Integridad, Valor, engalanadas y entrecruzadas en el frente en una escritura rojo titanio.

Bien, pensé caminando hacia la caseta del guardia y golpeé en la diminuta ventana. Supongo que uno de tres no está mal. Podía no ser muy honesto u honrado por mi parte venir aquí fingiendo ser mi hermano, pero ciertamente tomaba valor. Si el guardia miraba demasiado cerca de la foto holográfica que mi padre había enviado de Jasper y que decidió que no era lo bastante buena, mi tiempo en el Forks Academy se habría acabado antes de comenzar.

Pero las mariposas en mi estómago se habían revuelto para nada. El guardia apenas levantó la mirada de su tableta de vídeo antes de dejarme pasar. Las sólidas puertas crujieron y bostezaron ampliamente y avancé unos funestos pasos, que serían el comienzo de mi nueva vida.

Era sorprendentemente duro pasar las puertas y entrar en el campus que sería mi casa una vez que empezara. Resultó que era capaz de seguir. Olvidando algo de mi agitación, miré alrededor con interés.

No fue difícil encontrar el edificio de Administración—era la primera gran estructura a la derecha de la carretera gris marmóreo cuando entré en el complejo de la Academia. A la izquierda había una serie de edificios de ladrillo rojo cubiertos por una hiedra negra señorial nativa de esta luna. Las hojas negras eran brillantes, reflejando la luz del sol. Periódicamente, a los largos de las espesas vides, florecían grandes flores de cera blanca con centros rojo sangre—sabía por lo que había leído que eran Flores de Sangre y Honor, el símbolo de la Academia.

El césped que cubría el suelo a cada lado de la carretera era de un profundo índigo, y cortado con una precisión militar. El cielo de arriba era de un pálido azul dorado y Zeus se alzaba grande en el horizonte, sus muchos anillos mostraban perfección. El sol, Prometeo, era el punto más pequeño y brillante en lo alto. A pesar de su presencia en el cielo, había un débil frío en el aire, que me hizo temblar dentro de mi chaqueta prestada. O quizás estaba temblando por la decepción de lo que yo iba a intentar.

Bueno, no lo pospondría más. Tomando una profunda respiración, mantuve mi cabeza en alto y caminé rápidamente por la carretera, intentando asegurarme de que mi paso fuera largo y mis brazos colgaran libres. Tenía que moverme como un hombre, hablar como un hombre, comer, dormir y pensar como un hombre, me recordé. Intenté recordar cómo caminaba mi padre y copié sus movimientos decididos y masculinos, pero me sentía torpe después de años estando escolarizada en la elegancia femenina por niñeras bien intencionadas e institutrices. Era afortunada de que mi voz fuera baja para una chica—un alto natural. Sólo tenía que concentrarme un poco en profundizarla para hacer una imitación pasable de un tono masculino. En cuanto a mis gestos, aún eran demasiado delicados, pero mi pelo corto creaba la ilusión de que era un hombre—esperaba de algún modo.

Cuando subí los escalones del edificio de Administración, vi a un grupo de cadetes de pie a un lado, a la mitad del camino arriba. Todos llevaban los uniformes azul marino con las Flores Sangre y Honor engalanadas sobre el corazón. Los uniformes estaban arrugados y sus corbatas torcidas, pero la trenza dorada en sus hombros me dejó saber que eran hombres de clase superior —estudiantes de cuarto— y las amenazantes miradas en sus caras me dijeron que debería mantener mi distancia.

—¿Así que qué va a ocurrir? —preguntó uno de ellos, succionando con fuerza el esbelto palo azul de nicotina que sujetaba. La nube de humo colgaba sobre su cabeza oliendo como a calcetines sucios.

—Ni idea. Nada más. Chauser sabe que mi padre le tendrá corriendo en un latido si él me agarra más fuerte —respondió el estudiante más alto—. Aquí, dame algo. —Él tomó el palo de nicotina y dio una calada, soplando el nauseabundo humo. Intenté no sentir náuseas y seguí avanzando.

Sus acentos sonaban extraños para mí, casi como una jerga. Me pregunté si esa era la manera en que la gente hablaba en Ares, o si era sólo común en la Academia. Jasper y yo habíamos crecido hablando mucho más formalmente, pero entonces habíamos sido entrenados tradicionalmente en varias lenguas diferentes por muchos de sus tutores.

—Eh, mira a ese… carne fresca —dijo uno de ellos cuando pasé al grupo—. ¿Qué estás mirando, freshie?

Me di cuenta de que les había estado observando y miré rápidamente a mis zapatos.

