Capitulo 7
Patty’s
se encontraba
bastante atestado. Cuando entramos, noté un montón de los chicos con los que
compito en el parque sentados en la gran cabina de la esquina. Mientras Edward
y Rosalie iban a hablar con la anfitriona caminé hacia mis amigos. —Gracias por
la invitación, idiotas —bromeé.
Varios
chicos se ahogaron con la comida en sus bocas cuando levantaron la mirada. No
sabía de qué se trataba eso hasta que Emmett rió y dijo—: ¿Qué pasa con la
renovación, Swan?
Miré
alrededor al grupo de chicos sorprendidos y recordé que usaba la ropa que Rosalie
había elegido. Gruñí e hice que Emmett se corriera por mí. —No empieces —dije
mientras robaba algunas de sus papas fritas. Ya que todavía seguían mirándome
fijamente agregué—: Perdí una apuesta.
Sí,
lo sé, soy una mentirosa. Pero era más fácil que explicar la verdad.
—¿Dónde
fuiste esta mañana? —preguntó Emmett—. Newton dijo que estás asustada de jugar
contra él ahora, ya que sabes que va a desarmarte por romper su nariz.
Bufé.
—Puede intentarlo. No estoy asustada de ese idiota. Sólo estaba ocupada.
—¿Ocupada?
—preguntó uno de los chicos, y varios de ellos se rieron por lo bajo.
Seguí
sus miradas y encontré a Edward de pie detrás de mí. —Nuestra mesa está lista, Bella
—dijo Edward sin quitar sus ojos de Emmett sentado a mi lado.
—Realmente ocupada
—bromeó alguien más, provocando más risas.
—Cállense,
pervertidos —solté. Luego con un suspiro, robé más papas de Emmett—. Dile a Newton
que estaré allí el lunes a la mañana en caso de que quiera ser derribado de
nuevo.
Cuando
me paré escuché a alguien decir—: No sabía que a Swan le gustaran bonitos.
Luego
alguien más murmuró—: No sabía que a Swan le gustaran por completo.
Me
giré, lista para noquear a alguien, pero Edward me sostuvo firmemente alrededor
de la cintura. —Guau allí, tigresa —dijo, riendo mientras me arrastraba a
nuestra mesa.
De
alguna manera, a pesar de que por completo pretendía sentarme al lado de Rosalie,
Edward me acomodó en la butaca al frente de ella y se sentó a mi lado antes de
que pudiera protestar. Rosalie me sonrió muy grande a través de la mesa. Con
suficiencia. Estaba a punto de patearla cuando Edward me distrajo con una
pregunta. —Así que ese tipo con el que te sentaste, era el mismo con el que
bromeabas en la fiesta anoche, ¿cierto?
—¿Y?
—Ustedes
dos parecen realmente… íntimos.
Sabía
a lo que quería llegar, y a pesar de que ese definitivamente no era el caso con
Emmett y yo, no vi el daño en dejar que Edward creyera que lo era. —Tal vez lo
somos.
—¿Qué
tipo? —preguntó Rosalie, sorprendida.
—Se
refiere a Emmett.
—¿Emmett
McCarty?
Asentí
y Rosalie rió. —Sí, claro. Bella, no molestes al pobre Edward de esa manera.
Pobre
Edward. Claro.
—Emmett
McCarty —dijo Rosalie— es uno de los chicos más populares en la clase de Bella.
Podría tener a cualquier chica de tercero que quisiera. Y la mitad de las de
cuarto también probablemente.
Rosalie explicó todo
esto como si debiera ser un consuelo para Edward, y realmente tenía razón—Emmett
y yo somos amigos, pero nunca me llevaría al baile si sabes a lo que me
refiero—pero Edward no parecía muy emocionado con la idea de que fuera “íntima”
con un chico tan deseado.
Me
quedé en silencio por un minuto y todos suspiramos con alivio al ver a nuestra
mesera. —¿Qué les puedo ofrecer chicos? —preguntó la mujer.
Edward
me hizo un gesto, así que dije—: Me gustaría un batido de chocolate y
mantequilla de maní por favor.
La
mujer asintió, luego movió sus ojos hacia Edward. —Qué tal un batido de
galletas Oreo —dijo. Luego me miró y agregó—: Bien podríamos conseguirnos una
canasta de papas fritas, mejor.
