Capitulo 8
Edward
A
la mañana siguiente, me sorprende ver que soy el primero en levantarse. Isabella
normalmente está moviéndose de un lado a otro, bañándose o trabajando en su
computadora antes de bajar, pero la casa parece estar vacía. Abro la puerta
principal y veo que el auto de Jacob tampoco está en el camino de entrada.
Es
domingo por la mañana. No estaría despierto todavía. ¿No volvieron a casa
entonces?
Me
ocupo de ms asuntos, siguiendo con mi mañana, pero cuando son las diez quiero
continuar con el baño principal, arrancar la vieja bañera y levantar las
baldosas del piso, pero haré mucho ruido. Toco la puerta de Isabella y Jacob
para asegurarme que no estén allí.
Nadie
responde, y abro la puerta para ver la cama aún hecha y el dormitorio vacío.
Supongo que anoche debieron haberse quedado en casa de un amigo. Cierro de
nuevo y me pongo a trabajar.
—Hola
—dice Jacob mientras entra en la cocina una hora después.
Cierro
el refrigerador, agarrando un refresco, y me vuelvo hacia él mientras arroja
sus llaves sobre el mostrador. Se ve demacrado, con el cabello enmarañado y los
ojos enrojecidos.
—Hola.
—Hago un gesto hacia el gabinete a la izquierda—. La aspirina está ahí. Busca
un poco de agua y dúchate. Puedes ayudarme con el baño.
Asiente,
pero parece que está a dos segundos de vomitar. Su piel es de un color verde, y
realmente siento pena por él. No extraño ese sentimiento.
—Estás
bebiendo mucho —le digo.
Me
ignora, arrastrando los pies hasta el armario y toma una aspirina.
Lo
presiono.
—Estás
bebiendo demasiado.
Todavía
no dice nada, pero su mandíbula se tensa, indicando que me escuchó.
Desearía que me hablara.
Incluso que peleara conmigo, porque es mejor que nada. Quiero escuchar sobre su
trabajo y su vida. Sobre el amigo que perdió. No debería haber aprendido algo
así por Isabella.
Debí
haber insistido más cuando comenzó a dejarme fuera. Mucho más.
Pero
sé a quién debo culpar realmente por la brecha que hay entre nosotros.
—Fui
bueno con tu madre —le digo.
Resopla,
tomando otro gran sorbo de agua y todavía sin mirarme.
Él
le creerá. Aún no está listo para escucharme. Pero igualmente lo voy a decir.
—Trabajé
duro, los apoyé a ambos y fui fiel. —Me levanto del asiento y lo miro—. Puedes
hacerme preguntas. No voy a mentir.
Pero
solo sacude la cabeza, termina el vaso y lo baja.
—Tengo
que darme una ducha.
Se
da vuelta para alejarse, pero no he terminado todavía.
—¿Alguna
vez no hice algo que me pediste que hiciera? —le pregunto.
Se
detiene pero no se vuelve.
Cada
vez que necesitaba dinero, se lo daba. Cada vez que necesitaba un aventón, yo
estaba allí. Cada vez que quería ir a algún lado, ver algo, tomar una clase de
karate o simplemente estar conmigo, siempre estuve allí para él. El dolor se
extiende por mi pecho mientras le miro la espalda.
Era
un buen padre. Cuando me quería cerca.
—¿Alguna
vez me descubriste una mentira? —continúo.
Una
mentira que ella no le enseñó a creer, ¿verdad?
Me
mira por encima de su hombro, y puedo ver la lucha en sus ojos. Quiere estar
enojado con algo o con alguien, y fui ese objetivo durante mucho tiempo, pero
ahora no está seguro del por qué. Tiene que empezar a ver quién es su madre y
qué le hace a la gente. Tiene que dejar de permitir que ella se lo haga.
—Estoy
aquí —digo—. ¿Está bien?
Lo
escucho respirar, su pecho subiendo y bajando y finalmente asiente, todavía
parece vacilante, pero es algo.
Luego
se da vuelta y sale de la habitación, hacia las escaleras, pero de repente miro
hacia la puerta principal, y algo se me ocurre.
—¿Dónde
está Isabella? —grito, caminando hacia la sala de estar.
Está
a mitad de camino por la escalera, pero vuelve a mirarme y niega, todavía sin
hablar.
—¿No la recogiste del
trabajo anoche? —pregunto—. ¿No estaban juntos?
—No.
—Bosteza y se pasa la mano por el cabello—. Había bebido demasiado, así que
envié a uno de mis amigos para que la recogiera y la trajera a casa.
