Capitulo 12
No
pasó mucho tiempo antes de que la sala de grabación se llenara con entusiastas
observadores de lucha. Incluso Rosalie había chillado en miedo o repugnancia
cada vez que había un golpe asombroso. La única persona incapaz de ser
absorbida en la lucha era suya verdaderamente. Así es, yo. La persona que pidió
encenderla en el primer lugar.
Y,
¿sabes por qué no puedo relajarme y disfrutar? Emmett, ese es el por qué. Emmett
y su estúpido brazo que aún no se había molestado en mover. Quiero decir,
dejándolo allí era básicamente como ponerlo a mí alrededor. Ya sabes, algo así.
Sí, fue allí primero, pero…
La
estúpida cosa tenía que estar dormida por ahora, así que ¿por qué no lo había
movido? ¿Significaba eso que Emmett quería su brazo a mí alrededor? ¿Quería el
brazo de Emmett alrededor mío? ¿Qué pensaría Edward sobre esto? Y, ¿por qué en
la Tierra me importaba lo que Edward pensara de esto?
Si
Rosalie tenía razón y Emmett me gustaba, entonces debería estar feliz por eso.
¿No debería? Quiero decir, él es la mejor—más segura—opción. Excepto que Edward
no es una opción, es un psicópata. ¿No es así?
Y,
de nuevo, ¿cómo en el mundo Edward consiguió entrar en este debate? Esto se
suponía que era sobre Emmett y su estúpido brazo. Salvo que Edward y yo
habíamos hablado y era casi normal, así que ahora me sentía completamente
curiosa de hablar con él de nuevo.
Ya
sabes, sólo ver si podía ser semi-normal dos veces seguidas. No porque me
gustara o algo así.
Está
bien, voy a admitir que estaba obsesionándome con esto, pero al menos no fue
por mucho tiempo. Solamente habíamos tenido la pelea por tal vez diez minutos,
cuando Rachel entró en la sala de grabación y apagó la televisión, alegando que
la pelea arruinaba la fiesta. Ignoró todas las airadas protestas y giró en
algún estúpido remix de baile de alguna, incluso más estúpida, canción pop.
Luego,
tomó al tipo aceptable más cercano y comenzó a bailar con él. Varias de las
otras chicas hicieron lo mismo y pronto lo que antes se asemejaba a una noche
de pelea ahora parecía más una fiesta de baile. En serio, todo lo que
necesitaba era una máquina de humo y una luz estroboscópica.
Rosalie
se levantó para unirse a la fiesta y Edward se levantó con ella. Creo que iba a
invitarme a mí a bailar porque me miraba directamente a los ojos cuando empezó
a tender su mano, pero antes de que pudiera decir algo, Rosalie deslizó su
brazo por el suyo y dijo—: Vamos, Edward. ¿Por qué no me muestras cómo bailan
en California?
Ese
destello familiar de odio barrió el rostro de Edward tan rápido que Rosalie se
lo perdió. Yo no, sin embargo, así que asentí con la cabeza (alentadoramente,
esperaba) y modulé—: Sólo ve.
Edward
no parecía feliz, pero dejó que Rosalie lo llevara.
—¿Qué
fue todo eso? —preguntó Emmett cuando ya se habían ido.
—Nada
—dije—. Rosalie sólo metía su nariz donde no le incumbe y esta vez va a
estallar en su rostro si no tiene cuidado.
—¿Rosalie
entrometida? —Emmett se rió—. ¿En cuáles asuntos, exactamente?
—Míos,
por supuesto, como siempre. Y en los de Edward. Y ahora en los tuyos también.
—¿Míos?
—preguntó Emmett—. ¿Cómo está Rosalie entrometiéndose en mis…?
La
voz de Emmett se fue apagando mientras se daba cuenta de que éramos las únicas
dos personas que aún se encontraban sentadas en el sofá y que no estábamos
sentados exactamente en extremos opuestos. Me reí cuando me miró, un poco
pálido.
—¿Lo
captaste todo ahora, Einstein? —bromeé—. Estoy bastante segura de que les dijo
a todos su plan, también. ¿Observaste como todos están convenientemente
ignorándonos?