—¿Y
para ti? —le preguntó la mesera a mi hermana.
—Oh,
nada para mí gracias.
—¿Estás
segura? —preguntó Edward mientras yo decía:
—¿Nada?
Tú eras la que insistía en que viniéramos aquí.
—Estoy
segura —dijo Rosalie—. Estaré bien con mi agua.
Algo
se traía entre manos Rosalie. No atacaba exactamente el helado como yo, pero
nunca la había visto sentarse en un restaurante y no ordenar siquiera una Coca
de dieta.
Unos
minutos después me imaginé de lo que se trataba cuando vi a Alice y Victoria
entrar al restaurante. Rosalie levantó la mirada justo cuando sus amigas nos
encontraron. Intentó lucir sorprendida, pero no es tan buena actriz. —Oh,
¡Oigan! ¿Qué están haciendo aquí chicas? —preguntó inocentemente cuando Alice y
Victoria se deslizaron en la banca a su lado.
—Sí
—dijo Edward, ese frío control de vuelta a su voz—. ¿A qué se debe el placer?
Alice
y Victora no respondieron la pregunta de
Edward. En su lugar, comenzaron a arrullarnos a Edward y a mí como si fuéramos
una pareja de cachorros en la ventana de una tienda de mascotas. —Rosalie tenía
razón. ¡Ustedes chicos son de lo más lindos! —gimió Victoria.
—Totalmente
adorables —coincidió Alice—. Estoy tan feliz de que estén juntos ahora. Sabes Edward,
Bella nunca ha tenido un novio antes, así que más te vale cuidar bien de ella.
No
tuve tiempo de corregir a Alice del estado de la relación porque Edward, de
todas las personas, dijo—: Oh, no estamos juntos. —Pero luego tenía que ir y
arruinarlo poniendo su brazo sobre mis hombros y agregando—: No preocupen sus
lindas cabecitas con eso, de todas formas. Tengo planes especiales para nuestra
pequeña Bella aquí.
—¿Planes especiales?
—murmuré—. ¿Podrías ser un poco más raro?
Edward
me ignoró. —Se los prometo —le dijo a mi hermana y sus amigas mientras me
sostenía fuerte contra él—. Tendré mucho cuidado con ella.
La
brigada rubia completa suspiró y comenzó a levantarse. —Bueno, los dejaremos en
eso entonces —dijo Alice—. ¡Diviértanse chicos!
—¡Rosalie!
—silbé cuando mi hermana se puso de pie. ¡Sabía que me iba a abandonar!—. ¿A
dónde crees que vas?
—Ustedes
no necesitan realmente que vaya hoy —dijo con una gran sonrisa inocente—.
¿Acaso tú Edward?
Edward
le dio a mi hermana su primera sonrisa sincera del día. —Será difícil, pero
estoy seguro de que nos las arreglaremos.
—Le
dijiste a mamá que vendrías conmigo hoy —dije, comenzando a tener pánico—. ¡Lo
prometiste!
Rosalie
me sonrió muy condescendientemente. —Confía en mí, Bella, esto es por tu propio
bien.
—¡Pero
usé tu estúpida camiseta!
—Totalmente
linda, por cierto —dijo Brooke—. Deberías vestir de rosado más a menudo.
Fulminé
con la mirada a mi hermana. —¡Te odio!
—No
lo harás más tarde —dijo Rosalie, lo que hizo reír a Edward. Rosalie le guiñó y
luego se fue con sus amigas, dejándome atrapada en una banca con mi vecino
psicótico que todavía tenía su brazo alrededor de mí.
—Bueno
—dijo Edward después de que mi hermana se había ido hace rato y nuestros
batidos se hallaban al frente de nosotros—. Este es un placentero cambio de
planes. ¿Sabes? Tu hermana no es tan mala como solía pensar.
—Sí,
es peor. Estúpida traidora.
—Bella,
deja de ser ridícula. Hizo lo que hizo porque se preocupa por ti.
—Cierto
—comenté despectivamente.
El
comportamiento de Edward era completamente distinto ahora. Se veía mucho más
feliz y demasiado cómodo. —Rosalie sólo ve lo que tú no puedes por alguna razón
—dijo.
—¿Y qué es eso?
La
esquina de la boca de Edward se levantó en una sonrisa y se volteó, girando su
cuerpo hacia el mío en la banca. —Que es sólo cuestión de tiempo antes de que
obtenga lo que quiero.
