lunes, 8 de julio de 2019

Pacto de hermanos capitulo 3


Capitulo3

El edificio Goddard era un dormitorio ruidoso y desordenado.


Mientras caminaba por las grandes escaleras que conducían hasta el cuarto piso, vi a muchos de mis nuevos compañeros de dormitorio riendo y bromeando unos con otros. Sin embargo, su comportamiento estaba mucho más allá de cualquier comportamiento masculino que hubiese visto en las pocas fiestas de sociedad a las que Jasper y yo habíamos asistido. Los cadetes de Forks Academy hacían comentarios groseros, contaban chistes sucios, se tiraban gases, escupían, se rascaban en las zonas inconfesables, y se golpeaban el uno al otro con frecuencia.

Traté de no mirar fijamente mientras me iba, pero era difícil entender sus acciones. Jasper nunca había actuado así, incluso en la intimidad de nuestro hogar siempre fue un perfecto caballero. Contemplé, perpleja, como un estudiante agarraba a otro alrededor del cuello y frotaba el cuero cabelludo de la víctima fuertemente con los nudillos gritando: "¡Coscorrones!"

—¡Suéltame! ¡Me rindo, me rindo! —gritó el otro chico, pero no sonaba amargado. De hecho, ambos parecían estar disfrutando. ¿Por qué? Era un misterio para mí. Me preguntaba cómo diablos alguna persona podría disfrutar de golpear a alguien o ser golpeado. Además, ¿cómo podían estudiar con todo este ruido? Compitiendo con la música atronadora de varias habitaciones diferentes, casi pero no del todo ahogando los gritos y risas masculinas de los juegos bruscos.


Me sentí aliviada cuando llegué al cuarto rellano al ver que la mayor parte del ruido se había quedado atrás en las últimas tres plantas. Había algunas puertas entreabiertas con música suave viniendo desde dentro, pero no había nadie en los pasillos gritando o dándose puñetazos o “coscorrones”.

Tal vez esta zona era para los estudiantes serios que realmente querían estudiar.
Deseaba que fuese así fervientemente, de todos modos.

Caminando por el pasillo, leí los números de las habitaciones hasta que encontré la puerta lisa de madera marcada con cuatro-cero-ocho. Por encima de la cerradura de la puerta, que parpadeaba en rojo, había una pequeña almohadilla de Identificación negra. Recordando la promesa de Biers de que aceptaría mi huella dactilar, apreté mi pulgar contra la superficie plana y esperé. Por un momento pensé que no iba a funcionar. Luego, con un leve beepbeep- boop, el LED cambió a una luz verde mientras la puerta se abría.

El cuarto estaba desierto, pero era claro que alguien más ya se había instalado.
Miré con consternación los objetos personales esparcidos por la habitación y el edredón hecho a mano sobre una de las camas estrechas. Biers nunca había dicho nada acerca de un compañero de cuarto. En mi ingenuidad, yo había asumido que iba a tener una habitación para mí sola, tal como lo hacía en casa.

¿Acaso no iba a haber ningún lugar en el campus donde pudiese relajarme y ser mi verdadero yo?

Al parecer, no. Con un suspiro, dejé caer mi mochila junto con el montón de uniformes y botas en la cama sin hacer y fui a echar un vistazo. En un escritorio enfrente de las dos camas gemelas había una pequeña foto holográfica, del tamaño de mi mano. La agarré y la estudié.

Mostraba a dos muchachos, claramente uno mayor que el otro, con los brazos alrededor del otro y sonrisas en sus rostros. El muchacho mayor era alto y de un corte limpio con el pelo dorado oscuro, ojos azul penetrantes, y características nítidas y bien definidas. Él tenía su brazo alrededor del muchacho más joven que compartía el mismo pelo y color de ojos, lo que me hizo pensar que debían ser hermanos.

Pero algo estaba mal con el hermano menor, estaba torcido de alguna manera, su cuerpo más pequeño encorvado en una postura extraña que me hizo girar el holograma de un lado a otro, tratando de ver exactamente lo que estaba mal con él. ¿Tenía algún tipo de mutación o enfermedad? Este tipo de cosas eran altamente inusuales ahora que casi cualquier deformidad podía ser curada en el útero. ¿Entonces por qué lucía así? ¿Por qué...?

—¿Quién demonios eres tú y qué haces en mi habitación?