Emmett
miró, sorprendido. Estábamos sentados solos en el único sofá en una habitación
repleta de gente y sorprendentemente nadie nos molestaba. Demasiado
sorprendente. Algunos nos observaban mientras trataban de fingir que no. Y
luego, estaba Sánchez, quien no fingía. Hizo gestos sugestivos cuando pasó a
captar nuestra atención.
—¿Ves?
—le dije a Emmett, dándole a Sánchez una sugerencia con un gesto de la mía—.
Todos tratan de averiguar lo que pasa con nosotros y, lamento decir que, tú
estás aún empezando a hacerme preguntar con todo el coqueteo y los mimos. En
serio, ¿eres para mí o algo así?
La
mandíbula de Emmett cayó floja casi al mismo tiempo que se daba cuenta que su
brazo aún se encontraba envuelto en el respaldo del sofá detrás de mí. Cuando
sus ojos se abrieron enormes y lentamente sacó su brazo de vuelta a la
seguridad, me eché a reír. —Relájate McCarty, sólo estoy bromeando. —Me reía
tan duro que lágrimas comenzaron a formarse en mis ojos—. Quiero decir, no es
la parte de Rosalie tratando de engancharnos, ella está haciendo eso
totalmente. Pero no tengo miedo de que estés tratando de poner los movimientos
en mí. Oh, hombre, ¡deberías ver tu cara ahora!
Le
di a la pierna de Emmett una palmadita mientras daba un salto y entonces, me
eché a reír todo el camino hacia el patio trasero de Alice donde podía
conseguir un poco de aire.
Tenía
la esperanza de un poco de paz y tranquilidad, pero había tanta gente afuera
como dentro. A diferencia del lago la semana pasada, donde había todo ese
viento que viene de la aguas, todavía seguía realmente caliente afuera esta
noche, así que la piscina parecía ser un lugar bastante frecuentado. Al menos,
la mayoría de los niños que nadaban pertenecían a la multitud de Rosalie—mis
amigos eran más del tipo de futbolito y cheespuffs—así que aparte de los
ocasionales deseos de cumpleaños, me dejaron en paz.
Me
senté en el columpio del patio y vi un montón de suspensores tratando de
impresionar a las chicas en bikini, haciendo volteretas hacia atrás desde el
trampolín.
—¡Ahí
estás!
Había
tenido tal vez dos minutos de libertad. —Es por eso que no hago fiestas —gemí
mientras Garret se sentaba en el columpio a mi lado y me daba un vaso rojo de
plástico. Coca cola dietética. Asqueroso—. ¿No te abandoné una vez ya?
Garret
se echo a reír como si estuviera bromeando—excepto que, sí, no lo hacía—y
entonces comenzó disertando sobre estupideces sin sentido. Así que fue un
pequeño milagro cuando el teléfono celular de mi hermana sonó.
—No me llamaste
cuando llegaste allí —me saludó mi papá cuando contesté el teléfono.
—Lo
siento, papá. Me distraje un poco. Sabes lo que Rosalie me hizo, ¿no?
—Sí.
Lo siento por eso, nena. Quería darte un mano a mano, pero Rosalie y tu madre
me habrían matado.
Suspiré.
—Si te hace sentir mejor, hubiera preferido estar en casa viendo la pelea
contigo.
—Lo
sé. —Rió entre dientes mi papá—. Pero no te preocupes. Estoy grabándolo por ti.
—Dulce.
—Bueno,
debería dejarte volver a tu fiesta ahora. Sólo quería asegurarme de que estás
bien.
—Estoy
bien. Sin asesinos en serie presentes. Y, sí, antes de que preguntes, los
padres de Rachel están en casa. Tampoco hay droga, sin alcohol, y un montón de
chicas bonitas aquí que me distraen a todos los chicos, del hecho de que estoy
usando un estúpido vestido.
—Muy
gracioso. Sólo recuerda: casa antes de la medianoche.
Sentí
el impulso de suspirar de nuevo. —Desearía que hubieras dicho diez —me quejé,
haciendo que mi papá riera otra vez.
—Sobrevivirás.
Lo prometo.
—Sí,
sí. Adiós papá.
Me
reí para mis adentros mientras colgaba el teléfono, sorprendida de que mi papá
me hiciera sentir un poco mejor. La sensación no duró mucho, sin embargo,
porque Garret aún se encontraba allí haciendo preguntas tontas como: —Oye, ¿ese
es el nuevo iPhone? ¿Puedo verlo?