—Nada—murmuré, esperando que mi voz fuera lo bastante baja para evitar sospecha.

—Sí, mejor sigues caminando —gruñó el estudiante más alto—. Y mantén tus ojos en el suelo. Sería una pena que tropezaras, ¿no?

Una bota demasiado grande fue, de repente, deslizada en mi camino. Tropecé, y casi caí, sólo me las arreglé para salvarme en el último minuto con un rápido salto al siguiente escalón.

—¡Eh! —No pude evitar el enfado en mi voz cuando levanté la mirada a la cara del abusón. Él era grande, más gigantesco dentro del uniforme azul marino, y su recio pelo marrón estaba cortado muy corto, mostrando un cuero cabelludo rosado debajo. Los pequeños y glotones ojos que miraron de vuelta a los míos eran de color del barro.

¡Eh! —me imitó, haciendo su voz alta y burlona—. Suenas justo como una chica, freshie. ¿Cuál es la cuestión, tus pelotas nunca cayeron?

Su comentario me dejó temblorosa, incluso más que su intento de hacerme tropezar.

—Déjame en paz —murmuré y le empujé para pasar, entrando en el edificio de Administración rápidamente. Estaba medio asustada de que él me siguiera, pero una vez la puerta se cerró en silencio detrás de mí, me encontré sola en una oficina desierta.

—¿Hola? —Caminé hacia la encimera delantera, la cual bifurcaba la sala, inspeccionando los escritorios vacíos al otro lado—. ¿Hay alguien ahí? — llamé—. Soy un nuevo estudiante, estoy aquí para registrarme.

—¡Voy! —trinó una voz alta—. ¡Sólo un momento! —Un hombre joven que parecía ser unos pocos años mayor que yo andaba ajetreado dentro, sus brazos llenos con placas de información—. Termino de tratar con esto —dijo él cuando los puso con estrépito en uno de los escritorios vacíos—. Ensayos de novatos, siempre son una molestia. Pero cualquier cosa para ayudar a los profesores, digo siempre. A veces. —Limpió las grandes y delgadas manos juntas y caminó hacia delante para mirarme—. ¿Cuál es tu nombre?

—Isabe… Quiero decir, Jasper. Jasper Swan. —Intenté hacer mi voz más varonil y profunda para cubrir mi resbalón—. Mi padre, el Almirante Swan, me dijo que informaría aquí hoy.

—Ah, sí, el hijo del Almirante. Bueno, estamos encantados de tenerte. Sólo encantados. —Sonrió y asintió hacia mí—. Soy Riley Biers, asistente administrativo del director James. Déjame decirle que estás aquí, le gusta decir unas palabras a todos los nuevos estudiantes cuando llegan.

Él anduvo con prisas otra vez y reapareció un momento después. —Te verá —dijo, asintiendo a un largo pasillo a la derecha de la encimera—. La última puerta a la derecha es su oficina. Podrías tener que esperar un minuto mientras trata con algo más, pero estará contigo pronto. Oh, y conseguiré tu programa de clases y tus uniformes mientras tanto. Veamos... —Él me frunció el ceño—. Creo que serás uno súper pequeño. ¿Qué tamaño de botas llevas?

Se lo dije y asintió brevemente.

—Bien, creo que tengo algo en el almacén. Vamos, entonces. Sólo hay un asiento, ponte cómodo en la oficina del director.

Sintiéndome torpe, hice lo que dijo. Esperaba no tener que esperar mucho tiempo—quería pasar esta entrevista de prueba tan pronto como fuera posible y salir del edifico de Administración. Con algo de suerte, saldría sin correr hacia la manada de chicos de último año y su líder abusón con sus ojos color barro, otra vez.

La oficina estaba bordeada con viejas estanterías pasadas de moda y dominada por un enorme escritorio hecho de oscura madera marrón pulida. Tomé un asiento en la silla de madera con respaldo duro sentada y miré alrededor. Las fotos holográficas de un hombre con un espeso bigote morsa y fino pelo marrón estaban expuestas en todas partes—el director James, asumí. En cada foto él estaba sacudiendo las manos con dignatarios visitantes o celebridades. Reconocí a algunos, otros no me eran familiares, después de todo—¿Quizás autoridades locales de Ares? Quería levantarme y echar una mirada más cerca, pero tenía miedo de meterme en problemas si el Director venía y me veía examinando sus cosas.

Esperé durante un largo tiempo, la silla de madera era más y más dura bajo mi trasero. ¿Cuándo iba a venir? Había estado sentada toda la mañana en el trasbordador y quería estirar mis piernas. De alguna manera, estaba a punto de levantarme y empezar a leer los lomos de los libros pasados de moda, encuadernados en cuero, que él mantenía en las estanterías cuando una voz y unos pasos llegaron a mis oídos.

