En
los próximos días llegué a la conclusión de que sólo había una manera
de hacerlo. Tendría que escabullirme fuera de la escuela en la oscuridad
de la noche, llegar a una video cabina telefónica en el pueblo
que lindaba con la Academia, y correr el riesgo de hacer una llamada
para advertirle a mi hermano lo que podría pasarle si yo era descubierta.
No
había tiempo que perder. Las vacaciones de invierno se acercaban, y con ello,
los exámenes de mitad de período y las inevitables pruebas de ADN al azar.
Yo sabía muy bien que el ADN que tenía la Academia en sus archivos era una
muestra de Jasper, que había sido enviada por mi padre. Podríamos lucir
lo suficientemente
semejantes para que yo pasara por él, pero no había forma
de engañar a una prueba genética. Si llegaba a ser uno de los elegidos para
ser analizados, el secreto sería descubierto y la Academia estaría buscando a
Jasper para castigarlo por nuestro engaño.
No
estaba preocupada por mí. Oh, desde luego no me gustaba la idea de perder una mano, estaba
destinado a ser terriblemente doloroso y el proceso de regeneración
no era nada fácil tampoco, por lo que había oído. Pero todavía podría
volar en una nave por el sector público con una mano clonada.
Jasper,
sin embargo, no volvería a tocar de nuevo si era sometido a un castigo.
Su habilidad en la música dependía de las habilidades motoras que había
pasado años adquiriendo. Tenía que ser advertido para que huyera lo más
lejos posible y se escondiera hasta que pudiera decirle que no había moros en
la costa, si es que sucedía eso, claro.
La
dificultad era lograr escaparme mientras estuviera bajo la atenta mirada de mi
compañero de cuarto. Edward y yo no habíamos hablado de la
forma en que
me había consolado durante la noche. Parecía como si no pudiéramos
hablar sobre
cualquier cosa ya. Pero todavía me observaba con esa mirada en sus ojos, esa
expresión ilegible que hacía que mi corazón latiera y que mis palmas
sudaran.
¿Cómo iba a salir con él vigilando?
Me
decidí a intentarlo en una de mis duchas a primeras horas de la madrugada/temprano
por la mañana. Edward
todavía me acompañaba todas las noches y, aunque nos llevamos un par de sustos cuando
otros cadetes se
levantaban en medio de la noche para hacer sus necesidades, nunca
habíamos sido
capturados. Esperé hasta que volvimos de nuestra excursión nocturna y Edward
estuviera durmiendo tranquilamente en su cama, con la respiración uniforme
y lenta.
Me
obligué a esperar quince minutos después de que estuviera segura de que él estaba
dormido para deslizarme fuera de la cama. En lugar de cambiarme en mi pijama
en el vestidor, como solía hacerlo después de una ducha, me había puesto
la misma ropa con la que había llegado por primera vez a la Academia.
Si
yo estaba a hurtadillas por la ciudad en la noche, no quería ser vista con el uniforme,
sólo causaría sospechas. En mi bolsillo tenía una pequeña linterna de noche
de Edward
y una tarjeta de crédito con dinero suficiente para hacer una rápida
llamada a casa. Si podía evitar ser vista y calcular todo exactamente bien, debería
ser capaz de conseguir salir de la academia, advertir a Jasper, y estar
de vuelta en mi cama para la llamada del despertador.
Deslizándome
cautelosamente de la cama, me acerqué en silencio a la puerta y la
abrí fácilmente, agradecida de que no crujiera. Entonces me dirigí por el pasillo
a oscuras a través del tacto y por los escalones de la misma manera.
Yo
esperaba.
Estaba
terriblemente asustada ante la posibilidad de encontrarme con otro cadete
ya sea al levantarse para ir al baño, o peor aún, un monitor de dormitorios.
Pero mi suerte triunfó y salí del dormitorio sin ningún problema.