—Si
te callaras —dije y le entregué el celular. No lo hizo.
—Eso
fue bastante suave con tu papá —dijo, con los ojos pegados al teléfono de Rosalie.
Estaba tan mal como ella. En serio, no entiendo la obsesión con los teléfonos
celulares.
—¿Qué
fue suave?
—Lo
que dijiste acerca de no chicos prestándote atención cuando realmente ha habido
tantos que no creí que tendría la oportunidad de hablar contigo en absoluto.
—No soy tan
afortunada —me quejé.
Garret
se rió de nuevo y me regresó el teléfono de Rosalie. —Aquí, programé mi número
allí para ti, así que si te pierdo otra vez, puedes llamarme.
—Sí,
está bien, seguro.
Una
vez más, Garret se perdió mi sarcasmo y siguió diciéndome cuan caliente me veía
en mi bonito vestido nuevo.
Estaba
tan desesperada por ignorarlo que decidí afrontar la bebida sin azúcar que
tenía en la mano, pero mientras llevaba el vaso a mis labios, sentí una mano
frotar mi hombro. El toque me puso la piel de gallina, lo que significaba
solamente una cosa.
Miré
por encima de mi hombro y Edward se encontraba allí. Estaba de espaldas a mí,
hablando a un par de chicas, pero estaba segura de que su toque había sido
intencional. No era raro, sin embargo, fue como si no quisiera interrumpirme,
sólo quería que supiera que estaba allí. Lo extraño era cuan confortante me era
su presencia.
No
estoy segura de cuándo sucedió, pero realmente no me sentía asustada de Edward
nunca más. Ahora sólo sentía curiosidad. Necesitaba deshacerme de Garret para
que pudiera hablar con él de nuevo. —Hombre, se está haciendo tarde —dije con
un falso bostezo que se volvió real, esta fiesta me agotaba—. Creo que me voy a
buscar a mi hermana.
Empecé
a ponerme de pie, pero Garret pasó su brazo alrededor de mis hombros.
—¿Estás
lista para irte? Podría llevarte a casa si lo deseas.
Sí.
Como si eso fuera a suceder.
Me
senté de nuevo con un suspiro. Garret era como una sanguijuela. Cada vez que me
alejaba, se aferraba con más fuerza. —Ahora que lo pienso —dije, tratando una
táctica diferente—. Dudo que pueda ir a cualquier parte, cumpleaños de chica y
todo. Probablemente hay un montón de velas que se supone que debo soplar en
alguna parte. Será mejor ir a averiguar.
El
brazo de Garret sobre mi hombro me sujetaba lo suficientemente fuerte para
hacer a mi temperamento arder. —Tengo una mejor idea —dijo. Entonces, era
demasiado estúpido para tomar mis insultos, pero no demasiado estúpido para
reconocer que estaba a punto de ser abandonado de nuevo—. Si necesitas un
descanso, estoy seguro que podemos encontrar un lugar agradable y tranquilo
para relajarse hasta que lo necesites. Doy un buen masaje de espalda.
Um, ew.
Solamente
tengo tanta paciencia para empezar, y Garret la había utilizado oficialmente
toda con esa belleza de comentario. Mi mano se cerró alrededor de mi vaso
plástico. Tan pronto como me deshiciera de esta soda, él seriamente iba a
conseguirlo.
Llevé
el vaso a mis labios para resoplar, pero antes de que pudiera, fue eliminado
limpiamente de mi mano y aterrizó por todas partes en Garret. Por supuesto,
sabía quién lo había hecho, pero no creí que fuera prudente para Garret
averiguar la verdad, así que fingí ser la culpable. —¡Oh, Garret! ¡Lo siento
mucho! —jadeé. Mi actuación puede haber sido un poco por encima—. ¿Estás
enojado?
Garret
miraba molesto mientras se limpiaba la ropa, pero aún trataba de sonreír.
—Nah,
está bien —dijo. Se rió mientras se ponía de pie—. Te diré qué. Voy a ver si
puedo limpiar un poco, entonces te traeré una nueva bebida. Tal vez una RedBull,
algo con una patadita en ella.
—Buena
idea.
—Regresaré.
No vayas a ninguna parte.
