Capítulo 20
Al
puerto espacial, y date prisa —le dijo mi nuevo esposo a la
limusina automatizada la cual aceleró inmediatamente lejos
con nosotros en su vientre. Él se volteó hacia mí—. Me gustaría poder ofrecerte
una luna de miel en un resort exclusivo pero temo que mi negocio no lo
permite. Tenemos que estar en la nave y fuera de la órbita de Dianna esta noche.
—Lo
entiendo —dije en voz suave. Honestamente, no me importaba donde pasáramos
la luna de miel. ¿Por qué debería importarme donde pasaría mi temporada
personal en el infierno? Me preguntaba si él intentaría tocarme... besarme....
La idea hizo que mí estómago se encogiera. No porque fuera un Skelly
head, sin embargo, porque él no era Edward. Los besos de otro
nunca podrían
ser tan dulces, u otras caricias tan tiernas.
Sácalo
de tu mente, me aconsejé a mi misma mientras la limo aceleraba
por las calles
oscuras hacia el puerto espacial. Probablemente nunca lo volverás a ver de nuevo
y tienes que vivir con esta... persona Anthony
por el resto de tu vida. Así que será mejor
que dejes de pensar en el pasado.
Por
supuesto, era más fácil dar que recibir el consejo. De todas formas, me forcé a
apartar la mirada de la ventana de la limusina y me volteé para enfrentar a mi nuevo
esposo en su lugar. Para mi incomodidad, me encontré con que él me estaba
estudiando intensamente, el brillo de sus ojos ocultos detrás de la máscara
nunca vacilaba.
—Um... —Busqué en mi
mente un tema de conversación. ¿Qué diría uno a su nuevo
esposo quién es un total y completo extraño?—. ¿Cómo debería llamarle? —pregunté
finalmente cuando el pareció poco dispuesto a ayudarme—. ¿Anthony estaría
bien o prefiere Señor Masen?
—Simplemente
Masen
—dijo brevemente—. Por ahora será así.
—Sí,
mi señor. —Miré hacia abajo, a mis dedos, desando que él dejara de mirarme.
—¿Mi
mirada te hace sentir incómoda, Bella? —preguntó suavemente.
Miré
hacia arriba rápidamente.
—¿Cómo
supo mi apodo?
Se
encogió de hombros.
—Pareció
una suposición lógica. Pero nunca respondiste a mi pregunta. ¿Te hace
sentir incómoda cuando te miro?
—Un
poco —confesé—. Yo... no tengo mucho que mostrar.
—Estoy
en desacuerdo, eres adorable. Especialmente me gusta la longitud de tu cabello.
—Extendió la mano y apartó un mechón de pelo de mis ojos con una mano
enguantada—. Hermoso —murmuró para sí mismo.
Pude
sentir mis mejillas calentándose.
—Gr-gracias,
mi señor —tartamudeé—. Es muy amable.
—Oh,
quizás no pienses así en un rato —remarcó ominosamente.
Antes
de poder tomar el coraje para preguntarle que quiso decir con eso, la limusina
automatizada se detuvo en el puerto espacial de la Push.
Para
mi sorpresa, la nave frente a la cual nos detuvimos parecía ser un vehículo comercial
más que uno privado. Unos pocos miembros de la tripulación vestidos
en monos azules estaban cargando paquetes en la bahía de embarque mientras
otros se escabullían por encima del exterior de sus vastos y blancos flancos,
asegurándose que estuviera lista para despegar.
—Aquí
está. La Lakota. —Escuché una nota de orgullo en la voz grave de mi esposo
la cual, de alguna forma, lo hizo sonar más joven—. No mucho para comenzar,
sólo un transporte inter-lunar. Pero va a dar algunos saltos interestelares
también. Debería ser un viaje interesante.
—¿Lo
será? —Miré la nave con una ligera punzada de esperanza.
—Oh,
sí. —Mi nuevo esposo asintió—. Hay mucho que ver allí afuera, entre las estrellas.
Si no tienes miedo de hacer el viaje.
