Poco después de las
diez, Isabella por fin regresó al apartamento. Tras irse del parque de
bomberos, se había dirigido con el Prius a su restaurante mexicano favorito y
había cenado sentada en la barra (una mesa para una sola persona le había
parecido más deprimente de lo que podía soportar). Luego había vagado hasta la
librería y había pasado un rato allí, hasta que se había percatado de que
estaba hurgando por la sección de ofertas en busca de novelas de suspense que
pudieran gustarle a Edward.
Al abrir la puerta
del apartamento, lo primero que vio fue la luz de la cocina encendida. Igual
que la de su habitación.
—¿Edward?
—preguntó. Sintió que la esperanza le llenaba el corazón y que una oleada de
alivio la recorría entera—. ¿Edward? —preguntó de nuevo, apresurándose hacia la
habitación.
Pero su casa estaba
vacía.
Volvió a la cocina.
Porque lo segundo que había visto había sido un enorme jarrón con un ramo de
rosas reposando en la encimera. Entre las flores, alcanzaba a distinguir
algunas palabras:
«Te quiero. M.»
—Dios mío —murmuró,
con un nudo en la garganta. Edward había estado allí. Había venido a decirle
que la amaba. Y mientras tanto, ella había estado evitando volver a casa.
Soltó la tarjeta
del clip que la sujetaba. Y el estómago le dio un vuelco.
«Tómate tanto tiempo
como necesites. Estaré esperando. Te quiero. M. N.»
M.N. Maldito Michael.
Mierda.
Isabella sintió que
se le encorvaban los hombros. No había sido Edward. Al fin y al cabo, no había
sido Edward.
Entonces vio algo
más.
Una nota junto al
jarrón. Sintió que la aprensión le arañaba la piel mientras la leía.
«Puede que no le
quieras a él, pero te mereces algo mejor que yo.»
No estaba firmada,
pero no importaba. Isabella reconoció la letra de Edward. Y bajo la nota yacía
su duplicado de la llave del apartamento.
Por un momento, el
cerebro de Isabella no fue capaz de procesar lo que estaba viendo, de
comprender lo que significaba.
Edward había estado
en su apartamento.
Frunció el ceño,
dándole vueltas. ¿«Te mereces algo mejor que yo»? ¿Qué diablos significaba eso?
¿Y por qué había mencionado a Michael, cuya nota era obvio que había abierto y
leído? ¿Por qué había dejado la llave?
La aprensión la
cubrió entera, como si fuera una segunda piel. Con la nota de Edward y su llave
apretada en el puño, Isabella volvió a su habitación. Poco a poco, dudando,
como si se temiera que alguien fuera a surgir de las sombras. Al entrar en el
dormitorio, no estaba segura de lo que estaba buscando. Todo parecía estar en
su sitio.
Entonces entró en
el baño. Tardó un instante en percatarse de lo que había Cambiado. Sus
productos de aseo eran los únicos que había sobre la encimera. El cepillo de
dientes, la pasta dentífrica y la cuchilla de afeitar de Edward habían
desaparecido. Isabella abrió el armario con espejo. El hilo dental, el enjuague
bucal y la espuma de afeitar de Edward tampoco estaban. Al apartar la cortina
de la ducha, Isabella descubrió que su gel de ducha también se había desvanecido.
Un dolor
desgarrador nació en su pecho.
—No —murmuró,
regresando al dormitorio a toda prisa—. No, no, no.
Abrió la puerta del
vestidor de un tirón. Edward era un tipo muy básico en lo que a la ropa se
refería: tenía unos pares de jeans, unas cuantas Camisetas
y sus uniformes. No había necesitado demasiado espacio en el armario de
Isabella. Pero el espacio que había ocupado ahora estaba vacío. La ropa y los
zapatos de Edward habían desaparecido.
—No, Edward, no
—dijo, aunque las lágrimas le dificultaban seguir hablando—. Maldita sea.
Isabella corrió a
la cocina y sacó el teléfono móvil del bolso. Llamó a Edward. Una y otra vez,
sus llamadas fueron recibidas por el contestador automático, hasta que
finalmente se rindió y le dejó un mensaje.