—No
lo haré —prometí. Y yo tampoco. No tenía que hacerlo. Tan pronto como se fue, Edward
tomó su asiento.
—¿No
hay nada en tu vestido nuevo, no? —preguntó, obviamente muy satisfecho consigo
mismo.
—No,
tu objetivo fue perfecto. Pero no debiste haber hecho eso. Si Garret te hubiera
visto, se hubiera ido balístico.
Edward
rodó los ojos, claramente no se preocupaba por la idea de tener una pelea con Garret,
a pesar de que Garret era más grande que él. —Regla de fiesta número uno, Bella.
Nunca bebas algo que alguien te entregó a menos que lo abras por ti misma.
Edward
mágicamente produjo una lata sin abrir de Dr. Pepper, la que acepté con
entusiasmo. Me había remontado la mitad de ésta antes de darme cuenta de su
significado. —¿Crees que Garret puso algo en esa bebida? —pregunté, un poco
conmocionada por la sugerencia.
—Nunca
se sabe. —Edward se encogió de hombros—. Además, no me gusta ese tipo.
Me
resistí a la tentación de sonreír y traté de sonar fuerte cuando dije—: Eso no
fue muy amable de tu parte.
—En
realidad, pensé que fue extremadamente generoso.
—¿Cómo lo sabes?
—¿Estuviste
o no, a punto de darle un puñetazo? —Edward echó una mirada a mi rostro y
sonrió—. Le hice al tipo un favor. Salvarlo de la vergüenza de ser golpeado por
una chica.
—Todavía.
Realmente iba a disfrutar golpeando esa herramienta.
Edward
y yo nos reímos mucho y cuando nos calmamos me devané los sesos por algo que
decir. Temía que si las cosas se tranquilizaban, esto se volvería incómodo. La
pasábamos tan bien este momento. No quería arruinar eso. —Buenas noticias —le
dije—. Mi papá está grabando las preliminares para mí, así que no nos las
perdimos después de todo.
—¿Nos?
—Hizo eco Edward, con recelo. Su duda me hizo sonrojar.
—Sí,
bueno, ya sabes… sólo quería decir…
Edward
siguió mirándome, fingiendo que no sabía de lo que hablaba. —¿Sólo querías
decir…? —pidió.
Me
iba a hacer decirlo. El idiota. Tanto por no dejar que las cosas se vuelvan
incómodas. Yo invitándolo a venir y ver la pelea era básicamente como
invitarlo, y él lo sabía totalmente.
Nunca
en mi vida he llegado cerca siquiera a pedirle a un chico salir y estaría
dispuesta a apostar que Edward sabía eso también. Quería cambiar de tema sólo
para fastidiarlo, excepto que sería realmente divertido ver las peleas con
alguien que está actualmente entrenando con los luchadores. Además, podía ser
agradable pasar algún tiempo con Edward que era, en realidad, por elección.
Miré
a Edward de nuevo. Sip, aún está mirándome. Esperando con mucha paciencia para
que, oficialmente lo invite a pasar rato conmigo. Excepto que, a juzgar por la
expresión de su rostro, en realidad, no creo que quisiera oírlo con el fin de
verme retorcerme. Creo que necesitaba escucharlo para ver si realmente lo
quería decir.
Lo
pensé muy rápidamente y decidí que lo quería decir. Sólo, no estaba segura de
poder sacarlo. No seas una cobarde, Bella. Respiré hondo y solté el aire
en un bufido. —Realmente me gustaría que vinieras y veas la pelea conmigo
mañana, ¿de acuerdo?
Me
encogí, esperando que Edward se riera a cuan irritada sonaba. Cosa que hizo
inmediatamente. —Hablas en serio, ¿verdad? Quieres salir conmigo.
Sentí
el calor subir a mi rostro, así que lo fulminé con la mirada. —Todavía me
reservo el derecho a cambiar de opinión si te pones sicópata conmigo otra vez.
Se echó a reír.
—Bueno, entonces. Es una cita.
¿Es
una cita? Lo había
dicho en broma, pero dudaba seriamente que se refiriera de esa manera. Apenas,
podía contenerse de tocarme cuando pensaba que lo odiaba. No podía ni siquiera
imaginar lo que sería si pensaba que estaba bien. —Ahora que pienso en ello
—dije, mi estómago derrumbándose sobre sí mismo—. No creo que sea una buena
idea. No importa.