—No
tengo miedo —suspiré—. Pensé... Supongo que pensé que sólo me llevaría
de vuelta a Midas y que viviríamos allí.
Él
sacudió su cabeza.
—No,
ahora viviremos en la nave por un tiempo. ¿Te gustaría?
—Sí,
mucho —dije antes de pensar en ello. Quizás cumpla mi sueño de explorar las
estrellas después de todo. Luego, recordé que no las estaría explorando con Edward
y mi fugaz sensación de euforia fue abruptamente aplastada. Oh Edward,
si tan
sólo estuvieras aquí. ¡Nada de eso significa algo sin ti!
Tomé
su mano enguantada y luego su brazo, el cual me extendió como un caballero
debería. Al menos tiene modales, me dije a mí misma. Estaba segura que mi
padre había salido de su camino para escoger el peor esposo que pudiera encontrar,
¿por qué más me casaría con un Skelly head? Pero quizás él haya cometido
un error con Lord Masen. Después de todo, las apariencias pueden ser
engañosas.
Caminamos
por la pasarela hacia el interior de la nave. Dentro, eran todo largos pasillos
de acero, un lugar completamente profesional pero con algunos toques personales
tales como las placas con nombres colgadas en las puertas de la cabina.
Pasamos el cuartel de la tripulación, un espacioso puente de aire, y una cocina
de uso común antes de llegar al sector privado.
Me
di cuenta de que era privado porque mi nuevo esposo tuvo que marcar un código
en un teclado de buen gusto para subir una energía azul la cual lo separaba
del resto de la nave. Una vez levantado el campo azul, fui sorprendía por
la vista a un pasillo mucho más lujoso, uno que tenía una suave alfombra verde
musgo. Aquí las puertas eran hechas de madera en lugar de acero y las placas
de afuera de las cabinas manifestaban oficinas en lugar de nombres.
"Primer
Oficial", decía la primera. En frente de ella había otra marcada como "Capitán".
Y un poco más abajo había una puerta con la designación de "Navegador".
Esta
fue la puerta donde mi esposo se detuvo. Pero no había ningún teclado en el
cual introducir un código. En su lugar, un identificador de huellas estaba fijo en
la pared junto a la puerta.
—Aquí.
—Él hizo un gesto hacia mí—. Pon tu mano en él. Deja que la nave lea tus
huellas.
—No
entiendo —dije vagamente mientras presionaba mi mano en la placa como
él lo había indicado—. ¿Es el navegador de la nave?
—No
—dijo mientras la puerta se abría para revelar una pequeña pero lujosa cabina
equipada—. Tú lo eres.
—¿De
qué está hablando? —Di un paso a través del umbral y volteé mi rostro hacia
él para enfrentarlo. Me siguió y la puerta se cerró detrás de nosotros con un
silbido silencioso.
—Dije,
que eres la navegadora de Lakota, si lo quieres ser, eso es.
Sacudí
mi cabeza.
—¿Es
por eso que se casó conmigo? ¿Por qué escuchó sobre lo que hice? ¿Sobre como
asistí a la Forks
Academy disfrazada y aprendí navegación ahí?
—Escuché
que eras la mejor de tus clases antes de que lo descubrieran — retumbó
mi nuevo esposo—. Pero no, no es por eso que me casé contigo.
—Entonces,
¿por qué? No lo entiendo.
—Lo
harás en un tiempo. —Dio un paso hacia atrás, aún mirándome a través de la
mascarilla sin rasgos—. Esta es tu cabina pero la visitaré cada vez que sea oportuno.
—Sí,
mi señor. —Sentí mis mejillas calentarse mientras consideraba lo que él estaba
diciendo. No había duda que esperaría que cumpliera con mis deberes de
esposa, a pesar de como me sentía sobre la situación. Sus siguientes palabras confirmaron
mis pensamientos.
—Es
nuestra noche de bodas, Bella. ¿Sabes lo que quiere
decir?
—Yo...
creo que sí. —Me atreví a echarle una rápida mirada a él y luego bajé la mirada
para estudiar mis manos.
