Capitulo 19
Isabella
Se suponía que Edward
recibiría hoy los resultados de la prueba de ADN. Aunque no me había pedido
específicamente que estuviera allí, quería sorprenderlo. Dijo que los
resultados estarían listos en algún momento antes del mediodía, así que me tomé
toda la mañana libre en el trabajo.
En otra muestra de
solidaridad, era hora de deshacerse del rojo. Me había teñido las puntas de mi
cabello en azul lo que Edward sabía era una señal que las cosas iban bien en mi
vida. Si realmente creía eso o no, sabía que ese gesto lo tranquilizaría con
respecto a nosotros.
Deteniéndome en
Anil's, recogí dos bagels con mantequilla y dos jugos en mi camino a Cullen
Financial Holdings. Al atravesar las puertas de cristal, ya ni siquiera me
molesté en registrarme con la recepcionista. En vez de eso, solo pasé por
delante de ella y me dirigí hacia la oficina de mi novio como si fuera la dueña
del lugar.
Podía oírla corriendo
detrás de mí.
—¿Señorita Swan?
Me di la vuelta.
—Está bien. Pensé que
Edward y yo explicamos que estábamos involucrados. Ya no necesitas anunciarme.
—No es por eso que la
he detenido —dijo la recepcionista.
—Está bien. Entonces
¿qué pasa?
—Bueno... nosotros...
algunos de los empleados de aquí solo queríamos agradecerle.
—¿Agradecerme? —mi
frente se arrugó—. ¿Por qué
—Desde que empezó a
verla, ha sido diferente. Más agradable. Más fácil de tratar. No sé si tiene
una vagina mágica o qué... pero sea lo que sea que hagas, sigue haciéndolo. Ha
hecho todas nuestras vidas mucho más fáciles.
Algunas de las
personas sentadas en cubículos cercanos, la escucharon. Uno empezó a aplaudir y
otros siguieron. Allí de pie con mi bolsa de papel grasosa, esta gente me
aplaudía.
¿Se suponía que me
inclinara?
Edward debió haber
escuchado la conmoción porque la puerta de su oficina se abrió.
—¿Qué demonios
está...? —El ceño fruncido en su rostro se suavizó cuando me vio—. Isabella.
—Sonrió—. ¿Me perdí de algo aquí? ¿Por qué están aplaudiendo?
Miré a los empleados
y guiñé un ojo.
—Solo les contaba un
chiste.
—Ya veo. Bueno, ¿por
qué no mueves tu espectáculo de una sola mujer a mi oficina entonces?
La puerta se cerró
detrás de nosotros, y Edward me apoyó contra ella, plantando un firme beso en
mis labios y luego dijo:
—Todos están locos
por ti... igual que yo. Esta fue una malditamente agradable sorpresa.
—No quería que
pasaras por esto solo.
Puso su frente en la
mía.
—Sabes... realmente
te quería aquí. Pero al mismo tiempo, no estaba seguro si te haría sentir
incómoda. No quería presionarte, pero me alegra que hayas venido.
—Bueno, tengo la
sensación de que voy a tener que practicar lidiar con la incomodidad.
Tomó mis mejillas.
—Vayamos un día a la
vez. ¿Puedes hacer eso por mí?
Asintiendo contra sus
manos, dije:
—Lo intentaré.
Nos sentamos juntos a
comer nuestros bagels durante la siguiente media hora. Edward tenía sus pies
sobre el escritorio y lucía más relajado de lo que esperaba. A través de las
ventanas de su oficina, el sol brillaba, reflejándose en sus ojos que brillaban
mientras me miraba comer. Parecía estar muy bien considerándolo todo.
—Luces bien. ¿No
tienes miedo de recibir la llamada?
—¿Sabes qué?
Sinceramente me sentía mal de mi estómago hasta que llegaste aquí. Sabiendo que
estás aquí para mí, sin importa lo que pase, verdaderamente hace toda la
diferencia.
—Me alegro de haber
podido mejorarlo todo.
—Mejoras todo en mi
vida, nena. Todo.
Atravesó el
escritorio y tomó mi mano, colocando suavemente un beso en mis nudillos. El
sonido de su intercomunicador interrumpió nuestro momento.
—¿Señor Cullen? La
señorita Denali está aquí. No tenía una cita, pero insiste que le deje saber
que está aquí de todos modos. Dice que usted sabrá de qué se trata.