—Bella,
te prometí que no me pondría sicópata contigo.
—No
eres tú quien me preocupa. Bueno, no solamente tú. Si vienes actuando todo
obsesionado-enfermo de amor-acosador como lo haces… —Edward frunció el ceño
ante mi elección de palabras, pero oye, a veces la verdad duele—. Lo siento,
pero lo haces —dije—, y en serio, dudo que mi papá pueda manejarlo. Sobre todo
en estos momentos. Él exactamente no tomó el estúpido cambio de imagen de Rosalie
con gracia. Casi no me deja salir de la casa a mi propia fiesta de cumpleaños.
Edward
se olvidó de mi insulto y se rió. —Bueno, no puedo realmente culparte por eso.
No te hubiera querido dejar ir tampoco.
Extendió
la mano y distraídamente tiró un mechón de mi cabello entre sus dedos. Me
sorprendí cuando no me inmuté en alejarme de él. —Te ves hermosa esta noche
—dijo—. Realmente me gusta como tu cabello cae alrededor de tu rostro, así.
Enrolló
mi cabello alrededor de su dedo y luego lo dejó caer contra mi mejilla.
Entonces, tomó un momento para mirarme de la cabeza a los pies y frunció el
ceño en el pensamiento. —Curiosamente, puedo prescindir del vestido. Luce
genial, pero me gustas más cuando estás completamente en tu zona de comodidad,
incluso si eso es sólo una camiseta y vaqueros. No hay nada más sexy que tu
confianza.
No
podría haber ocultado mi conmoción si mi vida hubiera dependido de ello. Nunca
nadie dijo la palabra sexy en frente de mí, mucho menos usarla como una forma
de describirme.
—En
realidad —dijo Edward, sonriendo ante la expresión en mi cara—. Tu inocencia es
bastante sexy, también.
Deseaba
que hubiera dejado de usar esa palabra. Esto me ponía increíblemente nerviosa,
y mis nervios sólo parecían alentar a Edward. Lo cual era lo que pasaba ahora
mismo. Se había girado hacia mí, poniendo un brazo en el respaldo del columpio
detrás de mí, y estaba oficialmente inclinándose. —Peligrosamente sexy.
—Y
ahí esa palabra de nuevo—. Me hace querer hacer… cosas…
—Um, ¿cosas? —¿Cosas
tipo Acuchillador de los Sábados por la Noche? ¿O cosas tipo chicos
adolescentes hormonales?
—Cosas
divertidas —me aseguró Edward. Como si eso respondiera mi pregunta.
La
mirada de Edward se mantuvo revoloteando de ida y vuelta entre mis ojos y mi
boca. Está bien, esto es todo, me dije a mí misma. Ahora él va a
besarte. Si no quieres, es mejor que lo detengas ahora.
Sí,
¿como si hubiera podido hacer algo para detenerlo? Me encontraba congelada y
rígida. No podía pensar. No podía moverme. No podía ni respirar. Todo lo que
sabía era que, por cada parte de mí que gritaba que huyera de él, habían ya
muchas partes de mí que directamente lo querían.
Esperé,
conteniendo la respiración y temblando lo suficiente que Edward tuvo que
haberlo sentido, pero no hizo ningún movimiento, no podía entender. ¿Por qué no
sólo lo hace? Era evidente que quería, y yo no emitía ninguna vibra
mantente-lejos-de-mí en este momento. Al menos, no lo creo.
De
alguna manera, Edward sabía exactamente lo que pensaba. —No ahora, Bella. Aún
no estás del todo lista.
Dejé
escapar el aliento que había estado conteniendo. ¿Alivio? ¿Decepción?
Alivio.
Definitivamente
alivio.
Bueno,
más alivio que decepción.
—No
te preocupes —continuó Edward—. Cuando estés lista, no voy a titubear.
Edward
se echó hacia atrás, permitiendo que el estado de ánimo se aligerara de nuevo.
Se rió y dijo—: Pero probablemente voy a encerrar a tu hermana en un armario
primero. ¿Has notado cómo ha estado en todas partes esta noche?
Esto
me hizo reír, y me sentía más que feliz de tener la tensión lejos. —Por
supuesto que sí —dije—. Está haciendo un gran esfuerzo por mantenerte lejos de
mí.