—Bien
—gruñó—. Iré a chequear algunas cosas con la tripulación y darles algunas
instrucciones de despegue. Cuando regrese, espero encontrarte esperando
en la cama por mí. Usa el camisón rosa que encontrarás en el armario.
¿Lo entiendes?
Asentí
miserablemente. Era mi esposo ahora, mi señor y mi amo, y yo era una prisionera
en su nave. ¿Qué más podía hacer?
—Sí
mi señor —murmuré.
—Muy
bien —dijo nuevamente. Luego salió de mi habitación en un remolino negro
y ya se había ido.
Por
un largo rato simplemente permanecí allí en el centro de la habitación, aturdida.
¿Cómo había llegado a esto? ¿Iba realmente tener que entregarme a este
hombre completamente extraño? No un extraño, tu esposo, reprendió una pequeña
voz en mi cabeza. Y no sabes nada de él excepto que es un Skelly head.
¿Tendría
que verlo sin su máscara? ¿Sería terriblemente horroroso? Para
ser honestos, no me importaba. Cualquiera menos North sería horrible para
mi, ¿qué importaba si el rostro de mi nuevo esposo lucía como una calavera?
Torpemente, me forcé a ir al otro lado de la habitación hacia la cama de
columnas y el armario que estaba junto a ella.
Supuse
que debía quitarme el traje carmesí y prepararme para la cama. No es que
fuera a dormir mucho una vez que mi nuevo esposo volviera. Cerré mis ojos
fuertemente ante la idea. Dios, no podía seguir con esto.
Pero
debes hacerlo, susurró mi vocecita. Y de todos modos, es un
castigo apropiado
para todas tus mentiras y engaños.
Eso era probablemente cierto, pero fue poco consuelo. Suspirando
profundamente, abrí el armario y miré a través de las ropas
que allí colgaban.
Para
mi sospesa, parecía haber sido escogido especialmente para mí. Todos parecían
ser de mi talla y no eran todos vestidos y faldas como fui obligada a llevar
toda mi vida en Victoria. En realidad habían unos cuantos pares de pantalones
también. ¿Podría ser que mi nuevo esposo fuera un poco más liberal de
lo que había pensado al principio?
No
te engañes a ti misma. ¿Qué hay si te deja vestir pantalones? Él aún espera que cumplas
con tus deberes de esposa cuando lo ordene. ¿Cómo puede ser liberal?
Un
punto muy bueno. Con el corazón encogido, saqué un negligé de color rosa pálido
con encaje en su cuello y mangas. "Usa el camisón rosa", había
dicho. Era
casto. Una cosa delicada, sería el exacto color de mi vestido de boda
si mi tiempo
en la Academia no me hubiese convertido en una "mujer caída". ¿Estaba mi
nuevo esposo intentando decirme algo? Y si fuera así, ¿qué? Acaricié su sedoso
material cuidadosamente antes de sacarme mi vestido de novia carmesí y
ponérmelo en su lugar.
Justo
cuando me metí en la cama, sentí la puerta de mi nueva habitación abrirse en
un silbido silencioso. Apresuradamente me metí bajo las sábanas, incapaz de hacer
frente a mi nuevo esposo o a los deberes que me correspondían.
—Bella
—dijo tranquilamente en esa profunda y grave voz—. ¿Estás lista?
Me
forcé a mí misma a asomarme por el borde de las sábanas.
—Sí,
mi señor. —Las palabras llegaron en un chillido pero no pude evitarlo, mi corazón
latía con fuerza y mi garganta estaba seca. Todo en lo que podía pensar era
que este extraño estaba apunto de tocarme y yo iba a tener que permitirlo.
Iba
a ser mil veces peor que el beso indeseado de Emmett y todo porque el hombre
tocándome no era el que quería, no era Edward.
Mi
nuevo esposo caminó hacia a la cama. De pie a mi lado, se acercó a mí luciendo
imposiblemente alto en su traje de un negro intacto.
—¿Debería
dejar las luces encendidas o apagadas?
—Apagadas
por favor, mi señor —dije antes de pensar en ello.