Salté y casi dejé caer la foto en mi pánico. Tanteando para devolverla, me volví para ver al chico alto de cabellos dorados, claramente el hermano mayor en la foto, de pie en la puerta con el ceño fruncido en su rostro aristocrático. Era incluso más alto que Broward y mucho más musculoso, y no pude dejar de notar que sus hombros eran dos veces más anchos que los míos. En los lóbulos de las orejas tenía pernos de platino puro y ónix, un testimonio mudo de la riqueza y el privilegio que podía leer en su rostro.

—Lo siento —dije mientras me alejaba de la mesa—. Fui asignado a este cuarto por el asistente del director ¿Biers? ¿Riley Biers?

Él frunció el ceño.

—Bien, Chico Listo, ya sé quién es. Pero el ciclo lectivo ya ha comenzado y no se admiten más estudiantes nuevos. Se supone que sólo yo uso este espacio, lo tengo para estudiar.

Fruncí el ceño.

—Yo también pensé que iba a tener una habitación personal. Parece que los dos nos equivocamos.

—Vamos a ver eso. —Me miró—. Tengo que estar entre los primeros diez porcentajes del Cuerpo Espacial en los exámenes de entrada para ser elegible para su programa de oficialidad temprana. No voy a permitir que cualquier estudiante novato estropee esto por mí.

Me ericé.

—Para tu información, soy de la tercer Formación. Y también estoy tratando de entrar en el Cuerpo Espacial.

Sus ojos azules parpadearon por encima de mí con desprecio.

—Vas a estar tratando durante algún tiempo entonces, lagartija. Tienen un requisito de altura mínima, ya sabes.

—Tú... —No podía pensar en nada tan malo como para llamarlo. Allí en mi luna le habría acusado de ser poco caballeroso, pero eso es algo que una señorita le diría a un joven. No pensaba que se tratara de una acusación que un hombre pudiera hacer a otro hombre.

A mi nuevo compañero de cuarto no parecía importarle que yo tuviese la lengua trabada.

—Voy a bajar a la parte administrativa para arreglar esto, así que no te pongas demasiado cómodo. —Me señaló con el dedo—. Y no toques mis cosas.

—No te preocupes —le respondí, por fin encontrando mi voz—. No he tenido mi refuerzo antibacterial aún este año. No me gustaría tomar nada.

Su rostro se ensombreció.

—Lo único que vas a tomar es mi puño en tus dientes si sigues así, cero a la izquierda.

No me llames así. —Puse una mano en mi cadera—. Sólo porque seas una pobre excusa de una terca bestia sobrealimentada...

—Oye. —Dio un paso hacia mí, entrecerrando los ojos azules—. Tienes una boca bastante grande para un tipo tan pequeño.

—Por lo menos eso es lo único grande en mí. —Levanté la barbilla, mirando hacia él—. A diferencia de algunas personas que parecen ser demasiado grandes en todo. ¿Te han revisado la pituitaria últimamente? Existen tratamientos para el gigantismo, ya sabes.

—¿De qué estás hablando? —demandó—. No hay nada mal en mí. Todos en mi familia son altos.

—¿Y son estúpidos también? ¿O es sólo tú? —Levanté una ceja—. ¿Es ese gran cerebro tuyo está teniendo problemas para obtener oxígeno allí?

—Tú, pequeño... —Dio un paso hacia mí en advertencia y lo esquivé.

—Así es, soy pequeño. Y tú eres grande. No se siente bien burlarse de uno a causa de su tamaño, ¿verdad? —exclamé.

Por un momento se quedó allí mirándome. Luego, sin decir palabra, se volvió y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él. Golpeó contra el marco de madera y rebotó, quedando entreabierta para que pudiera oír sus pasos airados por el pasillo.

¡Genial! ¡Simplemente genial! Me hundí en la cama sin hacer junto a mi mochila y hundí mi cara en mis manos. Ni siquiera había estado en Forks Academy una hora entera con todo y ya tenía dos enemigos. Dos enemigos muy grandes y enojados.

¿Qué me esta pasando? Me pregunté, pasando mis manos por el pelo corto. Nunca he tenido tantos problemas cuando Jasper y yo salimos en la sociedad antes. ¿Por qué tengo tantos problemas ahora?