—Aquí dentro —dijo alguien, y oí una puerta abrirse y cerrarse en la habitación de al lado—. Ahora, Demitri, ¿qué tienes que decir?

—Nada, señor. —La enfadada voz e insolente sonaba familiar. Sin saber lo que estaba haciendo, me arrastré por la silla para pararme en la puerta que conectaba con la siguiente habitación.

—He oído esas alegaciones antes y estoy inclinado a creerlas —continuó la primera voz—. Espero que sepas que no me tomo esto a la ligera.

—No tiene nada sobre mí —saltó la otra voz—. Sólo me está atormentando porque no le gusto.

Había una pequeña ventana de cristal en la puerta contigua. Cuidadosamente, me arrastré más cerca y miré dentro para ver lo que estaba pasando. Un hombre con fino pelo marrón estaba sentado con su espalda hacia la puerta— obviamente el director. El abusón que había intentado hacerme tropezar en los escalones estaba sentado enfrente de él, con una expresión taciturna en sus espesos gestos.

—Tienes razón, no me gusta ningún embustero. Y tengo algo sobre ti, el Sr. Nolen te vio claramente copiando tu tarea asignada de otro estudiante. —La voz del director era seria—. ¿Así que cuál será, Demitri, el bastón o el remo?

—¡No puede! —Una fina película de sudor rompió en la cara sonrojada del abusón—. Mi padre es el cabeza del Embarque de Administración. ¡No se atreva a ponerme un dedo encima!

—Oh, sí lo hago. —El director se puso de pie y se quitó su chaqueta—. No me importa si tu padre es el presidente del sistema solar, nosotros no permitimos hacer trampas en el Forks Academy. —Él comenzó a enroscar sus mangas—. Ahora ¿tomarás tu castigo como un hombre o haré llamar a Biers aquí dentro para ayudarme a sujetarte?

—Como si Kinky Biers pudiera sujetar algo más grande que un conejo —se burló Demitri—. Pero quizás ustedes practican por la noche cuando la oficina está cerrada. ¿Verdad, director? ¿Dejas que Biers te sujete?

El director se había girado y el lado de su cara que podía ver estaba rojo como un ladrillo.

—Estás a esta distancia de ser expulsado con una mancha negra permanente en tu expediente, Demitri. —Él sonaba como si estuviera hablando a través de los dientes apretados—. Así que te lo preguntaré otra vez, ¿prefieres el bastón o el remo?

—No puedo creerle. No llegará lejos con esto. —Demitri se puso de pie, sus brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Bastón o remo? —rechinó el Director James—. ¿O quizá prefieras un billete del trasbordador directo de vuelta a Midas, donde podrás explicarle a tu padre por qué has sido expulsado?

Se miraron mutuamente sin respirar durante un largo momento, los ojos llameantes, los pechos agitados. Durante un momento pensé que Demitri iba a apoyarse a través del escritorio y atacar al director. Pero al final, comenzó a desabrochar los pantalones de su uniforme con movimientos rígidos y erráticos.

—El remo —dijo él, su voz espesa con furia. Bajando sus pantalones, reveló un gran y fofo trasero que era blanco como el vientre de un pez y cubierto por denso vello marrón, casi como pelaje.

—Asume la posición —ordenó el director. Demitri situó sus manos en los lados del escritorio y se inclinó.

Puse una mano sobre mi boca para contener una risa temblorosa por la visión. Jasper estaría extremadamente molesto, ya que yo nunca había visto a un hombre desnudo. El físico peludo de Demitri parecía tan extraño... tan raro. Me preguntaba si el resto de él estaba cubierto por pelo también, pero estaba agradecida por no poder ver nada más que su trasero. Esa extensión de pelo blanco era lo suficiente para dejarme saber que no quería ver más.

—Siete lengüetadas por hacer trampas y tres más por insolencia. —El director produjo un largo y plano remo rectangular con agujeros a través de él. Me preguntaba para qué eran hasta que encajó el primer golpe con un chasquido sibilante, obviamente los agujeros cortaban la resistencia del aire y le permitían golpear más fuerte—. Uno —dijo cuando Demitri soltó un amortiguado gemido. El remo llegó otra vez—. Dos.