—Muy
bien. —Se rió severamente mientras apagaba las luces, dejando la habitación
oscura—. Así podrás evitar ver lo que hay bajo mi máscara, sin dudas.
—Oh,
no, no, mi señor —protesté—. Sólo porque... soy tímida, eso es todo.
—He
escuchado hablar de tu excesiva modestia. —Su voz se suavizó un poco y la
cama crujió cuando se sentó en el otro lado del colchón, a pocos centímetros de
donde yo estaba—. He escuchado que te las arreglaste para pasar por un chico
en la Forks
Academy y nadie era sabio a causa de tu prudencia.
—Me
escondí tan bien como pude hasta... hasta el final —susurré, recordando la
horrible sensación de estar desnuda entre Demetri y sus secuaces—. Yo... yo fui
atacada en las duchas y fui descubierta. —Entonces me di cuenta de como debió
haber sonado—. Fui atacada pero no... no tomada. —Me apresuré a asegurarle—.
Fui rescatada antes de que algo... inapropiado tuviera lugar.
—Antes
de que fueras violada, querrás decir —dijo rotundamente—. Esperaba más.
—¿Es
por eso que me consiguió un camisón rosa? —pregunté vacilante.
—Entre
otras cosas. Cuéntame sobre como fuiste rescatada.
—Mi
compañero de habitación, él llegó justo a tiempo. Creo que mi amigo le dijo
que yo estaba en problemas. —Suspiré melancólicamente—. Siempre llegaba
justo a tiempo para salvarme. Parecía saber exactamente cuando más necesitaba
ayuda.
—Es
una lástima que no pueda salvarte esta vez —remarcó mi nuevo esposo.
Cerré
mis ojos, luchando por contener las lágrimas.
—Él
no querría. Ahora me odia por mi decepción y no puedo culparlo. Fue horrible,
lo que hice, la forma en que mentí.
—Quizás
no es tan horrible. Estabas protegiéndote en una situación peligrosa —ofreció
gentilmente.
—Debí
haber encontrado otra forma. No debí haber estado allí en primer lugar —susurré—.
Herí a tantas personas... herí a Edward...
—¿Ese
era su nombre? —murmuró.
—Sí.
—Enterré mi cara en mis manos y sollocé—. Lo siento, simplemente... No
puedo...
parece que no puedo olvidarlo.
—¿Aún
lo amas? —Su voz áspera chirrió en mis oídos y temí a las consecuencias
de responder con sinceridad. Pero ya había echo demasiado mintiendo.
—Sí
—susurré—. Mucho. Perdóneme, mi señor. Sé que no es lo que un hombre desea
escuchar en su noche de bodas pero...
—Por
el contrario, eso es exactamente lo que esperaba escuchar.
Su
afirmación me sorprendió tanto que levanté la mirada, observando de cerca su
figura en la oscuridad.
—¿Qué?
—Antes,
me preguntaste por qué me casé contigo Bella —dijo—. Me casé contigo
porque aún me siento de la misma forma que tú te sientes por mí.
—No...
lo entiendo. —Sacudí mi cabeza—. No lo he visto antes de esta noche.
—¿Es
eso lo que piensas? —Las luces se encendieron de repente e hice una mueca
de dolor por su brillo. Cuando mis ojos finalmente se acostumbraron, vi que
mi nuevo esposo estaba una vez más de pie junto a la cama.
—¿Mi
señor? —dije vacilante.
—Bella
—susurró. Dio un paso hacia mí y alcanzó su máscara. A medida que caía,
el modulador de voz que había sido colocado en el interior de esta se separó,
y escuché sus palabras en un tono más familiar—. Me casé contigo porque
no podía dejar de pensar en ti. Porque no importaba que tan enfadado estuviera
contigo, no podía sacarte de mi cabeza.
—Edward
—jadeé, mirando fijamente en sus familiares y penetrantes ojos azules.
Tropecé
de la cama y me puse delante de él, escaneando su altura frenéticamente.
Las ropas negras parecían fuera de lugar pero el resto de él, su dorado
cabello despeinado, sus afilados rasgos, eran tan maravillosamente familiares.