—¿Por
qué? Pensé que ella estaba de mi lado.
—Antes
—le aseguré.
—¿Antes?
Asentí
con la cabeza. —Ella está sobre ti. No lo tomes como algo personal. Rosalie es
muy voluble. Además, realmente se cansó de mí peleando con ella por ti y ha
pasado a alguien que piensa que no voy a resistir tanto.
Muchacho
era la cosa incorrecta que jamás debía decir. Los ojos de Edward se estrecharon
fuertemente. —¡Está tratando de instalarte con
Señor-somos-sólo-amigos-incluso-aunque-voy-a-dejarlo-ir-a-casa-y-abrazarnos-en-el-sofá-juntos!
—acusó, indignado.
—Algunas
personas lo llaman Emmett —solté, molesta con su actitud—. Y no nos
abrazamos.
Los
ojos de Edward rodaron hasta la cima. —Por favor. Te sentaste en su regazo.
—¡Me
empujaron! Y eso fue tu culpa de todas formas. Fueron tus estúpidos celos en el
restaurante lo que le dio a Rosalie la idea en primer lugar.
—Eso
fue completamente justificado —argumentó Edward—. Compartías las papas del tipo
cuando se suponía que fuera conmigo.
De
acuerdo, eso era cierto. Y fue completamente grosero de mi parte, eso es algo
por lo que lo había hecho. —Lo que sea —dije, moviendo la mano con desdén—.
¿Por qué discutimos por esto de todos modos?
La
ira de Edward se desvaneció y fue sustituida por una extraña desesperación.
—Porque te vas a enamorar de él, Bella. Los he visto a los dos juntos y Rosalie
tiene razón. Si está realmente intentando engancharte chicos, él no va a
necesitar mucho convencimiento y no te le resistirás.
Edward
parecía tan preocupado de que Emmett me fuera a robar de él, que casi me echo a
reír. Era una especie de adorable. Dejé caer mi actitud y bromeé—: Te resisto
bastante bien, ¿no?
—Por
ahora. Pero no puedes mantenerlo por siempre.
Eso
sonaba un poco como una amenaza, por lo que en un intento de mantener la luz
del estado de ánimo, dije—: A menos que, como dices, Rosalie convenza a Emmett
de que me gusta y me barra los pies antes de que lo manejes.
—¡Emmett
no puede tenerte! —explotó Edward, su temperamento finalmente consiguiendo lo
mejor de él—. ¡No lo permitiré!
Tomó ese rastro
sico-acosador de nuevo, así que me escabullí de él tan lejos como pude. —¿Estás
bien, Edward? Tal vez deberíamos mantener las conversaciones cortas por ahora.
Trabajar nuestro camino hasta ser amigos.
—Bella,
¡espera! —Edward agarró mi muñeca antes de que pudiera irme—. Lo siento. —Tomó
una respiración profunda, dispuesto a calmarse—. Lo siento —dijo de nuevo. Se
veía tan frustrado que le tomó un tiempo difícil encontrar las palabras—. Yo…
es que Emmett… tú no… si él necesita a Rosalie para señalarle cuan especial
eres, entonces no te merece.
No
sabía que decir. Probablemente era la mejor cosa que nadie había dicho nunca de
mí. Definitivamente la más romántica. Me sonrojé y ni siquiera me importaba.
Edward
soltó mi muñeca y en su lugar puso una de mis manos entre las suyas. —Bella, no
creo que entiendas lo mucho…
—¡Bella!
—gritó Rosalie, apareciendo de la nada—. ¿Estás tratando de ser el peor
invitado-de-honor?
Emmett
se encontraba con mi hermana. La dejó que hablara y sólo se conformó con
mirarme con curiosidad. Su mirada se deslizó a Edward y pasó de cuidado a
sospecha.
Volví
a mirar a Edward justo a tiempo para verlo hundirse de nuevo en la derrota.
Miró sus manos vacías y me di cuenta de que había arrancado la mía al segundo
que había escuchado la voz de mi hermana. La decepción de Edward me hizo desear
que hubiera alguna forma en que pudiera ponerla de vuelta. Por no hablar, ahora
no tenía ni idea de qué había estado a punto de decir. Y quería saberlo. Quería
saber mal. Muchas gracias, Rosalie.