Probablemente salió a trotar y no te diste cuenta.
Me
quedo allí, tratando de reconstruir mi conversación con ella la última noche
mientras Jacob se dirige escaleras arriba.
Así
que, cuando hablé con ella anoche, no estaba con Jacob. No estaba con él en
absoluto.
Y
no ha estado en casa. Su cama todavía está hecha.
Jacob
se dirige al piso de arriba, y grito detrás de él, recordando.
—¡Usa
mi baño!
Trabajaré
un poco más en el suyo y el baño principal tiene la única otra ducha en la
casa.
Regreso
a la cocina, todavía pensando.
¿Por
qué ella mentiría sobre eso? Si se quedó con un amigo, su hermana, lo que
sea... está bien. Pero me dejó creer que ella y Jacob estaban juntos, que es la
razón por la que llamé, para asegurarme que los dos estuvieran bien.
Envié
a uno de mis amigos para que la recogiera y la trajera a casa.
Sí,
tu amigo no la trajo a casa. Podría haberme preocupado, pero mintió por una
razón.
Y
a pesar de lo mucho que me gusta Isabella, no puedo evitar los viejos
sentimientos cerniéndose en mi interior, que hace mucho no siento. No me gusta
que me mientan.
Especialmente
las mujeres.
Una hora después, entro en
Grounders y ya veo la multitud del almuerzo llenando las mesas y el bar. Un par
de camareros vestidos con sus jeans, camisas ajustadas y pequeños mandiles
llevan platos a los motociclistas que se detienen para descansar durante sus
carreras del domingo y los cazadores que vienen de sus excursiones matutinas.
El bar está lleno de veteranos que parecen haber dormido vestidos la noche
anterior, y las luces fluorescentes hacen que todo se vea sucio a pesar del
olor a Pine-Sol escociéndome la nariz.
Las
suelas de mis botas de trabajo se pegan al suelo con cada paso que doy por la
habitación. Nunca he entendido el atractivo de este lugar o por qué ha durado
tanto.
Veo
a Isabella en el otro extremo de la barra, su puño cubierto con una toalla
blanca y enterrado en un vaso mientras lo seca. No estaba seguro de que
estuviera aquí, pero cuando no está en la casa, es aquí donde está.
Todavía
lleva la misma ropa de anoche cuando la vi salir, y un bostezo se extiende por
su rostro. Su cabello está atado en una Coleta alta, y sus labios rosados con
un toque de lápiz labial.
Estaba
bonita ayer. Esta mañana, mi sospecha está desdibujando todo. De repente, tengo
veinte años nuevamente y estoy preguntándome dónde estuvo la madre de Jacob
toda la noche.
Pero
Isabella no es así. Es una buena chica.
Simplemente,
no tiene sentido que haya dicho que estaba con Jacob cuando no era así.
A
menos que estuviera metida en algo que no debería.
No
quiero que Jacob pase por eso con Isabella. No como lo hice con su madre. ¿Qué
pasa si la deja embarazada y se queda atascado, tratando con una persona así?
No quiero que se quede solo para siempre, porque cree que no es suficiente para
ella.
Me
obligo a calmar mi respiración. Estoy sacando conclusiones. Relájate.
Ella
me ve acercándome, y sus ojos se iluminan un poco. Abre la boca para decir
algo, pero hablo primero.
—¿Estás
bien? —pregunto—. ¿Tuviste una buena noche?
Ladea
la cabeza, titubeando un poco.
—Um,
sí, supongo.
Así
que, nada malo pasó entonces. Está en una sola pieza y parece feliz.
—¿Tú
y Jacob se divirtieron? —presiono, y mi pulso comienza a acelerarse.
Deja
caer su cabeza evitando mis ojos mientras coloca el vaso debajo de la barra.
—Sí.
—Asiente.
Y tenso mi mandíbula, mi
temperamento se eleva. Acaba de mentir otra vez.
—Sí,
Jacob cree que nunca te recogió. —Pongo mis manos en la barra y me apoyo—. Dice
que uno de sus amigos te recogió, pero no te vio el resto de la noche, y no
regresaste a casa.
Me
mira, sonrojándose.
—Um...
Sí, es... yo... yo estaba...
Tartamudea,
nerviosa, y me quedo allí esperando la explicación simple y fácil que sé que
vendrá, pero...
No
es así.
Abre
la boca para decir algo otra vez, pero luego la cierra, hay una ligera mueca de
dolor en sus ojos como si supiera que ha sido atrapada.
Controlo
mi tono, tratando de sonar tranquilo.
—¿Dónde
estuviste toda la noche, Isabella?