Edward
lucía como si fuera el que se encontraba atrapado en un hechizo esta vez. Su
mirada era tan intensa que me encogí lo más lejos que la cabina me permitiría.
No era lo suficientemente lejos. Acunó mi mandíbula en sus dedos, rozando su
pulgar por mis labios.
—Quita
tus manos de mí. —Me sorprendí cuando realmente soné peligrosa porque esa
cálida sensación de hormigueo que tenía cada vez que Edward me tocaba intentaba
convencerme de que no quería realmente que se detuviera.
Edward
se retiró en el asiento con un suspiró y empujó mi batido un poco más cerca a
mí. —Deberías beber eso. Te hará sentir mejor.
—De
hecho, ir a casa me haría sentir mejor.
—¿No
intentarás siquiera pasarlo bien hoy?
—Si
siquiera intentaras actuar como una persona normal, podría.
Algo
brilló en los ojos de Edward. —¿Y qué es normal? —soltó—. ¿Romper narices de
gente y tener que ser forzada a usar ropa que de hecho se ajustan? No eres
exactamente quien para hablar, sabes.
Fui
tan tomada por sorpresa por su estallido que la única cosa que pude pensar en
hacer fue tomar un trago de malteada. Uno realmente largo.
Sabía
que Edward me observaba. Después de lo que había dicho, no podía evitar
sentirme cohibida. Me encogí envolviendo mis brazos alrededor de mí, mi
carácter completamente agotado. Estúpida Rosalie y su estúpida camiseta.
—Te
ves muy bien hoy —señaló Edward de pronto. Lo miré enfurecida, odiando que
pudiera leerme tan fácilmente. Su mirada se llenó de arrepentimiento—. Lo
siento, pierdo el control a veces.
No
dije nada, a pesar de que probablemente debería haberle pedido perdón también.
—No
peleemos —dijo Edward, intentando redimirse de nuevo.
—Lo que sea —refunfuñé
y luego hice lo único que quedaba por hacer, alcancé la canasta de papas fritas
puesta entre nosotros y hundí una muy larga en mi batido. Luego de meter la
papa en mi boca, noté que Edward me miraba con un brillo completamente
entretenido de vuelta en sus ojos.
Una
vez que llegué a la concesionaria de autos, comencé a relajarme. Compraría mi
primer auto, después de todo. Aún con Edward alrededor me sentía algo
emocionada. Además, era más fácil lidiar con Edward cuando ya no me encontraba
atrapada en una pequeña cabina con él.
—Así
que —dijo Edward mientras caminábamos a la mitad usada de la concesionaria—,
¿Tenías algo específico en mente? —Edward levantó sus cejas y abrió la puerta
del conductor de un F150—. Me pareces más del tipo de camionetas. —Intenté no
sonreír con eso y me subí detrás del manubrio. Edward se me unió en la cabina y
me observó mientras intentaba familiarizarme con la camioneta—. ¿Sabes que
tiene de bueno una camioneta? —dijo finalmente.
—Suficiente
espacio para cargar todo tu equipo cuando te vas a acampar.
—Supongo
que eso es verdad, sin embargo no sabría realmente. Nunca he ido a acampar.
—¿Nunca?
—pregunté.
—Nop.
—Edward se deslizó en la cabina hacia mí—. He ido, sin embargo, al autocinema.
—Deslizó su brazo alrededor de mis hombros con una sonrisa—. Los asientos de
banco son geniales, ¿no crees? —Tragué duro y salté fuera del auto tan rápido
que Edward se cayó—. ¿Nada de camionetas entonces? —dijo mientras golpeaba la
puerta en su cara.
Ya
miraba las ventanas de un Focus cuando Edward me alcanzó. Tomé nota
específicamente de los asientos de butaca adelante y luego me subí detrás del
manubrio. Edward se puso en el lado del pasajero.
—Este
tendría mucho mejor rendimiento del motor —dije.
—Es
algo pequeño, sin embargo. —Edward se removió incómodamente y luego deslizó su
asiento hacia atrás. Miré alrededor del auto e intenté imaginarme a los J,
todos abarrotándose dentro del pequeño auto.
—Cierto
—coincidí—. Vamos a probar ese de allá.