—¿Por
qué estás escondiéndote aquí? —preguntó Rosalie.
—No
me estoy escondiendo de nadie. ¿Me ves escondida? Aunque, probablemente debería
estar escondida de Garret.
—Bueno,
deja de hacerlo de todos modos. Es hora del pastel. Tienes que venir a soplar
las velas.
Gemí.
—Ugh. ¿Pueden sólo hacerlo sin mí? A todo el mundo que le importa que esté en
esta fiesta.
Rosalie
levantó las manos en el aire. —En serio. ¿Por qué me molesto? —Lanzó una mirada
desesperada a Emmett—. ¿Un poco de ayuda aquí?
Emmett
se echó a reír y me extendió su mano. —Absórbelo, Swan. Quince minutos más.
Soplas algunas velas, comes un trozo de pastel y luego, te llevaré a casa.
Dejé
que Emmett me pusiera de pie y Edward inmediatamente hizo lo mismo. Le di una
mirada de “¿Qué puedes hacer?” y luego me dirigí hacia el interior.
Conseguí más de un metro antes de que Emmett me jalara para detenerme. —Espera
un minuto.
Edward
se detuvo al sonido de la voz de Emmett, pero antes de que cualquiera de
nosotros pudiera preguntar qué pasaba, Rosalie enlazó su brazo en el de Edward.
—Vamos, puedes ayudarme a encender las velas —le dijo. Un poco demasiado
entusiasta.
Edward
me miró mientras Rosalie lo arrastraba adentro. Me retaba a que detuviera mi
hermana, salvarlo e incluso reclamarlo, pero no podía. También fui arrojada por
el hecho de que Emmett me detenía por alguna razón. Incluso más extraño, no me
había agarrado por el hombro o la coleta o algo—había agarrado mi mano. Y aún
la sostenía.
—¿Cuál
es el problema? —pregunté, quitando mi mano.
—No
hay problema, exactamente.
Emmett
estaba totalmente en algo. Miró hacia la casa donde todo el mundo se reunía
justo al otro lado de la puerta corredera de cristal. Esperé con expectación, y
cuando se giró hacia mí, dijo—: Relájate como por dos minutos, Swan.
—Amigo.
Realmente no creo que pueda manejar más sorpresas esta noche, así que si están
haciendo algo ahí, sólo llévame a casa ahora.
—Nah,
no es nada de eso. Sólo quería hablar contigo. —Emmett se encogió de hombros
torpemente—. Hablé con Rosalie.
—¿Sí?
—Solté una carcajada—. ¿Te hizo más estúpido? Porque tiene ese efecto en la
gente.
No
entendí la sonrisa que Emmett me dio por eso, pero sonrió, luego dijo—: Creo
que estamos a punto de averiguarlo.
Y
entonces, de repente, Emmett McCarty me besaba.
¡Emmett
McCarty!
¡Besando!
¡A
MÍ!
No estaba segura de
cómo sucedió, o por qué, pero sus labios estaban más que definitivamente en los
míos. Al principio, me confundió tanto que no podía moverme. Pero entonces, Emmett
empujó mi labio superior con el suyo, instando a mis labios a abrirse, y mi
cuerpo se encontraba en tal estado de conmoción que no podía hacer nada sino
seguir órdenes.
Puede
que haya estado haciendo mal, pero le devolví el beso. ¡Emmett! Mi primer beso
fue con Emmett McCarty. Hacía que mi cabeza diera vueltas. Pero no en la forma
en que los primeros besos se supone que hacen girar la cabeza, estoy bastante
segura. De otra manera besar estaría muy sobrevalorado.
No
tengo ni idea de cuánto tiempo estuvimos allí besándonos, pero después de que
había terminado, sentí como una eternidad antes de que nadie dijera nada. Emmett
se apartó y me miró con una expresión cuidadosa, esperando por algún tipo de
respuesta—cualquier tipo de respuesta—de mí. No la recibió. Sólo podía estar de
pie, boquiabierta ante él.
Eventualmente,
arrugó la nariz y dijo—: Extraño, ¿cierto?
—¿Eso
crees? —jadeé—. ¿Por qué hiciste eso?
—No
lo sé. Parecía una buena idea en ese momento.
—Felicidades.
Rosalie te hizo más estúpido.