—Edward, por favor,
dime algo. ¿Qué ha pasado? No lo entiendo. Estoy a tu disposición. Por favor,
solo tienes que dejarme ayudar. Sea lo que sea, podemos arreglarlo. —Debatió
consigo misma durante un momento largo, y decidió añadir—: Te quiero.
Pulsó el botón para
finalizar la llamada y se llevó el teléfono al pecho.
A Isabella le
pareció que dejaba de tener sentimientos. Solo había entumecimiento y negación
en su interior.
Sin Cambiarse de
ropa, se tumbó en la Cama, con el teléfono móvil en la mano. «Llámame. Llámame.
Llámame.»
Cuando volvió a
abrir los ojos, la grisácea primera luz del día estaba entrando por la ventana.
Desbloqueó el teléfono y vio que no había recibido ningún mensaje y que no
tenía llamadas perdidas.
Edward había
recogido sus cosas y se había largado de su vida, y no pensaba mandarle ningún
mensaje.
Tumbada a oscuras,
Isabella no podía evitar enfrentarse a lo que estaba ocurriendo. Lo que ya
había ocurrido. Edward la había dejado porque pensaba que ella se merecía
alguien mejor que él. Edward la había dejado porque no creía ser lo bastante
bueno para ella. ¿Cuántas veces lo había oído hacer comentarios al respecto? Y
seguía repitiéndolo, pese a que Isabella le había dicho que lo amaba, que
estaba enamorada de él, y que no podía imaginarse la vida sin su presencia.
Si aquellos
sentimientos no bastaban para convencer a Edward de que Isabella quería estar
con él y ser una pareja, no se le ocurría qué más podría hacer o decir para
persuadirlo.
El entumecimiento
de Isabella desapareció de golpe.
El dolor le atravesó
el cuerpo, hasta que quedó consumida por este. Le dolía el corazón. La cabeza.
El alma. Se hizo un ovillo y sollozó, acurrucada junto a la almohada. Lloró por
sí misma. Lloró por Edward. Lloró por lo que habían sido, y por lo que podrían
haber llegado a ser.
Entonces pensó en
el niño, y en el hecho de que Edward ni siquiera conocía su existencia, y
también lloró por la pequeña vida que habían creado.
¿Qué haría ahora?
O, más bien, ¿qué
harían ahora? El gusanito y ella.
No lo sabía.
Todavía no. Pero tendría que pensar en algo. Tendría que ser fuerte para su
hija o su hijo. Y para sí misma.
Y así sería. Pero, por
hoy, se permitiría un día para estar afligida. Al fin y al cabo, una no pierde
al amor de su vida cada día.
10 comentarios:
Que triste la situación de Edward, en realidad necesita mucha ayuda.
O nooooooo 😭😭😭😭😭😭 xqueeee tan difícil es hablar y decir las cosas en vez de salir uyendo y no dar explicaciones y lastimarse más a ambos xque no sufre sólo él si ella también graciasssssssssssssss graciasssssssssssssss graciasssssssssssssss graciasssssssssssssss graciasssssssssssssss
Holaaa, no se porque me temía algo así....que nervios me dejas comiéndome las uñas.
Ojalá termines mi angustia pronto
No ���������� quiero saber que pasara!!!
Ay no!!!! Pobre Bella, ahora con un bebé que cuidar, y con Edward dejándola de esa forma!!!! 😭😭😭
Besos gigantes!!!!
XOXO
OHHH NOOOO POBRE ISABELLA ELLA CON SU GUSANITO BUSCÁNDOLO POR DOQUIER Y EL ABANDONÁNDOLA, ENTIENDO QUE ESTÁ MAL PERO ME COSITA ELLA QUE SE HA QUEDADO CON EL CORAZÓN ECHO TRIZAS. GRACIAS POR ACTUALIZAR
Edwardddd por favor recapacita en ella tienes tú mayor apoyo para superar tus ataques de ansiedad!!!
Damaris
Oh por Dios jodido Edward nos hizo sufrir terrible a nuestra Bella tan hermosa y fuerte, sin saber el daño que le causa a ella y al bebé, muchas gracias por el capítulo apenas poniéndome al corriente con la historia.
😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭
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