Edward
me siguió a un Fusion. Mientras me acomodaba detrás del manubrio, no dijo nada,
excepto—: Mucho mejor.
—Definitivamente
—coincidí, mirando sobre mi hombro—. Y hay mucho más lugar en el asiento
trasero.
Edward se giró a
mirarme con sus cejas levantadas muy arriba. —Bella —dijo, riendo—, acabas de
enloquecer con la idea de un banquillo. No creo que tengas que preocuparte por
necesitar un asiento trasero espacioso.
Cuando
entendí su significado me sonrojé. ¿Por qué todos los chicos son tan
malpensados? —No quería decir que planeara besuquearme atrás. Simplemente
pensaba en los J. Esperan por completo que lleve sus tristes traseros a la
escuela en el otoño.
—Sí,
y esperan por completo que te ocupes de ellos en el asiento trasero también.
—Cállate,
no lo hacen.
—Oh,
sí lo hacen. Son chicos. Y tú no lo eres. Es así de simple.
—Son
mis mejores amigos. Hemos crecido juntos en el mismo vecindario toda nuestra
vida. Te garantizo que ninguno de ellos está interesado en mí.
—No
que te dirían. Probablemente están asustados de terminar con su trasero en una
cuchara. Pero eso no significa que no están pensando en eso. Al menos uno de
ellos lo hace. Mi dinero va para Josh.
—¿Qué
te hace decir eso? Ni siquiera has conocido al chico.
—Sí,
pero ¿quién más pasaría tanto tiempo jugando algo tan pobre como Skateboard Pro
2000? Tengo que decírtelo, pero el tipo no está obsesionado con vencer tu
puntaje. Está esperando que te aburras y te le abalances encima.
—Primero
de todo, asqueroso. Y segundo, Skateboard Pro 2000 no es pobre.
—Me
temo que lo es, Bella. De hecho —Edward se encogió de hombros excusándose—,
toda tu colección de video juegos como que apesta. ¿Grand Theft Auto, MX vs.
ATV Racing, Madden Football? ¿Dónde está la acción? ¿El suspenso? ¿El peligro?
—Juego
Halo —dije a la defensiva.
—¿Halo?
—Rió Edward—. ¡Dame un descanso!
—¿Qué
tiene de malo Halo?
—Um,
es aburrido. Sólo corres alrededor y le disparas a cualquier cosa que se mueva.
Tu hermana probablemente podría destrozar ese juego.
—Oh
sí, ¿y cuál es tu video juego favorito?
—Assassin’s Creed.
—Assassin’s Creed
—repetí secamente. Por supuesto que lo es. No debería haber preguntado—.
Perdóname si creo que asesinar gente es perturbador.
—No
es sobre asesinar gente, es sobre el desafío. No puedes sólo ir y volar la
cabeza de todos. Obtienes puntos por el sigilo y la creatividad. Volar un
montón de alienígenas es cualquier cosa, ¿pero llevar a cabo el asesinato
perfecto? Eso es un logro.
—No.
Raro es lo que es.
—No
es tan raro —discutió Edward—. ¿De otra manera por qué habría tantas novelas de
crímenes y series de policías allá afuera? La gente está fascinada con los
homicidios.
Esta
conversación había tomado un giro hacia lo extraño realmente rápido, pero más
una conversación de lo que Edward y yo habíamos tenido alguna vez. Bueno, una
conversación que no era sobre él intentando seducirme, de todas formas. Ese es
el por qué lo alenté a continuar hablando.
—La
gente no está fascinada con los homicidios —dije, sabiendo que iba a discutir.
—Claro
que lo están. Toma a esas dos chicas de las que tus padres hablaban en la cena
por ejemplo. La media está centrada en ellas justo ahora. La ciudad está sólo
esperando que otra chica termine muerta porque no hay nada como un buen asesino
en serie para animar la conversación alrededor del dispensador de agua.
Tenía
que sacar a relucir eso. De pronto, el rostro de Heather Monroe brilló en mi
cerebro y me estremecí violentamente. —No es un asesino en serie —dije—. Y ya
que lo pienso, soy más del tipo de chica SUV.
Edward
luchó para alcanzarme después de que salté fuera del auto. Me había acelerado
tanto que no estaba siquiera segura del tipo de auto al que me había subido
después.
—¿No
crees que esas dos muertes están relacionadas? —me preguntó Edward.