—Lo
que sea. Eres la que lo sacó antes. Te culpo. —Emmett se rió—. Ni siquiera
había pensado en ello antes.
—Te
dije que mi hermana trataba de engancharnos y, ¿pensaste que era una buena
idea?
—Bueno,
no. No al principio. Pero luego hablé con Rosalie, y no lo sé. Ella le dio
sentido. Algo así como la idea de una novia que pueda sostenerla como propia en
un juego de uno-contra-uno y que le encantaría ver una pelea conmigo. Pensé que
no podría doler darle una oportunidad.
Excepto
que había dolido. Emmett McCarty había robado mi primer beso. Robado y arruinado—no
es que pareció darse cuenta de ello.
Nunca
pensé que hubiera sido el tipo de chica que se preocuparía por algo como eso,
pero me sentía sorprendidamente molesta. No iba a permitir a Emmett ver cómo me
sentía, sin embargo, así que negué con la cabeza, casi con lástima, y murmuré—:
Vamos, idiota. Necesito algo de pastel.
Entré a la casa de
Alice con la esperanza de encontrar a Edward, pero no pude conseguir pasar el
muro de gente boquiabierta ante Emmett y yo. Le di a Emmett una mirada de esto-es-tu-culpa-preocúpate,
pero al eneldo9 le encanta torturarme, así que todo lo que hizo fue tirar un
brazo alrededor mío, sonreír a nuestra audiencia, y decir—: ¿Alguien dijo que
había pastel?
Rápidamente
apagué mis velas, corté un pedazo de pastel, y luego hice que Emmett me llevara
a casa. Todavía quedaban veinte minutos antes del toque de queda, así que
supuse que Rosalie haría un escándalo, pero en realidad no lo hizo. De hecho,
estaba tan dispuesta a acogerme que no podía dejar de ser sospechoso.
La
encontré sentada en las mismas escaleras en que Edward casi me había besado más
temprano. Cuando me vio, saltó sobre sus pies y dijo—: ¿Lista para irnos?
—Antes de que incluso tuviera que preguntar. Entonces, se dio por vencida como
escopeta automática y no dijo una palabra de camino a casa excepto para
agradecer a Emmett por su ayuda. Se abalanzó sobre mí en cuanto llegué a la
casa, sin embargo. Empezó a decir algo supongo que sobre Emmett—pero entonces
mi mamá entró a la habitación emocionada de escuchar detalles sobre la fiesta.
—¿Por
qué no le dijiste, ya que mi vida es más tu negocio que el mío, de todos modos?
—susurré a Rosalie. Sorprendí a todos nosotros con cuan venenosa soné, supongo
que aún me sentía más que un poco molesta—. Me voy a la cama.
No
sé por qué, pero casi esperaba que fuera a encontrar a Edward en mi habitación
cuando llegué allí y estuve defraudada cuando no lo vi. Cerré mi puerta como
una advertencia para que Rosalie se mantuviera alejada y, luego fui a mi
ventana. El auto de Edward no había regresado todavía.
Suspiré.
Edward había desaparecido de la fiesta antes de que tuviera la oportunidad de
encontrarlo y sabía que tenía que estar loco. Esperé por un rato, deseando que
hubiera llegado a casa y pudiera explicar. Quería que él supiera que no había
nada entre Emmett y yo. Más que eso, necesitaba que supiera la verdad.
No
sé por qué, pero he herido constantemente sus sentimientos desde que lo
conocí—a veces intencionalmente—pero esta vez no podía soportar la idea de que
le había hecho daño. No había forma de que hubiera visto lo que pasó. Y después
de que había dicho que Emmett no me merecía, ver ese beso tuvo que doler.
Especialmente cuando él pudo haberme besado primero y se contuvo.
Esperé por más de una
hora, pero Edward nunca llegó a casa y caí en un sueño intranquilo.
3 comentarios:
Bella q esperabas Edward rogándote y permites q Emmett t bese si Edward lo vio seguro se fue y x lo q dijo el viviré d Emmett todo lo planeo rosé siento q la odio en este momento ;) y tu lo permitiste, Gracias sigue x favor
Es bobo no se x q siempre esta porquería pone lo q quiere y no lo q una escribe es bobo no (viviré)
Hola. Como se dejó besar, Rosalie me cae al hígado por metida
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