Bueno, por un lado las reglas de la buena sociedad no parecían aplicarse aquí en el Forks Academy. Era como un pequeño mundo. Y por el otro, era obvio que yo no sabía cómo tratar con los hombres, no como si fuese uno de ellos, de todos modos. Tendría que estudiar a los cadetes a mí alrededor y tratar de hacerlo mejor. Nunca duraría dos años a este ritmo.

No sé cuánto tiempo me senté en el borde de la cama sintiéndome miserable, pero me pareció una eternidad. Quería llorar, pero contuve las lágrimas con gravedad. Me había prometido poner fin a mis comportamientos débiles, de niña, y nada era más débil o femenino que ceder a la emoción. Tomando una respiración profunda, me puse de pie para empezar a desempacar. Biers me había asignado a esta habitación y que me torturen si iba a dejar que mi compañero de cuarto arrogante, crecido en exceso me echase fuera de él sólo porque no quería compartir.

Puse algunos recuerdos de casa alrededor de la habitación, sintiendo un nudo en la garganta al desempaquetar el cubo pequeño de sonido que contenía algunas de las sesiones de mejores prácticas de Jasper en su violín. Sin llorar, me recordé de nuevo mientras hacía la cama con la pila de sabanas limpias que encontré en el armario pequeño. Colgué mis uniformes junto a los mucho más grandes que ya estaban allí, pero no encontré lugar para guardar mi ropa interior o la ropa doblada que había traído de casa.

Encogiéndome de hombros, me di por vencida por el momento porque tenía que utilizar la ducha. Me sentía pegajosa y cansada después de mi largo viaje en el autobús lleno de gente por la mañana. ¿Tal vez debería tomar una ducha rápida ahora, mientras mi nuevo compañero de cuarto estaba fuera? No, probablemente fuese demasiado arriesgado, podría volver con Biers y el director para resolver nuestra disputa en cualquier momento.

Suspirando, decidí que tendría que permanecer sin lavarme hasta que él estuviese en la cama y dormido. En el ínterin, sin embargo, tenía que responder a la llamada de la naturaleza.

Pero cuando abrí la puerta que yo había asumido llevaba al baño, sólo encontré un lugar poco profundo lleno de estanterías. Algunas pilas de ropa doblada y un par de zapatos de repuesto, alrededor de tres veces más grandes que los míos, estaban puestos ordenadamente en dos de los estantes. Los otros dos estaban vacíos, así que aproveché la oportunidad de terminar de desempacar mi mochila.

Aunque mi problema de almacenamiento se había resuelto, otro estaba creciendo. Para decirlo con delicadeza, yo realmente tenía que ir. ¿Dónde en las quince lunas estaba el estúpido baño? ¿Tal vez había uno comunal en alguna parte a lo largo del pasillo que me había perdido cuando estaba viniendo? Eso no sería óptimo, pero en este momento yo estaba dispuesta a ir a cualquier sitio.

Cerré la puerta de la habitación detrás de mí, y empecé a buscar un lugar para hacer mis necesidades. Pensé en llamar a una de las puertas abiertas y preguntar a algunos de los otros cadetes, pero decidí que cuanta menos atención atrajese, mejor. Me alegré de mi decisión una vez que anduve más allá de la escalera y encontré lo que buscaba por mi cuenta.

Un amplio arco abierto en el extremo del pasillo conducía a una habitación grande, donde los pisos y paredes por igual estaban ambas cubiertas con azulejos azules y blancos. Hay una fila de urinarios de un lado y algunas cabinas cerradas en el extremo de la línea. Al otro lado de los baños hay una hilera de lavabos y espejos, al parecer para el afeitado. Esperaba no tener que explicar a nadie la razón por la que no iba a tener bigotes. Tal vez podría decir que tenía algún tipo de desequilibrio hormonal.

Usé una de las cabinas y estaba a punto de regresar a mi habitación cuando se me ocurrió que no había visto las instalaciones de las duchas. ¿Dónde se bañaban los cadetes? Un pequeño pasillo llevaba lejos de la zona principal del baño. Mi curiosidad sacó lo mejor de mí y seguí el camino y doblé en la esquina para ver si podía encontrar las duchas.

El pasillo que llevaba a otro espacio de azulejos grandes, pero no había duchas con cortinas o bañeras. Yo estaba perpleja, ¿cómo se bañaban por aquí? Entonces un destello de plata mate llamó mi atención.