Era
la parte más oscura de la noche y Zeus se aferraba al horizonte como un fantasma
enorme, ligeramente brillante. Por encima de él vi una raya blanca en el
cielo que me llamó la atención. ¿Qué era eso y por qué parecía importante? Ah,
claro, recordé, era el cometa Haley II, el nombre de un famoso cometa utilizado
para visitar a la antigua Tierra. Supuestamente fue colocado en la manera
correcta para ser visible a todas las lunas de nuestro sistema solar a la vez
justo esta noche.
¿Cómo
lo llamaba mi profesor de Astronomía, el Sr. Hughes? Algún tipo de equinoccio
o evento astral, pero no podía recordarlo ahora.
Miré
al Haley II por un largo momento, preguntándome si Jasper podía verlo
también. Si él miraba al cometa y pensaba en mí como yo estaba pensando en
él. Entonces, negué con la cabeza.
No
había tiempo para soñar despierta, tenía que moverme. Bajé mi cabeza y utilicé
la pálida luz de Zeus para hacer mi camino a través del campus, estando siempre
a la sombra tanto como pudiera, hasta que llegué a la parte de atrás del gimnasio.
Aquí
me detuve y encendí la linterna de Edward. No le di mucha
iluminación,
pero la necesitaba para ver dónde estaba caminando en los matorrales
densos.
No
sabía si había reptiles venenosos u otros animales sueltos en los bosques alrededor
de la Academia y yo no quería saberlo por las malas. Con suerte, la linterna
ahuyentaría a los depredadores además de iluminar mi camino.
Caminé
a través de la vegetación azul marino y negra brillante, tratando de hacer
tan poco ruido como fuera posible.
Finalmente
llegué a la abertura de la barrera de alta seguridad que había visto por
primera vez el día que Broward había tratado de atacarme después de la lección
de esgrima.
Temía que pudiera haber alguna medida de seguridad en otro
lugar, una cadena de energía o un electroshock de respuesta que no era visible
desde la parte trasera del gimnasio. Pero para mi gran alivio, no había nada.
Al parecer, los que manejaban la Academia consideraban a la densa maleza
y al bosque tenebroso lo suficiente disuasivos. Hubiera sido demasiado para
mí, si no fuera por la urgencia de mi misión. No importa qué tan solitario y aterrador
era el bosque, tenía que avisar a mi hermano. ¡Jasper, ya voy!
Levantando
la barbilla, fui a través de los árboles.
El
camino era largo y el bosque tenía un ambiente encantado que me hacía querer
mirar detrás de mí. Resistí el impulso sólo con un gran esfuerzo y seguí avanzando.
Varias veces estuve segura de que estaba perdida, pero seguí de todos
modos. Finalmente llegué al final de los árboles.
Desde
la esquina del bosque estaba a sólo un par de pasos cortos de la ciudad. Encontré
lo que estaba buscando en la periferia, sin ni siquiera tener que ir a la zona
más poblada. Allí, en una caseta de plastilina negra con polvo negro fuera de
una parada de combustible de turno nocturno, estaba una vieja video cabina telefónica.
Mientras
miraba alrededor para asegurarme de que nadie observaba, me escabullí
silenciosamente en la cabina de polvo y miré a la video cabina telefónica.
Mi corazón se hundió, había una enorme grieta recorriendo el centro de
ésta. Sin embargo, la
luz verde de contacto se encendió y pude oír un leve zumbido,
como si la pantalla estuviera esperando a ser usada. Decidiendo intentarlo
una vez, saqué la tarjeta de crédito de mi bolsillo y deslicé la tarjeta en
la ranura.
Para
mi alivio, el zumbido se intensificó y un pequeño punto blanco creció en el centro
de la pantalla hasta que toda la superficie estaba brillando. Rápidamente, tecleé
el número de mi casa, utilizando la extensión hacia la habitación de mi hermano.
Entonces esperé, con la esperanza de que Jasper fuera el que respondiera
y no una de las criadas.
Mi
suerte aún era bastante. La video pantalla telefónica hizo una serie de pitidos
y de repente apareció la cara de mi querido hermano gemelo. Él entrecerró
los ojos hacia mí.
