Capitulo 19
Bueno,
bueno, así que hoy es el gran día. —Jane, la sirvienta/carcelera
que mi padre había contratado para cuidarme, trajinaba
alrededor de mi cuarto, ordenando.
—Sí.
Un gran día —dije débilmente sin molestarme de apartar la mirada de la ventana.
La vista desde el asiento en mi ventana era la misma que había estado viendo
en los pasados seis meses. Mostraba nuestro tranquilo y adinerado vecindario
victoriano donde nunca nada sucedía.
Por
supuesto hoy iba a suceder algo… yo iba a conocer a mi nuevo esposo. No tenía
idea de a quién había encontrado mi padre para casarme.
Presumiblemente
era un hombre de fuera de la Push. Nadie en mi
provincia natal
habría tenido nada que ver conmigo, incluso si me hubiese permitido salir de
la casa… Lo que no sucedió. Había hecho varios intentos poco entusiastas de escape,
pero en vano. Mi padre había contratado guardias asignados alrededor de
la casa tanto en el día como en la noche. Debía de estarle costando una fortuna
pero aparentemente todo lo que le importaba era la certeza de que no me
escapara antes de que me casara adecuadamente.
No
hubiese tenido ningún lugar donde ir si lograba escapar. Mis sueños de trabajar
en el sector privado estaban acabados. Con el fin de llegar a un puerto espacial
donde me aceptaran, en algún otro lugar que no fuera la Push, necesitaba
crédito. Y la primera cosa que mi padre había hecho era cancelar todas
mis cuentas. Era una pobre prisionera en mi propio hogar, una prisionera de
mi propia apatía tanto como de los guardias que estaban parados afuera de nuestras
puertas y ventanas y de Jane, quien aún
canturreaba animadamente
mientras ordenaba mi cuarto.
Apreté
mi frente en el frío vidrio de la ventana, intentando no pensar. Algunas veces,
niños pequeños venían a pararse en la calle afuera de mi casa y mirar a la “mala
mujer”, como ellos me llamaban. Lanzaban pequeñas piedras y sacaban sus
lenguas, algunas veces se quedaban alrededor por horas. Si sus madres o nanas
los sorprendían, rápidamente los arrastraban lejos pero los niños siempre volvían.
Yo era una verdadera
novedad, un miembro de la más alta élite que había caído en pecado.
No me importaban sus burlas y mofas, de hecho no me importaba
mucho nada. Estaba demasiado ocupada siendo miserable.
Dentro
de los límites de la casa, el tiempo se arrastraba como nunca lo hizo cuando
Jasper y yo habíamos vivido aquí juntos. Mi hermano había intentado
contactarme una vez, pero la comunicación había sido cortada justo unos
pocos minutos después de que la llamada fue establecida. Apenas hubo el tiempo
suficiente para enterarme que estaba a salvo y para suplicarle que se quedara
donde estaba, lejos del sistema Prometeo, antes de que su amado rostro
desapareciera de la pantalla.
Aparte
de esa breve distracción, no tenía ningún otro entretenimiento o diversión.
Estaba encerrada en la casa sin nada que hacer más que pensar en lo mucho
que había arruinado mi vida. Algunas veces sacaba los viejos libros de mi
hermano y los leía, preguntándome cómo le iba a Edward
en Navegación
Astronómica sin mí. Pero intentaba no pensar acerca de eso demasiado,
era un recuerdo
demasiado doloroso. Ya todo lo que habíamos pasado juntos en la Academia
parecía como un sueño muy vívido, algo que podría haberle pasado a
alguna otra chica en otra vida. Sin embargo algunas cosas estaban aún muy claras,
aunque lo intenté no pude sacar sus últimas palabras de mi mente. O esa última
mirada que me dijo que me odiaba.
—Oh
Edward
—susurré, poniendo mi cabeza en mis manos—. Lo siento tanto. Muchísimo,
lo siento muchísimo…
—Vamos,
nada de eso —dijo Jane alegremente,
tomándome del brazo—. En
sólo unas pocas horas tu nuevo marido estará aquí. Es tiempo de que
estés lista.