Mirando hacia arriba, vi la cabeza de una ducha empotrada en la pared de azulejos. Y otra, y otra, a intervalos de dos pies de distancia por todo el espacio cuadrado. Debajo de cada regadera, había un botón de control de temperatura y un único gran desagüe circular estaba el centro de la planta.

Mi corazón se hundió. ¡Era una ducha comunal! Aunque buscase por todas partes, no había otras duchas más pequeñas, cerradas para bañarse en privado.

¿Cómo iba a ser capaz de tomar una ducha? Aunque si estaba desierto, como en ese momento, no había privacidad. En minutos en que me quitara mi ropa y las vendas envolviendo mis pechos, sería vulnerable. Cualquiera que entrara en el baño podría descubrir mi secreto. Por no mencionar el hecho de que yo no quería tomar una ducha al aire libre en un lugar donde un montón de hombres desnudos podrían aparecer en cualquier momento. ¿Qué iba a hacer?

Ninguna respuesta se presentó y decidí que tendría que pensar en ello más tarde. Alejándome de la visión desalentadora de la ducha comunal, hice mi camino por el estrecho pasillo que conducía a la zona principal de nuevo.

Pero cuando doblé la esquina, me encontré con que mi camino estaba bloqueado. Broward y dos de los otros cadetes con quienes lo había visto esa mañana estaban de pie hombro con hombro, cortando mi escape. Miré detrás de mí, pero las duchas eran una habitación cerrada. No había ninguna otra manera de salir, y nadie a quien pedir ayuda. Sentí que se me encogía el estómago como un puño y mi corazón comenzó a golpear frenéticamente contra mis costillas.

Estaba atrapada.
Hola, freshie. —Demitri me dio una fea sonrisa mientras se adelantaba. Contrajo una mano carnosa en un puño, con los nudillos estallando amenazadoramente.

—Déjame solo. —Tomé un paso atrás—. ¿Cómo me encontraste siquiera?

Uno de los otros cadetes, que tenía ojos saltones verdes y cabello rojo contestó:

—No pudimos obtener tu dirección de habitación, pero nos las apañamos para averiguar el edificio.

—¿Y tú qué sabes? —Sonrió Demitri—. Somos vecinos, freshie. Mi habitación está en el piso justo debajo de ti. ¿No es dulce?

—Yo no te hice nada —dije, tratando de mantener mi voz sin temblar—. No te estaba mirando a ti ni al director a propósito, te lo juro. Acababa de pasar por su oficina y escuché sus voces, así que fui a echar un vistazo. Eso es todo.

—¿Qué pasó con el director? —El cadete pelirrojo frunció el ceño y miró a Demitri—. ¿De qué está hablando, Demitri?

—Cállate, Felix —gruñó Demitri, su rostro tornándose de un opaco color escarlata—. Freshie aquí no sabe lo que está hablando.

—Tú dijiste que sólo le dio una conferencia —dijo el otro chico, que parecía tener algún tipo de enfermedad crónica de la piel—. Tú dijiste…

—No importa lo que dije, Alec. Sólo cállate.

De pronto comprendí que sus amigos no sabían acerca del batimiento. Acababa de hacer las cosas un millón de veces peor para mí. Y ahora Demitri venía por mí.

Cómo deseaba en ese momento que el tutor de educación física de Jasper me hubiera permitido tomar los cursos de combate mano a mano junto con mi hermano. Pero a pesar de que había accedido a las lecciones de esgrima, había dibujado la línea en lo que llamó "dejar a una dama luchar en el suelo como un perro peleando por un hueso".

Ahora deseaba que me hubiera dejado luchar, dama o no. Si lo hubiera hecho, tal vez yo estaría en una mejor posición para defenderme en este momento. Por otra parte, tal vez no, había tres de ellos y sólo una de mí. Sin mencionar que todos me superaban por lo menos por cien libras.

Yo iba a morir. O eso, o estaría tan gravemente herida que iba a ser llevada al centro médico del campus y mi secreto sería descubierto. Tenía que hacer algo, pero ¿qué?

—¡Alto! —Levanté la mano e hice mi voz tan profunda e imperiosa como pude.

Para mi sorpresa, Demitri en realidad se detuvo y se quedó mirándome con el ceño fruncido en su rostro.