Mi estómago se sintió
inquieto mientras retiraba mi mano de la suya.
—¿Tanya está aquí?
Cerró sus ojos y
frotó sus sienes con frustración.
—Joder. Le dije que
no quería que viniera para los resultados. Debería haber sabido que no me
escucharía.
—Bueno, no puedes
echarla de aquí.
—Seguro que puedo.
—Créeme, me
encantaría que la echaras ahora mismo, pero ¿cómo va a hacer las cosas más
fáciles si descubres que Chloe es tuya? Vas a tener que lidiar con ella, te
guste o no. Cuanto antes aprendas cómo, mejor.
Profundo en sus
pensamientos, asintió después de un momento.
—Tienes razón.
—Presionando el botón, dijo—: Déjala pasar.
Nuestro relajante
desayuno oficialmente se había terminado.
Tiré nuestras
envolturas de la comida para distraerme de los nervios se arrastran dentro de
mí.
La puerta se abrió y Tanya
entró en la oficina, cerrando silenciosamente la puerta tras ella. Estaba
vestida de manera conservadora, llevaba una falda lápiz gris y una blusa de
color crema, sin mangas, que mostraba sus torneados brazos. Su olor era
familiar, Chanel No. 5. Me di cuenta que estaba constituida al estilo de la
anfitriona de la televisión, Kelly Ropa, pequeña y esbelta. En realidad, se
parecía un poco a ella.
Edward ni siquiera la
miró. Se quedó en silencio, jugueteando con su reloj, un hábito nervioso que
hasta ahora, casi pensé que había superado por completo.
Tanya hizo contacto
visual conmigo primero.
—Isabel, no me di
cuenta que estarías aquí.
—Es Isabella. Y, sí,
estoy aquí para apoyar a Edward cuando lleguen los resultados.
Se sentó.
—Así que... lo sabes
todo.
—Sí. Él y yo no
guardamos nada el uno del otro.
—Bueno, es amable de
tu parte estar aquí para él.
Edward finalmente
habló con ella.
—Creí que habíamos
discutido el hecho que prefería que no vinieras aquí hoy.
—Tengo que estar
aquí, Edward. Estoy segura de que le has dado a Isela una idea de lo mala
persona que soy, pero también estoy aquí hoy para ayudarte.
El tono de Edward fue severo.
—Es Isabella. No
Isabel. Ni Isela. Isa-BE-lla. ¿Qué tan difícil es?
—Isabella... Isabella...
lo siento... estoy un poco nerviosa, ¿de acuerdo?
No he venido aquí
para causar problemas. Solo trato ser de apoyo también.
Me doy cuenta de que
toda esta situación es culpa mía. No estoy negando eso, pero no puedo cambiar
el pasado. Solo intento hacer bien las cosas. Si tengo que pasar el resto de mi
vida compensándolo, lo haré. —Parecía como si estuviera a punto de llorar. O
estaba realmente alterada, o merecía un
Oscar. Edward
permaneció inafectado por su pequeño colapso.
Pasaron varios
minutos de incómodo silencio mientras Edward pasó de juguetear con su reloj a
girar los extremos de una pluma entre sus dos dedos índice.
Lo arrojó a través de
la habitación y gruñó:
—¿Qué demonios les
está llevando tanto tiempo?
Tanya se esforzaba
por aliviar el estado de ánimo y miró a mis pies.
—Me gustan tus
zapatos. ¿Qué marca son?
—Michael Kors. No son
Louboutins, ni nada, pero me gustan. Son cómodos para ser plataformas.
Ella sonrió.
—También me gustan.
Edward rodó su silla
hacia atrás y se levantó. Empezó a caminar y parecía estar perdiendo su calma,
así que traté de tranquilizarlo.
—Dijeron antes del
mediodía, ¿cierto? Bueno, todavía hay un poco de tiempo.
Sacó su teléfono.
—Voy a llamar al
laboratorio. —Lo puso en el altavoz.
Una mujer respondió:
—¿Laboratorios
Culver?
—Sí. Soy Edward Cullen.
Se suponía que recibiera una llamada antes del mediodía de hoy con los
resultados de una prueba de paternidad que su laboratorio realizó para mí esta
semana. Estamos a tres minutos del límite. Quisiera mis resultados ahora, por
favor. Arnold Schwartz indicó que él todo
personalmente para asegurarse que estos resultados estuvieran listos esta
mañana. Tengo un número de referencia especial que me dio por si lo necesita.