Y pon una sonrisa en tu rostro, no quieres que te vea así de
desanimada.
No
me importaba mucho cómo el hombre que había escogido mi padre me veía,
pero dejé a Jane
bañarme y vestirme como si fuera una muñeca. Cepilló mi
cabello, que había crecido rápidamente mucho más allá de mis hombros, hasta
que brilló. Entonces ella me puso en un vestido de terciopelo carmesí.
El
rosado era el color tradicional del matrimonio en la Push
pero debido a mi
dudoso pasado, yo claramente no era apta para usarlo. Me dije a mí
misma atrevidamente
que el rojo oscuro se adecuaba mejor a mi pálida complexión, cabello
oscuro y ojos de todas formas, incluso si era el color de las rameras y prostitutas.
Además, mi esposo debe saber exactamente lo que está obteniendo, artículos
usados. El vestido rojo carmesí lo anunciaba realmente bien.
No
me opuse a los arreglos de Jane hasta que intentó
remover el aro de plata y
ónix de mi oreja. Estábamos sentadas en el recibidor, esperando, y Jane
estaba haciendo
los últimos retoques a mi atuendo cuando comentó, con fingida naturalidad,
que el aro no combinaba realmente con el resto de mi atuendo de boda.
—Lo
deberías sacar —dijo ella, moviéndose para tomarlo.
—¡No!
—Puse una mano sobre él protectoramente cuando dio un paso adelante para
sacármelo—. No, no me lo quitaré. No lo haré.
—Piensa
en tu nuevo marido —imploró Jane—. Viene a recoger a
una esposa…
¡No una prostituta! No debes dejar que te vea con esa cosa en tu oído.
—¡No
me importa cómo me vea! —grité—. Edward me lo dio y no me lo
voy a quitar.
—Yo
creo que se ve encantador.
La
hosca y desconocida voz desde la puerta del recibidor nos hizo a Jane
y a mí
saltar de sorpresa. Allí, de pie justo detrás del mayordomo que claramente lo dejó
entrar, estaba una alta e impresionante figura vestida toda de negro.
Lo
examiné, esperando ver cómo lucía mi futuro esposo pero desafortunadamente
no pude saberlo, él estaba usando una máscara de plaga.
Mordí
mi labio al ver la amorfa y blanca protección que tenía sólo una angosta hendidura
para que los ojos vean hacia afuera. Aquellos que usaban esas máscaras
estaban horriblemente desfigurados por un parásito del espacio que comía
carne, dejando sólo los huesos desnudos detrás. “Skelly head” era el término
para tales desafortunados y normalmente se mantenían apartados, sólo saliendo
cuando era necesario y nunca sin sus máscaras.
—Señorita
Isabella
—anunció el mayordomo antes de que pudiera decir nada—. Permítame
anunciar al señor Anthony Masen
de Midas, su futuro
esposo.
—Yo…
yo… —No supe qué decir cuando Masen pasó lentamente
adelante y
se inclinó sobre mi mano—. Estoy muy encantada de conocerle, mi señor
—dije finalmente.
Se
levantó con gracia y me observó a través de la pequeña hendidura de su máscara.
Desearía poder ver sus ojos pero estaban escondidos, demasiado lejos de
mí para captar algo más que un débil brillo detrás de la monótona máscara de
plaga.
—Estoy
muy contento de conocerte, Isabella —dijo él, en esa
tosca voz suya.
—Yo
también, mi señor —dije, intentando no encogerme lejos de él.
—Sí,
extremadamente contenta, puedo darme cuenta —dijo secamente—. Me temo
que no soy el tipo de esposo que habías soñado pero tengo que decir que tú
eres todo lo que podría desear para una esposa. Estoy seguro de que seremos muy
felices juntos.
Mordí
mi labio.
—S-sí,
mi señor —me las arreglé para decir.
—¿Por
qué tan abatida, mi querida? —preguntó suavemente—. ¿Crees que es imposible
aprender a amar el interior de una persona, incluso si el aspecto exterior
no es lo que tú desearías que fuera?
Sentí
mis mejillas calentarse.
