Capitulo
15
Lo que se dijo en la cama
Isabella
Me desperté, y la
primera cosa que noté fue cuán suave era la cama. Pasé mi mano por las sábanas
de satén azul y los recuerdos inundaron mi mente. Todavía podía sentir su piel
en las yemas de mis dedos. Sentándome y envolviéndome la sábana, escuché correr
la ducha. El reloj a mi lado marcaba solo la una de la mañana.
Puedo fugarme ahora…
o puedo unirme.
Mi corazón se aceleró. Sabía mi respuesta y dejé ir la sábana.
No estaba segura por
qué estaba así. Como pasé un tiempo sin sexo, es como si hubiese olvidado lo
genial que era, y luego lo tuve de nuevo y fue todo lo que quería… como un
chico que comía un dulce por primera vez. El extraño hecho era que en toda mi
vida sólo había tenido sexo con otro hombre, Peter. Él había sido mi primero, y
había pensado que estaba bien. No había tenido con quien compararlo, pero
Edward… ahora entiendo por qué mi cuarto había temblado como lo hizo.
Todo el baño de
mármol estaba cubierto de vapor, y aun así podía ver el modo que el agua bajó
por cada músculo tonificado y por sus piernas, y cómo tenía hoyuelos lindos
sobre su trasero blanco.
―Edward ―susurré,
sólo lo suficiente alto para que me escuche.
Se volteó, limpiando
el agua de sus ojos azules verdosos y retirando su cabello negro hacia atrás.
Sus ojos vagaron por mi cuerpo desnudo, tomándolo todo hasta el final, abriendo
la puerta, me ofreció una mano, usando su cuerpo para protegerme del agua
caliente hasta que me acostumbrara. Me sostuvo, sus manos descansando en mi
trasero.
―¿Te acabas de
despertar? ―preguntó.
Asentí, pasando mis
manos por su estómago.
―Pensé en irme antes que
salieras.
―Tomaste una mejor opción ―contestó, una de sus manos
subiendo a mi mejilla.
Me incliné ante el toque.
―Hemos cruzado un puente, y no hay vuelta atrás. No quiero.
Quiero que lo que pasó anoche se repita.
―¿Qué parte? ―Besé su pecho―. ¿La parte donde me hiciste
venir con tus dedos y lengua? O la parte donde te monté… no, tuvo que ser la
parte cuando me tumbaste y me follaste como una puta en tu sofá. ―Besé su
barbilla―. Cualquiera que sea la parte, estoy más que feliz de hacerlo otra
vez.
Me presionó contra la pared, sus manos a cada lado de mi
rostro.
―Sigue hablando así, Isabella, y no serás capaz de salir de
esta ducha, o de mi apartamento, en realidad.
Sonreí.
―¿Lo prometes?
Sus labios se estrellaron sobre los míos, su mano entre mis
piernas, y mientras yo gemía se apartó lentamente, su mano jamás dejó de
moverse… tampoco se lo permitiría. Me aferré a él, moviéndome justo sobre su
palma mientras él me observaba.
―Eres pecaminosamente hermosa, señora Swan ―susurró.
Con mi mano libre, lo agarré, disfrutando cómo palpitó en mi
mano.
Sosteniéndose en la pared y a mí, Edward sonrió mientras
cerraba sus ojos, sus labios separados cuando acaricié su longitud.
Dejó la pared, agarrando mi mano, sus ojos fijos y enfocados
mientras me miraba.
―Me tienes en la palma de tu mano, Isabella.
Gemí, sintiendo otro dedo deslizarse dentro de mí.
―Y no puedo tener esto.
―Haz lo que quieras ―le dije.
Se alejó de mí, levantando su mano a mis labios y, como sabía
lo que quería, lo lamí suavemente. Agarrando mi cintura, me hizo girar.
Me recosté contra los azulejos mojados, sintiéndolo
presionado contra mi trasero.
Besó el agua de la parte de
atrás de mi hombro donde mordió suavemente.
Inclinando mi cuello, le di la bienvenida a cada uno de sus
besos y mordidas de amor, restregándome contra su longitud.
Mordió la cima de mi oreja.
―¿Tienes un don con las palabras, Isabella, Te ha dicho
alguien eso?
―No. ―Mis párpados se sintieron pesados y cuando él agarró
mis pechos, no podía sino cerrar mis ojos y simplemente ceder―. Edward.
―Dios, quiero follarte tan duro que tus rodillas se debiliten
justo aquí, ahora mismo ―susurró en mi oreja, apretando mis pechos.