Mira
a todas partes menos en mí, sus hombros se tensan, y su respiración se vuelve
más pesada. Puede responder la pregunta. Simplemente no quiere.
—¿Isabella?
—¿Jacob
está en casa ahora? —pregunta.
—Sí.
—Entonces
ambos estamos bien. El resto no es asunto tuyo —afirma.
Estrecho
mi mirada hacia ella.
—Y
mi casa no es un hotel, niña.
Puede
que se haya quedado con su hermana o un amigo, pero ¿por qué mentir sobre eso?
Está escondiendo algo.
Levanta
la barbilla, y continúa:
—Dónde
dormí anoche, es entre Jacob y yo.
Mantengo
mi expresión seria, pero todo lo que inunda mi cabeza, son las imágenes de un
muy joven y estúpido yo, atrapando a mi novia follando con un tipo en un auto
frente a nuestro apartamento a las tres de la mañana. Si parece un pato y
camina como un pato...
Sí.
Me
alejo de la barra y cruzo los brazos sobre mi pecho.
—Honestamente,
no me importa lo que hagas, Isabella —le digo, y mi corazón se congela
lentamente—, pero tampoco soy estúpido. Jacob puede ser distraído, pero yo no.
Quien sea que te recogió anoche no te trajo a casa, así que si estás jugando
con mi hijo, me ofenderé por eso —le advierto—. Y luego te pediré que te vayas
de mi maldita casa. No pagaré para apoyar a alguien así. ¿Entiendes? Nunca me
vuelvas a mentir.
Su
mandíbula se tensa como si estuviera tan enojada como yo. Espero que su lengua
afilada salga volando hacia mí, y por un momento creo que lo hará, pero luego
no lo hace. En cambio, sus ojos comienzan a humedecerse, y su barbilla tiembla
cuando inhala pequeñas y superficiales respiraciones. Mira hacia otro lado,
parpadeando.
—Sí,
entiendo —dice en voz baja. Y luego baja la toalla y levanta la partición,
dejando la barra—. Discúlpame, por favor.
Se
aleja por el pasillo y se pierde de vista. La miro fijamente.
Puede
que me equivoque. Podría estar equivocado.
Pero
he ignorado mi instinto muchas veces, y ahora he aprendido. Pensé que era una
de las buenas, pero no me van a volver a engañar. Si no estaba haciendo nada,
habría respondido la pregunta.
Dando
media vuelta, vuelvo a bajar por la barra hacia la puerta. Pero una voz me
detiene.
—Jugando
con tu hijo… —se burla de mis palabras una voz femenina—. Tu precioso hijo.
Me
detengo y miro a Esme Foley, la dueña, de pie detrás de la barra con un
cigarrillo en la mano y humo ondeando frente a su rostro.
—¿Tienes
algo que decir?
Se
aleja del mostrador de atrás e inhala antes de apagar el cigarrillo en el
cenicero y plantar sus manos en la barra. Me fulmina con la mirada.
—Se
suponía que el imbécil de tu hijo la recogería en el trabajo anoche después de
trabajar un turno de diez horas —me dice—. Se emborrachó en una fiesta y
adivina quién vino a buscarla en su lugar. Sam McCabe, su ex, quien pensó que
era divertido golpearla después de haber perdido un juego, cuando estaban en la
escuela secundaria.
¿Qué?
—Se
negó a estar en un auto con él —masculla Esme—. En cambio, la encontré
acurrucada, durmiendo en la sucia mesa de billar esta mañana porque no tenía a
nadie más a quien llamar anoche. —Y luego entrecierra los ojos—. No quería que
averiguaras lo perdedor que es tu hijo.
Me quedo quieto, sin poder
moverme.
No
respiro, y no puedo parpadear, la ira amenaza con desbordarse.
Él
la golpeó. ¿Él la golpeó? Mis puños se cierran y me arden los pulmones. Cada
músculo quema.
Hijo
de puta.
¿Y
Jacob estaba en la misma fiesta? ¿Lo envió a buscarla? ¿Qué diablos? ¿Cómo
puede estar cerca de una bolsa de mierda como esa?
La
visión de un pequeño y cobarde punk agarrando a Isabella, lastimándola,
haciéndola llorar... Yo...
Cierro
mis ojos.
Acabo
de hacerla llorar.
—Es
una buena niña con un corazón realmente bueno —continúa Esme—. Y merece
muchísimo más que los imbéciles de esta ciudad, incluido tu hijo. Espero que
los deje a todos y nunca mire hacia atrás.
Jesucristo.