—¿Qué? ¿Tienes algo que decir antes de que reorganice tu cara? —exigió.

—Vamos a resolver esto como hombres. —Me alcé a mi altura completa y levanté la barbilla, mirándolo a los ojos.

—¿Ah? —Él ladeó una ceja marrón gruesa—. ¿Y cómo arreglan las cosas los hombres, freshie?

—Dame una espada —le dije.

—¿Una espada? —El pelirrojo Felix soltó una carcajada troll y Alec se unió a él.

—Escucha eso, Demitri, pidió una espada.

—Escúchame —le dije con severidad, ignorando la hilaridad que mis palabras habían causado—. Estoy seguro de que estudias esgrima aquí, ¿cierto?

—Algunos cadetes lo hacen. ¿Y qué? —Demitri encogió sus espesos hombros.

—Así que deberíamos pelear con esgrima por nuestro honor —dije con desesperación—. Después de todo, eres mucho más grande que yo, esto no es una pelea justa. Pero pon una hoja en mi mano y probaré quién es el mejor.

Demitri en realidad parecía estar considerando esto por un momento, con el bajo ceño fruncido en sus pensamientos. Luego sacudió la cabeza.

—Nop. No lo creo.
—¿Por qué no? —Le lancé una mirada desafiante—. ¿Tienes miedo? ¿Demasiado cobarde para derribarme en una lucha justa?

—No. —Me dio una sonrisa lenta y horrible que me hizo sentir como si alguien hubiera arrojado un cubo de hielo en la boca mi estómago—. Demasiado perezoso. Además, no me gusta una pelea justa. Es mucho más divertido a mi manera.

—Espera. —Retrocedí en el estrecho pasillo que conducía a la zona de las duchas cuando él comenzó a avanzar de nuevo. Pero esta vez Demitri no se detuvo.

—No más espera, freshie —me dijo, sin dejar de sonreír—. Felix, Alec — dijo a sus dos secuaces descomunales—. Sosténganlo. Lo voy a estropear.

Era un buen ajuste en el pasillo estrecho pero los dos se lanzaron adelante y agarraron mis brazos antes de que pudiera saltar. Me arrastraron de vuelta a la zona principal más fresca por la fuerza, aunque estuve pateando y gritando todo el camino.

—¡Ayuda! Ayuda. —Pensé que mi garganta cedía de gritar, pero nadie vino.

—Cállate ahora freshie. —Demitri golpeó una mano carnosa en mi boca—. No hará nada bueno que grites. Incluso si alguien escucha, no se meterá con nosotros.

—Eso es cierto. —Alec soltó una carcajada en mi oído—. Ni siquiera el director se mete con Demitri.

Yo sabía mejor, pero lamentablemente ese conocimiento estaba a punto de matarme. Sin embargo, no me iba a rendir sin luchar.

Abriendo la boca bajo la mano de Demitri, mordí con fuerza, con el objetivo de tomar un pedazo de su palma carnosa si me fuera posible.

—¡Ay! ¡Pequeño bastardo! —El matón sacó su mano y mi boca se llenó con el sabor espeso, cobrizo de la sangre—. Me mordiste. Realmente me mordiste. — Me miró como si no pudiera creer que yo haría una cosa así.

—¡Ah sí! —Escupí la sangre de mi boca y reí, sonando un poco histérica a mis propios oídos—. Cuan desconsiderado de mi parte. ¿Por qué yo iba a hacer una cosa tan descortés como morderte cuando simplemente tratabas de “arreglar mi cara”?

—Muy divertido, freshie. —Demitri encrespó su mano ensangrentada en un puño, haciendo una mueca mientras lo hacía—. Oh sí, muy divertido. Te reirás todo el camino a la enfermería. —Sacó de nuevo su brazo y me golpeó tan fuerte como pudo.

Me di cuenta más tarde que tuve la suerte de haberle mordido en la mano dominante. Debido a donde la mordida fue colocada, no fue capaz de hacer un puño muy bueno.

Mi cabeza se balanceó sobre mi cuello y mi pómulo parecía que estaba roto, pero al menos mis dientes y la nariz se mantuvieron intactos. No me sentía muy afortunada en ese momento, sin embargo. Me sentía enferma y mareada.

Estrellas bailaron en mi visión y latía mi mejilla. Nunca me habían dado un puñetazo en la cara antes. Pequeño asombro ya que la mayoría de las damas en mi círculo social preferían el bordado a la lucha callejera. Pero mi latido estaba empezando.