―Edward…
―¿Puedes sentir lo duro que estoy por ti? ¿Solo por ti? ―Para
probar su punto, agarró mi mano y me hizo tocarlo―. Ese es el porqué eres la
mujer más sexy que jamás he conocido.
Él me está torturando con las palabras.
―Edward, por favor ―dije cuando dejó ir mi mano.
―¿Por favor qué? ―Colocó una mano en mis pechos, la otra
moviéndose entre mis piernas―. ¿Por favor tómame? No, eso no es lo que dijiste
anoche. Follarte, ¿verdad? Follarte hasta que grites sólo mi nombre.
―No estás jugando limpio. ―Muerdo mi propio dedo cuando me
masajeó lentamente.
―¿Por qué jugaría limpio cuando puedo sentir lo mojada que
estás, lo mucho que disfrutas esto así?
Tiene razón. Maldición.
―Edward, necesito…
―¿Qué necesitas? ¿Mi cabeza entre tus piernas? Tenías muy
buen sabor en mi lengua. ―Mordió mi oreja de nuevo, su mano moviéndose más
rápido.
Entre eso y sus palabras, tenía que apretar mis piernas.
―Eso no te ayudará, nena. Te siento. Suplica, quiero oírte
suplicarme que te folle de la forma que necesitas… de la manera que lo mereces.
―Edward, por favor. Haré cualquier cosa, por favor, fóllame
―le supliqué, casi gritando―. ¡Fóllame duro!
―Como quieras ―dijo, agarrando mi culo mientras él, en una
estocada poderosa, entró en mí.
Abrí mi boca por el placer,
y me apoyé contra la pared frente a mí.
―¡Oh Dios! ―Mi voz temblaba por cada golpe, más profundo y
duro dentro de mí.
―Me gusta la forma que suenas cuando te follo así, Isabella.
¿Puedes oírte? ―Besó mi hombro. Apenas podía escuchar cualquier cosa, porque
mis oídos estaban zumbando―. Dios, y pensé que anoche estabas apretada ―gimió
detrás de mí y me dio una palmada en el culo, pellizcando mi pezón.
―¡Sí! ¡Edward! Más, por favor ―supliqué.
―Como desees. ―Me dio palmadas una y otra vez mientras se
movía más profundamente dentro.
―¡Edward! ―grité mientras me vine. Ya no podía resistirlo.
Agarrando mis caderas, aumentó el ritmo.
―¡Bella… Isabella! ―gritó cuando se corrió, aún manteniéndome
frente a él, el agua de la ducha volviéndose fría contra nuestra piel caliente.
―Casi me llamaste Bella ―me las arreglo para decir.
Besó mi espalda.
―Eres mi Isabella; Bella para los demás.
Podía vivir con eso.
Se movió, y me di cuenta que solo él me había estado
sosteniendo. Mis piernas cedieron.
―¡Isabella! ―me llamó, cerrando la ducha.
Me reí tratando de cubrir mi boca.
―De verdad me follaste hasta que mis rodillas se debilitaron.
Eres asombroso.
Se rió disimuladamente, extendiendo la mano para agarrar dos
toallas, una para mi cabello y otra para envolverla en mi cuerpo cuando me
levanté otra vez. Solo cuando fui levantada con cuidado agarró una para sí
mismo, atándola alrededor de su cintura.
―Estaba viendo eso ―dije.
Se rió.
―Cuidado, señora Swan, o nunca dejaremos este baño. ―Me dio
su mano, ayudándome a salir de la ducha y llevarme a la habitación.
―¿Mi ropa todavía está en la sala?
―Ahí. ―Señaló al vestidor de
su closet. Había doblado todo amablemente―. Pero tu camisa está más allá de ser
arreglada. Ten esto.
―Gracias. ―Agarré su camisa―. Regresaré y te la traeré…
―No te vayas todavía ―dijo.
―¿Qué?
―Son apenas las dos de la mañana. Quédate, duerme aquí por
ahora. Puedo hacer el desayuno cuando despertemos por la mañana.
Por alguna razón, no estaba segura.
―No quiero ser esa chica que nunca se va, Edward…
―Soy el que te está pidiendo que te quedes. Créeme, si
necesito espacio, te dejaré saber. Pero nuestra relación es más que sexo. O al
menos, ese era mi plan antes de anoche ―confesó, frotando su nuca―. ¿Recuerdas
que te dije sobre Charlotte y Peter?
―Dijimos mucho sobre ellos. Vas a tener que refrescar mi
memoria. ―Me quité la toalla y me puse su camiseta.
Acercándose, ayudó a cepillar unos cuantos mechones de mi
cabello, que comenzaban a rizarse por el agua.