—Por
supuesto que no, mi señor. Yo… yo estoy segura que es posible.
—Bastante
posible, te aseguro. Ahora ven, vamos a firmar los papeles y seguir nuestro
camino. Tengo una agenda muy ocupada que seguir y mi nave sale al amanecer.
Ya
que estaba en desgracia, nadie del clero de la Push
se hubiera dignado a
presidir mi boda. Una ceremonia civil se haría ahora y luego una más
formal, mi
nuevo esposo prometió con su voz grave, cuando volviéramos a su hogar en la
luna Midas.
Estábamos
de pie ante la pantalla en la sala de estar. Era el mismo lugar en que mi
infortunada aventura había comenzado, con mi padre ordenándonos a Jasper
y a mí. El que sería mi nuevo esposo tomó mi mano y esperamos hasta
que la pantalla se encendió, mostrando a un magistrado con mi padre, mirando
salvajemente sobre su hombro.
Mi
padre miró hacia mí todo el tiempo en que dijimos nuestros votos, mi nuevo esposo
en su tosca pero estable voz y yo tropezando y trastabillando con las palabras.
Fue sólo cuando el magistrado nos declaró esposo y esposa y que firmamos
el contrato de bodas que él asintió en aprobación.
—Isabella
—dijo él, caminando adelante cuando el magistrado dejó la pantalla—.
Este hombre, Lord Masen, es tu nuevo señor y patrón. Sé una buena
y fiel esposa, obedécelo en todas las cosas y puedes con el tiempo redimirte
a ti misma. —La curva en sus labios y la burla en su voz hizo claro que
él consideraba esto como una remota posibilidad.
Yo
no quería ser una “buena y fiel esposa” pero la elección no era mía, yo estaba
casada ahora, me gustara o no.
—Desde
este momento en adelante, no tengo hija. —Los ojos de mi padre se posaron
sobre mí con disgusto—. Ni hijo, tampoco. Si ves a tu hermano otra vez,
dile que está desheredado. No quiero tener nada que ver con ustedes miserables
ingratos.
—Sí,
padre —susurré, mi garganta apretada.
—No
me llames así —espetó—. No más. —Miró hacia mi esposo—. Lord Masen,
Isabella
es suya ahora, para hacer con ella lo que le plazca.
Mi
nuevo esposo asintió con seriedad.
—Entiendo
muy bien, Almirante Swan. No tema… la trataré bien.
Mi
padre resopló.
—No
me importa una maldita mierda cómo la trates, Masen.
Golpéala cada
noche si quieres… Sólo nunca me dejes verla otra vez.
Lord
Masen
asintió otra vez.
—Como
desee.
—Considero
este asunto concluido —dijo mi padre. La pantalla se puso negra y él
se fue.
—Creo
que es tiempo de irnos. —Mi nuevo esposo tomó mi mano con la suya y entrelazó
nuestros dedos firmemente. Había algo acerca de su agarre… Miré abajo
para ver sus manos pero estaban con guantes negros, escondidas de mi vista.
Me pregunté qué tan viejo era, su voz sonaba como si hiciera gárgaras con grava
cada mañana. ¿Era eso el resultado de una vejez extrema o sólo otra parte de
los efectos secundarios de los parásitos que se habían comido su rostro?
Supuse
que iba a descubrirlo muy pronto.
Sin
protestar, dejé a mi nuevo esposo llevarme afuera de la casa para entrar en una
limosina flotante que esperaba.
Mi
nueva vida había comenzado y no había nada que pudiera hacer para detenerla.
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hola este es el penultimo capitulo el viernes subiere el final de la adaptacion gracias a todas las que comentan.
4 comentarios:
No puede ser creo q es edward x lo de antony q emocion y q maldito su padre al menos no lo volvera a ver y ojala q se contacte con jasper para ver si logro su sueño ya falta tan poco me encanto esta historia ... atte: peyci cullen
Ahhhhhhhhhhhh graciasssss sus.
gracias, al fin salio del yugo de su adre
Gracias por la historia, me gusta mucho ahora solo falta el último capítulo
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