Aun así, no podía creerlo—. Edward, ¿eres... realmente
tú?
—Realmente
soy yo. —Dejó caer su máscara y el modulador de voz en el piso, y tomó
mis manos en las suyas—. Me casé contigo porque aún te amo, Bella.
—Oh
—susurré y luego la habitación comenzó a dar vueltas y todo se volvió gris.
Edward
me atrapó antes de que pudiera tocar el piso, justo como había hecho en la
Academia luego de mi primera pelea con Demetri. Se movió a la enorme cama
de dosel y se instaló allí, aún sosteniéndome.
—¿Estás
bien? —Su querido y familiar rostro estaba ansioso. Tuve que estirarme
y tocar su mejilla para asegurarme nuevamente que él era real. Que todo
no era un vívido y maravilloso sueño del cual me despertaría. Edward volteó
su rostro con mi caricia y frotó mi palma con su boca, colocando un suave
beso en el centro. Luego preguntó de nuevo—: ¿Estás bien?
—Oh,
Edward,
si eres real, verdaderamente real y esto no es un sueño, entonces sí,
estoy más que bien —susurré—. Pero no veo como... Pensé... Pensé que me odiabas.
—Lo
hice, por un tiempo —dijo seriamente—. No sabes lo que me has hecho pasar,
Bella.
Cuestioné mi sexualidad, mi cordura, todo sobre mí mismo cuando me
di cuenta de que me sentía atraído hacia otro hombre. No es que haya algo malo
en ello,
pero no soy gay. Enamorarme de ti fue seriamente una de las cosas
más difíciles que he enfrentado.
—Lo
siento tanto. —Mis ojos se llenaron con lágrimas e intenté parpadear para alejarlas—.
Quise decirte, por favor créeme, Edward. Quería hacerlo. Pero no era sólo
mi secreto.
—Lo
sé. Estabas protegiendo a tu hermano. —Suspiró—. Darme cuenta de eso fue
lo que me ayudó a superarlo. Hubiese hecho lo mismo que tú hiciste por Jasper,
por Seth.
Y tampoco nunca lo habría dado por vencido.
—Gracias
por tu comprensión —susurré.
—Hubiera
guardado tu secreto, lo sabes. —Me miró seriamente—. Eso fue lo que
me hirió más, saber que pensabas que no podías confiar en mí.
—Sé
que lo hubieses guardado. —Bajé la cabeza—. Estuve a punto de decírtelo tantas
veces, especialmente durante las vacaciones. Pero de alguna forma simplemente...
no pude.
—Oye...
—Edward
levantó mi barbilla de modo que pudiéramos vernos a los ojos—.
Está bien, he tenido tiempo para superarlo. Y te he dado un poco de tu propia
medicina justo ahora. —Asintió hacia la máscara y el modulador de voz que
aún seguían en el suelo—. ¿Te gustó?
—En
lo absoluto —dije temblando—. ¿Cómo pudiste hacerme creer que pasaría mi
noche de boda con un completo extraño? Pudiste haberme dicho tan pronto como
salimos de la casa.
—¿Y
arriesgarme a que alguno de tus sirvientes viera y alertara a tu padre? No lo
creo. —Edward
sacudió su cabeza—. Además, pretendiste ser alguien más por más
de seis meses. Creo que merecías sesenta minutos del mismo tratamiento. Y...
—Bajó su mirada—. Y quería saber si aún me querías. Si aún te importaba.
—Claro
que me importa —dije con fiereza—. Nunca dejé de hacerlo incluso cuando
pensé que tú sí.
—Tampoco
dejé de hacerlo —admitió suavemente—. Aunque lo intenté por un tiempo.
Estaba tan enojado contigo.
—Lo
podría decir por la forma en la que me mirabas. —Miré hacia mis manos—.
La última vez que nos encontramos fue cuando mi padre me estaba arrastrando
hacia afuera.
—Estaba
mayormente en shock en ese entonces —dijo—. Pero había tenido el suficiente
sentido común para actuar como que te odiaba.