—¿Bella?
Dios mío, ¿eres tú?
—Jasper.
—Casi lloré de alivio—. Oh, Jasper, te he echado mucho de menos.
—También
te he echado de menos. —Se inclinó hacia delante, mostrando sus rasgos
queridos y familiares distorsionados un poco a través de la pantalla agrietada—.
Pero, ¿por qué me estás llamando ahora? Pensé que no había llamadas
externas permitidas en la Academia. ¿Hay algún problema?
—No
los hay ahora, pero podría haberlos pronto —le dije. Al ver la expresión confusa
en su cara, me apresuré a explicar la situación y la posibilidad de que uno
o ambos de nosotros perdiera una mano.
La
cara de Jasper se volvió seria.
—No
podemos continuar con este engaño por más tiempo. Hay que reconocer lo
que hemos hecho con papá, pedirle perdón…
—¿No
entiendes lo que estoy diciendo? —exigí—. No es bueno ir con papá, Jasper.
Está fuera de sus manos. Ambos nos volveríamos responsables ante la
Academia y no son clementes.
—Entonces
tienes que venir a casa de inmediato y huiremos juntos —decidió.
—¿Y
arruinar toda la dedicación que hemos puesto en alcanzar nuestras metas? No.
—Sacudí mi cabeza—. Debo quedarme donde estoy y seguir fingiendo ser tú.
Tú, hermano, eres el que debe huir. Conseguir alejarte tanto de Victoria como
sea posible. De hecho, salir de Dianna… Diablos, salir del maldito sistema solar
si puedes.
—¡Bella!
—Él lucía sorprendido, pero no podía decir si fue mi lenguaje grosero o mi
idea de que él huyera lo que lo puso tan pálido.
—Lo
siento, Jasper pero es la única manera —dije con firmeza—. Tienes que
irte.
Él
suspiró.
—Bien,
al menos eso no será un problema.
—¿Ah?
—Fruncí el ceño—. ¿Cómo es eso?
—Ya
lo tengo. —Sus ojos marrones oscuros, tan parecidos a los míos, iluminados
por la excitación—. ¡Conseguí la cátedra, Bella…
en la orquesta! Nos
vamos mañana para hacer una gira galáctica. Iremos incluso a algunas de
las colonias,
fuera del sistema Prometeo… estamos comenzando allí, de hecho.
—Perfecto.
—Sentí una mezcla de alivio y temor. Me sentí aliviada de que mi querido
hermano estaría fuera de peligro... demasiado lejos para que la Academia
lo encontrara. Al mismo tiempo, no podía dejar de pensar que yo iba a
estar completamente sola, una vez Jasper abandonara el sistema solar.
A
solas con nada más que mi decepción y mi temor de ser descubierta para hacerme
compañía.
Pero
Jasper ya estaba negando con la cabeza.
—No,
no lo es. No voy a ir.
—¿De
qué estás hablando? —exigí—. Por supuesto que vas.
—No
puedo, Bella.
No ahora que sé que estás en peligro. Tengo que quedarme y afrontar
las consecuencias contigo.
—¿Y
perderte la oportunidad de tocar en la Primera Orquesta del Sistema? — Sacudí
mi cabeza—. No, absolutamente no. Te lo prohíbo.
Él me
dio una mirada de exasperación.
—Ahora
suenas igual que nuestro padre. ¿Cómo puedo ir, sabiendo que podrías
perder una mano por mí?
—No
te preocupes por mí —dije, frunciendo el ceño—. Puedo navegar una nave
con una mano clonada. Puedo usar mi cerebro para la navegación, después
de todo. Pero tú, Jasper, haces todo con tus manos. Debe mantenerlas
a salvo…
—Pero…
—Jasper
—comencé, pero justo en ese momento sonó una advertencia de que
quedaban sólo dos minutos en la video cabina telefónica—. No tengo tiempo
para discutir —dije, hablando con rapidez—. Así que sólo escucha: hemos
llegado demasiado lejos para echarnos atrás. Ya has alcanzado tu meta y yo
estoy a medio semestre de alcanzar el mío. Todo el mundo sabe que las clases
de la Cuarta Formación son en su mayoría sobre el liderazgo y el mando de
las tropas y entrar en el Cuerpo. No necesito nada de eso para navegar una nave,
así que si puedo terminar este año, estoy segura de que puedo conseguir un
trabajo en el sector privado.