¿En qué estaba pensando?
Doy
vuelta y camino hacia donde Isabella desapareció por el pasillo. Tengo que
hablar con ella ahora. Todo lo que tenía sentido en mi instinto hace unos
minutos ahora parece ridículo. ¿Por qué iba a saltar a conclusiones de las que
no tengo ninguna prueba?
¡Maldita
sea, Jacob! No puedo creerlo.
Camino
por el pasillo, viendo los baños, una oficina y otra habitación con la puerta
entreabierta. Probablemente esté en el baño, pero antes de decidir esperar,
abro la otra puerta para comprobar ahí primero.
Está
de pie en el centro de la pequeña habitación, de espaldas hacia mí, pero puedo
notar que se está limpiando los ojos. Los estantes de piso a techo están
alineados en las paredes, almacenan botellas de licor, batidoras, jugos y otros
suministros como servilletas, pajitas y velas.
Me
paro en la puerta y la escucho sollozar.
—¿Isabella?
—digo vacilante.
Se
endereza instantáneamente, girando lo suficiente para poder ver un lado de su
rostro.
—¿En
serio? —dice, tratando de endurecer su voz—. Solo vete. ¿Quieres que me vaya?
Lo tienes, ¿está bien? Me iré.
Doy
un paso hacia adelante.
—Isabella, lo siento mucho.
No sé en qué estaba pensando.
—Solo
vete.
—Debiste
haberme llamado —le digo, dando un paso más—. Hubiera estado aquí en un abrir y
cerrar de ojos. Lo siento. Yo solo…
Pero
de repente se da vuelta, mirándome.
—¿Sabes
algo de los hombres? —pregunta, limpiándose los ojos, con una dureza en la
mandíbula—. Creen que pueden tratarte mal, porque lo soportarás. Pero ganas
cuando nunca los dejas hacerlo otra vez. —Se acerca a mí y agrega—: Puedes
besarme el culo.
Y
luego me rodea y sale de la habitación.
Me
desanimo. Quiero seguirla. Quiero dejar las cosas claras y hacerle saber que
estaba equivocado. Quiero decirlo y hacerlo bien, pero...
No
lo sé.
Esta
es la segunda vez que discutimos, y las dos veces fue por mi culpa. No
deberíamos pelear. Es lo que hace una mujer con su novio, no con su padre.
Y
eso es lo que soy. El padre de su novio.
Nada
más.
Pero
en el fondo de mi corazón, el pequeño calor creciendo cada día más y más grande
sabe que es una mentira.
Esto
es más. No perdí los
estribos por el bien de Jacob. Fue por el mío.
Ella
se volvió importante, y por primera vez en mucho tiempo, me encontré realmente
disfrutando de hablar con alguien. Empecé a bajar la guardia.
Se
siente bien tenerla cerca.
Y acabo de enviarla a
empacar.
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Hola a todas que les parecio esta pequeña sopresa de tres capitulo es una pequeño regalo por no actualizar como saben estoy estudiando y la escuela me tiene con actividades y mas mis niños pero no se preocupen que cada vez que no pueda actualizar por varios dias pasara lo mismo subire tres capitulos para ir avanzando y pasr ala siguiente adaptacion aun le falta a esta historia pero ya estoy pensando enla siguiente bueno nos vemos el miercoles y mañana habra adelanto del siguiente capitulo en el grupo de facebook Elite Fanfic.
9 comentarios:
Oh noo! Pobrecita bella,todo le esta saliendo mal. Jacob es un imbecil y Sam es todavia peor!
Me gusta que bella no se deje pasar a llevar por nadie. Gracias por el cap.
Edward si que la cago con bela. Es un idiota! Y bela tendria qur dejar a jacob ese tipo no vale la pena,no le llega ni a los talones a bela. Y ese sam es un desgraciado,bela tendria qe haberlo denunciado cuando la golpio o hacer una orden de restriccion,ALGO!!
Gracias por los 3 capitulos uno mejor que el otro.
Espero ansiosa la proxima actualizacion
GRACIAS ❤😘💕
GRACIAS 😘💕
GRACIAS ❤😘💕
Bueno, es normal que sospechara... Pero lo de Jacob no tiene nombre... Gracias
Ojalá y Esme le hubiera dicho más cosas que lo pongan en su lugar :/ gracias!
Ese Jacob es un tonto, no puede ser tan inmaduro
Hola hola le estalló en la cara a Edward eso que siente por Bella y ahora que va a pasar no puede dejarla ir, gracias por el capítulo nena y estar esperando ansiosa el siguiente
Saludos y besos
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