—¿Qué
quieres decir con suficiente sentido común? —demandé—. ¡No sabes cuantas
veces repetí esa escena en mi mente! Que horrible me sentí sabiendo que
no podías soportar siquiera verme.
—Piensa
en ello, Bella
—dijo pacientemente—. Tu padre ya te estaba acusando de
ser algún tipo de prostituta. Si hubiese actuado de acuerdo a mis verdaderos sentimientos
y hubiese intentado abrazarte, o Dios no lo permita, besarte, sus peores
sospechas se hubieran confirmado, en su opinión, de todos modos.
Pensé
en los ojos furiosos de mi padre y tuve que admitir que Edward
tenía razón.
—Supongo
que sí —dije con un suspiro—. Y supongo que me lo merecía. La angustia
mental en la que he estado los pasados seis meses pensando que me odiabas
fue probablemente nada comparado a lo que pasaste cuando intentabas entender
tus sentimientos por mí.
—No
sé sobre eso. —Edward
besó mi mejilla con ternura—. Pero creo que incluso deberíamos
dejarlo pasar. No más sobre torturarnos el uno al otro por un tiempo,
¿de acuerdo?
—Está
bien. —Me acurruqué felizmente contra su pecho—. De todos modos, ¿cómo
conseguiste el consentimiento de mi padre para casarte conmigo?
Se
encogió de hombros.
—Sólo
pensé en el disfraz más horrible que pude imaginar. Tenías razón, tu padre
realmente quería castigarte. ¿Por cuál otro motivo te casaría con un hombre
que pensaba que era un Skelly head? —Aclaró su garganta—. Siento haberlo
implicado de nuevo en la Academia en primer lugar. Pero no vi ninguna
otra manera de evitar que perdieras una mano.
—¡Así
que tú fuiste quien lo llamó! —Lo miré con sorpresa—. Me preguntaba sobre
eso.
—Todavía
estaba tan enojado y herido que no podía ver bien, pero sabía que no quería
que perdieras una extremidad. Así que hice una llamada anónima.
Afortunadamente
no estaba lejos de Athena o es posible que aún tu mano estuviera
volviendo a re-crecer. —Me miró especulativamente—. Aunque si hubiese
crecido tan rápido como tu cabello, supongo que estarías bien.
Me
sonrojé y puse una mano en mi cabello.
—¿Te
gusta largo?
—Me
gusta más que eso —aseguró Edward en un gruñido suave—.
Ahora que te
veo con él cayendo alrededor de tú rostro, me pregunto como pude
haberte visto
como un hombre en primer lugar. —Frunció el ceño—. Por supuesto, casi al
final estaba comenzando a sospechar que algo no estaba bien.
—¿Qué
te hizo sospechar? ¿Mi olor de niña? —pregunté, recordando como se había
quejado de que yo olía bien, incluso cuando usaba su champú.
—Eso
fue una parte de ello, supongo. —Edward sacudió su cabeza—. Y tú extremada
modestia. Al principio pensé que tenías alguna deformidad, como la tenía
Seth.
Ese fue el por qué te ayudé a tomar duchas a mitad de la noche. Pero
luego, después de sostenerte cerca de mí esas noches en las vacaciones y sentir
cuán suave y delicada eras, comencé a sospechar que quizás había algo más.
—¿Algo
más? ¿Cómo qué? —pregunté.
—No
lo sé... —Frunció el ceño—. Quizás como que eras transexual o algo así. Ya
sabes, la transición de un sexo a otro...
—¿Un
transexual de Victoria? —Casi me reí—. No debes conocer mucho mi provincia.
Una cosa así jamás sería tolerada. Por lo que, fui evitada por sólo llevar
tu símbolo. —Estiré mi brazo para tocar el ónix y el broche de plata aún plantado
firmemente en mi lóbulo derecho.
—Lo
sé, hice algunas investigaciones en la Push durante el tiempo que estuvimos
separados. —Me miró con seriedad—. Tienes que creerme, no sabía que
sólo las prostitutas se perforaban sus orejas allí.