Quería dejar de mirar después del tercer golpe, pero de algún modo no pude. Estaba fascinada por la vista del remo negro conectando con las enrojecidas posaderas del abusón. Demitri hizo una mueca de dolor con cada golpe, pequeños gemidos y quejas de dolor escapaban de sus labios carnosos. Me preguntaba si todo ese pelo amortiguaba los golpes de alguna manera. Por el modo en la que él gemía y lloraba, no debía ser de mucha ayuda.

Estaba tan absorta en el espectáculo que no puse atención a lo que estaba haciendo. Mis pies se deslizaron y caí contra la puerta contigua, sacudiéndola en su marco. De pie a un lado como estaba, me encontraba fuera de la línea de visión del director. Desafortunadamente, Demitri podía verme perfectamente.

Su cabeza se levantó bruscamente y nos miramos en los ojos del otro a través de la ventana.

Sorpresa, reconocimiento, y furia avergonzada pasaron sobre sus gestos torpes, y los ojos del color del barro se estrecharon cuando miraron a los míos. Jadeé por la mirada de pura malevolencia que me dirigió —había leído frases como “si las miradas pudieran matar” bastante a menudo en los libros, pero nunca realmente la había registrado conmigo hasta ahora. Durante un largo momento no pude apartar la mirada, entonces el casi palpable odio que manaba de él terminó con mi extraña parálisis. Rápidamente me aparté de la ventana y corrí a sentarme en la dura silla de madera a través del escritorio.

Demitri sólo me había visto un momento, pero tuve el infeliz sentimiento de que el daño ya estaba hecho. Nunca me perdonaría por verle en semejante posición de última humillación. Ahora tendría que vigilarle y estar doblemente en guardia—primero para asegurarme que nadie averiguaba mi verdadera identidad y segundo para evitar ser machacada hasta hacerme papilla.

Los sonidos del remo en la puerta contigua terminaron abruptamente y oí al director decirle a Demitri que tendría más de lo mismo si era atrapado otra vez. El abusón murmuró una ágil respuesta y el roce de la ropa me dejó saber que se estaba poniendo los pantalones. Entonces, la puerta contigua se abrió y el director salió, ajustando su chaqueta y enderezando su corbata.

—Ahora, entonces, Sr. Swan. —Me sonrió delicadamente y levantó una mano—. He oído hablar mucho de usted de su padre, el Almirante Swan. Estoy muy gratificado de conocerle finalmente.

—Encantado de conocerle también, señor. —Tomé su mano en lo que esperaba fuera un firme agarre, bombeándola exactamente dos veces y solté. Mejor no pasarse.

—Excelente, excelente. —Se sentó en la silla de cuero afelpada detrás del vasto escritorio y me miró con un fruncimiento—. Seré honesto, Swan. Es un poco, ah, más bajito de lo que había anticipado, no más grande que un chico de primero. Pero su padre insiste en ponerle en clases de tercero. Dice que ha sido bien enseñado en nuestro material del temario.

—Sí, señor. —Intenté mantener mi voz profunda y mis ojos directos—. Yo, eh, conseguí mi talla de mi madre. Era muy bajita. Pero le aseguro que académicamente puedo mantenerme.

Él frunció el ceño otra vez.

—Espero que pueda. Considerando que su padre ha pagado dos años completos de clases, estoy de acuerdo en acceder a sus deseos en esta cuestión, a pesar del hecho que no tiene educación formal de la que hablar. Usted, Swan, tendrá la carga de probar que su fe en usted está justificada.

—Sí, señor. Lo haré lo mejor que pueda, señor. —Cambié inquietamente en mi silla. Padre realmente debía haber estado desesperado por llevar a Jasper a la Academia si había pagado semejante gran suma de dinero. Esperaba estar más que adelantada académicamente como los tutores de Jasper parecían pensar.

—Muy bien, entonces, puede irse. —Asintió hacia la puerta de la oficina—. Recoja su programa y los uniformes de Biers de camino a la salida. Y luego envíele aquí dentro, tengo una tarea para él.

—Sí, señor. —Asentí y me levanté rápidamente. Dejando la oficina, cerré la puerta tranquilamente detrás de mí. Estaba aliviada de conseguir salir con mi decepción tan fácilmente, aparentemente el Director James pensaba que era pequeña para mi edad. Pero el castigo que había visto me molestó. Estaba segura que conseguiría una sentencia más rígida que diez lengüetazos con el remo si mi secreto era descubierto. Bueno, sólo tendría que asegurarme que no fuera así. Levantando mi barbilla, volví por el pasillo en busca del asistente del director.