—Pero,
¿qué pasa si no lo haces? ¿Qué pasa si te descubren? —Su rostro era una máscara
de agonía.
—Entonces
perderé una mano —dije, tratando de sonar más estoica de lo que me
sentía—. Y tan pronto como vuelva a crecer, buscaré algún trabajo de todos modos.
Ya soy mejor que la mitad de los alumnos de la Cuarta Formación. De todos
modos, eso es lo que dice Edward. Y yo…
—¿Edward?
—interrumpió él, frunciendo el ceño—. ¿Quién es Edward?
—Oh,
nadie. —Yo podía sentir mis mejillas calentándose y esperaba que la video
cabina telefónica no mostrara mi rubor—. Él es... él es mi compañero de cuarto.
Él cuida de mí a veces.
—¿Tienes
un compañero de cuarto masculino? —Jasper parecía horrorizado ante la
idea.
—Por
supuesto que sí —dije con impaciencia—. La Academia es una escuela de hombres,
¿recuerdas? Pero no te preocupes, estoy siendo cuidadosa. Edward
no sabe
nada de nosotros, nadie lo sabe.
—Eso
no es lo que me preocupa, Bella. Yo sólo... —Jasper
me miró con
seriedad—. Espero que estés siendo, bueno, apropiada.
Pensé
en Edward
clavándome en la colchoneta, de la forma en que me había abrazado
y consolado después de mi pesadilla, de la forma en que me miraba.
Mis mejillas estaban tan calientes ahora que estaba segura
de que iban a poner mi pelo en llamas.
—Por supuesto que lo soy —mentí—. No te preocupes, querido
hermano, sigo siendo una dama, bajo mi uniforme y pelo rapado.
Él sonrió.
—Una dama, mi querida hermana, nunca lo fuiste. Pero eso
fue siempre lo que me gustó de ti.
—Oh, Jasper... —Sentí un nudo en la garganta, un bulto que
se había levantado en la garganta y no disminuiría por mucho que ingiriera—. Te
amo demasiado —dije—. Mucho. Ahora por favor, prométeme que te irás de gira con
tu orquesta y estarás a salvo.
Su cara estaba llena de indecisión.
—No lo sé...
—Míralo de esta manera —dije rápidamente mientras la video
cabina telefónica sonaba de nuevo, esta vez me dio un aviso de treinta
segundos—. Si vas, ninguno de nosotros podría perder una mano. Si te quedas y nos
descubren, los dos perderemos una. Jasper, tienes que ir.
Al final, asintió.
—Está bien —susurró con fuerza—. Pero cada parte de mí
grita que esto está mal. Que soy un cobarde por dejarte enfrentar este destino
sola.
—Tú no eres un cobarde por irte —dije con dureza—. Pero
serías un tonto por quedarte. Ve, Jasper. Si no lo haces, nunca te perdonaré.
Lucía culposo.
—Iré, entonces. Pero nunca me perdonaré si alguna cosa te
llega a pasar.
—Me siento de la misma forma por ti, querido hermano
—murmuré.
—Adiós entonces, Bella. —Se limpió los ojos y me di cuenta
de que estaba llorando—. Te amo.
—Yo te a… —empecé a
decir, y luego la pantalla se quedó en blanco cuando mi tarjeta de crédito se
quedó sin saldo. Puse mis dedos en la pantalla aún caliente, presionando lo
suficiente como para sentir a la grieta en el medio cortar mi piel—. Te amo
demasiado, hermano —susurré en la oscuridad—. Aunque sólo Dios sabe cuándo
podré volver a verte.
1 comentario:
Muchas gracias por el capítulo
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