—Eso
está bien. —Le sonreí—. Estaba orgullosa de llevarlo. No me importa lo que
nadie piense en la
push.
—Especialmente
desde que no tendrás que verlos nunca más —remarcó Edward.
—Espero
que no. —Mordí mi labio—. Y... ¿estás seguro de que mi padre nunca sospechó
nada?
Edward
se encogió de hombros.
—Incluso
si lo hiciera, ya es demasiado tarde, estamos legalmente casados. Y en caso
de que te estés preguntando, los nombres en el contrato del matrimonio son
reales, no el falso que le di a tú padre. Así que estamos completamente vinculados.
—Aclaró su garganta y se movió incómodamente—. Y sobre eso, sé que
en realidad nunca te pedí que te casaras conmigo. Si no estás feliz con la situación,
siempre podemos anularlo.
La
ansiedad se retorció en mi estómago como nudos.
—Es...
¿Es eso lo que quieres? —susurré.
—No.
Diablos, no. —Edward
sacudió la cabeza con fuerza—. ¿Recuerdas que te dije que tendríamos
una nave para nosotros una vez que saliéramos de la Academia?
Bueno, esta es.
—Oh,
Edward...
—Mi corazón se sintió como si fuera a estallar pero aún había algo
que me molestaba—. Es maravilloso, pero ¿qué hay de tu sueño de ser parte
del Cuerpo Espacial? ¿Renunciaste a eso por mí?
—No
había mucho a lo que renunciar —dijo Edward seriamente—.
Los Cuerpos
no admiten oficiales mujeres y sabía que quería estar contigo. —Aclaró
su garganta—.
Ellos tampoco ven amablemente a los reclutas que han lisiado permanentemente
a otro cadete.
Me
llevé una mano a mi boca.
—¿Quieres
decir Demetri?
Edward
asintió.
—Nunca
volverá a caminar de nuevo sin una prótesis. Yo, uh, arruiné bastante su
rostro también. No es que fuera atractivo para empezar.
—Oh,
Edward
—susurré mientras una oleada de culpa se apoderaba de mí—. E hiciste
todo eso por mí. Si no hubieras...
—Si
no lo hubiese hecho él hubiera... hubiera... —Edward
sacudió su cabeza—.
Cuando pienso en que podría haberte sucedido si Emmett no me hubiera advertido
que había visto a Demetri furtivamente de nuevo en el campus...
—Edward...
—susurré—. No lo hagas.
Entrecerró
los ojos y su voz se convirtió en un gruñido.
—Sólo
intento decir que no me arrepiento de nada de lo que le hice a Demetri y lo
haría de nuevo en un minuto. Se merece todo lo que hice y más. —Me miró a los
ojos—. Haría cualquier cosa, arriesgaría todo para protegerte, Bella.
Para mantenerte
segura, aquí conmigo. —Acarició mi cabello—. Me sentía de esa forma
incluso antes de saber que eras una chica. Lo sabes.
Sus
palabras parecieron encender un fuego en algún lugar dentro de mí.
—Sí,
lo sé —susurré, moviendo mi rostro sobre su amplio pecho. Quería relajarme
y simplemente disfrutar de estar en sus brazos, pero algo más me molestaba
en un rincón de mi mente.
—Tus
padres, ¿qué dijeron acerca de todo esto? —pregunté, recordando lo amables
que habían el Sr. y la Sra. Cullen durante mi estadía en
su casa.
—Bueno,
mi padre no estaba muy entusiasmado y ambos se sorprendieron bastante
cuando se enteraron de que eras una chica. —Edward
sonrió—. Pero
creo que mi madre estaba mayormente feliz. Ella sabía que me gustabas,
ya ves, podía
decir que había algo entre nosotros. Y el hecho de que seas una chica quiere
decir que tiene más posibilidades de conseguir nietos.
—Siempre
podríamos haber adoptado si no lo fuera —señalé.
—Sí,
lo sé. Pero entonces los bebés no tendrían tus grandes ojos marrones —se burló
de mí gentilmente.