―Dije que cualquier pareja con órganos funcionando puede
tener una buena follada, pero una relación basada solo en sexo no durará. Tuve
razón. No lo hicieron. No quiero ser como ellos.
―Iba a decírtelo durante la cena, antes que todo esto pasara
anoche. ―Alcé la mirada a él―. Quizá no te diste cuenta, pero soy un poco rara.
Tengo un montón de conversaciones con mi perro, y de verdad a veces creo que él
es un genio en secreto. Hago caras extrañas porque tengo una conversación en mi
cabeza. Me convierto en esta súper cortés mujer cuando estoy rodeada de
adultos, incluso cuando soy una. Todavía estoy un poco harta de mi ex y
preocupada que me venga abajo por esto porque apesto en las relaciones. Como
dijiste, ronco… aunque nunca admitiré que babeo. Hay veces donde odio
arreglarme y sólo quiero comer helado y ver Netflix hasta el amanecer. Porque
me gustas, miento, y digo cosas locas como que corro diez kilómetros todas las
mañanas, cuando en realidad pienso que el hecho que lo hagas todos los días es
loco. Ah sí, y yo paseo… al parecer.
―Así que lo que estás diciendo es, que no eres perfecta y
problemática ―dijo despacio.
Asentí.
―Te volveré loco, el porqué quise advertirte anoche, antes
que fuéramos más lejos.
Se rió y besó mi frente.
―Tal vez lo olvidaste, pero lo supe desde el principio. Eso
no va a dejar que me sigas gustando. ¿Alguna otra advertencia?
―Por la mañana, mi cabello se verá como un caniche francés.
No te preocupes, lo arreglaré. Es el precio que hay que pagar por tener sexo en
la ducha.
Él simplemente negó.
―¿Quieres comer algo antes de ir a la cama? Lo traeré.
―Cualquier cosa está bien ―le dije, cayendo en su cama…
estaba tan soñolienta.
Edward
Puedo decir sin miedo que es la chica más única con la que
alguna vez había estado en toda mi vida. Su lista de defectos… creí cada uno de
ellos, y ni siquiera me preocupé. Ella me hizo feliz. Al lado de ella, debido a
ella, sonreí y reí más de lo que lo hice en otro tiempo. Incluso al principio,
me gustaba sólo conversar con ella. Ahora que esté divagando y tartamudeando
simplemente parece ser parte de su encanto. Agarrando la bandeja, regresé para
encontrarla bajo mis sábanas, dichosa con los ojos cerrados.
―Eso huele bien ―susurró, sentándose en el medio de la cama.
―Ten. ―Le pasé el vaso con jugo de naranja, que agarró
felizmente, antes de colocar la bandeja de sándwiches entre nosotros―. ¿Pavo o
jamón?
―¿Realmente tengo que escoger? ―Hizo un mohín.
―Ambos funcionan. ―Había hecho suficientes.
Sonriendo con satisfacción, agarró el de pavo primero.
―Gracias.
―Sabes… ―Agarré un emparedado para mí―, tampoco soy perfecto,
¿correcto? Estoy controlando mis nervios en torturar internos jóvenes, y sólo
tengo un amigo, con quien me comporto como un idiota también.
―Si te encontrara perfecto, me sentiría incómoda ―contestó
ella, lamiendo la mayonesa de su labio.
Traté de no centrarme en eso.
―Además, después de anoche, tengo una mejor compresión de qué
tipo de persona eres.
―¿Y qué tipo de persona soy?
―Una roca ―contestó.
La miré, completamente confundido.
―Mi padre siempre clasifica a las personas en términos de
naturaleza. Las personas que son rocas, como tú, son siempre la base de la
gente. Ayudando a la gente, cuidándola, sin importar el costo. No te das
cuenta, pero cuando Jasper dijo que deseaba devolverte todo por siempre estar
allí para él, lo vi. Estás dispuesto sacrificar todo por las personas que te
importan.
―¿No todos son así? ―Di otro bocado.
―Sí, pero no todos planifican su vida acorde a su hermano y
madre, a qué escuela van, a qué carrera comienzan. No todos llaman al profesor
de su hermano sólo para comprobar cómo lo está haciendo. Lo haces porque los
amas demasiado que preocuparte por ti mismo te hace sentir egoísta. Incluso
cuando nos encontramos por primera vez en el hospital, me equivoqué; no me
estabas diciendo que me fuera porque mi presencia te molestaba, tú realmente
estabas preocupado que Jasper siguiera culpándose. Eres la roca de tu familia.
No es una cosa mala, es asombroso ―dijo, comiendo mientras me miraba con
cuidado.