—La
policía ya dijo que no.
—Entonces
mintieron.
—¿Qué
te da tanta seguridad? —No creí que quisiera saber la respuesta de Edward, pero
al mismo tiempo quería. Tenía que saber si había realmente un asesino en serie
allá afuera atrapando chicas que lucían exactamente como yo.
—Es el número de las
heridas de puñalada —dijo Edward con naturalidad—. Ambas chicas fueron
apuñaladas más de treinta veces.
De
pronto me sentí enferma. —Podría ser coincidencia.
Edward
sacudió su cabeza. —Para la mayoría de la gente que comete crímenes como ese es
sobre el placer que obtienen mientras la victima sigue viva. El homicidio es
sólo un medio para limpiar. Pero para los asesinos en serie, es sobre el
asesinato. No hay manera en que dos tipos hubieran atacado dos chicas
diferentes que suceden ser muy parecidas y apuñalarlas tan excesivamente. Si
hubieran sido homicidas regulares, los atacantes hubieran querido matar a las
chicas lo más rápido posible. Aún si los tipos no tenían idea de cómo usar un
cuchillo apropiadamente, hay demasiados lugares muy vulnerables en el cuerpo
humano como para perdérselas todas. Cinco o seis heridas de puñaladas y las
probabilidades son que las chicas hubieran muerto. ¿Por qué dos tipos diferentes
continuarían cortando a alguien que ya está muerto?
Estaba
lista para que esta conversación terminara, pero no podía decir una palabra.
Algo se había apoderado de Edward. Nunca lo había visto tan animado.
—No
sólo están definitivamente relacionados los dos homicidios —continuó—, sino que
es un juego para este tipo. La segunda chica fue apuñalada siete veces más que
la primera. Mi conjetura es que intentaba mantenerla viva el más tiempo
posible. Ver si podía superar su última muerte. Tú mira. Te apuesto que hay
otro asesinato esta noche, y el número de heridas de puñalada estará cercano o
más alto que el último.
Miré
boquiabierta a Edward, pero él sólo continuó—: También apostaría que el asesino
está molesto porque los dos homicidios no han sido conectados. Tiene que estar
orgulloso de su trabajo, esa cantidad de heridas de puñalada es realmente algo
impresionante. Apuesto que esta vez dejará algún tipo de mensaje o tarjeta
personal para que tengan una pista de que es un asesinato en serie.
Edward
se hallaba tan atrapado en su teoría que no había notado sólo cuan emocionado
se había puesto, o cuan absolutamente enloquecido sonaba. Tampoco parecía darse
cuenta de que no había dicho una palabra por minutos y estaba en el borde de
ponerme a vomitar.
Fue
traído de golpe a la realidad cuando abrí la puerta del auto. Lo escuché llamar
mi nombre pero no respondí. Cerré de un golpe la puerta y me dirigí rápidamente
a la oficina.
—Bella,
¿qué pasa? ¿A dónde estás yendo? —me preguntó Edward cuando me alcanzó. Cuando
no respondí, atrapó mi muñeca y me giró hacia él—. ¿Qué te sucede?
—¡Déjame ir!
—demandé.
—No
hasta que me digas cuál es tu problema.
—¡Tú!
—grité—. ¡Estás loco! ¡Enfermo!
Podía
ver la rabia brillando a través de los ojos de Edward de la misma manera en que
lo habían hecho en el restaurante, pero dejó ir mi brazo.
—Hay
algo seriamente mal contigo —dije—. Me voy a casa.
Avancé
como dos pasos antes de que Edward atrapara de nuevo mi muñeca. —Bella, espera.
Sonaba
más herido que enojado ahora, pero no me importaba. —Déjame ir ahora o
comenzaré a gritar. Mi mamá conoce al administrador de este lugar. ¡Te
arrestará antes de que puedas decir psicópata!
Edward me dejó ir sin
otra palabra. No miré hacia atrás, pero podía sentirlo mirándome mientras
irrumpía en la concesionaria.
2 comentarios:
Wow todo bien asta q este loco empezó con las muertes y el numero d puñaladas Bella corre déjalo lo mas lejos q puedas t digo q este Edward da miedo, gracias nos leemos
Hola. Será que él si es el asesino o sólo le gusta sacar conjeturas, aunque sabe mucho.
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