La
cabeza me daba vueltas, aún estaba teniendo un momento difícil creyendo que
estábamos casados por completo, y aún menos, hablando de tener bebés.
Eso
es algo para pensar en el futuro, lejos en el futuro,
me dije a mí misma.
—¿Así
que piensas que tus padres me perdonarán? —pregunté, intentando volver
a mi pregunta original—. Quiero decir, realmente me agradaron. Odiaría pensar
que ellos me culpan por la pérdida de tu carrera.
Edward enarcó una ceja hacia mí.
—¿Cuál
pérdida? Sólo porque no esté usando un uniforme con el logo del Cuerpo
no quiere decir que no soy el capitán de una nave. ¿Qué piensas que es esto?
—Hizo un gesto con una mano hacia la nave a nuestro alrededor.
—Es
bastante impresionante —dije, sonriéndole—. ¿Realmente vamos a ir por todo
el sistema?
—Y
fuera de él también —me aseguró—. De hecho, una de nuestras paradas va a
ser cerca de donde la orquesta de tu hermano está tocando. ¿Quieres visitarlo en
una de sus actuaciones y sorprenderlo?
—Eso
sería maravilloso. —Me sentí mareada de emoción ante la idea de ver a Jasper
nuevamente. ¡Qué maravilloso encuentro y podría presentarle a Edward!
Edward
me sonrió.
—Pensé
que eso te haría feliz.
—Más
feliz de lo que puedas imaginar —dije, sonriendo—. Pero, ¿realmente voy
a ser la navegadora de Lakota?
—Absolutamente.
Tan pronto como me gradué fui al sector privado y encontré al
dueño de una nave en busca de un capitán y un navegador. Le dije que éramos
un acuerdo en paquete, tuvo que tomarnos a ambos a la vez.
—¿Y
estuvo de acuerdo? —pregunté sorprendida.
—Oh
sí —asintió Edward—.
Estaba encantado de tener dos graduados de la Academia para dirigir
su nave. Bueno, un graduado de la Academia y otro que abandonó.
—Me sonrió—. Pero le prometí que conseguirías tu licencia de navegador
durante nuestro primer viaje para hacer todo bien y legal. Así que esa
es la primera orden de negocios para ti.
—No,
no lo es —murmuré, sacudiendo mi cabeza. De pronto estuve consiente de
cuan cerca estábamos. Edward aún me estaba sosteniendo en su
regazo y no
parecía dispuesto a bajarme en un tiempo. No es que lo quisiera. Su
esencia picante
llenaba mis sentidos y sus brazos a mí alrededor se sentían increíblemente
bien.
—¿No
lo es? —Edward
lucía confundido.
—No.
—Levantando mi mano, enredé mis dedos en su espeso y rubio cabello y tiré
de él hacia abajo—. Esto es.
Mientras
nuestros labios se unieron en un beso, pensé en cuan afortunada era, aunque
casi había terminado en tragedia, mi apuesta había sido pagada. Tenía la
vida con la que siempre había soñada con el hombre que amaba. Edward
y yo viajaríamos
a través del espacio juntos, compañeros iguales como habíamos imaginado.
Finalmente estábamos juntos sin secretos o mentiras entre nosotros que
nos mantuvieran separados y nada volvería a separarnos de nuevo.
Pero
no importaba dónde la vida me llevara, o qué distantes y maravillosas estrellas
viera, sabía que nunca olvidaría el tiempo que pasé en la Academia.
Fin
Libro: The Academy
Autora:Emmaline Andrews
*********************************
Muchas a gracias a todas por seguir esta adaptacion y estar pendiente de ella, pronto subire una nueva por e blog por ahora subire una adaptacion especial de navidad en la pagina de fanfiction.
5 comentarios:
Gracias por esta linda historia. Me encantó. Espero tus próximas actualizaciones.
hermosa historia!!! y que reencuentro... gracias!!!!!!
ME HA ENCANTADO COMO TODAS TUS HISTORIAS. GRACIAS.
Oh, q tierno final y me encantó la historia
Hola hola nena definitivamente me anamore de está muchas Gracias te leo en la sig
Saludos y besos
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