—Sí, señor. Eso sería
útil.
Mientras Edward le
daba la información, dije una oración silenciosa para que, por algún milagro, resultara
que no era el padre. No estaba segura de si eso me hacía una mala persona o
qué. Hasta que llegara esos resultados,
todavía había esperanza en lo que a mí respectaba. ¿Y si hubiera un
tercer hombre del que no supiéramos... uno que fuera más oscuro como Edward,
que tal vez se parecía a él? Cualquier cosa era posible, ¿cierto? El
chasquido de un teclado podía ser oído en el fondo mientras la mujer recuperaba
la información.
—Voy a ponerlo en
espera, señor Cullen. Parece que los resultados están listos, pero cuando le
indicaron que alguien lo llamaría para entregárselo, al parecer se basaron en
la hora del Pacífico. Pero aquí en el sistema se muestra que la prueba ha sido
completada. Solo necesito ver si tenemos personal autorizado disponible para darle
esos resultados.
Él susurró en voz
baja.
—Jesucristo.
Estas personas en la
costa oeste no tenían idea de cuánto dependía de esto. Si lo hicieran,
seguramente se apresurarían.
Tanya exhaló y me
miró.
—Esto es muy destroza
nervios.
No sabía por qué
estaba haciendo un intento de hablar conmigo. En cualquier caso, estaba
demasiado histérica como para responder. Volví mi atención hacia Edward. La
actitud relajada de más temprano era como un recuerdo lejano. Lucía tan
preocupado. Creo que una parte de él quería que Chloe fuera suya, mientras que
otra parte estaba aterrorizada por el escenario opuesto, donde una niña que
había imaginado como suya se quedaría sin padre.
Mis entrañas se
sentían como si estuvieran retorciéndose, y me pregunté si esto era lo que
sucedía cuando verdaderamente amabas a alguien, que físicamente podía sentir el
miedo de esa persona. Su miedo era mío. Su dolor era mío. Su vida ahora estaba
fusionada con la mía. No le había dicho que lo amaba, pero mientras estaba ahí
sentada sintiendo que todo mi futuro dependía de los próximos minutos, llegué a
la conclusión que esto tenía que ser real.
Amaba a Edward J. Cullen. El Sr. Gran
Imbécil. Arrogante Trajeado.
Célibe en Manhattan.
Cincuenta sombras de Cullen. Los amaba a todos.
Amaba que apreciaba
todas mis idiosincrasias. Amaba que me protegiera.
Amaba que me hiciera
sentir por primera vez en mi vida como si yo fuera la persona más importante
para alguien, para él. La cosa era, dependiendo de estos resultados, ya no
sería lo más importante. Su hija siempre sería y debería ser lo primero.
Así era como se suponía que debía ser. Eso era lo que
Cherlie Swan nunca entendió.
Cherlie Swan nunca entendió.
La voz de un hombre
llegó desde el altavoz.
—¿Señor Cullen?
Gracias por esperar, mi nombre es Brad. Soy uno de los gerentes del
laboratorio. Me disculpo por el retraso. Tengo sus resultados.
Edward tragó saliva.
—Está bien…
—Hay, al menos, un
99.9 por ciento de probabilidad que usted sea compatible. Estos resultados son
concluyentes para demostrar la paternidad.
Llevo su mano hacia
su boca y soltó una larga y lenta exhalación en su mano.
El hombre continuó:
—Hoy vamos a enviar
por Fedex la copia impresa de sus resultados del laboratorio. Debería
recibirlos mañana. Una vez más, me disculpo por el retraso.
Tanya se cubrió la
cara y empezó a llorar.
—Gracias —dijo Edward
simplemente. Colgó el teléfono y me miró directamente a los ojos.
Tratando de
mantenerme compuesta, solo seguí asintiendo con mi cabeza una y otra vez en un
intento de convencerlo a él y a mí misma que las cosas iban a estar bien.
—Está bien —dije
vocalizando.
En el fondo, estaba
lejos de estar segura de eso. Sabía que lo amaba. Eso era todo lo que sabía.
Solo esperaba que fuera suficiente.
2 comentarios:
😖 es el papá q ridícula la tanya q llora es tan estúpida, gracias
Ayy q mala noticia,pues si resulto q Edward es el padre d Chloe.😯😢
Publicar un comentario