Vi el puño ensangrentado de Demitri llevado hacia atrás y traté de prepararme para el siguiente golpe, porque no había nada más que pudiera hacer. Ausente, me preguntaba qué había hecho para merecer esto. ¿Quién hubiera pensado que mi primer día en la Academia iría tan mal, muy mal?

El puño ensangrentado salió arando hacia mí y cerré los ojos, no quería ver la tierra. Esperé sin aliento por el golpe... y esperé, y esperé. Pero por alguna razón, no llegó.

—¿Tres contra uno, Demitri? Eso es bajo, incluso para ti.

Abriendo mis ojos, vi a mi nuevo compañero de cuarto sosteniendo el brazo del agresor, el puño sangriento a escasos centímetros de mi nariz. Mi compañero de cuarto no parecía estar ejerciendo un gran esfuerzo, pero Demitri estaba con la cara roja mientras trataba de liberarse e ir en pos de mí otra vez.

—Vamos, Cullen —gruñó el cadete más alto—. Esto no te concierne.

Los ojos azules penetrantes de mi compañero de cuarto se estrecharon.
—Desafortunadamente, me concierne cuando veo un asesinato en progreso. — Sostuvo la mirada de Demitri con la suya—. Déjalo ir ahora o te arrepentirás.

Demitri se burló.

—En caso de que no lo notaras, hay tres de nosotros, y sólo uno de ti, Cullen.

—Buenas probabilidades, teniendo en cuenta que ninguno de ustedes sabe hacer otra cosa que aterrorizar engendros como éste. —Me asintió—. Déjalo ir y ven por mí, si piensas que estoy equivocado.

Alec y Felix miraban ansiosamente, obviamente preguntándose qué iba a hacer Demitri. Me pregunté a mí misma, tanto como pude con mi cabeza resonando como una campana, que era.

—-Olvídalo. —Demitri dio un paso atrás—. No tengo tiempo para esto, de todos modos.

—Vas a tener que hacer tiempo en un minuto —dijo mi compañero de cuarto, finalmente soltando su brazo—. Vi el monitor del dormitorio subiendo las escaleras justo ahora para ver de qué se trataban los gritos. Tú consigues salir con un infierno de aquí, Demitri, pero no creo que puedas literalmente salirte de un asesinato.

Demitri todavía se veía lo suficientemente enojado como para golpearme hasta ser pulpa, pero los otros dos cadetes estaban obviamente nerviosos.

—Vamos, Demitri, salgamos de aquí. —Alec lucía repentinamente pálido bajo sus granos.

—Sí, no todos tenemos padres en el Consejo. —Felix soltó mi brazo y Alec hizo lo mismo—. Vamos. —Él tiró del hombro de Demitri y se volvió hacia la fresca puerta de arco.

—Bien, si ustedes dos están tan asustados que se hacen pis en sus pantalones, nos iremos. —Demitri comenzó a retroceder, pero sus ojos seguían fijos en mí—. Esto no ha terminado, freshie. Cuida tu espalda.


Mi compañero de habitación, que tenía por sobrenombre aparentemente North, me dirigió una mirada especulativa.

—Bueno, enano, ciertamente tienes una manera con la gente. ¿Qué le hiciste a Demitri?

Abrí la boca para responder y entonces el mundo empezó a girar. Antes de saberlo estaba cayendo, el duro suelo de baldosas azules y blancas viniendo al encuentro de mi cara a una velocidad increíble.
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Hola a todas que les parecio el capitulo de hoy el primer encuentro con edward bueno recuerdes que mañana es martes de adelnato y habran adelanto de las dos adaptaciones.

7 comentarios:

beata dijo...

Gracias por la actualización , me gusta mucho la historia.

Anónimo dijo...

En serio si q le fue mal a bella pero ya conocio a su compañero ya veremos como le va ... me gusta esta historia

vani dijo...

Lo que veo es que va estar complicada con Demetri...
Gracias por actualizar!!!

Fherny dijo...

me encanto el capitulo, pobre Bella recibio un buen golpe.

Ana dijo...

Gracias por el capítulo, actualiza pronto

CRIS dijo...

Me gustó mucho, gracias!

CRIS dijo...

Gracias por el capítulo!

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