No estaba seguro de cómo sentirme con su lectura de mí tan
fácilmente.
―¿Cómo te llama tu padre?
Se rió.
―Soy la lluvia porque, como él diría, soy vital para su vida.
El mundo sería espantoso si no lloviera nunca. Mi madre dice eso porque puedo
ser una lluvia de verano o un huracán. Y mi hermano… mi hermano solía decir que
lo era porque era una maravilla. No importa cuántas veces veas la lluvia, si
sólo te sientas y miras, es maravilloso. Como ves, todos eran parciales.
No pensaba eso, pero no dije nada de todos modos.
―Y lo que te dije de mi hermano. ―Mordió su labio, mirándome
de nuevo―. ¿Te importaría nunca hablar de eso con alguien? Además de ti y Vicky,
eres la única persona fuera de mi familia que lo sabe.
―¿Nunca le dijiste a alguien más? ―Quería que dijera que
nunca se lo dijo a él.
Asintió.
―No es algo que saques en una conversación casual.
―No diré una palabra. Gracias por contarme. Todavía no estoy
al cien por ciento bien, pero voy a intentar lo mejor para apoyar a Jasper.
Supongo que parte de mí está molesta por no poder ayudarlo en ningún modo. Tiene que
hacerlo solo, y tengo que dejarlo. Es una primera vez para mí.
―Lo está haciendo bien ―dijo, agarrando su teléfono de la
mesita de noche―. Ya tiene muchos seguidores en las redes sociales, y su
canción estaba en los primero cien de iTunes.
―¿Qué? ―Agarré su teléfono, y efectivamente, ahí estaba Jasper
en la tarima de algún concierto―. ¿Cuándo hizo todo esto?
―No lo sé. Recuerdo que Peter dijo algo de su carrera musical
una vez, pero nunca lo seguí de cerca. Lo googleé después que se fue; como
puedes ver, soy un poco curiosa.
―No sabía que ya hacía esto ―dije, más para mí mismo, mirando
de arriba abajo todos los mensajes que tenía de admiradores, gente que él aún
no conocía lo apoyaba más que yo lo hice. Suspirando, le regresé su teléfono,
recostándome en mis almohadas.
Ella agarró la bandeja de la cama y la puso en la mesita de
noche. Pasando su brazo alrededor de mí, descansó su cabeza en mi pecho.
―Solo quería asegurarme que él estaba bien. Cuando nuestro
padre murió, Jasper era muy pequeño. Me sentí mal porque yo tenía todos estos
recuerdos, y él no, entonces siempre trataba de hacer lo que mi padre hizo por
mí; dar un buen ejemplo, asegurarme que hacía todo lo que se suponía hiciera,
yendo a todos sus juegos. No me di cuenta que lo estaba sofocando. ―Dolía solo
de pensarlo.
―No lo hacías ―dijo suavemente mientras mis manos la
acariciaban―. Estoy segura que él está feliz de tener todos esos recuerdos, y
además de ti esperando que sea un doctor, él no cambiaría nada.
―Sabía que le gustaba la música, pero nunca pensé que podría
ser su carrera. Es sólo…
―Su vida ahora depende de si realmente a la gente le gusta lo
que hace. ―Levantó la mirada―. Esa es la diferencia entre tu carrera y la
nuestra. La tuya es sobre la educación y el entrenamiento. En muchas maneras,
estás en tus propias manos. Pero, como dijiste, para nosotros, todo se trata de
si somos o no populares. Podemos ir a la escuela y entrenarnos también, pero
si, al final del día, nadie compra nada… Al principio me asustó, pero cuando
realmente se hace, y entregas una pintura a alguien, y él la mira como si
creaste un milagro… vale la pena el riesgo.
Hubo un silencio entre
nosotros durante un rato y recordé su pintura. Cómo era un milagro. No había
ninguna foto familiar de nosotros juntos, y con sus manos, lo había creado
sola.
Una sonrisa se expandió por mi rostro cuando escuche su suave
ronquido.
Colocándola sobre su espalda, cambió entonces sobre su lado,
enfrentándome.
Detrás de ella, vi la hora y me di cuenta que habíamos hablado
por otra hora. Era tan fácil escucharla y hablar con ella.
―¿Qué me estás haciendo, Isabella?
―Besé su cabeza, sintiéndome a la deriva. Estaba bastante seguro que iba a
soñar con ella; estaba tomando lentamente una gran parte de mi vida.
2 comentarios:
Es bueno ver q los se estan abriendo cada vez mas sobre sus sentimientos.😊
Es tan lindo ver q se entienden hablan se dicen todo como si se conocieran d años tan hermosos , Gracias 😘❤
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