—Aquí estás otra vez. —Biers me sonrió y me entregó una pila de tela azul marino, un par de brillantes botas negras y una placa desechable—. Tu uniforme, botas, y programa de clase para este semestre —explicó él, asintiendo hacia la placa—. También tu habitación asignada aquí. —Levantó una pequeña almohadilla negra—. Presiona tu pulgar en esto. —Hice como me pidió y la almohadilla hizo un bip una vez—. Excelente —asintió—. Ahora la cerradura está codificada con tu huella.

—¿Debería cambiarme e informar a la clase que acaba ahora? —pregunté, mirando a la placa con mis clases asignadas con incertidumbre.

Biers sacudió su cabeza.

—No hace falta, casi han acabado por hoy. No te preocupes por estar atrasado, las clases sólo han estado en marcha durante una semana, deberías ser capaz de ponerte al día.

—Gracias. —Asentí y comencé a irme pero él me detuvo con una larga y delgada mano en mi hombro.

—Pruébatelo.

—¿Qué? —Le fruncí el ceño, mi corazón latiendo.

—Tu uniforme, necesito asegurarme que te queda bien. —Él asintió hacia una puerta abierta a un lado de la oficina—. Vamos, puedes desnudarte allí dentro. No seas tímido, lo he visto todo. —La mirada depredadora en sus ojos me pusieron de repente nerviosa. Y si me veía desnudarme, mi secreto sería descubierto.

—Yo... uh... — Comencé a alejarme de él pero justo entonces la voz del director se hizo eco por el pasillo.

—Biers, ¿el cadete Swan no te dijo que te necesito? Ven aquí de una vez.
—Oh, bueno. —Biers me dio un fruncimiento enfadado y suspiró—. Pruébatelos en tu dormitorio y tráelos de vuelta si no te valen. —Con una última mirada persistente hacia mí, sobre su hombro, se apresuró por el pasillo hacia la oficina del director.

Respirando un tembloroso suspiro de alivio, agarré mi uniforme y las botas y corrí hacia la entrada del edificio de Administración. Ésta había sido cerrada. Pero ¿por qué quería verme sin mi ropa? ¿Sospechaba de mí por algo? ¿Había visto a través de mi disgusto o esto era algo que él hacía con todos los nuevos estudiantes? Cuando inicié una veloz retirada, me pregunté si Biers había decidido que sería cosecha fácil porque era pequeña y de apariencia débil.

Eso era un problema. Al crecer como una chica, siempre había estado protegida y manejada con cuidado por mi estatura diminuta. Las pocas veces que Jasper y yo salíamos a la sociedad, los chicos habían sido caballerosos y cuidadosos por mi frágil anatomía femenina. Yo había tomado semejante trato diferente por asumido—era simple la manera en la que las cosas eran hechas en Push, mi provincia. Ahora lo que sucedía era que podría ocurrir lo opuesto en mi nueva vida. Mi ligera y débil apariencia podría hacer que esos que me habían tratado tan gentilmente como una fémina, decidieran enfocarme y maltratarme como un hombre. Por primera vez en mi vida, mi delgado cuerpo y mi bajita estatura iban a ser una discapacidad, no una ventaja.

Empujé la preocupante idea lejos, y pasé a través de la puerta delantera cuidadosamente. Miré alrededor del edificio de Administración, más que medio asustada de ver a un enfadado Demitri, esperando con su banda de cadetes, fumando y encadenados para golpearme hasta hacerme papilla. Para mi alivio, el área entera alrededor del edifico parecía desierta.

Bien. Miré mi placa, buscando mi dormitorio asignado. Estaba en el Edificio Goddard, cuarto piso, habitación cuatro-ocho. Cuadré mis hombros e intenté mirar a todas partes una vez, saliendo a través del campus. Era la hora de ver dónde iba a pasar los siguientes dos años de mi vida.
*************************************
Hola a todas las lectoras como vamos les esta interesando esta adaptacion comenten que les  esta pareciendo se que muchas no pueden poner sus nombre pero no importa si son anonimos simplemnte me encata saber sus opiniones sobre esta adaptacion bueno nos vemos el lunes con un capitulo nuevo.


4 comentarios:

Fherny dijo...

me encanto espero pronto saber mas de tu historia...

Ana dijo...

Gracias por el capítulo

CRIS dijo...

Me ha gustado, gracias por el capitulo.

Anónimo dijo...

Wow si que se metio en problemas muy pronto bella ... ya quiero ver que piensa cuando conozca a edward jajaja y ese biers es de cuidado ��

ORACION A MI SEXY VAMPIRITO

Edward de mi guarda
De mi sexy compañia
Bebete mi sangre
De noche y de Dia
Hasta que caiga en tus brazos
Y sea tu marca de heroina